Un prólogo al prólogo: yo como cuentista
12/13/2024Ilustración de Song Yueran. |
En una presentación como autora que expuse en la acogedora librería santiaguina Pavana a inicios de diciembre 2024, tuve la oportunidad de contar cómo había terminado escribiendo cuento, aunque siempre me había considerado novelista. Específicamente novelista de Fantasía, "saguista", si se quiere, por las dimensiones excesivas de Obra Mayor. Quizá sea importante consignar aquí que, ya a los 16 años, tenía listo el primer volumen, y estaba avanzando con el segundo, ambos mamotretos en toda regla.
Al final, todo podría resumirse en un asunto contextual: para impulsar la parte creadora de Fantasía Austral, necesitábamos contar con ficción, y la ficción que mejor se acomodaba al formato de los blogs era el cuento (claramente, los 2010 eran otros tiempos para los espacios virtuales y sus "contenidos"). Eso me movió a explorar otras historias como autora, muy diferentes a todo lo que era y contenía Obra Mayor, y a la postre, para mi sorpresa, me convirtió en cuentista.
He escrito varias novelas desde esos años, claro. Pero, por razones también contextuales, a la fecha solo he logrado publicar una, La niña que salió en busca del mar (2013), que es paradójicamente una novela muy breve y seudo infantil, aunque siempre de Fantasía.
En cuento, en cambio, me ha ido bastante bien en fines de mera publicación (y de recepción, en la mayoría de los casos). En principio, participé en diversas iniciativas de antologías colectivas, cuya existencia considero bastante saludables para demostrar el estado del arte de los subgéneros imaginativos en determinados territorios y espacios culturales. Con el tiempo, me fui desentendiendo de esos proyectos, hasta que recientemente volví a reconsiderarlos, punto en el que la publicación de Peregrinos en mundo de árboles entrelazados, antología que coordiné yo misma y que prologué, viene a simbolizar la culminación de este cambio.
Inicialmente, pretendía escribir un "breve" (siempre desde mis estándares lunáticos de brevedad, se entiende) prólogo personal para introducir el prólogo formal a la antología de Peregrinos, y publicar ambos textos en una sola entrada. Pero, como el lector se imaginará, the tale grew in the telling y me encontré con que tal entrada única sería demencialmente larga, incluso para mis estándares personales. También supuse que sería más práctico para mí y para todos los autores antologados poder compartir directamente el prólogo formal, sin tener que pasar por tooodo aquel ejercicio memorístico-confesional en el que terminó transformándose mi prólogo personal.
Para el lector que ahora quiera explorar cómo fue que en realidad llegué a la idea misma de coordinar Peregrinos, y cómo fue mi propio viaje en otras antologías como para arribar a este punto, aquí presento aquel extenso prólogo personal.
Gracias por su lectura y compañía.
I. La era de oro y de carbón: primeros cuentos
Antologías de Fantasía Austral. |
Las primeras antologías en las que participé fueron, obviamente, las asociadas al proyecto de Fantasía Austral. Ahí estuve en esa incómoda posición de ser a la vez autora, editora y coordinadora, pero todo el proceso fue muy artesanal y no tenía mayores pretensiones editoriales que la más importante en términos ideológicos y espirituales: escribir y publicar e instalar a la literatura de Fantasía de manera exclusivista en el ambiguo e híbrido campo cultural chileno, que nunca le dio ni le ha vuelto a dar ese espacio dedicado.
- «Historia de una historia» (2010)
Mi primer cuento, "Historia de una historia", publicado en Cuentos chilenos de Fantasía (2010), fue muy importante para mí porque marcó mi regreso definitivo a la Fantasía, que coincidió con mi egreso del pregrado de Pedagogía en Lenguaje/Licenciatura en Letras Hispánicas. Recuerdo dónde (una sala del subterráneo del edificio Rubén Castro) y cuándo comencé a escribir su borrador, a mano, y cuán a punto estuve de descartarlo como otro relato trunco más. Pero persistí y lo terminé, y lo publiqué en el contexto de este primer libro compilatorio de Fantasía Austral, que liberamos digitalmente y del que hicimos unas pocas copias impresas conmemorativas.
"Historia de una historia" es un cuento de hadas metaficcional, como no podía ser de otra forma, y me reconectó con mi interés por la literatura infantil y juvenil y con el valor que siempre le he dado a las fabulaciones.
- «El peso del magia» (2012)
Mi segundo cuento, "El peso de la magia", publicado en Cuentos chilenos de Fantasía: Antología 2010-2012 (2012), fue completamente distinto en contexto y sensaciones personales. El proyecto de Fantasía Austral ya estaba erosionado en sus vínculos y propósitos originales. Yo venía saliendo muy mal de un quiebre amoroso, y estaba muy enojada con el mundo y conmigo misma, pero nunca con la Fantasía. El cuento resultante terminó siendo medio grimdark, bastante más duro y edgy de lo que suelo escribir. Pero estuvo bien que existiera como tal porque así me sentía yo, como si hubiera perdido por completo la luz de los viejos días (diríamos que en parte nunca logré recuperarla, pero otros fuegos se encendieron providencialmente en la oscuridad, y lo siguen haciendo).
En 2013 escribí esta crónica sobre lo que significaron para mí estos dos cuentos, y cómo fue que pasé del imaginario del primero al del segundo.
- «Caja de música» (2014)
Mi tercer cuento, "Caja de música", fue publicado en Cuentos chilenos steampunk (2014), la última propuesta de este tipo del colectivo, aunque nuestra ilusa intención original fue alguna vez dedicarle una antología a cada subgénero que considerábamos dentro de nuestra línea editorial. Se llegó a proponer una convocatoria para Fantasía urbana, pero yo luego salí (me salieron) del proyecto y esta no llegó a concretarse.
Cuentos chilenos steampunk fue la antología más difícil de coordinar y editar por los tiempos que estábamos viviendo, con muchas tensiones personales y un desgaste emocional, sicológico y laboral importante de mi parte. Por el lado más concreto, tuvimos que descartar muchas obras que se apartaban demasiado del enfoque de Fantasía que exigimos en las bases al momento de desarrollar la estética steampunk, lo que creó más roces e incomprensiones; varios de los cuentos que quedaron, por su parte, cambiaron muchísimo de sus versiones originales, gracias a procesos de edición que no fueron tan transparentes como deberían haber sido. Éramos jóvenes y, además de estar locos, éramos bastante incompetentes aún en este tipo de tejemanejes. En fin.
Mi cuento "Caja de música" trata sobre un niño proletario que encuentra en la Fantasía su esperanza para sobrevivir: cuando la revolución no llega, la imaginación tiene que hacer por su cuenta el trabajo. (Años después, descubriría que el mismísimo Jack London había escrito un cuento de imaginario similar, obviamente sin Fantasía: "El apóstata", un cuentazo. Entonces reventé de envidia, vergüenza y, sobre todo, de alegría, porque London es uno de mis escritores realistas favoritos).
No he contado esto antes, abiertamente, por escrito, pero creo que durante esta etapa se presentó mi ¿última? bifurcación para emprender un camino muy diferente en mi vida, muchísimo más oscuro, aunque no carente del todo de una belleza rota (un camino Fantasista igualmente, ojo, o eso quisiera creer aún hoy), y deseché la opción.
Robert Frost lo dice mejor que yo, en toda su ambigüedad:
I shall be telling this with a sighSomewhere ages and ages hence:Two roads diverged in a wood, and I—I took the one less traveled by,And that has made all the difference.
II. La era advenediza: cuentos extranjeros
Con el tiempo y la muerte (intelectual y luego fáctica) de Fantasía Austral, fui probándome con mis cuentos en espacios ajenos, ya como autora que era sometida a evaluación en convocatorias externas, o como autora invitada por mi propia "trayectoria". Curiosamente, esta fue una etapa bastante experimental para mí, en la que incluso me alejé de mis márgenes habituales de la Fantasía y bordeé otras expresiones estéticas imaginativas.
- «Music Box», (2015)
Mi cuento "Caja de música", que había nacido como una humilde exploración al steampunk desde la Fantasía, fue elegido en convocatoria abierta para ser traducido al inglés y republicado en una antología de una editorial ya inexistente, Nevsky. La compilación tenía un título intimidante, The Best of Spanish Steampunk, y una vocación internacional.
En su momento, creo que la publicación de mi cuento steampunk, tanto en Chile como en esta versión internacional, pasó desapercibida para el medio local porque yo nunca he tenido contacto con movimientos steampunk locales, y he oído de gente más enterada que yo en estos asuntos que aquellos están más interesados en su estética textil que en la literaria. Pero, en lo que a mí concierne, fue una interesante experiencia saber que mis cuentos, incluso los que no habían concitado mucha atención originalmente, podían atraer lecturas o validaciones de otros contextos extranjeros con los años.
En 2015 escribí una crónica sobre la experiencia del participar de este proyecto.
- «Memoria», (2015)
Poco después, se me invitaría a participar de la quinta versión de la emblemática antología Poliedro, uno de los primeros proyectos dedicados en el tiempo a compilar ficción imaginativa en libros en Chile. Hasta entonces, Poliedro no tenía una casa editorial fija y solía contar con pocos autores, la mayoría de la Generación X, y la mayoría inclinados a la ciencia ficción. Por supuesto, como correspondía a mi espíritu oposicionista de la época, pero ante todo porque soy una Fantasista, yo les envié un cuento de Fantasía épica tradicional, inspirado en mi relación con los JRPGs: "Memoria". Hoy en día, Poliedro ya tiene convocatoria abierta y actualmente se publica desde una editorial nacional concreta, especializada en ficción imaginativa, Tríada Ediciones.
En su momento, sin embargo, como no tenía buena relación con el mundillo en general, opté por automarginarme del lanzamiento de Poliedro V. Aquel era un espacio en el que parecía haber quedado por mi "mérito" (por algo me habían invitado), pero no me sentía parte de él en lo más importante. Nunca supe muy bien cómo fue la recepción de mi cuento, pero supongo que la fantafobia debe haber hecho lo suyo en algunas lecturas de gente asociada al fandom. No (me) importó. Posteriormente, recuperaría y republicaría el cuento, reescrito (¡cuantas "re-"!) ya para una antología personal.
No escribí ninguna crónica sobre esta publicación.
- «Un árbol para el nuevo mundo», (2018)
En esos años de devaneos, me animé incluso a escribir un cuento ¡de ciencia ficción! (eran otros tiempos, sin duda) y enviarlo a una convocatoria española para autoras, para la cuarta versión del proyecto Alucinadas. Quiso el destino que las editoras de entonces, por alguna razón, fuesen las populares autoras de Fantasía juvenil Iria Parente y Selene Pascual, que aún no incursionaban demasiado en la CF como ahora. Sospecho que eso ayudó a que mi cuento, que naturalmente tenía mucho más espíritu de Fantasía que de CF, fuese elegido, para mi absoluto desconcierto.
No tengo mucho que decir sobre este texto, titulado "Un árbol para el nuevo mundo". Va sobre un abuelo medio trastornado que trata de heredarle a su nieto la obsesión por un árbol perdido en un mundo pos apocalíptico, en el que la ciencia podría suponer la esperanza de su regreso (spoiler: por supuesto que finalmente la esperanza llega de otro lugar, porque soy una Fantasista). Curiosamente, a algunos lectores en Goodreads les gustó. Pero no soy una escritora de ciencia ficción y espero no serlo, aunque vuelva a caer en la locura de escribir especulativamente de temas que yo considero intrínsecos a la Fantasía.
- «El viaje de Oralia», (2019)
Luego, me animé otra vez a participar de un concurso, esta vez gestionado por el proyecto chileno La Ventana del Sur (hoy, al parecer, en hiato indefinido) y Tríada Ediciones, y lo gané con mi cuento "El viaje de Oralia", que apareció en la antología Imaginarias (2019).
La experiencia final fue un tanto desconcertante, porque reforzó mi sensación de que no calzaba en el lugar que estaba ocupando, y que este se había creado para otro tipo de autoras que no se correspondían con el modelo al que yo tributaba. Sentí que, al final, importaba más implantar una propuesta literaria comunitaria que un proyecto literario estéticamente dedicado, que es lo que a mí me ha interesado siempre, con o sin gente a mi lado. Incluso tengo un mal recuerdo asociado al lanzamiento porque sufrí una despersonalización en el escenario, algo que no me ocurría hace años, quizá por el propio estrés de procesar de golpe esta sensación.
Con todo, Tríada Ediciones movió bastante la obra, pagó lo que correspondía de manera correcta, e incluso realizó un proyecto de audiolibro.
"El viaje de Oralia" es un cuento muy sencillo y simbólico del solitario viaje exterior e interior de una niña en el tiempo, tras una conversación significativa con una bruja. Nuevamente ocupé el marco y estructura tripartita del cuento de hadas. Una vez más, fue uno de los únicos cuentos de Fantasía de la antología.
Tampoco escribí crónica alguna sobre esta publicación.
A partir de estas últimas experiencias, y por otras razones personales extra literarias, comencé a alejarme de proyectos comunitarios no mixtos y feministas, y en general de proyectos comunitarios concretos dedicados a ficción imaginativa. Comprendí que estaba muy herida aún por todo lo que había ocurrido con Fantasía Austral y que, al menos en esa fase, estaba lidiando con tantas cosas introspectivas (mi crisis pre diagnóstico de autismo, que obtendría años después) que necesitaba retomar mi camino con la Fantasía a solas, tal y como lo había iniciado a mis catorce años.
Entonces concentré mis esfuerzos en sostener mis propias antologías personales de cuentos. Una casa propia, en las que en todas sus habitaciones, al fin, se oliese solo el perfume de Faërie.
III. La era de la Fantasista pródiga: mis antologías personales de Fantasía
Mis antologías propias. |
- El musgo en las ruinas (2018)
Mi primera antología personal fue El musgo en las ruinas (2018), que autopubliqué en formato digital y gratuito como parte de un proceso de cierre simbólico personal al duelo de la pérdida de Fantasía Austral. Contiene tres cuentos: "Las lágrimas de Lianna", reescrito y rescatado del catálogo original de cuentos que alguna vez se publicó en la web misma; "Memoria", reescrito y rescatado de Poliedro V, y "Canción de grillo", un inédito.
Es decir, tres fases diferentes: mi pasado más personal, mi pasado que podría haberse vuelto traza de un futuro que no se dio y mi presente absoluto de la época.
El título alude, obviamente, a lo que queda luego de la destrucción total de un hogar amado. El musgo es humilde, pero sigue siendo vida, en oposición a la piedra muerta. Es esperanza de nuevos crecimientos, ante el estancamiento de la añoranza de días que no volverán más.
Escribí esta crónica en 2018 para reflexionar sobre su publicación.
Con el tiempo, he podido ver que la antología se movió bastante a su manera y que, en general, gustó a sus lectores. Aunque también tuve encontronazos con gente que me cuestionó su valía solo porque era digital y gratuita, aspectos extra literarios y que estuvieron condicionados tanto por mi propia pobreza como por mi deseo altruista de liberar mis obras siempre que puedo. El capitalismo le (nos) hace mal a la gente, pero esto quizá me parece aún más triste cuando recuerdo que esas personas fueron un corrector de estilo y una bookstagrammer, ambos ex colegas editoriales.
En fin: lo importante es que el proceso me ayudó mucho a familiarizarme con las labores de gestión, edición, corrección y diagramación, y que quedé conforme con la variedad en temas y registros de los cuentos. Cumplió también su propósito simbólico, y me regeneró el deseo de seguir intentando publicar mis obras, aunque nadie más creyera inicialmente en ellas.
- El idioma de los dragones (2023)
Mi segunda antología personal fue El idioma de los dragones (2023), esta vez ya como publicación tradicional, bajo el ala (je) de la joven editorial chilena independiente Trazos de Aves, en su colección Alicanto, dedicada a la ficción de Fantasía.
Como era de esperarse, esta publicación supuso para mí un renacimiento como escritora. No solo había sido elegida tras una convocatoria abierta compleja, pues debía obtener la validación de sus dos editores y estar ante muchos otros manuscritos de temáticas más normativas, sino que también su publicación coincidió con una década tras mi primera publicación formal.
Ya he contado previamente que la obra se llamaba Cuentos de Fabularia porque este es el mundo secundario metaficcional que cruza todos los cuatro cuentos que en ella se incluyen, y cómo la editorial que originalmente había demostrado interés en la obra se desentendió de ella de una forma que me pareció poco profesional y que me dejó marcas hasta hoy.
El idioma de los dragones es una obra que quiero mucho por lo que significó simbólicamente en mí, pero también porque estoy bastante conforme con lo que logré con cada uno de sus cuatro cuentos.
Con detalle, todas estas impresiones se puede leer en la siguiente crónica, que publiqué el mismo 2023.
- Antaño (2023)
De manera paralela a mi postulación del manuscrito de Fabularia, encontré una convocatoria internacional de una editorial mexicana independiente, Casa Futura Ediciones. Quiso el destino que en esa época, a pesar de que ya estaba bastante azotada por mis fracasos, me vino un impulso de animarme a enviarles algo también. Como no tenía ningún otro proyecto tan cerrado como Fabularia, se me ocurrió armar una colección "artificial" de cuentos que pertenecían a otras obras que no habían logrado culminar su existencia como libros.
Esto implicó que quedara una obra que me pareció muy variada en tonos en principio, aunque con el tiempo, curiosamente, redescubriría como una suerte de versión especular (o Lado B) de El idioma de los dragones. Casi para reforzar esta lectura, al final mis dos editoriales realizaron un enroque para publicar las obras de cada una en sus sendos países. Así, ambos libros quedaron definitivamente hermanados.
Escribí una crónica sobre la publicación de Antaño a finales de 2023.
III. La era de del horizonte: quizá todo eso pueda ser cuento
Mis nuevas participaciones en antologías colectivas. |
- «La marca de las estrellas» (2024)
Trazos de Aves nos comentó este año que deseaba armar Mosaico (2024), una compilación con diversos cuentos que ya había publicado su editorial en sus aún jóvenes andaduras, e incluir otros del resto de sus autores. La editorial contaba ya no solo con antologías personales publicadas como libros, sino también con una serie de cuentos individuales publicados como plaquettes. La propuesta, entonces, era reunir varios de estos trabajos y sus autorías y mostrar así, como rezaba el subtítulo, el "imaginario de Trazos de Aves".
En un principio, pensé con cuidado en la invitación a participar. Había vivido muchas sensaciones confusas y contradictorias en mi trayectoria como autora participante en antologías colectivas. Estúpidamente (¿autísticamente?), me suele molestar no estar en ya en antologías exclusivamente dedicadas a la literatura de fantasía, pero ahora creo que eso sucede más por la fantafobia general que por tener que compartir espacio con cuentos de otras estéticas: ante todo, obviamente, por más Fantasista que sea, lo que me interesa es tener una buena compañía cuentista, y gozar como lectora de otros mundos ficcionales y otras prosas.
También, en virtud de mi propio trabajo de "desarrollo personal" (perdón, no sé cómo decirlo ahora de otra forma menos ridícula) de los últimos años, traté de pensar de manera más estratégica y desafectada de mis traumas: participar de una antología como esta me permitiría llegar a lectores nuevos y diferentes, lectores que, por su cuenta, no se acercarían ni con un palo a mis otras obras de Fantasía. Por supuesto, estos lectores siempre podrían saltarse mi cuento o llevarse una mala impresión de él, pero eso estaba (está) fuera de mi control. Lo importante era estar, compartir, aprender, habitar espacios nuevos, dejar de automarginarme por prejuicios que quizá ya no eran tan válidos en ciertos contextos como yo creía.
Entonces acepté participar, y propuse mi cuento más anómalo de Antaño (mi antología menos leída en Chile), "La marca de las estrellas", que paradójicamente es el que más me conecta con la escritora que era en 2013 a propósito de mi propuesta de reficcionalizar mi percepción de maternidades desde la Fantasía.
Bella e inesperadamente, la experiencia de lanzamiento de Mosaico fue entrañable: de alguna forma, todos los asistentes terminamos conectando desde nuestras diferencias propuestas en torno a temas muy afines a nuestra generación, entre los que naturalmente se encontraba también la maternidad/paternidad, los cuidados, las violencias de género por diversas expectativas impuestas, los mundos que se pierden. Gracias a la excelente moderación de nuestra presentadora, la guionista, antropóloga y estupenda lectora Bernardita Ojeda Labourdette, pudimos armar un diálogo colectivo que no me esperaba y que me hizo muy bien, a pesar de que el tema central (maternidad) es algo que me cuesta mucho abordar desde mi vida personal por razones ídem.
Creo que la experiencia general de Mosaico, al menos en este punto en que el libro acaba de ser liberado al mundo, me ha permitido reconsiderar mi participación en antologías colectivas. Ahora las veo como nuevos umbrales que pueden mostrarme otros mundos, tanto ajenos (los cuentos de otros compañeros) como propios (nuevas sensaciones y aprendizajes personales).
Por supuesto, siempre será difícil dar con antologías colectivas que puedan ser menos hostiles (ya ni siquiera afines, jaja) a la Fantasía, pero ya he echado abajo los cerrojos y estoy a la espera de cualquier señal para acercar mi mano y mi Palabra al pomo de aquella puerta, que por tanto tiempo creí cerrada a cal y canto.
- «La que sueña» (2024)
¡Qué bonita sorpresa que Mosaico haya coincidido con la autopublicación de nuestra antología Peregrinos en mundo de árboles entrelazados (2024)!
Este proyecto lo concebí en 2021 y se fue retrasando por diversas razones, desde las personales a las más pragmáticas, como lo comenté en mi prólogo. Creo que más que nunca he aprendido estos años que no tengo pasta de editora, al menos no profesional, y eso está bien. Siempre tendré intenciones de hacer este tipo de experimentos y proyectos bonitos, autogestionados, pero la cantidad de energía y atención que requieren, incluso en la parte que me es más cercana (tras bambalinas) es enorme; ni que decir de la parte más social y abierta al mundo, más estratégica, que he conocido vicariamente a través de varias conversaciones intensas con mi editor Donald McLeod. Me maravilla cómo funciona su mente al respecto; mi propia mente se aterra y me susurra "tú jamás podrías hacer todo esto, así; ¡imagínate la lata que te daría!".
Como sea, latas y esfuerzos aparte, el proyecto al fin salió. Y salió como siempre quise, como tanto extrañaba que fuese: una antología dedicada exclusivamente a la Fantasía, pero desde la variedad y libertad que cada autor convocado por interno quisiera darle a este marco general de viaje literario.
El cuento que incluí en la obra fue "La que sueña", un inédito que escribí hacia las fechas en las que, curiosamente, estaba por enviar mis otros manuscritos de relatos a las editoriales mencionadas. La historia se me escapó claramente de las manos, como detectará un lector atento: comienza desde un rincón que me es familiar y luego se va a lugares más locos.
Hubo dos referencias literarias específicas, anómalas, que estuvieron muy presentes en ese giro, de manera decidida, y que no tienen en principio mucho que ver con Fantasía (en principio): "Historia de los dos que soñaron" (1971), de Jorge Luis Borges, recuperada a su vez de una narración de Las mil y una noches, y "El sueño de la cruz" (S. IX), de autoría anónima, anglosajona. Es decir, dos textos de raíz primaria que hablan sobre cómo los sueños revelan lo velado y conectan lo que inicialmente está separado. Retomé esos principios para el desenlace de mi cuento, deliberadamente ambiguo.
Con la gestión de la antología Peregrinos, se me ha abierto también otra puerta: la de retomar parte del proceso interrumpido por la degradación de Fantasía Austral y sus proyectos de antologías colectivas. No sé si es algo que algún día pueda volver a gestionar así, pero claramente ahora entiendo que, pese a sus inherentes dificultades, es un ejercicio valioso en sí mismo, con o sin alero editorial donde ampararlo.
Las antologías de Fantasía, al menos las creadas con corazón y esperanza (y con prosa de intenciones literarias, cabría añadir también), no abundarán jamás en nuestro terruño. Ahí hay un territorio específico que puede seguir siendo explorado.
Quise también hacer esto como una muestra del trabajo sostenido que han ido elaborando mis compañeros de ruta, desde sus respectivos países. Como además me demoré ¡tres años! en finalizar todo, fue muy bonito ver cómo cada uno de nosotros, a su manera, avanzó notoriamente en sus proyectos literarios personales. Esto lo noté a niveles muy concretos y prosaicos: tuve que actualizar varias veces la sección de biografías autoriales para incluir cada nuevo hito relevante, incluyendo todos los míos. ¡Y qué bello fue ese proceso! Yo crecí, ellos crecieron. Crecimos todos, y la antología no ha hecho más que sacar un registro concreto de ese estadio de desarrollo.
Hace años, una persona que ya no forma parte de mi vida por decisión propia, pero a la que no le deseo mal alguno, me dijo expresamente: "Paula, tú no estás sola". Nunca olvidé sus palabras, porque en realidad, tristemente, nunca me entraron. No me sentía tan acompañada por esa persona como yo hubiera esperado de ella; quizá fue también un problema de expectativas y de comunicaciones mutuas, o del entendimiento de que algunas soledades son intrínsecas y no se purgan jamás.
Pero a lo largo de mi vida adulta he sentido otras soledades menos ontológicas, más relacionadas con asuntos literarios concretos. Hoy por fin puedo recuperar las palabras de esta persona y, aunque ya no puedan incluirla a ella en ellas, asumirlas en mi interior. No estoy sola, o ya no lo estoy. O estoy sola de una manera diferente a la de otras etapas de mi vida, una soledad que admite cariño, entrega, confianza, verdadera y orgánica comunidad. No sé.
He acompañado cada crónica de publicación que logré reunir de mis textos anteriores porque a su modo también registran el estado emocional, intelectual y esperanzador que sentía en esas etapas pasadas. He releído algunas: ciertas ideas me parecen hoy risiblemente ingenuas o petulantes; otras, me han sorprendido por su carácter profético o la forma en la que se han ido instalando en mí, desarrollándose a su manera a lo largo de los años.
Este texto es, a su modo, una de estas crónicas. Aquí, así estoy hoy.
Pero, por ahora, es suficiente.
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