Mi cuento "Un árbol para el nuevo mundo" ha sido elegido para formar parte de la cuarta versión de la antología en lengua hispana Alucinadas (edición digital e impresa), con las autoras españolas Iria G. Parente y Selene M. Pascual como seleccionadoras. El texto resultó ser uno de los diez finalistas de una convocatoria que alcanzó a reunir a 156 escritoras, según se informa en el comunicado oficial.
Una de las cosas más sorprendentes de todo esto es que Alucinadas es una antología de ciencia ficción. ¿Que qué hago yo escribiendo ciencia ficción? Honestamente, no tengo idea. La historia vino a mí hace un par de años y, si bien sus elementos y temas son los mismos que desarrollo en Fantasía, había aspectos específicos que me permitían abordarla desde una ciencia ficción blanda. Fui así dándole forma intermitentemente, reescribiéndola un par de veces en el transcurso de unos dos años ante mi frustración de no conformarme con sus primeros desenlaces. Pensé que el acto de mentalizarme para enviar el texto a tiempo a este concurso me ayudaría a enfocarme y al fin cerrarlo de una buena vez, y así resultó ser: lo terminé con bastante antelación y lo revisé y envié durante mis vacaciones de fin de año, el 2017.
Por supuesto, no esperaba nada en particular. La ciencia ficción ni es lo mío ni me interesa mayormente, y sabía que Alucinadas era una convocatoria muy apetecida por muchas autoras españolas que de verdad pretenden seguir su camino desde ese género. De hecho, incluso me había arrepentido de participar. Me sentía como una intrusa, o como si el acto de haber enviado el cuento a la convocatoria hubiese sido una estupidez, pues no tenía posibilidad alguna con una obra que era más bien una anomalía en mi producción literaria y que yo consideraba potencialmente muy inferior a la de otras participantes, que llevasen muchas palabras acumuladas en este género.
Cuando me llegó el correo de anuncio, pensé inicialmente que era el típico mensaje de rechazo y agradecimiento por la participación y estuve a punto de borrarlo sin abrirlo, hasta que recordé que había participado bajo el sistema de plica y que la organización no tenía forma de saber que ese era mi correo principal a menos que hubieran leído la mía. Eso solo podía significar algo positivo.
Aun así, tuve que leer un par de veces el correo para cerciorarme de que habían elegido el cuento, sobre todo porque lo consideraba más bien un trabajo menor, en la línea de las historias que escribo para ejercitarme y con las que a veces termino encariñándome por motivos absurdos. Pues bien, ese cuento ahora comparte hogar con relatos de autoras que poseen ya cierta trayectoria en sus respectivos círculos o comunidades literarias centradas en la ciencia ficción... y eso es una sensación rara.
Hay miedo, naturalmente, porque insisto en que es un cuento de ciencia ficción blanda escrito por una Fantasista. No sé cómo vaya a leerse, por lo mismo. Sin embargo también hay agradecimiento y alegría, porque cada reconocimiento es una pequeña gracia, sobre todo si viene de un contexto en el que no se me conoce en absoluto y desde un jurado cuyo proyecto literario es bastante distinto al mío. Y hay desconcierto, pues este es el segundo de mis cuentos seleccionados para antologías extranjeras que no son de Fantasía (el primero fue "Music Box" para la edición The Best of Spanish Steampunk, de 2015). Supongo que esto último se debe a que no existen convocatorias relevantes específicas de Fantasía, y que cuando las hay solicitan textos enmarcados en dimensiones muy restringidas de la misma, que no suelen interesarme.
Aun así, tuve que leer un par de veces el correo para cerciorarme de que habían elegido el cuento, sobre todo porque lo consideraba más bien un trabajo menor, en la línea de las historias que escribo para ejercitarme y con las que a veces termino encariñándome por motivos absurdos. Pues bien, ese cuento ahora comparte hogar con relatos de autoras que poseen ya cierta trayectoria en sus respectivos círculos o comunidades literarias centradas en la ciencia ficción... y eso es una sensación rara.
Hay miedo, naturalmente, porque insisto en que es un cuento de ciencia ficción blanda escrito por una Fantasista. No sé cómo vaya a leerse, por lo mismo. Sin embargo también hay agradecimiento y alegría, porque cada reconocimiento es una pequeña gracia, sobre todo si viene de un contexto en el que no se me conoce en absoluto y desde un jurado cuyo proyecto literario es bastante distinto al mío. Y hay desconcierto, pues este es el segundo de mis cuentos seleccionados para antologías extranjeras que no son de Fantasía (el primero fue "Music Box" para la edición The Best of Spanish Steampunk, de 2015). Supongo que esto último se debe a que no existen convocatorias relevantes específicas de Fantasía, y que cuando las hay solicitan textos enmarcados en dimensiones muy restringidas de la misma, que no suelen interesarme.
En fin: los concursos son un mundo veleidoso y pueden entregar tantas alegrías como tristezas (aunque me temo que más de estas últimas). En ese sentido, se agradecen muchísimo las palabras que ha dedicado Iria G. Parente a las participantes no seleccionadas, pues relativiza los juicios absolutistas de éxito y fracaso en estas lides. Por tanto, creo que lo mejor es no pensar demasiado en ellos y verlos más bien como hitos que nos motiven a escribir, incluso cuando salgamos bien librados (sobre todo cuando salgamos bien librados, que es fácil tender a sobrevalorar lo que se hace solo porque salga premiado en alguna parte). En este caso, experiencias como la de Alucinadas IV me ayudan a continuar ejercitándome en el interminable viaje de la escritura, a la vez que suponen el hallazgo milagroso de una posada donde recuperar un poco de esperanza y autoestima antes de proseguir.
Ahora, ¿de qué trata el cuento elegido? A grandes rasgos, narra el largo peregrinaje de un abuelo y su nieto por un mundo posapocalíptico y desértico, así como su lucha por preservar activamente el recuerdo de un árbol muy especial que ya no existe sobre la tierra, con la esperanza de que los esfuerzos de la ciencia puedan resucitarlo.
Por supuesto, los aspectos netamente científicos son nulos, pues soy una ignorante en ellos y además no me interesan (literariamente). Me importa muchísimo más la relación arquetípica entre abuelo sabio y nieto en formación, sobre todo cuando lo que está en juego como legado es algo hermoso y frágil, a punto de perderse para siempre. Basta con decir también que el corazón del cuento está basado en la canción "La primera mentira" de Silvio Rodríguez (si no la conocen, sugiero leer su letra después de leer el cuento).
No sé si estos serán temas con los que la gente pueda o quiera conectar hoy en día desde la ciencia ficción contemporánea, pues casi no leo obras de esta corriente y no sé qué temas estén suscitando interés actualmente, pero mi responsabilidad no es con los lectores, sino con la obra misma.
Ahora que la historia ya se ha entregado, me toca desentenderme de ella, como he hecho con toda obra impresa en papel que ha llevado mi nombre. Con todo, espero que alguien encuentre algo valioso en sus palabras.
Supongo que esa esperanza es mi propia falvacia.
- 7/28/2018
- 0 Comentarios