Prólogo a Peregrinos en un mundo de árboles entrelazados (2024)

12/06/2024

Portada de la obra. Ilustración de Arthur Rackham.


Anuncio con alegría y alivio que por fin podemos compartir con ustedes este proyecto colectivo de antología de fantasía en el que llevaba trabajando unos años, desde que lo concebí y convoqué en ¡2021! 

Se titula Peregrinos en un mundo de árboles entrelazados. Una antología de fantasía (2024) y pueden descargarla de Lektu (en formatos epub, mobi y PDF):

AQUÍ

La antología contiene una serie de variadas aproximaciones a la literatura de fantasía escrita por autores hispanoamericanos igualmente variados. A todos ellos los conocí a través de Internet, concretamente en redes sociales (sobre todo Twitter, cuando aún no entraba en su decadencia actual), conversando sobre literatura en general y, a veces, sobre fantasía en particular. Con varios de ellos creamos lazos propiamente de amistad, por la pura fuerza y persistencia de nuestras palabras entrelazadas a lo largo de los años. 

Por tal razón, de mi iniciativa personal, quise invitarlos a ellos y a otras personas cercanas y/o interesantes a participar de un proyecto de antología independiente, digital, gratuita y autogestionada dedicada exclusivamente a la fantasía, como en mis viejos tiempos en Fantasía Austral. 

Ahora, como dice el dicho, "no están todos los que son, pero sí son todos los que están". Por desgracia, no toda la gente originalmente invitada pudo/quiso sumarse al proyecto, por razones diversas, pero creo que aún así quedó un proyecto muy heterogéneo y muy internacional.

El libro tomó varios años en formarse por mi responsabilidad personal: me pasaron muchas cosas en el intertanto, tanto buenas (mi serie de publicaciones literarias personales) como malas (problemas de salud física y mental), todas igualmente demandantes de tiempo. Por fortuna, los autores participantes siempre fueron muy amables y pacientes y me motivaron desde ahí a continuar con el proyecto y no abandonarlo, a pesar de que corría el peligro de quedar a la deriva.

Como lo he escrito en todas partes en las que he hablado de la obra, estoy muy agradecida en particular con Guadalupe Campos y Mario Rucavado, autores participantes, que se ofrecieron a editar y corregir todos los cuentos ad honorem antes de que yo pudiese hacerles mis propias revisiones generales y construir las maquetas para ebook y PDF. La edición es un trabajo muy complicado, y creo que ellos lo hicieron bastante bien. Por supuesto, siempre pueden haberse colado erratas, pero esperemos que el cariño y las esperanzas depositadas en la antología mueva a Dios a protegernos un poco más del siempre ubicuo Titivillus.

Antes de dejarlos con el prólogo original que escribí para la antología, anuncio que próximamente publicaré en este blog una entrada con un prólogo personal sobre esta experiencia, en la que me detendré en mi propio recorrido como cuentista hasta este punto (mi "carrera", jajaja, como le llaman algunos).


Prólogo para Peregrinos en un mundo de árboles entrelazados


Desde tiempos remotos, la literatura de fantasía nos ha permitido imaginar mundos y destinos imposibles, pero cuya añoranza es suficiente como para movernos a luchar por la más intensa esperanza: de que algo de sus maravillas, así sea apenas un chispazo, pueda llegar a encenderse aquí, en nuestro propio entorno.

Aunque resulte absurdo, una de mis añoranzas imposibles de juventud fue la de tener compañeros escritores de afinidades compatibles a las mías. La noción de imposibilidad no es una sola para todos, ni la entendemos todos de la misma manera. Como persona solitaria, con dudosas habilidades sociales y amante furiosa de la fantasía, de la fantasía y de ninguna otra narrativa imaginativa más, se entiende que algo que a algunos podría parecer tan sencillo como trabar lazos con otros escritores compatibles se me haya figurado como una odisea. Porque escritores había, claro, y finalmente llegué a conocer a varios. Lo que yo no podía encontrar era autores para quienes la fantasía fuese algo verdaderamente importante, tanto como arte literario como enseña de vida.

En este contexto, las redes sociales fueron en mi auxilio y me permitieron, con el tiempo, conectar poco a poco con escritores con los que al fin creí encontrar aquella afinidad tan deseada, la mayoría fuera de mi país natal, Chile. En tiempos en los que estas plataformas se presentaban a los autores sobre todo como prometedoras vías de promoción de sus libros y de creación de relaciones utilitarias, a mí me permitieron al fin compartir mi amor por la fantasía con más personas, aunque estuviesen en otros países, o incluso en otros continentes. Si yo sentía una conexión profunda con héroes imaginarios, dragones o árboles parlantes, ¿cómo iba a dejar intimidarme por la mera distancia geográfica al momento de tender puentes de palabras? La patria común con todos estos autores, estos nuevos compañeros, era la propia tierra de Fantasía, y el idioma con el que expresábamos nuestra entrega a ella.

Viendo que había logrado formar algo parecido a una comunidad virtual, se me ocurrió una propuesta hacia 2021: convocar a algunos escritores con los que tenía diversos tipos de lazos, y con los que manteníamos comunicación relativamente cruzada en redes sociales, a crear una antología conjunta de cuentos de fantasía. El título del proyecto se debe a un fragmento de una canción de El Señor de los Anillos de J.R.R. Tolkien, específicamente en La Comunidad del Anillo, en el episodio en que los hobbits escuchan a los elfos cantar a Elbereth Gilthoniel. Siempre me ha parecido un verso hermoso, que de alguna forma me remite a la comunión con otros compañeros de aventura, que comparten misión a pesar de sus diferencias.

En las bases que ideé para la convocatoria, fuera de criterios formales, solo delimité un marco temático: que los relatos pertenecieran, obviamente, a la literatura de fantasía en alguna de sus múltiples expresiones, y que presentaran un mundo secundario y magia en ellos.

No todas las personas invitadas se animaron o consiguieron participar, y no todas ellas tenían experiencia escribiendo fantasía (o no la tenían de manera exclusiva), pero aun así recibí un puñado de cuentos de autores de variados estilos, intereses y procedencias, que en su unión buscan recordarnos los diferentes sabores que puede llegar a adquirir la fantasía, incluso en la reiteración de figuras o temas tradicionales.

Por desgracia, es habitual ver aún hoy que muchos detractores y fanáticos de la fantasía comparten el mismo prejuicio: que la fantasía es o debe ser escapista, y que su prosa ha de ser siempre aséptica, para cumplir con determinadas expectativas dominantes de cierta arista de la industria editorial imperante. Creo que esfuerzos colectivos de gestión independiente como este apuntan esperanzadoramente en una dirección diferente, necesaria, aunque sea solo por la indispensable propuesta contracorriente que debiera ser intrínseca al ejercicio artístico.

En esta antología, hemos compilado un conjunto de cuentos de diferentes países hispanoamericanos (Argentina, Chile, Costa Rica, México, Venezuela y España), escritos por autores que, pese a las naturales diferencias de sus respectivos trabajos, están unidos no solo por aquellas redes virtuales que alguna vez contribuimos todos a tender, sino también por el interés en la fantasía como una literatura de alto potencial estético y gran plasticidad temática. Por ejemplo, encontraremos en estas historias diferentes aproximaciones a los arquetipos de las brujas y los dragones, y enfoques narrativos que van desde la metaficción a la aventura condensada, en mundos que pueden ser más o menos cercanos al nuestro. Las voces de los relatos, fieles a los variados orígenes de sus autores, incluyen registros de habla propios de sus sendos países. En algunos casos, estos cuentos han sido incursiones a universos ficcionales inéditos y autónomos para cada escritor, sobre todo para aquellos que no había tenido mayor experiencia previa escribiendo fantasía; en otros, han sido un campo para seguir explorando temáticas recurrentes en el resto de su obra.

Para su presentación al lector, he tratado de darle una estructura de espejo a esta antología. Es decir, he ubicado en extremos a los cuentos que me pareció que presentaban algún tipo de afinidad temática o formal, aunque no fuese necesariamente obvia. Por supuesto, esto se trata de una mera impresión personal; me basta con que el lector pueda tener la sensación de que se encuentra con historias variadas y bien barajadas, aunque algunas compartan elementos esenciales.

En «Los segadores», de Guadalupe Campos, avistamos un fragmento del mundo secundario de su Saga de las Reinas Brujas. En su carta a una interlocutora, la cronista Enna Varidente nos cuenta sobre los alcances de la historia que la juglaresa Elérade Farente canta sobre los Segadores, hijos de la Destrucción, difuminando las barreras entre mito y presente.

En «El cisne y la tormenta», de Carmen Romero Lorenzo, acompañamos las correrías del pequeño Arguestes, sobrino de la bruja Mireia, quien está a cargo del faro de un pueblo costero y tiene el poder de controlar los embates del viento y del mar. La anunciada visita de la Dama Cisne, otra famosa hechicera, altera profundamente a Mireia. La curiosidad del niño ante esta animosidad llevará a Arguestes a redescubrir el pasado de su familia y a reencauzar su futuro.

En «Ojos peregrinos», de Eduardo Vardheren, conocemos las aventuras de un náufrago que comparte sus penurias y gracias con una misteriosa anciana de una isla. Aunque una voz interior le insta constantemente a marcharse del lugar, la soledad del hombre lo lleva a compartir un relato íntimo, lleno de maravillas avistadas y pérdidas que aún le estrujan el corazón.

En «Los senderos del aire», de Mariela González, conocemos al meditabundo Thomir, encargado de transmitir mensajes a través de las escamas de Tihana, su adorable compañera dragona. Pero, ante la popularidad de nuevas formas de comunicación, el oficio de Thomir corre peligro. ¿Cómo abandonar un quehacer que aún funciona y que, por sobre todo, conlleva una irreplicable belleza? Acompañaremos al protagonista en la resolución de este dilema.

En «La que soñaba», de mi autoría [Paula Rivera Donoso], nos adentramos en el mundo interior de la joven Iquela, quien repentinamente empieza a soñarse emplumada y, con ello, a volverse una marginada ante los ojos de su tribu. Aferrada a sus fabulaciones, Iquela duerme el más profundo de sus sueños, en el que descubre una verdad inesperada sobre su naturaleza y el destino del mundo.

En «Salsipuedes», de Mario Rucavado, seguimos el viaje de Lara y Santiago por el peligroso páramo homónimo en busca de la valiosa flor de sangre, principal sustento de su comunidad. Se cuenta que en este lugar mora el Viejo, una caprichosa entidad a la que no hay que ver a la cara. Con los ojos vendados en el tramo más riesgoso, ambos jóvenes emprenden una inusual expedición que los marcará para siempre.

En «Aquí, aquí, aquí», de Andrea Vega, emprendemos un peregrinaje junto a los jóvenes Xóchitl y Tristán, amigos de la infancia, para encontrar dragones. Xóchitl ha regresado trizada de la guerra y ha perdido a su tía Tere, de quien heredó el acervo de las historias. Pero su espada aún es hermosa en su sentido original, y la compañía incondicional de Tristán la anima a redescubrir un nuevo propósito de vida.

En «La Gran Comparsa», de M. M. J. Miguel, nos aventuramos junto a Aprendiz en las peripecias de La Corte, una banda de ladrones a la que acaba de integrarse. Con la llegada de la Gran Comparsa a la ciudad de Albatrazo, sin embargo, Aprendiz hallará algo más que el ansiado botín: una criatura mágica cautiva que transformará su vida.

En «El recuerdo de Aurealuna», de Pablo José Terol Orozco, arribamos junto a la sanadora Andorina a la decadente aldea sureña de Aurealuna. Al llegar, la mujer se ve envuelta en la tensa relación entre dos hermanos nobles, Manrique y Alonso, engreído y ambicioso el primero y soñador y compasivo el segundo. Lo que parece apenas un pleito familiar termina entroncando con la memoria de la magia menguante de la aldea, aparentemente condenada.

Por último, en «La segunda vida de las páginas azules», de Daniel Centeno, conocemos la intensa y compleja relación entre el narrador y Janisse, una niña con la que comparte la afición por crear criaturas híbridas a partir de la unión entre páginas de colores. Janisse está obsesionada con la idea de materializar un dragón, anhelo que la llevará a ella y a su compañero a reflexiones sobre la creación, la magia y, por supuesto, la amistad.

Esperamos que el lector de estas historias disfrute de ellas y se anime a conocer otros trabajos de sus autores, todos ellos con proyectos autoriales en ciernes, la mayoría enfocados en la literatura de fantasía o, al menos, en la ficción imaginativa en general. Para tal fin, se incluyen breves fichas de presentación de los escritores antologados al final de este ebook.

Quisiera cerrar este prólogo agradeciendo personalmente a Mario y Guadalupe, quienes se ofrecieron a editar por su cuenta, sin retribución económica, todos los cuentos aquí incluidos, y que además me ayudaron a retomar la gestión de este proyecto cuando mis propios asuntos y problemas personales de los últimos años lo retardaron excesiva y vergonzosamente. Esta antología no habría salido a la luz sin su buena voluntad.

Gracias también al lector que se interesó por esta compilación. Espero que podamos reencontrarnos en otras historias, otros mundos.


PAULA RIVERA DONOSO

Osorno, Chile, 2024

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