El 2018 fue un año terrible para mí, por diversas razones que no vale la pena apuntar aquí, pero que ya he deslizado en entradas anteriores. Como consecuencia, ha sido el año en que menos libros nuevos he leído, desde que llevo su registro en la plataforma de Goodreads. Con todo, aun así tuve lecturas interesantes que merecen ser destacadas, y entre ellas, como novedad, un par de obras chilenas de Fantasía. Tras leer tantos libros mediocres o insuficientes del género en este país, consideré importante dedicar parte de mi recuento anual de lecturas a estas dos obras, pues creo que sientan un precedente en lo que Fantasía nacional refiere. También he pensado que este espacio sería ideal para comentar dos novelas de amigas españolas que tuve la oportunidad de leer mientras aún estaban inéditas y que suponen valiosas incursiones en una visión menos genérica de la Fantasía, algo que sin duda cuesta encontrar hoy en día.
Así que, sin más dilación, acá va mi lista de lecturas destacadas, que se suman a las de 2015 (de carácter general) y de 2017 (centrada en la Fantasía).
Tres cuentos de hadas,
de Gustavo Martín Garzo
de Gustavo Martín Garzo
Hace tiempo que quería conocer el trabajo de este autor, especializado en el cuento de hadas, y este primer acercamiento ha resultado fabuloso. Tres cuentos preciosos y muy distintos entre sí, que exponen diversas formas de narrar desde el acento de Faërie. “El vuelo del ruiseñor” sigue la estela dramática de “El ruiseñor y la rosa” de Oscar Wilde y cuenta la bella historia de amistad entre una niña y este pájaro. “El hada que quería ser niña” se vuelca hacia la tradición feérica de un hada que, como el título indica, se entrega a un deseo que traerá grandes dolores y que sin embargo es tan inevitable como las cosas que nos diferencias a los humanos de los seres feéricos. Por último, “El príncipe amado” cuenta la conmovedora historia de intimidad entre una niña y un dragón, una que contiene tantas tristezas como grandes maravillas.
No sé muy bien qué destacar en particular de este libro, pues todo me ha cautivado: su poético y rotundo lenguaje, la potencia y elegancia con la que han sido desarrollados algunos de los más bellos temas de las historias de Faërie, y hasta la dulce tristeza que cada narración consigue transmitir de un modo u otro. Digno heredero de la tradición de cuentos de hadas literarios que cimentaron Andersen, Wilde y MacDonald, entre otros, Martín Garzo se yergue como un enorme exponente del cuento de hadas literario en español, solo equiparable a los relatos de esa otra gran fantasista española, Ana María Matute.
Camelot, de T.H. White
Tenía muchas ganas de leer esta obra, compendio de cinco novelas basadas en el mito artúrico, sobre todo porque la primera de ellas, La espada en la piedra, había sido adaptada hermosamente por Disney. Precisamente por mi conocimiento general de aquella historia, pensé que el resto de las novelas irían a seguir una senda infantojuvenil, con trazas de aquel incisivo humor de la primera novela. Sin embargo, me equivoqué por completo. Cada novela de la saga entrega una experiencia muy distinta de lectura, hasta el punto en que La espada en la piedra resulta con creces la más amena y ligera (salvo las graciosísimas aventuras de sir Pelinnor con la Bestia Bramadora en el segundo libro); el resto va escalando cada vez más en dramatismo.
Cada novela va siguiendo la vida de Arturo, desde que es un muchachito hasta que se convierte en rey de Gran Bretaña, y todo lo que va ocurriendo con él posteriormente. Me han parecido todos trabajos fenomenales, si bien bastante oscuros y deprimentes en ocasiones, con una cohorte de personajes maravillosos a los que conocemos en toda la pulsión de sus obsesiones y dramas. Particularmente conmovedora me pareció la tercera novela, El caballero mal hecho, basada en sir Lancelot. Siempre he detestado a Lancelot, y esta obra consiguió la proeza de que me compadeciera de él y que incluso llegara a sentir cierto afecto por su malhadada persona. De todos modos, todas las novelas de la serie me entregaron momentos muy hermosos y emotivos, como el evento en que el joven Arturo está por sacar la espada de la piedra, o cuando un Arturo ya viejo, en la antesala de su estación final, sostiene aquella última conversación con un muchacho que resulta ser el propio Thomas Malory…
No creo que estas obras sean aptas para el lector de Fantasía comercial, pues no hay que olvidar que fueron escritas por Premio Nobel que no estaba necesariamente familiarizado con ciertos códigos más tradicionales de la Fantasía como expresión literaria. Por lo mismo, pueden resultar densas en su tratamiento narrativo. Por otro lado, los aspectos no miméticos más convencionales tampoco son tantos como podría esperarse en una obra de estas características, por lo que quizá habría que considerarla más una obra neomedievalista a secas que una obra de Fantasía propiamente tal. Aun así, para aquellos que amamos la tradición imaginativa sin fronteras, el trabajo de White se yergue como una parada necesaria en la reversión del mito artúrico. Al menos para mí ha supuesto una curiosa y agradable sorpresa.
Moribito I: El guardián del espíritu,
de Nahoko Uehashi
de Nahoko Uehashi
Hacía tiempo que quería leer esta novela, desde que conocí a la autora tras ser galardonada con el Premio Andersen, y me frustraba mucho que no hubiera sido editada por SM Chile. Por fin, de manera milagrosa, esto sucedió y conseguí hacerme de un ejemplar. ¡Y qué buena lectura resultó! Moribito es una genial novela juvenil de aventuras ambientada en un Japón feudal con elementos de Fantasía, entretenidísima, sólidamente escrita y con numerosos aspectos destacables. Entre ellos, quiero comentar dos.
El primero de ellos es la presencia de una protagonista que, pese a ser competente con las armas, se distancia de ese estúpido modelo gringo de la mujer bad ass. Balsa es una joven luchadora muy habilidosa, parca y con objetivos claros, pero al mismo tiempo encierra un pasado doloroso al que eligió rendir respeto de manera honorable. Y es también un personaje con numerosos defectos de carácter que le causarán más de algún problema en su nueva misión, que tiene que ver con el resguardo de un príncipe poseído por un misterioso espíritu en el que podría contenerse el destino de Japón. Al respecto, creo que la obra consigue trazar con delicadeza al personaje de Balsa en la conjunción entre sus aspectos más guerreros y el desarrollo de su relación con el chico, que la acerca a una madre o una hermana mayor.
Otro aspecto que quisiera destacar, pero en el que no ahondaré para no arruinar el argumento, es aquel relacionado con el poder de las tradiciones y los legados míticos de una cultura para crear una identidad nacional y, aun más, para conducir a la propia nación. Esta dimensión política se desarrolla con mucha gracia en la obra, hasta el punto en que me pareció tremendamente valiosa e interesante, siendo que en general desteto las inserciones políticas en la Fantasía por miserables y deudoras del peor realismo. Acaso porque en Moribito estas se plantean ante todo desde la posibilidad de la reflexión, me han parecido un potente componente en esta historia que es, ante todo, como lo mencioné previamente, una pequeña y disfrutable aventura y el inicio de una saga que espero que SM Chile se anime a editar completa.
Puente de pájaros, de Barry Hughart
¡Otra novela de Fantasía ambientada en un Oriente mágico, esta vez en China! Solo que, en esta ocasión, ha sida escrita por un estadounidense. Aunque eso no me parecía precisamente alentador, el resultado terminó siendo bastante positivo, pues Puente de pájaros es una obra realmente singular; no recuerdo haber leído algo similar antes.
La principal razón de esto es el aspecto más comentado de la novela: su peculiar sentido del humor. Sutil, inteligente y en ocasiones algo absurdo, permea todo el argumento de las maneras más insólitas, conducido por una dupla protagónica muy bien desarrollada. Eso sí, personalmente no soy mucho de novelas humorísticas, quizá porque me considero una persona felizmente aburrida, así que en realidad este no ha sido el aspecto más destacable de la obra para mí. Tampoco lo ha sido, curiosamente, la fabulosa manera en la que el autor recrea esta “China que nunca existió”, con un sabor exótico fascinante y tan atractivo como ingenioso. Lo que a mí más me ha llamado ha sido la importancia concedida a las tradiciones y narraciones infantiles como móviles para descubrir el secreto de la intriga a la que se entregan los protagonistas. Me pareció leer en ello una sutil defensa del legado infantil, y eso me alegró mucho.
¿Qué más puedo mencionar de esta novela? Creo que la recomendaría ante todo para quienes estén buscando una aproximación distinta a la Fantasía más convencional, sobre todo a la neomedievalista. Aunque no es este exactamente el tipo de obras que más disfruto, me ha parecido una experiencia relevante para recordar que en Fantasía no está todo escrito y que cada cultura puede ofrecer grandes inspiraciones imaginativas.
Götterdämerung, de Mariela González
Tuve la oportunidad de leer Götterdämerung, en un epub totalmente artesanal, antes de que saliera publicada en la impresionante edición de Héroes de Papel. En general, todas las obras de Mariela tienen un rinconcito en mi corazón porque vienen de una autora que ama y entiende la Fantasía literaria, algo que ya no se ve mucho por ninguna parte, y esta en particular me llamaba mucho la atención porque sabía que se trataba de un trabajo con cierta trayectoria en la vida de su autora.
Ambientada en un siglo XIX europeo en el que existen los seres feéricos y en el que estos conviven con los seres humanos, podría considerarse esta novela como una aproximación más histórica y a la vez ucrónica a la Fantasía, como en la línea de ese magistral novelón que es Jonathan Strange y el señor Norrell. En este crisol de mitologías de diversas culturas surge la historia de unión mágica entre el díscolo poeta Viktor DeRoot y el pendenciero trasgo Gus. Amigos forzosos por las circunstancias que los unen, ambos se ven pronto inmersos en una gran intriga que no tarda en desbordar sus aristas políticas para alcanzar otras bastante más metafísicas.
La creación de mundo secundario de Götterdämerunges realmente sorprendente; se aprecia el trabajo de investigación histórica que lo subyace, pero también la habilidad narrativa para dejar que el entorno se despliegue lentamente ante el lector. No menos destacables son los conceptos mágicos que se plantean, entre los que mencionaría el de Alta Poesía (poesía que adquiere la consistencia de la magia) por la forma en la que sintetiza dos dimensiones de la obra: la narración de la aventura propiamente tal, con numerosos visos mágicos, y los ideales e imaginarios románticos que se vislumbran en el personaje de Viktor. Aunque he empatizado mucho con sus requiebros, también desarrollé simpatía hacia el carismático Gus, y aun hacia algunos otros personajes secundarios y adversarios, pues casi todos tienen algún rasgo particular de personalidad o de trasfondo que los vuelve interesantes.
La prosa de Mariela sigue tan preciosista y amena como siempre, cosa que se agradece especialmente en un trabajo tan grande como este, repleto de detalles y giros de tuerca argumentales. Desde que leo a la autora admiro su gran capacidad para narrar una aventura agradable y entretenida sin sacrificar la calidad y densidad de su prosa, y creo que en este libro esto se ve muy bien reflejado. Es una obra que sorprende y divierte a partes iguales, una historia con muchos elementos en los que centrar la atención y un nuevo recordatorio de los amplios márgenes de los que dispone la Fantasía para ser narrada.
Después de que las sirenas se marchen,
de Raquel Laforet
de Raquel Laforet
Esta novela también la leí en un epub previo a su lanzamiento oficial. Si bien aun no leo la primera novela de Raquel, nuestras conversaciones me han revelado que se trata también de una autora sensible hacia la Fantasía y la literatura, y solo por ello merece mucha atención.
Después..., probablemente, la obra más atípica de este listado. Para empezar, su estructura no es del todo lineal, sino de carácter episódico: en cada capítulo se presenta la historia de un personaje distinto. A medida que transcurre la lectura, sin embargo, empezamos a notar que estas breves narraciones, casi cuentos, van engarzándose sutilmente unas con otras, para tejer un tapiz más complejo en torno a diversos temas como la pérdida, el hallazgo o construcción de un lugar en el mundo en el que encajar o la nostalgia, todo en relación con la mágica hondura del mar. Contar más, quizá, sería revelar excesivamente parte de los encantos de esta novela.
Si tuviera que elegir una palabra para describir esta obra, sería ternura. No estoy muy segura de por qué, pero existe una delicadeza tal en la forma en la que se conciben y enlazan las historias que mi experiencia de lectura me invoca, precisamente, ternura. Cada personaje es singular en cuanto a sus problemas y aspiraciones, y resulta inevitable decantarse a veces por unos por sobre otros, según sean nuestras afinidades. Es una forma particularmente sensible de concebir y escribir una novela de Fantasía, que no dependa de un gran despliegue de maravillas para ir a tono con algunos de sus valores, por lo que me ha llamado mucho la atención y me he animado a destacarla aquí. Creo incluso que sería una gran incorporación en algún catálogo juvenil de plan lector, porque tiene ese añorado encanto de esos escasos "buenos libros de colegio", que ya casi no existen.
Antes de comentar las dos obras chilenas que elegí destacar, quisiera hacer una brevísima introducción. Previamente, desde aproximadamente 2011, leí unas cuentas novelas chilenas de fantasía y ninguna me pareció destacable. Mi pasada trayectoria en las penosísimas lides del mundillo fantástico chileno, en el mejor de los casos, me retrata como una lectora insatisfecha, que nunca podía encontrar una historia nacional que la cautivara. En el peor de los casos… mejor no ahondar en eso. Ya sabemos que vivimos en un contexto de amiguismos y egos frágiles, y que cualquiera que ose expresar una sincera opinión de insatisfacción, como yo hice numerosas veces, corre el riesgo de ser insultado, boicoteado y calumniado... como me pasó numerosas veces.
El punto es que ahora sí he encontrado obras que me hayan gustado, y no quiero guardarme esa valoración. Una cosa curiosa al respecto es que dos personas bien intencionadas y cercanas al mundillo, que supuestamente me conocen, me dijeron que ninguna de estas obras me gustaría. Ahí fue cuando comprendí que mi habitual problema de que la gente no entiende lo que estoy intentando expresar volvía a penarme, y que en realidad muy pocos parecen comprender qué busco realmente en una obra de Fantasía.
Pero en fin, aquí van mis comentarios (que no reseñas).
Crónicas de Équilas: La espada de la luna rota,
de Alejandro S. d'Alessandri
El principal mérito de esta obra es que traslada el potente imaginario de animé y de algunos RPGs clásicos (es decir, una base habitual para el escritor de Fantasía) a una novela de aventuras, y que este traslado, la mayor parte del tiempo, está sorprendentemente bien conseguido.
Mi único gran reparo es que la obra está plagada de acción en sus páginas. Sé que este es un factor muy valorado por el público objetivo, pero a mí me resultó agotador y un tanto aburrido al cabo de un tiempo. Lo que busco generalmente en una lectura, entre otras cosas, es introspección y belleza, y veo muy poco de eso entre tanto movimiento. Quizá este énfasis en la acción se deba a que el autor es cineasta y que, como le he oído decir en algunas presentaciones, no tiene muchas lecturas en el cuerpo. De ahí que el estilo, en general, sea muy poco literario, en el sentido más conservador del término. Con todo, la obra tiene sus méritos en cuanto a lenguaje: su léxico es muy preciso y variado y sus descripciones de entorno son contundentes y claras, sin resultar agobiantes. Menos logradas me parecen las descripciones de indumentaria y de ciertos aspectos del mundo secundario de Équilas; entiendo que la mirada cineasta del autor quiera transmitirnos con fidelidad lo que está viendo desde su imaginación, pero a veces tienden a resultar un tanto cansinas, sobre todo porque quienes conocemos su imaginario ya contamos con facilidad para proyectar esos elementos en nuestra propia cabeza a partir de pocas pinceladas.
Con los personajes de la obra me pasa algo curioso: me parecen terriblemente estereotipados, pero me agradan, porque proviene de estereotipos de medios que disfruto y con los que crecí. Como no soy mucho de animé, prefiero pensar ante todo en los RPGs, y confieso que me gustaría jugar esta obra. Mi personaje favorito, de hecho, es muy cliché: Kyresh, el sufrido amigo de infancia del protagonista que, por las duras experiencias de vida que le tocan en suerte, se envilece. Hay algo en la construcción de este personaje (¿quizá inspiración personal?) que me hace sentir gran honestidad en su concepción, y aun empatía, considerando que yo también me identifico con el modelo del underdog y que conecto con lo que el autor ha contado en entrevistas sobre su propia adolescencia solitaria e inmersa en las historias que amaba.
En relación con lo anterior, creo que mis partes favoritas del libro son, precisamente, esos raccontos en los que se narra parte del trasfondo de los protagonistas. Están narrados con gracia y sencillez, y en la mayoría no hay tanta acción, lo que me resultó un alivio. Ojalá hubiera habido más de esos episodios calmos y reflexivos en la novela.
En suma, pese a mis reparos, me divertí bastante con el primer tomo de Crónicas de Équilas, bastante más de lo que pensé inicialmente. Pero creo que la habría disfrutado más cuando era adolescente y aun no terminaba de enamorarme de la literatura, cuando resentía los aburridos libros del colegio y encontraba las mejores historias en mis consolas. Con todo, espero continuar con la lectura de la saga a futuro.
Saga Las memorias del Juramento,
de Joseph Michael Brennan
La saga Las memorias del Juramento fue mi gran sorpresa lectora de este año, hasta el punto en que llegué a sentirme confundida en mi lectura porque me costaba aceptar que ya se había llegado en Chile a un nivel competente de escritura, tras tantas obras menores que había leído.
Si el mérito de Crónicas de Équilas era su imaginario, el de esta saga es, sin lugar a duda, su lenguaje. Poético, ágil e intenso según sea lo narrado, creo que esta es la mejor obra chilena de Fantasía en cuanto a su estilo, algo que en realidad no es un gran logro considerando el nivel general, pero que en este caso quiero destacar enfáticamente porque sí me parece una prosa muy agradable y bien conseguida.
Una cosa que me gustó mucho de esta saga es que tiene numerosos momentos pausados. No es que le falte acción (la tiene, y bien narrada), pero esta está más localizada en la historia y me resultaba menos tediosa de leer. Menos entusiasta me muestro hacia los elementos políticos que permean toda la aventura, pero por fortuna estos consiguen abrirse a otro tipo de reflexiones, sobre todo a partir de la segunda novela. Así, el habitual conflicto de la otredad y del choque entre culturas se desarrolla aquí centrado en el personaje de Ataru, que poco a poco va adentrándose en la comprensión y aprecio de un mundo nuevo, más afín a sus propios valores reprimidos.
Quizá resulte curioso enunciar en este punto que esta saga es bastante convencional en cuanto al subgénero de Fantasía épica neomedievalista, estructuralmente conservadora, incluso, lo que podría haberme apartado de la lectura. Pero el punto es que la prosa es tan agradable, y la historia misma está tan bien contada en su sencillez, que su convencionalismo jamás me resultó un problema. Por el contrario, me hizo recordar por qué me gustaron este tipo de historias en primer lugar, y me hizo añorar el acto de intentar escribirlas por vez primera. Creo que eso es bastante más de lo que podría haber deseado leyendo la obra de un compatriota.
- 1/01/2019
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