Autores: In Memoriam Elsa Bornemann (1952-2013)

5/29/2013

El 24/05/13, Alfaguara anunció sucintamente que había muerto Elsa Bornemann, una reconocida escritora argentina de LIJ (Literatura Infantil y Juvenil). Esta entrada es un pequeño homenaje a ella y a las obras de su autoría que tuve la fortuna de conocer y leer.

bornemann-literatura infantil
El 24 de mayo de este año, Alfaguara anunció sucintamente que había muerto Elsa Bornemann, una de las escritoras argentinas de LIJ (Literatura Infantil y Juvenil) más reconocidas y al mismo tiempo queridas de Latinoamérica, lo que no deja de parecer curioso en tiempos en los que aún no termina de calzar la noción de best seller con la calidad de un proyecto literario. Y Bornemann, sin duda, fue una autora que aunó ambos aspectos de manera brillante.

Recuerdo haber leído ¡Socorro! alrededor de los 12 ó 13 años, en el contexto del plan lector. La verdad es que son muy pocas las obras que rescato de mis lecturas escolares infantiles, como los dos primeros libros de las Crónicas de Narnia o Tranquila Tragaleguas de Ende, por ejemplo, y entre ellas esta compilación de cuentos de la argentina me impactó bastante en su momento. Era la primera vez que leía cuentos de terror con una propuesta estética como esa: siguiendo con impresionante perfección estilística los códigos del género, pero ambientándolos en un contexto argentino contemporáneo que, a pesar de las naturales barreras dialectales, me pareció sorprendentemente cercano a mi propia realidad chilena.

Por supuesto, por esos años no era capaz de realizar un análisis como éste; me bastaba con sentir en mi lectura que esos relatos tenían algo que me hacía pasármelo estupendo leyéndolos, pero que sin embargo eran a la vez capaces de transmitirme una inquietud particular y, más importante quizás, una sensación de profundidad y trascendencia que me hace recordarlos aún hoy, a poco más de una década de haberlos leído por primera vez.

Años más tarde, rescataría (léase: robaría) de un stock de libros para donación un viejo ejemplar de Queridos monstruos, que incluía dos cuentos cuya capacidad para estremecerme rara vez había encontrado en otros autores como no hubiese sido en los grandes. Estos cuentos fueron "¿Dónde queda el futuro?", perfecta historia de ciencia ficción ucrónica con un desgarrador mensaje de esperanza que termina siendo un desafío para salvar la vida en nuestro planeta, y "El malo de la película", que aborda con un tono gótico los clásicos temas del doble y la otredad, curiosamente entregando ahora un mensaje de desesperanza: quienes son diferentes a los demás no tienen derecho ni al amor ni a la redención, por muy talentosos que sean en su arte.

El destino quiso que, el pasado 2012, tuviera yo la responsabilidad de introducir un libro de Bornemann en uno de mis cursos de enseñanza básica, uno que nunca había leído: No somos irrompibles. A una edad en que uno ha dejado de creer en el amor y que apenas lo tolera en la literatura, y sólo cuando está trabajado desde la realidad del fracaso, al principio me sentí incómoda ante la necesidad de leerme esa colección de cuentos sentimentales. Sin embargo, me encontré una vez más con que la autora que tanto me había maravillado de niña. 

No somos irrompibles, a pesar de basarse en uno de los temas más reiterados y por lo mismo desagradables de la literatura como lo es el amor, resultó ser una obra tan valiosa como las anteriores. Acaso porque Bornemann se enfoca en un amor de niños —que no infantil—, desarrollándolo desde la pureza emotiva de la infancia, esa que ni siquiera los rígidos códigos de la sociedad adulta ni la crueldad del destino pueden enturbiar.

La autora podría haberse encallado en una visión optimista de la infancia y presentar sólo cariños edulcorados, pero está lejos de hacerlo. Aquí hay traiciones, pérdidas, separaciones forzosas y nostalgias eternas, con tanta o más sinceridad que en el amor adulto. Desde ese vínculo que sólo puede mantenerse simbólicamente tras la muerte de uno de sus protagonistas en "Nomeolvides", hasta la resignada despedida de una niña a su primer amor en "Chau", las narraciones no temen desplegar emociones intensas, consiguiendo que ninguna historia se sienta cursi, adecuándose siempre al público objetivo. Incluso considerando esto último, el cuento "Mil grullas", inspirado en las consecuencias que tiene la bomba atómica de Hiroshima en la relación entre un niño y una niña japoneses, es una historia desgarradora con un desenlace que podría humedecer ojos de todas las edades. Sin duda el mejor texto de la colección y, me atrevería a decir, uno de los puntos altos en la enorme producción literaria de Bornemann.

Y es que quizá, más que best seller, la argentina encarna en sus obras el concepto de long seller. Es cierto que sus trabajos se reeditan constantemente para integrar los planes lectores escolares de Latinoamérica, como corresponde a una escritora que además ha sido galardonada con algunas de las distinciones más importantes de la LIJ. Sin embargo, creo que lo que en verdad le ha valido su trascendencia ha sido, por un lado, la sinceridad y pasión con la que escribió algunos de sus libros más representativos; por otro, la cercanía lúdica tanto hacia sus personajes como hacia sus lectores.

Respecto a lo primero, se han mencionado ya algunos aspectos que demuestran esta entrega. Estos podrían condensarse en una sola afirmación: Bornemann se dedicó a escribir verdadera LIJ, aquella que se aparta de la mojigatería, la moralidad y el didactismo. Una LIJ que narra desde las historias que verdaderamente importan, historias que lo mismo pueden leerse de niños o adultos, pudiendo encontrar nuevos sentidos en ellas según sea la etapa en que se (re)descubran. No deja de sorprender que para ello haya elegido escribir parte de sus narraciones desde la Fantasía, la ciencia ficción, o el terror, logrando mantener un curioso equilibrio entre los rasgos propios de cada una de manifestaciones y un contexto cotidiano y amigable, demostrando que lo que entendemos como "realidad" siempre encierra una dimensión más profunda, en la que se suele poner a prueba nuestra verdadera naturaleza humana.

En cuanto a la cercanía de la autora, por un lado está la pasión y amabilidad con la que ofrecía a sus lectores que le escribieran y participaran junto a ella en la maravilla de contar y conocer nuevas historias... ¡mucho antes de la difusión de internet! Testimonios de lectores, ahora adultos, dan cuenta de cómo ella respondía todas las cartas personalmente, gesto que ni siquiera ahora, cuando hay muchas más facilidades tecnológicas, es habitual.

Ahora bien, por otro lado estaba la cercanía de Elsa hacia sus propios personajes. Lo que podría interpretarse como un esmero lógico por desarrollarlos de manera adecuada, adquiere una visión distinta cuando descubrimos que los autores de los prólogos de ¡Socorro! y Queridos monstruos no son otros que el propio Frankenstein y el Fantasma de la Ópera, respectivamente. En un curioso juego metaliterario, la escritora tuvo la ocurrencia de construirles una voz y una historia en la que ella misma, de niña, supuestamente tuvo oportunidad de conocerlos, convirtiéndolos en sus amigos y ahora en sus prologuistas. Esta iniciativa no sólo permite comprender hasta qué punto el interés por lo sobrenatural le venía a la autora desde su infancia, sino también valorar su habilidad para traspasar esta experiencia hacia sus lectores de una manera lúdica y, sobre todo, honesta. Porque, por si fuera poco, ambos personajes aparecen muy bien caracterizados bajo una concepción de la monstruosidad como una dolorosa condena que, sin embargo, se vuelve más fácil de sobrellevar cuando hay amigos que pueden ver más allá de ella.

Por supuesto, hay muchas otras obras de las que podría hablarse, como es el caso de Un elefante ocupa mucho espacio, que he visto mencionado en casi todas las notas sobre la muerte de la autora a propósito de la censura que sufrió en la dictadura argentina. Pero siento que destacar únicamente esta obra y por interpretaciones alegórico-políticas es un despropósito: la verdadera subversión de Elsa Bornemann, a mi juicio, fue escribir LIJ trascendente y memorable a toda edad. ¿Y por qué subversión, si esas cualidades debieran ser la esencia del género? Porque debieran serlo, y no es eso lo que está sucediendo con gran parte de los autores infantiles y sus libros. Ahora, en tiempo de libros álbum más vistosos que genuinamente conmovedores, de obras superficiales que se consumen más que leerse, de novelas que no aguantan relecturas desde la adultez y, en fin, de una LIJ cada vez más amenazada por la mediocridad estética y la presión comercial de los planes lectores, hace falta volverse hacia los grandes clásicos del género. Y creo que Bornemann, ahora que ha ido a reunirse con sus monstruos favoritos, bien merece estar entre ellos.

Como cantaba el Fantasma de la Opera en el epílogo de Queridos monstruos,

Con terciopelos de fantasía,
yo te propongo imaginar
un telón y una melodía
para esta función que va a acabar. (...)

¡Y —ahora— que caiga ya el telón!

¡Hasta siempre, Elsa!

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4 comentarios

  1. Paula, recién me vine a enterar de la existencia de esta autora cuando tú hiciste mención a su muerte. Me que claro que si recomiendas su lectura es porque realmente vale la pena. Trataré de empezar con alguno de sus cuentos...y bueno, ya sabes, se apaga una voz, pero surgen otras. Espero que seas una de ellas ;)

    Abrazos.

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    1. Javier, tú has leído a Bornemann, sólo que no te acuerdas. El cuento "Mil grullas" lo publiqué en mi otro blog -mantuve el enlace en esta entrada- y hasta me lo comentaste; te gustó mucho.

      Un abrazo a ti también.

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  2. Creo que no sabía que había fallecido, al menos no recordaba saberlo. Aquí en España supongo que tendría menos fama que en Sudamérica, pero No somos irrompibles fue para mí de esos libros que se quedan para siempre (y seguramente uno de los primeros que recuerdo haber leído), y fue pasando de mano en mano entre mis hermanos y yo. Años después, encontré no sé dónde un ejemplar de "¡Socorro!" y lo compré con su nombre como sello de calidad.
    Un saludo, muy buenos blogs.

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    1. Hola, Kry.

      Me imagino que sucedió como señalas: Elsa probablemente resultó ser mucho más reconocida en Sudamérica que en España, cosa que suele suceder en este tipo de ámbito: cada país se lee a sí mismo y se olvida de lo que se escribe en otros países. Al parecer, cada zona se crea sus propios referentes o canon, lo que es natural y bueno en un sentido, pero que por desgracia hace que otras obras muy valiosas queden en el olvido.

      Me alegra, por ello, que hayas podido llegar igualmente a Elsa Bornemann :D Es una gran autora argentina, que al menos en Chile se sigue incluyendo en los planes lectores, aunque de una forma un tanto descafeinada. Me encantaría conocer el resto de sus obras, pero, como te imaginarás, acá tampoco es tan fácil encontrar aquellas que no están contempladas como lectura complementaria.

      En fin, gracias por tu visita y tu comentario. Sólo me queda la duda respecto a qué te refieres con "blogs", porque claramente Tierra de Fay es un único espacio. ¿Visitaste también La Narrativa de los RPGs (mi blog secundario)?

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