The Buried Giant de Kazuo Ishiguro: Ursula K. Le Guin contra la Fantasía irresponsable
3/23/2015
Una de las controversias literarias más recientes y peculiares de los últimos días ha tenido como protagonista, curiosamente, a la Fantasía y a las visiones que dos autores de reconocido prestigio han sostenido públicamente. Estamos hablando de las reacciones que suscitó la publicación de la esperada nueva novela del autor Kazuo Ishiguro, The Buried Giant, y sus palabras al respecto en una entrevista del New York Times. En ésta, el escritor confesaba sus dudas sobre la obra, que presentaba muchos elementos propios de la Fantasía, y la forma en que sería leída y valorada por los lectores: "¿Me seguirán los lectores en esto? ¿Entenderán lo que estoy intentando hacer o los elementos superficiales los dispondrá al prejuicio? ¿Irán a decir que esto es fantasía?"
A los pocos días, Ursula K. Le Guin salió a exponer sus propias opiniones, ya no sólo hacia la novela de Ishiguro (cuya lectura, según cuenta, se le hizo "dolorosa"), sino también hacia lo que implicaban estas palabras. Y es que, para Le Guin, lo que había expresado Ishiguro le había parecido tan insultante que había sentido la necesidad de responderle. Por supuesto, este acto suscitó un tumulto de comentarios y discusiones en la comunidad literaria: ¿pueden haber encuentros significativos entre la ficción literaria y la Fantasía?, ¿es la obra de Ishiguro un atrevido y necesario experimento que ayudaría a acercar la Fantasía a otros lectores y apartarla de preconcepciones inválidas?, ¿ha sido Le Guin un tanto quisquillosa o arrebatada en su reacción?
Debo decir que concuerdo casi en su totalidad con la réplica de Le Guin. La autora ha sido una influencia tremenda para mí, no sólo por la maravilla de sus obras, sino también por la increíble lucidez y potencia de sus ensayos respecto a la Fantasía. Su trabajo me ha inspirado muchísimo y me ha estimulado a desarrollar mis propios pensamientos críticos hacia esta estética. No me parece que exista nadie hoy en día con esa solidez de visiones, de estilo y de calidad en tanto autora de Fantasía, de ahí que considere de suma importancia detenerse a analizar con cuidado su participación en este debate, pues sin duda nos revela mucho de la Fantasía, de su importancia y de la forma en la que es percibida actualmente.
Empecemos citando aquel fragmento que es el más frecuente en las notas que se han publicado sobre esta controversia y que corresponde al cierre del texto de la autora:
Ningún autor puede usar con éxito los 'elementos superficiales' de un género literario -y menos aún sus profundos potenciales- para un propósito serio, mientras se lo desprecia hasta el punto de temer su identificación con él.
Es necesario detenerse, entonces, en el concepto de "literatura de género" y su relación con este debate. Para Jonathan Sturgeon, que Ishiguro llegara a insultar la Fantasía no es un problema:
Le Guin piensa que la novela de Ishiguro falla porque considera a los dragones y ogros como 'elementos superficiales' [...]. Los supuestos elementos de Fantasía en The Buried Giant son, literalmente, elementos superficiales: esconden lo que está enterrado en nuestras mentes y corazones. Pero Le Guin quiere más dragones, y quería igualmente un autor que quisiera más dragones.
Sturgeon continúa, expresando qué significa para él la literatura de género en tanto concepto asociado al mercado de la industria editorial y carente de verdadero valor literario:
La verdad es que la mayor parte de la ficción de género es formulacia, construida para una audiencia predefinida. La razón para incluir dragones en muchas novelas de Fantasía se debe a que a los lectores y autores les gustan los dragones. La literatura de Fantasía no obtiene puntos adicionales porque Ursula K. Le Guin sea un genio. A lo más, sus mejores libros nos llegan como puramente literarios: no hay una calidad predefinida para ellos. Y esto, básicamente, no pasa en la mayoría de trabajos en CF, Fantasía, etc. Para usar parte de la lógica de la propia Le Guin: aún vivimos bajo el capitalismo y el concepto de género aún está atado al mercado. La fría verdad es que los libros de género suelen tomar el fácil camino de la fórmula.
Concuerdo con la idea central de este último párrafo. ¿Cómo? ¿Por qué? ¿No soy una cultora y defensora de la Fantasía? ¿Cómo podría llegar a aceptar las acusaciones de que la mayoría de las obras identificadas como tal sean, valga el juego de palabras, "genéricas" y de escasa calidad literaria? Pues porque esa acusación es verdad: la industria editorial ha saturado el mercado y las estanterías particulares de muchos lectores con novelas ínfimas, escritas por autores sin ninguna pretensión estética que son promocionados en grandes franjas como los nuevos Tolkien, los herederos de Martin o, derechamente, como las nuevas estrellas del género. De la literatura misma, por lo visto, ya muy pocos se ocupan.
Quienes lo hacen no son los escritores de género. Los que se ocupan de la literatura son aquellos autores y pensadores que conciben a la Fantasía como una estética literaria más y no como un rótulo colorinche de mercado o un refrito del viaje del héroe. Los que entienden que el concepto de "estética" no tiene que ver con la moda, sino con un conjunto de visiones y poéticas artísticas de cada autor. Y los que, en última instancia, me atrevería a decir también, no separan en sus creaciones la noción de ficción literaria de la Fantasía, la ciencia ficción o el terror.
Personalmente no entiendo bien a qué se refiere la gente que habla de ficción literaria cuando usan el concepto para distinguirla de estas estéticas. "Calidad literaria", podrían decir. Bien: entonces desarrollen qué entienden por eso y cómo podría expresarse en cada obra en particular. Para empezar. A continuación, necesitaría que me explicaran cómo entonces Le Guin puede ser considerada como una "genio", si escribe principalmente Fantasía y ciencia ficción y -sorpresa- también muchos ensayos críticos sobre visiones políticas y de género (no literario, se entiende).
Me da la impresión de que “ficción literaria” se entiende como símil de realismo o, a lo más, de un fantástico muy vinculado a nuestra realidad. Sin embargo, me temo que también existen ficciones realistas o fantásticas de escasa calidad literaria. ¿Entonces?
Me da la impresión de que “ficción literaria” se entiende como símil de realismo o, a lo más, de un fantástico muy vinculado a nuestra realidad. Sin embargo, me temo que también existen ficciones realistas o fantásticas de escasa calidad literaria. ¿Entonces?
Decía Sturgeon que la Fantasía no ganaba nada a partir del talento de Le Guin, cayendo así él mismo en la lógica de producción y cantidad que reprocha: da a entender que su talento sería, quizá, un beneficio si existieran más escritores como ella. El punto es que sí existieron: Tolkien, Lewis, MacDonald, Ende, L'Engle, Wynne Jones, Bradbury, Mirleess, entre muchos otros. Que él y otros no los conozcan, no los entiendan o los invisibilicen para sostener su posición, es otra cosa. Naturalmente, nos agradaría que fueran muchos más (y, de paso, que no estuvieran muertos: los echamos muchísimo de menos), pero son suficientes como para comprender que existe una forma de escribir Fantasía que no tiene que ver con las visiones del mercado, sino con el genuino deseo de escribir una historia desde una estética de características particulares, cuyos efectos no son imitables por otras.
Por tanto, quienes tienden a pensar que la Fantasía, la ciencia ficción y el terror no pueden ser ficciones literarias, por lo visto, carecen de lecturas suficientes. Por otra parte, si además tienden a pensar que una obra presentaría mayor calidad literaria sólo por ser realista o entroncarse en la tradición del fantástico (es decir, por motivos ajenos al trabajo mismo con el lenguaje de cada historia), se confirma que este tipo de juicio no tiene ninguna validez crítica.
En esa coyuntura se sitúa Le Guin para criticar a Ishiguro. Ella lleva décadas enteras pensando y discutiendo la Fantasía; su breve pero contundente opinión no surgió por una rabia senil repentina, como mucha gente pareció criticarle. Sus palabras son una muestra de una consecuencia y coherencia intelectual sostenida por muchísimos años, al margen de que sin duda hayan adquirido un tono precipitado y que podría (y lo hizo) suscitar confusiones y malosentendidos en lectores poco formados en este tipo de literatura.
Eso nos lleva a lo siguiente: atreverse a refutar sus impresiones sin haberse dado el trabajo de entender desde dónde está hablando, ni de conocer sus trabajos en el tema y los que ella ha citado en su bibliografía ensayística, me parece bastante irresponsable. Si a eso le sumamos ese tono pedante y burlesco que ha abundado en sus detractores (eso también está de moda, al parecer. ¿Por qué?), pasando incluso por el propio Ishiguro, debo decir que estas reacciones me parecen muy reprochables.
Cualquier lector de Le Guin sabe que la intensidad de su réplica surge de su propio interés y amor hacia la Fantasía, y que en realidad debe haberse sentido insultada por las palabras de Ishiguro. Si yo tuviera casi noventa años y hubiera empleado al menos tres partes de mi vida en hablar por y desde la Fantasía y viera que la gente sigue empeñándose en hablar imprecisiones de un área que no conocen con la rotundidad de un especialista, también me sentiría insultada.
Y es que, sin duda, sólo alguien que ignora las contribuciones críticas de Le Guin hacia la Fantasía podría sostener que lo que ella espera de este tipo de obras es que tengan dragones (Sturgeon), o bien, que la autora basaría sus reparos en su propia "agenda" (Ishiguro).
En realidad, me temo que los que en realidad están cayendo en este tipo de prácticas son, una vez más, quienes (inconscientemente quizá) desprecian la Fantasía literaria como expresión superior de la imaginación a través del lenguaje por sus propios e inexorables miedos enquistados.
Sorprende que, por ejemplo, nadie haya parecido notar que el foco de Le Guin en su columna no haya sido el problema del género, sino el propio lenguaje:
Sorprende que, por ejemplo, nadie haya parecido notar que el foco de Le Guin en su columna no haya sido el problema del género, sino el propio lenguaje:
Un escenario tan genérico y unas percepciones tan vagas [como las de The Buried Giant] deben ser traídas a la vida a través del lenguaje del relato. Toda obra está hecha de palabras, después de todo. Lo imaginario debe ser imaginado, de manera precia y con una escrupulosa consistencia. Un contexto fantástico requiere una descripción específica y vívida; aun cuando los personajes puedan perder el contacto con su realidad, el narrador no puede hacerlo. Un lenguaje inexacto y con el tono inadecuado es incapaz de crear escenarios, relaciones significativas o aun eventos creíbles. Y la vitalidad de los personajes en un contexto semihistórico y semi imaginativos dependen de una representación verosímil y vívida de lo que hacen y de cómo hablan.
Le Guin critica aquí la inconsistencia del lenguaje presente en la obra y cómo eso afecta su percepción, en tanto lectores, de este mundo y sus acontecimientos (su historia, vaya) de manera negativa, impidiéndonos entrar a él como la verdadera Fantasía consigue hacer. Esta crítica, a su vez, está íntimamente vinculada a su emblemático ensayo "From Elfland to Poughkeepsie", en que la autora se dedica a explicar lúdica y contundentemente la importancia del estilo en la Fantasía: el lenguaje literario es como una suerte de encantamiento que requiere un uso particularmente elaborado estéticamente para estimular las zonas más recónditas y complejas de nuestra imaginación y así revelarnos todos aquellos temores y maravillas a los que, usualmente, solemos rechazar.
Pocos días tras la publicación de la columna de Le Guin, a Ishiguro se le preguntó por ella y su respuesta osciló entre la sorpresa, la molestia y, era que no, la ironía:
[Le Guin] se mostró un poco precipitada en nominarme como la última enemiga de su propia agenda. [...] Si hay alguna línea de batalla trazada contra la aparición de los ogros y las pixies en los libros, yo estoy del lado de ellos. [...] Nunca me imaginé que esto iba a traer problemas. Todo lo que había leído sobre TBG habían sido cosas como 'Oh, puso un dragón en el libro' o 'Me encantaron sus anteriores libros, pero no sé si me gustará éste'. Le Guin tiene el derecho de haberse sentido a gusto o no con mi libro, pero hasta donde a mí compete, ha elegido a la persona equivocada [para indicar como enemigo de la Fantasía]. Yo estoy del lado de las pixies y los dragones.
Como puede apreciarse, Ishiguro optó también por omitir el comentario respecto a las discusiones sobre el lenguaje en la Fantasía. Igualmente, volvió a referirse a algunos elementos (en este caso, criaturas) de manera superficial: apoya que aparezcan, pero no explica de qué forma ni para qué o por qué. Precisamente, el punto no se trata de que haya más o menos dragones en un libro, sino que aquellos que aparezcan tengan consistencia, en tanto criaturas de la imaginación invocadas desde el lenguaje. Que sean, en fin, entidades cuyo conocimiento te muevan a la certeza de que puedes derrotarlas, parafraseando una vez más a Chesterton... O simplemente la maravilla de encontrártelas y sentir que han cambiado tu vida y tu percepción del mundo real. Le Guin señala:
La presencia o ausencia [de elementos asociables a la Fantasía] no son lo que constituye la Fantasía. La Fantasía literaria es el resultado de una imaginación vívida, poderosa y coherente que reúna imposibilidades verosímiles para conformar una historia vívida, poderosa y coherente.
De ahí que muchos libros con dragones sean una bazofia: no porque los tengan, sino porque la pobreza de su lenguaje y/o su orientación derechamente comercial los hace incompatibles con la esencia de la estética de la Fantasía, que se mueve en el difícil terreno de las preguntas que importan y que es tremendamente subversiva hacia las visiones del poder y del sometimiento de la imaginación.
Estos son libros que hoy en día se rotulan como "fantasía" para poder venderlos aprovechando el tirón de Juego de Tronos (la serie, principalmente) o alguna horrenda adaptación fílmica de algún autor clásico. Es posible que Ishiguro haya aludido a esta clase de obras cuando señaló su recelo hacia la forma en la que The Buried Giant sería recibida por sus lectores, pero él mismo parece compartir estos prejuicios al entreverse que es incapaz de pensar en la Fantasía como una estética que calza con la noción de ficción literaria.
Lo anterior no sólo se aprecia en sus erráticas respuestas a los puntos desarrollados por Le Guin, sino en lo que él mismo señala sobre su propio proceso creativo: su irresponsabilidad creadora hacia la Fantasía. En la primera entrevista, Ishiguro no tiene reparos en confesar que la atmósfera de la obra bebe antes de las películas de western y de filmes anti-Samurai que de la literatura de Fantasía, y que llegó a la idea de escribir su historia en un mundo imaginario tras decidir que no quería que los lectores hicieran alcances contingentes con algún referente real. Es más: en una entrevista posterior, Ishiguro señala también que fueron los conflictos en Yugoeslavia y Ruanda (hacia los 90) los que fundamentalmente lo inspiraron, en vez de una fascinación intrínseca hacia una Gran Bretaña mítica. Es decir, aspectos que podría haber desarrollado perfectamente desde cualquier otra estética o aun desde el propio realismo, con un trabajo más minucioso.
¿Por qué alguien, sobre todo un escritor de trayectoria, pensaría que es válido siquiera incursionar en alguna estética o modo de lenguaje particular sin conocer antes a sus mejores autores? ¿Podríamos atrevernos a escribir poesía y creernos poetas sin haber leído algo más que al Pablo Neruda de Veinte poemas de amor y una canción desesperada? Quizá, pero luego lo más probable es que algún día, si no estamos rodeados de un círculo de gente complaciente (cosa que no pasa muy a menudo), descubramos que la poesía es otra cosa. Incluso si tuviéramos un genio natural para la lírica, terminaríamos desechando nuestras primeras creaciones y buscando a poetas maravillosos, más para que nos enciendan los ojos como nadie más podría hacerlo antes que para ver nuestro talento reflejado en ellos o aprender de sus trabajos.
Pensar que se puede escribir Fantasía o desde ciertos elementos de Fantasía sin al menos sentir que vale la pena leer algunas obras emblemáticas antes o durante, da cuenta de que el autor, sin duda, eligió usar algunos elementos propios de ella de manera superficial por propósitos ajenos a la estética literaria y, quizá, incluso de la propia historia de The Buried Giant. Y eso, querámoslo o no, ha de condicionar el imaginario de la obra de una forma u otra, problamente de manera negativa.
Por ello, sorprenden igualmente algunas apreciaciones de otros autores hacia esta obra. Por ejemplo, David Mitchell, como se cita en la primera entrevista a Ishiguro, señala que cree que la mezcla entre Fantasía y ficción literaria podría llegar a cosas que el realismo desnudo no podría, confirmando mi sospechas anteriores sobre la arbitraria asociación "literario: realismo"; mientras, Le Guin apostilla:
Por si fuera poco, Mitchell establece que el trabajo de Ishiguro podría ayudar a desestigmatizar la Fantasía, visión que es bastante cuestionable, ya que la estigmatización se origina precisamente en personas que se atreven a enjuiciar desde el desconocimiento.
La Fantasía ya tiene bastante autores magníficamente literarios, que han escritos sus mejores trabajos tras alcanzar una madurez que se nutrió en buena medida de sus lecturas críticas de la tradición de esta estética. Prueba de ello es que, por ejemplo, un académico tan exigente como Harold Bloom ha incluido a la propia Le Guin y a John Crowley en su Canon Occidental: son autores que, al menos desde cierta academia, son validados como escritores de alto valor estético. Esto me lleva a sentir que la Fantasía no necesita, para redimir su percepción, de un escritor sin lecturas específicas que quiera incursionar en ella sin atreverse a adentrarse realmente en sus terrenos, sino a gente que sea capaz de leer, leer y leer (¡y escribir) más allá del mercado y de la imposición snob de determinados cánones realistas. Gente que no le tenga miedo al Reino Peligroso, en suma (o que le tema, pero que se atreva de todos modos a internarse en él).
La Fantasía, probablemente, sea el recurso literario más antiguo para hablar sobre la realidad.
Por si fuera poco, Mitchell establece que el trabajo de Ishiguro podría ayudar a desestigmatizar la Fantasía, visión que es bastante cuestionable, ya que la estigmatización se origina precisamente en personas que se atreven a enjuiciar desde el desconocimiento.
La Fantasía ya tiene bastante autores magníficamente literarios, que han escritos sus mejores trabajos tras alcanzar una madurez que se nutrió en buena medida de sus lecturas críticas de la tradición de esta estética. Prueba de ello es que, por ejemplo, un académico tan exigente como Harold Bloom ha incluido a la propia Le Guin y a John Crowley en su Canon Occidental: son autores que, al menos desde cierta academia, son validados como escritores de alto valor estético. Esto me lleva a sentir que la Fantasía no necesita, para redimir su percepción, de un escritor sin lecturas específicas que quiera incursionar en ella sin atreverse a adentrarse realmente en sus terrenos, sino a gente que sea capaz de leer, leer y leer (¡y escribir) más allá del mercado y de la imposición snob de determinados cánones realistas. Gente que no le tenga miedo al Reino Peligroso, en suma (o que le tema, pero que se atreva de todos modos a internarse en él).
En su última réplica a la controversia, Le Guin da una vez más en el clavo, reorientando la discusión hacia el punto que ella originalmente desarrollaba:
¿Estaría él [Ishiguro] interesado en hablar de las variadas definiciones de la palabra 'fantasía' como de la literatura más imaginativa (como yo uso la palabra), o como limitada a un desarrollo comercial moderno en la ficción y los medios (como creo que él la usa)?
Ahí está, a mi juicio, la clave: pensar en la literatura de Fantasía como “literatura de género” o como algo más, una representación de las posibilidades de la imaginación desde el lenguaje. Creo que la confusión entre conceptos no hace sino fomentar los prejuicios y animosidades, cosa que considero totalmente comprensible si consideramos que la Fantasía es el reino de los nombres. Que la sociedad haya extraviado su significado, llegando a asociarlo a la fuerza con concepciones de mercado, prueba que se trata de un asunto extremadamente complicado.
Quizá algo que podría reprocharle a Le Guin es su uso indiferenciado de la palabra "género": ella tiene claro a qué concepción adscribe, y nosotros también, pero no sucede lo mismo con otras personas, que claramente no tienen interés alguno en conocer otras acepciones del término porque no les conviene. Tal vez habría que entrar a discutir, proponer y rescatar otros conceptos para aclarar exactamente de qué hablamos cuando hablamos de Fantasía, algo a lo que probablemente me aboque a largo plazo en mis propias investigaciones porque no tiene sentido trabajar esas cosas en un blog.
Quizá algo que podría reprocharle a Le Guin es su uso indiferenciado de la palabra "género": ella tiene claro a qué concepción adscribe, y nosotros también, pero no sucede lo mismo con otras personas, que claramente no tienen interés alguno en conocer otras acepciones del término porque no les conviene. Tal vez habría que entrar a discutir, proponer y rescatar otros conceptos para aclarar exactamente de qué hablamos cuando hablamos de Fantasía, algo a lo que probablemente me aboque a largo plazo en mis propias investigaciones porque no tiene sentido trabajar esas cosas en un blog.
Habrá quien piense que esta discusión no importa en lo absoluto y que basta determinar si The Buried Giant es buena o no, en términos literarios. Es probable que quien piense eso se trate de una persona a quien no le importe la Fantasía o que, justamente, la conozca más como género de mercado o como literatura juvenil, así que no sé si ese alcance sea pertinente acá. Pero personalmente creo que importa muchísimo, como señalé al principio de este texto, o de lo contrario no me habría molestado en escribir tantas palabras que casi nadie leerá (¡hola, Emilio!). Sin embargo, creo que esto es relevante incluso más allá de las visiones sobre la Fantasía en torno a las cuales abrir el debate.
Pienso que es muy probable que la obra de Ishiguro sea una buena novela, y desde luego deseo formarme mi propia impresión de ella leyéndola en cuanto tenga la oportunidad, al margen de la desagradable actitud del autor. Pero me temo que el juicio de Le Guin, con quien en general suelo coincidir en sus apreciaciones críticas hacia la Fantasía, pueda ser algo que vaya eventualmente a compartir. Incluso Neil Gaiman, bastante sobrevalorado en este tipo de apreciaciones (y en tantas otras cosas), resulta enfático en esta oportunidad:
Pero ¿de verdad importa entonces?, podría insistir alguien. Pues sí: porque pienso también en la bellísima obra que podría haber resultado si su autor se hubiera atrevido a sumergirse en la Fantasía con la genuina responsabilidad e interés de un peregrino más. La premisa de la historia me parece potente, pero por desgracia la literatura no es sólo premisa, es lenguaje, y la Fantasía es lenguaje e imaginario.
Pienso que es muy probable que la obra de Ishiguro sea una buena novela, y desde luego deseo formarme mi propia impresión de ella leyéndola en cuanto tenga la oportunidad, al margen de la desagradable actitud del autor. Pero me temo que el juicio de Le Guin, con quien en general suelo coincidir en sus apreciaciones críticas hacia la Fantasía, pueda ser algo que vaya eventualmente a compartir. Incluso Neil Gaiman, bastante sobrevalorado en este tipo de apreciaciones (y en tantas otras cosas), resulta enfático en esta oportunidad:
[The Buried Giant] es una novela que es fácil de admirar, de respetar y de disfrutar, pero difícil de amar. [...] Sospecho que mi incapacidad para enamorarme de ella, a pesar de mis deseos, vino de mi convicción de que había una alegoría esperando como un ogro en la niebla.
Pero ¿de verdad importa entonces?, podría insistir alguien. Pues sí: porque pienso también en la bellísima obra que podría haber resultado si su autor se hubiera atrevido a sumergirse en la Fantasía con la genuina responsabilidad e interés de un peregrino más. La premisa de la historia me parece potente, pero por desgracia la literatura no es sólo premisa, es lenguaje, y la Fantasía es lenguaje e imaginario.
Quizá esa pérdida colectiva de la memoria que se desarrolla en la historia de The Buried Giant se exprese también en este olvido, esta renuncia a recordar la importancia de la tradición y esencia de la Fantasía al momento de desear contar una historia que repose en sus lindes. Espero que algún día alguien pudiera escribir una novela sobre eso… alguien que se atreva de verdad a adentrarse al Reino Peligro, eso sí.
Artículos citados (en orden de publicación)
Alter, A. (19 de febrero de 2015). "For Kazuo Ishiguro, The Buried Giant is a departure". The New York Times. Disponible en: http://www.nytimes.com/2015/02/20/books/for-kazuo-ishiguro-the-buried-giant-is-a-departure.html?_r=1
Gaiman, N. (25 de febrero de 2015). "Kazuo Ishiguro's The Buried Giant". The New York Times. Disponible en: http://www.nytimes.com/2015/03/01/books/review/kazuo-ishiguros-the-buried-giant.html
Le Guin, U. (2 de marzo de 2015). "Are they going to say this is fantasy?". Book View Café. Disponible en: http://bookviewcafe.com/blog/2015/03/02/are-they-going-to-say-this-is-fantasy/
Sturgeon, J. (6 de marzo de 2015). "Kazuo Ishiguro's The Buried Giant and the tyranny of genre fiction". Flavorwire. Disponible en: http://flavorwire.com/508134/kazuo-ishiguros-the-buried-giant-and-the-tyranny-of-genre-fiction
Cain, S. (8 de marzo de 2015). "Writers' indignation: Kazuo Ishiguro rejects claim of genre snobbery". The Guardian. Disponible en: http://www.theguardian.com/books/2015/mar/08/kazuo-ishiguro-rebuffs-genre-snobbery
Le Guin, U. (10 de marzo de 2015). "Addendum to 'Are they going to say this is fantasy?' ". Book View Café. Disponible en: http://bookviewcafe.com/blog/2015/03/10/addendum-to-are-they-going-to-say-this-is-fantasy/
Dundas, D. (22 de marzo de 2015). "Author Kazuo Ishiguro on The Buried Giant, fantasy and war". The Star. http://www.thestar.com/entertainment/books/2015/03/22/author-kazuo-ishuguro-on-the-buried-giant-fantasy-and-war.html
Nota:
La traducción de las citas es de mi autoría. No soy traductora profesional y no tengo formación alguna en el área ni certificaciones de inglés, por lo que se trata de una traducción informal y altamente falible (y muy, muy tiesa). Su inclusión en la entrada está para ayudar a la comprensión de los argumentos centrales a quienes no dominen lo suficiente este idioma. En cuanto al resto, se solicita consultar las fuentes originales, oportunamente enlazadas.
6 comentarios
Obviamente no conozco toda la discusión, pero conociendo el habitual carácter de Ishiguro y la ficción que ha realizado a lo largo de toda su carrera, sospecho que se trata de una frase más bien ignorante, una frase dicha sin mucha reflexión ni conocimiento. Leguin reacciona con una irritación que entiendo, pero me parece injusto decirle a Ishiguro que su obra es "dolorosa de leer", por ejemplo, un comentario bastante cruel, así de entrada.
ResponderEliminarNo he leído todavía The Buried Giant, pero sí el resto de las obras de Ishiguro (creo que todas, de hecho). Ishiguro no ha usado un elemento fantástico como entidad superficial en su vida; absolutamente todo lo que utiliza está muy pensado y forma parte de estructuras profundas y complejas. Sus elementos fantásticos no son elementos fantásticos al uso, sino que suelen tener características más cercanas al surrealismo o al realismo mágico, y creo que en ese sentido se expresaba al hablar de la recepción del libro por parte de sus lectores, que desde luego no se van a esperar a los pixies y etc. Está claro que no conoce tanto el género ni le ha dedicado el tiempo que Leguin, y también considero que ella tenía derecho a expresar su disgusto, debido a que es una muestra, aunque casual, del desprecio que se suele hacer a la fantasía como género, por las razones que ya hemos hablado. He escuchado también comentarios similares de escritores que metían el pie en la literatura juvenil por razones comerciales, y que a la vez despreciaban este tipo de literatura. Alucinante.
Tengo que informarme más acerca de la controversia, pero de entrada mi primera percepción es que Ishiguro ha hecho un comentario desafortunado, tal vez incluso fuera de contexto, y Leguin lo ha magnificado. Además, una parte de mí se rebela contra la exigencia a un autor, a pedirle una responsabilidad para con el género o para con lo que sea. El autor es libre de escribir lo que quiera y hablar de ello como quiera. En manos de los lectores queda la respuesta.
Supongo que todos estamos condicionados, claro. Soy muy fanática de Ishiguro, y Leguin, aunque me encanta como analista sociológica en su ci-fi, me aburrió con Terramar. Intento no tener favoritos, pero los tengo. Lo sé, ya puedes venir a España a pegarme ;)
Muchísimas gracias por comentar, Gabriella. Antes que todo, lamento haber tardado TANTO en responder.
EliminarLa única novela que he leído de Ishiguro es "Pálida luz en las colinas", y hace casi diez años. Como no fue una obra relevante, no recuerdo casi nada de ella, como no sea cierta atmósfera que, por cierto, me parece que tiene que ver con lo que describes sobre el resto de su trabajo. Quizá en su propuesta general como autor se muestra cercano a lo fantástico (que entonces no sería ya, desde luego, un elemento superficial), pero ahora se me ocurre que quizá cayó en el recurrente error de confundir Fantasía y lo fantástico y pensar que la inserción de ogros o lo que sea en su nueva obra iría más o menos por la misma vía. Por eso también, probablemente, se mostraba dudoso ante la recepción de los lectores: no quería que ellos despreciaran la obra por verla más cercana a una "fantasía comercial" en lugar de un elaborado trabajo fantástico.
Pero esa confusión fue la que desató todo, porque, como te comentaba antes, Fantasía y lo fantástico no son estéticas homologables (aunque sí "parientes", en la medida en que ambas trabajan con la imaginación), así que implican un trabajo de escritura, de reelaboración de fuentes y aun de lectura distintos.
Mi enfoque hacia el concepto de responsabilidad tiene que ver con eso: la responsabilidad inicial de escribir la mejor obra posible dadas las circunstancias de cada autor. Si voy a elegir incluir ogros, dragones, hadas etc. en mi historia, tengo que tener claro por qué y desde qué tradición literaria los estoy invocando. No puede ser algo gratuito; para mí el creador debe ser una persona consciente de su arte.
Considero que no hacer esto es muy peligroso, porque se enturbian de manera externa las percepciones de lectura e interpretaciones subyacentes. Se piensa que se puede forzar una lectura o interpretación quebradizas de una obra con el solo propósito de denostarla a ella y a su autor, tanto en términos estéticos ("la Fantasía no es literatura") como sociales ("Tolkien era racista y machista"). En última instancia, la mediocridad de esta irresponsabilidad puede derivar (y lo está haciendo) a que se invisibilice cada vez más la relevancia de obras importantes, hermosas o incluso necesarias, que quizá no todo el mundo pueda valorar, pero que a quienes estén destinadas podrían suponerle una experiencia casi urgente. Obras que no se estudian en las universidades, obras que no se pueden comprar en las librerías ni pedir en préstamo de bibliotecas...
Obras que no van a llegar a ese niño o niña (o adolescente, o adulto) para cambiarle su vida, en suma.
Cuando pienso en que incluso cosas en principio menores como la salida de Ishiguro podrían contribuir a ese proceso de denostación de la Fantasía por causas erradas, me siento preocupada y molesta.
A eso, principalmente, creo que se orientan mis críticas al respecto.
Lo último: me soplaron por acá que "painful", en este contexto, no es "doloroso", sino "difícil". Ya ves lo útil que fue señalar en la nota que no domino el inglés desde una competencia profesional XD Aun así, creo que debiera importarle bien poco a Ishiguro los adjetivos con los que Le Guin describa su experiencia de lectura, considerando su posición como autor en el medio. Y, de hecho, algo así comenta por ahí: que ella es libre de evaluar la obra como quiera. Así que no creo que se trate de una falta de respeto. ¡A quién no le han dicho una brutalidad por sus trabajos!
Y por supuesto que no te iría a pegar a España, cómo crees. Creo que podríamos dialogar bonitas cositas :3
Gracias por pasar :) <3
Hola Paula ;) que bien que sigas escribiendo en este blog. Leyendo tu artículo me doy cuenta de que tengo que adentrarme más en el mundo de la fantasía, a la cual he concebido probablemente por medio de libros comerciales, le tengo mucho respeto a la fantasía como género literario, y te agradezco por la traducción.
ResponderEliminar¡Uno siempre termina descubriendo cosas increíbles de adentrarse más en la Fantasía! Adentrarse más allá de su perfil comercial, claro, que es más superficie que profundidad.
EliminarQué bueno que el blog te siga permitiendo esas excursiones :)
Saludos.
Paula, desde Colombia gracias por este post. Necesitaba saber que en este tira-y-afloja del libro de Ishiguro no estaba tan perdido como pensaba. Felicitaciones por el análisis tan detallado y puntual
ResponderEliminarGracias, Rodrigo. Ojalá más personas que tengan ese tipo de corazonadas ante estos debates se atrevieran a expresar sus ideas, aunque sea de manera tentativa. Curiosamente, no he visto ningún texto en español que aborde críticamente esta discusión. Por contraste, sobre la controversia política de los Hugos sí ha habido bastante.
EliminarSuelo pensar en ese puñado de gente que quizá piense como nosotros, pero que como no se manifiesta jamás de manera más o menos visible, creemos que no existe realmente. Ojalá existieran, y ojalá se atrevieran a hacer presente su existencia. Necesitamos eso, sin duda.
Saludos.