tag:blogger.com,1999:blog-75027960083422439072024-03-13T12:37:55.974-03:00Tierra de FayDifusión y pensamiento crítico sobre literatura de fantasía. Blog de Paula Rivera Donoso.Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.comBlogger85125tag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-44117016678871851112024-01-08T12:08:00.005-03:002024-01-08T12:08:52.783-03:00Mis lecturas destacadas de 2023<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZEkLLkZU5OyI-FPp0e6RskHxzJKn3KOTC6UuhrnS7io6HzrIsib2GQxTbe2QfKjAfslFSVpSW3L4XjQYDm-0XkjD2ahj4WsR6Z69DDewWxC2UN7uTYbzwDJDmG5GNYlO6N9HvOpu78Esu8woLSJHs5Z2ovEKum6RHINT7yI_5sZB8iPNniRK3dtT2oMrH/s1600/Fay%20-%20Lecturas%20destacadas%202023.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1701" data-original-width="2079" height="524" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZEkLLkZU5OyI-FPp0e6RskHxzJKn3KOTC6UuhrnS7io6HzrIsib2GQxTbe2QfKjAfslFSVpSW3L4XjQYDm-0XkjD2ahj4WsR6Z69DDewWxC2UN7uTYbzwDJDmG5GNYlO6N9HvOpu78Esu8woLSJHs5Z2ovEKum6RHINT7yI_5sZB8iPNniRK3dtT2oMrH/w640-h524/Fay%20-%20Lecturas%20destacadas%202023.png" width="640" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;">Ha llegado el momento que solo yo y mis amigos esperamos: ¡el momento de subir mis entradas de lecturas destacadas del año recién pasado! ¡Hurra!</p><p style="text-align: justify;">El 2023 fue un año intensísimo para mí, en parte porque <b><a href="https://boletinfay.substack.com/p/boletin-de-fay-19" target="_blank">publiqué tres libros</a></b> y en parte porque mi mente y mi cuerpo se fueron por rumbos muy extraños. Sospecho que recién estamos viendo los verdaderos efectos que la pandemia del COVID tuvo en nosotros, incluso en el caso de gente que no la pasó particularmente mal o que, gracias a su nula vida social, jamás se contagió (¡como yo!). </p><p style="text-align: justify;">Fue un año muy <b>loco </b>en muchos sentidos, y tanto para bien y como para mal. Al menos, en medio de toda esa locura, <a href="https://www.goodreads.com/user_challenges/38635994" style="font-weight: bold;" target="_blank">leí muchos libros</a> (curiosamente, varios de reciente publicación)<b> </b>y la mayoría me gustaron mucho. En consecuencia, incluí muchísimos en este listado, y hube de excluir otros que bien podrían haber incorporado una lista de menciones honrosas que esta vez no quise hacer porque creí que ya la estándar era suficiente (de hecho, omití <i>Guerra y paz</i> porque no supe cómo escribir de una obra semejante).</p><p style="text-align: justify;">Este año en particular leí <b>muy buena Fantasía</b>, casi toda de <b>autoras contemporáneas</b>. Una cosa curiosa al respecto es que algunas de las obras más interesantes en esa línea también me molestaron mucho por r<b>oces con mis propias visiones ético-estéticas en torno a la Fantasía</b>. Pero, por supuesto, eso no significa descartar de la valoración estos trabajos, ni mucho menos impide destacarlos o aun disfrutarlos como lecturas. De hecho, justo la exploración de esos roces me ha ayudado a entender más aspectos sobre mi apreciación personal de la Fantasía. Así que estoy contenta ahora, aunque en su momento me haya sentido frustrada por lo que hubiera deseado que fuesen aquellas obras: las historias ajenas son lo que son, no lo que nosotros hubiéramos querido que fueran. Para eso somos nosotros los que escribimos nuestras propias historias. Lo esencial en estos casos, creo yo, es que se trate de <b>propuestas ambiciosas en sus planteamientos</b> y que estén escritas con el foco de <b>la palabra como arte literario</b>. Y en eso todas esas obras estaban muy bien.</p><p style="text-align: justify;">Pero, naturalmente, dejaré la sección de Fantasía para el final y comenzaré con las demás.</p>
<hr /><h2 style="text-align: left;">Ensayo</h2><h3 style="text-align: center;"><i>El mundo donde habito </i>(2023), de Jorge Teillier </h3><h3 style="text-align: center;"><i>Ensayos reunidos </i>(2023), de Raúl Zurita</h3><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhT50hroed5PTX3-yJqBQzFZOtCQN8GoEDyRSC_lm95ONf-0tNIqWogiI1QMO-xQeU6306n5OP5E9muK09HlCFYRAC-B-qSsd_hadbkORiKXILmzN497i5-IyoSo0miSrerbfs3LsDAhLwhmtR7vcN0qKqO3uc7EAPrIkyFe53FVJSlsmkBhRNx9DqGNJZM/s1703/teillier.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1703" data-original-width="1200" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhT50hroed5PTX3-yJqBQzFZOtCQN8GoEDyRSC_lm95ONf-0tNIqWogiI1QMO-xQeU6306n5OP5E9muK09HlCFYRAC-B-qSsd_hadbkORiKXILmzN497i5-IyoSo0miSrerbfs3LsDAhLwhmtR7vcN0qKqO3uc7EAPrIkyFe53FVJSlsmkBhRNx9DqGNJZM/s320/teillier.png" width="225" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDFe9Py3__pcOWrI7e-y32mEE3_jKIZmA7EeabvWVhBsrB5Y6wmFgEBSvvl2LgJptxwc3fLEhYojDOCV67ezRfdoUko3Y28Xl9mK2GtthzI_fVeceIgQyXYx7J30FUcdFiBF-ZXMP8_nneA0aJ0qIMTyvxE8_x0WIfWAfqxyfq7M-lLUVEQm_XAvZY22_i/s588/zurita.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="588" data-original-width="381" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDFe9Py3__pcOWrI7e-y32mEE3_jKIZmA7EeabvWVhBsrB5Y6wmFgEBSvvl2LgJptxwc3fLEhYojDOCV67ezRfdoUko3Y28Xl9mK2GtthzI_fVeceIgQyXYx7J30FUcdFiBF-ZXMP8_nneA0aJ0qIMTyvxE8_x0WIfWAfqxyfq7M-lLUVEQm_XAvZY22_i/s320/zurita.png" width="207" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">
<p style="text-align: justify;">Haré trampa comentando estos dos libros juntos, pues comparten un aspecto esencial: ambos son <b>compilaciones ensayísticas</b> de dos de los poetas más importantes de Chile, uno (Teillier) ya fallecido y otro aún vigente (Zurita), incluso al punto de ser nombrado como un potencial candidato al Nobel de Literatura. Más importante aún, para mí, es el hecho de que ambos poetas exhiban un forma de escribir poesía (y, por extensión, ensayo) que <b>conecta con los principios de la Fantasía</b>, confirmando una vez mi clásico lema de que, en tiempos en los que la comercialidad domestica tanto la imaginación, a veces se puede encontrar más espíritu de Fantasía en obras que en principio no tendrían nada que ver, al menos en términos mercantiles, con ella.</p>
<p style="text-align: justify;"><i>El mundo donde habito</i> compila prácticamente la totalidad de textos no ficcionales de Teillier, agrupados en temáticas diversas. Por supuesto, las que más me interesaron a mí fueron las explícitamente relacionadas con literatura y poesía, partiendo por su emblemático ensayo "Los poetas de los lares", que podríamos casi leer como una <b>cuasi poética de Fantasía</b>, sobre todo por su bellísimo desenlace. Gracioso al respecto es evidenciar que, de hecho, Teillier había leído Fantasía, y no solo cuentos de hadas: el nombre de Lord Dunsany aparece como unas tres veces, y eso me hizo muy feliz por razones inefables.</p>
<p style="text-align: justify;">También destaco el recorrido que hace Teillier de sus pares de la época, muchos nombres de poetas chilenos mayormente olvidados y que sobreviven en PDFs de dudosa calidad de <i><b>Memoria Chilena</b></i> o <b><a href="https://edicionesinubicalistas.cl/poesia/#&gid=1&pid=1" target="_blank">reediciones casi de nicho</a></b>. Esa letanía de poetas tiempo ha muertos es en sí misma como un poema inesperado, muy a tono con la cadencia medio fantasmagórica de los propios poemas del autor sureño.</p><p style="text-align: justify;">En cuanto a los ensayos de Zurita, lo que más me impactó de ellos fue <b>la belleza de su prosa</b>, que muchas veces acerca a las lágrimas. Es ese el tipo de prosa que me gustaría abordar en mis propios ensayos. El contenido que transmiten estas palabras pulidas no deja de ser a su vez fascinante, pero no ya por sus temas en sí mismos, sino por los enfoques con los que el autor los desarrolla: la poesía misma, la tradición poética latinoamericana, la redención desde el arte, la humanización de nuestros corazones amenazados por la brutalidad. Todo parece justamente <b>humano</b>, <b>intenso </b>y <b>sacro </b>desde las palabras de Zurita, como tendría que serlo siempre.</p><p style="text-align: justify;">Es importante recordar que Zurita fue detenido y torturado en el contexto de la <b>dictadura militar</b> de Chile, por lo que su expresión de la <b>esperanza poética</b> (por llamarla de alguna manera limitada y cursi) se vuelve aún más bella, trágica y quizá hasta desconcertante. Incluso, en uno de sus ensayos no antologados en este libro, el autor aboga por <b><a href="http://letras.mysite.com/rzur090923.html" target="_blank">el perdón de los torturadores</a></b>, lo que naturalmente originó <b><a href="http://letras.mysite.com/rzur100923.html" target="_blank">críticas</a></b>. Acaso, siguiendo la idea que se comenta en el prólogo, el “<b>ateísmo católico</b>” de Zurita, expresado tanto en sus poemas como en sus ensayos, nos ayude a una comprensión diferente de nuestra propia <b>espiritualidad</b>, o de la ausencia de ella en nuestra vida.</p><p style="text-align: justify;">Como sea, estos dos libros, editados el mismo 2023, nos resignifican el cliché de “Chile, país de poetas”. Y a mí al menos me hacen pensar, sumándolos a la increíble obra de autoficción de <b>Héctor Hernández Montecinos</b> (discípulo de Zurita, además. Destaqué dos de estos libros en esta <b><a href="https://tierradefay.blogspot.com/2021/01/mis-lecturas-destacadas-de-2020.html" target="_blank">entrada de lecturas destacadas de 2020</a></b>), que <b>los poetas chilenos escriben mejor prosa que los narradores</b>.</p><p>
</p><p style="text-align: justify;">Y que, por supuesto, sí: hay más Fantasía en este tipo de poesía y de reflexión sobre ella que en cualquier narrativa local instrumentalizada de género.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><h3 style="text-align: center;"><i>Romper el hechizo </i>(1979), de Jack Zipes</h3><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHkcXFJUnZcpBTp7lEGCZzC9if5_SxRMlb1kZcSI8pm9An0-cC91E_qBMN_JnflUIEREdv_U7UaJDAdFukeI68BpwIBfpQ837mIYP1T2kWZbGJDWC8qmepjlT0UxQG6Njk6sbVv49JgwcxpS7S882Lkt9uF3c48OUTO_qtgNk8E-JwjFmsxk6LefDglvsC/s1588/zipes.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1588" data-original-width="1080" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHkcXFJUnZcpBTp7lEGCZzC9if5_SxRMlb1kZcSI8pm9An0-cC91E_qBMN_JnflUIEREdv_U7UaJDAdFukeI68BpwIBfpQ837mIYP1T2kWZbGJDWC8qmepjlT0UxQG6Njk6sbVv49JgwcxpS7S882Lkt9uF3c48OUTO_qtgNk8E-JwjFmsxk6LefDglvsC/s320/zipes.png" width="218" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><p style="text-align: justify;"><b>Jack Zipes</b> es uno de los más insignes especialistas en el <b>estudio del cuento de hadas</b>, ¡y aún está activo! Su corpus aborda una gran cantidad de libros, pero no existen muchos traducidos aún al español. Previamente, había leído la traducción de <i>El irresistible cuento de hadas</i>, editada por el Fondo de Cultura Económica, pero este volumen no me interesó tanto porque desarrollaba un enfoque que no termina de gustarme de ciertos libros académicos del área literaria: análisis específicos de obras, antes que capítulos de teoría.</p><p style="text-align: justify;">Felizmente, <i>Romper el hechizo</i> es justo lo que buscaba. Si bien obviamente hay comentarios y glosas de cuentos de hadas específicos, lo que domina la obra es <b>la explicación y caracterización de elementos constitutivos esenciales</b> de este tipo de narraciones, pormenorizando conceptos y paradigmas muy útiles para el estudio general del cuento de hadas, como las distinciones entre cuento de hadas tradicional y cuento de hadas literario o la dimensión política de estas narraciones (tanto en su faceta subversiva como instrumentalizada).</p><p style="text-align: justify;">Zipes es un especialista de <b>orientación marxista</b>, así que naturalmente muchas de sus ideas en torno al cuento de hadas se ven marcadas por esta visión. Me llama mucho la atención, de hecho, su reparo hacia la presunta universalidad del cuento de hadas y su énfasis, en cambio, en las circunstancias contextuales o antropológicas específicas de ciertas comunidades premodernas que favorecieron el cultivo de determinados temas o motivos de estas narraciones. Otro aspecto muy intrigante de Zipes es su apasionada vocación crítica. El capítulo que dedica a criticar la clásica propuesta de Bruno Bettelheim con su <i>The Uses of Enchantment</i> (que en español conocemos con el feísimo título de <i>Psicoanálisis de los cuentos de hadas</i>) es tremendo: da para pensar que ya nadie debería citar en serio a este pobre hombre, por la rotundidad con la que Zipes lacera algunas de sus principales ideas.</p><p style="text-align: justify;">Pero el capítulo que más me interesó fue el que el especialista dedica a un <b>análisis comparativo entre las propuestas de J.R.R. Tolkien y de Ernst Bloch</b>, filósofo marxista. Tenemos que situarnos en contexto: este libro de Zipes se publicó originalmente en 1979, poco después de la muerte del propio Tolkien, cuando no era tan habitual estudiar en la academia normativa a este autor, y cuando la tendencia orillaba a la izquierda, aún más que ahora, a injuriarlo solo porque sí.</p><p style="text-align: justify;">En este caso, si bien el análisis literario que Zipes dedica a <i>El Hobbit</i> es horrendo, el académico sí ofrece una seriedad sorprendente al desarrollar su comparativa, demostrando una comprensión nítida de la conceptualización de Tolkien sobre la Fantasía en <i>On Fairy Stories</i> y valorándola en algunos aspectos. Más llamativo aún me parece su nexo con una persona que tendría que ser su opuesto, Bloch, y que sin embargo ofrece, desde su propio marco ideológico, <b>visiones que hermanan con la Fantasía</b>. Por lo pronto, me dieron muchas ganas de explorar la obra de este filósofo, y le agradezco a Zipes su contribución a crear estos puentes acaso insólitos.</p><p style="text-align: justify;">
</p><p style="text-align: justify;">Aunque naturalmente ya han pasado muchos años desde la publicación original de este libro, me parece que es un valioso trabajo para adentrarse en algunas generalidades teóricas del cuento de hadas y cruzarlas con las de la Fantasía.</p></div></div><hr /><p></p><h2 style="text-align: left;">Realismo</h2><h3 style="text-align: center;"><i>Tiempos difíciles </i>(1854), de Charles Dickens</h3><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvCrV6Tgh6q03TMkH7uaibZjPXI8w438Y29VuxejLoA6RYG6yXcCJ-E48jOf2xByFp13Q-Iz-y4Z3UVxGjgysmHC-sQyqJiyIKlT2zRXIs7gfY_dO28hMd8OHiRk6XHKI9ZHEIfrmbkdQ74XIkBgxVpg0GsO1rdi1wBbkg1wyoFouBx1XbQJGJqJeZWR92/s1190/dickens.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1190" data-original-width="850" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvCrV6Tgh6q03TMkH7uaibZjPXI8w438Y29VuxejLoA6RYG6yXcCJ-E48jOf2xByFp13Q-Iz-y4Z3UVxGjgysmHC-sQyqJiyIKlT2zRXIs7gfY_dO28hMd8OHiRk6XHKI9ZHEIfrmbkdQ74XIkBgxVpg0GsO1rdi1wBbkg1wyoFouBx1XbQJGJqJeZWR92/s320/dickens.png" width="229" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">He leído poco de Dickens, pero lo poco y nada que he explorado de su autoría me ha gustado bastante. Ahora bien, esta en particular es una novela muy extraña, al menos dentro de la producción de Dickens que conocía. No sé si habrá influido en algo mi edición específica, de Espuela de Plata, una editorial independiente española, que además traducía los nombres propios de los personajes. Le perdoné esa práctica que detesto porque tradujeron Coketown como Villahulla y amé ese topónimo. También me gustó que Sissy fuese aquí Celia. Lo que no les perdono es que la edición tenga tantas erratas: faltan numerosos guiones de diálogo y signos de puntuación, lo que fastidia la lectura.</p><p style="text-align: justify;">Como sea, traducciones y erratas aparte, esta novela ofrece un elocuente caso de un fenómeno al que me he referido otras veces (<i>de hecho, en el comentario de los ensayos anteriores; escribí este texto mucho antes, y ya saben que repito mis ideas principales una y otra vez</i>): narraciones de pretensiones miméticas que sin embargo expresan con mayor nitidez y honestidad un <b>espíritu de fantasía</b> que varias populares novelas de fantasía comercial. </p><p style="text-align: justify;">En este caso, la voz narrativa se plasma explícitamente<b> a favor de la imaginación y la maravilla para la educación intelectual de los niños</b>, relatando las nefastas consecuencias en la adultez de quienes se ven criados desprovistos de este légamo formativo: los malogrados hermanos Louisa, emocionalmente anulada, y Tom, devenido en farsante. Ambos jóvenes son producto de las <b>enseñanzas utilitarias</b> de su padre, Thomas Gradgrind, cuya presunta efectividad se ve resquebrajada a medida que el argumento se desenvuelve <i>a la Dickens</i>: con mucho melodrama, conversaciones intensas y las vidas de muy diversos habitantes de Villahulla (burgueses, circenses, obreros) entrelazadas por una narración maestra, que retoma todo cabo suelto hacia el final.</p><p style="text-align: justify;">Junto con las vívidas descripciones de la ciudad, el tratamiento de los personajes es una de las grandes bazas de esta obra. Dickens consigue articular unos magníficos antagonistas, tan insoportables y despreciables que llegas a desearles el mal a través de las páginas. Por contraste, claro, hay personajes que son pura bondad y tragedia, pero también otros con más matices e incluso amagos de arcos de crecimiento.</p><p style="text-align: justify;">Mi personaje favorito resultó ser uno que aparece muy poco: <b>Sissy/Celia Jupe</b>. La clave del espíritu de Fantasía de la obra, para mí, reside en ella. Inmune a la formación utilitaria por su <b>trasfondo circense</b> (excelente elección de imaginario, por otro lado: el caos estilizado del espectáculo como reverso del orden artificial), la niña reaparece en la historia como joven para proteger y auxiliar a los hermanos Gradgrind (y a otros personajes aledaños) de diversas maneras. Ella es la gran esperanza de Louisa: <b>un hada madrina en un mundo sin magia</b>.</p><p style="text-align: justify;"><i>Tiempos difíciles</i> desemboca en un final agridulce. Como es de esperar en una novela de Dickens, los malos sufren su merecido y los entuertos se enderezan, pero muchos buenos quedan rotos más allá de la restauración. <b>Hay cosas que el realismo en sí mismo (y, por extensión, la propia realidad) no puede intervenir</b>. Pero ahí están los párrafos finales de la novela, que retoman la celebración de los cuentos de hadas, la imaginación y todo lo que es hermoso, aunque esa belleza persista solo en Sissy y no ya en quienes más la necesitarían.</p><p>
<!--notionvc: ae1415a2-b44d-4c80-aac0-0c8d8c473f20--></p><p style="text-align: justify;">Cuánto hubiera podido hacer <b>Dickens en Fantasía</b>. Y cuánto, pese a todo, ha hecho por ella sin escribir desde ella, sin recurrir a sus textualidades propias.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><h3 style="text-align: center;"><i>Nosotros, los ahogados </i>(2006), de Carsten Jensen</h3><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwZSzr6dps_cfnuQo-0tyfImw3L-8knL-Afh0JaHwWNsvda_O8ODcz8SaD1HlGxaT1vMEYG-23fUEvFjI5-Sv-G7ZYuX8kbM1iZq_JgZDVxFx_j0Bvo_cMW3RaZVm3L4g4yXmrrBtVddQw2XO8H7DsR4C30ZqdHRweR1xD_-VMScI7uOD6Km36LGnlRkTX/s1159/jensen.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1159" data-original-width="723" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwZSzr6dps_cfnuQo-0tyfImw3L-8knL-Afh0JaHwWNsvda_O8ODcz8SaD1HlGxaT1vMEYG-23fUEvFjI5-Sv-G7ZYuX8kbM1iZq_JgZDVxFx_j0Bvo_cMW3RaZVm3L4g4yXmrrBtVddQw2XO8H7DsR4C30ZqdHRweR1xD_-VMScI7uOD6Km36LGnlRkTX/s320/jensen.png" width="200" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">Uno de mis grandes descubrimientos del año. Aunque quizá este fue el más inesperado, en la medida en que no había nada imaginativo (en principio) en una obra como esta. Sin embargo, uno de los realismos que más disfruto es, precisamente, el <b>decimonónico</b>, con vuelcos hacia la <b>aventura</b>, pues es ese marco indómito el que estimula mi imaginación. Claramente, el tratamiento de realidad de esas obras se aleja mucho del realismo contemporáneo que me peor me sienta, y me lo acerca más a mi <b>sed de viajes y desafíos de la Fantasía más odiseica</b>.</p><p style="text-align: justify;"><i>Nosotros, los ahogados</i> es una propuesta contemporánea según el estilo y la forma de este tipo de obras a las que he aludido, de autores como Jack London, Herman Melville o Joseph Conrad. En sí, ofrece la historia de la ciudad portuaria de <b>Mastral</b>, en Dinamarca, a lo largo de <b>tres generaciones centradas en la familia Madsen</b>: Laurids, el padre, Albert, el hijo, y Knud Erik, el protegido de este último. Cada sección de la novela, sin embargo, aborda un enfoque diferente para presentar el progreso (o decadencia) tanto de la ciudad como de sus personajes, hasta el punto en que podía sentirse cada uno de estos apartados como una suerte de <b>novela autónoma</b>, de un género diferente, que pueden ensamblarse entre sí para redondear una historia más abarcadora. Así, desde las guerras de los adultos a las travesuras y crueldades del mundo infantil, pasando por verdaderas peregrinaciones marinas y complejas discusiones socioeconómicas o románticas, esta historia parece pertenecer a aquella categoría de “<b>novela total</b>”, en la medida en que es extensísima, tiene muchísimos personajes que van creciendo en el tiempo y en el que variadas expresiones de la vida humana parece tener cabida en ella.</p><p style="text-align: justify;">Me encantan <b>las historias de marineros y del mar</b>, porque pertenecen a un mundo anacrónico y muy masculino que no podría estar más lejano a mí. El mar y su cultura en sí mismos se codean protagonismo con la propia Mastral, ciudad que al mismo tiempo crece y decrece según el progreso y la mirada que le asignemos a este.</p><p style="text-align: justify;">La narración de Jensen es una maravilla que contiene y potencia todo esto. No solo ajusta su tono a lo narrado; también tiene el mérito de ofrecer una prosa que sabe ser dura cuando lo necesita, pero que también se abre a <b>la introspección y a la ocasional belleza</b>, sin florituras innecesarias. La <b>disección sicológica</b> de su galería protagónica me pareció buenísima, pues conocemos diversos prototipos de caracteres y cómo estos se enfrentan, a sus propias maneras, según sus propias ideologías, a un mundo cambiante.</p><p style="text-align: justify;">Al respecto, me pareció particularmente llamativo el tratamiento de Klara, la madre de Knud Erik, pues <b>su cruzada personal contra el <i>ethos </i>marino</b> está abordado de una manera feroz. Un problema habitual de estas historias muy masculinas es que los personajes femeninos suelen resultar insuficientes, tributando a la mirada reduccionista y genérica que suelen tener algunos hombres hacia las mujeres. Aunque <i>Nosotros, los ahogados</i> sea una novela ante todo sobre hombres, y aunque su retrato de algunas figuras femeninas sea normativo, personajes como Klara al menos esbozan el drama interior de una mujer joven que recurre a los tejemanejes del poder socioeconómico e intelectual para atacar aquel destino masculino que ella tanto aborrece: el de <b>los marinos perdidos en el mar</b>, y los restos de sus <b>familias huérfanas, mutiladas, sufrientes</b>.</p><p>
<!--notionvc: 5527f703-474a-426a-bcb0-f2895f1feae6--></p><p style="text-align: justify;">Es esta una novela preciosa, en ocasiones graciosa, dura y triste, como la vida misma. En tiempos en los que el oficio marino parece cada vez más una anomalía, además de su distancia sexista, me parece una estupenda oportunidad para aproximarse a su otredad desde una obra soberbiamente escrita y un estupendo testimonio de lo que puede lograr el realismo contemporáneo cuando deja el narcisismo estético a un lado.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><h3 style="text-align: center;"><i>Heaven </i>(2009), de Mieko Kawakami</h3><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsnVo3TQbeeIv1b5EZPmx0ifpJ1SjrRWxRJGJngH4AdvcfZWKSY-z9CESZm86DY4L8Hb_psZi6k8DS0DJVAZosmMORshAJV7ts32aqgvN6WnAqg1szUI-aHgxXL2niLmzujl928R6AaTDK3a6MD1XF85kKD9PZDE6BGYKqnU0837Eo_pVPM7wdl9IMabri/s3404/heaven.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3404" data-original-width="2000" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsnVo3TQbeeIv1b5EZPmx0ifpJ1SjrRWxRJGJngH4AdvcfZWKSY-z9CESZm86DY4L8Hb_psZi6k8DS0DJVAZosmMORshAJV7ts32aqgvN6WnAqg1szUI-aHgxXL2niLmzujl928R6AaTDK3a6MD1XF85kKD9PZDE6BGYKqnU0837Eo_pVPM7wdl9IMabri/w188-h320/heaven.png" width="188" /></a></div><p style="text-align: justify;">Qué dolor esta novela. Sabía que me enfrentaría a una obra difícil al saber que trataría del <i>bullying</i>, pero me impactó igualmente, tanto por la crudeza física de ciertas escenas (atención, lectores muy sensibles) como por las filosofías subyacentes a algunos personajes.</p><p style="text-align: justify;">En esta historia, conocemos la <b>extraña amistad, primero epistolar y luego presencial</b>, entre dos jóvenes víctimas de abuso de parte de sus compañeros de curso: el narrador, agredido por ser <b>estrábico</b>, y Kojima, agredida por su <b>aspecto zarrapastroso</b>. Supongo que hubiera sencillo abordar esta premisa de una manera más genérica, que se hubiera concentrado justo en los gatillos emocionales, pero <i>Heaven </i>hace otras cosas. Te emociona y te deja mal, en el suelo, pero a través de otros recursos narrativos.</p><p style="text-align: justify;">Primero, sorprende la lucidez introspectiva del narrador. Con una voz sólida y muy profunda, sin sentirse nunca demasiado sofisticada o quejumbrosa, conocemos el intenso transcurrir mental del personaje mientras experimenta agresiones, las ve en Kojima, o cuando está con ella en escasos momentos de privada paz. Aunque conocemos algo de la vida familiar del narrador, vemos que, salvo quizá hacia el final, está bastante solo. Entiende que no puede revelar estas situaciones, o que quizá no tiene las palabras para darle forma. Al respecto, la novela trabaja muy bien ese efecto que he visto en otras historias japonesas, no necesariamente literarias: crear <b>la ilusión del colegio y sus redes como un espacio cerrado y autorecursivo, un microuniverso o parasociedad</b>, en el que no parece poder penetrar nada ajeno, aunque sea salvífico.</p><p style="text-align: justify;">Por otro lado, tenemos a la enigmática Kojima, quien ha adoptado la suciedad y descuido corporales como parte de su ideología íntima, por una historia familiar personal. Kojima es una joven que busca <b>recargar de sentido todo lo que tiene a su alrededor</b>, incluyendo su amistad con el narrador, a veces de maneras excesivas. Su búsqueda de una exégesis de la agresión es terrible, porque suena demasiado cercana, aunque sus conclusiones resulten distantes en su propia abnegación. Me ha parecido un personaje aterrador a su manera.</p><p style="text-align: justify;">Gracias a ella, se entiende mejor entonces el contraste que se crea con la ideología de Momose, uno de los matones del narrador, quien en un momento le comparte, con escabrosa tranquilidad, sus motivaciones para agredirlo junto con sus compañeros. Sería tentador identificarlo como una persona con un <b>trastorno de personalidad antisocial</b> por sus palabras, pero la narración nos muestra que hay una complejidad mayor al diagnóstico sicológico concreto y que solo es posible por el arte, la literatura: acaso, cierta <b>banalidad (estilizada) del mal</b>. Donde Kojima recarga sentido, Momose lo difumina, y en esos dos polos terrible oscila el discurso de la novela.</p><p style="clear: both; text-align: center;">
</p><p style="text-align: justify;">Kawakami ha hecho un trabajo impactante con esta obra, y me ha dejado algo rota. Una buena fractura, por lo demás, pero tan, tan dolorosa.</p><hr /><h2 style="text-align: left;">Fantasía</h2><h3 style="text-align: center;"><i>Ciudad Victoria</i> (2023), de Salman Rushdie </h3><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtJ1kJSJ8TAduGvVCoPaBcxsZdKvImdWtkV9PfumPXO_wiUDvY5eJ-uoO9RoS8pbn9s8nRPJaymSoub_V1CjsP-8nZ8vLAz05PY1Qv43GxsIC1o2Duv7uB68TmozAloRcxMtXmqbyjFDrzQD2bKjrK7TqA7BFLmUORAqEgNUNCqu3hjzqjpqIxn5RMx04d/s1441/rushdie.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1441" data-original-width="850" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtJ1kJSJ8TAduGvVCoPaBcxsZdKvImdWtkV9PfumPXO_wiUDvY5eJ-uoO9RoS8pbn9s8nRPJaymSoub_V1CjsP-8nZ8vLAz05PY1Qv43GxsIC1o2Duv7uB68TmozAloRcxMtXmqbyjFDrzQD2bKjrK7TqA7BFLmUORAqEgNUNCqu3hjzqjpqIxn5RMx04d/s320/rushdie.png" width="189" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><p style="text-align: justify;">Esta obra ha sido catalogada como de “realismo mágico”, que es el rótulo genérico que se le da a las obras con elementos imaginativos no asociables enseguida a la ciencia ficción y que han sido escritas por autores normativos o importantes. En realidad, está más cercana a la Fantasía al ser una suerte de <b>epopeya moderna</b>, o derechamente un<b> trabajo mitopoético</b>. Rushdie no es un advenedizo en este tipo de historias, por lo demás: <b style="font-style: italic;">Harún y el mar de las historias </b>(1990) y <i><b>Luka y el fuego de la vida</b></i> (2010) son aproximaciones metaficcionales ambiguamente infantiles a la importancia de las historias, desde una propuesta afín a la Fantasía y al cuento de hadas literario.</p>
<p style="text-align: justify;">En <i>Ciudad Victoria</i>, Rushdie emplea una vez el <b>marco metaficcional</b> para explicar que la obra es una reescritura simplificada de la epopeya india <em>Jayaparajaya,</em> escrita por la propia <b>Pampa Kampana</b>, heroína de esta narración y fundadora de la ciudad homónima del título. En este interesante <b>cruce entre historia real e imaginación mítica</b> (el imperio Bisnaga de la obra está inspirado en el imperio real de Vijayanagara, de los siglos XIV y XVI) se plasma esta curiosa aventura, en la que seguimos la vida de la protagonista desde que es niña y adquiere de una diosa, tras el suicidio colectivo de las mujeres de su comunidad, el <b>ambiguo don de la longevidad</b>.</p>
<p style="text-align: justify;">Pampa alzará Ciudad Victoria desde unas semillas, pero estará condenada a nunca poder asumir el control total de su creación, debiendo resignarse a actuar tras bambalinas a lo largo del tiempo. Esto le permite a la narración introducir una mirada que podríamos considerar <b>protofeminista</b>, pues Pampa es claramente una mujer excepcional y autónoma (poderosa, en pleno control de su sexualidad, inteligente, etc.) <b>constreñida por la estupidez patriarcal</b>. Ahora bien, no ha terminado de convencerme el enfoque del autor para remarcar esto, pues recurre al cansino enlodamiento de la figura masculina para resaltar, por contraste, a la femenina. Al menos la visión completa no es tan maniqueísta, pues destacan personajes masculinos sensatos y unos femeninos muy pérfidos.</p>
<p style="text-align: justify;">Pampa misma es un gran personaje, que en su arco padece un motivo muy propio de la fantasía: <b>el efecto del tiempo en alguien que prácticamente no envejece</b>. Vemos el dolor de la mujer al ir perdiendo poco a poco a aquellos a los que ama (incluyendo sus hijas), su frustración al no poder nunca mantener Ciudad Victoria en un esplendor estable, o su propia tristeza enquistada.</p>
<p style="text-align: justify;">Lo que más me ha gustado de la obra han sido justamente estos aspectos que la aparentan con la Fantasía, desde este tipo de <b>temáticas ligadas a la imaginación</b> que permean diversos episodios de la obra, y la manera en la que todo esto se cruza de manera orgánica con la destacada <b>dimensión política</b> de esta narración. Por supuesto, al venir de Rushdie, esta también es una historia en la que una vez más se nos insiste en el <b>poder de la palabra, de las historias mismas</b>, como refugio, resistencia y redención espirituales y políticas. Pampa escribe su historia, que es también la de Ciudad Victoria, y logra sobrevivirla, porque eso es lo que se supone que hace la literatura.</p>
<p style="text-align: justify;">No deja de ser impactante pensar que esta novela se publicó poco después del <b><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Apu%C3%B1alamiento_de_Salman_Rushdie" target="_blank">horrible atentado que sufrió Rushdie</a></b> y que le hizo perder la visión de un ojo. Es estremecedor compararlo con el propio martirio físico que sufre Pampa hacia el último tramo de la obra, por razones homólogas al ataque de su autor: <b>intolerancia ante el otro, brutalidad, deshumanización</b>. Por fortuna, pese a sus heridas, Rushdie ha sobrevivido y ha seguido escribiendo.</p>
<p style="text-align: justify;">Ciudad Victoria, pese a su nombre ampuloso y en última instancia engañoso respecto al verdadero destino de su comunidad, es también el <b>testimonio del triunfo último que espera a la palabra narrativa y artística</b> y a las personas que, como la ficcional Pampa o el muy real Rushdie, les han dado forma.</p>
<!--notionvc: b3fa523f-c169-437c-bb07-93f99625d4a0--></div><br /><h3 style="text-align: center;"><i>El hombre que hablaba serpiente</i> (2007), de Andrus Kivirähk</h3><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjrttVk8R_PFKsW9TIuANwmxvP4GxhBq-ZamdlwuQGZiBzo15QNVs02-phUPAF6nhbAFYbuhdqZEqJMqj4iiuoHc3CVV5Uz9h-4HvTMPwWVDYyC_Pf3hNITorir5q-2r_0oPVHmCvKmOIVTRP9cli6_cvojxja02DZKNByM5kp0bLPD1C5OVtHQY2vC_Yt/s2480/serpiente.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2480" data-original-width="1652" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjrttVk8R_PFKsW9TIuANwmxvP4GxhBq-ZamdlwuQGZiBzo15QNVs02-phUPAF6nhbAFYbuhdqZEqJMqj4iiuoHc3CVV5Uz9h-4HvTMPwWVDYyC_Pf3hNITorir5q-2r_0oPVHmCvKmOIVTRP9cli6_cvojxja02DZKNByM5kp0bLPD1C5OVtHQY2vC_Yt/s320/serpiente.png" width="213" /></a></div><p style="text-align: left;"></p><p style="text-align: justify;">Esta novela de formación nos cuenta la vida de Leemet, el último descendiente de una <b>comunidad cazadora-recolectora de Estonia</b> que puede comunicarse en <b>serpéntico</b>, la lengua de las serpientes. Desde su infancia hasta su vejez, conoceremos todo tipo de aventuras y penurias de Leemet junto a su familia, la comunidad y otras criaturas del bosque, así como sus tensos encuentros con la <b>“civilización” cristianizada</b>, representada en un pueblo aledaño.</p><p></p><p style="text-align: justify;">Es una novela fascinante por muchas razones. Una de ellas es la <b>variedad de tonos narrativos</b>. Al principio, predomina la aventura, el humor y descubrimiento, que permean la formación de Leemet en las tradiciones de su gente. Pero luego, a medida que su comunidad entra en decadencia cuando el joven crece, el tono va mudando a la tragedia.</p><p style="text-align: justify;">Como novela de Fantasía, vemos que el autor se basó en la tradición folclórica y mitológica de Estonia para la creación de elementos de la comunidad de Leemet. Pero lo más importante es la <b>discusión ideológica</b> que, desde la fantasía, se plasma en la obra.</p><p style="text-align: justify;">Esta es una historia de dos mundos enfrentados: la <b>tradición menguante</b> y el <b>progreso devorador</b>. Pero la obra no idealiza una para demonizar la otra. Más bien, se atreve a criticar la superchería y la violencia del prejuicio en ambos mundos. Así como los pueblerinos atacan las serpientes (seres parlantes y conscientes) por creerlas esbirros del demonio, el chamán de la comunidad pretende asesinar a una muchacha para aplacar a dioses inexistentes. Solo el serpéntico es hermoso y real.</p><p style="text-align: justify;">En medio de estas tensiones, Leemet termina como un último y estéril baluarte de su gente. Parafraseando el título de una obra de Bodoc, aquí vemos cómo el elegido, el que habla serpéntico, se queda en su <b>soledad</b>. Y nosotros sufrimos su desamparo, luego de acompañarlo en tantas tropelías por los bosques, el pueblo y su vida entera.</p><p style="text-align: justify;">En suma, es una novela hermosa y triste, a la que quizá solo le reprocharía el registro excesivamente coloquial, con españoladas varias. No sé si eso será responsabilidad de la traductora o si ya se apreciaba en el original. Como sea, es una historia muy recomendable, y (<i>spoiler</i>) curiosamente eucatastrófica en su final.</p><p style="text-align: justify;"><i>(Este comentario es notoriamente más breve que los otros porque lo recuperé íntegro de mi post de Instagram para difundir la obra. Como la leí al inicio del año y no tomé notas, no sentí la confianza suficiente como para ampliar el texto</i>)</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><h3 style="text-align: center;"><i>El castillo a través del espejo</i> (2017), Mizuki Tsujimura</h3><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFqwV4gQ5E2iCN1ngNQoiy6ZklzINpYawhfXvYfujUDEyjblC8-xaFHCLnCCKTLM-02MLcqz0_ceB0fIYfBOyNzdXu5lh9c2lq4Qjp10LtDIcfhIuY3RKqs6fqf8mdKkg97Zigm4fvbcAAEm21kqRp-q-CG4Vory1ZHMW2d2YK62f8n2EcrCUWj5cCBKop/s631/espejo.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="631" data-original-width="400" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFqwV4gQ5E2iCN1ngNQoiy6ZklzINpYawhfXvYfujUDEyjblC8-xaFHCLnCCKTLM-02MLcqz0_ceB0fIYfBOyNzdXu5lh9c2lq4Qjp10LtDIcfhIuY3RKqs6fqf8mdKkg97Zigm4fvbcAAEm21kqRp-q-CG4Vory1ZHMW2d2YK62f8n2EcrCUWj5cCBKop/s320/espejo.png" width="203" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">Una novela juvenil tiernísima cuya experiencia de lectura me supuso el reverso de <i>Heaven</i>. Ambas abordan los temas del <b>acoso escolar</b>, la sensación de no calzar con tus pares (impuestos por contexto) y el delicado encuentro con otros jóvenes que están pasando por algo similar, pero obviamente el marco de Fantasía de esta otra historia le da un <b>matiz de esperanza y dulzura</b> ausente en la anterior.</p><p style="text-align: justify;">La premisa de esta novela parece más familiar a un <b>animé <i>isekai </i></b>o una <b>novela ligera</b> que una Fantasía de portal tradicional: Kokoro lleva mucho tiempo recluida en su pieza, ausentándose del instituto, por un suceso de acoso ambiguo que la deja traumatizada. Un día, el espejo de su cuarto se ilumina y se ve transportada a un castillo, donde encuentra a otros seis niños. Entonces una chica con una máscara de lobo les cuenta que han sido invitados a participar de la búsqueda mágica, extendida durante un año, de una llave que puede cumplir un deseo. Nuevos matices a estas reglas se irán relevando con las páginas.</p><p style="text-align: justify;">Pero la novela pronto desplaza el interés en la exploración de este castillo o en su mera naturaleza (al menos en sus dos primeras partes) para ahondar en las <b>vidas e interacciones de los siete adolescentes reunidos</b>, que son muy diferentes entre sí. Pero todos comparten, además de la búsqueda, secretos dolorosos que poco a poco los van acercando íntimamente como amigos.</p><p style="text-align: justify;">En principio, la <b>naturaleza de Fantasía</b> de la obra es un tanto ambigua. Pareciera ser que el castillo actúa como una suerte de<b> mundo secundario liminal</b>, cercano a la alegoría, para permitirle a los chicos un <b>espacio seguro </b>donde conectar y comunicarse. Porque ese es uno de los méritos más apabullantes de esta novela: la extrema delicadeza y precisión con la que la narración, muy sencilla en su prosa pero profunda en sus alcances, desentraña<b> la sicología de un adolescente acosado y que se siente en falta ante el mundo</b>. Todas esas vulnerabilidades y ansiedades están ahí, sobre todo en el foco en Kokoro, una joven muy sensible y aguda y que mira con cierta distancia el mundo adulto (con razón). Con el tiempo, vamos conociendo que los otros chicos también tienen sus <b>trasfondos de pérdida e incertidumbre</b>.</p><p style="text-align: justify;">Sin embargo, la Fantasía saca la voz hacia el último tramo de la obra, para atar muchos cabos argumentales que parecían sueltos. De pronto, cada pequeño elemento que en ocasiones parecía fuera de lugar y sobre el que los personajes reflexionaban encuentra su posición adecuada en el entramado narrativo. Incluyendo, felizmente, los <b>paratextos con los cuentos de hadas</b>, que en principio parecen más guiños intertextuales o recursos cognitivos que usan los chicos para tratar de entender qué esconde en realidad la existencia del castillo. </p><p style="text-align: justify;">Así que sí: no se dejen engañar. Esta es una novela de Fantasía, aunque el foco parezca en principio más realista o alegórico. Nada de la belleza catártica del final habría sido posible sin <b>un bellísimo acto subcreador</b> y su consecuente <b>acto eucatastrófico</b>.</p><p style="text-align: justify;">En suma, una preciosa historia que entibia el corazón y que recomiendo a todo lector que ame y entienda el poder de la Fantasía, que haya sufrido por la crueldad gratuita de otros en el colegio, que haya deseado alguna vez tener un grupo de amigos variado y fiel como en los animés y que haya derramado sus lagrimitas con la escena del sombrero de Mimi girando al final de <i>Digimon Adventure</i>.</p><p style="text-align: justify;">(La novela tiene una <a href="https://www.milkywayediciones.com/collections/all?filter.p.m.custom.author=Mizuki%20Tsujimura" target="_blank"><b>adaptación a manga en cinco tomos</b></a>, publicados en español por la editorial Milky Way. También tiene una adaptación a película animada, que espero con mucho entusiasmo llegar a ver).</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><h3 style="text-align: center;"><i>Historia de los cuatro rumbos</i> (2004 - 2009), de Márgara Averbach</h3><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXPSOxg7fmg7kpOvCWLR20KYfxpYHEGQwlOaMXki2qqcHXjwsGYJOiy0T4Xp4BeuqQZG7J4lXohRqbMyLhsLKr_r9fNwb5fmyJtX-t3fnTBUEFk_skYlF8bwJJjKYPzsYS-BbaH-nbAavZmlkVoO25_kwvtzTyQ4CPov4kn8zovpj31n_uXXfMVeIXj8Ti/s2483/cuatro.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="986" data-original-width="2483" height="254" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXPSOxg7fmg7kpOvCWLR20KYfxpYHEGQwlOaMXki2qqcHXjwsGYJOiy0T4Xp4BeuqQZG7J4lXohRqbMyLhsLKr_r9fNwb5fmyJtX-t3fnTBUEFk_skYlF8bwJJjKYPzsYS-BbaH-nbAavZmlkVoO25_kwvtzTyQ4CPov4kn8zovpj31n_uXXfMVeIXj8Ti/w640-h254/cuatro.png" width="640" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">Luego de conocer la curiosa Fantasía de la autora en <b>novelas autoconclusivas </b>(comenté <i><b>Magias ajenas</b></i> en <b><a href="https://www.instagram.com/p/Cv-MbHxpNa6/" target="_blank">mi cuenta de Instagram</a></b>), tenía muchas ganas de conocer su incursión en esta estética bajo la forma de la saga. Un aspecto que no me terminaba de cerrar de sus propuestas narrativas tenía justamente que ver con la brevedad de sus novelas, que me impedían encariñarme con los personajes y sumergirme bien en sus respectivas aventuras o búsquedas. Me preguntaba si, de contar con más extensión de desarrollo, este aspecto se vería de alguna manera subsanado. Y sí: la respuesta ha sido afirmativa. Ya contaré.</p><p style="text-align: justify;">Esta saga aborda una <b>lucha intercontinental</b> para salvar un mundo secundario articulado a partir de los <b>cuatro puntos cardinales</b>: oeste, este, sur y norte. Cada novela se centra en uno de los conflictos que asola cada lugar, a partir del viaje de los cuatro protagonistas iniciales, que parten de la occidental Alera y que van recorriendo todo el mundo juntos. Por supuesto, todo surge en principio como un misterio sobre la decadencia de su entorno, y ello los lleva a un extenso viaje, en el que conocen y se unen a diversos personajes.</p><p style="text-align: justify;">Así, <i><b>Los cuatro de Alera</b></i> nos presenta el nacimiento de cuatro nuevos magos (Lunte, Emelda, Zana y Damla), la particularidad del escaso poder de magárbol de Damla y su distancia de su maestro Aúnte, antes de decidir emprender un periplo junto a sus amigos para salvar su mundo. <i><b>La Madre de Todas las Aguas</b></i> nos lleva al Este, al Collar de Perlas, donde conocemos el conflicto entre la sapiencia de los científicos y la magia orgánica de los legos, que ha propiciado la decadencia de su fuente mágica. <i><b>El Lugar donde Nacen las Palabras</b></i> nos arrastra al sur, donde nuestros protagonistas luchan para rescatar al continente de Horizonte Oblicuo y su gente esclavizada de la dominación del norte. Y, por último, <i><b>El otro lado de la grieta</b></i> nos lleva a este último punto cardinal, a la tierra del Lomo de Lampala, donde nuestros héroes se unen al movimiento revolucionario Ráfaga para derrocar la tiranía mágica imperante.</p><p style="text-align: justify;">Dos elementos característicos de la Fantasía de Averbach se relacionan con el <b>extremo lirismo de su prosa</b> y su <b>conciencia colectivista</b> de sus personajes y, claro, de la propia magia.</p><p style="text-align: justify;">El efecto de la prosa de la autora no lo vemos muy a menudo en la Fantasía contemporánea. Si pudiera describirlo de una manera extraña e idiosincrática, diría que se parece a la sensación del <i>post rock</i>, respecto al <i>power metal</i>: se comparten los instrumentos, pero la composición y las capas sonoras y semánticas son muy diferentes. Las <b>imágenes poéticas </b>que conjura la narración y la delicadeza que subyace tanto a las etéreas descripciones físicas como a la interioridad de sus personajes, crean una <b>sensación cálida y a la vez lejana</b>. Decisiones tan sencillas como crear fórmulas específicas de nombre para cada continente (y que a la vez estén entrelazadas entre sí) contribuyen a crear una experiencia de extrañamiento inmediata.</p><p style="text-align: justify;">Algo similar ocurre con su concepción de magia: desde<b> verbos rectores</b> que marcan su sentido a actos que se relacionan con el viaje o la comunicación, hay una <b>organicidad comunitaria</b> que atraviesa todo poder en los personajes, que en su faceta protagónica resultan ser bastantes hacia el final de la saga. Aunque siguen construyéndose más a través de la sugerencia, podemos verlos mucho más tiempo en una historia más larga como esta, y conocer así sus pequeños arcos de desarrollo, sus amores y desamores y sus pulsiones personales. Esta experiencia múltiple me recordó, más que a novelas río tradicionales, a la de JRPGs como <i>Final Fantasy 6</i>, en la que el protagonismo, aunque se enfatice en ciertos personajes, es más bien una visión que se construye entre todos los personajes.</p><p style="text-align: justify;">Un último aspecto específico de esta serie que quisiera destacar es la <b>crudeza y tristeza </b>que comienzan a apoderarse de ella a medida que avanzamos en los libros. Desde la formación de los magos y un conflicto más localizado con un maestro pasamos progresivamente a <b>luchas sociopolíticas</b>, y a gente cada vez más abrumada por la <b>degeneración moral</b> que ha acarreado, como consecuencia, la decadencia de la magia libre. Es una transformación anómala que se agradece, sobre todo considerando que estos libros se publicaron en la colección escolar de El Barco de Vapor de Argentina, hacia una franja etaria de a partir de 12 años.</p><p>
<!--notionvc: 3ccbd25a-2d30-49e7-b33d-d9e8a7be6203--></p><p style="text-align: justify;">Estos libros no parecen ya muy sencillos de adquirir, pero son muy recomendables para conocer <b>tonalidades menos normativas</b> de Fantasía infantojuvenil.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><h3 style="text-align: center;"><i>Ritos de primavera</i> (2023), de Carmen Romero Lorenzo</h3><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjnR8MHU0wu2u8lqpsbelqtGSkxmmAJYT8nNQKc2YykpxWYbXJgcGAzoeRacDaGkueLI3sK5t65bOMOB_IHAcILsy35ybmgSd79gPcc10zKKpZh9yAJ02bWb7QMEkszJ96Hrs2tZ9SeR9WgnVkemP-pHYurSlJNG2GeYwT-nvYcNaZl7Xc3UIZN_u2lZYOQ/s1600/ritos.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1036" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjnR8MHU0wu2u8lqpsbelqtGSkxmmAJYT8nNQKc2YykpxWYbXJgcGAzoeRacDaGkueLI3sK5t65bOMOB_IHAcILsy35ybmgSd79gPcc10zKKpZh9yAJ02bWb7QMEkszJ96Hrs2tZ9SeR9WgnVkemP-pHYurSlJNG2GeYwT-nvYcNaZl7Xc3UIZN_u2lZYOQ/s320/ritos.png" width="207" /></a></div><p style="text-align: justify;">Siempre es una alegría cuando una persona que es además una compañera contingente en las sendas de la Fantasía publica una nueva obra. En este caso, es el turno de esta novela de Carmen Romero, tuitamiga y joven autora española que se estrena en una editorial transnacional con una historia que se escapa del perfil habitual de la Fantasía comercial que abunda en este tipo de sellos, tanto por el preciosismo explícito y no culposo de su prosa como por la naturaleza del conflicto narrado.</p><p style="text-align: justify;"><i>Ritos de primavera</i> es una historia de <b>fés enfrentadas</b>, de mujeres, de <b>peregrinajes </b>y, obviamente, de magia. Seguimos, bajo la voz de una primera persona bastante sobria (dicho como elogio), el propio <b>rito de paso de Delia</b>, una muchacha mestiza noble que, tras una infancia y juventud vacías, termina eligiendo el camino de la abjurada <b>fe pagana</b> de su madre muerta. El grueso de la novela corresponde al camino, interior y exterior, que emprende Delia junto a su gruñona maestra Enara, mientras ambas buscan reclutar otras mujeres sabias para fortalecer su castigada religión con un rito consagrado a sus diosas.</p><p style="text-align: justify;">Últimamente he estado pensando mucho en el peso de la <b>ausencia de la espiritualidad</b> (bien escrita, no la mera mención de un panteón de dioses) en cierta Fantasía contemporánea, y lo mucho que he disfrutado de este tema en novelas en las que por fin lo he encontrado. En este caso, se aprecia una visión un tanto <b>maniqueísta </b>entre la fe pagana y el Credo, que asumo inspirado en ciertas preconcepciones del catolicismo. Sin embargo, el buen hacer de Carmen permite introducir algunos matices y <b>sincretismos </b>bastante interesantes en esta pugna, entre los que destaco la idea, que he podido articular a partir de algunas reflexiones por la propia Delia, de que el mundo se abre a una<b> libertad de culto</b>; solo debiera estar penalizada la agresión o destrucción del otro en su nombre. Que es justo lo que hace el Credo con las mujeres a las que tilda de brujas, y que es lo que instiga a Delia a continuar su difícil camino.</p><p style="text-align: justify;">El foco de esta tensión, en la escala más pequeña de la obra, se presenta a través de una adversaria femenina que encarna mucho de lo que la gente suele odiar del cristianismo desaforado: <b>enajenación, intolerancia e inmisericordia</b>. Por fortuna, la narración permite construirla como un personaje más allá de la caricatura, sobre todo gracias a la forma en la que Delia se relaciona con esta muchacha y que se abre a la lectura arquetípica de una suerte de sombra de la protagonista.</p><p style="text-align: justify;">Fuera de ello, disfruté mucho de la manera pausada en la que la narración desplegó este conflicto de cultos y la forma en la que este permeaba las vidas de las personas, así fuesen plebeyos o nobles. Igualmente, me pareció muy agradable la forma en se reapropió de pasajes y personajes de la <b>Materia Artúrica</b> para esta historia. En una nota también más personal, debido a mi afición a las <b>figuras maternas “problemáticas” en la literatura</b>, me encantó el tratamiento de Devana, la madre de Delia, y cómo su presencia fallecida está constantemente presente en toda la novela, como un enigma hecho de retazos de recuerdos. He dicho antes que esta es una novela de mujeres, en muchos sentidos, y Devana no es sino una expresión de una galería de curiosos personajes femeninos muy diversos entre sí, con complejas interacciones entre ellos.</p><p style="text-align: justify;">Como soy metiche a veces, he curioseado la recepción de esta obra en RRSS, y me ha causado gracia ver el tipo de reparos habituales de algunas lectoras, que parecen sentirse un poco desconcertadas al verse frente a una novela que ha desafiado sus <b>expectativas comerciales</b>. A mí eso me parece estupendo. Ojalá hubiera más novelas “desconcertadoras” en estos sellos de Fantasía contemporánea.</p><p style="text-align: justify;">
<!--notionvc: ac5dd5fd-2408-46fb-887c-68939a998645--></p><p style="text-align: justify;">Fantasistas sub 40: a reventar el dragón desde adentro, como Santa Margarita.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><h3 style="text-align: center;"><i>Cuando ellas fueron dragones</i> (2022), de Kelly Barnhill</h3><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZumWlmASjJgByX2j29BbYswxvb3XsgjEMrmPeZJhyphenhyphenpkDYAQpwOCWE-kYaGE9fKB2nyiayh7R7-EOt4A3UJq5AluWdkbF4Q1Od-VcYp6sDHuBDTcB7PDCSEfWFg9uiPF0nIO8A8hIkSesySprHU3f52zUa_LAiRuJghqAayNoPExABig_eEdZHbv69zB6C/s3080/dragonas.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3080" data-original-width="2000" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZumWlmASjJgByX2j29BbYswxvb3XsgjEMrmPeZJhyphenhyphenpkDYAQpwOCWE-kYaGE9fKB2nyiayh7R7-EOt4A3UJq5AluWdkbF4Q1Od-VcYp6sDHuBDTcB7PDCSEfWFg9uiPF0nIO8A8hIkSesySprHU3f52zUa_LAiRuJghqAayNoPExABig_eEdZHbv69zB6C/s320/dragonas.png" width="208" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><p style="text-align: justify;">Estados Unidos, años 50. En este mundo paralelo, existe la “<b>dragonización</b>”: un fenómeno en el que algunas mujeres, sin que se entienda aún cómo o por qué, se transforman en dragonas. Esto ha supuesto un <b>tabú social</b> y se ha empezado a silenciar estas transformaciones y sus ¿responsables?, ¿víctimas? como se ha hecho también con el lesbianismo, la menstruación y otros tópicos “difíciles” afines, vinculados a la <b>experiencia femenina</b>.</p>
<p style="text-align: justify;">Alex es una niña que crece en una familia tradicional llena de <b>sexismos y silencios</b>, salvo por la díscola tía Marla, que obviamente termina dragonizada. La madre es una mujer sometida a su contexto, alguien que sin embargo lleva todo un mundo interior secreto y que resulta un enigma para Alex, hasta mucho más allá de su fatídica muerte por cáncer. El padre es un hombre ramplón y básico que no tardará en revelar la crueldad de su indiferencia al armar otra familia y abandona en el proceso a la protagonista y su hermana Beatrice. Y esta se vuelve, con el tiempo, en el gran sostén de Alex, quien acaba volviéndose su única figura tutelar.</p>
<p style="text-align: justify;">Con el tiempo, y gracias tanto a sus propias experiencias de vida como a las de la más rebelde Beatrice, Alex comprende el daño de la <b>falta de comunicación</b>, sus propias <b>pulsiones </b>y la <b>fascinación prohibida por las dragonas</b>.</p>
<p style="text-align: justify;">Esta es una novela curiosa, dura y tierna. Se ha presentado también como <b>feminista</b> y <b>alegórica</b>, lo que despertó mi suspicacia. Una de las flaquezas que evidencié, desde mi mirada, es que muchos hombres del libro sobre todo el padre de Alex, son unos miserables. No creo que, para resaltar el feminismo y la sororidad, debamos hacer de los personajes masculinos unos malos de cartón. Los hombres patriarcales de la época eran mucho <b>más ambiguos y complejos</b>, incluso si eran objetivamente unos desgraciados: eran <b>humanos</b>. Creo que eso aportó un drama innecesario a la relación entre Alex y su padre, que de tan odiable me dio lástima como estereotipo.</p>
<p style="text-align: justify;">Otra de las flaquezas, esta vez más literaria que ideológica (<i>no, esto es mentira: verán enseguida que también es ideológica</i>), es <b>la naturaleza y desarrollo de las mujeres dragonizadas</b>. De presentarse primero como seres más allá de la sociedad, hacia el último tercio se muestra a algunas (al menos, no todas) regresando y buscando reintegrarse, cotidiana y políticamente, a sus comunidades. Eso me alejó de la belleza inherente de una transformación semejante. Quiero decir: si pudieras convertirte en un dragón… ¿de verdad querrías regresar a, no sé, tu trabajo de oficina? ¿Hablarías en una… conferencia mundial? Ja, ja, ja, ¿en serio?</p>
<p style="text-align: justify;">¿Se podría hablar de una<b> vocación política-feminista</b> en un ser que ya no es humano, y que a lo mejor ni siquiera es ya biológicamente hembra como tal? En cualquier caso, sería otra política u otra cosmovisión, unas incognoscibles para nosotros.</p>
<p style="text-align: justify;">Si la obra plantea que el problema es la <b>constricción patriarcal</b> de la sociedad y propone la dragonización femenina como solución, ¿no tendría que suponer eso entonces no solo trascender tal constricción, sino el concepto mismo de <b>sociedad humana</b>? No necesitas una respuesta tan fuerte para una pregunta tan mundana, aunque sea importante. Si eres un dragón, no tiene sentido arrasar solo con los hombres machistas: ¡<b>arrasa con el mundo entero</b>! ¡Crea tu propio mundo en tu fuego!</p>
<p style="text-align: justify;">De ahí el peligro de la <b>alegoría </b>que subyace a esta obra y a cualquier historia que emplee este tipo de símbolos tan fuertes de estas maneras tan inanes.</p>
<p style="text-align: justify;">El verdadero enemigo <b>no </b>es el <b>patriarcado</b>. Una dragona <b>no </b>es una <b>mujer poderosa</b>. Por favor: hay que leer y pensar más Fantasía. Y hay que ser <b>menos secular</b>.</p>
<p style="text-align: justify;">Ahora bien, tratando de mitigar la decepción que me supuso este enfoque, debo conceder que la novela aborda muchos temas que me tocan el corazón: la relación tensa entre madre e hija y la protectora entre hermanas, las bibliotecas y el conocimiento como lucha política, la necesidad de tomar decisiones y dejar ir lo que amamos, las relaciones románticas entre mujeres… y dragones, obviamente. <b>Dragonas</b>. Bellas y titánicas dragonas de ojos hermosos y escamas relucientes.</p>
<p style="text-align: justify;">Por supuesto, en principio me ha parecido genial el tratamiento de una sociedad reprimida y la seriedad con la que se plantea la dragonización como un <b>símbolo de protesta</b> contra las injusticias históricas de las mujeres. Es una lástima que la propuesta se haya orillado hacia estos derroteros que al menos a mí me parecen desconcertantes. Pero el buen oficio narrador de Kelly Barnhill, que además tiene una prosa elegantísima y una pasión desbordante en la construcción de su historia, ayuda a compensar estos problemas.</p>
<p style="text-align: justify;">Al menos acompañé a Alex en todo su viaje, y el desenlace de este me llenó de <b>dulce melancolía</b>. Al menos eso sí es un efecto de Fantasía.</p><p><br /></p><h3 style="text-align: center;"><i>Babel</i>, de R.F. Kuang</h3></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyKX4X9CJG9EbOUcPwtLJd723igb5Z96YiIYJS8rNCMUYhMKl7s7bsV2EqeUfrDGSUJRnvlREA5dco5eWbPyoNq4kFJVXOJ4PqSrQfDqskJvkJpJcKPaH0xLIjdh5_lXa9WECLbLB2F7mmQjBVdSeDYd3Tug7MSMB_OMse-RgqhWNmS0fptwoGv_TkyPwh/s2425/babel.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2425" data-original-width="1600" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyKX4X9CJG9EbOUcPwtLJd723igb5Z96YiIYJS8rNCMUYhMKl7s7bsV2EqeUfrDGSUJRnvlREA5dco5eWbPyoNq4kFJVXOJ4PqSrQfDqskJvkJpJcKPaH0xLIjdh5_lXa9WECLbLB2F7mmQjBVdSeDYd3Tug7MSMB_OMse-RgqhWNmS0fptwoGv_TkyPwh/s320/babel.png" width="211" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><p style="text-align: justify;">Es esperable que la ficción nos produzca respuestas emocionales intensas, aunque no me esperé llegar a sentir enojo ante una obra como <i>Babel</i>. Las razones más pormenorizadas de esto se enraízan en motivos muy personales, que tendría que explorar por escrito con una minuciosidad y extensión que no son pertinentes en este tipo de entradas, así que omitiré su desarrollo por ahora y abordaré aspectos más generales.</p>
<p style="text-align: justify;"><i>Babel </i>es una <b>novela de tesis</b> que bordea el panfleto. La obra nos narra una <b>forma invertida de <i>Bildunsroman</i></b><i> </i>para presentarnos la historia del protagonista Robin Swift, un mestizo arrancado de China para convertirse en un estudiante modelo del Instituto de Traducción de Babel, en Oxford, que termina volviéndose en su contra tras descubrir los horrores que sostienen sus privilegios. La novela pretende disertarnos sobre <b>los males del colonialismo, el clasismo, el imperialismo y el racismo</b>, entre otras atrocidades afines a la Inglaterra de la primera mitad de 1800 (y que se extienden, de diversas maneras, hasta hoy).</p>
<p style="text-align: justify;">Por supuesto, el discurso de fondo es doloroso y certero en la muestra de estos horrores, pero carece de un <b>tratamiento matizado</b> que hubiera podido aumentar la desesperación de su lectura. Gran parte de los personajes ingleses son seres abyectos, que tratan a sus pares no blancos con un desprecio más o menos soterrado según las circunstancias, y cuya valoración de estos es más funcional, como si solo fuesen recursos útiles para el Imperio. Esto predispone al lector a odiarlos y justificar como víctimas heroicas a los personajes de orígenes no caucásicos, a pesar de que algunos de ellos perpetren acciones criminales (o derechamente atroces) a lo largo de la novela.</p>
<p style="text-align: justify;">Si bien la historia intenta presentar otro tipo de discursos, y hace esfuerzos particulares para transmitir la <b>ambigüedad ideológica</b> inicial en Robin, enfrentado entre su original China ruinosa y el esplendor de su Oxford académica, lustrado de sangre, la narración parece incluir estas miradas divergentes solo por protocolo, para insistir en la que se refuerza en la obra y que ya está apuntada en el subtítulo: <b>la necesidad de la violencia</b> como única vía efectiva para poner en jaque al poder hegemónico.</p>
<p style="text-align: justify;">Esta mirada en sí es muy delicada de discutir, pero quiero detenerme ante todo aquí en la forma en la que se despliega en la obra. Robin experimenta una <b>dura radicalización </b>en la historia. Es verdad: la novela es bastante extensa y se toma su tiempo para crear esa sensación de que este proceso es paulatino, forjado a partir de eventos específicos. Pero tanto el protagonista como otros personajes toman ciertas decisiones terribles que parecen muy precipitadas, y más aún sus <b>consecuencias éticas, morales y emocionales</b>. Leemos el dolor de Robin ante todo esto, claro, pero la narración parece presentárnoslo como el <b>sacrificio de un mártir</b>, sin que se aprecie con la nitidez suficiente la posibilidad de que se trate también de una obcecación que ha errado su camino, o que al menos pueda ofrecer un retrato con más <b>claroscuros</b>, como correspondería a un personaje en un contexto así de fascinante y doloroso. La narración aparenta tratar de realizar diversas piruetas argumentales para forzar el sendero de la violencia, sin agotar otras opciones alternativas o adoptar una visión más atípica.</p>
<p style="text-align: justify;">Otro personaje importante (omitiré su revelación, porque forma parte de un giro de trama) experimenta una transformación homóloga a Robin, aunque contraria ideológicamente, pero se aborda de una manera tan pedestre que a mí me pareció más una instrumentalización para probar el argumento de que<b> los blancos nunca podrán entender el drama del "racializado"</b>, que en el mejor de los casos serán aliados, y que en realidad esto siempre esconderá la posibilidad de las más horrible traición.</p>
<p style="text-align: justify;">Aunque en este personaje esto se ve de manera explícita, da la impresión de que casi todo el elenco de este libro tiene una dimensión más <b>funcional </b>(en el sentido, quizá, de las funciones de Vladimir Propp del cuento maravilloso) que de figuras humanas propiamente tales. De ahí que incluso organizaciones, ya sea el cuerpo docente de Babel o la propia célula revolucionaria de la Sociedad Hermes, parezcan a veces caricaturas en la exposición de sus ideales.</p>
<p style="text-align: justify;">Estas miradas parecen afines a la <b>discursividad de nuestra generación</b> (<i>millenial</i>) en redes sociales, crítica que ha sido habitual en la valoración de esta novela. No ahondaré aquí respecto a eso en particular. Sí diré que el problema narrativo que me sugiere este tratamiento es que se produce un extraño <b>efecto de anacronismo en la textualidad ideológica de la obra</b>, que dentro de todo se presenta como una suerte de <b>Fantasía histórica-ucrónica</b> ambientada en unas coordenadas espaciotemporales (y culturales) bastante precisas.</p>
<p style="text-align: justify;">La autora confiesa haberse permitido algunas <b>licencias históricas</b>, pero esta quizá es la más complicada, junto con la inefable decisión narrativa de que la presencia de la magia en esta otra Inglaterra no haya alterado significativamente el curso de la Historia universal. Es decir, leemos casi la misma historia de nuestro mundo, solo que con la inclusión de las barras de plata que encierran y proyectan su magia a partir del significado perdido en la traducción de dos o más vocablos. Esta <b>concepción mágica lingüística</b> es fascinante, de lo más fascinante de la novela, pero se ve mínimamente aprovechada. Esto no solo porque haya lagunas argumentales en el uso y alcances de estas barras (un fallo menor para aquellos a los que no nos interesa mayormente el <i>worldbuiling</i>), sino porque no se ahonda en su <b>sustrato ontológico-epistemológico como elemento propio de la estética de la Fantasía</b>.</p>
<p style="text-align: justify;">Para el caso, las barras funcionan y se conciben como mera tecnología, no como magia. No hay presencia alguna de <b>lo numinoso, la maravilla o la sacralidad</b> en este acercamiento, salvo el deslumbre intelectual inicial y reverente de los chicos al descubrir el efecto de las barras. Y esto me ha parecido espeluznante.</p>
<p style="text-align: justify;">Desde luego, se entiende hacia dónde quería ir la autora: hacia una dirección probablemente más cercana a la <b>alegoría </b>para denunciar esa otra cosa espeluznante que es el <b>abuso de los poderosos</b>. La novela es sumamente <b>secular </b>y <b>desacralizada </b>en este aspecto, lo que en sí mismo está bien en la medida en que parece una opción consciente. Pero eso me conflictuó más de lo que esperaba, por mis propias visiones ante la Fantasía. <b>¿Cuál es la razón entonces de que Kuang haya elegido contar su obra desde la Fantasía?</b> Me pregunté además si esa falta de espiritualidad, ese ateísmo simbólico, no afectará también el desarrollo de las atrocidades de ciertos personajes y su limitado tratamiento en cuanto a <b>consecuencias trascendentalistas</b>, más allá del desarrollo del argumento.</p>
<p style="text-align: justify;">En fin: podría seguir y seguir en esta línea.</p>
<p style="text-align: justify;">Ahora, si critico tanto esta obra, ¿por qué la incluyo aquí? Porque también me gustó. Disfruté y sufrí la lectura. Me hizo sentir cosas, me hizo pensar en mí misma y en mi relación con la Fantasía. Y ese tipo de cosas es lo que pido a una obra de esta estética, por más reproches que me despierte su ejecución desde esa dimensión.</p>
<p style="text-align: justify;">En sí, <i>Babel </i>está <b>muy bien escrita</b>. Su prosa es sorprendentemente ágil, pero no superficial. Hay quienes dicen que tiene problemas de ritmo; yo nunca lo sentí así. Hay partes más lentas, claro, pero estaba tan horrorizada con lo que pasaba en ellas que debía seguir leyendo. En lo personal, me suelen molestar las historias oscuras que elijen una prosa llana y rápida para contarse, pero creo que en este caso funcionó de acuerdo con los <b>propósitos discursivos</b> de la novela. La densa información contextual y política es muy digerible. Sin embargo, aunque su transmisión no deja de percibirse como un gesto medio teatral cuando viene de los personajes, e insustancial cuando viene de las innecesarias notas al pie de página, esto no me pareció un problema. Quizá algún lector más joven que no haya pensado en este tipo de asuntos por falta de estímulos encuentre en esta lectura una primera aproximación a estos temas.</p>
<p style="text-align: justify;">Por otro lado, aunque el cuarteto protagonista sea poco profundo y esquemático, me gustó mucho que la obra insistiera tempranamente en <b>el tono de edad de oro que no está destinada a durar</b>, que más bien habrá de corromperse de alguna manera. Me encanta este tópico en particular, aunque me resulta muy doloroso por experiencias personales. Si bien hubo una decisión específica de la autora para quebrar esta amistad que me enojó muchísimo, es evidente su trabajo previo en la exposición y desarrollo de sus grietas, en contraste con esos pequeños momentos de calma que cada vez se iban difuminando más y más.</p>
<p style="text-align: justify;">Por último, la concepción de la magia de las barras de plata es bellísima. Como dije, detesto que Kuang haya decidido no transformar el mundo de arriba abajo con su inclusión, no lo entiendo, pero bueno: es su historia, no la mía. La constante <b>exposición etimológica</b> que ronda la presencia de las barras también me gustó mucho; me pareció bella, legible y hogareña, como supongo que debería parecerle a cualquier persona humanista con sensibilidad filológica. Está muy bien presentada la tensión en Robin entre el cariño por su estudio y el horror ante el mundo que, a fin de cuentas, lo permite. Y, claro está, destaca también la <b>atrocidad general del mundo académico formal</b>, que es lo que ha llevado a muchos lectores a catalogar esta obra dentro del subgénero <i>dark academia</i>.</p>
<p style="text-align: justify;">Por otro lado, incluso cuando estas explicaciones empiezan a aparecer en momentos cada vez más turbios de la historia, lo que alguien podría considerar como un problema de tono, para mí crea un contraste interesante: <b>así piensa una mente formada en la intelectualidad</b>. De hecho, el pensamiento y el conocimiento ayudan a lidiar con los horrores circundantes. O bien, desde una mirada más desencantada, reflejan la <b>degradación </b>de un personaje que, aun luchando contra el elitismo del Imperio, no puede evitar pensar en lo que este le ha enseñado, porque se ha formado en él.</p>
<p style="text-align: justify;">Uno de mis momentos favoritos de la obra fue el desenlace, pese a su horror, porque siento que ahí Kuang logró rescatar parte del <b>sustrato estético de la Fantasía para crear un final dicatastrófico</b> que, en el fondo, siempre rondó el tejido de la novela. Ese tipo de momentos en las novelas ajenas de Fantasía me entibian por dentro: sean dichosos o trágicos, me hacen sentir menos sola; me recuerdan que hay otras personas que entienden lo importante de la Fantasía, lo que solo ella puede ofrecer</p>
<p style="text-align: justify;">No diré que mi enojo, mi tristeza y mis reparos íntimos ante <i>Babel </i>se vean del todo redimidos ante lo que muestra su desenlace. Pero sí me da esperanzas hacia el futuro de la escritura de Fantasía de R.F. Kuang, que ha escrito esta novela siendo una mujer muy joven, cuando su premisa y honduras apuntaban a que debía ser escrita con una mano más madura.</p>
<p style="text-align: justify;">Ojalá en su futuro como escritora Kuang descubra que el marco ético-estético Fantasía en la ficción permite, precisamente, a diferencia quizá de nuestro mundo real, explorar <b>alternativas salvíficas a la violencia</b>.</p><p><br /></p><h3 style="text-align: center;"><i>Lady Hotspur</i> (2019), de Tessa Gratton</h3><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlNK_OTPbUsQ5iwq9IrJVsHxWPugzfCRfLkfyfEY5umouDolCvFwPmqvmMPtlpeBVCqZCm2QLTOa-bcVmFT9iE0EB2S2HQKGR8nQfNMwyNa_8xNtkLPyF59CBBbZgZBiH3u9ljzWe35amNvF9eoK5LACTYCl-ThxNfd5nq3aEEqObAC0TVTv0JhzV40yGX/s1500/hotspur.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1500" data-original-width="977" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlNK_OTPbUsQ5iwq9IrJVsHxWPugzfCRfLkfyfEY5umouDolCvFwPmqvmMPtlpeBVCqZCm2QLTOa-bcVmFT9iE0EB2S2HQKGR8nQfNMwyNa_8xNtkLPyF59CBBbZgZBiH3u9ljzWe35amNvF9eoK5LACTYCl-ThxNfd5nq3aEEqObAC0TVTv0JhzV40yGX/s320/hotspur.png" width="208" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">Desconcertantemente, mi lectura favorita del año. Aluciné tanto con esta historia que hubo momentos en que se volvió casi insoportable aparentar aplomo en mi vida cotidiana cuando mi mente estaba explotando en fuegos de colores. Con decir que originalmente había empezado a leerla en un <i>ebook </i>pirata y, llegado hasta cierto punto, hacia la página +400, colapsé y me compré el ejemplar físico aprovechando un descuento generoso de <i>Buscalibre </i>(es un libro enorme, de más de 700 páginas en mi edición, y está carísimo en el comercio formal), lo que me movió a empezarla a leer de nuevo.</p><p style="text-align: justify;">Las razones de mi vergonzoso entusiasmo son múltiples, y no todas estrictamente literarias (<i>aunque, en realidad, ¿por qué digo eso? Todo lo no literario se teje también en el texto, ¿no?</i>), pero como este pretende ser un blog más o menos compuesto, me centraré aquí en lo que corresponde: su sustrato como obra de Fantasía, y cómo sus elementos narrativos centrales se encargan de expresarlo.</p><p style="text-align: justify;">En principio, es importante consignar el contexto. Esta es la segunda parte de un proyecto que la autora, Tessa Gratton, ha dedicado a <b>reescrituras de obras menos conocidas de William Shakespeare</b>, desde la Fantasía. La primera obra de esta serie es <i>Las reinas de Innis Lear</i>, basada obviamente en <i>El rey Lear</i>. Leí esta novela hace unos años, creo que en pandemia, y me dejó un poco fría en su momento. Hubo muchos cosas que me gustaron de ella, y hoy puedo aquilatar de mejor manera su trabajo prosístico y la hondura mágica de su universo ficcional, pero la distancia del tiempo me ha hecho pensar que quizá no me gustó tanto con el corazón porque muchos de sus personajes me cayeron mal, y hubo muchos desastres y muertes al final.</p><p style="text-align: justify;"><i>Lady Hotspur</i> arranca bastante tiempo después de los sucesos de <i>Las reinas de Innis Lear</i>, en el mismo universo ficcional, de modo que algunos protagónicos de esta última historia adquieren aquí <b>matices legendarios</b>. <i>Lady Hotspur </i>se puede leer de manera autónoma, pero creo que eso podría hacer un poco más áspera la experiencia de inmersión, que ya es algo dificultosa al inicio por la profusión de personajes secundarios y la madeja política introductoria. Creo que ayuda mucho tener el marco de la obra anterior, tanto para fines de la ubicación de las naciones en tensión (esto para la dimensión política) como para la comprensión de la vívida concepción de la magia trabajada por la autora (esto para la dimensión de Fantasía). Lo señalo sobre todo porque la obra está llena de interludios que aluden a sucesos y personajes de <i>Las reinas de Innis Lear</i>, muchas veces sin identificación explícita (hasta muy tarde), y eso podría hacer que todo parezca aún más críptico de lo que ya es.</p><p style="text-align: justify;">Pero las relaciones entre estas dos novelas trascienden estos nexos narrativos. Creo que <i>Lady Hotspur</i> potencia todos los aspectos que me habían atraído de su precursora, añadiendo otros que fueron de mi plenísimo agrado. Intentaré comentar algunos y vadear el territorio de los <i>spoilers</i>.</p><p style="text-align: justify;">Como el título sugiere, <i>Lady Hotspur</i> es una reescritura de <i>Enrique IV</i>, y se sostiene en un molde de <i>genderbending queer</i>. Es decir, tanto los personajes de <b>Hal </b>como <b>Hotspur</b>, originalmente varones, son aquí <b>mujeres, y sáficas</b>. Su intenso romance está al centro de una confluencia de aristas diversas que se intersectan en el corazón de Fantasía de la obra, desde el <b>conflicto político</b> más mundano a la <b>metafísica de las reinos mágicamente tensionados</b> de Innis Lear y Aremoria, con una retahíla de terrosidades, profecías estelares y símbolos arquetípicos que signan a sus tres principales protagonistas y que las entroncan con el destino de su mundo: Hal como el león, Hotspur como el lobo y Banna Mora como el dragón. Algunas vez todas amigas, se crea entre ellas un <b>confuso triángulo afectivo</b>, en el sentido más general y dramático del término. Las relaciones de las tres, entre cada una de ellas con otra, y entre todas juntas, están salpimentadas de muchas ambigüedades, algunas tan luminosas como otras sombrías.</p><p style="text-align: justify;">Por otro lado, me encanta cómo la obra presenta la <b>magia</b>: como una <b>fuerza viva, orgánica y siempre presente</b>, con su propia voluntad delineando los destinos humanos. Las voces del viento, la muerte en la cicuta y la resurrección en el agua de raíz de Innis Lear; los santos terrenales, los árboles reverentes y la Fiesta del Revés de Aremoria: todo es muy evocador y agradable de leer, en descripciones físicas y atmosféricas sorprendentemente contundentes para la abulia generalizada de la prosa de novelas gringa de Fantasía contemporáneas. Me encanta, también, la insistencia cansina de las <b>profecías </b>sobre nuestras protagonistas, y cómo ellas y casi todos los personajes se desesperan ante su recurrencia e ilegibilidad, hasta que se entregan a su incertidumbre. Eso es lo que, creo yo, debe hacer la dimensión de Fantasía en una obra que tiene tantos elementos y que a veces parece querer dispararse inexplicablemente por otros lados, mucho más insípidos (cof, cof, Martin): recordarnos que estamos en un <b>mundo encantado</b>, y que aquí la magia y lo humano tienen que caminar juntos.</p><p style="text-align: justify;">En cuanto a los personajes, me permitiré ahondar en lo más personal y diré que amé a la príncipe Hal, caballero de Aremoria. Me fascinó su presentación inicial como una <b>mujer romántica</b> (en el sentido “artístico” del término): una bohemia, lujuriosa y borracha, pero también una amante del poder transformativo de las historias y una líder carismática, que comparte directamente con su pueblo. Y, por supuesto, alguien con sus propias sombras, expresadas en una ansiedad desbordante, su conflictiva relación con una madre ausente que espera de ella cosas que no puede entregar, una vulnerabilidad que muchos ven al principio como un yerro y una tendencia a la ideación suicida o catastrofista desde pensamientos intrusivos. Por supuesto, Hal experimenta un <b>arco de decadencia y crecimiento</b> interesante en la obra, a la par que el Hal de Shakespeare, y vibré con cada una de sus muestras de contención y madurez posteriores, sobre todo las más sutiles.</p><p style="text-align: justify;">No suelen caerme bien los personajes vividores, pero con ella conecté de una forma sorpresiva y la quise mucho. No sé, la ficción es extraña en sí misma y a veces nos golpea de formas más raras aún. No hay que meterle mucha cabeza, supongo. Como a la magia misma.</p><p style="text-align: justify;">Hotspur corresponde al <b>arquetipo de la mujer caballero estándar</b>: fiera, temperamental y leal, pero la obra también se permite escarbar en variados matices emocionales, y otros hasta insospechados, algunos con los que también conecté desde un lugar íntimo. Revelar más sobre las líneas de su arco de personaje sería quizá <i>spoiler</i>, pero me permitiré apuntar que, como toda mujer caballero desde este molde que se precie, es también <b>tributaria de Éowyn</b>, lo que probablemente igual influyó en mi amor por ella, a pesar de mi reproche personal hacia algunas de sus (absurdas) decisiones y acciones.</p><p style="text-align: justify;">Banna Mora es la que me ha dejado más indiferente, y quizá la clave sea un comentario de la propia autora sobre su desarrollo: es un personaje que está muy <b>enojado</b>, incluso cuando ya no vale la pena estarlo. Yo ya no estoy tan enojada (creo); probablemente haya visto un reflejo de mi ser pasado en ella. Quizá también influye en que es bastante <b>adusta</b>, desagradable hasta con la mejor versión de Hal, y que más adelante se vincula con otro personaje que me pareció muy insufrible. Como sea, ella se lleva uno de los episodios más bellos de la novela, al final de la primera parte (no en vano su símbolo es el dragón), y conecto también con su búsqueda: <b>dejar de estar escindida, ser íntegra</b>.</p><p style="text-align: justify;">Por supuesto, la obra también tiene sus fallos. No está exenta de algunos <b>gazapos estilísticos</b> un poco extraños, casi siempre asociados a elementos cotidianos o sexuales, que yo al menos percibí casi como leves caídas de <i>frame</i>: algo molesto, pero que no arruinó mi inmersión, a diferencia de lo que me pasó con <i><b>Alas de sangre</b></i>. También es importante advertir que hay muchos <b>pasajes y diálogos excesivos y medio ridículos, por su dramatismo</b>. Ahora, para fortuna mía, fueron justo del tipo de excesos y ridiculeces que disfruto. Por último, siento que hay una curiosa <b>disonancia </b>entre la ideología de este universo ficcional y parte de los conflictos mundanos de la historia. Sintetizo: si en este universo las mujeres pueden ser tan fuertes físicamente como los hombres, y si en general no son (tan) cuestionadas en sus méritos por razones sexistas, ¿por qué no pueden casarse entre sí? El problema de la descendencia directa se discute en algunos personajes desde alternativas razonables, pero las barreras sociales que les abruman se imponen en principio desde bases que no termino de entender, lo que deriva en diversos <b>matrimonios forzados</b> con dinámicas perturbadoras o incómodas, que se sienten como un añadido intenso (pero acaso innecesario) al drama preexistente, sobre todo por la forma en la que se resuelve todo este lío al final de la historia. Personalmente creo que los diversos perfiles de los personajes ya permitían hacer crecer los roces y las distancias desde sus propias personalidades antes que desde hechos externos impuestos, pero bueno.</p><p style="text-align: justify;">Una última nota pertinente: estaba histérica cuando entré en el tramo final. La razón es obvia: <i>Enrique IV</i> es una <b>tragedia</b>, y la forma en la que presenta eso se volvería especialmente atroz en una reescritura en la que Hal y Hotspur estuviesen enamoradas. Estuve rabiando sola porque estoy muy cansada de que la Fantasía se pegue tantos rodeos para evitar la eucatástrofe, cuando esa es su (fíjense bien en la palabra que voy a usar) <b>GRACIA</b>. Es una <b>mácula estructural</b>, podríamos decir incluso.</p><p style="text-align: justify;">En 1992, Brian Attebery planteó que la Fantasía solía tener una resolución propia de la <b>comedia</b>, en la medida en que las cosas efectivamente se resolvían de maneras positivas y liberadoras (eucatástrofe), en lugar de los horrores propios de la tragedia, que en su catarsis no alcanza del todo una <b>redención profunda del espíritu</b> (ese es un pensamiento mío, no de Attebery, creo). Entonces, me enojaba mucho pensar que alguien cogiese una historia originalmente trágica, la recontase desde la Fantasía… ¡y siguiese cerrándola de manera trágica! Un sinsentido, a mi sensible juicio. <b>Si vas a comprometerte con la Fantasía, salva al mundo, a los personajes</b>. Salva lo que tenga que ser salvado, por Dios. La realidad ya es bastante horrible por tantas cosas. Dejémosle el derrotismo al realismo contemporáneo.</p><p style="text-align: justify;">Mientras pensaba cómo terminaría <i>Lady Hotspur,</i> cuando se presentaba al fin el gran conflicto metafísico, se me ocurrió un giro desde la Fantasía que efectivamente se anunció en la obra, en el momento más crítico… Pero después cambió. Y fui inmensamente feliz, porque no lo hubiese esperado, y porque fue Hal quien dijo algunas palabras clave en relación con esa resolución.</p><p style="text-align: justify;">En fin: la quiero mucho a Hal.</p><p>
</p><p style="text-align: justify;">Estoy contenta de haber conocido esta historia, estos personajes y esta magia, y haber encontrado en todos ellos lo que siempre busco en la Fantasía, pero que en realidad no sabía que buscaba desde estas formas específicas.</p><p><br /></p></div><div><hr /></div><p style="text-align: justify;">Con esto termino mi recuento anual. Tengo pendientes muchos libros interesantes en mi pila que espero poder ir leyendo a lo largo de 2024, tanto de Fantasía como de otras expresiones estéticas, y algunas relecturas que cada vez se van volviendo más urgentes. </p><p style="text-align: justify;">¡A ver qué depara el año!</p>Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-29932427842533480982023-12-26T18:58:00.003-03:002023-12-28T09:42:51.826-03:00A propósito de Slam Dunk<div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpkkTug5hpScOjRkEShYGPrYvifxKRa9QPJ2xwbh_wyXkdeUoR2EOjLvRu2fN7D8qR_Sc5gRCj9bh6TkUlygLOAKhb_8ny9Gmp4yIiBnpXEq-bP0eGHKTLUEZFGe5dln0hxO0w9nGgoZxpzfhzJBhgjxX8KRDk-8Lle902Jh2QF4LalKWbFltiKikNP35e/s1280/slam%20dunk.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="720" data-original-width="1280" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpkkTug5hpScOjRkEShYGPrYvifxKRa9QPJ2xwbh_wyXkdeUoR2EOjLvRu2fN7D8qR_Sc5gRCj9bh6TkUlygLOAKhb_8ny9Gmp4yIiBnpXEq-bP0eGHKTLUEZFGe5dln0hxO0w9nGgoZxpzfhzJBhgjxX8KRDk-8Lle902Jh2QF4LalKWbFltiKikNP35e/w400-h225/slam%20dunk.jpg" width="400" /></a></div><br /><strong><br /></strong></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><strong>Introducción</strong></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><strong><br /></strong></span></div>
<p style="text-align: justify;">Hace unos meses, tuve la dicha de ver en el cine la película <i><b>The First Slam Dunk</b> </i>(2022), basada en la historia del manga <i>Slam Dunk</i>, del gran Takehiko Inoue. Este filme continúa aquel mítico partido que no llegó a adaptarse en su momento al animé de inicios de los 90: <b>el enfrentamiento de Shohoku contra Sannoh, el mejor equipo de la zona</b>.</p>
<p style="text-align: justify;">Como es de suponerse, la película me fascinó por un sinfín de razones. Sin duda, la nostalgia tuvo parte en ello, obviamente. Conocí <i>Slam Dunk</i> cuando estrenaron su animé en Chile, si mal no recuerdo, hacia 1998, en el canal Chilevisión. Como entonces no tenía dinero ni recursos para explorar más en el mundo del manga y el animé, ni amigos que pudieran introducirme más a esa afición, mi mayor vía de acceso a estas historias fue a través de este tipo de emisiones en canales abiertos nacionales, principalmente en la era dorada del clásico bloque infantojuvenil chileno llamado <i>El Club de los Tigritos</i>.</p>
<p style="text-align: justify;">Solo muchísimos años después llegaría a conocer aquel mítico partido de Shohoku que no se adaptó al animé, bajo la forma de la película <i>The First Slam Dunk</i>. Entonces, en una sala de cine de una ciudad muy, muy lejana a aquella en la que nací y donde viví (<strike>puras desgracias</strike>) hasta el inicio de la veintena, rodeada de muchos <i>millenials </i>desconocidos vestidos con poleras y chaquetas de Shohoku, que gritaron y alentaron y lloraron junto conmigo en los momentos clave, pude al fin cerrar una pequeña etapa que había quedado pendiente de mi adolescencia.</p>
<p style="text-align: justify;">¡Y vaya qué obra para hacerlo!</p>
<p style="text-align: justify;">Por supuesto, el visionado de <i>The First Slum Dunk</i> me hizo repensar y recordar muchas cosas que siempre amé de la historia del animé. Me pareció interesante aprovechar esta sección miscelánea del blog para ahondar en algunos aspectos cruzados entre el animé que vi de joven y la película que vi de adulta, dando pie a reflexiones quizá erráticas que de costumbre sobre la escritura y la vida.</p>
<p style="text-align: justify;">Por supuesto, este texto está plagado de <i>spoilers</i>, tanto del animé como de la película. Igualmente, sus ideas se basan en lo que se quedó conmigo de ambas experiencias narrativas, pues no he vuelto a ver la película desde entonces y solo he revisionado escenas dispersas del animé. No he leído aún el manga. Es posible, por tanto, que se me escape algún detalle canónico relevante, o que incurra en alguna que otra generalidad. Pese a ello, espero que lo que prime del texto sea la reflexión esbozada, más que una fidelidad absoluta a todas las versiones de la historia. Mal que mal, pienso, si alguna escena o desarrollo se me quedó en la memoria de determinada forma, por más inexacta que sea, pues por algo también será.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p>
<div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: large;">Contexto general</span></strong></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><p style="text-align: justify;"><i>Slam Dunk</i> es un <i>spokon</i>. Así como lo entiendo, este es un subgénero de manga y animé que narra una <b>historia centrada en la dedicación de sus personajes a un deporte</b>. Así, sus desarrollos personales se ven enmarcados en sus progresos como deportistas, y normalmente siguen la trayectoria desde el noviciado hasta la maestría, o al menos hasta algunas victorias de gran calibre y relevancia en la carrera personal o grupal.</p>
<p style="text-align: justify;">En principio, se podría considerar anómalo que a mí me hayan gustado mucho algunos <i>spokon </i>de niña y joven, como la propia <i>Slam Dunk</i>, o <i>Captain Tsubasa</i>. <b>Nunca he amado el deporte ni a los deportistas</b>. Por mi contexto escolar, el deporte siempre fue para mí un sinónimo de pérdida de tiempo, humillaciones y de gente horrible. Siempre he detestado también el aura intocable que han adquirido algunos deportistas famosos (sobre todo hombres) en deportes normativos como el fútbol, lo que los vuelve fantoches y vulgares y los aparta de aquellos <b>códigos morales</b> que yo identificaba en los personajes de los <i>spokon </i>y que, desde mi distancia de intereses, valoraba enormemente.</p>
<p style="text-align: justify;">He ahí entonces, comprendo ahora, la clave de mi cercanía a estas historias: me ofrecían <b>un relato estilizado de lo que significaba consagrar la vida a un propósito</b> (en este caso, un deporte), y me presentaban un crecimiento orgánico y esforzado, que destacaba por su <b>heroísmo secular</b>.</p>
<p style="text-align: justify;">Así fue también, por cierto, con <i>Slam Dunk</i>. Pero en esta serie siempre hubo algo más para mí, y hoy comprendo también que eso es su maestría narrativa. <b><i>Slam Dunk</i> es una historia muy bien contada, con personajes entrañables, un gran sentido del humor y del drama</b>, y un despliegue de movimiento animado y dibujado que funciona a su modo como una forma muy particular de transmitir la tensión depurada de un partido de <i>basketball </i>real.</p>
<p style="text-align: justify;">Ahora además comprendo aún otra cosa: que otra de las razones que explican mi filiación a <i>Slam Dunk</i> es la manera en la que he ido repensando estos meses <b>mi propia relación con la escritura como “<i>basketball</i>”, desde el enfoque de esta historia</b>.</p>
<p style="text-align: justify;">Estas serán entonces las notas cuasi comparativas de alguien que se ha leído y releído a sí misma desde algo tan aparentemente ajeno como una historia de deportistas varones juveniles japoneses, y que sin embargo, por su excelsa calidad, puede ser también, según lo miremos, <b>la historia de todos nosotros</b>.</p>
<p style="text-align: justify;"><strong><br /></strong></p><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: large;">Sobre ser un “talentoso”: de entrenamiento y escritura</span></strong></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><p style="text-align: justify;">Unos de los aspectos que me parecen más llamativos hoy de la configuración de protagonistas del animé es la presencia de dos personajes caracterizados como <b>indiscutibles talentos en el <i>basketball</i></b>: el novato <b>Sakuragi</b>, sanguíneo e instintivo, y el experimentado <b>Rukawa</b>, frío y técnico. Ambos representan así dos <b>expresiones casi antagónicas</b> (complementarias, al final) de lo que implica cultivar un don específico, algo que me parece muy valioso frente a las líneas de pensamiento que trazan un perfil casi monolítico de la persona talentosa.</p>
<p style="text-align: justify;">Pero quizá debería detenerme en un paso anterior: el mero hecho de que, en el contexto de <i>Slam Dunk</i>, <b>nadie parezca dudar de la mera existencia del talento</b> y de que este lo porten ciertos personajes que destacan en el ejercicio de su disciplina (en este caso, deportiva).</p>
<p style="text-align: justify;">Al respecto, quisiera comentar mi alivio al ver que, además, <b>nadie en <i>Slam Dunk</i> se enoja o resiente porque Sakuragi y Rukawa sean talentosos</b> y, al menos en el caso del pelirrojo, se identifiquen abiertamente como tales. Por supuesto, Sakuragi sí envidia a Rukawa: al principio porque es el objeto de atención de Haruko, la chica que le gusta y por la que se adentra en el mundo del <i>basketball</i>, pero después también porque comienza a apreciar al joven como un talento, y eso lo abruma. Obviamente, Rukawa está a un nivel técnico superior al de él porque se ha pasado toda la vida jugando, mientras que Sakuragi es un novato. En cualquier caso, esa envidia motiva a nuestro pelirrojo a seguir entrenando y perfeccionarse.</p>
<p style="text-align: justify;">En esta línea, la banca de Shohoku está llena de personajes secundarios, pero todos ellos apoyan a su equipo porque lo importante no es acaparar una atención inmerecida, sino la victoria de sus compañeros y, en última instancia,<b> la propia belleza del <i>basketball</i></b>. Ninguno de estos personajes de reserva siente el “síndrome del impostor”, en la acepción coloquial en la que se suele usar: saben que, si les toca entrar a la cancha, será solo porque los titulares tengan algún problema, y no se sienten mal por ello. Están cumpliendo un <b>bien mayor por el equipo</b>, y eso es todo. De hecho, aunque tengan un rol menor en la historia, nadie podría discutir la integridad de Kogure o Yasuda toda vez que les toca jugar... O incluso en otros contextos, como el emblemático enfrentamiento en el gimnasio con Hisashi Mitsui en su etapa pandillera junto a sus compinches.</p>
<p style="text-align: justify;">Por otro lado, nadie (salvo el propio Sakuragi, aunque por otras razones) se ofende porque Rukawa sea sumamente apático o indiferente hacia otras personas, incluso hacia sus propios compañeros. No se espera de Rukawa que sea carismático o bueno para los chismes, como se espera de los escritores de género: <b>él es, ante todo (y acaso solo) un jugador de <i>basketball</i></b>. Que tenga un <i>fanclub </i>es algo completamente ajeno a sus intereses y acciones, e incluso se sugiere que las chicas no lo celebran por creer de verdad que él sea “el mejor”, sino solo por su atractivo físico.</p>
<p style="text-align: justify;">En el caso de Haruko, quien también se siente atraída por sus habilidades, vemos que más adelante tiene un doloroso descubrimiento: un hombre tan entregado como él al <i>basketball </i>no tendría espacio ni tiempo para el amor, ni para el de ella ni para el de nadie (al menos en el contexto de la historia). Pero ni por eso Haruko se desentiende de su apoyo irrestricto a Shohoku. De nuevo, es más importante en ella <b>su amor por el deporte</b> (y sus afectos correspondidos por su hermano y por Sakuragi, quienes tienen una relación menos exclusivista con el <i>basketball</i>) que la posibilidad del amorío con Rukawa.</p>
<p style="text-align: justify;">Este énfasis en el<b> talento como un hecho incuestionable</b>, y además como una suerte de <b>impulso</b> que nunca puede dejar de ejercitarse si se pretende mejorar, me parece fantástico, sobre todo porque a lo largo de mi vida he visto muchos discursos que enarbolan la falaz premisa de que <b>“el talento no existe”</b>, que solo existe el esfuerzo y el trabajo dedicados. Sin embargo, tanto Sakuragi como Rukawa desmontan ese prejuicio, y no solo porque ambos tengan <b>habilidades natas explícitas</b>, sino porque los dos se dedican a <b>cultivarlas</b> de maneras intensísimas.</p>
<p style="text-align: justify;">Rukawa ahora me despierta sospechas autistas por su carácter asocial, su falta de regulación social y su <b>consagración absoluta</b> al <i>basketball </i>(prácticamente, no conocemos nada más relevante de él, salvo este interés). Se sugiere que su modorra cotidiana se originaría en su práctica constante del deporte. En el caso de Sakuragi, vemos que <b>su talento se templa también en el entrenamiento</b>. Elocuente es el episodio en que se enfoca en hacer 20.000 canastas (!), como forma de compensar la falta de habilidad en este tiro que llevó a su equipo a una derrota importante. Algunas de sus arriesgadísimas jugadas en los partidos, que ponen en peligro su propia integridad, también demuestran una <b>dedicación temeraria</b> al <i>basketball</i>.</p>
<p style="text-align: justify;">Creo que ambos personajes, pese a sus diferencias, ilustran con igual nitidez un factor incómodo del talento para quienes niegan su existencia: que el talentoso parece poseer <b>mayor predisposición a entregar su vida a su disciplina</b>, y que es capaz de realizar esfuerzos titánicos en ella, esfuerzos que harían palidecer a personas que apenas sienten un interés normal, de esos que se desvanecen al poco tiempo, o incluso al cabo de unos siete o diez o quince años, cuando no obtienen resultados escalables (por no decir “rentables”).</p>
<p style="text-align: justify;">Como es posible que a mí no crean, respaldo esta visión con las palabras de alguien a quien sí cree todo el mundo: <b>Stephen King</b>. En su estupendo libro <i>Mientras escribo</i>, más testimonio autorial que un manual de consejos de escritura al uso, el autor comenta una anécdota de su hijo Owen. Cuando niño, Owen quedó fascinado ante la interpretación de un saxofonista y quiso emularlo, por lo que los King le compraron el instrumento y le pagaron clases particulares para que aprendiera a tocarlo. Sin embargo, tanto el chico como sus padres entendieron que era hora de dejarlo al cabo de unos meses, pero no porque el niño no hubiese logrado dominar lo básico del saxofón ni porque no fuese constante en sus prácticas. Al contrario, las seguía con rigor. Lo que King notó de esto fue que precisamente ese celo a una práctica justa, limitada, revelaba que Owen no estaba en verdad interesado en convertirse en un saxofonista, porque alguien que ha respondido a la vocación de la música nunca consideraría que bastaría solo con dedicarle una cantidad reglamentaria de horas a la maestría de su instrumento.</p>
<p style="text-align: justify;">El autor de Maine reflexiona, vinculando esta anécdota a la importancia que tiene la lectura en la formación (y mantención) del escritor:</p>
<blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><p style="text-align: justify;"></p></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><p style="text-align: justify;">El talento priva de significado al concepto de ensayo. Cuando descubres que estás dotado para algo, lo haces (sea lo que sea) hasta sangrarte los dedos o tener los ojos a punto de caerse de las órbitas. No hace falta que te escuche nadie (o te lea, o te mire), porque siempre te juegas el todo por el todo; porque tú, creador te sientes feliz. Quizá hasta en éxtasis. La regla se aplica a todo: leer y a escribir, tocar un instrumento, jugar a béisbol... Lo que sea.</p></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><p></p></blockquote>
<p style="text-align: justify;">Mi discrepancia con King en esto es que <b>yo no concibo que el talento sea opuesto al ensayo</b>. La idea de que una persona muy talentosa lo es solo por naturaleza es una tontería, o bien, es verdad apenas en casos tan excepcionales que solo vienen a confirmar la regla. <b>Un talento solo puede completarse en la medida en que se aboca a algo que coincide con nuestro interés de vida, porque entonces nada se parecerá a la dicha de entregarles nuestras horas.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Una obra de arte interesante o valiosa (o, en este caso, una jugada excepcional en un deporte dado) no surge de la nada. Lo que el lector o el espectador no ve es todo el <b>esfuerzo</b>, muchas veces de años o décadas, que ha llevado a esa ejecución que parece tan sencilla cuando se la ve desde la distancia de lo ajeno.</p>
<p style="text-align: justify;">En el caso de la escritura, quizá la situación es aún más fantasmagórica, pues al menos en el deporte se puede ver al aspirante o jugador entrenando físicamente. Vemos, o percibimos, o imaginamos su sudor, sus músculos cansados, su rostro enrojecido. Hanamichi se decanta por la práctica dedicada de un tipo específico de tiro, el cual repite por una cantidad increíble de veces, hasta que su cuerpo se adapta al movimiento.</p>
<p style="text-align: justify;">Pero esto no parece tener un homólogo obvio en la escritura literaria. Nadie nos ve sudar o llorar ante la pantalla o la página (por fortuna, dijéramos). Lo único que pueden hacer los escritores para dar cuenta explícita al público de cuánto se han esforzado escribiendo es insistir a cada momento en que están escribiendo, mostrando para ello fotografías de cuadernos o de las pantallas de sus equipos, su conteo de palabras diarias, sus juntas sociales para escribir en compañía (???), o sus <i>hashtags </i>con los nombres de los proyectos en los que están trabajando.</p>
<p style="text-align: justify;">Esto en sí no tiene nada de malo, pero a mí no me gusta hacerlo de manera tan abierta. Desearía que fuese el <b>lector </b>el que pudiera percibir, por el mero regusto de la prosa o el tacto de una estructura narrativa o un arco de personaje, cuánto trabajo se esconde detrás de cada letra. Cuántas letras han tenido que ser borradas para impulsar aquella otra que sobrevivió a la edición personal. Pero no siempre el lector tiene esta disposición o la facultad para percibir esto. Asumo que escribir un buen párrafo, un buen personaje o una buena historia (o todo junto) y que sean reconocidos como tales no es tan sencillo como apreciar un movimiento vistoso en un deporte, aunque no tengamos muchos conocimientos en este.</p>
<p style="text-align: justify;">Curioso: se alaba masivamente al deportista considerado “<b>virtuoso</b>”, que quizá demuestra su talento y dedicación creando sofisticadas y complejas jugadas, pero cierta gente mira con cierta suspicacia al modelo del escritor que yo creo su equivalente, el <b>estilista</b>. El deleite con las palabras es considerado “pretencioso”, acaso porque el lector que enarbola tal juicio se siente incapaz de compartir esa dicha desde su posición, ya sea porque no entienda lo que está leyendo, no encuentre lo que necesita, no quiera esforzarse algo más que el promedio o simplemente se aburra. Reitero, curioso.</p>
<p style="text-align: justify;">Otro punto de distancia que puedo esbozar entre el deportista y el escritor se relaciona con los <b>espacios de entrenamiento</b>. Sabemos que, tradicionalmente, un deportista se forja con un entrenador y un equipo, en sucesivas sesiones de práctica. ¿Cuál sería el equivalente del escritor? ¿El taller literario, los cursos o posgrados de escritura creativa? Personalmente no lo creo, al menos no de manera transversal a todos los escritores.</p>
<p style="text-align: justify;">A diferencia de ciertos deportes, como el propio <i>basketball</i>, la escritura es un <b>oficio felizmente solitario</b>. Siempre me ha parecido un tanto extraño que se insista tanto en la necesidad de colectivizar de la escritura. Escribir es uno de los grandes actos de goce intelectual y espiritual que se puede realizar a solas. ¿Por qué arruinarlo metiéndole el juicio y las palabras ajenas de otra gente desconocida, hostil o derechamente desagradable?</p>
<p style="text-align: justify;">Por supuesto, hay excepciones. Hay escritores más extrovertidos que sienten los espacios de talleres como una forma más de <b>socialización </b>a partir de una actividad que disfrutan hacer. Hay también escritores que logran encontrar un excelente<b> grupo de compañeros de letras</b>, más o menos afines a sus propias creaciones y personas, y que gracias a esta compañía consiguen avanzar mejor en sus proyectos personales.</p>
<p style="text-align: justify;">Pero no creo que sea el caso para todos. No creo que lo sea para mí, al menos no desde las instancias más convencionales de tallerismo.</p>
<p style="text-align: justify;">Lo que me disuade de estos espacios, en general, se concentra en tres factores: <b>coste</b>, <b>personalidad </b>y <b>enfoque</b>.</p>
<p style="text-align: justify;">Lo primero es obvio: no voy a pagar un taller o un posgrado carísimo (tampoco podría) para que alguien me enseñe algo que ya sé, o para que, enseñándome algo que no sé, abra la posibilidad de <b>arruinar algo que estaba creciendo de manera orgánica en mí</b>, aunque fuese de otra manera o de manera más retardada. Tampoco quiero aprender los <b>entresijos del mercado</b>, porque eso podría condicionar de manera negativa mis palabras, o siquiera hacerme sufrir cada vez que desee escribir algo muy mío, sabiendo que es justo aquello por lo que los editores jamás querrían luchar.</p>
<p style="text-align: justify;">Lo segundo tiene que ver con que soy una <b>persona poco sociable</b> y no me agrada la idea de compartir mis textos en formación con desconocidos. Incluso me cuesta hacerlo con gente a la que aprecio. Por esta razón es que no suelo “betear” (revisar críticamente) textos de mis amigos o compañeros, aunque me conste que escriben bien y/o que escriben Fantasía del perfil que me interesa. Me siento incómoda ante la idea de enjuiciar obras que están en proceso de formación, o de hacer sentir mal a gente que quiero por errores de juicio o apreciación. A lo más, he llegado a esbozar comentarios generales.</p>
<p style="text-align: justify;">Lo tercero se relaciona con el hecho de que escribo <b>Fantasía </b>y eso requiere un tipo de guía y de compañerismo muy particular, que no espero encontrar normalmente. Es muy difícil que un taller o curso de escritura especializado en Fantasía (o en “literatura fantástica”, para finalmente privilegiar el terror y la ciencia ficción) se desmarque de las <b>expectativas comerciales</b> que signan su presencia hoy en día en el ecosistema editorial. Por otro lado, tengo el prejuicio de que es muy difícil que un taller o curso de escritura generalista no destine una pésima experiencia al escritor imaginativo, porque normalmente ningún participante normativo está capacitado para criticar de manera sólida una obra no mimética. Se trata de <b>tradiciones diferentes</b>. Si grandes y rigurosos académicos se vuelven unos completos imbéciles al momento de comentar críticamente la Fantasía, vemos que sucede algo homólogo en escritores talleristas competentes solo en su propia provincia.</p>
<p style="text-align: justify;">Por estas razones, al menos de momento, prefiero prescindir de estos <b>espacios sistematizados y socializados de “entrenamiento”</b> y darle yo sola a la tecla, en la soledad de mi estudio.</p>
<p style="text-align: justify;">Es decir, Hanamichi con las 20.000 canastas… Pero sin las indicaciones del profesor Anzai, ni la compañía de amigos. <b>Sola</b>. Igual a como cuando escribo.</p>
<p style="text-align: justify;">Y es que lo que yo veía con más deslumbre de estos procesos en el personaje no era el triunfo de sus zapatillas y la marca de una nueva etapa, sino su <b>esfuerzo</b>. Y su esfuerzo casi privado, de noche, en el gimnasio. Su devoción y entrega a un propósito. Claro está, su medida cuantificable no es equiparable, como he dicho, a la experiencia de escritura. Yo llevo escribiendo algo más de veinte años, y he escrito muchas novelas (casi todas inéditas; solo he publicado una) y cuentos, cientos de miles de palabras, probablemente (no me he puesto a contarlas, claro, qué estúpido). ¿Significa eso que soy una buena escritora? No. No en sí mismo. Significa que debiera ser una <b>mejor escritora</b> que antes, y a veces tampoco estoy tan segura, sumida en la idealización de mi furor juvenil.</p>
<p style="text-align: justify;">Sí estoy segura de la forma en la que fui mejorando, desde la escritura más atroz hasta algo hasta cierto punto decente, según algunos comentarios lectores. Esos hitos de avance no quedan fijos, pero estoy consciente de que se dieron. Es poco probable que alguien más los vea y los valore, porque nadie me ha acompañado desde mi inicio en el camino de escritura, y hoy en día es difícil que alguien se interese en conocer mis orígenes más públicos como escritora. Pero me tiene que bastar a mí saberlo.</p>
<p style="text-align: justify;">Desde luego, a veces se hace difícil. Alguna gente tiende a hacer muchas <b>proyecciones inexactas</b> en torno a mí, incluso cuando son bienintencionadas.</p>
<p style="text-align: justify;">Por ejemplo, un malentendido con el que me he topado más de una vez refiere a <b>mi propia concepción del talento</b>. Que yo defienda la existencia del talento no significa que yo (ahora) me crea <b>talentosa</b>. Pensé eso cuando era adolescente, que es la etapa quizá más inclinada a ese tipo de juicios desmesurados por nuestra inmadurez natural. Por otro lado, es fácil caer en ese tipo de autoapreciaciones cuando la gente de tu edad que te rodea no parece tener un destino como camino de vida, y ese fue mi caso.</p>
<p style="text-align: justify;">Al respecto, siempre recuerdo con sorna un comentario en el suplemento chileno <i>Revista de Libros</i>, en una nota a propósito del éxito de <b>Christopher Paolini</b>, que decía algo así como “Cuesta imaginar un joven que no piense en la fiesta del fin de semana y se dedique a crear una obra épica…”. Y yo como… ¿qué? ¿En serio?</p>
<p style="text-align: justify;">Pero claro: yo siempre tendí a ser una <b>adolescente invisible o desagradable</b>. Pienso ahora que mi yo de entonces era como encontrarte repentinamente con una araña pequeña e inofensiva en tu cama: no te pasará nada malo; la araña no podría ni querría dañarte. Solo está asustada y quizá enojada porque has venido a molestarla con tu vida y tus cosas. Pero obviamente preferirías que no estuviera ahí, o incluso que ese tipo de criaturas derechamente no existiera. Entonces tratas de matarla, o de lanzarla a alguna otra parte.</p>
<p style="text-align: justify;">En el fondo, Paolini, un ñoño de toda la vida, se volvió un caso de estudio y comentario en una revista normativa de cultura solo porque, como gringo, fue <b>exitoso</b> con <i>Eragon</i>. Esa es la única forma de hacerse <b>visible </b>ante los ojos de mucha gente, sea en el arte o en cualquier otra dimensión de la existencia humana. Entonces la araña se vuelve otra cosa: quizá sigue siendo un insecto, pero al menos es más <b>aceptable</b>, como una mariposa, o más <b>sofisticado</b>, como una libélula.</p>
<p style="text-align: justify;">Como sea, en cuanto a mi relación y “pericia” con la literatura, hoy creo que soy apenas, <b>una persona que se esfuerza mucho (que debería esforzarse más)</b>, con ambiguos resultados, y sin hablar demasiado de ello con casi nadie porque casi nadie escucha o entiende de estas cosas. Y porque, también, a veces es mejor regalar lo mejor de nuestra vida al <b>silencio</b>.</p>
<p style="text-align: justify;">Incluso si yo me creyese o fuese talentosa (ahora), se debería entender que no considero que eso tenga que entenderse como una “amenaza” o “agresión” a los demás. Ya tengo suficiente con mis propios problemas e inseguridades, como escritora y como ser humano, como para hacerme cargo de las insidias de escritores/as que no me conocen en profundidad. <b>Cada escritor tiene su propio camino, sus propias filiaciones, sus propios compañeros de ruta.</b></p>
<p style="text-align: justify;">He comentado en otras partes que, en realidad, me parece que <b>la maravilla del talento ajeno</b> es que puedes disfrutar de sus obras como un receptor, con toda la novedad y sensación de hallazgo primigenio que esto supone. Como creador, uno tiene otro tipo de goces, sospecho. Incluso como creador “no talentoso”, por otro lado, está la importante verdad que <b>solo tú puedes contar tu historia</b>, la historia que te <i>interesa</i>. Alguien más podría hacerla mejor que tú con los mismos mimbres, claro, pero ya no sería tuya.</p>
<p style="text-align: justify;">Por otro lado, es hermoso poder encontrar en una historia ajena, de la misma patria que la tuya y quizá incluso de mejor hechura, una nueva <b>inspiración </b>para continuar. ¿De dónde sino acaso nos vino el impulso de escribir? Pues de historias ajenas que resonaron con nosotros, que nos hicieron decirnos: “Esto es <b>bellísimo e importante</b>. Esto es lo que quiero hacer. Esto es lo que quiero hacer con mi vida”.</p>
<p style="text-align: justify;">De ahí que a veces me frustre tanto el <b>modelo de escritor que no lee por decisión personal</b>. ¿De qué se nutre entonces? Podrá disfrutar quizá historias en otros medios, pero ¿cómo podría seguir puliendo sus palabras si no lee otras historias literarias que le muestren nuevas posibilidades para el lenguaje?</p>
<p style="text-align: justify;">Acaso esa sea de mis <b>facetas más colectivistas</b> en la escritura: <b>mi comunidad es la de los escritores que he leído</b>, vivos o muertos (más de estos últimos, claro), escritores que con sus palabras, a veces tan distintas a las mías, o tan como deberían ser las mías si lograra trabajarlas según mi deseo, me han llenado los ojos de lágrimas y el corazón de fuego. Y que me lo siguen llenando: “Esto es lo que quiero seguir haciendo. Si he perdido el rumbo, aquí están las huellas”.</p>
<p style="text-align: justify;">Entonces, salvando los impulsos naturales y vergonzosos de la <b>envidia</b>, que todos sentimos de cuando en cuando, y que debiéramos esforzarnos en combatir, creo que en última instancia el talento ajeno también es valioso para nosotros, e incluso disfrutable.</p>
<p style="text-align: justify;">Como debe serlo tanto para el público de los partidos de Shohoku como para su propia banca.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p>
<div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: large;">El partido de la vida</span></strong></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><p style="text-align: justify;">Y bien, ¿cómo se puede vincular la temática del talento del animé original con el planteamiento de <i>The First Slam Dunk</i>?</p>
<p style="text-align: justify;">Creo que una de las jugadas maestras de la película es cambiar el <b>foco protagónico a Ryota Miyagi</b>, ese otro carismático jugador de Shohoku a quien asociábamos a una actitud relajada y, en el más tenso de los casos, a su insigne enfrentamiento pandillesco con el redimido Mitsui.</p>
<p style="text-align: justify;">Habiendo desplazado el enfoque entonces del talentoso y temperamental Sakuragi, tenemos un trasfondo nuevo e interesantísimo a partir del cual explorar otro modelo de deportista.</p>
<p style="text-align: justify;">Miyagi también es talentoso, y de la misma manera lo vemos en sucesivas escenas de entrenamiento. Pero, como es de esperarse, una película de larga duración de estas características no podía ser en sí misma solo un partido o un entrenamiento continuado de <i>basketball </i>como tales: <b>para apreciar el relampagueo del movimiento, necesitamos el contraste de la quietud.</b></p>
<p style="text-align: justify;">En otras palabras, vemos esa otra lucha que vive todo talento, fuera de su disciplina de especialización, en su <b>vida cotidiana</b>.</p>
<p style="text-align: justify;">En ese marco vemos que, en realidad, se presentan <b>dos partidos entrelazados</b>: el concreto y literal, que juega el equipo de Shohoku contra el de Sannoh, y el sugerido y metafórico, que juega el propio Miyagi, y acaso su propia familia, contra los vaivenes de la existencia.</p>
<p style="text-align: justify;">Y es que una contienda deportiva tiene todos sus <b>elementos constitutivos explícitos</b>: sus reglas, sus participantes, su franja de tiempo acotado. Pero la vida es claramente mucho más <b>difusa </b>en todo eso. Y sin embargo ambos tienen en común la necesidad de resistencia, esfuerzo y entrega para salir adelante. Se es un héroe en ambos frentes, de maneras distintas y complementarias.</p>
<p style="text-align: justify;">La relación de Miyagi con el <i>basketball </i>es mucho menos superficial que la de Sakuragi (al menos la inicial). Ya la primera escena de la película nos muestra que este vínculo se crea a partir del entrenamiento junto a su hermano mayor, <b>Sota Miyagi</b>, un destacado jugador adolescente al que Ryota admira. Sota no solo es un <b>deportista promisorio</b>, sino también el <b>pilar </b>de los Miyagi tras la muerte del padre. Su propia muerte en un accidente <b>reconfigura el sentido del </b><i><b>basketball</b> </i>tanto para Ryota como para su madre. El niño, obsesionado por recuperar y reencarnar él mismo el espíritu del hermano perdido, intenta superarse a sí mismo en el juego, con inciertos resultados. La joven madre, profundamente herida, prefiere en cambio desterrar el <i>basketball </i>de su vida y la del hijo que le queda, porque esta dedicación está atada en ella a Sota.</p>
<p style="text-align: justify;">Es decir, se trata de <b>dos formas antagónicas de lidiar con un dolor compartido</b>, lo que se vuelve en un gran motivo de conflicto entre madre e hijo.</p>
<blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><p style="text-align: justify;">(Quisiera apuntar al margen una anécdota curiosa que sucedió en mi sesión en el cine. En la escena en la que la madre discutía crudamente con Ryota y le arrebata con brusquedad las pertenencias de Sota, se oyó la voz de un niño espectador que preguntó, seguramente a su adulto acompañante, “¿Por qué la mamá es tan mala con él?”.</p><p style="text-align: justify;">Me pareció una pregunta fascinante. En ocasiones nos damos muchas vueltas para tratar de trazar una <b>línea divisoria entre la apreciación infantil y adulta</b> de algunas historias. Con gran torpeza, como he comentado varias veces antes, esta franja se suele identificar en el tratamiento ramplón del sexo y la violencia. Una historia bien contada como <i>The First Slam Dunk</i> nos muestra otra forma, muchísimo más elegante, de dar cuenta de ello.</p><p style="text-align: justify;">Como el pequeño Ryota, aquel niño debió haber contemplado con estupor la <b>crueldad </b>aparentemente inexplicable de la madre. ¿Por qué lo trata así, si ya ha perdido un hijo? ¿No debería acercarse más a él? ¿Y por qué no deja que Ryota use las cosas de su hermano? ¿No sería esa una forma de honrar su recuerdo? Y sí, claro.</p><p style="text-align: justify;">Lo que se escapa de una mente más infantil respecto a esta escena, aventuro, es el particular <b>regusto del dolor</b>. Una madre ha perdido a su primogénito y ve que su hijo pequeño busca inútilmente calzarse sus zapatillas, reabriendo otra vez la herida. Por supuesto que es un episodio que podría mover a la <b>desesperación adulta</b>, porque el adulto entiende que el dolor más intenso es capaz de arrasar con todas las certezas, responsabilidades y afectos. Los adultos sabemos que, bajo las capas acumuladas de nuestros años y experiencias, seguimos tan d<b>esamparados ante el sufrimiento y la muerte</b> como cuando nacimos, y que normalmente tratamos de llevarlo lo mejor que podemos, disimulando la desesperanza o moviendo a una esperanza en otros, los pequeños, aunque nosotros no creamos ya en ella.</p><p style="text-align: justify;">Pero eso los niños no lo saben, o no lo asumen. Y, para cuando lo hagan, ya no serán niños).</p></blockquote>
<p style="text-align: justify;">El desarrollo del niño y adolescente Ryota como <i>basketballista </i>es también <b>el desarrollo de su duelo a partir de la individuación</b>: para crecer como jugador, no puede ser ya solo la sombra de Sota, lo que podríamos identificar también aquí como una <b>reiteración automatizada</b> de un modelo específico e irrepetible de jugador talentoso. Ryota tiene que asumir esa pérdida para poder optar a verdadera victoria, que es su propia <b>redención </b>ante la culpa de haber tenido un agresivo encuentro final con su hermano antes de que este muriera.</p>
<p style="text-align: justify;">Vemos entonces, en la línea del pasado de Ryota, los orígenes y primeros pasos de este conflicto. Y en la línea del presente, vemos de qué manera estos se subliman en sus jugadas contra Sannoh, junto al resto de los movimientos de sus aliados y contrincantes. Todo esto aparece ante el espectador entrelazado de una manera magnífica, con un sentido espectacular del ritmo.</p>
<p style="text-align: justify;">Las escenas del pasado están estupendamente bien narradas desde los <b>silencios y sutilezas</b>, como si fuesen viñetas de un cuento, con una mesura que aprovecha cada episodio para recargarlo de sentido sin saturar su expresión.</p>
<p style="text-align: justify;">Ejemplo de ello es el <b>desarrollo tangencial del duelo en los personajes femeninos</b> de la familia Miyagi, la madre y la hermana. Como <i>spokon </i>masculino, <i>Slam Dunk</i> nunca fue demasiado pródigo en la exploración interior de sus escasas mujeres. Pero, en este caso, esa aparente falta de pantalla se compensa con creces con las pinceladas que se entregan al espectador. Ni la madre ni la hermana juegan al <i>baskeball </i>como Ryota, pero libran igualmente sus <b>propios partidos</b> a lo largo de los años. La hermana pasa de negar a otros en su infancia la pérdida de Sota, quien ella proclama encontrarse apenas “de viaje”, a hablar con ligereza del aniversario de su muerte cuando ya es adolescente, en la celebración del cumpleaños (alguna vez compartido) de Ryota. ¿Cómo habrá sido el paso entre aquella negación y esta aceptación? La historia no nos lo cuenta, y está bien.</p>
<p style="text-align: justify;">Respecto a la madre, también apreciamos un cambio significativo entre aquella mujer <b>consumida por el dolor</b> a aquella que poco a poco comienza a apoyar más y más a Ryota en la consecución de sus sueños. Para mí fue increíblemente emotivo cuando se la mostró en las gradas del partido contra Sannoh, contemplando en silencio el juego de su hijo desde las sombras. Nada de despliegues excesivos de afecto, ni de discursos explícitos sobre una maternidad quebrada y sus reconciliaciones filiales: <b>las acciones definen a este personaje</b>, y nunca vemos más su propia redención como madre cuando la vemos allí y entendemos de refilón todo lo que debe haber trabajado por dentro para animarse a ver a su hijo, a Ryota y no ya a Sota, en el partido. La parquedad de su conversación final con el joven en la playa no hace sino remarcar de manera metafórica este <b>crecimiento</b>: Ryota ha crecido durante este partido, tanto física como interiormente. Y, mejor aún, <b>ella por fin puede verlo</b>. Como espectadores, no necesitamos más.</p>
<p style="text-align: justify;">El partido contra Sannoh, así, no solo se presenta y desarrolla ya como un <b>hito para Shohoku como equipo</b>. Recordemos, de hecho, que Shohoku vence al equipo más fuerte de la zona, pero que el debilitado estado en que quedan sus integrantes les pasa la cuenta y terminan perdiendo en el siguiente partido del campeonato. Una <b>victoria pírrica</b>, de las que tanto abundan en la vida y no tanto, quizá, en las historias.</p>
<p style="text-align: justify;">Desde el enfoque protagónico de Sakuragi en la historia original, esta victoria es ante todo un <b>hito deportivo</b> para el pelirrojo: supone la culminación de su inicio en el <i>basketball</i>, lo enlaza (al menos en términos cooperativos) a su rival Rukawa, y además le crea una lesión en la espalda que lo fuerza a detener su incipiente carrera, pero de la que espera recuperarse.</p>
<p style="text-align: justify;">Pero, en el caso del protagonismo de Ryota, la victoria contra Sannoh, en mi lectura, es <b>la culminación concreta e indirecta de su duelo personal y familiar</b>. Se ha vuelto un jugador de <i>basketball </i>valioso por su propio mérito, tanto ante sí mismo como ante su madre.</p><p style="text-align: center;">***</p><p style="text-align: justify;">Creo que ese es uno de los sentidos más bellos para mí de este tipo de historias deportivas, de <i>Slam Dunk</i> en general y de esta película en particular: que <b>nuestra disciplina de especialización nos permite un entendimiento y una expresión mucho más tangibles de las experiencias de vida</b>, como si las glosaran desde una metáfora al fin hecha materia.</p>
<p style="text-align: justify;">Es algo en lo que he pensado también ante mis propias <b>“victorias” literarias</b> de este año: mis tres publicaciones tradicionales, en tres países distintos. ¿Habrá alguna <b>sombra pírrica</b> en ellas? No lo sé. Quizá tampoco importe: la vida es incierta, <i>esto también pasará</i>, etcétera. Pensar en eso es tan vano como creer que me las “merezco”, como algunas personas bienintencionadas me han comentado, acaso más por cariño que por racionalidad.</p>
<p style="text-align: justify;">Un aprendizaje personal profundo e intransferible de este 2023 es que, en realidad, al menos en este tipo de asuntos, <b>nadie merece nada</b>.</p>
<p style="text-align: justify;"><strong><br /></strong></p><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: large;">La plegaria de Sawakita</span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: large;"><br /></span></strong></div>
<p style="text-align: justify;">Termino este texto con una de mis escenas favoritas de la película, muy marginal, protagonizada por <b>Eiji Sawakita</b>, el talento de Sannoh. En un recuerdo, se nos muestra al personaje <b>rezando</b>. Está tranquilo. Sabe que es el mejor y que su equipo es el más fuerte. Está en un contexto de absoluta victoria y supremacía. Pero claro, normalmente es más sencillo pedir por lo que no tenemos, o por lo que está mal. Así que él pide que <b>se le enseñe lo que aún no ha aprendido</b> y que, por ende, aún no alcanza a entrever.</p>
<p style="text-align: justify;">Entonces volvemos al presente, a la sorpresiva derrota de Sannoh. Porque eso es lo que el talentoso Sawakita tenía que aprender: <b>a vivir la derrota y a alzarse de ella</b>.</p>
<p style="text-align: justify;">Entonces el joven se echa a llorar, vencido y redimido a la vez por <b>aquello </b>a lo que le debe su talento, su gloria y su dedicación entera.</p>
<p style="text-align: justify;">Y es maravilloso.</p><p style="text-align: center;">***</p><p style="text-align: justify;">Siempre me he considerado una <i><b>underdog</b></i>, en la escritura y en la vida. No creo que eso vaya a cambiar mucho en lo literario, sobre todo viendo las directrices actuales y futuras de su campo cultural. Tampoco quisiera que cambiara demasiado, en realidad; me asusta. Pero la vida es incierta: <b><i>esto </i>también podría pasar</b>.</p>
<p style="text-align: justify;">Y, si pasara, quisiera seguir recordando a <b>Sawakita y su plegaria.</b></p>
<p style="text-align: justify;"><i>Enséñame lo que aún no he aprendido.</i></p>
<!--notionvc: e3a565b2-f821-4d64-92a8-120bd246f626-->Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-88823482435257055642023-11-02T12:23:00.005-03:002023-11-02T12:24:59.899-03:00Publicación de Antaño<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtXCe73lfatMyVZH5AUf4XOXi7aZnp5KH4p371yk0G3X8rqPlh7wz_hmCvUusNXaUH3RysL71ZlKsnXSNGLwYpWu56o4xYIZkcnV0ScU-HBgkOI78JmuP5Ozq7c43LP3GppG2AyB8gXOcFt8MnQGDDBVFZr0jlYlPV5v6AghYcUkTU-EDq3665FvLzC9qG/s2244/Anta%C3%B1o-Portada.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="2244" data-original-width="1475" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtXCe73lfatMyVZH5AUf4XOXi7aZnp5KH4p371yk0G3X8rqPlh7wz_hmCvUusNXaUH3RysL71ZlKsnXSNGLwYpWu56o4xYIZkcnV0ScU-HBgkOI78JmuP5Ozq7c43LP3GppG2AyB8gXOcFt8MnQGDDBVFZr0jlYlPV5v6AghYcUkTU-EDq3665FvLzC9qG/w263-h400/Anta%C3%B1o-Portada.jpg" width="263" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Ilustración de portada de Esmeralda Ríos.</td></tr></tbody></table><br /><p style="text-align: justify;">En octubre ha comenzado a circular <i><b>Antaño</b></i>, una nueva publicación literaria de mi autoría, la ¡tercera! y última de este año, publicada por el sello mexicano, independiente y tradicional, <b>Casa Futura</b>.</p><p style="text-align: justify;">Se trata de otra antología de cuatro cuentos, cuyo <b>índice </b>es el siguiente:</p><p></p><p style="text-align: justify;"></p><div style="text-align: justify;"><ul><li><b>La niña de oro</b></li><li><b>La marca de las estrellas</b></li><li><b>Los hijos del viento</b></li><li><b>El hijo del herrero</b></li></ul></div><p style="text-align: justify;">Esta es la <b>sinopsis </b>oficial del libro:</p><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><i>Antaño</i>, de la escritora chilena Paula Rivera Donoso, es un compendio de cuatro cuentos, donde la <b>magia</b> y las <b>criaturas feéricas</b> tejen su hechizo en cada página. Desde la amistad entre una niña y una criatura del bosque; una madre que recibe un presagio acerca de su hija; un misterioso huevo azul encontrado por dos amigos; y el asombro de un aprendiz de herrero al encontrarse con la magia misma, estas historias están <b>teñidas de fantasía</b> y exploran las luchas cotidianas de los personajes, quienes enfrentan retos y debilidades no lejos de nuestras propias batallas: <b>la vida y la muerte, la amistad y las separaciones, o la elección entre legados impuestos y deseos propios</b>.</blockquote><div style="text-align: justify;"><br /></div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;">Los maravillosos cuentos que Paula Rivera Donoso construye despiertan el asombro. Con un estilo narrativo embellecido por <b>líneas poéticas</b>, <i>Antaño </i>se incorpora al <b>creciente panorama de la fantasía latinoamericana</b>. Se trata de un libro donde descubrimos la belleza de palabras e imágenes que difícilmente serán olvidadas.</blockquote><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Pueden comprar la obra en la <a href="https://casafuturaediciones.com/producto/antano-impreso/" style="font-weight: bold;" target="_blank">tienda de la página web de Casa Futura</a>.<b> </b>Eventualmente, debiéramos contar también con una <b>edición digital</b>, y está en gestión algún arreglo para facilitar la adquisición del libro impreso en mi natal Chile.</p><p style="text-align: justify;">A continuación, comentaré algunas cositas de interés (al menos para mí) sobre este nuevo proyecto.</p><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: x-large;">Preámbulo personal</span></b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><p style="text-align: justify;">Por alguna extraña conjunción de destinos, este ha sido mi año de <b>cosecha </b>en términos de publicaciones formales, luego de un erial de una década tras la decepcionante experiencia de publicación de <i><b><a href="https://arboloria.weebly.com/laninaquesalioenbuscadelmar.html">La niña que salió en busca del mar</a></b></i>. Como he comentado antes, pensé que ya no volvería a este camino debido a la extrema hostilidad del campo editorial y a las angostas oportunidades para una persona con un proyecto autorial como el mío. Pero la vida es muy incierta, para bien y para mal, y resulta que en este contexto de pronto fue para bien.</p><p style="text-align: justify;">Desde luego, no era esto algo que hubiera planificado, o incluso meramente esperado. En esos pequeños arranques de locura entremezclada con esperanza a los que sucumbo a veces (cada vez menos, por desgaste), envié sendos manuscritos de cuentos a las convocatorias de las editoriales <b>Trazos de Aves</b> (Chile) y <b>Casa Futura</b> (México), porque me interesaban sus líneas de trabajo y sentía que podía calzar en ellas, además de que ambas eran tradicionales y no cobraban al autor por publicar. A Trazos de Aves les mandé el manuscrito del entonces <b style="font-style: italic;">Cuentos de Fabularia </b>(publicado finalmente, este mismo año, como <i><b><a href="https://arboloria.weebly.com/elidiomadelosdragones.html" target="_blank">El idioma de los dragones</a></b></i>), y a Casa Futura uno que armé con <b>relatos dispersos</b>, cada uno perteneciente a otros proyectos narrativos que no había logrado hacer cuajar. Por lo que recuerdo, ambos dictámenes favorables me llegaron muy cercanos en el tiempo, y fueron una sorpresa, sobre todo en el caso de Casa Futura, por su carácter internacional y el buen nivel literario del resto de su catálogo preexistente.</p><p style="text-align: justify;">Así que heme aquí otra vez: anunciando y comentando <i>Antaño </i>como cierre escritoril del año, muy agradecida por el amable y dedicado trabajo del equipo de Casa Futura con el texto y su presentación como libro concreto, incluyendo la bella ilustración de portada de <b>Esmeralda Ríos</b>. Me alegra muchísimo tener otro libro personal con un dragón en la portada. Pero les aseguro que no es solo por preferencia personal: en <i>Antaño </i>también hay un dragón pequeñito como personaje. La criatura que aparece en la portada representa el cuento en el que aparece. Otra representación es el huevito en el que está posado, que alude al tercer cuento.</p><p style="text-align: justify;">Aunque sueno muy comedida en todas estas palabras, naturalmente estoy muy contenta por este suceso. Sucede que, como le decía a una persona querida hace un tiempo, creo que las desgracias y decepciones pasadas en estas lides me rompieron <i>el cosito de la felicidad</i>, así que ya no me siento sicológicamente capaz de emocionarme de manera tan intensa como antes, o como esperé alguna vez, cuando era más inocente y tenía la esperanza menos abollada. Incluso hay una <b>melancolía especial, muy dulce, tras estas victorias simbólicas y sucesivas de mis palabras</b>, la confirmación quizá más rotunda que he tenido hasta ahora de que, ¡oh, sorpresa!, tal vez sí era digna de llamarme “escritora” después de todo… Acaso más ahora una descripción de lo que hago de lo que soy. Porque lo que soy es <b>Fantasista</b>, y eso no (me) admite cuestionamiento alguno.</p><p style="text-align: justify;">Pero no lamento del todo aquella pérdida. Se me parece más, quizá, a la simple aceptación de que el tiempo nos cambia y que ya no podremos sentirnos exactamente igual a como cuando, por ejemplo, éramos adolescentes y todo tenía el esplendor de lo puro y lo importante, en nuestros corazones y nuestras palabras torpes. Ahora las cosas no son ya así, pero el estado actual tiene su propia belleza, una que no hubiera podido jamás imaginar cuando era muchacha, y que paradójicamente me acerca más al verdadero espíritu de esa época de lo que yo misma encarnaba en esos años, con la salud mental echa trizas y buenamente abandonada por todo lo que no fuese imaginario.<br /></p><p style="text-align: justify;">De nuevo: el recuerdo de <b><a href="https://tierradefay.blogspot.com/2019/06/ursula-bajo-las-estrellas.html" target="_blank">Ursula K. Le Guin bajo las estrellas</a></b>, con una única lágrima, muy solitarias ambas, tras enterarse vía telegrama de que ha ganado el Premio Nébula de 1970.</p><p style="text-align: justify;">Hay felicidades y triunfos que están hechos para su <b>goce en la soledad y la dicha serena, melancólica</b>.<br /></p><p style="text-align: justify;">Yo no hubiera esperado eso de adolescente, pienso ahora. La escritura era también una forma de situarme en el mundo, aunque a nadie le importara (en el mejor de los casos) o les pareciera ridículo (en el peor), aunque nadie me leyera (en todos los casos). Creo que entonces esperaba dejar de ser invisible si persistía escribiendo en mi soledad de siempre. ¿Cuándo? No sabía: algún día. Daba igual. El futuro se extendía como el horizonte.</p><p style="text-align: justify;">Nunca pude imaginarme a mí misma en un contexto en el que fuese famosilla o adinerada. Mis mayores ilusiones en eso las sigo compartiendo aun ahora, y son tontorronas pero no imposibles: tener <i>openings </i>y <i>endings </i>animados y originales de Obra Mayor, e imprimir ediciones preciosas, ilustradas y muy gorditas. La diferencia es que ahora quiero todo eso solo para mí y, acaso, un par de amigos. Pero creo que sí esperaba, de alguna manera informe, que iba a poder celebrar abiertamente ese anhelado destino con gente querida. Gente que entonces no existía, por supuesto, pero que yo suponía (deseaba) que existiese en alguna parte de aquel horizonte. Esa ilusión era lo que ayudaba a amortiguar ese otro futuro que creía cernirse sobre mí: mi ruina absoluta al volverme una adulta legal, atrapada y simbólicamente castrada en mi casa de origen como el resto de mis familiares nucleares. (Sí, mi juventud fue algo así como una novela gótica mal escrita, pero eso es otra historia y no se las contaré explícitamente en ninguna ocasión).</p><p style="text-align: justify;">Hoy, teniendo ya a esa gente a mi lado, al fin, gente genuinamente contenta por estas publicaciones y lo que significan para mí, <b>redescubro de pronto el sentido de aquella soledad que siempre me ha acompañado con mis palabras, mis personajes y sus historias</b>, y puedo valorarla de mejor forma.</p><p style="text-align: justify;">Así que ahora estoy sola y acompañada, contenta y melancólica. Satisfecha por lo logrado tras tantos años de trabajo dedicado y silencioso, y a la vez <b>hambrienta por continuar escribiendo lo no escrito</b>, hasta que la vida se me acabe.<br /></p><p style="text-align: justify;">Todo está bien ahora. Quizá después vuelva a no estarlo: he dicho que la vida es incierta.</p><p style="text-align: justify;">Pero al menos ahora tengo más firmeza para creer que todo volverá a estar bien otra vez, porque esto es la Rueda de la Fortuna enmarcada en una <b>Providencia </b>que se escapa de mis alcances, y de momento es todo lo que necesito para animarme a continuar con mi camino. Tendré que poner mucho de mi parte para que siga siendo suficiente.</p><p style="text-align: justify;">Lo demás es Destino.</p><div style="text-align: justify;"><br /></div><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: x-large;">Los cuentos de <i>Antaño</i></span></b></p><p style="text-align: justify;">Cuando compilé de manera artesanal los cuentos de esta antología, me di varias vueltas en el título. A diferencia de <i><b>El idioma de los dragones</b></i>, cuyo eje vertebral era el mundo de Fabularia, esta compilación está más cercana a <i><b><a href="https://arboloria.weebly.com/elmusgoenlasruinas.html" target="_blank">El musgo en las ruinas</a></b></i>, que está compuesta por relatos de diversas etapas de mi vida y con distintas aproximaciones a mis temas de siempre.<br /></p><p style="text-align: justify;">Finalmente, y a contracorriente con los títulos más extensos y rimbombantes que había ideado hasta entonces, me decanté aquí por una única palabra, un único concepto: <b>Antaño</b>. ¿Por qué? Bueno, porque me encanta esa palabra. Es como el<b> pasado idiosincrático de la Fantasía</b>: terroso, ocre, encapotado.</p><p style="text-align: justify;">Sentí que era justamente eso lo que compartían los cuatro relatos que elegí para la colección. Todos están ambientados en <b>mundos premodernos</b> en los que la maravilla, aunque sea de manera contenida, forma ya parte de lo cotidiano. Todos están también conectados, de una forma u otra, con otros <b>pasados aún más remotos en sus sendas historias</b>. Ese pasado y su aceptación, refutación o negociación son lo que sale a buscar a sus personajes y les cambia la vida y el destino.</p><p style="text-align: justify;">Todos estos cuentos fueron escritos dentro de cierta franja de tiempo común con los de Fabularia. En un <i>sticker </i>de preguntas de mi <b><a href="https://www.instagram.com/arboloria/" target="_blank"><i>Instagram </i>público</a></b>, había gente interesada en saber en qué se asemejaba o diferenciaba este proyecto del de <i>El idioma de los dragones</i>. Pues creo que esta cercanía temporal crea muchas semejanzas, con matices importantes. Otra cosa relevante, y que resultó de manera accidental, es que la <b>estructura final</b> que le di a la compilación replica la de mis cuentos de Fabularia. En broma, he comentado a algunas personas que Antaño es como una suerte de <b>Lado B</b> de <i>El idioma de los dragones</i>, pero no porque esté hecha de descartes de aquel otro libro, obviamente, sino porque ofrece <b>aproximaciones más “silvestres” a los temas que me apasionan</b>. <i>Antaño</i>, para mí, es como el nexo que media entre <i>El musgo en las ruinas</i> y <i>El idioma de los dragones</i>.</p><p style="text-align: justify;">En cuanto a los cuentos, como dije, todos pertenecían a otros proyectos que no llegaron a puerto en sus formas originales. Los detallaré a continuación:<br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><b>I. La niña de oro</b></span><br /></p><p style="text-align: justify;">Este cuento breve pertenece a un proyecto en el que pretendía escribir una relato de Fantasía centrado en algún elemento que llevara por inicial cada una de las 27 letras del alfabeto en español. Avancé bastante con la propuesta (13 cuentos), pero me entrampé con algunas letras (por ejemplo, la ñ), y comprendí que la obra solo podría cobrar forma real siendo ilustrada, como un verdadero <b>abecedario de Fantasía</b>.</p><p style="text-align: justify;">Como saben, detesto todo lo que implique depender de otros para llevar a término un proceso creativo, y en general no me gustan las actividades colaborativas porque soy <b>individualista </b>y necesito una conjunción emocional y artística muy fuerte con el otro para animarme a compartir mi mundo con él. Ante la ordalía de encontrar un ilustrador estéticamente afín al proyecto, y la pobreza situacional que me impediría pagarle como debiera, descarté la idea, al menos de manera indefinida.<br /></p><p style="text-align: justify;">Pero del conjunto de textos que logré escribir, este me gustó mucho, así que lo rescaté y reescribí. </p><p style="text-align: justify;">Es un cuento sobre una <b>amistad singular entre dos niñas muy diferentes</b>, y cómo el paso del tiempo las va afectando de maneras diferentes a medida que ambas van acercándose íntimamente al mundo de la otra.</p><p style="text-align: justify;">Esta historia correspondía a la letra H de mi abecedario.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: large;">II. La marca de las estrellas</span></b></p><p style="text-align: justify;">Este cuento fue el único que logré escribir de un proyecto demencial, para el que obviamente no estaba ni estoy preparada: <b>reescrituras bíblicas desde la Fantasía</b>.</p><p style="text-align: justify;"></p><div>(Si les interesa un ejemplo extraordinario de una propuesta semejante, les recomiendo encarecidamente el cuento “Anunciación”, de <b>Gabriela Damián Miravete</b>, perteneciente a su estupendo libro <i><b><a href="https://odoediciones.mx/page.html?id=1haalelc5lnnl" target="_blank">La canción de todas las cosas</a></b></i>, que ahora pueden descargar gratis desde la web de su editorial, Odo Ediciones. Se trata de una <b>reescritura (bien) libre de la virgen María</b>. Sí, así como leyeron. Me dejó tibiecita y contenta tras leerlo; quise mucho chillar)</div><p></p><p style="text-align: justify;">Volviendo a “La marca de las estrellas”, en este cuento abordo una de mis obsesiones temáticas que hace tiempo no mostraba públicamente: <b>las relaciones materno-filiales</b>, con madres medio rotas y que sin embargo se esfuerzan por cargar sus pedazos consigo para enseñarle a sus propios vástagos, igualmente trizados, qué hacer con los propios. En este caso, también me abro a una narrativa que no suelo explorar: la <b>narración estilizada en primera persona</b> de esta mujer madre joven y salvaje que se ve enfrentada a una compleja profecía sobre su hija, a quien cría como mejor puede desde su soledad agreste, debatida entre el deber y sus instintos maternos.</p><p style="text-align: justify;">No revelaré la historia bíblica en la que está basada esta historia, para que sea más interesante su descubrimiento orgánico en el lector, si le interesa. Solo daré la pista de que se encuentra en el <b>Antiguo Testamento</b>.<br /><br /></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: large;">III. Los hijos del viento</span></b><br /></p><p style="text-align: justify;">Este cuento pertenecía originalmente a otra compilación de cuentos de Fantasía, anterior y a la vez similar a los de Fabularia, y era el cierre del libro. Este manuscrito fue rechazado en su momento por una editorial infantil, como comento en <b><a href="https://tierradefay.blogspot.com/2022/12/post-mortem-yo-autora-de-lij.html" target="_blank">este testimonio</a></b>. Curiosamente, este fue el único cuento del que la editora a cargo no me escribió NADA. No sé qué habrá significado eso: que no supo qué decir, ni bueno o malo, o que se le olvidó, o que no lo leyó al final. Misterios.<br /></p><p style="text-align: justify;">Volviendo al cuento, este es un antecedente de "Ojizarco", probablemente mi mejor relato de <i>El idioma de los dragones</i>, y muy querido por algunas personas sufrientes. Pero advierto que es acaso ¡más! triste que "Ojizarco", porque aquí la maravilla separa en lugar de unir desde el destino compartido.</p><p style="text-align: justify;">El mundo del peñasco de “Los hijos del viento” y sus leyendas aviares está inspirado vagamente en la <b>Aldea Orni</b> de la duología de los <i>The Legend of Zelda</i> de Nintendo Switch: <i>Breath of the Wild</i> (principalmente) y <i>Tears of the Kingdom</i>. Los ornis son una cultura de <b>gente pájaro</b>, y me gustan muchísimo porque a mí <b>me encantan los pájaros</b>. Su territorio y sus historias me evocaban muchas cosas, así que quise darles forma en una historia muy personal de amigos íntimos encontrados y desencontrados por el pasado recuperado, en el que está involucrado, claro está, un pajarito.</p><p style="text-align: justify;">El personaje de Tiuin está también levemente inspirado en uno de mis niños de Obra Mayor, justo cuando era niño.<br /><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><b>IV. El hijo del herrero</b></span></p><p style="text-align: justify;">Mi reescritura personal de "El herrero de Wotton Mayor", de J.R.R. Tolkien.</p><p style="text-align: justify;">Originalmente una novela corta, el relato incluido en <i>Antaño </i>es solo la primera de dos partes, porque funciona (creo) de manera individual. La única persona que ha leído la historia completa es la escritora <b>Mariela González</b>, y a ella también le gustó más la primera parte. De momento, no tengo intención de liberar la segunda, así que ustedes tendrán que imaginarse todo lo que pasa después. (No es tan obvio como parece: piensen en <i>La historia interminable</i>).</p><p style="text-align: justify;">Esta novela tiene una anécdota dolorosa para mí: la envié a una editorial española independiente y me la rechazaron ¡al día siguiente!, justo para la celebración de mi cumpleaños de entonces. Me quise morir; fue un día horrible. Hoy al menos lo puedo contar con la misma serenidad a la que he aludido antes: viví ese dolor casi sola, como quizá correspondería vivir todos los dolores, y ahora que ya ha pasado tanto tiempo me da igual compartirlo públicamente, aunque su recuerdo siga siendo desconcertante.</p><p style="text-align: justify;">Nunca olvidaré el dictamen: “Está bien escrita, pero no me engancha”. Me cuesta entenderlo porque el editor leyó la historia en un día. ¿Eso significa que al menos debía fluir mínimamente? No sé. Quizá por eso, también, no soy editora.</p><p style="text-align: justify;">No pretendo que ustedes se “enganchen” con esta historia (qué palabra nefasta, por lo demás, oye): solo necesitaba una persona que creyera en ella lo suficiente como para aceptar su publicación, y ya tuve dos en los editores de Casa Futura. Como sea, espero que también la puedan considerar bien escrita. Los que conecten ahora con ella serán las personas necesarias. Ojalá existan.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><hr /><p style="text-align: justify;">Con eso ha terminado mi recorrido y presentación personal de <i>Antaño</i>. Siempre finalizo este tipo de alocuciones invocando su llegada a los <b>lectores correctos</b>, porque en realidad asumo estos procesos como una <b>plegaria </b>y este es el cierre que creo que les corresponde.</p><p style="text-align: justify;">Pienso que la entrega es lo único que nos queda como escritores cuando publicamos estas historias tan, tan nuestras y las liberamos al <b>escrutinio del mund</b>o. La publicación es un proceso aterrador, no siempre necesario, pero siempre muy intenso, cuando ocurre. Es importante reconciliarse con esta cesión de nuestras palabras y confiar en que ellas sabrán hacerse camino en los corazones que estimen pertinentes.</p><p style="text-align: justify;">Espero que les guste <i>Antaño </i>y que, ¡ojalá!, puedan tenerlo como un ejemplar que haga compañía al de <i>El idioma de los dragones</i>, su hermanito mellizo.</p><p></p>Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-44620723872381919112023-09-15T10:05:00.000-03:002023-09-15T10:05:21.048-03:00Peligros y esperanzas de la Fantasía bootleg<div style="text-align: left;"><b><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjxWq7Qstc1GJ8exGtWgDHpZotcrEwca8Jdh4yAi8PVYcaVFr-W1lCaQAn9VMz8Ut_skCnjtPFJexPhuIIrExSXoo1DM6uT0_Y434KNJX17Rz8dxydy5ajB4XURbqf0mseiEwP6o7DRPGclm_qyxATh3N_zQ4njOo7ZtIVg73aUq--EVFmUmCFhcYlrPabC/s800/008.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="433" data-original-width="800" height="216" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjxWq7Qstc1GJ8exGtWgDHpZotcrEwca8Jdh4yAi8PVYcaVFr-W1lCaQAn9VMz8Ut_skCnjtPFJexPhuIIrExSXoo1DM6uT0_Y434KNJX17Rz8dxydy5ajB4XURbqf0mseiEwP6o7DRPGclm_qyxATh3N_zQ4njOo7ZtIVg73aUq--EVFmUmCFhcYlrPabC/w400-h216/008.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Ilustración de Roger Garland para "El herrero de Wotton Mayor", de J.R.R. Tolkien. <br />Representa la figurilla de hada en el pastel.</td></tr></tbody></table><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div><div style="text-align: left;"><b><span style="font-size: large;"> 1. La figurilla de la Reina de las Hadas en el pastel</span></b></div><div style="text-align: left;"><b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><blockquote><p style="text-align: justify;"><i>R</i><i style="text-align: justify;">etrocedió después en el tiempo con la imaginación, rememorando su vida hasta llegar al día de la Fiesta de los Niños y su encuentro con la estrella, y volvió súbitamente a ver la pequeña figura danzante con la varita mágica, y apartó avergonzado los ojos de la hermosura de la Reina. Pero ella se rio como ya lo había hecho en el Valle de la Eterna Mañana. «<b>No te aflijas por mí</b>, Frente Estrellada», dijo, «<b>ni te avergüences</b> demasiado de tu propia gente. <b>Acaso valga más una figurilla que el total olvido de Fantasía</b>. Para algunos ese es el <b>único atisbo</b>; para otros es el <b>despertar</b>. </i><span style="text-align: justify;">[…]</span></p></blockquote></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><blockquote><p style="text-align: right;"><b>"El herrero de Wootton Mayor", J.R.R. Tolkien</b></p></blockquote></blockquote><p></p><blockquote style="text-align: justify;"></blockquote><p></p>
<p><br /></p><div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;">“El herrero de Wotton Mayor” es una de las primeras lecturas a analizar en mi curso “Rumbo al Reino Peligroso”, en función de los valores y componentes de la Fantasía que su propio autor, también J.R.R. Tolkien, esbozara en su imperecedero ensayo <i>On-fairy Stories</i>. Es también uno de mis cuentos favoritos, porque en cada relectura sigo encontrando huellas que sugieren rutas rumbo a nuevos pensamientos en relación con la Fantasía. Una de las ideas que más me ha estado rondando en los últimos meses, y que en su momento anoté de manera casi literal en mis apuntes personales de mi curso, es la que se desprende del fragmento que he compartido al inicio de este ensayo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Es importante recordar parte de la premisa de la historia a fin de comenzar a enmarcar el sentido de esta cita. Este cuento se inicia con un pastel de conmemoración (la Gran Tarta) para la Fiesta de los Niños. El cocinero a cargo es Nokes, un hombre mundano y simplón que recuerda a una versión menos intensa del Thomas Gradgrind de Charles Dickens en <i>Tiempos difíciles</i>: una persona reacia a la imaginación y a la maravilla, y bastante desagradable. Sin embargo, a Nokes se le ocurre hacer una <b>fiesta temática centrada en lo feérico, porque asocia la idea de lo dulce a las hadas y, a ambos, al mundo infantil</b>. Para rematar su creación, el cocinero clava en el pastel una <b>figurilla </b>vestida de blanco y con una varita mágica rematada en una estrella, junto a un letrero que reza “La Reina de las Hadas”. Esa es la figurita que ve el protagonista de la historia, el herrero, cuando es niño. La narración no lo dice explícitamente, pero se intuye que se trata de una <b>bagatela</b>, tan alejada del verdadero espíritu feérico como el propio Nokes, razón por la que el herrero, ya adulto, y ante la Reina de las Hadas real, siente vergüenza.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Desde luego, este es un gesto inofensivo de parte del cocinero, pero no por ello menos despectivo en cuanto a la necesidad de una <b>aproximación responsable hacia el mundo feérico y sus implicancias</b>. Es una mirada que, por desgracia, encontramos a menudo en nuestro propio entorno cotidiano. Sabemos que los cuentos de hadas están, por diversos nudos y tropiezos contextuales, atados en la mentalidad popular a los niños, y que suelen presentarse a ellos a través de libros de precarias ediciones, con ilustraciones <i>kitsch</i>, sin valor artístico real, y textos abreviados o derechamente mutilados por fines edificantes hipócritas o subestimación de la capacidad de los niños para lidiar con temas esenciales de la vida (y que, de hecho, seguramente ya conocen). Si nos vamos al área de material educativo infantil, en especial para niños pequeños, vemos que el imaginario feérico o de fantasía genérico que a veces se usa para ilustrar actividades o unidades didácticas corresponde también a un constructo compuesto por elementos vagamente medievalistas, en los que podría sin duda calzar aquella figurita grotesca de hada que plantó Nokes en su pastel.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esa figurita está muy vívida en las visiones de mi mente. La visualizo como algo que podría venderse en <i>AliExpress</i>, o que podría encontrarse en un <i>mall </i>chino, en un mercado persa/tianguis, o en una feria local. Una figurita barata de mala calidad, quizá de plástico o tintura tóxicos, mal moldeada y peor pintada. Una figura quizá pirata, pobre imitación en serie de quién sabe qué otro juguete o franquicia. Acaso, un hada <i>bootleg</i>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><strong><div style="text-align: justify;"><strong><br /></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: large;">2. La Fantasía <i>bootleg</i>: definición y principios</span></strong></div></strong><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El concepto de <i>bootleg</i>, como palabra inglesa, remite a diversos significados. Su origen reside en la costumbre de los contrabandistas británicos del siglo XIX de esconder botellas de alcohol y otros objetos mercantiles en sus botas. De ahí en el tiempo, el significado se fue generalizando, hasta relacionarlo con un <b>objeto de carácter y/o distribución ilegal</b>. Aunque el foco principal del término está justo en esta ilegalidad, hoy en día se asocia también a la <b>mala calidad</b> de fábrica, a su bajo precio en el mercado y a la desvergüenza de su aspecto o propuesta, que llegan a ser casi irrisorios en su mezcolanza indiscriminada de personajes o logos de franquicias ajenas, y hechas de materiales paupérrimos y con apariencias que pueden ir de lo gracioso y tierno a lo espeluznante.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiM12uG3yy9-JSzti_UiqdtPUOe8M4vGucPsynQaxZgJYdtOLBNyNCbkMV4Oe5p6j_qGyK_hg5PD6S-8a5E3Lwwi3AeutTR-z3w4yjYrKVSVPiHoSUKw0bpeuyDSZ3VuMXA3JSzigXFV1gdkGjgZTS9Dqni4nQayXIpJh3gYlCBzMUZapF9nowSfg7A2jSJ/s662/mario%20bootleg.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="531" data-original-width="662" height="257" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiM12uG3yy9-JSzti_UiqdtPUOe8M4vGucPsynQaxZgJYdtOLBNyNCbkMV4Oe5p6j_qGyK_hg5PD6S-8a5E3Lwwi3AeutTR-z3w4yjYrKVSVPiHoSUKw0bpeuyDSZ3VuMXA3JSzigXFV1gdkGjgZTS9Dqni4nQayXIpJh3gYlCBzMUZapF9nowSfg7A2jSJ/s320/mario%20bootleg.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Ejemplo de <i>bootleg </i>de la franquicia de <i>Super Mario</i>. Parece ser una de esas construcciones con luces y música en las que se pueden montar niños, pero esta en particular es horrible y deforme, ilógica (¿no habría sido más intuitivo montar una figura de Yoshi?) y aparentemente cruzada con las formas de otro personaje, quizá Mickey Mouse o de Dumbo.</td></tr></tbody></table><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Para mí fue una sorpresa comprender que esta noción del <i>bootleg </i>era el concepto que necesitaba para describir y analizar cierto tipo de Fantasía contemporánea.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La Fantasía <i>bootleg</i>, así, sería para mí aquella producción literaria enmarcada temática o comercialmente en la Fantasía, pero que exhibe diversas <b>características constitutivas, propositivas y contextuales que la apartan de la naturaleza original de la Fantasía</b> y la acercan a un estatuto <b>bastardizado </b>o <b>precarizado </b>en su potencial artístico, estético e imaginativo, <b>pero no del todo desprovisto de él.</b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;">A continuación, propongo una serie de principios en proceso de la Fantasía <i>bootleg</i>:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><ul><li style="text-align: justify;">La Fantasía <i>bootleg </i>destaca por exponer y generar un atractivo lector por <b>elementos extrínsecos a la estética de la Fantasía</b>, de una forma simplificada que no se relaciona, por ejemplo, con la mixtura estilizada de géneros. De este modo, lo que queda de Fantasía en estas obras suele aparecer de manera <b>subordinada, genérica o secundaria, o bien, tan domesticada en sus principios que es como si apenas garapiñara la textura narrativa para hacerla más vistosa</b>. La Fantasía <i>bootleg </i>mejor lograda puede llegar a ofrecer un <b>entendimiento intuitivo y básico de algunas propiedades generales de la Fantasía</b> que ni el aspecto <i>bootleg </i>de su naturaleza podrían conseguir anular por completo, aunque sí se vean afectadas por su falta de desarrollo.</li></ul><ul><li style="text-align: justify;">La Fantasía <i>bootleg </i>no tiene <b>motivaciones ni ambiciones estéticas en su concepción y difusión</b>. Esto no quiere decir que no cumpla con otros deseos de su autor o que no tenga su propio mérito, pero la forma en la que se construye y promociona se relaciona más con los <b>valores capitalistas contingentes de la industria editorial y de los lectores normativos</b>. Su textualidad es simple o cerrada, de alcances desmesurados y poco sugerentes, porque <b>se expande en el lector desde espacios principalmente extra textuales.</b> La Fantasía <i>bootleg </i>es un producto cultural, obviamente, pero <b>no desea ser literatura</b>, así sea buena o mala o regular.</li></ul><ul><li style="text-align: justify;">La Fantasía <i>bootleg</i>, en sus ejemplos más logrados, busca generar en el lector <b>diversión sencilla y emociones intensas y explícitas</b> en un tiempo acotado de lectura, así como promover el cultivo de <b>actividades en el contexto de </b><i><b>fandoms</b> </i>para preservar su interés en el veleidoso campo editorial. Son historias que suelen escribirse y publicarse rápido, aunque haya mucho trabajo detrás del proceso, y están destinadas para el <b>consumo rápido y su posterior socialización con otros lectores</b>. La mayoría de ellas, a menos que resulten ser fenómenos culturales como <i>Harry Potter</i> (es decir, en casos excepcionales), suelen ser prontamente olvidadas por la comunidad lectura objetivo, a menos que entreguen nuevas publicaciones de la serie a la que pertenecen, o que su autor pueda manufacturar más obras de un estilo similar a mediano plazo.</li></ul><ul><li style="text-align: justify;">La Fantasía <i>bootleg </i><b>no discrimina en cuanto a éxitos, poderes o alcances de sus autores</b>. Lo mismo se presenta en <b>autores noveles</b> que se autopublican o que invierten en editoriales de pago como en <b>autores profesionales</b>, que tienen agentes literarios y que publican en distintos países y lenguas a través de sellos transnacionales. Podría decirse que la aspiración del autor novel de Fantasía <i>bootleg </i>es llegar al estatuto de autor profesional, al menos en cuanto a ganar mucho dinero por su obra (“vivir de la escritura”), ser adaptado a algún otro medio narrativo audiovisual popular en el momento y, como corolario de lo anterior, ser famoso.</li></ul><div style="text-align: justify;">Estas ideas están levemente inspiradas en las nociones de <b>paraliteratura </b>de Gemma Lluch (2005) y de <b>literatura de fórmula</b> de John Cawelti (1969), pero tienen el importante matiz de que están enfocadas específicamente a un fenómeno que me he dedicado a observar en la literatura que me interesa, la de Fantasía. Para este tipo de estudiosos, toda la Fantasía en sí sería una paraliteratura o una literatura formulaica, idea con la que yo obviamente discrepo. Intuyo que existe una dimensión formulaica y otra ¿estética? en toda expresión de literatura de género, cada una con sus manifestaciones particulares, pero desde luego que no me interesa meterme en esas otras literaturas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">He tratado de no darle un tono demasiado peyorativo a estos puntos esbozados, pero es probable que haya fallado porque, como se puede leer entre líneas, no me gusta nada este fenómeno; creo que <b>es opuesto a lo que quiero yo misma crear como escritora Fantasista y a lo que más me ha remecido de la Fantasía en su expresión literaria.</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hay algo interesante en la Fantasía <i>bootleg </i>a su modo, claro, pero también me resulta preocupante. Mi ser catastrofista tiende a sentir que hay un gran peligro en la popularidad masiva de la Fantasía <i>bootleg</i>, por su <b>capacidad por alienar a la comunidad lectora en torno a una visión estrecha y capitalizada del poder imaginativo, rebelde y redentor inherente a la Fantasía</b>. Sin embargo, no soy plenamente catastrofista (digamos que ya no estaría en este mundo si así fuese), justo porque la Fantasía me ha enseñado a trabajar el músculo de la esperanza. Y creo que hay una dimensión de <b>esperanza inesperada</b>, valga la antítesis, también en la propia Fantasía <i>bootleg</i>, y que está condensada en la cita que presenta este texto.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero, para llegar a todo ello, tendré que darme un rodeo discursivo y detallar algo más mis experiencias con este tipo de modalidad, que tienen que ver sobre todo con dos corrientes principales de Fantasía comercial: la predominancia del <i>worldbuilding</i> como componente constitutivo y la subcategoría del <i>romantasy</i>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><strong><div style="text-align: justify;"><strong><br /></strong></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><strong>2.1</strong> <strong>Primer riesgo de la Fantasía <i>bootleg</i>: el <i>worldbuilding </i>como negación evocadora</strong></span></div></strong><div style="text-align: justify;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiomgzZzBaNVO2osHaX9u5qPy0DRgey_2_y2qlh6RWYrjxxt-usREBMY0nOdFvjsizwaHHC_OZYtgi1vBHbzy77MrUhB1WaCApMji_cEEnbssyJDBipcFiVqSOiGWW7ji0630TUl2Y20BOL9YqyMp0W4Hq3Ujqvxy0xUR2yzbdjrfv1_VKoLm0NOZLgqXrp/s782/03.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="638" data-original-width="782" height="326" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiomgzZzBaNVO2osHaX9u5qPy0DRgey_2_y2qlh6RWYrjxxt-usREBMY0nOdFvjsizwaHHC_OZYtgi1vBHbzy77MrUhB1WaCApMji_cEEnbssyJDBipcFiVqSOiGWW7ji0630TUl2Y20BOL9YqyMp0W4Hq3Ujqvxy0xUR2yzbdjrfv1_VKoLm0NOZLgqXrp/w400-h326/03.png" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Brandon Sanderson y J.R.R. Tolkien: dos autorías con diferentes aproximaciones <br />hacia la creación de mundos secundario en la Fantasía.</td></tr></tbody></table><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El <i>worldbuilding </i>se ha establecido coloquialmente como un concepto operativo en estas narraciones para dar cuenta de qué tan vistoso u original es el mundo secundario de la obra de Fantasía, y que suele derivar en una <b>sistematización</b> de la noción y usos de la magia, o naciones o culturas diferenciados, por ejemplo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por supuesto, los orígenes del <i>worldbuilding </i>como concepto aplicado a la Fantasía son más complejos y tienen implicancias más profundas. Probablemente su antecedente más sólido en esta estética, en lo que respecta a lo que nos interesa, el <b>Lenguaje</b>, es la <b>mitopoiesis </b>de Tolkien (el acto de creación de mitos contemporáneos). Este término nos sugiere que importaría más<b> crear la idea o sensación de un mundo secundario inmersivo o encantador (en la acepción mágica de la palabra) desde la propia palabra literaria</b> antes que una suerte de enciclopedia o <i>wiki </i>con todas sus entradas bien parceladas y llenas de menciones o hipervínculos a otras.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La obra de Brandon Sanderson se yergue como un espectacular referente de una Fantasía que tiene por eje el <i>worldbuilding</i>, pero confieso que no he podido con ninguna novela suya. No me intimidan la extensión ni la galería de lugares o personajes (me encanta la literatura rusa decimonónica); lo que me sucede es que me aburro mucho leyéndole. Estoy consciente de que, si pretendo continuar abordando el estado del arte de la Fantasía contemporánea, tendré que darme la tarea de leerlo, sobre todo a través de los trabajos que más me interesan de manera orgánica y que no se relacionan tanto con sus sagas principales. Pero, de momento, me abruma mucho la idea, también por algunas razones ideológicas que desarrollé en mi <b><a href="https://boletinfay.substack.com/p/boletin-de-fay-13" target="_blank">Boletín de Fay #13</a></b>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En todo caso, más que centrarme en lo que ofrecen en sí las novelas de Sanderson, me interesa aquí resaltar de qué manera uno de sus mayores fortalezas, según el público lector fanático, estriba precisamente en la idea de <i>worldbuilding</i>. Y en cómo este concepto ha permeado, hasta quizá cierto grado embrutecimiento, la forma de aquilatar, pensar y comentar una obra de Fantasía en tiempos contemporáneos, hasta el punto en que resulta bastante difícil dar con una reseña <i>fan </i>de este tipo de trabajos que no mente al <i>worldbuilding</i>, el <i>lore</i>, los sistemas de magia y otros términos que parecen ya inscritos en piedra.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">(Si a ti, como lector de Fantasía, te quitamos estas palabras, y de paso sus sinónimos o términos afines, ¿podrías comentar de manera nítida una obra de esta estética? ¡Suspenso! Pensémoslo todos como un desafío personal)</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Una de las críticas más interesantes que he leído al concepto de <i>worldbuilding </i>y a su popularidad en autores y lectores viene, curiosamente, del escritor <b>M. John Harrison</b>. En una entrada de 2007 ya no disponible de su blog, titulada <a href="http://web.archive.org/web/20080410181840/http://uzwi.wordpress.com/2007/01/27/very-afraid/" target="_blank"><b>“<i>very afraid</i>”</b></a> (¡ah, cuando los escritores tenían blogs en los que compartían sus pensamientos sobre su disciplina…!), Harrison desglosaba algunas ideas sobre sus reparos ante este palabrejo y lo que podía implicar. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">No concuerdo con todas sus visiones al respecto, porque creo que hay una distancia crítica entre la noción del subcreador y la escritura imaginativa de un mundo secundario como acto generativo de inspiración cristiana y la capitalización gringa y muy secular del <i>worldbuilding</i>, pero eso no importa en este contexto. Cito a Harrison, traducido por mi propia mano, en lo que sí me importa:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><i><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><blockquote><p style="text-align: justify;"><i style="text-align: left;">Las técnicas de representación [del worldbuilding] se usan para validar la invención, con la idea de proveer una creación secundaria para que el lector la “habite”; pero, también, en otro sentido, se usan como una excusa o coartada para el acto de inventarse cosas, como para legitimar una actividad por lo demás cuestionable. Este tipo de worldbuilding, en realidad, socava los mejores y más emocionantes aspectos de la ficción fantástica, al subordinar lo incontrolable, lo intuitivo y lo auténticamente imaginativo a lo explicable; y al reemplazar la lógica sicológica, poética y emocional con la racionalidad de la falsificación. […]</i></p></blockquote></blockquote><br /></i></blockquote><div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;">Harrison considera además que el <b>rol activo del lector es esencial, que el lector es quien completa la obra en su interacción personal con el texto</b>. Esto es una obviedad para cualquier persona que sepa algo de literatura como disciplina, pero siempre está bien recordarlo en relación, precisamente, con textos que no suelen estudiarse en la academia hispanoamericana, como los textos de ficción imaginativa. Es lo que hace Harrison. Si una obra ofrece un <i>worldbuilding </i>de espeluznante detalle y minuciosidad compositiva, según lo que entiendo de este autor, eso <b>limita la posibilidad de co-construir aquel mundo secundario</b> que se ofrece, en principio, en una suerte de borrador al lector. No hay espacio entonces para la <b>interpretación</b>, que es un ejercicio fundamental para recargar de sentido a la obra literaria.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">A estas ideas yo agregaría lo siguiente: puesto que Harrison considera en sí el acto de leer interpretativamente como un juego, en oposición a la lectura cerrada y lineal de un texto operacional, eso sugiere que el <b>aspecto lúdico</b> que suele expresarse en este tipo de obras de <i>worldbuilding </i>en espacios extra literarios (<i>cosplays</i>, juegos de rol, <i>fan arts</i>, etc.) corre el riesgo de transformarse en una <b>feble compensación por algo que el texto mismo no ha podido entregar al lector. </b>No digo que estas actividades sean negativas en sí mismas, por supuesto, sino que me parece extraño que su presencia parezca muchas veces opacar la propia obra literaria, en lugar acaso de complementar la experiencia.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y esto, por supuesto, nos lleva de nuevo a la idea de Fantasía <i>bootleg</i>: parte de la belleza imaginativa que conlleva la Palabra de la Fantasía, si no se la toma en serio, puede verse<b> reducida en su potencia lingüística y desplazada, con toda la pérdida subversiva e íntima que ello conlleva, al espacio no literario, social y capitalizado.</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ahora bien, todo esto que describo no viene solo de autorías pro <i>worldbuilding </i>como las de Sanderson, claro, sino también de otros medios narrativos de Fantasía. El punto es que ellos, como los videojuegos, poseen otras textualidades, por lo que el <i>worldbuilding </i>es más idiosincrático en ellos. La responsabilidad última, creo, recae más bien en <b>la apreciación y validación del lector</b> ante este tipo de situaciones.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Porque, de hecho, ya los creadores de los medios no literarios llevan muchísimo tiempo repensando críticamente cómo evocar un mundo ficcional vívido en el receptor, sin recurrir a subterfugios mecanizados. En efecto, en este bellísimo video comparativo entre los motivos e imaginarios de <i>The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom</i> y diversas películas clásicas de <i>Studio Ghibli</i>, titulado <a href="https://www.youtube.com/watch?v=gtDPr2hcyZY&t=130s&pp=ygUNYmV5b25kIGdoaWJsaQ%3D%3D"><b>"Rekindle the Light: How <i>Studio Ghibli</i> Inspired <i>Tears of the Kingdom</i>"</b></a>, se nos comparte un diálogo muy interesante y sencillo entre dos maestros creadores: Shigeru Miyamoto y Hayao Miyazaki.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Cuando ambos refieren a la creación de un mundo imaginario en sus respectivos medios, comparten la creencia de que la anhelada inmersión ficcional se puede trabajar a partir de lo que implica <b>existir sensorial y memorísticamente en esos espacios</b>. La animación lo hace desde la creación de espacios audiovisuales, y los videojuegos, desde espacios audiovisuales interactivos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Lo que extraigo a partir de estas palabras, así como de mi propio conocimiento de sus sendas obras, es que esto se trabaja a partir de <b>sugerencias al receptor</b>. Conectando esto con las ideas de Harrison, estas sugerencias permiten la <b>re/co creación del espacio, del mundo mismo, como un acto de evocación personal a partir de un estímulo dado desde el lenguaje.</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Considerando estas visiones, no es de extrañar entonces que la conceptualización de la mitopoética desde la mirada personal de Tolkien no se haya presentado como tal en un tratado de cientos y cientos de páginas, y ni siquiera en un ensayo. Se presentó en un poema de mediana extensión, dedicado a C.S. Lewis: "Mythopoeia".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Alguna vez, en el contexto de una conferencia que impartí, comenté medio en broma en la ronda de preguntas que teníamos ya que <b>pasar del modelo del <i>worldbuilding </i>al <i>worldthinking</i></b>. Ironías aparte, creo que esa intuición del momento no parece tan descabellada.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En la medida en que vayamos asimilando cada vez más, desde nuestra mente y desde nuestra prosa, que un mundo secundario literario se yergue más desde la <b>poesía </b>(acto de lenguaje) que desde una <i><b>wiki </b></i>(acto de hipervínculos que en realidad no conectan nada de manera orgánica), nos iremos alejando de la <b>paradójica funcionalidad desmesurada</b> de la Fantasía <i>bootleg</i>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><strong><div style="text-align: justify;"><strong><br /></strong></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><strong>2.2</strong> <strong>Segundo riesgo de la Fantasía <i>bootleg</i>: el <i>romantasy </i>como anulación de la alteridad</strong></span></div><div style="text-align: justify;"><strong><br /></strong></div></strong><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgi3tSP3132X9kaKLfXEwQ5Eh78S8emgcpcpy7g3Nt470nlAjJsO7SdgpyQh1GpnS3fUWKGJrETDOQfQ52WAPIMIcRKYO7wV47X5Ml16o7yV6emhkMg0_jBxxOmLAuIcc_OQWF3misd8oGhq_TDYnJFcmsVLuk26hGwt1GG2Shbzco7t5AQgfoBn5HqycL4/s3105/portada_alas-de-sangre-empireo-1_rebecca-yarros.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="3105" data-original-width="2000" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgi3tSP3132X9kaKLfXEwQ5Eh78S8emgcpcpy7g3Nt470nlAjJsO7SdgpyQh1GpnS3fUWKGJrETDOQfQ52WAPIMIcRKYO7wV47X5Ml16o7yV6emhkMg0_jBxxOmLAuIcc_OQWF3misd8oGhq_TDYnJFcmsVLuk26hGwt1GG2Shbzco7t5AQgfoBn5HqycL4/w258-h400/portada_alas-de-sangre-empireo-1_rebecca-yarros.jpg" width="258" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Portada de la novela <i>Alas de sangre</i>, de Rebecca Yarros, en la que me basaré para desarrollar este apartado. Graciosamente, la portada es lo más sobrio de la obra.</td></tr></tbody></table><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El <i>romantasy </i>es un subgénero comercial de la Fantasía. Como tal, me resulta difícil de definir formalmente, porque en realidad e<b>l amor y el sexo han sido siempre temas esenciales en la historia de la literatura</b>, y su vinculación con la Fantasía y sus propios antecedentes preliterarios acarrea varios siglos. Hoy en día, además, no resulta fácil rastrear los orígenes y trayectorias de conceptos surgidos en las comunidades de aficionados por sus propios desplazamientos en espacios virtuales cada vez más crípticos para los neófitos, y redes sociales cada vez más ajenas a la textualización. Por ello, no he podido hallar ninguna fuente textual concreta o fiable para el término “romantasy” en el sentido en el que se usa hoy o sus orígenes, así que esbozaré algunas características que he podido reunir de las obras que he hojeado.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Como sugiere la contracción, una historia de <i>romantasy </i>se caracterizaría, principalmente, porque <b>su núcleo narrativo está asentado en un vínculo sexoafectivo</b>. El componente imaginativo de la obra, según lo que he visto en el oficio de su creador, podrá estar más o menos planteado en relación con este nexo: a veces incide directamente en lo que une o aleja a los personajes, y otras está dispuesto como un mero elemento decorativo para una historia y una pareja que bien podrían presentarse en nuestro mundo, cambiando algunas cosas por aquí y por allá. Asimismo, me ha dado la impresión de que el <i>romantasy </i>puede tener <b>diferentes orientaciones sexuales y grados de intensidad o variedades de relación</b>, aunque parecen destacar los<b> vínculos heterosexuales</b>, las preferencias por <b>cuerpos de atractivos normativos</b>, un entendimiento del sexo en ocasiones <b>más pornográfico que erótico</b> y conexiones emocionalmente <b>turbulentas o ambiguas</b>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Como me sucede con las obras que prestan demasiada atención al <i>worldbuilding</i>, el <i>romantasy </i>también se me hace arduo de leer. En este caso, las razones son otras. Nunca he sentido mucho interés por historias enfocadas en vínculos o deseos amorosos/sexuales, porque normalmente <b>no tienen nada que ver con los míos</b> (pasados o presentes), y <b>su cualidad de lejanía estilizada no está lo bastante bien lograda (para mí) como para que me apele desde el extrañamiento</b>. En el caso de cierta línea de <i>romantasy</i>, creo que además se trabaja mucho desde una “<i>fantasía</i>” sexoafectiva de adolescentes o mujeres jóvenes (o adultas con mentalidad de tales en estas lides) heterosexuales y, en general, <i>normies</i>, y tampoco puedo conectar con ese perfil. Sí he llegado a apreciar mucho algunos romances ficcionales de historias de Fantasía que tenían otros enfoques narrativos o temáticos, como lo expliqué en mi kilométrico <b><a href="https://tierradefay.blogspot.com/2023/04/a-proposito-de-xenoblade-chronicles-3.html" target="_blank">ensayo sobre <i>Xenoblade Chronicles 3</i></a></b>, o como comenté en su momento en <b><a href="https://leemujeres.cl/paula-rivera-donoso-fantasia/" target="_blank">esta entrevista para la web chilena <i>Lee Mujeres</i></a></b>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Curiosamente, parte de mi motivación para darle forma a este otro esayo actual viene de mi experiencia de lectura de una obra rotulada como <i>romantasy</i>: <b><i>Alas de sangre </i>(<i>Fourth Wing</i>, 2023), </b>de la estadounidense Rebecca Yarros, el primer libro de la naciente saga de Los <i>Empíreos </i>y su primera incursión en la Fantasía, luego de una carrera especializada en ficción romántica.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La novela ha sido éxito rotundo, y se ha difundido muchísimo por esa red del averno que es <i>TikTok</i>. Y claro, se hablaba mucho de su romance con populares <i>tags </i>de <i>fanfics </i>que codifican una red de tópicos, como <i>enemies to lovers</i> o<i> slow burn</i>. Pero también se decía que era <b>una obra digerible de Fantasía épica</b>. En particular, me llamó mucho la atención este mesurado comentario de <b><a href="https://www.goodreads.com/review/show/5656147788" target="_blank">Joaquín Garza</a></b>, un lector que sigo en <i>Goodreads</i>, y que pudo hacer una valoración muy interesante de la historia. En ella, Joaquín destacó <b>la presencia y tratamiento de los dragones</b> desde una tradición que suelo disfrutar mucho leer, sin importar el contexto literario.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Así que, intrigada, finalmente me animé a leerla.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Para sorpresa personal absoluta, a diferencia de otras obras populares de Fantasía con las que no he podido motivarme, pude avanzar por ella bastante rápido y conseguí terminarla, divirtiéndome y distrayéndome de otras angustias personales en el proceso.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Aclaro de inmediato: la novela <b>está escrita horriblemente</b>. Ojo: he dicho escrita y no narrada. El ritmo narrativo es muy rápido; siempre están pasando cosas y casi todas tienen algún propósito funcional en la historia, que se va desenvolviendo de una manera competente y adecuada a su naturaleza. No es un modelo de narración que me suela acomodar, pero aquí no me molestó y hasta me entretuvo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En <b>términos estilísticos</b>, que es en lo que me interesa centrarme, la obra es muy inferior a lo que he leído de Brandon Sanderson y de Samantha Shannon, a quien incluso le dediqué <b><a href="https://tierradefay.blogspot.com/2020/01/a-proposito-de-el-priorato-del-naranjo.html" target="_blank">un ensayo sobre el estilo en la Fantasía por la decepción que me había supuesto su prosa</a></b>, y probablemente a muchas otras obras mediocres con las que sido más dura en mi mente. Pero hay bastante que se puede escribir y pensar de ella como representante actual del triunfo del <i>romantasy</i>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Primero, me interesa destacar que hay una <b>vulgaridad esencial</b> que permea toda la obra. Omito de esto la construcción afectiva-romántica en sí entre la pareja protagónica, la protagonista Violet Sorrengail y Xaden Riorson. Mi foco se desplaza a otra parte: el hecho de que <b>Violet se pase prácticamente en celo ante Xaden durante toda la novela, incluso después de intimar con él</b>. Creo que eso en sí mismo es más grotesco que el par de detalladas relaciones sexuales que se narran en la historia, y que son tan “coloridas” en su descripción que resultan graciosas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Supongo que esto en sí no me enoja porque estoy consciente de que <b>escribir literariamente de sexo es dificilísimo</b> y muy fácil hacerlo de manera ridícula, cursi o patética, incluso si se es un escritor por lo demás competente. Hasta hay un premio llamado <i><a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Literary_Review#:~:text=Bad%20Sex%20in%20Fiction%20Award,-Each%20year%20since&text=The%20award%20was%20established%20by,%2C%20and%20to%20discourage%20it%22." target="_blank"><b>Bad Sex in Fiction</b></a></i> que tributa a esa dificultad y a quienes no logran superarla.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Evidentemente, en la prosa feísima de Yarrow no vamos a encontrar nada del nivel de la colección <i>La sonrisa vertical</i>, o propuestas de surrealismo erótico como las de Marosa di Giorgo, o las de relaciones sáficas como las de Sarah Waters o Jeannette Winterson. Pero creo que esto se debe no solo a un asunto de oficio o interés literario. También creo que se debe al hecho de que <b>las escenas sexuales de cierto tipo de <i>romantasy </i>no parecen buscar el erotismo (más o menos explícito) como sugerencia sensorial desde los recursos estilísticos, sino una forma de pornografía</b> en la que el texto debe suplir lo que no se puede lograr desde el más efectista recurso audiovisual.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Nada sale mal o regular en estos encuentros. Todo es <b>perfecto</b> y muy <b>placentero</b>. Los cuerpos de los amantes son deseables porque ambos son guapísimos, y si tienen imperfecciones, como las hipérboles del porno, estas están transformadas para que sean <b>formas alternativas de un atractivo que sigue siendo normativo</b>, pese a lo exagerado.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Violet y Xaden están vinculados mágicamente por el pacto de sus sendos dragones, que son pareja, pero este interesante planteamiento se ve lastrado por la i<b>ntención utilitaria</b> de tener una excusa para acercarlos más allá del deseo inicial mutuo que ya sentían el uno por el otro y que se nos confirma bien avanzada la novela. Es decir, solo refuerza, desde una tensión similar a la intriga, lo que habría podido pasar igualmente. En otro pasaje desaprovechado, Violet percibe las oleadas de deseo de su propio dragón apareándose con su compañera, y Xaden le enseña a bloquear los estímulos. Fuera de la incomodidad de esto en la joven, no se exploran con más ahínco otros temas aledaños que se sugieren desde el texto, como las <b>discusiones sobre intimidades forzosamente compartidas</b>, o <b>¡el deseo mismo de los dragones!</b> ¿Cómo eso no va a ser interesante y digno de tratamiento narrativo, fuera del chiste flojo y obvio? Y en los pasajes sexuales entre los jóvenes, el poder del trueno de Violet, en su clímax, destroza el inmobiliario de sus habitaciones… La situación se lee tan tonta como la presento aquí. Peor que eso, se lee como una <b>alegoría</b>: el orgasmo… <i>es como un trueno.</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">... ... ...</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hay una vulgaridad muy curiosa en este <b>sexo paradójicamente aséptico y funcional</b>, sin porosidad alguna, en la medida en que plantea una suerte de <b>escapismo del acto sexual como encuentro de intimidades negociadas</b>, así sea romántico o no. En cuanto a su tratamiento desde la Fantasía, se aprecia una intuición valiosa: <i>la magia es una fuerza instintiva, salvaje</i>. Pero todo en ella parece estar en función de condimentar el fornicio de los héroes y la dimensión <i>spicy/horny</i> de su relación. No se la usa como<b> dispositivo de exploración de todo lo que podría transformar su presencia</b>, y que sería lo distintivo que podría aportar la naturaleza imaginativa de estos componentes.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En fin: que un trueno no es (<i>solo</i>) como un orgasmo…</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Aquella vulgaridad se aprecia también en el <b>registro estilístico</b> general de la obra. Los personajes, sin importar su naturaleza, personalidad o rango, se expresan indistintamente con palabras como <i>fuck</i>, <i>shit </i>o <i>asshole</i>. Insisto en el matiz: no se presentaba esto como una <b>caracterización</b>, sino como si las groserías de nuestro mundo (sobre todo de contexto anglo contemporáneo) fuesen el recurso más expresivo que pudiese haber encontrado la narración para denotar algunas emociones intensas. También abundan <b>anamundismos </b>extremos: <i>sexy</i>, <i>cool</i>, <i>vibe</i>, ¡los meses del año con los nombres de nuestro mundo! Para terminar, se reitera una <b>estructura </b>muy particular de oraciones que buscan retratar la exasperación de la protagonista: <i>oraciones.escritas.así.con.punto.seguido</i>. Como el discurso de los gringos indignados en redes sociales que buscan recrear condescendientemente el énfasis de cada palabra que se pierde de la comunicación oral. Pero esta estructura no es necesaria en una obra literaria, porque se asume que el autor sabrá recrear (o al menos entenderá la necesidad de tratar de hacerlo) todos estos matices de la comunicación desde los recursos propios del texto literario.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Claramente, esto no sucede en <i>Alas de sangre.</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hay una <b>nula conciencia estilística</b> sobre cómo podrían pensar o hablar personajes en un mundo secundario de Fantasía, o cómo se debería narrar todo esto para al menos sugerir que se trata de una <b>construcción con un propósito estético efectivo</b>. Si bien este es un problema habitual de la Fantasía <i>bootleg</i>, aquí resulta particularmente irritable porque pareciera ser que no es que a la autora se le haya escapado esto por un error trascendente a la experiencia del escritor, sino porque en realidad pensó que debía ser una buena idea. ¿Por qué? No puedo entenderlo; confieso mis límites intelectuales al respecto. Me parece algo muy intrusivo y distractor, por cierto que mucho más que el tosco <i>infodumping</i> de <i>worldbuilding </i>y que también ha sido criticado por lectores más quisquillosos en estas cosas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">A propósito de la aparente <b>ambigüedad de las categorías comerciales gringas</b> de las literaturas clasificadas por rango etario (principalmente, <i>Young Adult</i> y <i>New Adult</i>), cabría preguntarse también por las razones por las que <i>Alas de sangre</i> se considera una novela destinada a adultos. En mi lectura, me encontré con una obra que, salvando el <b>sexo explícito</b> y el <b>lenguaje soez</b>, sería bastante digerible para un público juvenil actual, según las tendencias vigentes. Veamos: tiene una prosa muy rápida, está narrada en primera persona y en presente, posee limitados alcances introspectivos y es muy sencilla en su tratamiento tanto en el desarrollo sicológico de los personajes como del conflicto político de su mundo…</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¿Es que entonces lo que define la adultez, desde este marco interpretativo, es apenas el sexo y las groserías…?</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En fin: por fortuna, no todo es grotesco en esta novela. Si apartamos todas las ordinarieces descritas, como apunté líneas atrás, nos encontramos con una <b>historia genérica de Fantasía épica con muchos elementos entretenidos, nada originales ni valiosos en sí mismos, pero válidos a su manera</b>: una academia militar en la que cada rutina puede matarte, una protagonista insufrible que posee matices redentores (es ingeniosa, compasiva y esforzada), una familia con algunas tensiones sugeridas y otras explicitadas, un puñado de amigos y compañeros esquemáticos que sin embargo tienen sus buenos momentos, un conflicto político en el que obviamente nada es como parece al inicio, el resurgimiento fáctico de peligros que alguna vez estuvieron constreñidos al terreno de las leyendas, y… ¡dragones! <b>¡Dragones decentes!</b> Dragones pertenecientes a aquella bonita tradición que los presenta como seres pensantes y a la vez arcanos, así como compañeros de los humanos a través de complejos vínculos y cesiones de poderes.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por supuesto, los dragones unidos a Violet fueron mis personajes favoritos de la obra. Tairn es un dragón poderoso e importante, y a la vez es muy gruñón y sarcástico (se entiende, al tener un vínculo con alguien como Violet), dos trazas de personalidad que me encanta ver en este tipo de criaturas mayores, y Andarna es una dragona niñita muy adorable. Las escenas en las que ella ayudaba a Violet y se cansaba, o cuando debía ser llevada bajo el cuerpo de Tairn, me parecieron muy tiernas y bien logradas. Entiendo que personas más conservadoras en su apreciación de los dragones en la Fantasía encontrarían esto tan horrible como todo lo demás, pero a mí me encanta la<b> <a href="https://www.academia.edu/29125385/La_representaci%C3%B3n_del_drag%C3%B3n_en_The_Book_of_Dragons_de_E_Nesbit" target="_blank">variedad dragonil</a></b> mientras se preserve siquiera <b>un ascua del misterio, poder y majestuosidad del dragón como figura mitológica</b>, cruzada también por la<a href="https://www.academia.edu/39436887/El_dragon_humanizado_como_reescritura_de_la_leyenda_de_San_Jorge_en_The_Reluctant_Dragon_de_Kenneth_Grahame" target="_blank"> <b>fragilidad y la ambigüedad</b> <b>de un tratamiento más humanizado.</b></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Estos puntos positivos de la obra coinciden con motivos y temáticas que me interesaban mucho como lectora adolescente en busca de historias de Fantasía para cualquier edad, cuando tanto mi conocimiento de ella y mis posibilidades de acceso a libros de su estética se me veían muy limitados.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Sin embargo, sé que aquella retahíla de vulgaridades me habrían incomodado. Aún más: no habría entendido su razón de ser.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Vivimos en una <b>sociedad hipersexualizada</b>, de modo que sus discursos se imponen y se te aparecen incluso si no quieres estar ante ellos (o si no quieres enfrentarlos en <i>determinado </i>momento…). Es esta una hipersexualidad además mercantilizada que se ha vuelto una especie de <b>marca más de pertenencia y, por tanto, de exclusión</b>, cuando tu propio deseo, o la carencia de este, o todos los complejos y delicados matices que lo cruzan, no calzan del todo con lo que se espera o se valida o transa desde la sociedad. (Por supuesto, no me refiero con esto a parafilias radicales o vínculos abusivos, coercitivos y/o sin consentimiento, sino, por ejemplo, a situaciones como el amplio matiz de la asexualidad. Es decir, experiencias más o menos periféricas que, en sí mismas, no dañan a nadie).</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por ejemplo, de adolescente, en el contexto del plan lector escolar, tuve que leer diversos libros con escenas de sexo que me parecieron grotescas, y otras hasta abusivas. Y no eran obras notoriamente canónicas, sino más bien de un canon chileno-hispanoamericano que no tiene demasiado valor estético ya que ofrecer. Nunca leí en el colegio <i>La Odisea</i> de Homero, pero leí <i>Ardiente paciente </i>de Antonio Skármeta. ¿Por qué? Mi vida adolescente estuvo mucho más cercana al motivo de la dificultad del regreso a casa de Odiseo que a chabacanerías como la escena del huevo del libro de Skármeta, aunque la sociedad parecía insistir en que, como muchacha, debía conectar más con lo segundo que con lo primero.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En su columna <a href="https://www.nytimes.com/2003/07/07/opinion/harry-potter-and-the-childish-adult.html" target="_blank"><b>“<i>Harry Potter</i> and the Childish Adult”</b></a> (2003), la escritora <b>A.S Byatt</b>, además de criticar con agudeza la obra de Rowling, compartía un curioso comentario: ella leía a Tolkien cuando estaba enferma, decía, porque creía que había <b>una “ausencia total” de sexualidad en su mundo</b>, y eso le parecía un <b>alivio</b>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Byatt no es precisamente una escritora mojigata, y su visión personal sobre esta <b><a href="https://www.researchgate.net/publication/236829797_On_Fairy_Stories" target="_blank">“asexualidad estética”</a></b> de Tolkien ha sido ya discutida. Sin embargo, conecto con sus impresiones. Si el mundo te impone por todas partes su hipersexualización normativa como una forma de homogeneización o exclusión de lo diferente, ¿no es natural buscar alternativas?</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Eso era para mí la Fantasía en esos años. Yo buscaba en mis lecturas independientes (fuesen para adultos, jóvenes o niños) temas que eran más importantes y urgentes para mí que aquellas visiones alienantes de la sexualidad, y que se relacionaban con las respuestas que buscaba en <b>mi propia experiencia de vida como adolescente.</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Temas como el valor de sostener la esperanza de que, pese a que todo pareciera insistir en lo contrario, existía un sentido nuestro mundo horrible, cruel y caído. La esperanza, también, del afecto de los que eran como nosotros o que luchaban por la misma causa. Del destino. De la conexión íntima y trascendente no solo con personas, sino también con propósitos, sueños e ideales. De que valía la pena creer en que el Bien debía vencer al Mal. De que, en el peor de los momentos, una estrella siempre refulgía sobre nuestras cabezas y que había que esforzarse en vencer el peso de las lágrimas para alzar el rostro y verla ahí.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y esos temas solo los encontré, en esa época, en las escasas historias de Fantasía que pude llegar a conocer. Si en esa época me hubiera topado con una obra como <i>Alas de sangre</i>, o con las propuestas generales del <i>romantasy</i>, me habría sentido profundamente <b>traicionada</b>. Estas lecturas me habrían remarcado que incluso ahí, en el refugio de la novela de Fantasía, <b>en un mundo secundario en el que existían dragones</b>, incluso ahí, de todos los lugares, me perseguiría la violencia del romance y la sexualidad impuesto y excluyentes de mi propio mundo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Quiero insistir en eso: el problema central que intento abordar aquí no tiene que ver con el sexo excesivo en este tipo de narrativas, sino en su habitual <b>tratamiento superficial, des-estilizado y homogeneizador</b>. La concepción de sexualidad en estas obras de <i>romantasy </i>no parece terminar de maridar de manera orgánica con los componentes intrínsecos de la Fantasía, y no porque la Fantasía sea en sí puritana, obviamente, sino porque <b>domestica lo que la Fantasía sugeriría como subversión y como forma alternativa de situarte en el mundo</b>. Como apuntaba Joaquín Garza en su comentario, aquellos “romances estridentes” se sienten como si pertenecieran a “otro género”. No hay una síntesis en la que <b>el sexo-romance pueda fluir desde el propio tejido de la Fantasía, o en la que la Fantasía pueda abrirse a una imaginación también lúbrica desde la exaltación de lo feérico, de lo mágico, de lo alterno.</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ambas dimensiones se leen complejas de ejecutar de manera enriquecedora en esta literatura, y así parecen ser, al menos desde mi propia experiencia (inédita) de escritura. Pero lo que realmente me frustra no es su fracaso en este tipo de obras, sino que ni siquiera parezca haber una <b>noción de la importancia de esta inquietud</b>, lo que deriva en que tampoco haya siquiera un intento consciente de asumir esto como desafío literario, por más fallido que resulte. En cambio, se apela al camino más rápido, eficiente y exitoso, justo como uno de estos <b>coitos perfectos de explosiva culminación</b>: todo muy placentero, pero vacío al final de todos los caminos.</div><strong><div style="text-align: justify;"><strong><br /></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><br /></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: large;">3. La esperanza de la Fantasía <i>bootleg</i></span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><br /></strong></div></strong><div style="text-align: justify;">Algo importante que debo mencionar ahora en este ensayo es que, en realidad, a mí me encantan cierto tipo de <i>bootlegs</i>, sobre todo juguetes o peluches. Me producen <b>ternura</b>. Pienso en lo mucho que han tenido que viajar desde fábricas recónditas, en las que fueron hechos como la mercancía más ordinaria y que se venden como tales en tiendas misceláneas, pero con la esperanza anhelante de ser comprados y llegar a un nuevo hogar.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Me conmueven sus fallos de materialidad y de pintura, sus rostros deformes, sus faltas de articulaciones, su textura extraña, sus errores conceptuales. Pienso en lo feliz que fui de niña con algunos juguetes <i>bootlegs</i>, pese a que sabía que no eran “oficiales”, porque era lo único que podía tener: figuritas de <i>Pokémon</i> o de <i>Dragon Ball</i>. Hoy en día, cuando al fin tengo cierta autonomía financiera por ser una adulta relativamente funcional, puedo permitirme al fin tener figuritas y cositas varias de <i>Super Mario</i>, como siempre deseé de niña. Y en ella conviven, con equitativo cariño, figuritas originales y otras piratas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkyGoTlLU4SpQTwp1bBlviSjcpnTXkE3Hht6BTW63ceRE0FO3YYsIk0IR4ndlpZCtmGHECrllscIv6hODvEx9hWNT6f0ErZBAQLxSfF5oaWY1DVHX7Dm8GPEO-6GNMH9XKeNRLm9QdS-33Rc9-tdK8Xo8bEJVdQu1yuUc8xySV45qvXb-hbX7ClGKS0bNc/s1118/bootleg_luigi_plushie_by_cheerbearsfan_db8ihsc-fullview.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1118" data-original-width="1024" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkyGoTlLU4SpQTwp1bBlviSjcpnTXkE3Hht6BTW63ceRE0FO3YYsIk0IR4ndlpZCtmGHECrllscIv6hODvEx9hWNT6f0ErZBAQLxSfF5oaWY1DVHX7Dm8GPEO-6GNMH9XKeNRLm9QdS-33Rc9-tdK8Xo8bEJVdQu1yuUc8xySV45qvXb-hbX7ClGKS0bNc/s320/bootleg_luigi_plushie_by_cheerbearsfan_db8ihsc-fullview.jpg" width="293" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Ejemplo de peluche <i>bootleg </i>de Luigi que me parece muy tierno.</td></tr></tbody></table><br /><div style="text-align: justify;">Por supuesto que, de niña, deseaba tener figuras de mejor calidad, más bellas y resistentes, pero eran caras y estaban fuera de mi alcance. Muchas cosas que he anhelado han estado siempre fuera de mi alcance. Pero mi inocencia infantil me hacía ver esas figuras como lo que, esencialmente, eran a pesar de todo: juguetes. <b>Lo que importaba era lo que imaginación pudiera hacer con ellos, las vidas y aventuras que iba a crearles</b> y que, si todo iba bien, borrarían para siempre la <b>humillación de su origen</b> <b>y de sus correrías</b> en tiendas de mala muerte.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Siempre he sentido compasión hacia ciertas cosas feas, deformes, que reciben burlas o a las que nadie quiere o soporta, porque yo misma me he sentido como un <b><i>bootleg </i>humano</b> muchas veces en mi vida.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esta es, pues, otra dimensión de lo <i>bootleg</i>, una redentora, y que se relaciona directamente con la <b>evocación y la alteridad que he buscado siempre en la Fantasía.</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y existe aún otra, que esbozo a continuación.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Volvamos ahora a las palabras de la Reina de las Hadas de "El herrero de Wootton Mayor". La Fantasía <i>booleg</i>, así como la he conceptualizado, existe, y yo tiendo a detestarla por las razones expuestas. En sus peores formas, siento que <b>afrenta, desde la mercantilización y lo vulgar, lo que me es más caro en la vida: la propia Fantasía y todo el consuelo y belleza que me ha entregado.</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero he aquí que la Reina (me) dice no es necesario sentir vergüenza o rabia por ella. La Reina prefiere que exista el <i>bootleg </i><span face="arial, sans-serif" style="background-color: white; color: #4d5156; font-size: 14px; text-align: left;">—</span>eco, huella o sombra de lo importante<span face="arial, sans-serif" style="background-color: white; color: #4d5156; font-size: 14px; text-align: left;">—</span> a que no exista nada. El personaje de Nokes, a su manera, ofrece así una insospechada profundidad: incluso él, <b>desde su ramplonería afantástica, conserva una vaga intuición de lo hermoso y lo valioso</b>, lo que lo lleva a consagrar involuntariamente la Fiesta de los Niños a Faërie. Nokes no llega jamás a aceptar el influjo de la maravilla en su vida, pero resulta que su propio bisnieto termina recibiendo el testigo de la Estrella.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¿No es acaso nuestra propia vida caída un eco, huella o sombra de aquellos que hubiéramos debido ser?</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La apuesta a la esperanza de que la Fantasía <i>bootleg </i>pueda llegar a <b>encantar </b>a alguien en el camino Fantasista es muy arriesgada. En ámbitos menos trascendentes, hemos visto esperanzas homólogas frustradas, al menos en lo que respecta a la dedicación a la ficción imaginativa. Muchos niños que “descubrieron la lectura” con <i>Harry Potter</i>, en realidad, aunque hayan leído más libros en su juventud y adultez, <b>nunca llegaron a salir metafísicamente del <i>ethos </i>de <i>Harry Potte</i>r</b>. Muchos adolescentes de entonces que se prendaron de <i>Crepúsculo</i>, <i>Divergente </i>y otros epígonos afines no llegaron a explorar en sus rutas el relato gótico o la ciencia ficción distópica, sino que <b>se anclaron en la misma iteración de romance</b>. Muchos aspirantes a escritores de Fantasía que conocí y que arribaron en los últimos diez años a las entradas del Reino Peligroso, metiendo mucha bulla en el proceso, <b>se aburrieron </b>y hoy están interesados en otros rumbos, literarios y no literarios, <b>más populares, validados o lucrativos.</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>La Fantasía es un Peligro hermoso, que vale todas las penas del mundo.</b> Pero también es muy difícil de portar, incluso para los que la amamos. Por lo general, cuando es verdadera, ella misma se va colando de los corazones humanos con el tiempo, si es preciso. Nuestra lucha como Fantasistas también pasa por resistir los embates de los años, sus miserias y sus silencios, nuestro propio cansancio y faltas de fe, <b>a fin de que la Fantasía misma no nos abandone.</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Quizá a esto apunta también la Reina de las Hadas. Quizá la Fantasía <i>bootleg </i>fue, como señala, apenas un <b>atisbo </b>de aquellas maravillas para este tipo de personas. Mi reacción inmediata es enojarme, porque me duele y desespera atestiguar cómo tanta gente termina siendo <b>incapaz de amar algo que yo creo que debiera ser tan amado</b>. No lo entiendo. Pero la Reina me calma. Tal conexión de sentido no puede crearse con todos, y está bien. Algo se vio o escuchó al menos. Las personas que leyeron <i>Alas de sangre</i> y que quizá no volverán o no conocerán jamás Faërie conocieron al menos un <b>eco de los dragones</b>: un eco majestuoso y un eco tierno. Quizá sea suficiente… por ahora, para ellas. Y, acaso, la conexión de aquellas otras personas se creará con otras cosas, en otros destinos ajenos e inefables para mí.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero el corazón de esta esperanza está en esas otras palabras de la Reina: en esos otros para quienes hasta la Fantasía <i>bootleg</i> más precaria, hasta la figura de hada más basta con su efigie, les permitirá <b>despertar al gozo de la maravilla imaginativa.</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Yo también quise mucho<i> Harry Potter</i> en su momento: me enseñó que no toda la Fantasía literaria tenía que ser de matiz épico o aventurero, que podían haber otros <b>registros más cotidianos</b>. Aunque la lectura de la saga la realicé en la misma temporalidad que la de la obra de Tolkien, obviamente superior, mi mente juvenil no tenía muchas herramientas intelectuales para comprender sus diferencias esenciales. Pero seguí mi búsqueda lectora. Nadie que me conozca de verdad podría achacarme que me quedé solo en <i>Harry Potter</i> o <i><b><a href="http://arboloria.weebly.com/fantasia/di-amigo-y-entra-una-discusion-de-la-obra-de-jrr-tolkien-como-portal-de-entrada-a-la-fantasia" target="_blank">El Señor de los Anillos</a></b></i>. Porque, con el tiempo, llegué a entender que lo que yo amaba de estas historias no eran, en realidad, las dinámicas escolares o las grandes batallas, que parecen dos tópicos habituales en la apreciación genérica de estos trabajos. Yo buscaba otra cosa, que entonces no habría sabido cómo verbalizar, pero que hoy ya puedo esbozar: <b>más el idioma de los dragones que su figuras tremendas.</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Si mal no recuerdo (o interpreto), en su doloroso libro <i>Realismo capitalista</i>, Mark Fisher señalaba que incluso las obras más rebeldes, al ser liberadas al mercado, estaban enmarcadas en un <b>contexto capitalista que desmontaba todo potencial subversivo</b>. Me gusta pensar que también podría ocurrir lo contrario: que <b>algo de la Verdad de las cosas se filtra incluso en obras artísticas y narrativas comerciales.</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La Fantasía se yergue en los hombros de esos gigantes preliterarios que son el mito y el cuento de hadas. Ni <b>Disney</b>, quizá la empresa más insigne de la Fantasía <i>bootleg</i>, pudo domesticar del todo este tipo de historias, pese al rechazo visceral de gente como el propio Tolkien o Jack Zipes: <b>les habrá quitado los colmillos, pero no su semilla de peligro</b>. Yo vi muchas de esas películas “clásicas” de Disney que adaptaban o emulaban cuentos de hadas e historias de Fantasía, y de ellas me quedé con momentos como <a href="https://www.youtube.com/watch?v=fj6iQuxENWw&ab_channel=EscenasDelCine" target="_blank">el enfrentamiento entre Merlín y Madame Mim</a>, <a href="https://www.youtube.com/watch?v=9DafGAdD7nM&ab_channel=DisnovemacLA" target="_blank">el dolor de los siete enanitos y todos los animalitos del bosque ante la muerte de Blancanieves</a>, o <a href="https://www.youtube.com/watch?v=1UDBcAxeP9U&ab_channel=pablo5179" target="_blank">la estampa de Mufasa con la que habla Simba en el cielo.</a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>¿Cómo no va a haber Verdad en estas escenas?</b> Aunque reconozco el horror capitalista de Disney y los horrores morales del propio Walt, mi relación con sus historias más emblemáticas y la imagen del creador que hubiera debido estar tras ellas está más cerca de lo que Tuomas Holopainnen de Nightwish escribió en <i><b><a href="https://www.youtube.com/watch?v=QMWP7I81LMA&pp=ygUTZmFudGFzbWljIG5pZ2h0d2lzaA%3D%3D" target="_blank">FantasMic</a></b></i>: </div><div style="text-align: justify;"><br /></div></div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote><div style="text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><blockquote><p style="text-align: justify;">Wish upon a star<span style="text-align: left;"> </span></p></blockquote></blockquote></div></blockquote></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote><div style="text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><blockquote><p style="text-align: justify;">Believe in Will<span style="text-align: left;"> </span></p></blockquote></blockquote></div></blockquote></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote><div style="text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><blockquote><p style="text-align: justify;">The realm of the King of Fantasy<span style="text-align: left;"> </span></p></blockquote></blockquote></div></blockquote></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote><div style="text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><blockquote><p style="text-align: justify;">The Master of the Tale-like Lore<span style="text-align: left;"> </span></p></blockquote></blockquote></div></blockquote></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote><div style="text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><blockquote><p style="text-align: justify;">The way to Kingdom I adore</p></blockquote></blockquote></div></blockquote></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0 0 0 40px; padding: 0px;"><p style="text-align: left;">Where the warrior's heart is pure</p></blockquote></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0 0 0 40px; padding: 0px;"><p style="text-align: left;">Where the stories will come true </p></blockquote></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;"></div></div></blockquote><div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La esperanza de la Fantasía <i>bootleg </i>es también, en sí misma, una <b>eucatástrofe</b>: que de toda la gente que se acerque a ella para consumirla y consumirse hasta la nada, al menos unos pocos queden <b>encantados por alguna imagen borrosa, alguna palabra queda, alguna luz titilante</b>. Encantados (¿sorprendidos?) desde la alegría, pero sobre todo desde la <b>melancolía</b>. Y que vayan entonces en busca de esta respuesta huidiza, como hemos intentado ir todos los que en su sugerencia encontramos algo importante, acaso lo más importante.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y, claro, que encuentren la <b>Estrella como gracia</b>, para que puedan ver algún día a la Reina.</div></div>
Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-78250235517127443702023-06-19T10:00:00.006-04:002023-06-19T10:00:00.128-04:00Publicación de capítulo en The Palgrave Handbook of Global Fantasy<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsqe4ERzsxeDvLzs1ATQcEz2G-humuIONfAZLS-suUFkOrYA8QQpldjhXgsSAcrPEaFKSO5Bx7D223K2XOTyilgoCDHZekhreN9H9UQP8VH1PonMz41RE-nseAT5Gi4x9xUNNUQ3OhoaPbX6jDR1CNoT_Ng9rEKnNGEHnyGo88VUyuzJziBU5hY4rBBw/s1245/978-3-031-26397-2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1245" data-original-width="827" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsqe4ERzsxeDvLzs1ATQcEz2G-humuIONfAZLS-suUFkOrYA8QQpldjhXgsSAcrPEaFKSO5Bx7D223K2XOTyilgoCDHZekhreN9H9UQP8VH1PonMz41RE-nseAT5Gi4x9xUNNUQ3OhoaPbX6jDR1CNoT_Ng9rEKnNGEHnyGo88VUyuzJziBU5hY4rBBw/s320/978-3-031-26397-2.jpg" width="213" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><blockquote><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">Rivera, Paula. "Latin American Fantasy as Heterogeneous Literature: Between Neomedievalism and Latin Americanism." The Palgrave Handbook of Global Fantasy. Cham: Springer International Publishing, 2023. 271-288.</span></p></blockquote><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Se ha publicado mi <i>paper</i>/capítulo "<b>Latin American Fantasy as Heterogeneous Literature: Between Neomedievalism and Latin Americanism</b>" en el libro <i><b><a href="https://link.springer.com/book/10.1007/978-3-031-26397-2" target="_blank">The Palgrave Handbook of Global Fantasy</a></b></i> (Palgrave MacMillan, 2023).</p>
<p style="text-align: justify;">Quisiera expresar muchas cosas a propósito de esta publicación y de los sentidos y experiencias que encierra o apenas transluce.</p>
<p style="text-align: justify;">Para facilitar la lectura de este texto, lo dividiré en tres partes: la primera corresponderá a mi experiencia académica general y sus implicancias para mi percepción como escritora, la segunda a los orígenes de las versiones tempranas de este artículo y cómo hube de cambiar mis expectativas como investigadora, y la tercera a las motivaciones y premisas del artículo en sí.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p>
<h4 style="text-align: left;"><b>1. Mi experiencia académica y su tensión con el <i>fandom</i></b></h4>
<p style="text-align: justify;">Como algunos saben, mi trayectoria académica ha sido extraña y muy accidentada. No fui una estudiante lumbrera de pregrado: tenía notas decentes en general, pero nunca destaqué en nada, como suele suceder. La escuela donde me formé, el Instituto de Literatura y Ciencias del Lenguaje de la PUCV, es prominente por estar orientada a la Lingüística, campo que no me interesa y en el que no tengo habilidad. Además, la línea de trabajo de la escuela era la <b>literatura chilena e hispanoamericana</b>, como sucede con todas las universidades nacionales, y claramente yo tampoco tenía mucho que hacer ahí.</p>
<p style="text-align: justify;">Nunca me planteé continuar enseguida mis estudios académicos por una mezcla de clase social y circunstancias: <b>dedicarse exclusivamente a estudiar es un privilegio en este país si no eres de buena situación económica</b>, y yo tuve que asegurarme el sustento tan pronto egresé. Por lo demás, el pregrado tampoco me presentó la vía académica como una posibilidad real. A nosotros nos preparaban ante todo para ser profesores de Lenguaje. Quienes siguieron en el mundo académico lo hicieron porque tuvieron la suerte de interesarse en los temas de moda y dominantes (latinoamericanos), lo que les facilitó dedicarse a ellos y, seguramente, contar con el apoyo de los docentes indicados. Yo me llevaba bien con algunos profesores, pero nunca se me ocurrió pedirles orientación en torno a estos asuntos, y supongo que ellos tampoco me vieron nunca como una candidata razonable para continuar estudiando.</p>
<p style="text-align: justify;">Recién en 2014 retomé los estudios cuando pude, a través de una beca del Fondo del Libro, cursar un Diplomado de Literatura Infantil y Juvenil virtual en la PUC, mientras seguía trabajando en oficinas. Años más tarde, cuando ya había hecho un <b>recorrido personal en torno a la investigación literaria centrada en la Fantasía, reconecté con la idea de continuar con estudios de posgrado</b>. No obtuve ninguna beca esta vez, así que trabajé a jornada completa (45 horas) para pagar los primeros años del Magíster en Literatura de la Universidad de Chile. El año que dediqué a la tesis, cuando ya había pagado todo, solicité una rebaja a media jornada, y así pude terminar el posgrado.</p>
<p style="text-align: justify;">¿Cómo se relaciona esta trayectoria con mi ser Fantasista? Bueno, he comentado antes que el pregrado fue una suerte de <b>Edad Oscura</b> para mí: no solo sufrí un montón por asuntos personales privados, sino que también <b>me alejé bastante de la Fantasía durante todos esos años por falta de estímulos relevantes</b>. Se dice que usualmente estudiar Literatura mata a muchos embriones de escritores, a menos que escriban justo desde lo que se valida en la academia o en ciertos espacios culturales afines, y si bien ese no fue mi caso (nunca dejé de escribir, y mi carrera era Pedagogía, no Literatura en sí), igualmente me afectó bastante.</p>
<p style="text-align: justify;">No fue sino hasta después de egresar que retomé mi interés juvenil por la Fantasía, y ya <b>no solo escritora, sino también como aprendiz de pensadora</b>. Entonces comencé darle un énfasis más <b>teórico y crítico</b> a mis aproximaciones a la Fantasía, lo que fue muy mal recibido por el <i>fandom </i>local, que aborrece estos enfoques si no los benefician directamente. Cuando me animé a hacer el Magíster, fue porque creí que necesitaba fortalecer mis conocimientos académicos para seguir pensando, lo que al final resultaría en una idea que descubriría errada, pero no del todo inútil.</p>
<p style="text-align: justify;">El estudio universitario no me enseñó absolutamente nada sobre Fantasía, pero sí me entregó herramientas y mecanismos operativos generales para buscar, estudiar y aprender por mi cuenta sobre Fantasía según las corrientes académicas históricas y vigentes dedicadas a ella, prácticamente todas trabajadas en inglés y en contextos primermundistas.</p>
<p style="text-align: justify;">Sin embargo, durante todos esos años de formación esparcida en el tiempo, me pregunté más de una vez si no debía renunciar del todo a la investigación. Una de las razones más incómodas fue por la recepción de los escritores del <i>fandom</i>. Estaba cansada de que algunos se colgaran de mi modesto trabajo académico para <b>omitir mi dimensión de autora/artista</b>, obviamente la más importante de mi identidad como Fantasista. Es decir, que solo me vieran como una “literata” (sustantivo que algunos usan de manera despectiva antes que descriptiva) y no como una “escritora” propiamente tal. Por otro lado, también me vi juzgada, como <b>si por haber estudiado Literatura fuese el pináculo de la arrogancia y el conocimiento</b> (?), cuando soy una hormiga en ambos aspectos frente a cualquier académico real y profesional. Más de una vez me tocó ver que usaban eso para invalidar mi propia literatura y mis ideas y críticas en torno a la Fantasía, siendo que <b>uno no necesita ir a una universidad para tener el derecho y la obligación de pensar.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Ante este panorama, me pregunté si estas desagradables experiencias cesarían si renunciaba a la investigación. Pero luego desistí de esa idea. <b>¿Por qué debía yo mutilar una parte de mi ser Fantasista por culpa de reduccionismos ajenos?</b> No era justo.</p>
<p style="text-align: justify;">Lo que muchos simpatizantes del <i>fandom </i>parece ignorar, así sean solo lectores o escritores, es que el mundo académico en sí está en una situación lamentable. Presenta múltiples <b>precariedades</b>, tanto a nivel de condiciones de vida y de trabajo para casi todo tipo de investigadores y docentes (sobre todo humanistas no primermundistas) como a nivel de calidad y originalidad de pensamiento y conocimiento.</p>
<p style="text-align: justify;">Esas son las cosas que realmente deberían suscitar críticas, porque además eso también redunda en el hecho de que las ficciones imaginativas (principalmente la Fantasía) no tengan espacios adecuados para desarrollarse en esos campos. Si hay pocos recursos, se prioriza lo dominante, por supuesto.</p>
<p style="text-align: justify;">Cuando la gente agrede y ridiculiza los escasos esfuerzos que personas como yo tratamos de hacer con las herramientas de la academia, pero fuera de ella, lo único que están logrando es <b>empobrecer el nivel de discusión en torno a la literatura que supuestamente les interesa, lo que la deja a plena merced del embrutecimiento y bastardización del mercado</b>. Que algunas personas sí deseen esto es algo de lo que no me cabe la menor duda, pero sería bastante deprimente que al final fuesen muchas.</p>
<p style="text-align: justify;">La academia y los académicos profesionales e instalados en el sistema (con <i>tenure</i>; no sé cómo se dice esto en español, perdón) seguirán donde mismo, y seguirán despreciando la imaginación literaria. Seremos nosotros, los desenraizados y precarizados, los que seremos silenciados, y ya no solo por estos sujetos poderosos, sino también por gente que debería ser nuestra aliada (o que al menos no debería tener motivaciones para atentar contra nuestro trabajo).</p>
<p style="text-align: justify;">Con todo esto no me refiero a que no se puedan criticar nuestras ideas, desde luego, pero en muchos de estos reparos a las mía ha habido más <b>aversión anti-intelectual que crítica, más desprecio emocional que disentimiento racional.</b></p>
<p style="text-align: justify;"><b>Querer estudiar, teorizar, criticar y repensar la Fantasía es también, al menos para mí, una forma de expresar mi amor por ella</b>, en la línea de algunos de mis maestros Fantasistas, como el propio J.R.R. Tolkien. ¿Por qué eso resulta tan difícil de entender, por qué despierta tanto rechazo? Es un triste misterio para mí.</p>
<p style="text-align: justify;">Bien: en todo este complejo contexto de tensión y cuestionamiento se inscriben las primeras trazas de este artículo.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p>
<h4 style="text-align: justify;"><b>2. Orígenes tempranos del artículo y reformulación de mi camino investigador</b></h4>
<p style="text-align: justify;">La experiencia del Magíster fue una experiencia más bien abrumadora y un tanto violenta. Aprendí bastante en algunos cursos, y me llevé una buena impresión de determinados profesores, pero en otros contextos sufrí mucho. Los campus universitarios tradicionales ya son espacios hostiles en sí mismos, pero claramente lo son más para los <b>neurodivergentes menos proclives a ceder ante la norma.</b></p>
<p style="text-align: justify;">En fin: en medio de esos complicados años, tuve la oportunidad de cursar la asignatura <b>“Teoría latinoamericana”</b>. Como podía armar mi propia malla de cursos, traté de elegir siempre asignaturas teóricas o que abordaran literaturas europeas, porque no tenía ninguna intención en seguir con el enfoque latino-hispanista que ya había padecido en el pregrado. Pero este curso me pareció una buena opción de bisagra, y me animé a tomarlo. A diferencia del pregrado, ya no me iba a dejar arrastrar por la corriente de las modas o las mayorías: <b>estaba determinada a usar cualquier herramienta en mi camino y darle la forma de Fantasía que se merecía en mis manos.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Al margen de algunos roces del curso, la verdad es que aprendí cosas nuevas que no había estudiado en el pregrado y llegué a renovar mi propia impresión sobre la <b>tradición de pensamiento hispanoamericano</b>. Entonces, me propuse usar algunos conceptos y teorías como marco para pensar y analizar la Fantasía que me interesaba y con la que pretendía trabajar mi proyecto de tesis.</p>
<p style="text-align: justify;">El trabajo de fin de curso que presente en la asignatura fue la semilla de este <i>paper </i>que ahora publico en el libro publicado por Palgrave MacMillan.</p>
<p style="text-align: justify;">Aunque el artículo obtuvo una excelente calificación (por si a alguien le interesa saber estar cosas), no “convenció” a uno de los profesores. No recuerdo ya por qué; tampoco importa. Solo quiero dejar registro de que no fue una propuesta bien recibida al margen de su calificación concreta. Lo valioso para mí fue aprobar la asignatura de buena manera y <b>llevarme ese corpus teórico para mis pensamientos autónomos respecto a la Fantasía.</b></p>
<p style="text-align: justify;">La segunda forma de este <i>paper </i>fue el artículo divulgativo <b><a href="https://vagalumbrelit.wordpress.com/2020/10/12/la-idea-de-una-fantasia-latinoamericana/" target="_blank">“La idea de una 'Fantasía latinoamerica'”</a></b>, publicado en mi proyecto web <i>Vagalumbre</i>, cocreado junto a Emilio Araya.</p>
<p style="text-align: justify;">Este texto tuvo una anécdota desagradable homóloga a la anterior en cuanto a su recepción. Respecto a esto, solo quiero dejar registro de que tampoco fue una propuesta bien recibida para cierto tipo de escritor de género. Uno al que, al parecer, solo celebra el trabajo académico en la medida en que este valida su literatura y la de sus amigos, y que tiene una visión pobre y despectiva de cualquier esfuerzo que las omita. O que se tome de manera excesivamente personal una mirada crítica que al menos yo, en aquel texto, pretendí ofrecer <b>sobre el panorama general de Fantasía en Latinoamérica y sobre mi propio proyecto de escritura.</b></p>
<p style="text-align: justify;">En parte por recibir rechazo tanto de las academias como de los <i>fandoms</i>, y en parte por la propia precariedad del medio, fui <b>reduciendo mis expectativas de trabajo investigativo</b>. Ante todo, esta es una labor que consume mucho tiempo y energía y que no entrega ningún beneficio económico si no estás adscrito ya a una universidad. Es realmente algo que he hecho por amor e interés hacia la Fantasía, pero a veces eso no es suficiente: tengo un hogar que sostener, y proyectos personales (no solo literarios) que me son mucho más importantes o urgentes.</p>
<p style="text-align: justify;">Así que he seguido investigando, y creo que quiero seguir haciéndolo, pero de maneras muy acotadas y sin grandes expectativas o ambiciones. No creo que ya poder llegar a ser nunca una investigadora académica propiamente tal: es incierto que pueda algún día cursar un doctorado, por razones muy diversas (no todas intuibles en este texto), y no tengo suficientes herramientas teóricas o discursivas para escribir académicamente desde el sistema, de una forma validada.</p>
<p style="text-align: justify;">Sí considero relevante poder llamarme aún <b>“investigadora independiente”, porque no tengo ni tendré hogar académico, y todo lo hago prácticamente yo sola</b>. La labor investigativa, por lo demás, no es algo de lo que debiera adueñarse el mundo académico, que sigue siendo una plataforma de exclusión, sobre todo en Chile. <b>Todos podemos investigar</b>. Todos podemos (y deberíamos) pensar y repensar la disciplina que amamos. Todos podemos (y deberíamos) ser capaces de expresar nuestras ideas únicas o dialogantes sobre nuestra disciplina.</p>
<p style="text-align: justify;">En el contexto de estas intervenciones académicas esporádicas de lo últimos años, vi un curioso CFP abierto en <a href="http://Academia.edu">Academia.edu</a>, que justo calzaba con mis intereses y mi trabajo reciente: una convocatoria de artículos en inglés para conformar un <b>libro sobre teorías de la Fantasía y expresiones internacionales de la Fantasía (no solo anglo)</b>. El proyecto se titulaba originalmente <i>International Fantasy - A Reader</i> y fue coordinado por las investigadoras Elana Gomel y Danielle Gurevitch.</p>
<p style="text-align: justify;">Así que preparé un <i>abstract</i>/resumen y lo envié. La propuesta fue aceptada y se me dio luz verde para escribir el artículo en cuestión. Yo no soy bilingüe y no tengo ninguna certificación de idiomas, pero puedo escribir no ficción en inglés (muy lento y con errores), así que emprendí la tarea como un <b>desafío</b>. Van mis agradecimientos públicos a mi esposo por corregir el manuscrito final y por ayudarme a reescribir por completo la parte de cierre, que implicaba abordar un enfoque y un estilo académico que no domino (el de los estudios culturales).</p>
<p style="text-align: justify;">El texto, tras un par de revisiones de los editores, fue aprobado y publicado.</p>
<p style="text-align: justify;">Un texto que, como se ve en su recorrido en sus versiones tempranas, fue mirado en menos tanto por la academia como por el <i>fandom</i>. Pero persistí en él y en sus ideas y arribé a punto que no hubiera esperado: <b>que llegara a ser publicado en un libro editado por la editorial Palgrave MacMillan, muy conocida en el ámbito académico.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Ante esta situación, alguien podría pensar que se trata de alguna venganza o revancha involuntaria, una demostración irrefutable de la <b>valía de mi pensamiento ante los que no creyeron en mí, o que incluso me maltrataron en el proceso</b>. Pero en realidad no tiene nada que ver con esto. No es así como he estado procesando esta vivencia.</p>
<p style="text-align: justify;">Este ha sido un triunfo muy íntimo a pesar de todo, como he tratado de sentir cada uno de mis logros recientes. <b>Yo hice esto casi sola</b>. No tuve ningún apoyo de ninguna universidad, nunca se me pagó para dedicarme a esto. En la filiación de mi texto, por lo mismo, no aparece ninguna institución. Muchas de mis fuentes fueron <i>alternativas</i>, porque no tenía accesos legales a bases de datos, ni dinero para comprar el corpus teórico. Escribí además el artículo en un entorno muy poco silencioso y favorable al pensamiento reposado, en un hogar que no era el propio y que estaba pasando por sus propias debacles, a su modo más duras que cualquier tragedia académica.</p>
<p style="text-align: justify;">Es decir, fue <b>un contexto de trabajo muy precarizado y dificultoso, pero igualmente logré salir adelante</b>. Eso es un pequeño orgullo personal, aunque a estas alturas me cueste ya valorar esas cosas.</p>
<p style="text-align: justify;">Pero, antes que todo, lo importante es que a través de este trabajo pude rendirle mis respetos a <b>Verónica Murguía y a Liliana Bodoc, Fantasistas que me han enseñado tanto</b>. Pude, también, reconciliarme en parte con mi propia <b>tradición latinoamericana</b>. La academia es lenta, pero mis autorías lo son más: esto, que empezó apenas como un <i>paper</i>, algún día llegará a mis palabras literarias, a mi propia Fantasía, pero tardará un montón. Y aun así, es un primer paso que debo celebrar.</p>
<p style="text-align: justify;">Se supone que el doctorado es el verdadero inicio de la carrera académica. Yo siempre lo he pensado, en realidad, como una suerte de <b>cierre simbólico</b>. Si no puedo vivirlo para ese tipo de clausura, al menos puedo pensar este <b>paper </b>como el <b>cierre real de mi trabajo investigativo con la Fantasía latinoamericana</b>, específicamente con las autorías comparadas de Murguía y Bodoc. No sé si será así al final, pero de momento no importa: es un hito personal en sí mismo.</p>
<p style="text-align: justify;">El horizonte sigue lejano y difuso, como debe ser, y por ahora está bien.</p>
<p style="text-align: justify;"><br /></p><h4 style="text-align: justify;"><b>3. Motivaciones y premisas del artículo</b></h4>
<p style="text-align: justify;">Desde que empecé a interiorizarme y participar en instancias académicas angloparlantes-primermundistas, noté que existe una curiosa categoría de personas. Son estas personas que, <b>teniendo ascendencia o tradición cultural latina, han sido socializadas mayormente como primermundistas</b> y/o escriben y hablan a la perfección en inglés y viven en países europeos o en Estados Unidos. Cuando se habla de literatura imaginativa latinoamericana, muchas veces se habla de lo que escriben y leen esas personas, ya insertas en el centro hegemónico del mundo. Pasa algo similar con personas de ascendencia oriental, o de otras culturas no metropolitanas. Cierto es que ellas mismas son todas un tanto periféricas, <b>pero pueden usar las “armas del amo” e, incluso, destacar (aunque no lo pretendan ni lo deseen) por el “exotismo” de sus propuestas ante mercados neoliberales genéricos.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Como Fantasista chilena y latina que no es bilingüe y que jamás ha salido del continente por falta de recursos, este tipo de personas me resultan algo sospechosas. Quiero decir: sí, existen, necesitan más espacio, tiene sus propios problemas. Bien. Pero ¿qué pasa con los <b>escritores imaginativos latinos que escriben en español y que viven en Latinoamérica</b>? Pareciera ser que el Primer Mundo es completamente indolente ante su mera existencia, a menos que se los traduzca al inglés y se vendan en editoriales primermundistas. Es decir, a menos que poco más y se los lleven a la puerta de la casa.</p>
<p style="text-align: justify;">He visto eso, a menor escala, incluso en España: aunque con ella no tenemos la barrera del idioma, <b>a algunos españoles parece costarles un montón valorar autores latinoamericanos que no han podido ser ingresados con éxito a sus propio ecosistema de editoriales independientes de género</b>. Y no por las dificultades logísticas inherentes a la distribución internacional, algo entendible, sino porque aparentemente no demuestran mayor interés siquiera en recordar que España no es el único país en que se escribe y lee literatura en español.</p>
<p style="text-align: justify;">En fin: cuando quise comenzar a estudiar las obras de Murguía y Bodoc, lo hice desde esta base. Me llamaba la atención que, siendo ambas grandes escritoras, tuvieran una <b>nula recepción</b> allende sus países de origen, o al menos nuestro continente. Bodoc incluso fue traducida al inglés, pero pasó con más pena que gloria en esa edición. ¿Por qué? Misterio. Pero yo quería que fueran más conocidas en públicos diversos, y uno de ellos era el académico del Primer Mundo.</p>
<p style="text-align: justify;">Mi lectura en paralelo de ambas, de hecho, me hizo encontrar al fin exponentes (de calidad) de dos <b>programas o líneas estéticas</b> aparentemente opuestas en torno a la escritura de Fantasía en Latinoamérica: la <b>latinoamericanista</b>, encarnada por Bodoc, o la <b>(neo)medievalista</b>, encarnada por Murguía.</p>
<p style="text-align: justify;">La postura más floja, anti-intelectual y chauvinista ante esto es suponer que la literatura de Bodoc es inmediatamente superior y “original” solo porque trabaja con un imaginario latinoamericano. Personalmente, eso me parece absurdo. <b>Esto no se trata de un duelo de ideologías culturales, sino de valoraciones estéticas</b>. Me interesaba más bien ver qué había de valioso en la historia de Bodoc como obra de Fantasía, cómo trabajaba la <b>materia de nuestros pueblos originarios</b>, cómo se apropiaba de la “lengua del colonizador” (nuestro español idiosincrático). Del mismo modo, me interesaba ver cómo Murguía podía<b> reapropiarse de un imaginario tan “lejano” a nosotros como esa Edad Media ficcional</b> que solo tuvimos a partir de historias ajenas, cómo lograba ser pese a todo latina en su aproximación desde esta materia ajena, qué podía aportar como escritora mexicana a la nutrida tradición de Fantasía medievalista, generalmente cultivada con mayor grandeza por autores europeos.</p>
<p style="text-align: justify;">Como marco de referencia, trabajé con algunos conceptos o pensamientos teóricos de algunos intelectuales latinoamericanos, principalmente los del indigenista <b>Antonio Cornejo Polar</b> en torno a las <b>literaturas heterogéneas</b>, que él planteó en torno a la literatura indígena y su tensión con la literatura metropolitana y dominante.</p>
<p style="text-align: justify;">Probablemente los seguidores de este señor me mirarían con espanto si supiera que hice esto con sus ideas, pero bueno: ¿no hablan siempre los académicos de “<b>crear conocimiento</b>”, cuando varios de sus propios trabajos son ante todo un mosaico de citas ajenas pegadas con jerga, sin ningún pensamiento realmente original o desafiante entre líneas? Pues bien: aquí hay un <b>intento </b>de eso. Fallido o no, eso no es lo importante. <b>El pensamiento está para movernos a caminar, no necesariamente para llegar a alguna parte o ser los primeros en llegar a ella.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Volviendo al artículo, el resumen original no lo escribí yo, y por eso no se corresponde con lo que yo creo que es el verdadero eje del texto.</p>
<p style="text-align: justify;">Digamos que este sería el resumen/<i>abstract </i>que yo hubiera incluido (lo escribiré en español, pero pueden encontrar una versión extendida en los párrafos finales de la introducción de mi artículo):</p>
<p style="text-align: justify;"></p><blockquote><p style="text-align: justify;">En este artículo, propongo que la fantasía latinoamericana puede ser leída como una expresión de la literatura heterogénea propuesta por Antonio Cornejo Polar, pues suele narrar desde el intersticio entre dos mundos: la identidad cultural de su propio continente y la influencia artística de Europa. Si bien esta tensión se ha estudiado y discutido mucho ya en Latinoamérica, me interesa transferir esta discusión a la fantasía, una literatura periférica y despreciada en el continente, con el fin de fomentar el pensamiento del género.</p>
<p style="text-align: justify;">Mi postura es que la fantasía latinoamericana se está desarrollando principalmente a partir de dos líneas: latinoamericanismo y neomediavalismo. En este artículo, las analizo respectivamente a través de las sendas obras <i>Loba </i>(2013), de Verónica Murguía, y <i>Los días del Venado</i> (2000), de Liliana Bodoc.</p></blockquote><p style="text-align: justify;"></p>
<p style="text-align: justify;">Curiosamente, mis grandes esperanzas con este artículo son homólogas a las que siento ante toda liberación de mi literatura: <b>que lleguen al corazón y mente adecuados</b>. Que un estudiante o investigador dé con estas palabras y las incorpore a su propio trabajo de palabras, así sea para discutir o dialogar con mi postura. Que mis palabras lo hagan pensar por un momento, ya no como académico, sino como persona con un intelecto en floración. <b>O, mejor aún: que se despierte en él o ella el interés por leer la obra ficcional de estas dos escritoras. Que las lea, que le gusten, que las ame. Que siga escribiendo de ellas, para así llegar a otros.</b></p>
<p style="text-align: justify;">“Pobres de nosotros si olvidamos que somos un telar”, escribía Bodoc.</p>
<p style="text-align: justify;">Que estas otras palabras mías, aunque no sean de ficción, se unan entonces a ese tejido que nos constela a todos en nuestro interés o amor por la Fantasía.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEja_7jkXyaSj5oCSwBwyEVyx_dYE51m9__LRY_RJS81QHDGV6WTIioMKLLH9nMp4dEBnJoyvvFYKEaETzwYmB7q0NTbYuwCE5lXkosdJ0uD0JuozPW3oipIOQLdeqpDvNE6239Plm39jqBkMTPcDeyoEG1Mg9FRyOOHyR3gMa69vMy8HAcLC8Tbbmmdeg/s691/Captura%20de%20pantalla%202023-06-17%20192703.png" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="691" data-original-width="652" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEja_7jkXyaSj5oCSwBwyEVyx_dYE51m9__LRY_RJS81QHDGV6WTIioMKLLH9nMp4dEBnJoyvvFYKEaETzwYmB7q0NTbYuwCE5lXkosdJ0uD0JuozPW3oipIOQLdeqpDvNE6239Plm39jqBkMTPcDeyoEG1Mg9FRyOOHyR3gMa69vMy8HAcLC8Tbbmmdeg/w377-h400/Captura%20de%20pantalla%202023-06-17%20192703.png" width="377" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Primera página de mi artículo. Al principio me veo forzada a hablar de lo real maravilloso y el realismo mágico porque, por desgracia, es parte del estado del arte. Más adelante puedo hablar al fin de la Fantasía.</td></tr></tbody></table><br />Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-19682655403199974152023-06-05T10:00:00.001-04:002023-06-05T10:00:00.140-04:00Publicación de Érase una vez siete estrellas: Super Mario RPG<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCdyfxBz_13DovvbSlzbj9c8lptuI0Dtqoj47EBdr_XZ7SlA1NkLUQQJlQ8o85EPnLmNZL8dNwntpIjvjm4GKKiXAXnlxjoU3iF5RsBFVhpvESsz0X9-6Og8n9qeJpumgSVEXqlpA2ESuR5yaUqx-0PINaJf-GOs-919GlfsEm-nPXIy9tcPIyj64lug/s1760/Mario%20RPG%20portada%20(1)%20(1).png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1760" data-original-width="1268" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCdyfxBz_13DovvbSlzbj9c8lptuI0Dtqoj47EBdr_XZ7SlA1NkLUQQJlQ8o85EPnLmNZL8dNwntpIjvjm4GKKiXAXnlxjoU3iF5RsBFVhpvESsz0X9-6Og8n9qeJpumgSVEXqlpA2ESuR5yaUqx-0PINaJf-GOs-919GlfsEm-nPXIy9tcPIyj64lug/s320/Mario%20RPG%20portada%20(1)%20(1).png" width="231" /></a></div><br /><p></p><p></p><p style="text-align: justify;">Uno de los proyectos más inesperados y lindos en los que estuve trabajando en 2021-2022 fue la escritura de este ensayo: <i><b>Érase una vez siete estrellas: Super Mario RPG</b></i>. Esta obra se ha publicado en la editorial española <b>Héroes de Papel</b>, dedicada a la edición de libros de videojuegos como arte y cultura, en su colección Memorias del RPG. Puede conseguirse <b><a href="https://www.heroesdepapel.es/product.php?id=292" target="_blank">aquí</a></b>.</p>
<p style="text-align: justify;">Siempre he amado los JRPGs, pero <i>Super Mario RPG</i> fue el primero de ellos. Este título fue el que me descubrió este género cuando aún era una niña. Con el tiempo, sentí también que fue la primera vez en la que comprendí que <b>un videojuego podía contar historias con algo más de hondura narrativa</b> que el plataformas promedio, que era lo que más jugaba entonces. Que además fuese esta una historia de mi muy querido Mario y sus amigos (y enemigos) fue algo muy entrañable y adecuado a esos difíciles años del fin de mi infancia.</p>
<p style="text-align: justify;">Pero lo principal fue el aspecto narrativo del JRPG. Esto me cautivó tanto que, en mi adolescencia, <b><a href="http://arboloria.weebly.com/videojuegos/dos-consolas-dos-caminos" target="_blank">me hizo traicionar por primera vez a Nintendo y optar por una Playstation antes que por la Nintendo 64</a></b>, debido a la escasez de títulos del género en esta consola. Jamás me he arrepentido de mi elección, porque así conocí la saga de <i>Final Fantasy </i>y otras series y títulos de la entonces Squaresoft, en la mejor de sus formas. Además, <b>varios de estos títulos influyeron mucho, a su manera, en mi Obra Mayor</b>; sin duda, haberlos conocido en esa etapa tan temprana de formación como escritora fue una experiencia irremplazable.</p>
<p style="text-align: justify;"><b>Pero<i> Super Mario RPG</i> nunca abandonó su sitial destacado en mi corazón</b>, incluso tras haber jugado un sinfín de RPGs ciertamente superiores en todos los aspectos posibles. Por el contrario, mientras más vieja me hacía, más valoraba aquel juego tierno y tontino, sencillo y bonito. Como me pasó también en la adultez con otras obras importantes en mi infancia (”El patito feo”, por ejemplo), por fin en mis años más maduros llegué a estar en condiciones de entender por qué había amado lo que había amado en esos frágiles e intensos años. Y también llegué a contar con herramientas interpretativas para poder desentrañar mejor esas claves, que entonces fueron pura intuición y corazón en mi yo infantil.</p>
<p style="text-align: justify;"><b><i>Super Mario RPG</i>, así, se me descubrió como una historia favorita porque era, en realidad, un cuento de hadas contemporáneo.</b></p>
<p style="text-align: justify;">La primera vez que abordé esta idea fue en el ensayo “<a href="https://presurae.files.wordpress.com/2015/11/presura-nc2ba8.pdf"><b>Había una vez siete estrellas: <em>Super Mario RPG</em> como cuento de hadas</b></a>”, que se publicó en 2015 en la revista española <i>Presura. Videojuegos, cultura y sociedad</i>, dirigida por el historiador Alberto Venegas. En este texto está la semilla de esta publicación, una de las partes que más disfruté escribir.</p>
<p style="text-align: justify;">En esos años, tras los primeros desastres con el mundillo literario de género local, corté lazos y puentes y recalé en otro espacio, principalmente en Twitter: <b>el campo cultural español de los videojuegos</b>, desarrollado por todo tipo de periodistas, escritores y académicos que no amaban ya solo al videojuego como producto de pasatiempo, sino como <b>producto artístico, ideológico y cultural.</b></p>
<p style="text-align: justify;">En este campo encontré muchísima mejor prosa, más sustancia intelectual y más amor sincero por el objeto de trabajo que lo que había en los escritores de género de Chile. Me dediqué entonces, por unos años,<b><a href="https://arboloria.weebly.com/videojuegos" target="_blank"> a escribir de videojuegos de Fantasía desde enfoques ensayísticos en estas páginas extranjeras</a></b>. Que yo no fuera española incidió en que nunca fuese demasiado conocida en esos lares, pero llegué a varias personas correctas. Una de ellas fue la escritora sevillana<b> Mariela González</b>, con la que iniciamos una amistad virtual, mayormente epistolar, que continúa hasta hoy. Mariela es una de las personas con la que más he <b>conectado a nivel estético en nuestras sendas relaciones con la Fantasía.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Mis textos se publicaron en webs como <i>Deus Ex Machina</i>, <i>Zehn Games</i>, <i>Start Videojuegos</i> y <i>Presura</i>. También aparecieron en <b><a href="https://arboloria.weebly.com/cuadernomaquinas.html" target="_blank">sendas publicaciones impresas de Deus Ex Machina</a></b>, en las que pude orgullosamente ocupar espacio en un libro antológico con <b>autores cuya escritura admiraba con apasionada sinceridad</b>. Incluso mi trabajo en estas líneas me valió un viaje ¡pagado! por la UNAM a México para participar en una conferencia sobre videojuegos, donde pude conocer en persona a la bella escritora <b>Gabriela Damián</b>.</p>
<p style="text-align: justify;">En los últimos años he dejado de escribir de videojuegos en estos espacios, más que nada por estar jugando sobre todo a títulos Nintenderos, que me inspiran más a escribir <b>textos testimoniales</b> (como <b><a href="https://tierradefay.blogspot.com/2023/04/a-proposito-de-xenoblade-chronicles-3.html" target="_blank">este </a></b>o <b><a href="https://tierradefay.blogspot.com/2022/05/super-mario-y-la-redencion-del-papel.html" target="_blank">este</a></b>) en vez de propiamente <b>críticos</b>. Pero sin duda este campo ha sido muy importante en mi desarrollo, y espero algún día retomarlo desde un enfoque más maduro.</p>
<p style="text-align: justify;">Igualmente, esta mundo trajo a mi TL de Twitter a gente muy bella, inteligente y apasionada, de la que he aprendido y a la que sigo admirando mucho.</p>
<p style="text-align: justify;">Esta obra no habría sido posible sin el muy variado trabajo intelectual de personas como <b>Diego Barrera</b> (¡el único chileno!), <b>Eva Cid, Mariela González, Lucas Ramada, Hugo Gris, Guillermo Martínez, Tomás Grau o Alberto Venegas</b>, entre otros, que me inspiraron a pensar y repensar los videojuegos y templar mis propias palabras para escribir de estas experiencias. Aun hoy, sigo descubriendo nuevas voces y formas, cuya prosa y pensamiento siguen deslumbrándome.</p>
<p style="text-align: justify;">Gracias a personas como estas pude recuperar para mí los videojuegos, de los que me había ido distanciado en el tiempo. Aunque este no es exactamente mi <b>hogar</b>, porque este es la <b>Fantasía literaria</b>, siempre habrá espacio en mi corazón para la <b>Fantasía videolúdica</b>. Este libro de <i>Super Mario RPG</i> fue el primero, pero quizá (muy) a futuro vengan otros trabajos en ese mismo espíritu.</p>
<p style="text-align: justify;">Y ha sido el primero porque a él le debo mucho. No puedo ocultar que la motivación principal para escribir esta obra fue la <b>Paula niña</b>, <b>que amó este juego con todo su corazón, tanto en su maravilla y humor constantes como en su melancolía final</b>. Pero, ante todo, que junto a él <b>resistió </b>ante un mundo sumamente hostil e inefable.</p>
<p style="text-align: justify;">En esos años, yo estaba muy sola porque estaba rodeada de gente que me <b>despreciaba por “rara”</b> o que, aunque me apreciaba vagamente por las razones equivocadas, <b>no podía entenderme</b>. Solo cuando crecí y tuve al fin la capacidad de cambiar de círculos y contextos, así como de crear y refinar herramientas sociales, pude empezar a buscar y encontrar al fin <b>gente afín a mis intereses, luchas y destinos.</b></p>
<p style="text-align: justify;">No podré enmendar nunca la soledad y el dolor de la pequeña Paula, pero ahora puedo <b>rendirle respetos</b> con un libro como este que he escrito sobre <i>Super Mario RPG</i>, su juego favorito. <b>Porque el libro también existe porque ella nunca dejó de amar lo que debía ser amado, porque aquel mundo horrible en el que le tocó crecer nunca pudo derrotarla.</b> Porque <i>Super Mario RPG</i> y otras historias de Fantasía la acompañaron y la ayudaron cuando nadie más quiso o pudo hacerlo.</p>
<p style="text-align: justify;">Porque esas historias fueron sus verdaderas y únicas <b>amigas</b>.</p>
<p style="text-align: justify;">Espero que algunos lectores eventuales del libro, en sus propias lecturas, puedan entrever el amor y la pasión de esa niña que fui en mis palabras adultas… y acaso los niños que ellos fueron también.</p>
<p style="text-align: justify;">Si esta obra logra que alguien juegue o rejuegue <i>Super Mario RPG</i>, y que en su experiencia disfrute el juego con la maravilla que se merece, me sentiré plenamente satisfecha en esta batalla.</p><p></p>Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-78054135562977376842023-04-26T13:16:00.004-04:002023-04-26T13:16:31.795-04:00A propósito de Xenoblade Chronicles 3<p> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8VaC7vUszybDLosXG3TE3MZmK7I7maI_-rwPFeOP4a9O8loFoXE7qUtG4aT5vkD5suJQpTt9yZGDt-g2nNTTOpIRkvjltUENgBuUAz5ZM-N3lhqz0IBf00znj3jQ9GyCzOYFJq60Is5Xq918x-q45mrza1_UB4mia8hyabFimAw0gMUYRZzgO1DY7FQ/s1500/Xenoblade3.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1117" data-original-width="1500" height="475" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8VaC7vUszybDLosXG3TE3MZmK7I7maI_-rwPFeOP4a9O8loFoXE7qUtG4aT5vkD5suJQpTt9yZGDt-g2nNTTOpIRkvjltUENgBuUAz5ZM-N3lhqz0IBf00znj3jQ9GyCzOYFJq60Is5Xq918x-q45mrza1_UB4mia8hyabFimAw0gMUYRZzgO1DY7FQ/w640-h475/Xenoblade3.jpg" width="640" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Arte oficial de la carátula de la banda sonora de <i>Xenoblade Chronicles 3.</i></td></tr></tbody></table><br /><br /></p><h3 style="text-align: left;"><strong>Preludio personal</strong></h3>
<p style="text-align: justify;">He comentado muchas veces que, en mis años de sequía juveniles buscando literatura imaginativa, los videojuegos, principalmente los JRPGs, suplieron con creces esta necesidad, hasta que di con <i>Harry Potter</i> y <i>El Señor de los Anillos</i>. Siempre he sido enfática en cuanto a la importancia de nutrir la propia escritura de Fantasía con obras literarias antes que solo con otros medios narrativos populares, como el manga/animé (bien), los juegos de rol (meh) o los propios videojuegos (sí, sí, sí). Sin embargo, también debo decir que a veces los videojuegos presentan experiencias tan descollantes que vale la pena detenerse un momento en ellos y analizar cuidadosamente de qué forma sus historias y desarrollos podrían servirnos de inspiración trabajable para nuestras propias narraciones.</p>
<p style="text-align: justify;">En mi caso personal, estuve muchos años sin jugar en serio videojuegos narrativos, principalmente por poco tiempo y pobreza. Cuando al fin retomé la posibilidad de tener consolas más recientes, comencé muy lentamente a ponerme al día con ciertos títulos y a probar otros muy nuevos. Mi género favorito en este medio son los (J)RPGs, cuyos emblemáticos clásicos de los 90’ y los 00’ deslumbraron enormemente a mi yo adolescente y marcaron mis tempranas incursiones en la escritura. Pese a ello, en esta etapa de mi adultez, me he tardado bastante en jugar varios nuevos clásicos del género. Quizá ha sido porque mis circunstancias personales han cambiado: debo trabajar y cuidar de otras cosas en mi vida, lo que me resta tiempo y energía para entregarlo a este tipo de obras, que son por naturaleza colosales en sus dimensiones y afectos. Con decir que mis algunas de grandes experiencias en RPGs en los últimos cinco años han sido <i>Dragon Quest XI</i>, tradicional a más no poder (para bien y mejor), y <i><a href="https://tierradefay.blogspot.com/2022/05/super-mario-y-la-redencion-del-papel.html" target="_blank"><b>Paper Mario: The Origami King</b></a></i>, que en realidad ni siquiera es ya un RPG al uso, aunque sea un Super Mario con historia y aunque me haya encantado.</p>
<p style="text-align: justify;">Es decir, títulos bellos y nostálgicos, pero sin tanto drama narrativo.</p>
<p style="text-align: justify;">Ahora he retomado esa senda interrumpida en mi adolescencia con nada menos que <i>Xenoblade Chronicles 3</i> (Monolith, 2022), la tercera y última entrega de la celebrada subsaga <i>Xenoblade</i> desarrollada por Monolith y publicada por Nintendo, que a su vez se origina del remoto y genial <i>Xenogears </i>(Squaresoft, 1998). Me lo regalaron para mi pasado cumpleaños, y me pasé mucho tiempo intimidada por su presencia. Para mí, era un JRPG “como los de antes”: tal vez no tenía combates por turnos, y quizá había implementado muchos recursos más recientes de los videojuegos en general, pero hacía énfasis en una historia imaginativa hondamente reflexiva e intensa, que es lo que más he amado siempre de este tipo de juegos. No sabía si estaba emocionalmente preparada para lidiar con algo así en esos días, pero pronto comprendí que no podía seguir rehuyendo mi responsabilidad como amante de las historias.</p>
<p style="text-align: justify;">Ahora que por fin he terminado <i>Xenoblade Chronicles 3</i> (XC3 de ahora en adelante), tras más de 100 horas de juego, quise escribir algunas notas reflexivas de esta experiencia. Mi intención era más bien crearme un registro de compañía y recuerdo sobre el juego antes que un ensayo propiamente tal, coherente y agudo en sus hipótesis, argumentos o planteamientos.</p>
<p style="text-align: justify;">Con esto en mente, aclaro los siguientes puntos sobre el texto que se desplegará a continuación de este preludio:</p>
<ul>
<li style="text-align: justify;">Por supuesto, el texto estará plagado de <i>spoilers</i>. No deberían afectar a quienes ya hayan terminado XC3, a los jugadores/lectores inmunes a los spoilers y a quienes no tengan intención alguna de jugar el juego, pero tengan curiosidad en leer estas notas y descubrir parte de lo que pasa por mi mente y mi corazón cuando experimento un videojuego tan potente como este. No sé si este último tipo de gente exista, pero qué más da.</li>
<li style="text-align: justify;">Jugué el juego con las voces en japonés y los textos en español de España, que a veces resultan perturbadoramente coloquiales (e ininteligibles incluso para audiencias latinoamericanas, como yo). Quizá algunas ideas concretas que cito aquí no se correspondan literalmente con la versión en inglés. He revisado algunas cinemáticas en inglés para recordar algunas cosas, y por lo pronto parecen coincidir en lo esencial.</li>
<li style="text-align: justify;">No he jugado los anteriores títulos de esta subsaga: <i>Xenoblade Chronicles</i> (1), <i>Xenoblade Chronicles</i> 2, <i>Xenoblade Chronicles X</i> ni el DLC <i>Futuros redimidos</i>. Tampoco he jugado <i>Xenosaga</i>. Sí he jugado <i>Xenogears</i>, pero hace como veinte años (it’s not easy being old). Por ende, no haré aquí conexiones explícitas con otros títulos, pese a que se repiten motivos y, en el caso de XC1 y 2, incluso un mismo universo ficcional.</li>
<li style="text-align: justify;">XC3 no es una obra de Fantasía “tradicional”, sino más bien un entrecruce de estéticas imaginativas, algo muy propio del género JRPG, por lo demás. Hay dos razones por las que no me molesta esta hibridación puntual. Primero, la obra es lo que es desde esta hibridación orgánica; su naturaleza híbrida no obedece a un discursillo explícito que busque enrostrarnos algo a los que preferimos la “pureza” (sic) de una sola estética imaginativa, como lo han hecho ciertos autores y ciertas editoriales odiosos. Segundo, siento que su núcleo en sí pertenece a la Fantasía, por afectos, intenciones estéticas y temáticas generales, incluso cuando los elementos más explícitos están más cercanos a la ciencia ficción.</li>
<li style="text-align: justify;">Este es un texto muuuy largo y no editado. Está escrito ante todo para mí misma en el futuro, pero lo comparto porque quizá a alguien más le interese, de ahí que explique muchas cosas básicas que un jugador ya conoce. Pero no espero realmente que alguien lo lea hasta el final.</li>
</ul>
<p style="text-align: justify;">Sea.</p>
<p style="text-align: justify;"><strong><br /></strong></p><h3 style="text-align: justify;"><strong>Premisa general</strong></h3>
<p style="text-align: justify;">En principio, tenemos como universo ficcional del mundo de Aionios, en el que se enfrentan históricamente dos facciones militarizadas, sin que ninguna logre sobreponerse nunca a la otra: Keves y Agnus (gentilicios en español: kevesí y agneses). Ambas están esparcidas por el mundo en diversas colonias militares, custodiadas por unos superhumanos llamados Cónsules. Completa esta jerarquía dos respectivas reinas para cada facción, por lo general ausentes de las dinámicas cotidianas de la guerra.</p>
<p style="text-align: justify;">Los habitantes de este mundo son, en su mayoría, niños y jóvenes. Sucede que el orden biológico tradicional está alterado en su sistema sociocultural. Los humanos son incubados y entregados a la conciencia como niños, y a partir de ahí tienen una esperanza de vida de diez años como máximo, si no caen antes en combate. Quienes lleguen vivos al final de este recorrido (como jóvenes de alrededor de 20 años, creo), se someten a un ritual llamado Ida a Casa, en el que son desintegrados y presuntamente devueltos a sus sendas reinas. La idea es que cada colonia, cada combatiente, debe esforzarse al máximo para ser un buen soldado y causar pérdidas a la facción contraria, a fin de mantener el mecanismo energético de un reloj que se ubica en sus colonias y que determina el rango de estas y el beneplácito de los cónsules. Mientras más alto el rango, mayor es la calidad de vida concreta.</p>
<p style="text-align: justify;">Vemos entonces que la existencia de los chicos de Aionios es sumamente inútil en términos trascendentalistas. Carne de cañón en su máxima expresión, la degradación absoluta del concepto de <i>gamificación</i>.</p>
<p style="text-align: justify;">La historia del XC3 nos pone al control de un grupo de jóvenes (ellos: Noah y Lanz; ella: Eunie) kevesíes y cómo, a partir de un encuentro destinado, se topan con la sorpresa de que los márgenes del mundo que conocen no son más que constricciones artificiales y que algo o alguien los está manipulando como meras piezas de un tablero para prolongar eternamente el ciclo de violencia. Todo esto gracias a la adquisición ¿fortuita? del poder de convertirse en Ouroboros, una manifestación humanoide-mecha de gran fuerza que requiere que dos personas, coincidentemente de sexo opuesto, se enlacen en una sola.</p>
<p style="text-align: justify;">En su descubrimiento, los acompañan otros tres jóvenes agneses (ellas: Mio y Sena; él: Taion), con quienes comenzaran lentamente a establecer un vínculo que les hará ver que la Otredad que asumían para sus rivales no es más que un constructo impuesto.</p>
<p style="text-align: justify;">De ahí en adelante, el grupo protagonista emprenderá un viaje por Aionios rumbo a Fendespada, suerte de zona prometida con otras dinámicas de vida, en la que esperan encontrar respuestas a sus inquietudes. De paso, van liberando las otras colonias, kevesíes y agnesas, del yugo de los relojes y de los cónsules, y creando nuevos lazos de compañerismo y amistad con otros soldados.</p>
<p style="text-align: justify;">Por la hondura del peregrinaje, también tendremos oportunidad de verlos acampar, conversar de los más diversos temas (banales, personales y cruciales) y, en general, ser unos muchachos muy intensos y adorables, arrojados a un mundo muy difícil que pretenden cambiar desde su unión como Ouroboros y, ante todo, como amigos.</p>
<p style="text-align: justify;">Un JRPG como Dios manda, vamos.</p>
<p style="text-align: justify;"><strong><br /></strong></p><h3 style="text-align: justify;"><strong>Libertad, otredad, tiempo y humanización: algunos temas vertebrales</strong></h3>
<p style="text-align: justify;">El tema más explícito del juego, creo, es la <b>búsqueda o recuperación del libre albedrío</b>. La premisa general ya nos revela que los personajes han vivido toda su vida esclavizados a una voluntad ajena. Para peor, en la historia no tardamos en enterarnos de que están condenados a la reencarnación constante de sus mismos seres, por lo que se repiten patrones existenciales en una eternidad indefinida. La búsqueda y lucha central de los protagonistas, como no se cansan de repetir siempre que sea pertinente, es la <b>transformación de un mundo en el que esta libertad se restablezca y cada quien pueda elegir su vida como le plazca, más allá de limitaciones impuestas.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Sin embargo, creo que subyace a esto un tema aún más general: <b>la humanización como un proceso constante y de nunca acabar</b>. </p><p style="text-align: justify;">Podríamos decir, desde cierta óptica filosófica, que la libertad es parte de la esencia del ser humano. Desde luego, siempre habrá márgenes que no podremos remontar como seres finitos y limitados por naturaleza, pero la libertad a la que apuntan nuestros protagonistas tiene que ver con la capacidad de elegir de qué manera se puede conducir la vida por algún sendero elegido, o qué sendero podría elegirse. Desde luego, cualquier progreso en esa línea será siempre mejor que su anterior existencia normativa como soldados, con sus escasísimos diez años de vida consagrados al asesinato de otros y a la propia desesperada supervivencia.</p>
<p style="text-align: justify;">Esto nos remite también al sistema de nuestro mundo real, pues, si bien normalmente contamos con muchos años más que el límite de la década del universo ficcional de XC3, nuestras preguntas son las mismas: ¿cómo aprovechamos al máximo nuestro tiempo de vida frente a aquello que busca que lo desperdiciemos?, ¿cómo construimos nuestra existencia de manera que podamos asignarle un sentido orgánico, mutable y significativo?, ¿qué legado procuramos dejar a quienes nos sobrevivirán, al propio mundo?</p>
<p style="text-align: justify;">Pero la libertad no es el único foco de esta historia ni de sus personajes. Está también el desarrollo temprano de la <b>discusión sobre la Otredad</b>: ¿qué convierte a otros seres humanos, aparentemente tan parecidos a nosotros, en verdaderos enemigos? La respuesta inmediata, en este caso, es el poder de facto representado por los Moebius, a quienes les conviene mantener un eterno presente de matanza constante e imposible de resolver para continuar existiendo como tales. Los protagonistas aprenden pronto esto y no tardan en comenzar a valorar a sus compañeros del otro bando por lo que son o están empezando a ser, y no por lo que el sistema determinó que fuesen.</p>
<p style="text-align: justify;">Esta es una progresión obvia de esperar en el juego, claro. Lo interesante aquí es que no solo se plasma en los protagonistas, sino en la miríada de personajes secundarios, habitantes comunes de las diversas colonias. A medida que vamos liberando a estas de su yugo, los soldados se ven de pronto desprovistos de su sentido de propósito original y se ven obligados a replantearse todo lo que sabían y pensaban, de maneras homólogas a nuestros héroes, aunque no compartan sus magnas misiones. De pronto, apremia no solo el cuestionamiento filosófico, sino también, por ejemplo, cómo procurarse alimentación en un mundo en el que solo vivían para luchar y en el que eran alimentados por los Cónsules. A partir de estos predicamentos ayudamos a los soldados a establecer conexiones con diferentes colonias, incluso las previamente enemigas.</p>
<p style="text-align: justify;">Lo anterior se aborda principalmente a partir de misiones secundarias. Por supuesto, las más intensas se relacionan con los compañeros adicionales de los protagonistas, llamados genéricamente “héroes”. Como es de esperar, cada uno de ellos presenta su propio conflicto interior en relación con los temas aquí abordados, y se sobreentiende que incluso sumándose a las filas de nuestros protagonistas su lucha personal habrá de continuar.</p>
<p style="text-align: justify;">Algunas de mis historias favoritas fueron las de Ethel, Segiri (Siegri) y Fiona. Las comentaré brevemente para ilustrar la variedad de motivaciones de los personajes.</p>
<p style="text-align: justify;">Ethel se presenta como una guerrera de élite, que salva a nuestros protagonistas kevesíes cuando son aún muy jóvenes. Por circunstancias del argumento, Ethel se ve atrapada posteriormente en una dura imposición: unirse a su honorable rival de toda la vida, el agnés Cammuravi, para derrotar a nuestros protagonistas. Pero, en el enfrentamiento, tanto ella como su inesperado compañero descubren que no están interesados en seguir estas antojadizas órdenes, y que en cambio prefieren aprovechar la instancia para sostener su combate definitivo, en el que terminan aniquilándose mutuamente.</p>
<p style="text-align: justify;">Me gusta mucho la relación entre Ethel y Cammuravi porque, en estas primeras horas del juego, son lo más cercano a un vínculo afectivo íntimo que vemos en estos seres humanos, naturalmente torcido por el contexto bélico. Ambos se respetan muchísimo como combatientes; no se enfrentan por el odio impuesto sobre sus naciones, sino por honor. Y es a través del duelo directo como logran comunicarse desde sus sendas individualidades, su única vía posible de libertad en ese constreñido sistema: a través de los propios códigos impuestos, solo que transfigurados por sus actos.</p>
<p style="text-align: justify;">Segiri es una jovencilla cuasi autómata por formación, originalmente llamada “Siete”, a quien el acercamiento amistoso de Sena le presenta otra forma de conducir su vida. Es Sena quien termina bautizándola como Segiri, en un juego de palabras entre su genérico “nombre” original y la predilección que la chica muestra por los <i>onigiri</i>. Posterior a este encuentro inicial, los protagonistas pueden llegar a conocer todo el escuadrón de Siegri, y en una misión secundaria Sena termina rebautizándolos a todos. Me ha encantado esta idea, tan sencilla y familiar para el Fantasista, de humanizar a los personajes a través del un cambio de nombre, el nombre verdadero.</p>
<p style="text-align: justify;">Por último, Fiona pertenece a una colonia habitada mayormente por chicos muy, muy jóvenes, y que está sometida a una serie de complejas y peligrosas irregularidades administrativas. Tras adentrarse en algunos eventos opcionales, podremos descubrir que una de sus mejores amigas en la colonia, Irma, era en realidad una Cónsul que mantenía todo así a propósito por considerarlo lo mejor para tan frágil comunidad. Pese a ello, Irma confiesa que siempre consideró a Fiona una verdadera amiga, ambivalencia que resulta muy perturbadora para Fiona.</p>
<p style="text-align: justify;">Luego de que los protagonistas derrotan a la Cónsul, Fiona queda por el resto del juego con el trauma de que su mejor amiga haya sido, en realidad (o al mismo tiempo), su peor enemiga, y las misiones secundarias desprendidas de esta línea argumental intentarán abordar en el proceso de aceptación y sanación del personaje.</p>
<p style="text-align: justify;">Esto me fascinó. He tenido vínculos ambiguos también en mi propia vida, (naturalmente, por razones muy distintas a estas) y la manera en la que Fiona lidia con sus sentimientos de rabia y rencor por lo que le hizo Irma, pero también con los de dolor y nostalgia por haberla perdido, me pareció sorprendentemente verosímil en términos sicológicos. <b>Y es que la humanidad también es eso: el recuerdo de nuestra propia complejidad natural, plagada de claroscuros cambiantes como las propias luces y sombras que los astros proyectan sobre el mundo.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Por otro lado, es hermoso descubrir que no solo estos héroes tienen sus propias historias de trasfondo, sino también muchos de los soldados comunes de las colonias, cada uno debidamente identificado con un nombre propio y rastreable gracias a un mapa de relaciones con otros personajes. Esto permite explorar los entresijos del mundo con mayor hondura, pues naturalmente no todos se toman de la misma manera la liberación que les llega por las actitudes de los protagonistas. Y eso, en sí mismo, nos ayuda a humanizar también a un tipo de personajes sumamente instrumentalizados en los videojuegos.</p>
<p style="text-align: justify;">Otro tanto puede mencionarse sobre la dinámica de la vida en la Ciudad, en principio ubicada en Fendespada. En ella, la vida se vive más o menos como en nuestro mundo: las personas tienen ciclos de existencia normales, que se originan en una concepción sexual, para luego crecer, madurar y morir de viejas. Si bien la Ciudad asume una forma de bastión contra los Moebius, por lo que también hay entrenamiento bélico, es evidente que en ella hay más libertad que en el resto de Aionios.</p>
<p style="text-align: justify;">Uno de los pasajes más hermosos del juego es cuando los protagonistas comienzan a descubrir esta forma de vida. En aspectos narrativos, me parece que lo que hace el argumento es <b>desfamiliarizar nuestra propia vida cotidiana (la de los jugadores), para ayudarnos a redescubrirla como receptores/jugadores de esta historia</b>. </p><p style="text-align: justify;">Cuando los héroes conocen por primera vez un bebé, sus reacciones de genuino entusiasmo y ternura son todo lo puro y bello que nos queda a nuestro miserable mundo. Luego, se produce un momento muy gracioso en el que se supone que los personajes reciben información sobre cómo vienen los bebés al mundo, y que obviamente el juego no narra. Es una decisión interesante, porque nuestros héroes han sido, más o menos hasta ese momento, esencialmente asexuales y arrománticos por imposiciones del contexto. Nos queda la duda entonces sobre cómo llegan a entender ese especial proceso de encontrar a un Otro desde una óptica sexoafectiva, que aquí podríamos considerar una dimensión más de humanización.</p>
<p style="text-align: justify;">Al respecto, un detalle menor tiene cierto correlato bíblico: luego de estos sucesos, los personajes femeninos se ponen muy nerviosos ante la idea de ver a otros hombres desnudos, aunque en principio no entiendan exactamente por qué. ¡Y eso que una escena inicial del juego nos mostraba a Lanz, Eunie y Noah bañándose juntos! Aunque me hubiese gustado que hubiera sido una reacción de pudor en todos los casos, que existiera al menos en mujeres ya fue algo. Me hizo pensar en el pudor de Adán y Eva al comer el fruto prohibido y descubrirse desnudos. Por supuesto, esto en XC3 adquiere un matiz positivo, porque se asume que este pudor puede ser una antesala para el verdadero encuentro con el Otro amado, desde una desnudez muchísimo más íntima que la física.</p>
<p style="text-align: justify;">Cierto es que estas visiones pueden parecer un tanto rígidas o tradicionales para la visión más diversa de este tipo de temáticas que hoy se ve en Occidente, pero me pareció fascinante verlas en un juego de estas características. Incluso, me hizo redescubrirlas en su propia belleza esencial, ajenas a la instrumentalización a la que buscan constreñirla los grupos conservadores que se llenan la boca para hablar de “tradiciones” que ellos mismos corrompen en privado.</p>
<p style="text-align: justify;">Ahora, visto lo anterior, sería quizá sencillo homologar la Ciudad con una suerte de Edén para los protagonistas. Lo es, pero la comparación es inexacta. La Ciudad está llena de conflictos sociopolíticos e ideológicos internos, que poco a poco podemos ir desentrañando en las misiones secundarias.</p>
<p style="text-align: justify;">Por un lado, están los seis elegidos originales que iban a convertirse en Ouroboros, pero a los que los héroes terminaron usurpando por azar del destino. ¿Cómo lidias cuando gente ajena e involuntariamente oportunista te roba la misión para la que te has dedicado toda tu vida?</p>
<p style="text-align: justify;">Por otro, vinculado a lo anterior, está la presión de las siete familias que, como castas, desenvuelven su propia lucha de poder en la urbe. E igualmente, en un plano más concreto, está la tensión entre el personaje de Ghondor y su madre, Mónica, ambas guerreras y pertenecientes a la familia Vandham. Mónica nunca se ocupó mucho de su hija por sus labores de combate, y Ghondor resintió mucho eso, aunque ella misma se convirtió en una luchadora formidable (y desagradable). Unido a esto, vemos la relación entre el personaje de Shania y su propia despiadada madre, para quien la joven solo parece tener importancia como vástago de su propio linaje familiar, los Reid, lo que más tarde traerá funestas consecuencias para todos.</p>
<p style="text-align: justify;">En un momento, respecto a Shania y su madre, Sena se cuestiona lo siguiente: ¿no se supone que los padres debieran querer y cuidar a sus hijos? Es una pregunta dolorosísima por su honestidad, que no es nada inocente en la medida en que recordamos que nuestros héroes no tienen padres ni el concepto de paternidad en su experiencia de vida.</p>
<p style="text-align: justify;">Como sea, con todas estas ambigüedades, el descubrimiento de la Ciudad sienta un precedente importante en la vida de los protagonistas. Porque en ella lo que más vemos un <b>nuevo flujo y consciencia del tiempo</b>: niños volviéndose adultos, adultos tomando en sus misiones el legado de remotos antepasados por un verdadero propósito en común. Esto está ausente de la vida general de Aionios.</p>
<p style="text-align: justify;">El móvil de los Moebius es, precisamente, mantener el tiempo atascado, un eterno presente para ellos y un presente reactualizado en cada reencarnación para los kevesíes y agneses. <b>No hay movimiento, ni crecimiento, ni avance hacia un futuro, solo una estabilidad falsamente práctica y acogedora, obtenida a propósito.</b> Es decir, los Moebius se presentan como seres patéticos, consumidos por su propio temor a los pulsos descritos. Sin embargo, la galería de Moebius en el juego es bastante variada, como he evidenciado ya: desde sicópatas absolutos como D. o enemigos genéricos como X., hasta personajes caídos ante el dolor como J. o S. (de ellos hablo más adelante), o seres ambiguos y no necesariamente crueles, como I. (Irma), C. (Crys, antiguo maestro eximio de Noah) o (T)ritón, que incluso se une como héroe.</p>
<p style="text-align: justify;">Es decir, a pesar de que se ha criticado a los Moebius como adversarios débiles en su conjunto, creo que paradójicamente <b>su variedad también los humaniza como personajes antagonistas</b>. No todos pueden ser malos malísimos porque sí o solo seres sufrientes y caídos con los que podemos empatizar; hay de todo, y con todos los matices que podamos considerar entre ambos polos, justo como en nuestra realidad. Incluso los grandes magnates tecnócratas que tejen los hilos de nuestras vidas en nuestro mundo, como Moebius reales, tienen también sus matices torcidos.</p>
<p style="text-align: justify;">Lo mismo cabe destacar sobre el enemigo final, Z., que no es tanto un ser humanoide como una encarnación del concepto que engloba la ideología estática y aterrorizada de los Moebius. Z. se expresa en cada Cónsul, pero también en las sombras de cada personaje humano del juego, y aun en cada uno de nosotros.</p>
<p style="text-align: justify;">Porque la lucha de nuestros protagonistas es una que nosotros mismos compartimos en nuestro propio mundo, y que <b>nos recuerda que nuestra indiscutible naturaleza humana es algo que debemos resignificar a cada instante.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Su aventura es, como toda buena historia de Fantasía, un <b>reflejo imaginativo y vicario de nuestro propio peregrinaje en lo que conocemos como existencia humana.</b></p><p style="text-align: justify;"><b><br /></b></p>
<h3 style="text-align: justify;"><strong>Las rosas y el barro: filosofía y cotidianidad</strong></h3>
<p style="text-align: justify;">Como toda obra titánica, XC3 está poblada de reflexiones muy profundas sobre lo que implica estar vivo, ser un ser humano y qué hacer con el propio destino, entre otros aspectos afines. Esta es una marca que ya estaba presente en el temprano <i>Xenogears</i>, con su loquísima influencia del sicoanálisis y teologías varias. Historias de densas implicancias, sí.</p>
<p style="text-align: justify;">Pero todo viaje titánico no puede sostenerse solo a partir de este tipo de intensidades existencialistas e intelectuales. No hay mente ni corazón que soporte. Los protagonistas de este juego, como debe ser, son muy jóvenes. Como el juego ha salido recién el 2022, y como he venido a jugarlo ya mayor, he tenido alumnos de esas edades. He tenido alumnos que me han recordado a ellos.</p>
<p style="text-align: justify;">De ahí que la aventura también esté salpicada de momento graciosos, tiernos o ridículos. <b>Es el intersticio de la épica, tan bello como necesario para mi espíritu: los héroes tomando té o café en una pausa durante viaje</b>. Hace un tiempo,<b><a href="https://tierradefay.blogspot.com/2020/05/una-taza-de-te-o-cafe.html" target="_blank"> escribí justo un texto en el que expresaba mi amor por ese tipo de escenas en las historias, y lo importantísimas que me parecían en las historias de Fantasía en particular</a></b>. Estoy muy agradecida de poder haber encontrado en este juego.</p>
<p style="text-align: justify;">Es en este tipo de conversaciones que muchos aspectos de la personalidad de los chicos aflora en toda su expresión: la precisión tecnicista y estratégica de Taion como forma de lidiar con sus propios fracasos pasados y la pérdida de alguien a quien quería mucho; la descarnada honestidad y desborde emocional de Eunie, en contraste con sus temores íntimos y su cariño constante hacia sus amigos; la tosquedad y estupidez de Lanz, que conviven en él con su gran corazón y sus sorprendentes y ocasionales reflexiones; la tierna brutalidad y entusiasmo con la que Sena trata de esconder su intensa inseguridad y falta de autoestima; la serenidad y madurez de Mio y su reverso en su angustia y cuestionamientos existenciales por encontrarse cercana a la Ida a Casa. Y, por supuesto, la templanza de Noah y el torrente emocional que lo sacudirá posteriormente durante la historia, en relación con su acercamiento afectivo a Mio.</p>
<p style="text-align: justify;">Estos seis chicos me han parecido muy tontines y bellos. Los adoré y seguiré adorándolos, tanto por sus ternuras como por sus sombras, y por la forma en la que sus luchas personales y colectivas negocian con ambas. Es muy hermoso ver cómo transitan de los recelos y tensiones iniciales entre todos hasta pullas claramente amistosas (Lanz es tonto, Taoin es un <i>nerd</i>, Eunie es bruta y vulgar), acompañadas de genuinos gestos de cariño y preocupación por los otros.</p>
<p style="text-align: justify;">Un único ejemplo que quisiera destacar de todo esto es lo que sucede tras el capítulo 5 (abordado más adelante en este texto). Mio ha heredado el cuerpo de M, que originalmente se había dejado el pelo muy largo, cuando ella siempre lo ha llevado cortito. Entonces sostiene una conversación “de chicas” con Eunie y Sena, a quienes les confiesa que es un incordio lavarse semejante cabellera (<i>cómo la entiendo</i>), pero que le da pena la idea de cortársela porque era de M. Las chicas le dicen que mejor le pregunte a Noah (?), y al final el jugador es quien debe tomar la decisión.</p>
<p style="text-align: justify;">Esta es una conversación trivial y graciosa, que crea un genial contraste con la tensión dramática que acabamos de vivir. Pero también ofrece lecturas más hondas, pues el cuestionamiento de Mio es bastante profundo pese a todo: ¿conserva en ella algo que pertenecía a su otra encarnación, o se apropia del todo de su cuerpo y lo transforma según la persona que es ahora? El alcance gratuito a Noah también es significativo: las chicas consideran importante su opinión porque ya ha quedado más que claro que él está enamorado de Mio, así que le interesará que decide esta sobre su propia apariencia (!).</p>
<p style="text-align: justify;">El juego está plagado de este tipo de interacciones obligatorias y opcionales entre los protagonistas, en diversos niveles de profundidad. Esto consigue retratar de manera bastante verosímil el desarrollo de una amistad colectiva en el tiempo entre compañeros de aventura con personalidades y pasados diferentes, pero unidos por un mismo destino.</p>
<p style="text-align: justify;"><strong><br /></strong></p><h3 style="text-align: justify;"><strong>Las flautas</strong></h3>
<p style="text-align: justify;">En la historia, tanto las facciones de Agnus y Keves poseen un rol específico que contrasta dramáticamente con los cargos bélicos formales: los eximios (<i>off-seers</i> en la traducción en inglés). Estos son los encargados de despedir a los soldados caídos en combate a través de un ritual que involucra la ejecución de una melodía específica en una flauta concreta, que en nuestro mundo conocemos como <i>shinobue </i>(un tipo de flauta japonesa). Al plasmar la tonada, el espíritu del caído abandona su cuerpo en motas de luces azuladas, y se asume que entonces “descansa en paz”.</p>
<p style="text-align: justify;">Este es uno de los primeros aspectos narrativo-simbólicos que destacan en el juego. ¿Por qué una sociedad tan belicosa, en la que la vida humada parece importar tan poco, dispondría, sin embargo, de una catarsis tan bella? El origen de este ritual es algo ambiguo. Se nos ofrece una secuencia, ambientada 1000 años antes de los sucesos de la historia, en la que se muestra cómo el maestro eximio de Noah, Crys, en una reencarnación previa, evita que el Moebius de turno ajusticie a un soldado que ha llegado al final de sus años. Al contrario, apoyado por M., lo despide a través de su melodía.</p>
<p style="text-align: justify;">De ahí más, podemos pensar que se desarrolla como una acción sumamente liberadora para los habitantes de Aionios. Y, curiosamente, como uno de esos escasos gestos que permite transmitir cierta noción de progreso o avance en la trayectoria del mundo, en lugar de repetir un modelo exacto del mismo ciclo sin fin.</p>
<p style="text-align: justify;">Uno de los aspectos más fascinantes del diseño narrativo-simbólico de estas flautas es que estas no existen como tales en nuestro mundo. <b>Se trata de modelos de <i>shinobue </i>específicamente creados para este videojuego y decorados como los que aparecen portando los personajes centrales de Noah y Mio</b>, eximios ambos y cuya cercanía afectiva a la lo largo de la historia tiene un correlato a partir del entrecruce de sus propias melodías. De hecho, las pistas musicales que incluyen <i>shinobues </i>fueron interpretadas con estos dos instrumentos únicos.</p>
<p style="text-align: justify;">Como me dijera mi esposo, estos <i>shinobue </i>modificados “son realmente <b>instrumentos de otro mundo</b>”. Y sí. Intuyo que todos los que escuchamos estas melodías por primera vez, sin contexto ni conocimiento musical, sentimos que su sonido era particularmente evocador y a la vez distante de nuestro mundo primario.</p>
<p style="text-align: justify;">Yasunori Mitsuda, uno de los legendarios compositores tras la banda sonora de XC3, explicó que la intención de este procedimiento era “crear un sonido que no se hubiera oído antes”.</p>
<p style="text-align: justify;">Me parece un detalle alucinante, un <b>verdadero acto mitopoético desde el ámbito musical</b>. Leamos esto con calma: crean una variante, hasta entonces inexistente, de un instrumento para que recree al instrumento del juego, y a la vez el juego mismo ha movido a sus creadores a transformar el mundo real para que su instrumento único pueda existir aquí.</p>
<p style="text-align: justify;">Demencial.</p>
<p style="text-align: justify;">Cualquier sonsonete gringo de <i>worlbuilding </i>no se compara a esto. </p><p style="text-align: justify;">O sea, si tu creación de <i>worlbuilding </i>no me va a traer un sonido de otro mundo y cambiar para siempre mi percepción de las flautas de esta realidad, no me interesa. (<i>Es broma, claro. Pero, si quieres, no es broma</i>.)</p>
<p style="text-align: justify;">Cuánto tenemos que aprender los escritores de nuestros compañeros en otras artes.</p>
<p style="text-align: justify;"><strong><br /></strong></p><h3 style="text-align: justify;"><strong>Los marginados: Joran y Shania</strong></h3>
<p style="text-align: justify;">Una de las decisiones narrativas que más me interesaron en el juego fue el retrato de ciertos personajes que no estaban destinados a ser héroes por las propias limitaciones de sus vidas, de sus contextos, y acaso de la existencia misma. Personajes que estaban aún menos preparados que la norma para cumplir con el destino que se les había impuesto, y cuyo esfuerzo titánico por plegarse a estas expectativas terminó primero enfrentándolos a sus antiguos aliados y luego destruyéndolos por el propio peso de sus tragedias.</p>
<p style="text-align: justify;">Usualmente la gente despotrica mucho con el tratamiento del heroísmo en las ficciones imaginativas contemporáneas, desde críticas que lo desestiman por anacrónico, superficial o maniqueísta. Pues bien: cuando aparecen personajes que podríamos apreciar como verdaderamente “grises” (es decir, cuyo desarrollo trasciende el aburrido “no existe el bien ni el mal, solo el poder, blablá”), la opinión pública común es el desprecio o el silencio. Hipócritas.</p>
<p style="text-align: justify;">Joran y Shania formaban parte de sendas comunidades: Joran era un pequeño kevesí que integraba el equipo compuesto por Noah, Lanz y Eunie cuando eran niños, en Colonia 9; Shania, una joven aspirante a Ouroboros en el contexto de la Ciudad y los Números Perdidos, los candidatos originales a Ouroboros. Pero ambos siempre tuvieron un desempeño inferior al esperado, y no solo ya para el sistema, sino también para sus seres queridos más cercanos. A pesar de que era formalmente su amigo, Joran solía cargar con las recriminaciones de sus compañeros, sobre todo de Lanz, ante sus insuficientes incursiones de entrenamiento de combate. Shania, por su parte, lidiaba con la aspereza natural de su amiga y rival Ghondor, y además con el desprecio constante de su propia madre, quien no toleraría un resultado inferior a la excelencia en la niña, en miras de mantener el prestigio social del apellido Reid tras la muerte de su padre y hermana mayor.</p>
<p style="text-align: justify;">Joran y Shania son un tanto insufribles en el contexto de este mundo: quejumbrosos, débiles, patéticos. Incapaces de apretar los dientes entre lágrimas y seguir adelante, como se supone (lo suponen sus cercanos, el sistema, el mundo del juego, nosotros mismos como jugadores) que deberían haberlo hecho. Pero también ambos comparten visos de individualidad que, atención, entroncan en el <b>arte</b>: Joran tiene grandes habilidades para tallar muñequitos de madera, y Shania es muy buena dibujante. Sorprende también que, en las únicas escenas en que se revelan estas tendencias creativas de ambos, sus obras sean <b>recreaciones transformadoras del mundo en el que viven, y específicamente de sus seres queridos</b>. Joran talla a sus amigos; Shania dibuja a su padre junto a Guernica Vandham, padre de Mónica, abuelo de Ghondor y responsable de que nuestros protagonistas sean los Ouroboros. Pero ya en esas creaciones, por desgracia, asoma también la fatalidad de su sino: Joran se ha tallado a sí mismo de una forma irreconocible (“pero ese no se parece a ti”, le larga Eunie, con su tacto característico), amenazante; Shania, en un acceso de rabia al sentirse nuevamente inferior, destruye su dibujo.</p>
<p style="text-align: justify;">Ante la presión, no de es extrañar que ambos sucumban a su modo. Joran sacrifica su vida por salvar a Lanz, acto que deja al gigantón con un trauma. Años más tardes reaparece como un Moebius despiadado, en nada parecido al niño dulce de antes, y que además revela desde una dolorosa dimensión todo lo que significó para él haberse descubierto en sucesivas vidas siempre como un pelele, alguien que nunca podría caminar al ritmo de sus amigos.</p>
<p style="text-align: justify;">En tanto, Shania traiciona horriblemente a los protagonistas al entregarlos a los Moebius, lo que desencadena uno de los episodios más estremecedores en el argumento del juego, el final del capítulo 5. Sus razones trascienden con creces la envidia y el deseo de venganza, como alguien podría pensar a la rápida: ha decidido que el sistema de vida de los Moebius es mucho más justo que el de la vida natural, pues los soldados tienen la oportunidad de reencarnar sucesivamente y tener nuevas experiencias de vida cada vez, en lugar de la existencia única y contextualmente constreñida de los habitantes de la Ciudad. Recordemos que Shania estaba presa de las expectativas sociales y que además sufría porque nunca estaría al nivel de fuerza y prestigio de Ghondor, quien además, justo es explicitarlo, la trataba bastante mal como amiga.</p>
<p style="text-align: justify;">Este razonamiento de Shania contradice el descubrimiento de Joran, y eso no hace sino aún más terrible la determinación de la joven, quien finalmente lo entrega todo por una falsa ilusión de redención. De hecho, en el clímax de estos acontecimientos, Shania se suicida de un disparo en al cabeza, al eufórico grito de “¡Esto es un comienzo!”. Esta es una escena brutal y magníficamente ejecutada, capaz de mover a la piedad al jugador a pesar de las atrocidades cometidas por el personaje, y a pesar de que para entonces ya sabemos que los humanos de Aionios pueden reencarnar . Y esto es justo lo que sucede con Shania, quien resucita como Moebius.</p>
<p style="text-align: justify;">En lo personal, no veía un conato de suicidio en un videojuego desde <i>Final Fantasy VI</i>, por lo que esta escena me impactó mucho, incluso entendiendo que la joven volvería de una u otra forma.</p>
<p style="text-align: justify;">A diferencia de muchos jugadores, yo nunca odié a Shania. A cada atrocidad que cometía, sentía un golpe interior de horror y piedad: <b>esta podría haber sido yo</b>. Sí, yo podría haber sido Shania. Y Joran, también. Porque yo también me he sentido rezagada de muchas personas que quise y que envidié y cuya validación busqué hasta destruirme a mí y a mi vínculo con ellas, y fuera de lugar o prisionera en mi propio mundo, con mis armas melladas y mi arte secretamente a cuestas.</p>
<p style="text-align: justify;"><b>Pero yo, que me he odiado tantas veces a mí misma, ante el poderoso espejo transformador de la ficción, sentí imposible dirigir estos sentimientos a estos personajes caídos.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Y es que la posibilidad que se le ofrece a ambos personajes de ser Moebius se asemeja a un <b>pacto fáustico</b>: lo entregas todo a una entidad maligna a cambio de aquello que siempre deseaste, y que en este caso parecía ser el anhelo de un poder suficiente como para nunca ya quedarse atrás, para superar incluso a quienes siempre tuviste que mirar desde sus espaldas.</p>
<p style="text-align: justify;">Pero, como sabe cualquier cristiano, o al menos cualquier persona que haya visto la posibilidad de aceptar algo horroroso y que haya desistido de hacerlo, al Diablo no se le cree ni acepta nada, porque cualquier promesa vendrá torcida.</p>
<p style="text-align: justify;">Al final, es evidente que este no era el verdadero deseo de Joran y Shania, y que estos simplemente fueron manipulados en sus respectivas vulnerabilidades. Eso es lo que intentan hacerle ver los protagonistas a estos personajes, devenidos en trágicos adversarios, mucho más significativos como tales que cualquier Moebius común.</p>
<p style="text-align: justify;">Sabiamente, sus arcos de redención no terminan en una salvación completa, sino en reconciliaciones solo asumidas en la antesala de la muerte, esta vez como Moebius, por lo que se asume que son definitivas. Porque, pese a todas las justificaciones que podamos encontrar en sus trasfondos, eso no quita que hayan cometido actos despreciables por los que debía haber algún tipo de consecuencia natural.</p>
<p style="text-align: justify;">Aun así, estos cierres de arco asumen bellas trazas eucatastróficas.</p>
<p style="text-align: justify;">Shania muere en brazos de Ghondor, quien por una vez deja de ser una pesada y vuelve a validar a la joven no como guerrera, sino como artista, algo que se nos revela recién entonces que había hecho ya en el pasado. Alguien podría pensar que Shania es estúpida por no haber tenido este importante recuerdo más presente, pero como alguien que ha estado en situaciones homólogas (mucho menos dramáticas y bélicas, se entiende), debo decir que es absolutamente verosímil. Será estúpido para una menta sana, pero es algo muy real. Las enfermedades mentales, la falta de autoestima que deriva de ellas y la reiterada negación de las esperanzas que se nos presentan son una mierda.</p>
<p style="text-align: justify;">Joran vuelve a realizar un acto de sacrificio para llevar a la muerte al insoportable Moebius D., en un acto que remite a su caída original, de niño. Entonces aparece una bella y delicada escena que reúne simbólicamente al chico con Lanz y los otros compañeros, en su forma infantil, y que sirve como despedida entre ambos y el cierre del trauma de Lanz.</p>
<p style="text-align: justify;">Previamente a esto, cuando aún se encuentra recapacitando, Joran hace un comentario esclarecedor. Emplea la metáfora de sentirse como un gusano, al cual sus compañeros, pájaros, le dijeran constantemente que cumplía un rol importante arrastrándose por la tierra… cuando él solo quería volver como ellos.<b> ¿Qué saben los pájaro sobre los sentimientos de los gusanos?</b></p>
<p style="text-align: justify;">Creo que aquí se encuentra una clave importante en el perfil de estos personajes traidores: lo que ellos deseaban (o creían desear, por su necesidad de validación) estaba fuera de su alcance, y despreciaban aquello desde donde sí podían aportar. <b>El problema de base, entonces, no es la falta de validación de los cercanos, ni su propia debilidad en los ámbitos que importaban, sino la mala hechura de un mundo que no permite otras opciones de existencia y realización personal.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Como se ve a lo largo del juego, los protagonistas quedan profundamente marcados por personajes como Joran o Shania, o incluso Miyabi (lejos la mejor parada de este trío), <b>cuyo rezago, diferencia o muerte les hacen reevaluar todo su sistema de valores.</b> Ese es parte del impacto y valor de estos personajes. Por supuesto, eso tiene una lectura sumamente instrumental en función de los protagonistas, del modelo heroico más convencional, pero el matiz es que se percibe que esto es insuficiente. <b>No basta con usar a los muertos o caídos como meros insumos de esperanza.</b> Lo que nuestros héroes esperan hacer a partir de esto es cambiar el mundo, de modo que nadie como Joran o Shania tenga que volver a pasar por algo semejante, por tener que tomar decisiones tan terribles como las que ellos tomaron.</p>
<p style="text-align: justify;">En mi lectura desde el marco que suelo ocupar en los cuentos de hadas, me proyecto en todos los frentes. Por supuesto que como persona estoy mucho más cerca de Joran o Shania que de los protagonistas, y no me avergüenza reconocerlo, pero puedo situarme entre ambos desde mi posición como jugadora. <b>¿Qué es lo que me llevo del sacrificio y el dolor de esas otras partes de mí, las que se arrastran como gusanos por la tierra?</b></p>
<p style="text-align: justify;">Si miro mi propio Ministerio con la Fantasía, es exactamente eso: <b>transformar el mundo desde mi arte para esos que han sufrido como yo, para que no tengan que estar solos como lo estuve yo, para que tengan una esperanza que a veces se me resistió mucho.</b> No quisiera ser el recuerdo doloroso de alguien (aunque temo que algunos deslices personales sí me hayan orillado a eso en algunos corazones), sino parte de una motivación de esperanza. No quisiera tampoco tener que morir o caer espiritualmente para que alguien pueda recoger mi testigo de la Fantasía desde el dolor. Desearía que mi rol en todo esto fuese más similar al de Miyabi con Mio, cuando consiguió demostrarle a esta, en su parada más renuente, el valor y la belleza de ser un eximio en un mundo belicista.</p>
<p style="text-align: justify;">Como Joran y Shania, a veces he creído desear caminos que no me correspondían, y me he preguntado también cuánto hubiera estado dispuesta a entregar para encaminarme en ellos. No he tenido a mucha gente que me lo haya hecho ver, pero la ficción sí me lo ha recordado muchas veces: no lograría nada bueno, ni para mí ni para otros, siguiendo aquella ruta de vida. <b>El destino que hemos de acoger para nosotros es el de aceptar aquello que siempre nos ha hecho diferentes e “inferiores” ante la percepción de los demás, y despuntar en ello, con una violenta belleza.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Desde luego, no es algo nada sencillo. Pero ahí tenemos a la ficción, a la Fantasía, para enseñarnos vicariamente a cómo conseguirlo.</p>
<p style="text-align: justify;"><strong><br /></strong></p><h3 style="text-align: justify;"><strong>El capítulo 5</strong></h3>
<p style="text-align: justify;">¡Oh, este capítulo! Oh, mejor dicho, el clímax de este capítulo. Probablemente uno de los momentos más emocionalmente devastadores de la serie <i>Xenoblade</i>, de los JRPGs y, diría yo, de casi todos los videojuegos que he podido experimentar. Un prodigio narrativo que explota su potencial a partir del retorcimiento de expectativas que hemos asociado a este tipo de episodios en la tradición de los JRPGs.</p>
<p style="text-align: justify;">Los protagonistas, tras la traición de Shania, quedan a merced del enemigo, presos. Esto coincide con los escasos días de vida que le restan a Mio, y a quien convenientemente encierran sola, en una celda lejana a la que todos sus otros compañeros comparten. En esta difícil instancia, el jugador se hace a la idea de que algo tiene que suceder para seguir avanzando la trama de manera satisfactoria. Las escenas de encierro en prisiones son una suerte de tópico en los JRPGs que suelen resolverse de maneras positivas, con el esforzado escape o rescate de los protagonistas y algunas revelaciones importantes.</p>
<p style="text-align: justify;">Pero aquí nadie viene, nada pueden hacer los héroes y, horriblemente, nada tampoco puede hacer el jugador. Sin sus poderes, los chicos no tienen fuerza suficiente como para romper la celda y escapar. Sin la posibilidad de controlarlos como personajes de videojuego, debido al enfoque de este episodio como una larguísima cinemática, <b>los jugadores no tenemos agencia ya para ayudarlos</b>. Debemos en consecuencia contemplar pasivamente su momento más bajo en la historia, en la que todos ellos pierden sus esperanzas y sus fuerzas para seguir adelante. Afectan en particular la frustración de Taion, normalmente flemático e intelectual, y la absoluta desesperación de Noah, de personalidad serena y en general bastante plana, ante la inminente e injusta muerte de una Mio aislada y desvalida.</p>
<p style="text-align: justify;">Fue realmente doloroso ver el sufrimiento de Noah en sus gestos agonizantes. El equipo de desarrollo hizo un trabajo magnífico en la animación de este episodio, porque en realidad nada hay más horroroso que el correlato físico del dolor interior. Noah grita, llora, jala y golpea brutalmente los barrotes de su celda hasta hacerse sangrar los nudillos, y todo en vano. Sus compañeros, tan impotentes como nosotros, solo pueden quedarse ahí, mirándolo en silencio. Y luego las palabras tremendas de Mio, y entonces <b><a href="https://youtu.be/E7CZn4gFYU4?t=642">esa canción…</a></b></p>
<p style="text-align: justify;">Como jugadora, me pregunté si realmente esto iba a ser así, si todo efectivamente estaba encaminado a la tragedia. ¿No habría una esperanza, un <i>deus ex machina</i> tonto pero necesario, un giro de guion cuidadosamente expectante para plasmarse justo en ese momento? Quizá sea por el tipo de historias que suelo disfrutar, pero siempre espero ese tipo de recursos. Cuando la ficción de turno me los escamotea por razones intelectuales o impresionistas, lo siento como una miserable traición a la esencia misma de las historias, y me taimo como una estúpida.</p>
<p style="text-align: justify;">Pero, en realidad, grandes historias que he amado han tenido episodios así de brutales.</p>
<p style="text-align: justify;">Nunca olvidaré la muerte de Aeris en <i>Final Fantasy VII</i>, por ejemplo. Era adolescente. Creo que fue una de las primeras muertes reales que presenciaba en un videojuego. Como tal, me convencí tontamente de que algo pasaría más adelante en el juego, en los dos discos que aún quedaban, algo que de alguna forma resucitaría a Aeris. Así que todas las secuelas emocionales de su asesinato las viví medio atontada por esta urgencia de esperanza. Para mi absoluto desconcierto juvenil, tiempo más tarde terminé el juego y Aeris no revivió. Aeris no volvió nunca más a ese universo ficcional, entonces aún cerrado, que era el del FF7 original de 1997. Había en verdad muerto. Me tardaría muchos años comprender que su esencia siempre había estado presente, solo que no de la forma concreta que yo hubiera esperado.</p>
<p style="text-align: justify;">Es lo que hace la muerte de otros, nuestros seres queridos, en nosotros.</p>
<p style="text-align: justify;">Esa experiencia de años fue la que me vino otra vez a la mente cuando vi a Mio ascendiendo por las escaleras para su Ida a Casa definitiva, de donde estaba claro que no regresaría más como reencarnación. Donde moriría frente a Noah y sus amigos. Cuando N. arrojó burlonamente a Noah la flauta de eximio para que la despidiera, y cuando este obviamente no pudo siquiera llevársela a la boca para tocar algo, el dolor que sentí fue muy intenso: <b>esta es la crueldad del mundo real. La ficción imaginativa solo la replica, estilizada al máximo.</b> El mundo real y su gente horrible nos han arrojado muchísimas veces ya nuestras flautas para que “despidamos” aquello que nos es tan caro y que estamos perdiendo.</p>
<p style="text-align: justify;">Uno de los aciertos de esta larga secuencia es que ejecuta en nosotros, los jugadores, las mismas constricciones existenciales que atenazan a los personajes de este universo y contra las que hemos venido luchando, de maneras vicarias, desde nuestros <i>joycons</i>: <b>la incapacidad del libre albedrío y de transformar el destino propio y los ajenos</b>. Que esto se presente justo cuando nuestros héroes parecían haber alcanzado un grado de agencia mayor en sus resoluciones no hace sino aumentar la tensión.</p>
<p style="text-align: justify;">Al ver a Mio desintegrándose en luz, la parte que aún conservaba consciente en mi interior, más allá de las lágrimas y la absoluta tristeza que me punzaban, me hizo pensar que quizá estaría al fin frente a una escena narrativa capaz de rivalizar con la dicatástrofe de Ana María Matute en <i>Olvidado Rey Gudú</i>.</p>
<p style="text-align: justify;">Afortunadamente para mí, el giro que tanto esperaba se presentó por fin, aunque a propósito de otra inmensa tragedia: la relación de N. y M. como amantes infaustos, los Noah y Mio “originales”, un paralelo estremecedor de la tierna relación que había empezado lentamente a aflorar entre nuestros protagonistas.</p>
<p style="text-align: justify;"><strong><br /></strong></p><h3 style="text-align: justify;"><strong>N. y M.</strong></h3>
<p style="text-align: justify;">Suelo comentar que no me gustan nada las subtramas de amor, ni el amor en sí mismo en la ficción. No sé ya si esto es tan cierto; creo que más bien me desagradaban las maneras normativas en las que, incluso en obras imaginativas, se desarrollan estos vínculos sexoafectivos. Aquí, como en otras obras imaginativas que sí han incluido historias de amor, se aprovecha el propio tejido ficcional del mundo secundario y sus reglas para condicionar las dulzuras y las tragedias de estos vínculos.</p>
<p style="text-align: justify;">En el caso de N. y M., vemos que ambos llevan un terrible ciclo de encuentros y desencuentros prematuros como amantes, en sucesivas reencarnaciones. Por obra del destino (de Z., más bien), N. está condenado a perder a M. una y otra, y otra, y otra vez, en las más diversas situaciones. Eso bastaría para enloquecer a cualquiera, supongo. Por ello, comprendo plenamente su radical decisión de volverse Moebius y luchar para mantener aquel eterno presente en el que M. nunca tenga que volver a apartarse de él… Pero, claro, no lo justifico, porque ello finalmente implica que cometa un sinfín de atrocidades, desde la destrucción de la Ciudad original (la destrucción de la esperanza de cambio) a esa crueldad innecesaria con el Noah que conocemos como protagonista.</p>
<p style="text-align: justify;">La verdadera tragedia de N. y M., pienso, es la <b>progresiva corrupción del amor que N. emplea como móvil para todas sus acciones</b>. Luchó y sacrificó muchísimo para protegerla y mantenerla a su lado, pero en realidad nunca le preguntó a M. si ella estaba de acuerdo con ello. <b>El amor es algo que tiene construirse de a dos</b> (asumimos aquí un contexto monógamo). Al pasar a llevar a M., cada vez más horrorizada y exhausta ante las atrocidades de N., no sorprende tanto que finalmente prefiera morirse antes que seguir aguantando una eternidad así, con un compañero devenido en un monstruoso egoísmo sentimental.</p>
<p style="text-align: justify;">Que realice esto intercambiando cuerpos y conciencias con Mio es bastante decidor, y más aún cuando revisitamos la escena de la cárcel con este conocimiento ya adquirido, considerando que a aquella a la que le hablábamos era en realidad M. y no Mio. Esa bello parlamento, que fue el que me desencadenó las lágrimas, “mi Noah”, es extraordinario ahora porque es literal. M. extraña a “su” Noah, al que ve reflejado en “nuestro” Noah, el protagonista del juego. Tanto Noah como Mio son parte de esa esperanza irreductible que la naturaleza Moebius de N. y M. no pudo estancar.</p>
<p style="text-align: justify;">Nota aparte, por otro lado, la bellísima forma en la que este intercambio se anticipa en el juego a <b>nivel extradiegético, por medio de la banda sonora</b>. Cuando el jugador se enfrenta a M. como Moebius, la acompaña el tema característico de estos jefes, pero con el agregado de un <i>shinobue </i>solista. Es la única vez que escuchamos esta variante particular del tema. Podríamos pensar que es algo propio de la especificidad de N. y M. como Moebius que corresponden a las versiones originales de los protagonistas, pero al enfrentarte a N. no se aprecia este matiz. Por otro lado, es sumamente llamativo que, de todas las vidas previas de N. y M. que se nos muestren, ninguna los represente como eximios.</p>
<p style="text-align: justify;">Cuando se nos revela cómo, por qué y cuándo se produce el mentado intercambio, comprendemos que en realidad nos enfrentamos a Mio en el cuerpo de M. ¡Ese <i>shinobue </i>representa musicalmente a Mio! Sin duda un uso deslumbrante del <i>leivmotivs </i>musicales.</p>
<p style="text-align: justify;">Que finalmente N. y M. fuesen los que anularan la fuerza de Z fue una hermosa sorpresa para mí, medio eucatastrófica. Fue conmovedor ver cómo Noah y Mio les suplicaban que no lo hicieran, que no se sacrificaran, que podía haber otra manera... Se diría que es un cliché de estas historias, pero todo lo que ha pasado hasta este momento realmente te prepara por dentro por albergar la muy concreta esperanza de que Noah y Mio tengan razón y de que N. y M. no tengan que desaparecer. Pero, narrativamente, se entiende a la perfección la razón por la que esto tenía que ser así.</p>
<p style="text-align: justify;">Cambiando de foco, podría comentar también de la relación de Noah y Mio que me gusta mucho que sea muy sutil, desde ese primer encuentro en que se enfrentaron como adversarios de homólogos poderes en el campo de batalla hasta su dulce despedida. En este contexto colonizado por <i>TV Tropes</i>, hay quienes identifican en esto un par de <i>tropes </i>(sic) llamados “<i>enemies to lovers</i>” y “<i>slow burn</i>”.</p>
<p style="text-align: justify;">Creo que la propia arquitectura narrativa del juego desafía esta simplificación, pues podemos intuir que Noah y Mio van acercándose poco a poco, en realidad, porque están reencontrándose una vez más dentro del gran esquema de sus ciclos de reencarnación, con todo el entusiasmo y el desgaste que eso puede producir en sus espíritus. Entonces, hay urgencia (los sucesos del juego, en teoría, toman unos cuantos meses), pero también cierta precaución en cada paso, pues no siempre ambos amantes fueron enemigos a muerte, como en esta encarnación.</p>
<p style="text-align: justify;">Me gusta también que a veces se muestren roces en esas interacciones más cercanas. Me gustó ver a la compuesta Mio enojada ante la falta de tacto de Noah, cuando le confesó sus temores ante su inminente fin de ciclo de vida.</p>
<p style="text-align: justify;">Porque los vínculos también se van forjando en esos roces, y sobre todo en lo que hacemos para sanar esas raspaduras que nos han dejado. <b>En lo que dialogamos para acomodar nuestros sentimientos en los huecos del ser amado, como acomodamos nuestros labios en un beso.</b></p>
<p style="text-align: justify;"><strong><br /></strong></p><h3 style="text-align: justify;"><strong>El final: un mundo roto y restaurado a la vez</strong></h3>
<p style="text-align: justify;">¿Qué decir de este desgarrador desenlace? Hay quienes no creen que haya sido coherente con lo expuesto durante el juego. Al margen de coherencias, creo que funciona muy bien en términos dramáticos: <b>separar lo que logró unirse en medio de la adversidad, con la única incierta esperanza de que puedan reencontrarse en un mundo más íntegro</b>. Hemos pasado tantas horas con estos chicos, sus conflictos internos y sus luchas épicas que este final es también una separación para nosotros de ellos, de sus historias, de la belleza entera que es XC3.</p>
<p style="text-align: justify;">Un comentario azaroso que comencé a ver mucho en videos de <i>YouTube </i>que replicaban estas escenas de cierre es que, paradójicamente, XC3 nos había revelado a todos como Moebius, pues estaba claro que muchos hubiéramos deseado permanecer por siempre en el universo del juego en lugar de llegar a su desenlace y acabar la aventura. Y sí: y creo que esa es otra maravilla, probablemente involuntaria, de este título. Los Moebius, como apunté antes, no son solo entidades adversarias genéricas; <b>su presencia y desarrollo nos permite volcarnos con más conciencia a nuestras propias ideologías escapistas y estáticas.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Pero la aventura tenía que acabar: historia de una ida y una vuelta. Por más reparos argumentales que le podamos atribuir a este desenlace, lo cierto es que así se ha desarrollado: desde la separación de nuestros protagonistas en los dos bandos originales, cada uno asociado ahora a un universo distinto. <b>Pero la esperanza, bastión de la Fantasía, aletea: quizá en algún punto de la historia, en algún recodo del mundo, los amigos y amantes de universos ahora escindidos habrán de reencontrarse.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Las despedidas de los pares correspondientes fue, como correspondía, entrañable y triste. Me encantó en particular la de Rikku y Manana, quienes omitieron todo intercambio simbólico y tan solo se pusieron a llorar abrazados: desde su habitual alivio cómico, expresaron justamente lo que la mayoría de los jugadores comprometidos de este juego estábamos haciendo en ese momento, y así lo validaron.</p>
<p style="text-align: justify;">Al menos yo lloré como una Magdalena ante esas últimas escenas. También tuve razones extra videojuegiles para hacerlo, más relacionadas con otras historias, pero no hablaré de ello aquí. Supongo que lloré también porque XC3, en su inesperada belleza, me alumbró muchas cosas, muchas narraciones, en relación con esas otras motivaciones personales.</p>
<p style="text-align: justify;">De cualquier modo, yo también me despedí con mis lágrimas de mis niños y de tan grande JRPG.</p>
<p style="text-align: justify;">Ahora, la escena pos créditos es una pequeña maravilla estructural en sí misma, pues retoma la cinemática del Noah pequeño que vimos en el mismísimo inicio del juego. Por supuesto, al comenzar la historia, intuimos que esta escena tan críptica tendrá un peso importante más adelante, y tomamos nota mental de ella… Pero bien, resulta que XC3 es TAN largo y en él pasan TANTAS cosas que realmente se te olvida. Pero cuando la vi aparecer otra vez, esas cien horas después, empecé a recordar y a comprender… ¡Justo como en el juego!</p>
<p style="text-align: justify;">Si en la cinemática introductoria vimos al pequeño Noah percibiendo la detención del tiempo a su alrededor, en la de cierre lo vemos advirtiendo cómo este retoma su flujo normal. Entonces, ¿qué ha sido la experiencia misma del juego, todo lo que vino después de aquel inicio? Esa parte me pareció algo ambigua, o quizá solo es que soy muy tonta. ¿Es que toda la aventura se volvió una suerte de fabulación olvidada cuando los mundos se separaron y el tiempo volvió a correr? ¿Es que esa imagen inicial del pequeño Noah ya pertenecía al mundo restaurado, lo que sugeriría que la historia estuvo narrada <i>in media res</i>, y que ahora por fin retomamos la línea narrativa original?</p>
<p style="text-align: justify;">Me parecen una (buena) locura todas las posibilidades que pueden aflorar de estas confusiones.</p>
<p style="text-align: justify;">Como sea, el detalle más importante está en lo que pasa en esa escena de cierre. Lanz, Eunie y Joran (!) llaman a Noah para que no se quede atrás, pues ya van a lanzar los fuegos artificiales en honor a la reina. Noah, aún rezagado, hace el amago de ir, pero de pronto…</p>
<p style="text-align: justify;">Una melodía.</p>
<p style="text-align: justify;">¡Una melodía de <i>flauta</i>!</p>
<p style="text-align: justify;"><i>¡La melodía de despedida de la flauta agnesa!</i></p>
<p style="text-align: justify;"><b>DIOS MÍO.</b></p>
<p style="text-align: justify;">La cara del pequeño Noah en ese momento refleja exactamente eso que muchos sentimos: sorpresa, maravilla… ¡Recuerdo! Sonríe. Entonces va en busca de esa melodía, perdiéndose entre la muchedumbre…. Literalmente, pues, aunque la cámara hace un <i>zoom out</i>, es posible ver que el chico desaparece de la calle. ¿Adónde se ha ido? No se sabe. Posibles DLCs futuros quizá expliquen esto, pero al final qué importa.</p>
<p style="text-align: justify;"><b>En mi corazón, yo sé que se ha reencontrado con su Mio.</b></p><p style="text-align: justify;"><br /></p>
<p style="text-align: justify;">Es en esta esperanza devenida en promesa, en estas notas musicales inesperadas, que quiero terminar este errático texto.</p>Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-30371606753978233222023-02-24T15:44:00.002-03:002023-02-27T09:46:23.812-03:00Publicación de El idioma de los dragones<p> </p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQNLflrinFlfuB28YOSH2M_DWnIm_KO9Vd6DwpoQL8-4KX5EL7P3WMqtSHg8sQBaIpiwDHTkKToAHjvdY8dv8zQTiP3Q9V1xdWl1yN3QdC2X0Eovz0FZwxORXO2Z1ikSt2X-utUPYt5pwLx0XGMD4qbP_GZSLeMMxyAIXH5CjPjBQ6DubgizDjspu-xg/s1414/portada-idioma-dragones_orig.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img alt="Ilustración de portada de la antología "El idioma de los dragones". Muestra a una princesa pequeña, de pelo largo, vestido y descalza, blandiendo una ramita contra un dragón, que se ve sonriendo en el fondo. El dragón tiene muchos dientes. Los colores de la ilustración son crepusculares, entre azulinos y morados." border="0" data-original-height="1414" data-original-width="1018" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQNLflrinFlfuB28YOSH2M_DWnIm_KO9Vd6DwpoQL8-4KX5EL7P3WMqtSHg8sQBaIpiwDHTkKToAHjvdY8dv8zQTiP3Q9V1xdWl1yN3QdC2X0Eovz0FZwxORXO2Z1ikSt2X-utUPYt5pwLx0XGMD4qbP_GZSLeMMxyAIXH5CjPjBQ6DubgizDjspu-xg/w288-h400/portada-idioma-dragones_orig.png" width="288" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Ilustración de portada de Sebastián Franchini.</td></tr></tbody></table><br /><p></p><p style="text-align: justify;">Ha llegado un momento que, durante muchas veces en los últimos años, pensé que ya no volvería a ocurrir: la presentación de una nueva publicación literaria de mi autoría.</p>
<p style="text-align: justify;">Les presento entonces <i><b>El idioma de los dragones</b></i>, mi nueva antología de cuentos de Fantasía, publicada por la naciente editorial chilena <b>Trazos de Aves</b>, independiente y tradicional (es decir, no cobra a sus autores como condición para publicar sus obras).</p>
<p style="text-align: justify;"><i>El idioma de los dragones</i> se publica en <b>formato físico</b>, como un pequeño libro de aproximadamente 150 páginas, y en <b>formato digital</b>, disponible internacionalmente en <i>Amazon</i>. Diría que su público objetivo está enmarcado en cualquier amante de la Fantasía, la imaginación y los cuentos de hadas, sin importar la edad (salvo que el lector sea muuuy pequeño).</p>
<p style="text-align: justify;">Esta es la <b>sinopsis </b>de la obra:</p><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><i>El idioma de los dragones</i> es una antología de cuatro relatos de fantasía: una pequeña princesa se enfrenta a un dragón sin más armas que sus propias palabras; una joven muda y un joven introvertido encuentran en el arte la voz que tanto buscan; un niño común se hace amigo de otro que, según se dice, ha sido maldecido por las hadas; y un pastor de dragones junto a un escritor de fantasía viven una aventura que desafía al tiempo y a la imaginación para que la ficción sea digna de contener dragones en ella.</blockquote><div style="text-align: justify;"><br /></div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;">Estos cuentos son portales hacia el reino de las historias y la magia. También son una invitación para redescubrir el lenguaje escondido dentro de cada persona, de la manera de construirlo, para quienes son jóvenes, y de cómo interpretarlo y resignificarlo, para quienes, ya en cuerpos que han recorrido el camino de la vida, siguen siendo jóvenes de espíritu. Estas historias anidarán en ti y nunca dejarán de maravillarte.</blockquote><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Este es el listado de cuentos que incluye:</p><p style="text-align: justify;"></p><ul><li><b>La princesa valiente</b></li><li><b>La historia del Abuelo Árbol</b></li><li><b>Ojizarco</b></li><li><b>El pastor de dragones y el escritor viajero</b></li></ul><p></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Y esta es la subpágina dedicada al libro en mi sitio web, donde mantendré información actualizada:</p><p style="text-align: justify;"></p><ul><li><b><a href="https://arboloria.weebly.com/elidiomadelosdragones.html">Aquí</a></b></li></ul><p></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Puedes comprarlo desde estos enlaces:</p><p style="text-align: justify;"></p><ul><li><b>Desde Chile:</b></li><ul><li><a href="https://editorial-trazos-de-aves.jumpseller.com/el-idioma-de-los-dragones">Web de la editorial (libro físico)</a></li><li><a href="https://www.amazon.com/-/es/Paula-Rivera-Donoso-ebook/dp/B0BW9TJQGZ/">Amazon (<i>ebook</i>)</a></li></ul><li><b>Desde otros países:</b></li><ul><li><a href="https://www.amazon.com/-/es/Paula-Rivera-Donoso-ebook/dp/B0BW9TJQGZ/">Amazon (<i>ebook</i>)</a></li></ul></ul><p></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">A continuación, como he hecho anteriormente con otras publicaciones, comentaré brevemente algunos aspectos de la obra.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p>
<h3 style="text-align: justify;"><strong>El origen</strong></h3>
<p style="text-align: justify;">En principio, no pensé este proyecto como una unidad antológica de cuatro cuentos. Tan solo fui escribiendo los relatos poco a poco, en medio de circunstancias y motivaciones diferentes, hasta que comencé a ver puntos en común más nítidos aún que los que conectan toda mi producción literaria (publicada e inédita) a la fecha: la recurrencia de un <b>espacio feérico propio</b>, una iteración personal de la Tierra de las Historias, y la <b>importancia de la palabra narradora (sobre todo imaginativa) como vía de redención</b>. Nada de lo que no haya escrito antes, sí, ¿y qué? Pero había un pulso particular que detecté en estos brotes tempranos de historia que me hacía pensar que había algo más que el mero parentesco de mi mano operando en sus formas literarias.</p>
<p style="text-align: justify;">Si me remonto a la primera expresión de estos cuentos, creo encontrarla en un relato corto que en su momento escribí en 2016 para un concurso literario infantil que, milagrosamente, admitía envío de manuscritos en línea. En ese entonces estaba algo menos quemada de esas instancias y aún pensaba en ellas como vías razonables para mostrar mi trabajo, cosa en la que ya no creo.</p>
<p style="text-align: justify;">Esta historia era <b>“La princesa valiente”</b>, llamada en esta temprana versión <b>“La princesa perdida”</b> (se entiende que la valentía surge a partir del extravío). Sus mimbres son los mismos que la versión definitiva, pero su lenguaje, veo ahora, estaba totalmente encorsetado por las normas que ya había interiorizado del campo de la LIJ (literatura infantil y juvenil) y que me movían, aunque aún a regañadientes, a simplificar la prosa hasta dejarla irreconocible desde mi autoría.</p>
<p style="text-align: justify;">Recuerdo bien dónde estaba cuando trabajé esta primera versión: en una oficina horrible. Curiosamente, todos los otros cuentos los fui escribiendo también entre esa y otra oficina de una empresa a la que llegué después.</p>
<p style="text-align: justify;">No me refiero con esto a que escribiese estas historias en el periodo en que trabajaba en esos lugares, sino a que literalmente <b>las escribía durante mi jornada laboral</b>. En esos días, me sentía sumamente alienada por las jornadas completas de trabajo en Santiago, que me dejaban exhausta y con muy poca energía y ánimos de vivir como para poder volver a sentarse ante el computador para seguir escribiendo en casa. </p>
<p style="text-align: justify;">El flujo de trabajo en esta nueva oficina era muy variable según el contexto, así que a veces había momentos muertos en los que no había nada que una trabajadora insignificante como yo, con un puñado de contratos a plazo renovados cada ciertos meses, pudiera hacer.</p>
<p style="text-align: justify;"><b>Entonces escribía</b>. Escribía mucho, con desesperación: con los dientes apretados, temas musicales intensos en <i>loop </i>retumbándome en mis oídos, la palabrería laboral o casual de mis colegas difuminándose en el exterior de esos mundos frágiles que intentaba tejer palabra a palabra.</p>
<p style="text-align: justify;"><b>Escribía de dragones, hadas y jóvenes solitarios en busca de sus destinos en las cuatro paredes de una oficina santiaguina.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Escribía, parafraseando a Ray Bradbury, para no estar muerta.</p>
<p style="text-align: justify;">Escribir así era mi forma de resistencia: “Yo soy más que una oficinista precarizada. Yo tengo historias que contar, palabras que pulir, un destino al que rendir cuentas.”</p>
<p style="text-align: justify;">Todos mis colegas tenían igualmente sus propio destinos sueños y propósitos, claro, pero nunca supe cómo lidiaban con ellos en medio de todas las horas útiles que consumía el trabajo. Asimismo, tampoco supe si alguien más que mis colegas directos sabían que yo escribía cada vez que podía, pues mi rendimiento en la época era bueno.</p>
<p style="text-align: justify;">Solo recuerdo que una vez una compañera me dijo: “Se te nota cuando estás triste, aunque no digas nada”. Me pregunto si esa tristeza reflejada habrá coincidido con alguna jornada de escritura de esos cuentos. La tristeza en mí puede parecerse mucho al furor que me domina como escritora; hasta las lágrimas se comparten.</p>
<p style="text-align: justify;">Y otra me envió una vez, sin contexto, el relato “Esto también pasará”, que me trajo mucho consuelo inesperado por la rotundidad de su mensaje: todo, tanto lo bueno como lo malo, ha de pasar en el transcurso de la vida.</p>
<p style="text-align: justify;">De modo que resistía, con mis personajes y mis historias a cuestas, como si yo fuese una animalito aterido y ellos una <b>secreta promesa de primavera</b>. Esta tristeza y estos furores también pasarían, y luego vendrían otros, y así, eternamente. Pero algo se lograría entre tantas lágrimas y pasos: lo sabía desde muy adentro.</p>
<p style="text-align: justify;">Así nació <b>Fabularia</b>, mi iteración personal de Faërie y que de momento no tiene mucho de idiosincrático, fuera de mis temas y motivos literarios de siempre. Pero nombrarla me permitió enmarcarla, además, como un espacio de arte y de palabra, justo los elementos que me mantenían a flote durante esos días, al igual que lo hacían con mis personajes.</p>
<p style="text-align: justify;">Yo era la princesa enamorada de una historia que le arrancaba lágrimas de belleza, y por la que decidía abandonar todo su mundo conocido.</p>
<p style="text-align: justify;">Y era también la joven muda que no podía hablar como los demás, que era diferente, que estaba rota, y que sin embargo salía igualmente en busca de su verdadera voz. Y era el joven aprendiz de escritor que escribía entre la dentellada del frío y el zarpazo calor, en hojas arrebujadas y siempre al borde del total olvido.</p>
<p style="text-align: justify;">Y era, curiosamente, el niño obsesionado con aquel otro, el que había visto las hadas. Porque yo también había tenido obsesiones con personas, pero al menos quise transformar mi experiencia y recrearla literariamente con personas por la que de verdad valiese la pena enloquecer y sufrir. No ya una persona ambigua y desdeñosa, maestra de ilusiones, sino una persona que hubiera entrado en contacto con la belleza de las hadas, y que por tanto arrastrara una ambigüedad y un desdén muy diferentes.</p>
<p style="text-align: justify;">Y, naturalmente, más que nadie, yo era el escritor de dragones, molesto ante las degradaciones estéticas contemporáneas de la fantasía, y siempre admirador de las criaturas más bellas que hubiera deseado escribir.</p>
<p style="text-align: justify;">Llamé entonces a esta compilación de relatos <i>Cuentos de Fabularia</i>, porque literalmente eran eso: cuentos de, desde y sobre Fabularia. Tanteé algunas editoriales donde creí que podía tener alguna oportunidad (creo que dos o tres; no recuerdo ya muy bien), y solo obtuve respuesta de una, que hubiera preferido que nunca me hablara.</p>
<p style="text-align: justify;"><strong><br /></strong></p><h3 style="text-align: justify;"><strong>La traición y la redención</strong></h3>
<p style="text-align: justify;">En mi entrada <b><a href="https://tierradefay.blogspot.com/2022/12/post-mortem-yo-autora-de-lij.html" target="_blank">“Post-mortem: yo, autora de LIJ”</a></b>, compartí una decepcionante experiencia con una editorial chilena que, luego de aceptarme un manuscrito, me mantuvo en vilo (sin contrato firmado, claro) por dos años, incluso pidiéndome requerimientos adicionales absurdos que condicionaban el apoyo de la obra, antes de arrojar la propuesta, al manuscrito y a mí a la basura.</p>
<p style="text-align: justify;">Ese manuscrito era <i>Cuentos de Fabularia</i>, en su edición original.</p>
<p style="text-align: justify;">La situación fue muy dolorosa para mí, y a partir de ahí me sumí en un ánimo sombrío, desesperanzado y suicida. Honestamente, no veía ya que otro proyecto editorial pudiera ser afín al manuscrito, aunque conozco de nombre a bastantes editoriales. Veía y veía catálogos, con sus títulos y sus sinopsis, y ninguno tenía nada que ver con lo que yo leía, escribía, amaba.</p>
<p style="text-align: justify;">Pero, luego de un tiempo, vi que una editorial nueva, tradicional, abría públicamente su primera convocatoria. Para mi sorpresa, su temática corporativa era de pajaritos, y yo amaba los pajaritos, una feliz coincidencia. En su colección <i>Alicanto</i>, milagrosamente, vi un nidito posible para mis historias, pues abrazaban las narraciones imaginativas. </p><p style="text-align: justify;">Y con miedo, con el corazón aún hecho trizas, realicé una propuesta.</p>
<p style="text-align: justify;">Y pasó la primera etapa de evaluación. Y luego, para mi absoluta sorpresa, fue aceptada.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p>
<h3 style="text-align: justify;"><strong>La edición</strong></h3>
<p style="text-align: justify;">He publicado diversas historias, pero creo que esta es la primera vez en la que experimenté un verdadero trabajo de edición formal. Como tengo una redacción relativamente aceptable, al menos comparándola con el promedio chileno, en muchos casos los editores de turno se limitaban a corregir algunos gazapos estilísticos y a hacer un par de preguntas de desambiguación u observaciones menores. Esto, en sí mismo, no está mal para proyectos pequeños, pero siempre me dejó pensando si mis textos no tendrían fallas mayores que nadie estaba notando.</p>
<p style="text-align: justify;">Tuve al fin una experiencia real de edición gracias a las labores de Daniela y Eduardo, mis editores. Mi manuscrito quedó lleno de comentarios y tachaduras que me ayudaron a ver con otros ojos estas historias. A eso ayudó también la enorme cantidad de tiempo que había pasado desde que las había escrito a este instante. Así, muchas cosas que me objetaron eran aspectos que se desprendían de quien era, como persona y autora, en esa época, con todos mis sentimientos torcidos, mi rabia, mi soledad y mi silencio. No tuve problemas en despejar esa broza ideológica, porque además las observaciones fueron hechas con respeto y entendiendo que estaban objetando estas escenas justo porque <b>entorpecían la potencia real de cada texto.</b></p>
<p style="text-align: justify;">También hubo preguntas curiosas. Por ejemplo, <b>Eduardo me preguntó a qué olía un dragón</b>. Ha sido una de las preguntas más hermosas que me ha formulado un editor, porque además me hizo descubrir que nunca había pensado en eso. Quizá a eso debiera apuntar en verdad un editor: en lugar de meramente censurar o reprochar pasajes que “no funcionan” (¿vendrá también este utilitarismo textual del capitalismo?), ayudarle a valorizar al autor sus propios acentos.</p>
<p style="text-align: justify;">Otra pregunta curiosa fue por qué los personajes de una historia se llamaban originalmente Jack y John, nombres objetivamente sosos y genéricos. Aquí los editores me dieron espacio para explicar que no suelo dejar ciertos cabos así al azar, y que esta elección tan aburrida tenía un origen concreto: un pequeño homenaje a Tolkien, cuyo primer nombre es John, y a Lewis, a quien sus amigos llamaban Jack. En el cuento también narro un encuentro entre un escéptico y un consagrado, aunque en este caso es hacia las hadas, todo basado en el poema <i>Mitopoeia </i>de Tolkien. Sin embargo, entendí por qué este tipo de alusiones no son pertinentes porque obedecen más a un guiño personal que casi nadie más ha de entender, así que los reemplacé por otros.</p>
<p style="text-align: justify;">Una última curiosidad de la que Eduardo fue responsable fue el nuevo título de la obra. No le parecía que <i>Cuentos de Fabularia</i> fuera muy evocador, aunque desde mi visión los textos eran exactamente eso. Me temo que eso demuestra, entre otras tantas cosas, mi escasa visión práctica para estos asuntos.</p>
<p style="text-align: justify;">Sin embargo, su contrapropuesta, como seguramente concordarán todos los lectores, fue excepcional: <i><b>El idioma de los dragones</b></i>, frase extraída además de la obra misma. El título por sí solo abrió una nueva dimensión interpretativa a la obra incluso para mí misma, como autora, como comentaré más adelante.</p>
<p style="text-align: justify;">Otro genial acierto paratextual fue la sinopsis que pudieron leer al inicio de esta entrada, que fue escrita por ellos. Esto no parece nada del otro mundo, pero todas las sinopsis que he hecho previamente de mis publicaciones las he escrito yo misma.</p><p style="text-align: justify;">¿Sigo sin ser clara en por qué destaco esto? Lo explico mejor: que yo haya tenido que hacerme cargo de las sinopsis de mis anteriores historias se debe a que <b>nadie involucrado en su publicación (cuando hubo gente externa) tuvo interés en ellas en sí mismas</b>, por lo que no estaban en condiciones de hablar de sus argumentos o temas, y menos de sintetizarlas de manera atractiva. La sinopsis de <i>El idioma de los dragones</i>, en cambio, no solo es muy bella, sino que también expresa uno de los valores de la obra de una forma que no habría conseguido expresar yo misma.</p>
<p style="text-align: justify;">Todo estos procesos que describo los llevamos a cabo de manera dialógica a través de plataformas como <i>Google Docs</i> y <i>Discord</i>, que ha operado como un ordenado foro en el que las autoras hemos tenido acceso directo a conversar con los editores para discutir o proponer asuntos relacionados con nuestras obras. Creo que nunca había tenido un grado de cercanía similar a un editor, lo que se agradece un montón: el proceso de entrega de un manuscrito suele ser muchísimo más solitario (<i>lonely</i>) que el mero acto de escribirlo a solas (<i>alone</i>).</p>
<p style="text-align: justify;">Creo que podría resumir mi proceso editorial con Trazos de Aves en las siguientes palabras: se aquilata con cuidado y honor el material original, se pulen todos los ripios que atenten contra su propia vocación, y se proponen nuevas voces que ya se encontraban como promesa del texto original.</p><p style="text-align: justify;">Ojalá los lectores puedan entonces recibir la versión más nítida posible de estas historias.</p>
<p style="text-align: justify;"><strong><br /></strong></p><h3 style="text-align: justify;"><b>Las esperanzas</b></h3><p style="text-align: justify;">Una de las cosas que más me transmitieron los editores fue que creían en mis historias y que deseaban que llegaran a sus lectores. Estas expresiones, contrario a lo que podría creerse, no parecen abundar hoy en el mundo editorial. Es justo lo que necesitaba tras muchos años de caminar a ciegas y a trompicones con apenas una esperanza de luz. </p><p style="text-align: justify;">He sentido algo parecido a propósito de otros cordiales gestos editoriales previos, así que insistiré en ello: <b>este trato me hace recordar que, como escritora, soy ante todo un ser humano. </b>Y a nadie le gusta ser maltratado, o tratado como un mero productor de contenidos. Como decía en una entrada anterior, ya no soporto más el maltrato; ahora, a diferencia de hace unos años, comprendo que no lo merezco. </p><p style="text-align: justify;">Del mismo modo, luego de mucho tiempo en una tensa austeridad impostada, he decidido que <b>merezco igualmente entusiasmarme en mi fuero interno por esta publicación</b>, aunque quede la huella de los fracasos y las malas experiencias anteriores. Ese miedo nunca se irá, pero quiero abrirme también a la breve alegría de que nuevas historias mías puedan materializarse en papel porque alguien más creyó en ellas y decidió apostar sus recursos y energías para hacerlo realidad. </p><p style="text-align: justify;">Y es que <i>todo esto</i> (mis miedos y entusiasmos, la publicación en sí misma) también pasará. </p><p style="text-align: justify;">Mi gran esperanza es que algo de estas historias anclen o enraícen en algún corazón correcto. Como en todo lo que escribo.</p><p style="text-align: justify;"><strong><br /></strong></p><h3 style="text-align: justify;"><strong>La obra</strong></h3>
<p style="text-align: justify;">¿Qué esperar de <i>El idioma de los dragones</i>? Pues Fantasía, obviamente, como la he venido trabajando, leyendo, pensando y construyendo poco a poco en mis palabras a lo largo de todos estos años. Es una de mis compilaciones de cuentos, entre inéditas y publicadas, que me ha hecho más feliz. Entre las razones menos obvias, puedo decir que se encuentra la expresión particular de mi <b><a href="https://tierradefay.blogspot.com/p/biografia.html">Ministerio</a> </b>como autora que logré transmitir en sus páginas.</p>
<p style="text-align: justify;">Me interesa mucho que personas como yo puedan verse reflejadas en estos personajes y su sustento arquetípico, pues sus defectos o problemas han sido los míos, o los que otros me han enrostrado por años: cobardía, soledad, marginación, obsesión no correspondida, soberbia, sentido distorsionado de injusticia, entre otros. Cada personaje lidia como puede con estos asuntos, <b>y es la fantasía, el arte y la imaginación los que finalmente les ayudan a transformarlos en sus versiones más nobles, de espaldas a todos los que los dañaron o que nunca creyeron en ellos</b>. Como he ido aprendiendo a hacerlo en mi vida personal.</p>
<p style="text-align: justify;">La valentía no es más que una cobardía aceptada y usada como móvil. La soledad y la marginación vienen de ser diferentes a los demás, quienes en su homogeneidad pueden ser pavorosamente crueles y miserables, por lo que hay que asumir esa individualidad con orgullo y buscar a otros individuos que resuenen con ella. La obsesión no correspondida, siempre y cuando sea por alguien verdaderamente valioso, puede transmutarse en aquella estela que nos deja aquel que no nos corresponde o a quien hemos de perder. La soberbia y la justicia distorsionada nos debe mover a ser mejores en nuestra propia obra, para rendir ese justo homenaje que creemos que otros no están rindiendo y así trasladar el esfuerzo a uno mismo en lugar de otros.</p>
<p style="text-align: justify;">Un apunte valiosísimo que me realizó uno de mis lectores y nuevos amigos más entrañables, el escritor y sicólogo <a href="https://www.escritorjorgesilva.com/">Jorge Silva</a>, fue que le parecía muy bello que <b>tanto el nuevo título como las sinopsis de todos los cuentos apuntaran, de una u otra forma, a la voz y al lenguaje</b>. Fue una observación maravillosa por la claridad con la que la formuló, y me ha permitido repensar mi propia obra.</p>
<p style="text-align: justify;">En el breve video de presentación de mi libro para los seguidores de Trazos de Aves, me pregunto inicialmente <b>qué podría ser el idioma de los dragones.</b> Aunque ofrezco una tentativa de respuesta, creo que se trata de esas preguntan que nunca se cierran de manera definitiva, y que incluso quienes hayamos dado con una temprana propuesta de sentido podríamos cambiar de parecer en el tiempo. Creo que esa es la idea, en realidad.</p>
<p style="text-align: justify;">¿Qué es el idioma de los dragones para ti, para mí, ahora? ¿Qué fue alguna vez, qué será a futuro? ¿Cómo podremos entenderla o expresarla? ¿De qué forma lo estamos haciendo ya?</p>
<p style="text-align: justify;">Que sea la Fantasía y sus múltiples caminos (sus múltiples Palabras) quien nos conduzca a una nueva respuesta cada vez que la necesitemos.</p>Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-85091309344178364862023-01-16T10:00:00.005-03:002023-01-16T10:21:44.587-03:00Mis lecturas destacadas de 2022<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAlzqV2dH3HZsxHvv9OLDeVJF5Uod01dtGq9UwOJT2quvXOWknBuKrRb978FidiNfubld7HIQN5dyJq2Bn1iEGaRqMVc8v1j2kS_1NUIdwP5J8K-SAl6D_n3WbjXbZk_uaxBGaq41Ycl8SgqQM0ynO7VlLpP4mOgjBpUVgywcQCIU7WRNqMBt0M1Ob7A/s1222/4.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1118" data-original-width="1222" height="586" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAlzqV2dH3HZsxHvv9OLDeVJF5Uod01dtGq9UwOJT2quvXOWknBuKrRb978FidiNfubld7HIQN5dyJq2Bn1iEGaRqMVc8v1j2kS_1NUIdwP5J8K-SAl6D_n3WbjXbZk_uaxBGaq41Ycl8SgqQM0ynO7VlLpP4mOgjBpUVgywcQCIU7WRNqMBt0M1Ob7A/w640-h586/4.png" width="640" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Termina un nuevo año y comienza otro, lo que quiere decir que se viene una nueva entrada de mis lecturas destacadas en este querido blog mío, que, como comenté en la entrada previa, ¡ya ha cumplido una década!</p>
<p style="text-align: justify;">Ahora toca compartir algunas de mis lecturas más interesantes de 2022. En esta oportunidad, debido principalmente a mi trabajo, a muchos proyectos personales (ya les contaré de ellos por esta y otras vías) y a la hostilidad del lugar actual en el que vivo para el trabajo creativo e intelectual, no leí tanto como en años anteriores. Sin embargo, para compensar esto, me dispuse a retomar la sección de <b>menciones honrosas</b>, obras que me gustaron mucho pero que no me resultaron quizá tan llamativas como las destacadas.</p><p style="text-align: justify;">Como sea, espero que el lector curioso encuentre al menos una obra que llame su atención.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><hr /><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: x-large;">Narrativa de Fantasía</span></b></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: x-large;"><br /></span></b></p><p style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;"><i>Cuentos de un soñador y otras fantasías</i> (1910), de Lord Dunsany</span></b></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; font-weight: bold; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIXYBlG4L762SSJ9My9YAKUzEeFsjm4Z0n_u54MkyP-Cjh39gR-BP4Vo2WNFExOn0bGBB66tHgGPbVT4E7bKoCQPenoPaNlnmUVpJeMLRrWZRK9CNHeS8fM-AskHK-WObuPsksC8bGWD4NxwaIGTZIvam47iQw3T_9th0-H8UZQCVLlrAxOAb3cwyfgA/s1566/dunsany.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1566" data-original-width="1054" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIXYBlG4L762SSJ9My9YAKUzEeFsjm4Z0n_u54MkyP-Cjh39gR-BP4Vo2WNFExOn0bGBB66tHgGPbVT4E7bKoCQPenoPaNlnmUVpJeMLRrWZRK9CNHeS8fM-AskHK-WObuPsksC8bGWD4NxwaIGTZIvam47iQw3T_9th0-H8UZQCVLlrAxOAb3cwyfgA/w269-h400/dunsany.jpg" width="269" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"><br />Lord Dunsany me propuse seguir leyéndolo luego de la fascinación que produjo en mí su novela La hija del rey del país de los elfos. Elegí esta compilación de Valdemar como siguiente lectura de su autoría, aprovechando la gran cantidad de cuentos antologados y la bella edición.</p><p style="text-align: justify;">El Dunsany de estos cuentos es uno mucho más onírico, ominoso (¿numinoso?) y melancólico, si cabe. Más que historias individuales por destacar, me quedo con la sensación de un imaginario conjunto que logra evocar como pocos escritores una impresión de mundos, ciudades e historias arcaicos, cuando el mito era carne en lugar de mármol, irremediablemente perdidas en el tiempo. En ese sentido, es fascinante constatar cómo en apenas unas pocas páginas el autor logra conjurar esa impronta de mundo secundario, dejándote un regusto de particular nostalgia en la lengua lectora. Cada nombre extraño, así sea de su panteón de dioses o de las innumerables urbes que aparecen en sus cuentos, invoca estímulos de antigüedad sostenidos antes en la difuminación propia de la duermevela que en la nitidez de la vigilia.<br /></p><p style="text-align: justify;">Para quienes no conozcan nada del estilo del autor, un referente más cercano y popular, aunque también un heredero algo deslustrado a mi juicio, es la obra de H.P. Lovecraft, principalmente en sus trabajos más oníricos, sobre todo los del ciclo de Randolph Carter. Con todo, y a pesar de que tal vez la genealogía sea tan difusa como sus propias narraciones, este libro me parece una excelente propuesta para conocer algunas de las raíces de la Fantasía moderna y contemporánea.<br /></p><p style="text-align: justify;">Como leí por ahí en una reseña, ya no se escriben (o no se publican, más bien…) historias como estas, lo que contribuye a esa cualidad de distancia, fascinación y extrañamiento que le podemos atribuir a esta obra. Al menos ediciones como estas nos permiten seguir leyendo sus maravillas y, ¿por qué no?, animarnos a mantener vivo su espíritu estilístico.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><b><i>El collar de la princesa Fiorimonde y otros cuentos</i> (1880), de Mary de Morgan</b></span></p><p><span style="font-size: large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTUp7LcPRuW7hW0Q7QyeUDf27OM56rUmeme6y5Uyc_kZqTjwe9cWGTkBo3t3ayJMBe_wzy8fezX1YSvnKFxVyICxSCuFOtQU3t8A_KkTob0FklIZN0WOQwbEIgnQYxokD36UFuwhNUnsh3MyoZPMjl1tjP0Fhn1-9qaUj1zwbFS5YgEmnkR1CFOQXffA/s1344/fiorimonde.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1344" data-original-width="938" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTUp7LcPRuW7hW0Q7QyeUDf27OM56rUmeme6y5Uyc_kZqTjwe9cWGTkBo3t3ayJMBe_wzy8fezX1YSvnKFxVyICxSCuFOtQU3t8A_KkTob0FklIZN0WOQwbEIgnQYxokD36UFuwhNUnsh3MyoZPMjl1tjP0Fhn1-9qaUj1zwbFS5YgEmnkR1CFOQXffA/w279-h400/fiorimonde.jpg" width="279" /></a></span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><p style="text-align: justify;">Esta es una edición del codiciado catálogo de Olañeta. Llegó por sorpresa como saldo a la famosa Librería Chilena de Santiago, y puesto que ya no vivo en esa horrible ciudad, pude conseguir un ejemplar gracias a la amable gestión de Bernardita O. Labourdette.<br /></p><p style="text-align: justify;">A Mary de Morgan tenía muchas ganas de leerle más historias luego de mi deslumbre ante su bello y triste relato “Los vagabundeos de Arasmón”, incluido en la edición <i>Cuentos de hadas victorianos</i> de Siruela. Con este libro de Olañeta, descubrí por fin a una autora que satisfizo y aun rebasó todas mis expectativas como escritora de cuentos de hadas literarios. Cada narración me pareció perfecta en su promesa, desde su bella y precisa prosa a la fluida y redonda estructura, pasando por su profunda comprensión de motivos tradicionales de los cuentos de hadas orales y su correspondiente apropiación autorial.</p><p style="text-align: justify;">Este libro lo leí junto con otra joya de Olañeta, esta vez referida a una compilación de cuentos de hadas de Madame D’Alnuoy. La obra de De Morgan me pareció superior y mucho más afín a mis intereses, pues los cuentos de D’Alnouy estribaban muchas veces en torno al amor y las parejas, tema que en general me tiende a aburrir por prosaico, mientras que la autora inglesa era más variada en sus inquietudes temáticas, y hasta cierto punto más subversiva en su tratamiento. En ese sentido, me siento mucho más cercana a las propuestas estéticas de la tradición del cuento de hadas victoriano que a la francesa.</p><p style="text-align: justify;">También sería posible trazar una genealogía entre De Morgan y cultoras contemporáneas del cuento de hadas literario, como Angela Carter, aunque personalmente sigo prefiriendo a la autora victoriana porque la siento más cercana a la hechura de la Fantasía, de la misma forma en que George MacDonald me lo parece frente a la obra más popular de Lewis Carroll.</p><p style="text-align: justify;">Como sea, si te interesan los cuentos de hadas literarios poco conocidos, con una pátina de belleza melancólica y con finales no siempre felices, pero eucatastróficos a su manera, esta obra de Mary de Morgan es un valiosísimo exponente.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;"><i>Piranesi </i>(2021), de Susanna Clarke</span></b></p><p style="text-align: center;"><b></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRLHd9P-Xsyw8rxp6pwuzvkFFVl95rKILhCC45imz-MsEc9M39A1EMFe0_enD9rDhYeUVGKZ9xmt-SbXHHKkYFjND9_T-M4dJwRFyU_94dssDzdbIQYAnjhrYobfM85MbwjT9KfBkB3J8xSR4ytIegK8IibR6JqEaCihlzZbhbffx4hC0uvyHvWQ2Smg/s2048/piranesi.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1275" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRLHd9P-Xsyw8rxp6pwuzvkFFVl95rKILhCC45imz-MsEc9M39A1EMFe0_enD9rDhYeUVGKZ9xmt-SbXHHKkYFjND9_T-M4dJwRFyU_94dssDzdbIQYAnjhrYobfM85MbwjT9KfBkB3J8xSR4ytIegK8IibR6JqEaCihlzZbhbffx4hC0uvyHvWQ2Smg/w249-h400/piranesi.jpg" width="249" /></a></b></div><p></p><p style="text-align: justify;">Tenía muchísimas expectativas (y también miedos) ante la siguiente publicación de la grandísima Susanna Clarke, la extraña novela <i>Piranesi</i>, que a algunos fascinó y otros detestaron. Por fortuna, me encuentro dentro del primer tipo de lectores, aunque quizá por razones algo diferentes a muchos de ellos.</p><p></p><p style="text-align: justify;"><i>Piranesi </i>es una novela de Fantasía de portal, pero de un tratamiento muy anómalo en la ficción de Fantasía más comercial, más cercano acaso a las obras oníricas que suelen asociarse a la “ficción literaria” (aquí entendida como ficción validada por la crítica). Es difícil comentar más de la obra sin destripar algunos de sus elementos más interesantes. Sí quisiera destacar al protagonista, llamado Piranesi, quien es la voz narradora que consiga sus vivencias y pensamientos en un diario. Es a través de su peculiar manera de vivir y concebir la Casa, el espacio que habita, que vamos adentrándonos como lectores en su misterio.</p><p></p><p style="text-align: justify;">Quien venga esta novela esperando un “<i>worldbuilding</i>” se quedará frustrado, y me encanta. No va de eso la construcción del espacio de la Casa. Antes bien, la lógica interna de este mundo secundario recae en Piranesi, y la cuidadosa narración de Clarke nos permite pasar del desconcierto inicial a la comprensión progresiva no solo de la concepción mental del protagonista, sino también del misterio que subyace a su presencia allí y a su particular forma de ser.</p><p style="text-align: justify;">He ahí uno de mis aspectos favoritos de la novela: el adorable Piranesi. Cuando lo leí, lo sentí como si él fuese una persona autista, debido a su forma de relacionarse con el mundo y consigo mismo, y me encantó eso. Hubo algunas conductas o ideas del personaje que me recordaron a conductas e ideas propios, pero naturalmente no especificaré cuáles son. Como sea, creo que Piranesi refuerza parte de mi teoría personal como Fantasista entre el sujeto neurodivergente, y en particular autista, y las narrativas imaginativas.</p><p style="text-align: justify;">Otro aspecto interesante de la novela es el planteamiento de aquel misterio que encierra la Casa y la curiosa naturaleza de Piranesi, lo que brinda a un argumento de intriga. De pronto, advertimos la presencia de otros personajes humanos... Y una amenaza aparece en las tranquilas salas de la Casa.</p><p style="text-align: justify;">La propuesta de esta novela, así, se vuelve una original e interesante apuesta para retrabajar la Fantasía de portal, y un diálogo (muy) implícito con <i>El sobrino del mago</i>, de C.S. Lewis. Me ha parecido mucho más profunda e intrigante en este abordaje que lo que he leído, por ejemplo, de la<i> Saga de los Niños Descarriados</i> de Seannan McGuire, sobre los efectos de conocer y abandonar determinados mundos secundarios. De modo que, si al lector le interesan este tipo de historias, no puede perderse este nuevo triunfo estético de Susanna Clarke.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><b><i>Monstruos ordinarios </i>(2022), de J.M. Miro<br />(Libro I de la serie <i>Los Talentos</i>) </b></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVgPsSD-Id3_BCo9PtI6uOJjS9QOPZkTvyXi44WI5Vr5IXIUJ68nls1_PiLeGWJf3_wjUQwhSp4FwtagvLkvv2A-1FW0EH-p7LhqVk2ug0mJCRIuU9kyFa7Ubo5kzQM1fLr-bXO7MM9kX6D1qXKOk0A2gYb0yEx1Z5UrCeLVhiJ_c1-wZGSg_p-81i2Q/s580/imagen_2023-01-15_221554000.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="580" data-original-width="382" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVgPsSD-Id3_BCo9PtI6uOJjS9QOPZkTvyXi44WI5Vr5IXIUJ68nls1_PiLeGWJf3_wjUQwhSp4FwtagvLkvv2A-1FW0EH-p7LhqVk2ug0mJCRIuU9kyFa7Ubo5kzQM1fLr-bXO7MM9kX6D1qXKOk0A2gYb0yEx1Z5UrCeLVhiJ_c1-wZGSg_p-81i2Q/w264-h400/imagen_2023-01-15_221554000.png" width="264" /></a></span></div><span style="font-size: large;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;">Esta novela la compré a ciegas porque me interesó su premisa, que narra sobre la existencia, hacia la época victoriana, de personas que nacen con diferentes anomalías (llamadas Talentos) y la forma en la que se las arreglan para (sobre)vivir en un mundo que rechaza sus diferencias, en medio de extrañas intrigas tejidas en torno a una organización en particular que supuestamente educa a niños talentosos.</p><p style="text-align: justify;">Desde luego, la premisa en sí misma no tiene nada de original, pero me agradan este tipo de historias y me gusta la manera en la que novelas que la comparten pueden llegar a ser muy diferentes finalmente por la forma particular en la que la abordan. En este caso, me topé con el inicio de una saga en la que destaca un estilo muy llano y ágil, con muchos sucesos que ocurren constantemente, con un intrigante planteamiento de los poderes ("sistema de magia", como le llaman los devorados por el mercado) y con un interesante desarrollo de algunos de sus niños protagonistas (y de su antagonista, que también fue uno de ellos, mucho antes).</p><p style="text-align: justify;">Uno de los aspectos que más me gustó de la obra fue, justamente, los pensamientos y emociones que se nos compartían de estos chicos, mientras trataban de entender sus poderes y el hecho terrible de que la sociedad siempre los despreciaría o temería por ellos. Esto se complementaba con el tratamiento de los personajes adultos, que en muchos casos tampoco estaban mucho mejor preparados para afrontar las intrigas en las que se veían envueltos. Aquí destaca sobre todo el rol de la detective Alice Quickie, que trataba a los niños con mucho cariño y respeto, pese a las circunstancias.</p><p style="text-align: justify;">Como decía, esta es una novela con mucha acción, en la que siempre está pasando algo que moviliza el argumento. Normalmente, este tipo de historias no me atraen tanto, pero esta en particular me agradó porque creaba un buen balance, a mi juicio, con la cualidad introspectiva de sus personajes.</p><p style="text-align: center;">
</p><p style="text-align: justify;">En sí misma, es una novela que en realidad no parece tener la intención de dejar un poso en el lector, pero es una lectura entretenida y atrapante. Ojalá que en las siguientes entregas de la saga se profundice aún más en el vínculo de los niños protagonistas, cuya insinuación me agradó mucho en este primer libro, pero que a la vez me dejó con ganas de más.</p><div><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: x-large;">Otras narrativas</span></b></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: x-large;"><br /></span></b></p><p style="text-align: center;"><b><i><span style="font-size: large;">El cuarto jinete</span></i> <span style="font-size: large;">(2021), de Verónica Murguía</span></b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; font-weight: bold; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiU344Vh6856NS8v2qKieNGyNA-1dpYVwKpCe5CHOx5dvKSvV6Mt8APGAgWiQFye4rtUvINxG__w1RVgpRLPCFg-Z37GMWk0_VQV2Tm4BuWghpId00NFMLxjOVOuizfSOgpyiSLjFxHIWj9GeViWHe5fHI8z97X0CG5i5g8ZtOn4D4_aHzbqRuBCCALUg/s1500/jinete.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1500" data-original-width="1000" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiU344Vh6856NS8v2qKieNGyNA-1dpYVwKpCe5CHOx5dvKSvV6Mt8APGAgWiQFye4rtUvINxG__w1RVgpRLPCFg-Z37GMWk0_VQV2Tm4BuWghpId00NFMLxjOVOuizfSOgpyiSLjFxHIWj9GeViWHe5fHI8z97X0CG5i5g8ZtOn4D4_aHzbqRuBCCALUg/w266-h400/jinete.jpg" width="266" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; font-weight: bold; text-align: center;"><br /></div><p style="text-align: justify;">Verónica Murguía se ha convertido en una de mis autoras contemporáneas favoritas, principalmente gracias a su triada de obras de Fantasía, compuesta por las novelas <i>El fuego verde</i>, <i>Auliya </i>y <i>Loba</i>, pero también gracias a la bellísima antología mítico-medieval <i>El ángel de Nicolás</i>.</p><p></p><p style="text-align: justify;">Esta nueva novela se inscribe en este imaginario también, pues se centra en la peste bubónica (o peste negra) que azotó Europa en el siglo XIV. Si bien la autora llevaba muchos años trabajando esta historia, su versión definitiva se publicó mientras aún sufríamos la pandemia del COVID-19, lo que nos recuerda la paradójica fragilidad de nuestra existencia a lo largo de los siglos.</p><p style="text-align: justify;">Escrita como una novela coral que recoge las voces de diferentes individuos afectados de maneras más o menos cercanas por la peste, en principio no es posible reconocer un argumento nítido sino hasta que lentamente las voces del y de su aprendiz Guy comienzan a predominar. Pese a ello, podría decir que todas los personajes que comparten sus voces en la obra son hermosos en su diversidad y visión de los acontecimientos, desde los más ilustrados hasta los más prosaicos.</p><p style="text-align: justify;">En la construcción de estas voces reluce como siempre la erudición histórica de Murguía, ajustando a formas más literarias y contemporáneas pensamientos, conocimientos y diversos elementos propios del imaginario europeo-asiático tardomedieval. Cada capítulo es en sí mismo una joya estilística, como si la autora hubiera pulido y repulido cada palabra antes de estamparla. Destaca también el fascinante énfasis corporal y sensorial en general por el que se inclinan las descripciones, que retratan con lujo de detalles la grotesca decadencia del cuerpo enfermo. Es extraño pensar que algo tan crudo como esto pueda ser hermoso en la prosa, pero así resulta, acaso porque nos reconecta con nuestra fragilidad humana y emociones tan atávicas como el miedo, la tristeza o la compasión ante el sufrimiento de nuestro prójimo.</p><p style="clear: both; text-align: center;">
</p><p style="text-align: justify;">En suma, una preciosidad de obra, naturalmente dura, pero llena de una suave ternura.</p><p style="text-align: center;"><b><br /></b></p><p style="text-align: center;"></p><div style="text-align: justify;"><hr /><b><span style="font-size: x-large;">Menciones honrosas</span></b></div><div style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: x-large;"><br /></span></b></div><div style="text-align: justify;"><b><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2InS6kHhn1CBuuOS3e_Vsx6LZ7Cca_SuOmO3mM-9tmol7qJoA2pC9IzAqEQQDIWIM7HKFqKQJWJd12eANEk3Afk7VvEjROCBGvLLxSFcv0kYZToSJ3BBRYAAhzfCHGlExzQ6NMe3INIVbVq_J6tqV9uXI9yoTGH7C6r_F0q7oZgUq5YZffJM0JcpNyQ/s1220/5.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1116" data-original-width="1220" height="586" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2InS6kHhn1CBuuOS3e_Vsx6LZ7Cca_SuOmO3mM-9tmol7qJoA2pC9IzAqEQQDIWIM7HKFqKQJWJd12eANEk3Afk7VvEjROCBGvLLxSFcv0kYZToSJ3BBRYAAhzfCHGlExzQ6NMe3INIVbVq_J6tqV9uXI9yoTGH7C6r_F0q7oZgUq5YZffJM0JcpNyQ/w640-h586/5.png" width="640" /></a></div><br /><span style="font-size: x-large;">Relecturas</span></b></div><div style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: x-large;"><br /></span></b></div><p></p><p style="text-align: center;"><b><i>Caballos desbocados</i> (1969), de Yukio Mishima</b></p><div style="text-align: justify;">
<p style="text-align: justify;">Una de las obras más insignes del gran Yukio Mishima. La leí por primera vez a los 18 años y me enamoré de ella, como cabría de esperar. Muchos de mis valores juveniles, aunque parezca extraño, vienen de aquí, si bien naturalmente torcidos y aplicados más a mi quehacer artístico.</p>
<p style="text-align: justify;">Esta novela es la segunda parte de la tetralogía <i>El mar de la fertilidad</i>, que cuenta la historia de dos personajes, en principio los amigos juveniles Kiyoaki y Honda, a lo largo de varias décadas. Al final de la primera novela, Kiyoaki muere, pero a partir de entonces Honda lo va reencontrando en sucesivas encarnaciones mientras él madura y envejece. En <i>Caballos desbocados</i>, Honda es un treintón-cuarentón que se reencuentra con la primera reencarnación de Kiyoaki, el recio joven Isao Iinuma.</p>
<p style="text-align: justify;">Hace un montón de tiempo que no releía esta obra, y me resultó sumamente interesante, por tanto, poder ahora identificarme más con un Honda adulto antes que con el adolescente Isao. Pude empatizar ahora con la preocupación y obsesión de Honda con su joven protegido, así como con su visión más templada de la vida. En particular disfruté de algunas visiones sobre el abandono de la juventud y los cambios que ello implica en la adultez, algo que naturalmente no sentí cuando leí esta obra siendo yo misma una adolescente. A su vez, pude reencontrarme con cierta distancia con la figura de Isao, y experimenté de manera diferente (no condescendiente, sino más racional) su furia y frustración ante la impureza de la sociedad.</p>
<p style="text-align: justify;">Como sea, aunque la experiencia íntima fuese algo diferente a las lecturas anteriores, ya tan lejanas, seguí disfrutando enormemente mi reencuentro con esta maravillosa novela. Y me hizo repensar, una vez más, en mi propio yo adolescente, visto desde mis ojos adultos, y la necesidad (imposible, quizá) de equilibrar ambos polos de la existencia.</p><p><br /></p></div><p style="text-align: center;"><b><i>El gran imaginador, o la fabulosa historia del viajero de los cien nombres</i> (2016), Juan Jacinto Muñoz Rengel</b></p><p style="text-align: justify;">Hace unos años, leí por primera vez esta novela en formato digital. Luego, me animé a comprarla en físico para releerla con más calma. La disfruté mucho más en este reencuentro, y pude apreciarla mejor en su naturaleza de novela de aventuras erudita.</p><p style="text-align: justify;">¿A qué me refiero con tan singular categoría? Pues El gran imaginador, a modo de <i>Bildungsroman </i>accidentada, narra la difícil vida del griego Nikolaos Popoulos desde su infancia a su senectud. Popoulos ha nacido con un talento descomunal para fabular y aprehender historias, pero por alguna razón sufre la condena de nunca poder estarse lo bastante tranquilo como para poder sentarse a escribir sus obras, o bien, las escasas páginas que logra garrapatear nunca logran sobrevivir demasiado. Como el mismo personaje comenta, la vida lo termina orillando a ser un hombre de acción y aventuras, cuando él solo quería ser un escritor.</p><p style="text-align: justify;">Esta interesante premisa le permite al autor narrar esta historia como un caleidoscopio de géneros literarios, sobre todo imaginativos, en los que entroncan llamativamente y coherentemente la ciencia ficción, el terror, lo fantástico y la propia aventura (obviamente, faltó la Fantasía, salvo por cierto detalle que no podría revelar por su importancia). Es un verdadero homenaje a estas tradiciones narrativas, ciertamente, y además una curiosa expresión cervantina implícita y explícitamente. No solo nuestro curioso héroe y su fiel compinche nos remiten a Don Quijote y Sancho Panza, sino que también se narra el encuentro de Popoulos y un joven Miguel de Cervantes que, a la postre, terminaría siendo amigo y discípulo del griego y a la vez inspirándose en sus correrías para su obra maestra.</p><p style="text-align: justify;">En suma, una obra muy entretenida y bella, sumamente recomendable.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: x-large;">Narrativa contemporánea</span></b></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: x-large;"><br /></span></b></p><p style="text-align: center;"></p><p style="text-align: center;"><strong><i>Me llamo Rojo</i> (1998), de Orhan Pamuk</strong></p>
<p style="text-align: justify;">Hace años que sabía de la existencia de esta novela, pero nunca me había llamado la atención. Luego, gracias a una reseña en <i>Goodreads</i>, se despertó mi curiosidad, y la compré con descuento en cuanto se me presentó la oportunidad.</p>
<p style="text-align: justify;">Es una obra tremendamente ambiciosa. Ambientada en el Imperio Otomano del siglo XVI, narra la intriga que se desencadena cuando uno de los artistas a cargo de un polémico y secreto encargo pictórico del Sultán es asesinado, presumiblemente, por uno de sus compañeros. A lo largo de la novela, y a través de capítulos que van dándole voz a diversos personajes involucrados, desde el asesino hasta el maestro, pasando por algunas figuras de las pinturas, iremos desentrañando lo que se esconde detrás de esta intriga.</p>
<p style="text-align: justify;">En primera instancia, esta premisa parece la de una novela policial: sabemos que ha habido un asesinato y pensamos que no es tan difícil identificar al responsable, aunque pronto advertimos que esto no es realmente importante. Y es que esta es solo una de las dimensiones de la obra. Otra, a mi juicio mucho más importante e interesante, es la de la discusión filosófico-estética respecto a la pintura como arte, en relación con las concepciones éticas que de ella se desprenden. Por un lado, está el “pervertido” arte occidental, que privilegia las proporciones y la posteridad; por otro, el arte tradicional turco, apegado a lineamientos pictóricos mucho más espirituales. El asesinato anterior comienza a esclarecerse en la medida en que comprendemos que se trata, también, de una agresión directa a modos artísticos prohibidos por la tradición turca.</p>
<p style="text-align: justify;">Algunos de los mejores pasajes de la obra vienen de estas disquisiciones artísticas. Me fascinaron en particular las numerosas fábulas salpicadas entre los capítulos, así como el retrato de diversos pintores o la obsesión por la ceguera de tanto pintar como una marca de maestría y destino absoluto.</p>
<p style="text-align: justify;">A su vez, la novela también incluye tintes folletinescos o rosas al narrar el curioso romance entre el personaje de Negro y Şeküre, lo que me pareció lo más débil y aburrido de la novela. Ni siquiera las vueltas y revueltas que proveen las narrativas románticas no occidentales consiguieron interesarme mucho, principalmente porque ambos enamorados se me hicieron insufribles.</p>
<p style="text-align: justify;">Aun así, es positivo que exista esta otra dimensión, pues este ensamblaje de tradiciones literarias contribuyen a reforzar el estatuto posmoderno de la obra, con una intersección de géneros y de voces varias. Con todo, se trata de una historia muy pesada de leer, así que diría que no es recomendable para lectores poco esforzados.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: x-large;">Fantasía chilena</span></b></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: x-large;"><br /></span></b></p><p><strong><i>El fin de las flores</i> (2019), de M.L. Sandoval</strong></p><b><span style="font-size: large;"></span></b><p></p><p style="text-align: justify;">No suelo leer ni comentar novelas chilenas de Fantasía por malas experiencias de años anteriores. Sin embargo, últimamente me he ido acercando poco a poco a obras que me han resultado interesantes, y siempre he podido encontrar algo valioso de la experiencia.</p><p style="text-align: justify;">Este es el caso de esta novela, que se atrevió a narrar dentro de las formas de la Fantasía un tema tan escabroso como el abuso sexual infantil. Desde luego, esta elección temática desplazó algunos de los comentarios sobre la obra a una valoración sesgada, centrada en lo “realista” y “madura” que era por abandonar los tópicos habituales de la Fantasía épica. La verdad es que esta es una mirada que desprecio profundamente, así que me interesó descubrir más bien, en mi propia lectura, algún elemento en el que este difícil enfoque se viera más bien potenciado por la estética de la Fantasía.</p><p style="text-align: justify;">En sí, como obra de Fantasía, creo que <i>El fin de las flores</i> tiende a chirriar bastante. Lo fundamental para mí, con todo, ha sido la aproximación a los abusadores y a las víctimas sexuales. Este es un asunto muy, muy doloroso, y sentí que la narración siempre estuvo muy consciente de ello. Aunque, a mí como lectora lego en estos horrores, me pareció una aproximación respetuosa, quise buscar una segunda opinión de parte de un amigo escritor y sicólogo, quien me explicó algunos problemas que él detectó en el tratamiento de la narración. Pueden leer sus impresiones <b><a href="https://www.goodreads.com/review/show/5217752344" target="_blank">aquí</a></b>.</p><p style="text-align: justify;">Lo que sí quisiera destacar personalmente es la forma en la que este abuso sexual y sus devastadoras huellas entroncan con la Fantasía, aspecto que me pareció por lejos lo mejor de la novela y la razón última por la que la incluyo en este listado. Para no revelar demasiado del argumento, diré por ahora que me gustó la manera en la que uno de los personajes abusados encontró consuelo y refugio en un mito originario de su mundo para replantear su vida y su identidad, todo de una manera apartada de grandiosidades y más centrada en los detalles e intimidades de este personaje.</p><p style="text-align: justify;">Esto es lo que debe hacerse ante un hecho devastador como ese desde la Fantasía, a mi juicio. Que la Fantasía repare a su modo lo que la realidad (¿y el realismo?) jamás podrá reparar.</p><p style="text-align: justify;">En suma, una novela amarga y triste, con este pequeño destello de esperanza que se narra ante todo en el capítulo que da título al libro. Una esperanza que también puedo extender a la producción nacional de Fantasía, contemporánea y futura: más que el abordaje en sí mismo de temas considerados “realistas” y “maduros”, valoro que sea la esencia de la Fantasía la que los temple.</p><p style="text-align: justify;">
</p><p style="text-align: justify;">Pese a las falencias que consideré en la obra, le seguiré la pista a futuras publicaciones del autor.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"></p><p style="text-align: center;"><b><i>Haven: La agonía de la luz </i>(2022), de Jorge Silva Rodighiero</b></p>
<p style="text-align: justify;">Otra novela de Fantasía chilena que he querido destacar, en esta ocasión por su correcta plasmación de algunos valores tradicionales en el género, en el mejor sentido posible de la expresión. Ante las colosales dimensiones de otras obras contemporáneas, esta historia elige centrarse en una cantidad pequeña de elementos: en lugar de un gigantesco mundo, una isla; en lugar de un enorme grupo de personajes, tres protagonistas. Pero este mismo foco es lo que permite explorar en detalle estos elementos, que derivan en una historia compacta pese a su extensión, de gran agilidad narrativa y diversos puntos de interés.</p>
<p style="text-align: justify;">Entre ellos, destacan los principios del sacrificio y de la búsqueda del bien, que en la novela se presentan con diversos matices en sus protagonistas, tanto positivos como negativos. En particular remarco el desarrollo de personaje de Aelia, cuya magia posee un correlato tanto físico como sicológico y que demuestra un buen conocimiento del autor de la tradición de magos en la fantasía. Salvando las distancias, me recordó a un Ged mayor de Ursula K. Le Guin y al joven Cuervo de Verónica Murguía.</p>
<p style="text-align: justify;">Aelia, de hecho, fue mi personaje favorito de la obra, abnegada, dura y sin embargo no exenta de ternura hacia su joven compañero Evan. La narrativa de Evan mismo me pareció algo menos interesante, quizá porque está muy apegada al modelo del personaje heroico y bienintencionado. Julian, por otra parte, fue un interesante giro a este modelo, porque podríamos decir que también estos eran sus principios, pero su posición real lo lleva a tomar terribles decisiones por su deseo de resguardar a su gente. Esa decadencia moral del personaje, a su pesar, está muy bien narrada.</p>
<p style="text-align: justify;">Confieso que me hubiera gustado haber leído a estos tres en una aventura diferente, menos dolorosa, y supongo que eso es suficiente para demostrar el cariño y entrega con el que su autor ha creado a sus personajes.</p>
<p style="text-align: justify;">Aunque la obra no está exenta de episodios crueles, creo que podría ser una lectura de interés para un público infantojuvenil que tenga curiosidad por profundizar en una Fantasía más tradicional (y no por ello menos válida), oferta que hoy en día no parece abundar en las estanterías de género y que al menos yo había echado en falta.</p><p><br /></p><p></p></div>
<hr /><p style="text-align: justify;">¡Y con esto acaba mi nueva selección anual de lecturas destacadas! Se me quedó una buena pila de libros pendientes adquiridos (o rescatados) del pasado 2022, incluyendo bombazos clásicos, así que espero que algunos de ellos puedan aparecer en la nueva entrega de esta sección.</p><p style="text-align: justify;">Hasta entonces, (nos) seguimos leyendo.</p>Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-90707222173248512652023-01-07T10:00:00.001-03:002023-01-07T10:00:00.165-03:00Una década de Tierra de Fay<p> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsRyD9tkFQhprDsDrs6EfIiZOy8oiCPuXFJyqI1fWMeeXhTOQPrcgZIjwKx6vXf-zArFEte9iEi9dxP_TgErjiw-Mb3JMBuQXH_DMCP_8Ryz4XMdbzNX-FT1j7hnyz-Sz8z7UMvtkRoarKFfYO4LWLuRIvz0JSgOA57k9VWllIkjSqBXzkxK3a5peZiw/s1800/journey.png" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1323" data-original-width="1800" height="294" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsRyD9tkFQhprDsDrs6EfIiZOy8oiCPuXFJyqI1fWMeeXhTOQPrcgZIjwKx6vXf-zArFEte9iEi9dxP_TgErjiw-Mb3JMBuQXH_DMCP_8Ryz4XMdbzNX-FT1j7hnyz-Sz8z7UMvtkRoarKFfYO4LWLuRIvz0JSgOA57k9VWllIkjSqBXzkxK3a5peZiw/w400-h294/journey.png" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Ilustración del videojuego <i>Journey</i>.</td></tr></tbody></table><br /></p><p></p><p style="text-align: justify;">En un día como hoy, hace ya diez años, publiqué el que creo que fue el primer contenido de este blog: la pestaña <b><a href="https://tierradefay.blogspot.com/p/sobre-el-sitio.html" target="_blank">“Sobre el sitio”.</a></b></p>
<p style="text-align: justify;">Como allí explico, originalmente, <i>Tierra de Fay</i> surgió como un blog personal dedicado exclusivamente a la literatura de Fantasía, tanto propia como ajena. No era mi primer blog, pues ese sitial se lo lleva <i>Winterlöria</i>, que creé en 2008 y que desde siempre fue excesivamente ecléctico, fiel a mi confusión general de mi veintena. Para los curiosos, ese blog permanece cerrado desde hace también diez años. Lo terminé el día de mi cumpleaños con una entrada titulada "Despedida", que comprendía un fragmento del prólogo de Ray Bradbury a <i>El hombre ilustrado. </i>Porque "bailamos" (escribimos) para no estar muertos.</p>
<p style="text-align: justify;"><i>Tierra de Fay</i> marcó un precedente importante en mi vida porque nació como consecuencia de mi regreso a la Fantasía luego del exilio imaginativo que sufrí durante casi todo el periodo y del que pude salir gracias a la conformación del colectivo <i>Fantasía Austral</i>. Aunque algo así como un año o dos del nacimiento de este blog terminé mi vinculación con lo que quedaba del grupo, me gusta pensarlo como un punto de quiebre que asentó mi reencuentro con la Fantasía y que contribuyó a disipar la bruma en la que me había sumido mi paso formativo por Pedagogía y Literatura, desde lo más estrictamente literario a lo más íntimamente personal.</p>
<p style="text-align: justify;">Para mí, la creación y mantención de un blog siempre surgieron unidas a la identidad del escritor. Lo que antes eran diarios personales o misivas, en estos siglos asumió la forma virtual, más o menos pública o privada según las preferencias del usuario. La cosa era, por supuesto, escribir, ensayar, pensar en palabras hiladas, así fuese nuestro propio arte como el de los autores que lo hubieran inspirado. Yo, que nunca he sido ni seré sociable, concebí enseguida el blog como un espacio de encuentro con otras mentes afines a la mía, a partir de lo único que creía esencial en un escritor: sus palabras. Buena parte de mis relaciones con otros escritores a partir de entonces surgió por esas afinidades, por valorar primero esas historias, esos pensamientos estéticos y esas palabras antes que cualquier traza socialoide.</p>
<p style="text-align: justify;">Sin embargo, a no mucho de empezar con este viaje, comencé a notar que el blog se había vuelto una especie de aditamento vacío para los escritores. El blog ya no era un espacio personal y a la vez público de escritura, ensayo y pensamiento, sino una mera imposición de mercado: el escritor <i>tenía </i>que tener un blog, publicar periódicamente y atenerse a ciertas pautas estructurales y de diseño para lograr retener la atención cada vez más voluble del lector virtual. El contenido de estos blogs era principalmente de dos grandes tipos: las reseñas y los consejos de escritura, los dos bastardizados en cualquier atisbo de profundidad que podríamos atribuir instintivamente al hecho de comentar críticamente una obra o a la composición misma de un texto literario.</p>
<p style="text-align: justify;">Esta saturación del blog como formato derivó en su ocaso. Muchas de aquellas visitas no se convertían en ventas, ni servían necesariamente para que el lector descubriera el perfil y las obras literarias del autor que estaba detrás de cada entrada. Asimismo, la superficialidad de los temas abordados pronto llegó a un punto en que ya no había muchos más consejos que dictaminar que no hubiesen sido ya recogidos hasta el hartazgo por otros blogeros, ni florecerían opiniones divergentes u originales sobre libros interesantes o poco conocidos. En consecuencia, muchos blogs de escritores de este tipo que conocí a lo largo de aquellos años terminaron desapareciendo con más pena que gloria, y para mi propia retorcida satisfacción. (En estos tiempos, muchos de ellos están migrando al formato de video corto y esquizoide. Mejor: váyanse lejos).</p>
<p style="text-align: justify;">No es de extrañar que me sentí una anomalía en aquel contexto. Mis entradas siempre fueron increíblemente extensas para los estándares sugeridos (impuestos), no tenían gifs ni imágenes con pies presuntamente graciosos, no hablaba de temas de moda en el área literaria, no reseñaban al uso obras en boga, prácticamente nunca referían a algo que no fuese Fantasía. En esos años, me sentía muy triste de que aparentemente muy pocos visitantes leyesen mi blog, y que aun menos me comentaran las entradas. Incluso me planteé numerosas veces cerrar el blog, aunque he de admitir que esto siempre sucedió en momentos en los que estaba mal mentalmente.</p>
<p style="text-align: justify;">Con el tiempo, sin embargo, fui aceptando mi condición de paria bloguera y eso me liberó increíblemente de estas ansiedades. Cerré el espacio de comentarios, porque terminé entendiendo que lo que más me llenaba del acto de publicar entradas era su escritura y presentación en el sitio. Dejé de mirar las visitas, pues comprendí que muchas de ellas venían infladas y que en realidad no importaban en lo absoluto. Seguí entonces tenazmente escribiendo a mi propio ritmo, de lo que yo quisiera. Y los lectores fieles fueron llegando poco a poco, y se convirtieron en inesperados compañeros de ruta.</p>
<p style="text-align: justify;"><i>Tierra de Fay</i> pudo desarrollarse así como la esencia que yo alguna vez le atribuí al blog<b>: un laboratorio o cuaderno de campo público de la relación de una Fantasista (yo) con la Fantasía.</b> En todas estas entradas que he publicado a lo largo de estos 10 años (75, según el contador a la fecha) he dejado algo de mí en cada una de las palabras que las componen. Por un lado, descubrimientos maravillosos, ilusiones varias, triunfos personales inesperados. Por otro, fracasos, tristezas, duelos, sentimientos de soledad e incomprensión. Cada publicación literaria relevante. Cada idea que alguna vez rondó solo en mi mente por meses, años, antes de animar a ponerla por escrito. Y procesos, o hitos de vida personal que de pronto empezaron a asomar de maneras más o menos tenues: mi matrimonio con la única persona conocida que ha amado la Fantasía como yo, mi diagnóstico de autismo y su poder exegético respecto a mi relación con la Fantasía, mi entrega a Dios, mi lento y metafórico reemplazo de las armas por los utensilios de jardinería.</p>
<p style="text-align: justify;"><b>No ha habido más de mí en ninguna otra parte, salvo, naturalmente, en mis propias historias.</b></p>
<p style="text-align: justify;">De ahí que siempre me haya sentido frustrada ante el desprecio o la indiferencia de personas que alguna vez desearon acercarse a mí pero que jamás tuvieron la intención de leer todas estas palabras. No se las puede culpar, en parte: no he sacado la cuenta, pero ya deben de ser cientas de miles de palabras. Pero a la vez sí: si te intereso de verdad, te acercarás a mí desde lo más bello y verdadero que puedo entregarte.</p>
<p style="text-align: justify;"><b>Mis palabras: mis pensamientos, mis experiencias, mis historias.</b></p>
<p style="text-align: justify;">A diez años del nacimiento de <i>Tierra de Fay</i>, soy una mujer y una Fantasista diferente, aunque el núcleo esencial se haya preservado. Quiero pensar que soy una mejor mujer y una mejor Fantasista desde entonces, y en momentos como estos, escribiendo estas líneas, así lo creo.</p>
<p style="text-align: justify;">¿Seguirá <i>Tierra de Fay </i>por otros diez años más? No lo sé. Ignoro si plataformas como Blogger seguirán vigentes para entonces, si la propia Internet seguirá existiendo como tal, si nuestro mundo seguirá aquí, en pie, o si yo misma seguiré viva o en condiciones de seguir. Me gustaría continuar con esto, claro. Sospecho ahora que, incluso si en una arranque de dolor cerrara el blog, terminaría reabriéndolo o creando otro con el mismo fin. Las palabras han sido siempre lo más importante que he tenido.</p>
<p style="text-align: justify;">De momento, celebraré esta primera década con la misma mesura y dedicación con la que he escrito cada entrada, y celebrado cada uno de mis pequeños triunfos personales. Desde luego, no habrá sorteos al público ni ninguna cosa parecida. Es el cumpleaños de <i>mi </i>blog, no de ustedes; si correspondiera, <i>ustedes </i>tendrían que regalarle algo al blog, y por extensión a <i>mí</i>, su creadora última.</p>
<p style="text-align: justify;">Bromas aparte, no espero nada externo ya. <b>La gratificación es mi orgullo de haber continuado durante tantos años, aun en momentos personales tan difíciles para mí, y que el sitio mismo haya iluminado las esperanzas y los pensamientos de algunos lectores a partir de mis visiones en desarrollo sobre la Fantasía.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Por ahora, el camino sigue y sigue. ¿Y de ahí a dónde iré? No podría decirlo. Algún día será el momento de detener el viaje, por supuesto. Pero seguramente aun entonces esperaré un camino nuevo o una puerta secreta, aquellos senderos escondidos que corren al oeste de la Luna, al este del Sol, y que en mi vida he llegado a reconocer como las sendas que dan a Faërie, de la que no volveré más, sino en todos los ecos de mis palabras.</p>En ellas nos encontraremos, siempre.<p></p>Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-77595079918669611622022-12-26T10:00:00.014-03:002022-12-26T10:00:00.146-03:00Post mortem: yo, autora de LIJ<h4 style="text-align: justify;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMx-AS0aRRBZAFnKZHAoSIUolfYRFg8-FWKDF_LBCeE4bX1IfE2FE3sCRHQ2V5i8jLEpsRrus8F7U0aE6SOLJMx81CM9Y_qINJ467WuwmhH9u8j-wn4gpgQEeiU6HAQPqOYK9Quq6WrEwMjShSFGUrlyMnm-d-kvX9-Ah8QM4iWe21S5FqFyfjROHZyA/s1024/Magician%20apprentice.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="725" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMx-AS0aRRBZAFnKZHAoSIUolfYRFg8-FWKDF_LBCeE4bX1IfE2FE3sCRHQ2V5i8jLEpsRrus8F7U0aE6SOLJMx81CM9Y_qINJ467WuwmhH9u8j-wn4gpgQEeiU6HAQPqOYK9Quq6WrEwMjShSFGUrlyMnm-d-kvX9-Ah8QM4iWe21S5FqFyfjROHZyA/w284-h400/Magician%20apprentice.jpg" width="284" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">"The Magician's Apprentice", por <a href="https://www.deviantart.com/alicechan/art/The-Magician-s-Apprentice-455411333" target="_blank">Alicechan</a></td></tr></tbody></table><strong><h4 style="text-align: justify;"><strong>Introducción</strong></h4></strong></h4><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><p style="text-align: justify;"><em>Un post mortem es una herramienta de análisis retrospectivo que se hace al final de un proyecto o proceso de desarrollo, o cualquier otra actividad creativa.</em></p><p style="text-align: justify;"><em>En un post mortem intentamos entender qué ha fallado o qué ha ido mal en el desarrollo de un proyecto para poder aprender de nuestros errores y pulir los procesos dentro de un equipo o compañía.</em></p></blockquote>
<div style="text-align: right;">(Héctor Canto, 2021, “Qué es y cómo se hace un post mortem”. Enlace: <a href="https://openwebinars.net/blog/que-es-y-como-se-hace-un-post-mortem/"></a><a href="https://openwebinars.net/blog/que-es-y-como-se-hace-un-post-mortem/">https://openwebinars.net/blog/que-es-y-como-se-hace-un-post-mortem/</a>)</div>
<p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">El concepto de post mortem lo conocí principalmente a partir del desarrollo de videojuegos, pero me pareció interesante simplificarlo y adaptarlo aquí a un proceso que he estado abordando de manera introspectiva en relación con mi identidad como autora de literatura infantil y juvenil.</p>
<p style="text-align: justify;">Por supuesto, al tratarse la literatura de un ejercicio normalmente mucho más etéreo que el trabajo formal en industrias creativas, quizá estas reflexiones no contribuyan finalmente a “aprender de mis errores y pulir mis procesos”. Concedo que podrían incluso leerse como descargos o desquites personales ante lo que me parecieron gestos injustos. Ahora, aunque no lo parezca al principio, no todo ha de ser queja: su mera redacción sí me ha ayudado a entenderme mejor como escritora, y me ha reorientado algunos propósitos y esperanzas que he consignado en la última parte de este texto.</p>
<p style="text-align: justify;">Comparto aquí este trabajo introspectivo de manera pública, por si a alguien le puede ser de utilidad en sus propios procesos en el ingrato mundo exterior de la publicación.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p>
<h4 style="text-align: left;">Yo, autora de Fantasía</h4><p style="text-align: justify;">Cuando yo decidí que mi destino era ser escritora, obviamente no pensé en las categorías de literatura adulta o infantojuvenil. Y no solo porque entonces no las tuviera teórica o comercialmente presentes, sino porque no era relevantes en sí mismas.</p>
<p style="text-align: justify;">Yo iba a ser una escritora de fantasía.</p>
<p style="text-align: justify;">Como comencé a escribir fantasía entrando a la adolescencia, a los catorce años, los protagonistas de mi Obra Mayor comenzaban la historia siendo niños, y la terminarían siendo adultos jóvenes, veinteañeros. <b>Como amante de los JRPGs, consideraba que buena parte de las aventuras importantes que podían vivirse en una historia imaginativa se concentraban en la infancia y juventud</b>. Me parece que en la novela <em>El rey de Katorén</em> el narrador comenta algo como que a los diecisiete años era la edad en la que se derrotaban dragones, salvaban princesas y otros cometidos afines del héroe tradicional. Siempre amé esa idea.</p>
<p style="text-align: justify;">Me resulta curioso revisar estos preceptos ahora que soy adulta. Personajes adolescentes o juveniles de ficciones de fantasía que conocí entonces ahora me parecen mucho más comprensibles. Es como el fenómeno de releer a Shinji Ikari, de <i>Evangelion</i>: el crío era insoportable, sí, pero ahora siento mucha más compasión y simpatía por él porque era un niño enfrentado a situaciones extremas que solo ahora, desde la adultez, comprendo en toda la magnanimidad de su horror.</p>
<p style="text-align: justify;">De la misma forma, he llegado a comprender mejor mi propia adolescencia. Ahora supongo que otra razón por la que pretendía terminar mi historia más importante con mis personajes en su veintena era <b>porque no creía que yo fuese a tener un futuro</b>. No sabía qué me deparaba la vida después del colegio; el mundo adulto me parecía increíblemente hostil y lejano a todo lo que yo era (y así terminó siendo, aunque con luminosos matices). </p><p style="text-align: justify;">Por razones que no vale la pena explicar por aquí, tenía muchas ideaciones suicidas. Creía que mi vida debía acabar en algún punto de mi juventud antes de experimentar los horrores que mi incipiente madurez me iba descubriendo. Esto, por cierto, no tenía nada que ver con que mi infancia hubiera sido una era dorada corrompida por el crecimiento. Por el contrario, mi infancia fue muy desdichada y solitaria, y la adolescencia se me hizo extremadamente dolorosa. <b>Sin embargo, las historias que amaban habían mitologizado ambas etapas de vida, y lo mismo hice yo con lo que alcancé a escribir entonces de Obra Mayor</b>. En ella, en mis niños, igualmente habría mucho dolor, pero también algo más, algo que el mundo real no había querido o podido entregarme: esperanza y redención. De alguna forma, esta esperanza y esta redención traspasaron las páginas y me ayudaron a sobrevivir estos duros años.</p>
<p style="text-align: justify;">Hoy en día, en medio de un proceso personal importante, me he encontrado<b> remitologizando mi infancia y mi juventud</b>. En consecuencia, también he estado repensando, una vez, mi Fantasía: la que escribo, la que leo, mis concepciones mismas sobre ella.</p>
<p style="text-align: justify;">Lo que extraje del más reciente de estos hitos personales es que hoy ya no creo que la vida esté contenida solo en la infancia y la adolescencia, o que todas las cosas importantes solo puedan vivirse en ellas. Comprendo que las experiencias formativas ya pasaron, pero eso no significa que no vaya a poder vivir otras nuevas que marquen profundamente. Como adulta, soy una persona muy distinta a como era de adolescente y niña, y más distinta aún de lo que pensé entonces que podría ser una versión adulta mía. Incluso <span face="arial, sans-serif" style="background-color: white; color: #4d5156; font-size: 14px; text-align: left;">—</span>y esto es de lo más curioso<span face="arial, sans-serif" style="background-color: white; color: #4d5156; font-size: 14px; text-align: left;">—</span> soy muy distinta a la versión adulta que era nada más hace unos diez años.</p>
<p style="text-align: justify;">La constante de todas estas etapas vitales es, por supuesto, la Fantasía. Mi relación y entendimiento de ella ha cambiado también en cada etapa, claro, y creo que han sido cambios positivos y enriquecedores para mi vida. También he cambiado como escritora; desearía poder decir que este cambio puede leerse como una mejora, pero quién sabe. Pero de lo que sí estoy segura es de que mucho de este peregrinaje de los últimos años ha pasado por <b>abandonar diversas creencias que alguna vez creí importantes en mi equipaje y que, a la postre, terminaron por ser apenas lastres que ralentizaron mi avance y amargaron mi camino.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Una de estas creencias ha sido la concepción sobre literatura infantil y juvenil que adopté entre los veinticinco años hasta el inicio de mi treintena.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p>
<h4 style="text-align: left;">Yo, escritora e investigadora de LIJ</h4><p style="text-align: justify;">Por entonces, recién egresada de Letras Hispánicas, aún estaba prendida de algunos vicios del medio, aunque en paralelo estuviera también reconstruyendo mi interrumpida relación con la Fantasía. En esos años llegué a anidar una creencia muy dañina, y hasta estúpida: <b>que la literatura infantil y juvenil podría ser mi vía normativa, en lo académico y lo editorial, para trabajar con la Fantasía.</b></p>
<p style="text-align: justify;">En principio, no parece algo ni dañino ni estúpido. Existe un nexo histórico entre LIJ y Fantasía, y ciertamente era y es interesante estudiar y pensar de qué manera los moldes etarios de la LIJ, en sus límites y horizontes temáticos, estilísticos e ideológicos, enmarcan de manera particular la materia de la Fantasía. Así que a eso me dediqué en esos años, aprendiendo mucho en el proceso.</p>
<p style="text-align: justify;">Sin embargo, también me topé con un escollo que no había considerado en su seriedad: <b>el desprecio local a la Fantasía no se detenía en la literatura infantil y juvenil, y se veía potenciado por la notable ignorancia de profesionales asociados a este campo, incluso en el caso de “expertos”.</b> Tal parecía ser que, aun cuando cotidianamente sí se asociaba la maravilla a las narraciones infantojuveniles, su posición en el ámbito de su estudio y publicación seguía siendo paupérrima.</p>
<p style="text-align: justify;">Increíblemente, en este contexto me fue mejor como investigadora. Publiqué unas cuantas columnas (sin pago) en una revista digital muy reconocida en el área que fueron muy leídas en su momento. Logré igualmente participar de algunas iniciativas académicas especializadas en literatura infantil y juvenil, y en general tuve una buena experiencia en ellas. En algunas en particular logré suscitar un interés que hoy consideraría orgánico por las poéticas de la literatura de Fantasía, lo que llegó a su punto cúlmine con la publicación de un trabajo de mi autoría titulado <b>"Trascendiendo el imaginario latinoamericano: la Fantasía en la Saga de los Confines de Liliana Bodoc"</b> en el libro <a href="https://www.universitaria.cl/product/literatura_para_infancia_adolescencia_y_juventud/" target="_blank"><i><b>Literatura para infancia, adolescencia y juventud: reflexiones desde los estudios literarios</b></i></a> (Editorial Universitaria, 2016).</p><p style="text-align: justify;">Así, el estigma de ser un bicho raro, ahora por mi “pintoresco” objeto de estudio, me siguió acompañando, pero al menos obtuve resultados y aprendizajes tangibles de este camino.</p>
<p style="text-align: justify;">Donde me fue bastante mal fue en el campo editorial. Fue en estos años cuando descubrí con sorpresa que el mundo de la LIJ local parecía bastante cuico (de clase alta), centralizado (Región Metropolitana, sobre todo en comunas cuicas) y hasta sectario en ocasiones.</p>
<p style="text-align: justify;">Las dos primeras características quizá no sean en sí mismas perversas, claro, sino consecuencias del propio armazón sociocultural de Chile. Pero su derivación a la tercera característica sí podría llegar a ser pernicioso respecto a la variedad del corpus infantojuvenil, pues resulta que los mismos nombres van circulando en el mismo tipo de espacios, y muchos de los autores publicados en editoriales que controlan los planes lectores son personas de buena situación económica que gozan de una posición privilegiada para hablarle desde sus sesgos a todo tipo de niños. No digo que autores de otros estratos socioeconómicos no vayan a transmitir igualmente sus sesgos en sus obras, pues eso forma parte de nuestra naturaleza humana. Pero sí que al menos esta variedad ideológica me parecería interesante, <a href="https://www.theguardian.com/culture/2022/dec/10/huge-decline-working-class-people-arts-reflects-society" target="_blank"><b>cuando no necesaria.</b></a></p>
<p style="text-align: justify;">Análisis sociológicos aparte, creo que no fue extraño que mis intentos por conseguir mayor difusión o siquiera atención en este campo hayan sido mayormente infructuosos. Desde luego, hubo gente que sí me apoyó y que se interesó sinceramente por mis historias y mi perfil como escritora. Pero fueron poquitas, y su ayuda contingente no pudo remontar la sensación constante de desprecio o indiferencia que sentía brotar de todas partes. Al final, terminé apartándome de muchas de ellas, por diversas razones, y todas ellas se olvidaron de mí.</p>
<p style="text-align: justify;">En realidad, ya venía bastante abollada luego de la mala experiencia de publicación de <em><a href="https://arboloria.weebly.com/laninaquesalioenbuscadelmar.html" target="_blank"><b>La niña que salió en busca del mar</b></a> </em>(2013), mi primera obra liberada al público y cuya existencia editorial fue tan ardua que casi acabó conmigo.</p>
<p style="text-align: justify;">Entre las penurias que mi historia y yo vivimos, se cuentan las siguientes: extravío de ejemplares enviados para reseña sin siquiera pedir disculpas de parte de los responsables (sé que esto suele ocurrir, pero yo entregué parte de los pocos que me había cedido la editorial, así que cada libro contaba; incluso hice envíos internacionales que yo misma pagué); boicot del único lanzamiento que pude hacer en mi tierra natal de parte de 1) un autor de una editorial independiente de género de la zona, que se dedicó a hacer preguntas insidiosas y despectivas desde el público para tratar de dejarme en ridículo, y 2) la propia presentadora del libro, también afiliada a esa editorial, que llegó a decir despectivamente en la misma presentación que con el tiempo yo dejaría de interesarme por la Fantasía (?) [Un saludo irónico desde esta entrada, a casi diez años de esa presentación y de este mismo blog: sigo y seguiré con, en y desde la Fantasía]; el comentario de un librero que, ante mi pregunta de cómo podía donar libros (tenía la intención de ceder uno de los de mi novela, claro), me respondió que ellos no aceptaban ¡basura!</p>
<p style="text-align: justify;">En fin. Lo pasé pésimo. Supongo que esto habría bastado para apartar a otros de la intención de publicar, o aun de seguir escribiendo, pero esto era/es mi destino; la vida ya me había apaleado lo suficiente como para desfallecer del todo ante todas estas amarguras. Hoy creo que, paradójicamente, haber tenido una infancia y adolescencia horribles me habían acostumbrado a la miseria, así que recibí estos azotes con mucho dolor y rabia, pero seguí aquí, porque <b>había normalizado estar mal.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Desde un lado más propositivo, mi terquedad natural y la energía y esperanzas que pese a todo aún conservaba me movieron a seguir buscando editoriales nacionales que pudieran tratar mejor mis historias.</p>
<p style="text-align: justify;">No hice muchos envíos de manuscritos, así que no es como si tuviera una pila gigantesca de rechazos como otros escritores, pero las respuestas, cuando las hubo, fueron muy elocuentes.</p>
<p style="text-align: justify;">Quisiera comentar a continuación algunas experiencias decidoras y las ideas que se podrían extraer de ellas, para posteriormente criticarlas y reflexionar a partir de ellas y de lo que he aprendido en este tiempo.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p>
<h4 style="text-align: left;">Yo, intentando ser una autora de LIJ</h4><p style="text-align: justify;"><b>1. "Si vas a escribir literatura infantil, escribe lo que le interesa a los niños"</b></p><p style="text-align: justify;">En una oportunidad, al tantear el valor de una historia con una agencia editorial nacional, obtuve un juicio extrañísimo, que podría sintetizarse en la conocida cita de Los Simpson “¿Alguien quiere pensar en los niños?". De manera extendida, el comentario que me compartieron fue que la historia parecía estar muy centrada en una óptica adulta y que no consideraba los intereses potenciales de los niños, centrados en las aventuras (comentario sin fuentes de ningún tipo, por cierto). Me dijeron también que, por lo visto, había deseado emular ¡a <i>El Principito</i>!, pero que el experimento no había salido bien (esto con otras palabras, claro).</p>
<p style="text-align: justify;">Quedémonos con esta idea:</p>
<blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><p style="text-align: justify;">Si quieres escribir “buena” LIJ (esto es, lo suficientemente buena como para que alguien quisiera publicarla), tienes que hacerlo desde los supuestos intereses infantiles. A esto parece subyacer la idea de que a los niños no les interesaría una historia emotiva con visos metaficcionales sobre el valor de la imaginación, sino solo la aventura concreta y sencilla. Y que, por otro lado, a un lector más grande o derechamente adulto, que en teoría podría estar más interesado en este tipo de aproximaciones, no le interesarían las formas más básicas de una novela infantil.</p></blockquote><p> </p><p style="text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><b>2. “Una nueva Marcela Paz”</b></span></p>
<p style="text-align: justify;">Años más tarde, hablaría con una ex editora LIJ para tratar de entender qué buscaban en los manuscritos que querían publicar. Me respondió, literalmente, “una nueva Marcela Paz”. (Para los lectores extranjeros, Marcela Paz fue una escritora canónica de LIJ, de clase alta, autora de la serie <i>Papelucho</i>, que murió en 1985).</p>
<p style="text-align: justify;">Quedémonos con esta idea:</p>
<blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><p style="text-align: justify;">Lo que quieren algunas editoriales o editores no es a autores únicos en su individualidad poética que puedan ir creciendo como escritores en el tiempo, sino a autores capaces de emular rápidamente el éxito comercial y cultural de importantes referentes antiguos.</p></blockquote><p> </p>
<span style="text-align: justify;"><b>3. “Esto es muy duro para los niños”</b></span><br /><ol start="3">
</ol>
<p style="text-align: justify;">También envié hace unos años un manuscrito de cuentos a otra editorial infantojuvenil con gran incidencia en planes lectores. Entre otras cosas, me respondieron que a los relatos les faltaba desarrollo, pero no explicaron cómo o por qué. Dentro de todo, esto fue un juicio razonable, y quizá uno de los pocos derechamente literarios que he recibido en estas peregrinaciones editoriales.</p>
<p style="text-align: justify;">Lo que me llamó la atención fue que, respecto a un cuento en particular, se me dijo que narraba una situación demasiado dura para un niño, que quedaba abandonado luego de la muerte de su abuelo.</p>
<p style="text-align: justify;">¿Cuántos niños hay hoy en día que quedan huérfanos porque sus únicos cuidadores fallecen? ¿Cuántos de ellos acceden a historias que puedan retratar, con mayor o menor arte, una experiencia como esta? ¿Y cuántas de esas historias —que quizá sí se publiquen en otras editoriales— usarían la Fantasía para darles una esperanza de reencuentro con aquel ser querido tan extrañado?</p>
<p style="text-align: justify;">Quedémonos con esta idea: </p><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><p style="text-align: justify;">Los niños no sufren vivencias personales difíciles, o bien, no deberían encontrar reflejos de estas en las historias, acaso porque ellas debían ser verdaderamente escapistas o derechamente educativas, entre otras propiedades afines. Y no importa cuánta esperanza subraye la Fantasía: se impondrá siempre, ante los ojos endurecidos del adulto, la oscuridad del contexto.</p></blockquote><p style="text-align: justify;"><br /></p>
<span style="text-align: justify;"><b>4. “¿No pueden ser todos amigos?</b></span><br /><ol start="4">
</ol>
<p style="text-align: justify;">Una vez envié un proyecto de manuscrito infantil a unos fondos concursables. Procuro guardarme del escrutinio obras que son muy íntimas para mí, como la que envié, pero necesitaba el dinero y decidí presentarla, probando mi suerte (una vez lo había ganado). Craso error, por supuesto, porque en lugar de recibir financiamiento solo obtuvo rechazo.</p>
<p style="text-align: justify;">La novela trataba de cierto protagonista “raro”, soñador y solitario, que queda prendido por una historia en particular y se propone modelar su vida en función de ella. Casi una autobiografía, podríamos decir.</p>
<p style="text-align: justify;">Los capítulos que mostré correspondían a la presentación del contexto de vida inicial del protagonista, en el que el sufría la violencia y el desprecio de sus familiares y de su comunidad, y luego el descubrimiento de la historia y su posterior viaje fuera de aquel nocivo entorno. También presenté un plan de trabajo que revelaba los hitos de la travesía de este personaje y su amistad con otro, a quien se le parecía, y que se volvía en un amigo entrañable.</p>
<p style="text-align: justify;">La retroalimentación que recibí también fue, principalmente, en la línea moral: ¿por qué no podía ser mi protagonista amigo de los demás?</p>
<p style="text-align: justify;">Quedémonos con esta idea:</p>
<blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><p style="text-align: justify;">Para algunos especialistas en LIJ, parece muy <em>natural</em> esperar que deseemos ser amigos de quienes nos maltratan y humillan, y muy <em>sano</em> entregarle a los niños una historia sobre alguien que tendría que renunciar a su identidad personal para calzar con las expectativas de los demás y obtener su validación. Y las historias que ellos estarían dispuestos a validar estarían enrieladas con esta particular ideología, que aquí podríamos caracterizar, de manera generosa, “conformista”, o, de manera más radical, “monolítica”. </p></blockquote><p> </p><p style="text-align: justify;"><b>5. “No sé vender Fantasía”</b></p>
<p style="text-align: justify;">Esta es la experiencia editorial más extraña, si cabe. Una editorial independiente chilena me había aceptado un manuscrito de cuentos de Fantasía. Sin embargo, el proceso de trabajo con la obra se fue dilatando en el tiempo, y en esos años la editora le fue poniendo diversos obstáculos que culminaron con el abandono del proyecto de publicación del libro.</p>
<p style="text-align: justify;">Primero, me solicitó que le escribiera ¡un ensayo! para justificar la presentación del manuscrito a los Fondos de Cultura de Chile, pues al parecer la editorial no contaría con recursos propios para publicar mi obra, y que fuera de Fantasía complicaba las cosas.</p>
<p style="text-align: justify;">Quedémonos con esta idea:</p>
<blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><p style="text-align: justify;">La Fantasía no puede justificar su propio valor en sí misma; debe contar con un texto de glosa que explicite por qué vale la pena leerla, financiarla y publicarla.</p></blockquote>
<p style="text-align: justify;">Luego de mucho tiempo sin saber qué había pasado finalmente con el dictamen del Gobierno, le pregunté a la editora qué había ocurrido. Me dijo que la editorial había decidido no presentar mi manuscrito a los Fondos de Cultura porque el perfil de mi obra era muy diferente al de los otros manuscritos que querían publicar desde el sello. Esto me pareció increíblemente decepcionante, pues mi obra había estado en cola por mucho tiempo para poder optar a este beneficio, y fue reemplazada por otras más recientes solo porque debían ser más atractivas desde un punto de vista estético (normativo). Seguramente, a ninguno de esos autores debía haberles pedido un ensayo de justificación.</p>
<p style="text-align: justify;">Quedémonos ahora con esta otra idea:</p>
<blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><p style="text-align: justify;">La Fantasía no calza bien con otras propuestas literarias infantojuveniles de perfil normativo, por lo que se la debe marginar.</p></blockquote>
<p style="text-align: justify;">La editora me “liberó” de mis ataduras de palabra con la editorial, pues ni contrato había llegado a firmar. Con todo, las conversaciones me parecieron un tanto ambiguas, o así terminaron siendo para mí debido a mi impericia verbal, pues fueron por teléfono y yo me pongo muy nerviosa cuando me comunico por este medio. Al final, creí entender que aun así la editora buscaría los medios para ver si podía publicar la obra.</p>
<p style="text-align: justify;">Volvió a pasar mucho tiempo. Cuando ya había asumido que todo había quedado en nada, la editora me escribió para contarme que finalmente no publicarían la obra porque (ojo a esto) <b>¡era de Fantasía, y no sabía cómo vender una obra así! </b>Me pareció una respuesta insólita. La editorial había publicado obras afines a la Fantasía, y de hecho ahora mismo lo sigue haciendo.</p>
<p style="text-align: justify;">Nada parecía tener lógica. Pero, incluso si lo tuviese y yo no pudiera entenderlo, ¿no habría sido esta una conclusión que hubiera emergido al momento de leer por primera vez mi manuscrito, y no dos años después, tras pedirme hasta un ensayo para justificar su valor?</p>
<p style="text-align: justify;">Debo consignar aquí que la editora se ofreció a enviarme el trabajo de edición que había alcanzado a realizar con mi obra, pero no me interesó. No tiene sentido para mí incluir las correcciones de un editor que no quiso comprometerse con la publicación de la obra. Además, ¿qué valor real tendrían estas observaciones para mejorar el manuscrito si no habían valorado el sustrato de Fantasía de la obra?</p>
<p style="text-align: justify;">Hubiera deseado agradecerle protocolarmente a la editora este ofrecimiento, pero para entonces yo estaba batallando con una depresión y el desenlace de todo esto me generó ideas suicidas. Preferí ignorar su último correo, a riesgo de quedar como maleducada (¡cuánto importan las convenciones sociales!) y concentrarme en mi salud mental.</p>
<p style="text-align: justify;">Ahora creo que quizá <em>otras cosas</em> influyeron en este abandono editorial, pero una mente ansiosa da para muchos horrores, así que lo dejaré hasta aquí.</p>
<p style="text-align: justify;">Con todo, quedémonos con esta última idea:</p>
<blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><p style="text-align: justify;">La Fantasía no es reconocida en su valor literario; tiene que constantemente justificarse a sí misma y, al momento de soltar los dineros y el apoyo, se tenderá a favorecer otro tipo de literatura.</p></blockquote>
<p style="text-align: justify;"><strong><br /></strong></p><h4 style="text-align: left;">Yo, Fantasista (otra vez: siempre)</h4><p style="text-align: justify;">El patético registro anterior, contrario a lo que se podría esperar, no es solo una queja ante el cruel mundo editorial. Reconozco que mis manuscritos presentados entonces podrían ser perfectamente obras mediocres o incluso malas, así sin más. Pero las razones que en general se me esgrimieron para rechazarlas no fueron de índole literaria, sino más bien centradas en las expectativas del mercado. De hecho, en varias ocasiones me dijeron que mis historias estaban “bien escritas, pero…”. Y ahí, tras ese pero, se desplegaban muchas razones extraliterarias.</p>
<p style="text-align: justify;">Se entiende, por supuesto, pero no deja de ser desagradable y —esto es clave— refutable desde lo que siempre debería primar en el corazón de todo escritor que se precie de serlo, al margen de los mercados de turno:<b> la escritura misma.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Mientras ordenaba estos apuntes, recordé la existencia de un valioso ensayo del escritor C.S. Lewis sobre<a href="https://tierradefay.blogspot.com/2022/12/tres-formas-de-escribir-para-ninos-por.html" target="_blank"><b> tres formas de escribir para niños, que publiqué en este mismo blog en su versión oficial en español</b></a>. Siempre es reconfortante descubrir o recordar que nuestros maestros Fantasistas escribieron hace décadas (¿siglos?) justo las palabras que necesitamos leer en nuestro presente, de una forma depurada que nosotros, como Fantasistas aprendices, aún no logramos alcanzar.</p>
<p style="text-align: justify;">A la luz entonces de sus sabias palabras, he llegado a esbozar las siguientes reflexiones.</p>
<p style="text-align: justify;">En realidad, crear una idea general de lo que disfrutan los niños y encorsetar la propia escritura para que vaya a tono con ello me parece una forma muy particular de <b>condescendencia</b>, similar a la creencia adultista de “nosotros (adultos) sabemos lo que es bueno para ti (niño)”. Aunque esta sentencia a veces sea cierta, claro, probablemente coarte más de lo esperado en otras áreas. Pues para ningún niño sería “bueno”, en un sentido tradicional, perderse en un bosque, y sin embargo los cuentos de hadas nos han enseñado que es solo en los peligros de su fronda donde se tienen las más enriquecedoras experiencias de formación infantil.</p>
<p style="text-align: justify;">Incluso si los intereses y formas que prefieren los niños chilenos (por ejemplo) en la literatura resultasen sistematizadas en un mega estudio con mínimo margen de error, escribir a partir de estos resultados no me parecería una entrega honesta de alguien que se haga llamar escritor. Más bien, eso satisfacería cierto estándar profesional, en el peor de los sentidos:<b> el escritor como proveedor que debe seguirle el amén a lo que el cliente espera o exige, porque se sabe, “el cliente siempre tiene la razón”</b>. El libro devenido en una hamburguesa de cuarto de libra con queso.</p>
<p style="text-align: justify;">Aun así, si efectivamente las editoriales grandes solo invierten en obras LIJ que puedan resultar interesantes para los niños, como me dijo aquella agencia, ¿no es curioso entonces constatar que la opinión infantil generalizada suele ser que los libros que se leen en el colegio parecen ser invariablemente aburridos? Y si los niños demandan aventuras, ¿por qué parece haber tan poco de ellas en los planes lectores, incluso en obras contemporáneas?</p>
<p style="text-align: justify;">Como sea, creo que literatura, sea o no para niños, <b>no siempre ha de responder a lo que queremos y esperamos. La literatura es lo que es: arte</b>. Y el arte a veces puede calar más hondo en nosotros si se parece más a un hachazo que a un almohadón de plumas (o bien, a veces ese almohadón podría —o debería— tener un bicho asqueroso adentro).</p>
<p style="text-align: justify;">Por supuesto, esto no significa que vayamos a entregarles siempre a los niños historias terribles o incómodas.<b> Pero creo necesario recordarles que el mundo, las más de las veces, puede resultar feroz y miserable, sobre todo si son poco normativos</b>. Un libro que insista en que debemos acercarnos a quienes nos desprecian por ser diferentes podría enseñarnos que en la vida solo podemos existir desde las expectativas ajenas, y que el abuso y el menoscabo son la norma de la existencia para personas como nosotros. Y esto no así. Y si lo fuese, Dios, el deber de un escritor disidente debiera ser esforzarse por crear una existencia, aunque sea ficcional, en donde esto no sea así, o donde al menos haya una posibilidad viable de disidencia. O, en propuestas menos ambiciosas (es decir: que no sean de Fantasía), siquiera debería intentar enseñar que las verdaderas diferencias son válidas, y que <b>hay personas que NUNCA van a conectar con nosotros, y viceversa.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Es decir, alternativas que ya plantea cierta literatura “sin apellidos”, vaya.</p>
<p style="text-align: justify;">Desde luego, las infancias no son siempre territorios acolchados de dichas sin fin: puede haber violencia, abusos, soledades. Incluso de no haber ninguna de estas vivencias, o de no ser un marginado social como lo fuimos personas como nosotros, el dolor no estará del todo ausente de la niñez, etapa en la que se reciben tempranamente algunos golpes imposibles de entender.</p>
<p style="text-align: justify;">No puedo creer que tenga que escribir esto, pero lo haré igualmente: <b>los niños son seres humanos, no especies aparte. Y, como tales, pueden vivir a su modo muchas de las cosas que viven los adolescentes y los adultos</b>. Alegrías y horrores. Cosas humanas.</p>
<p style="text-align: justify;">Lo que yo considero importante, desde mi intención como autora y mi visión como adulta, es buscar que las historias que leen los niños les muestren que <b>existe una esperanza entre la oscuridad, que en medio del dolor puede relucir la maravilla</b>. Bueno, en realidad es algo que también persigo como adulta, pero quizá diría que en niños es aún más urgente porque entonces cuentan con menos herramientas para lidiar con los azotes de la vida, sobre todo si solo cuentan con la compañía de adultos inútiles o malintencionados. </p>
<p style="text-align: justify;">Quizá cierto tipo de niño no pueda formular que necesita justo este tipo de historias. Pero, a mi juicio, son también necesarias: yo misma las necesité cuando era niña. O al menos su mera existencia lo es. Porque nadie pide que se quemen o retiren libros que vayan en otras líneas, sino que exista una <b>diversidad de corpus que permita al niño que quizá esté descolgado de las propuestas normativas encontrar la historia que acaso necesitaba sin saberlo.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Una de las ideas más potentes del ensayo de C.S. Lewis al que aludo es que la literatura infantil (y juvenil, por extensión) puede ser la forma más adecuada para lo que el autor desea decir. Es decir, así como lo entiendo o como me apropio yo de esta idea, <b>la categoría de “literatura infantil y juvenil” abandonaría el lastre utilitario de la segmentación por edades y pasaría a ser una elección estética</b>. Al respecto, Lewis señala que los lectores llegarán a las historias independiente de cuán jóvenes o viejos sean.</p>
<p style="text-align: justify;">Curiosamente, así fue la experiencia lectora general de <i><b>La niña que salió en busca del mar.</b></i> Si bien fue planteada al inicio como una novela infantil, aspirando a las elevadas formas que yo concebía como la LIJ más valiosa y cara a mi corazón, tendió a circular más con el público juvenil y adulto, y a este le gustó bastante (en general, claro; hubo también gente que consideró muy importante decirme a la cara que no era gran cosa). Que yo recuerde, no hubo reparos porque yo presentase la obra como infantil. Por otro lado, también la leyeron niños, y hasta donde supe ninguno se quejó de que la obra fuese algo “adulta” en otros elementos. Quizá no comprendieron completamente algunas ideas, pero yo recuerdo que de niña también leí muchas cosas que no entendí bien en su momento y no perecí por ello. Al contrario, muchas de esas cosas se quedaron conmigo y las fui esclareciendo con los años. De la misma forma en que el músculo debe romperse antes de que pueda crecer en su reparación, creo que este tipo de historias que nos rompen el músculo lector son siempre necesarias si deseamos crecer desde la lectura. </p>
<p style="text-align: justify;">Eso, para mí, también es parte de la esencia de una historia infantojuvenil: <b>que vaya creciendo contigo.</b> Que no sea como una prenda vistosa que amas de niño pero que en algún momento has de abandonar, ya sea porque tus gustos cambien o porque derechamente ya no entras en ella al crecer. Pero no me refiero a un crecimiento tipo autoayuda, como lamentablemente termina siendo <i>El Principito</i> en su apreciación prototípica, <b>sino a una experiencia que te permite entender mejor o ampliar tu capacidad interpretativa personal de la existencia.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Como sea, sospecho que muchos lectores leyeron mi novela como lo que en esencia era: una historia de fantasía. Y ya.</p>
<p style="text-align: justify;"><b>La fantasía no es para mí una mera categoría de moda, como insiste el mercado editorial y sus involuntarios acólitos, sino un destino estético</b>. Eso, al menos, siempre lo tuve claro: la fantasía es y fue, en efecto, la forma literaria que me permitía contar el tipo de historias que más sentido, belleza y valor tienen para mí. Lo inesperado de esta elección muy mía es que se me han presentado dos caminos entrecruzados entre sí: o mis historias son leídas desde los patrones de la forma de la fantasía comercial y son rechazadas por quienes odian o recelan de la fantasía, o son leídas desde lo que son y son rechazadas por no ajustarse a las formas de la fantasía comercial por quienes solo entienden la fantasía como tal.</p>
<p style="text-align: justify;">Mientras discutía este asunto en terapia, surgieron dos posibilidades lógicas: o transaba mis valores estéticos y escribía fantasía comercial (sin que por ello necesariamente fuese a tener éxito; escribir un <i>best seller</i> es una artesanía difícil) o los abrazaba y me atenía a las consecuencias (respuestas como las que he analizado acá, imposibilidad de publicación, etc.).</p>
<p style="text-align: justify;">He elegido lo segundo, obviamente, con la esperanza de que poco a poco pueda ir encontrando espacios editoriales que valoren mis historias y elijan comprometerse con esas, como ya lo he ido haciendo. Y, en paralelo, darme el tiempo suficiente como para juntar energías y ahorros y autopublicar otros trabajos, nada más porque yo deseo que existan como libros y que alojen en unos pocos corazones capaces de valorarlas por lo que son.</p>
<p style="text-align: justify;">Uno de los principales ministerios que sostengo como escritora es poder salvar la vida de algún lector, sea cual sea la forma que adopte esta salvación en su existencia. <b>Ahora comprendo que este propósito ético-estético está también vinculado a mi autismo de tardío diagnóstico</b>. Toda mi vida me he sentido atrapada en un mundo en el que no calzaba y cuyos habitantes me despreciaban por no ser como ellos, despertando en mí la misma respuesta hacia ellos. Parafraseando a Edgar Allan Poe a partir de un poema que obviamente no es <i>The Raven</i>: por no extraer ni mi pasión ni mi tristeza de una fuente común, y por no poder despertar mi corazón para que gozara en el mismo tono que los demás.</p>
<p style="text-align: justify;">La Fantasía siempre ha sido mi forma personal de reconectar con la luz, aunque fuese refractada, que poco a poco he ido descubriendo en el mundo y aun en mí misma. La posibilidad de alcanzar con sus reflejos a otro corazón, de la misma manera en la que mis queridos Fantasistas lo hicieron con el mío, es algo que me llena de dichosa esperanza.</p>
<p style="text-align: justify;">Y debo escribir <span face="arial, sans-serif" style="background-color: white; color: #4d5156; font-size: 14px; text-align: left;">—</span>y lo hice, y lo hago<span face="arial, sans-serif" style="background-color: white; color: #4d5156; font-size: 14px; text-align: left;">—</span> desde esa marca que diferencia con la que nací y a partir de la cual me fui formando. Pues ahora entiendo que muchas de los reparos que he recibido como autora nacen también de un rechazo a mi naturaleza autista.</p>
<p style="text-align: justify;"><b>¿Es muy compleja determinada sintaxis para un niño de cierta edad? </b>Yo soy hiperverbal; aprendí a leer un poco antes de los cuatro años. Por supuesto que para mi yo infantil no habría sido compleja, pero esta no es la realidad general de los niños. ¿Debería simplificar mi gramática solo para apelar a esos lectores? No quiero hacerlo. Si a un lector le interesa de verdad mi historia, sabrá remontar la corriente de sus palabras sin hundirse. Puedo esperar el tiempo suficiente.</p>
<p style="text-align: justify;"><b>¿Es reprochable que un personaje raro y solitario se aleje de quienes lo lastiman?</b> Yo he sido rara y solitaria, y alguna vez también los adultos que me rodeaban me acosaron por la distancia que tomaba de mis compañeros de colegio, para quienes yo era un ser casi inexistente o repugnante porque no me gustaba ir a fiestas, beber alcohol, bailar o hablar de las cosas de moda, y porque les caían mal mis tempranos intereses intelectuales. En el mejor de los casos, ellos me ignoraban por completo; en el peor, o me humillaron muchas veces o hacían juegos sicológicos conmigo. </p><p style="text-align: justify;">¿Debería ceder a esas presiones ahora, en mi escritura? Por supuesto que no. Porque debo ser digna de esa Paula adolescente que resistió esos embates, aun cuando no contaba con tanta claridad de estas cosas como mi yo adulto. Porque debo ser digna también de esos otros niños, jóvenes o adultos que necesitan ver reflejada esa resistencia en una historia, y que al menos sus palabras sean aquella compañía que tanto se les ha negado.</p>
<p style="text-align: justify;"><b>¿Es muy pretenciosa mi Fantasía metaficcional?</b> Lo siento (en realidad no): es de lo que más me interesa escribir. No puedo plegarme a los intereses vigentes solo porque a algunos les moleste tener otras aspiraciones. ¿Soy <i>snob </i>por ello? Puede ser; qué me importa. No puedo hacerme cargo de inseguridades intelectuales ajenas. Si no soy fiel a lo que amo, por más rebuscado que sea a ojos de los demás, mi resultado siempre será inferior tanto a los demás como a mí misma.</p>
<p style="text-align: justify;"><b>¿Es mi obsesión con la Fantasía algo contraproducente a mi perfil de escritora?</b> Probablemente, pero cada vez me da más da igual. La Fantasía es mi “interés especial/profundo”, que he mantenido prácticamente toda mi vida. Prefiero fracasar aspirando al horizonte de mi Fantasía que triunfar con los ojos pegados a la tierra del realismo, el romance, la ciencia ficción o cualquier otra estética que resulte más validada según la época.</p>
<p style="text-align: justify;">Seguiré esforzándome entonces por mejorar en mi escritura en esa línea, al calor de las huellas de mis maestros. Acaso algún día pueda escribir algo remotamente similar a <i>La historia interminable</i> de Michael Ende, una de las mejores novelas de Fantasía metaficcional y, a la vez, una de las mejores novelas infantojuveniles. Y ojalá pueda también escribir una Fantasía de aventuras que contenga lo metaficcional, pues ¿no es acaso el descubrimiento y la exploración de un mundo secundario la forma definitiva de la aventura?</p>
<p style="text-align: justify;">No digo con todo esto que vaya a escribir solo para lectores autistas, por supuesto. De hecho, varias de las personas que contribuyeron a destruir mi vida entre los 15 y los 26 años son autistas, y desearía que mis historias actuales y futuras nunca llegaran a ellas.</p>
<p style="text-align: justify;">Escribo para los lectores cuyos corazones puedan resonar con la Fantasía, sean o no autistas.</p>
<p style="text-align: justify;"><b>Mi ser autista rima con Fantasista; el autismo de otros, no necesariamente.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Es una lástima que tantas editoriales parezcan reacias a darle una oportunidad a historias que busquen llegar a este tipo de personas, pero no me rendiré en mis palabras. Las puliré hasta que cada vez puedan ser más cercanas a lo que espero de ellas, al margen de que alguien pueda verlas así o no, al margen de que sé que fracasaré las más de las veces. </p><p style="text-align: justify;">Paradójicamente, siento que entender que muchos de estos rechazos editoriales estriban en el rechazo de mi identidad autista me ayudará a liberarme progresivamente de las sensaciones de no valer nada como escritora y como ser humano, y que por ello merezco la muerte. Todo lo que escape a mis palabras estará siempre fuera de mi control, lo mismo que mis impresiones ante los demás. Pero ahora entiendo mejor que, en cualquier ámbito de mi vida, no tengo que torcerme para ajustarme a moldes que no me pertenecen, ni tampoco intentar justificar mi visión minoritaria a los hegemónicos. <b>Lo que he de hacer es buscar personas con las que mi propio molde sea compatible, y rogar porque crean en mí y en mis historias.</b></p>
<p style="text-align: justify;">Poco a poco, comenzaré a renunciar a todo lo que no tenga que ver con mi destino, de la misma forma en que empecé sutilmente a resquebrajar la torpe máscara con la que alguna vez pretendí <span face="arial, sans-serif" style="background-color: white; color: #4d5156; font-size: 14px; text-align: left;">—</span>inútilmente<span face="arial, sans-serif" style="background-color: white; color: #4d5156; font-size: 14px; text-align: left;">—</span> disimular mis anomalías como persona. </p><p style="text-align: justify;">Creo que este es uno de los actos más honestos que podría ofrecerle a un niño marginado desde mis historias de Fantasía y desde mi propia existencia: <b>la confirmación de que se puede ser un adulto imaginador, amante de las cosas Bellas y Verdaderas, si logras resistir a la violencia de los demás y te mantienes fiel a tu destino. </b></p><p style="text-align: justify;">Porque yo resistí, me mantuve fiel y sobreviví. Mi vida ha estado llena de infelicidades, pero todas sus grandes alegrías han valido la pena. Quiero contar y transmitir eso en mis historias, así sea a niños o adultos, porque en cualquier caso le estaré hablando al mismo espíritu dolido.</p><hr /><p style="text-align: justify;">Tú, Paula, ¿autora de LIJ?, me preguntarán. Y yo responderé: <b>Fantasista</b>. Y quienes sean de los míos (<i>we, we happy few, we band of brothers</i>) sonreirán, porque habrán entendido que eso significa que <b>sí y no al mismo tiempo.</b></p>Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-83129619110880619542022-12-05T10:57:00.007-03:002022-12-05T16:17:55.544-03:00"Tres formas de escribir para niños", por C.S. Lewis<div style="text-align: justify;">A continuación comparto la traducción del ensayo "On Three Ways of Writing For Children", de C.S. Lewis, publicada en su libro <i>Of Other Worlds: Essays and Stories</i> (1966). La fuente en español es la siguiente:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div><span style="text-align: justify;"><div style="text-align: justify;">Lewis, C.S. Tres formas de escribir para niños. <i>De este y otros mundos. Ensayos sobre literatura fantástica. </i>Trad. Amado Diéguez. Alba, pp. 63-79.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Realicé dos modificaciones a la traducción original de Diéguez, salvo algún error de transcripción: eliminé las tildes diacríticas según las nuevas normas de la RAE y reemplacé "fantástico" por "[de] fantasía" en las partes que resultase conveniente, <a href="https://arboloria.weebly.com/fantasia/distinguiendo-la-fantasia-de-lo-fantastico-o-como-cortar-la-enesima-cabeza-de-la-hidra" target="_blank"><b>por razones obvias</b>.</a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Mi intención al compartir este ensayo por aquí es que sus palabras puedan anclarse en el corazón de algún narrador de historias infantiles de Fantasía que, como yo, las más de las veces se sienta dando palos de ciego en el entorno editorial. Que estas palabras anclen en él o ella, en ti, y que puedan despertar la esperanza de todos los que la necesitemos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgITq8JkwqI_d_aO_obHb9lHsfvaWJmmzbjuy2oCpmsbSyFzM3PJpUBHoAYjmMGJUZSduRercRw0FytAo5J705S5_x6EG0HAWUDAL7HK-W307gGHbtSmQlF83BmwvpiOF_P0qdw2x9xI0u6ITZuORWG8cMjG6XD9SPcIHpkrCR1yLBzi8c-jx4XPaglEg/s320/9788484282112.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="320" data-original-width="225" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgITq8JkwqI_d_aO_obHb9lHsfvaWJmmzbjuy2oCpmsbSyFzM3PJpUBHoAYjmMGJUZSduRercRw0FytAo5J705S5_x6EG0HAWUDAL7HK-W307gGHbtSmQlF83BmwvpiOF_P0qdw2x9xI0u6ITZuORWG8cMjG6XD9SPcIHpkrCR1yLBzi8c-jx4XPaglEg/s1600/9788484282112.jpg" width="225" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><hr /><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: center;"><b><span style="font-size: x-large;">Tres formas de escribir para niños</span></b></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;">C.S. Lewis</span></p></div><div><p style="text-align: justify;">En mi opinión, quienes escriben literatura infantil tienen tres maneras de enfocar su trabajo; dos son buenas y, por lo general, la tercera es la mala.</p>
<p style="text-align: justify;">He tenido noticia de la mala hace bien poco y gracias a dos testigos involuntarios. El primero de estos testigos es una dama que me envió el manuscrito de un relato escrito por ella en el que un hada ponía a disposición de un niño un artilugio maravilloso. Digo «artilugio» porque no se trataba de un anillo, ni de un sombrero, ni de un manto mágicos, ni de ningún objeto tan tradicional. El artilugio en cuestión era una máquina, una cosa con llaves, palancas y botones. Si el niño accionaba uno de aquellos mecanismos, la máquina le daba un helado; si accionaba otro, un cachorro, etcétera. Tuve que decirle a la autora que, sinceramente, aquella especie de cosa no me interesaba mucho, a lo que ella me replicó: «Ni a mí tampoco; me aburre soberanamente, pero es eso lo que le gusta a los niños modernos». El segundo testimonio es el siguiente. En el primer relato que escribí, describía con cierta extensión lo que a mí me parecía el muy elegante té que un hospitalario fauno ofrecía a la pequeña heroína de mi cuento. Un hombre con hijos me comentó: «Ah, ya comprendo lo que usted pretendía. Cuando se desea complacer a los lectores adultos, se les da sexo, de modo que usted se ha dicho: "A los niños no les gusta el sexo, ¿qué puedo darles en su lugar? ¡Ya sé! A esos pequeño granujas les encanta la buena comida" ». En realidad, sin embargo, es a mí a quien me encanta comer y beber, así que escribí lo que me habría gustado leer cuando era niño y lo que todavía me gusta leer ahora que paso de los cincuenta.</p>
<p style="text-align: justify;">La dama de mi primer ejemplo y el caballero casado del segundo concebían la literatura para niños como una sección aparte cuyo lema podría ser: «Hay que darle al público lo que quiere». Por supuesto, los niños son un público muy especial y hay que averiguar lo que les gusta y dárselo, por poco que a ti te agrade.</p>
<p style="text-align: justify;">Hay otra manera de escribir literatura infantil. A primera vista, puede parecer muy semejante a la anterior, pero creo que esa semejanza es solo superficial. Es la manera de escribir de Lewis Carroll, Kenneth Grahame y Tolkien. La historia impresa nace a partir de la que se cuenta a un niño en particular, de viva voz, y quizá ex tempore. Se parece a la manera a la que acabo de referirme porque esta también procura darle al niño lo que desea. Pero, en esta, el autor se dirige a una persona en concreto, a ese niño que, por descontado, es distinto a todos los demás niños. No podemos concebir a los «niños» como una especie extraña cuyos hábitos «reconstruimos» como antropólogos o viajantes de comercio. Sospecho que, cara a cara, tampoco sería posible obsequiar a un niño con algo especialmente calculado para complacerle pero que el autor considerara con indiferencia y desdén. El niño, estoy seguro, le calaría enseguida. El autor cambia ligeramente el tono porque se está dirigiendo a un niño y el niño cambia a su vez porque es un adulto quien se dirige a él. De este modo se crea una comunidad, una personalidad compuesta, y de ella surge la historia o la fábula.</p>
<p style="text-align: justify;">La tercera manera de escribir para niños, la única que yo soy capaz de cultivar, consiste en escribir un relato infantil es la forma artística que mejor se adecua a lo que tienes que decir, de igual modo que un compositor escribe una marcha fúnebre no porque haya ningún funeral público a la vista sino porque se le han ocurrido ciertas ideas musicales que encajan mejor en este tipo de composición. Este método puede aplicarse a otros tipos de literatura infantil y no solo a los cuentos. Me han dicho que Arthur Mee nunca habló con ningún niño y que jamás tuvo deseos de hacerlo. Desde su punto de vista, que a los chicos les gustase leer lo que a él le gustaba escribir no era más que una cuestión de suerte. Es posible que esta anécdota no sea cierta, pero ilustra lo que quiero decir.</p>
<p style="text-align: justify;">Dentro del género de «relato infantil», el subgénero que, según ha resultado, más se adecúa a mí, es el de fantasía o, en su sentido más amplio, el cuento de hadas. Existen, por supuesto, otros subgéneros. La trilogía de E. Nesbit sobre la familia Bastable es un buen ejemplo de uno de ellos. Es un «relato infantil» en la medida en que los niños pueden leerlo y lo leen, pero es también el único modo que E. Nesbit encontró para ofrecernos una visión amplia del humor y talante de la infancia. Es cierto que los niños de la familia Bastable aparecen en una de sus novelas para adultos —tratados, con éxito, desde el punto de vista de los mayores—, pero esa aparición dura solo un momento. En mi opinión, no creo que hubiera podido prolongarse. Es muy posible que cuando escribimos sobre niños desde el punto de vista de sus mayores caigamos en el sentimentalismo. De este modo, la realidad de la infancia, tal y como todos la experimentamos, se desvanece. Y es que todos recordamos que nuestra infancia, según la vivimos, fue inmensurablemente distinta a como la vieron nuestros mayores. De ahí que, cuando le pedí su opinión sobre un nuevo colegio experimental, sir Michael Sadler me respondiera: «Nunca doy mi opinión sobre ninguno de esos experimentos hasta que los niños han crecido y puedan contarnos lo que realmente ocurrió». La trilogía de los Bastable, por improbables que puedan ser muchos de sus episodios, proporciona incluso a los adultos, al menos en cierto sentido, una lectura más realista del mundo infantil que de la que podemos encontrar en la mayoría de los libros dirigidos a los mayores. Al mismo tiempo, por el contrario, permite que los niños que la leen lleven a cabo una actividad que, en realidad, es mucho más madura de lo que piensan. Y es que se trata de un autorretrato inconscientemente satírico de Oswald Bastable, un estudio del personaje que todo niño inteligente puede apreciar plenamente —mientras que ningún niño se sentaría a leer un estudio de personajes escrito de cualquier otra forma—. Existe otro subgénero de la literatura infantil que también transmite este interés sicológico, pero me reservo el comentario para más adelante.</p>
<p style="text-align: justify;">Creo que tras esta escueta mirada a la trilogía de los Bastable, podemos sacar en claro un principio literario: cuando el relato infantil es, sencillamente, la forma más adecuada para lo que el autor quiere decir, los lectores que desean oír eso que el autor quiere decir leerán o releerán esa historia independientemente de la edad que tengan. No leí <em>El viento en los sauces ni</em> los libros de los Bastable hasta tener cerca de treinta años, pero dudo de que por eso los haya disfrutado menos. Estoy pensando en establecer el siguiente canon: un relato infantil que solo gusta a los niños es un mal relato infantil. Los buenos perduran. Un vals que solo nos gusta cuando valsamos es un mal vals.</p>
<p style="text-align: justify;">Este canon me parece más evidentemente cierto cuando lo aplicamos al tipo particular de relato infantil que yo más aprecio: el relato de fantasía, o cuento de hadas. La crítica moderna utiliza «adulto» corno término aprobatorio, pero se muestra hostil con eso que llama «nostalgia» y desdeñosa con eso que califica de «peterpanteismo». De ahí que una persona que aprecie a enanos y gigantes y afirme que, a sus cincuenta y tres años, las bestias y las brujas aún le gustan tiene muchas menos probabilidades de recibir elogios por su perenne juventud que de ser objeto de mofa y compasión por atrofia en su desarrollo. Si dedico unas líneas a defenderme de estos cargos no es tanto porque me importe gran cosa que se mofen de mí o me compadezcan, sino porque mi defensa guarda relación con mi punto de vista sobre el cuento de hadas y la literatura en general. Mi defensa, en efecto, consiste en las tres alegaciones siguientes:</p></div><p style="text-align: justify;">1. Respondo con un <span class="notion-enable-hover" data-reactroot="" data-token-index="1" style="font-style: italic;">tu quoque</span>.<span class="notion-enable-hover" data-reactroot="" data-token-index="3" style="font-style: italic;"> </span>Los críticos que emplean «adulto» como término laudatorio en lugar de hacerlo en un sentido meramente descriptivo no pueden ser adultos. Estar preocupado por ser adulto, admirar lo adulto solo porque lo es y sonrojarse ante la sospecha de ser infantil son señas de identidad de la infancia y de la adolescencia. Con moderación, en la infancia y en la adolescencia constituyen síntomas saludables, porque el que es joven quiere crecer. Pero trasladar a la edad adulta, incluso a los primeros años de esta, esa preocupación por ser adulto es, por el contrario, un signo de atrofia en el desarrollo. Cuando yo tenía diez años, leía cuentos de hadas a escondidas. Si me hubieran descubierto, habría sentido vergüenza. Ahora que tengo cincuenta los leo sin ocultarme. Cuando me hice hombre, abandoné las chiquilladas, incluidas las del temor a comportarme como un chiquillo y el deseo de ser muy mayor.</p><p style="text-align: justify;">2. En mi opinión, el punto de vista moderno implica una falsa concepción de lo adulto. Los modernos nos acusan de atrofia en el desarrollo porque no hemos perdido los gastos de la infancia, Pero ¿y si la atrofia en el desarrollo consistiera no en negarse a perder lo que teníamos, sino en no poder añadirle nada nuevo? Me gusta el codillo, pero estoy seguro de que en mi infancia no me habría gustado nada. Sin embargo<span class="notion-enable-hover" data-reactroot="" data-token-index="1" style="font-weight: 600;">, </span>sigue gustándome la limonada. Yo llamo a esto crecer o desarrollarse porque ahora soy más rico de lo que era: si antes solo disfrutaba de una cosa, ahora lo hago de dos. Si tuviera que perder el gusto por la limonada para que me gustase el codillo, yo no llamaría a eso crecimiento, sino simple cambio. Ahora me gustan Tolstói y Jane Austen y Trollope, pero también los cuentos de hadas, y a eso yo le llamo crecer. Si tuviera que dejar de leer cuentos de hadas para leer a los novelistas, no diría que he crecido, sino tan solo que he cambiado. Un árbol crece porque añade anillos a su tronco, un tren no lo hace cuando deja atrás una estación y se dirige resoplando a la siguiente. Pero, en realidad, la cuestión es más profunda y compleja. Creo que mi crecimiento se manifiesta tanto cuando leo a los novelistas como cuando leo cuentos de hadas, que ahora disfruto mejor que en la infancia: como soy capaz de poner más en ellos, también, cómo no, saco de ellos más. Pero no quiero recalcar aquí ese extremo. Aunque solo se tratara de añadir el gusto por la literatura adulta al gusto inalterado por la literatura infantil, a esta adición también podría llamársele «crecimiento», cosa que no podríamos llamar al proceso de dejar un paquete para coger otro. Es, por supuesto, cierto que el proceso de crecimiento supone, por casualidad y por desgracia, algunas otras pérdidas, pero no es esto lo esencial en él ni, ciertamente, lo que lo hace admirable y deseable. Si fuera así, si dejar paquetes y abandonar estaciones constituyeran la esencia y virtud del crecimiento, ¿por qué íbamos a detenernos en lo adulto? ¿Por qué no habría de ser «senil» un término igualmente aprobatorio? ¿Por qué no íbamos a alegrarnos de perder el cabello y los clientes? Al parecer, algunos críticos confunden el crecimiento con los costes del crecimiento y desean que esos costes sean mucho más altos de lo que, en virtud de su naturaleza, tienen que ser.</p><p style="text-align: justify;">3. La asociación entre cuentos de hadas y fantasía e infancia es local y accidental. Espero que todos hayan leído el ensayo de Tolkien sobre los cuentos de hadas, que tal vez sea la contribución al tema más importante que se haya hecho hasta la fecha. Si es así, sabrán que en la mayoría de las épocas y lugares el cuento de hadas no se ha elaborado especialmente para niños, ni han sido estos quienes lo han disfrutado en exclusiva. Gravitó hacia el parvulario cuando pasó de moda en los círculos literarios, igual que los muebles pasados de moda eran trasladados a la habitación de los niños en las casas victorianas. En realidad, y al igual que a otros muchos no les agradan los sofás de crin, a muchos niños no les agradan este tipo de libros; también hay muchos adultos a quienes sí les gustan, por el mismo motivo que a otros tantos les encantan las mecedoras. Por lo demás es probable que a aquellos, mayores o pequeños, a quienes les gustan les agraden por la misma razón. Claro que ninguno de nosotros puede decir con certeza qué razón es ésa. Las dos teorías en las que pienso más a menudo son la de Tolkien y la de Jung.</p><p style="text-align: justify;">Según Tolkien el atractivo de los cuentos de hadas reside en el hecho de que el hombre ejercita en ellos con gran plenitud su función de «subcreador»; no, corno ahora les encanta decir, haciendo «un comentario sobre la vida», sino creando, en la medida de lo posible, un mundo subordinado del suyo propio. Puesto que esta, en opinión de Tolkien, es una de las funciones más características del hombre, siempre que se cumpla bien, el disfrute surge de manera natural. Para Jung, los cuentos de hadas liberan Arquetipos que habitan en el subconsciente colectivo, así que cuando leemos un buen cuento de hadas estamos obedeciendo al viejo precepto «Conócete a ti mismo». Me atrevería a añadir a estas mi propia teoría, no, desde luego, del Género en su conjunto, sino de uno de sus rasgos. Me refiero a la presencia de seres distintos a los humanos que, sin embargo, se comportan, en diferentes grados, humanamente: los gigantes, los enanos y las bestias parlantes. Creo que todos ellos son, cuando menos (y es que pueden tener otras fuentes de poder y belleza), un admirable jeroglífico que tiene que ver con la psicología y con los tipos, y que transmite ambos elementos con mayor brevedad que las novelas y a lectores que aún no pueden asimilar su presentación novelesca. Consideremos al señor Tejón de <em>El viento en los sauces,</em> esa extraordinaria amalgama de altivez, hosquedad, mal humor, timidez y bondad. El niño que ha conocido al señor Tejón adquiere, en lo más profundo, unos conocimientos de la humanidad y de la historia social de Inglaterra que no podría conseguir de ninguna otra forma.</p><p style="text-align: justify;">Por supuesto, al igual que no toda la literatura para niños es de fantasía, no toda la literatura fantástica tiene por qué ser para niños. Todavía es posible, incluso en una época tan, ferozmente antirromántica como la nuestra, escribir relatos fantásticos para adultos, aunque para publicarlos normalmente sea preciso haberse labrado un nombre en otro género literario más de moda. Puede haber un autor a quien en determinado momento le parezca que no solo la literatura de fantasía, sino la literatura de fantasía infantil, es la forma más precisa y adecuada para expresar lo que desea. La distinción es sutil. Las fantasías para niños de ese autor y sus fantasías para adultos tendrán mucho más en común entre sí que ambas con la novela corriente o con lo que algunos llaman «la novela de la vida infantil». De hecho, es probable que algunos lectores lean sus novelas «juveniles» y también sus relatos fantásticos para adultos. Porque no necesito recordar a personas como ustedes que la división nítida de los libros por grupos de edad, a la que los editores son tan afectos, no guarda más que una relación muy laxa con los hábitos de los lectores reales. A quienes nos amonestan de adultos por leer libros infantiles ya nos amonestaban de niños por leer libros demasiado maduros. Ningún lector que se precie progresa por pura obediencia a un calendario. La distinción, como he dicho, es sutil. Yo no estoy seguro de qué me hizo sentir, en un año concreto de mi vida, que lo que debía escribir —o proclamar— no era solo un cuento de hadas, sino un cuento de hadas para niños. En parte, pienso, este género te permite, o te impele, a dejar de lado ciertos elementos que yo quería dejar de lado. Te impele, en efecto, a depositar toda la fuerza de la obra en las acciones y los diálogos. Pone a prueba lo que un amable pero exigente crítico llamó en mi «el demonio de la exposición». Y, además, impone necesariamente ciertas restricciones de extensión que resultan muy fructíferas.<br /></p><p style="text-align: justify;">Si he permitido que la literatura infantil de fantasía domine esta charla es porque es la que más conozco y más me gusta, no porque esté en mi ánimo condenar otros subgéneros. Muy al contrario y con mucha frecuencia, los mecenas de esos otros subgéneros sí desean condenar la literatura infantil de fantasía. Más o menos una vez cada cien años, algún sabelotodo alza la voz y se esfuerza por desterrar el cuento de hadas del territorio de la literatura para niños, de modo que es mejor que diga algunas palabras en su defensa.</p><p style="text-align: justify;">Al cuento de hadas se le acusa de imbuir en los niños una impresión falsa del mundo que les rodea; sin embargo, yo creo que, de todos los libros que un niño lee, no hay ninguno que le dé una impresión menos falsa. Creo que es más probable que le engañen esas otras historias que pretenden pasar por literatura realista para niños. Yo nunca esperé que el mundo fuera como un cuento de hadas, pero creo que sí esperé que el colegio fuese como un cuento de colegios. Todas las historias en la que los niños experimentan aventuras y éxitos, posibles en el sentido de que no quiebran las leyes de la naturaleza pero de una improbabilidad casi absoluta, corren más peligro de despertar falsas expectativas que los cuentos de hadas.<br /></p><p style="text-align: justify;">Respuesta casi idéntica puede darse a la frecuente acusación de escapismo que se cierne sobre este tipo de literatura, aunque en este caso la cuestión no es tan sencilla. ¿Enseñan los cuentos de hadas a los niños a refugiarse en el mundo de ensoñación —<span style="text-align: left;">«</span>fantasía», en el sentido técnico en que la sicología emplea la palabra— en lugar de a enfrentarse a los problemas del mundo real? Es en ese punto donde el problema se vuelve más sutil. Comparemos de nuevo el cuento de hadas con el cuento escolar o con cualquier otro tipo de relato que lleve la etiqueta de «cuento para niños» o «cuento para niñas» en oposición a «cuento infantil». Tanto el cuento de hadas como el cuento de ambiente escolar excitan deseos y, al menos desde un punto de vista imaginario, los satisfacen. Deseamos atravesar el espejo, llegar al país de las hadas. También deseamos ser ese chico o chica inmensamente popular y reconocido, o ese niño o niña que tiene la suerte de descubrir ese complot de espías o montar ese caballo que ningún cowboy ha podido domar. Pero se trata de deseos muy distintos. El segundo, especialmente cuando se centra en algo tan cercano como la vida escolar, es voraz y terriblemente serio. Su cumplimiento en el nivel imaginativo es en verdad compensatorio: nos precipitamos hacia él por las decepciones y humillaciones del mundo real —claro que luego él nos devuelve a la realidad profundamente descontentos—, y es que no es otra cosa que una adulación a nuestro ego. El otro deseo, el de alcanzar el país de las hadas, es muy distinto. Un niño no desea conocer el país de las hadas como otro puede desear convertirse en el héroe de los once elegidos de su equipo de cricket. ¿Supone alguien que ese niño desea, en verdad y con los pies en la tierra, experimentar todos los peligros e incomodidades de un cuento de hadas? ¿De verdad desea que haya dragones en la Inglaterra de nuestros días? Desde luego que no. Es mucho más exacto decir que el país de las hadas despierta en él el deseo de algo indeterminado. Le excita y le preocupa (enriqueciéndole de por vida) con la vaga sensación de que algo está más allá de su alcance y, lejos de aburrirle o vaciar su mundo real, le permite conocer una visión nueva y más profunda. No desdeña los bosques reales porque haya leído cuentos de bosques encantados: esa lectura, por el contrario, hace que esos bosques reales le parezcan un poco encantados. Este deseo, ciertamente, es de un tipo especial. El niño que lee la clase de cuento escolar que tengo en mente desea el éxito y se siente desgraciado (en cuanto concluye el libro) porque no puede conseguirlo. El niño que lee el cuento de hadas desea y es feliz por el solo hecho de desear. Pues su mente no se ha visto dirigida a él mismo, como sucede con frecuencia con los relatos más realistas.</p><p style="text-align: justify;">No pretendo decir que los relatos para chicos y para chicas ambientados en el mundo escolar no deberían escribirse. Lo único que digo es que tienen muchas más posibilidades de convertirse en «fantasías», entendido el término en su sentido más clínico, que los cuentos de fantasía, una distinción que también puede aplicarse a las lecturas de los adultos. La fantasía peligrosa siempre es superficialmente realista. La verdadera víctima de la ensoñación del deseo ni se inmuta con la <i>Odisea</i>, <i>La tempestad</i> o <i>La serpiente de Uróboros</i>; prefiere las historias de millonarios, bellezas despampanantes, hoteles de lujo, playas con palmeras y escenas de cama, cosas que podrían ocurrir en la realidad, que tendrían que ocurrir, que habrían ocurrido si al lector le hubieran dado una oportunidad. Porque, como yo digo, hay dos clases de deseo: el primero es una <i>askesis</i>, un ejercicio del espíritu; el segundo es una patología.</p><p style="text-align: justify;">Un ataque mucho más serio al cuento de hadas como literatura infantil proviene de aquellos que no desean que se atemorice a los niños. He padecido demasiados terrores nocturnos en mi infancia para infravalorar esta objeción y no pretendo avivar los fuegos de ese infierno íntimo en ningún niño. Por otra parte, ninguno de mis miedos se debía a los cuentos de hadas. Los insectos gigantes eran mi especialidad, seguidos de los fantasmas. Supongo que eran los cuentos los que directa o indirectamente me inspiraban los sueños de fantasmas, pero, desde luego, no los cuentos de hadas. En cambio, no creo que los insectos se debieran a los cuentos. Tampoco creo que mis padres pudieran haber hecho o dejado de hacer nada que me salvara de las pinzas, mandíbulas y ojos de aquellas abominaciones de múltiples patas. Y en esto, como tantos han señalado, reside la dificultad. No sabemos qué asustará o no asustará aun niño de este modo tan particular. Digo «de este modo tan particular», porque es preciso establecer una distinción. Quienes dicen que a los niños no se les puede asustar pueden querer decir dos cosas. Pueden querer decir que (1) no debemos hacer nada que pueda inspirar en un niño esos miedos obsesivos, paralizantes y patológicos, es decir, esas <em>fobias,</em> frente a las cuales es inútil la valentía corriente. Su mente debe, si es posible, verse libre de esas cosas en las que no puede soportar pensar. Pero también pueden querer decir que (2) debemos intentar que no piense en que ha venido a un mundo donde hay muerte, violencia, dificultades, aventuras, heroísmo y cobardía, el bien y el mal. Si quieren decir lo primero, estoy de acuerdo con ellos, pero no estoy de acuerdo con lo segundo. Hacer caso a lo segundo sería, en realidad, dar a los niños una impresión falsa y educarles en el escapismo, en el peor sentido de la palabra. Hay algo absurdo en la idea de educar de ese modo a una generación que ha nacido con la OGPU (policía secreta soviética) y la bomba atómica. Puesto que es tan probable que tengan que vérselas con enemigos muy crueles, dejemos al menos que hayan oído hablar de valientes caballeros y del valor de los héroes. De otro modo, solo conseguiremos que su destino sea más oscuro, no más brillante. Por otro lado, la mayoría no pensamos que la violencia y la sangre de los cuentos cree ningún miedo obsesivo en los niños. En lo que a esto respecta, me pongo, de un modo impenitente, del lado de la especie humana frente al reformista moderno. Bienvenidos sean los reyes malvados y las decapitaciones, las batallas y las mazmorras, los gigantes y los dragones, y que los villanos mueran espectacularmente al final del relato. Nada me convencerá de que esto induce en un niño normal ningún miedo más allá del que desea, y necesita, sentir. Porque, por supuesto, el niño quiere que le asusten un poco.</p><p style="text-align: justify;">La cuestión de los otros miedos —las fobias— es bien distinta. No creo que haya nadie capaz de controlarlas por medios literarios. Al parecer, venimos al mundo con las fobias puestas. Sin duda, esa imagen concreta en que se materializa el miedo de un niño puede a veces tener su origen un libro. Ahora bien, ¿es esa imagen el origen o la concreción casual de ese miedo? Si el niño no hubiera visto esa imagen, ¿no tendría el mismo efecto otra distinta e impredecible? Chesterton nos habla de un niño que tenía más miedo al Albert Memorial que a cualquier otra cosa en el mundo y yo conozco a un hombre cuyo gran terror infantil era la edición de la <em>Enciclopedia Británica</em> en papel biblia... por un motivo que les desafío a descubrir. En mi opinión, es posible que, si usted confina a su hijo a esas pulcras historias de la vida infantil en las que jamás ocurre nada alarmante, fracase en su intención de desterrar sus miedos y le niegue, sin embargo, el acceso a todo lo que puede ennoblecerlos o hacerlos soportables. Y es que, en los cuentos de hadas y estrechamente ligados a los personajes terribles, encontramos consuelos y protectores brillantes y memorables; además, los personajes terribles no solo son terribles, sino también sublimes. Sería estupendo que los niños no sintieran miedo, cuando están tumbados en su cama y oyen o creen oír un ruido. Pero, si han de tener miedo, creo que es mejor que piensen en dragones y gigantes que no en ladrones. Y san Jorge, o cualquier otro caballero de brillante armadura, me parece mejor consuelo que la idea de la policía.</p><p style="text-align: justify;">Voy incluso más allá. Si yo me hubiera librado de todos mis terrores nocturnos al precio de no haber conocido el mundo de las hadas, ¿habría salido ganando con el cambio? No hablo por hablar. Aquellos miedos eran horribles, pero, en mi opinión, ese precio habría sido demasiado alto.</p><p style="text-align: justify;">Pero me he desviado demasiado del tema. Algo inevitable, porque de las tres formas de escribir para niños solo conozco por experiencia la tercera. Espero que el título de esta charla no induzca a engaño y nadie piense que voy a darle al lector consejos sobre cómo escribir un relato para niños. Tengo dos buenas razones para no hacerlo. En primer lugar, son muchas las personas que han escrito relatos mucho mejores que los míos, así que, en lugar de enseñar el arte de la escritura, preferiría aprender más cosas de él. Además, y en cierto sentido, yo nunca he «hecho» ningún relato. El proceso que sigo se parece más a la observación de las aves que al habla o a la construcción. Yo veo imágenes. Algunas de esas imágenes tienen en común algún sabor, casi un olor, que las agrupa. Hay que guardar silencio y escuchar, y las imágenes comenzarán a reunirse. Si se tiene mucha suerte (yo nunca he tenido tanta), puede que muchas se agrupen con tanta coherencia que conformen una historia completa sin que tú hagas nada. Lo más frecuente, sin embargo (es lo que a mí siempre me ocurre), es que existan lagunas. En este caso es cuando, por fin, hay que recurrir a la invención deliberada, ideando motivos que justifiquen por qué los personajes se encuentran donde se encuentran y hacen lo que hacen. No tengo ni idea de si esta es la forma habitual de escribir historias, y mucho menos sé si es la mejor, pero es la única que conozco: las imágenes siempre son lo primero </p>
<p style="text-align: justify;">Antes de terminar me gustaría retomar lo que dije al principio, cuando rechacé cualquier forma de abordar la cuestión que comience con la pregunta: «¿Qué les gusta a los niños modernos?». Alguien puede preguntarme si también rechazo todo enfoque que comience preguntándose: «¿Qué necesitan los niños modernos?», es decir, si también rechazo una aproximación moral o didáctica a la cuestión. Pues bien, creo que la respuesta sería «sí», y no porque no me gusten los cuentos morales, ni tampoco porque piense que a los niños no les gustan las moralejas, sino porque estoy seguro de que la pregunta: «¿Qué necesitan los niños modernos?» no conduce a una buena moraleja. Cuando hacemos esa pregunta, damos por sentada cierta superioridad moral. Sería mejor preguntarse: «¿Qué moraleja necesito yo?», y es que creo que si algo no nos preocupa profundamente a los autores, tampoco les preocupará a nuestros lectores, con independencia de la edad que tengan. Pero lo mejor es no hacerse ninguna pregunta. Hay que dejar que las imágenes nos revelen su propia moraleja, porque la moral inherente a ellas surgirá de las raíces espirituales, sean estas cuales sean, que hayan arraigado en el curso de toda nuestra vida. Si esas imágenes no dejan entrever ninguna moraleja, no les añadamos una, y es que la que podamos añadir será, muy probablemente, una moral tópica, incluso falsa, rebañada de la superficie de nuestra conciencia. Y ofrecerles algo así a los niños es una impertinencia. Porque la autoridad nos ha dicho que, en la esfera moral, los niños son, probablemente, al menos tan sabios como nosotros. Si alguien puede escribir un cuento para niños sin moraleja, que lo haga, si es que se ha propuesto escribir cuentos para niños, claro. La única moraleja valiosa es la que se deriva de la forma de pensar del autor.</p>
<p style="text-align: justify;">En realidad, los elementos de la historia deberían surgir de la forma de pensar del autor. Debernos escribir para niños a partir de los elementos de nuestra imaginación que compartimos con los niños; hemos de diferenciarnos de nuestros lectores niños, no por un menor o menos serio interés por los temas que manejamos, sino por el hecho de que tenemos otros intereses que los niños no comparten. El tema de nuestro relato debería formar parte del mobiliario habitual de nuestro pensamiento. Es algo que les ha sucedido, supongo, a todos los grandes autores de literatura infantil, cosa que normalmente no se comprende. No hace mucho tiempo, un crítico que se proponía elogiar un cuento de hadas dijo muy serio que el autor «nunca decía nada ni siquiera medio en broma». Caramba, ¿y por qué iba a hacerlo? Nada me parece peor para este arte que la idea de que todo lo que compartimos con niños es «infantil», en el sentido peyorativo del término, y que todo lo infantil es, en cierto sentido, cómico. Debemos tratar a los niños como a nuestros iguales en esa área de nuestra naturaleza en la que somos sus iguales. Nuestra superioridad consiste, por una parte, en que en otras áreas somos mejores y, por otra (más relevante), en que contamos historias mejor que ellos. No hay que tratar a los niños con condescendencia ni idolatrarlos, tenemos que hablar con ellos de hombre a hombre. La peor actitud de todas es la del profesional que considera a los niños una especie de materia prima que hay que manejar. Por supuesto, debemos procurar no hacerles daño y, al amparo de la omnipotencia, atrevemos a esperar hacerles algún bien, pero solo un bien que no suponga dejar de tratarlos con respeto. No debernos imaginar que somos la Providencia o el Destino. No diré que nadie que trabaje en el Ministerio de Educación puede escribir un buen cuento para niños porque todo es posible, pero apostaría bastante dinero a que no puede.</p>
<p style="text-align: justify;">Una vez, en el restaurante de un hotel, dije, seguramente en voz demasiado alta: «Odio las ciruelas»; «Yo también», respondió la inesperada voz de un niño de seis años desde otra mesa. La conexión fue instantánea. A ninguno de los dos nos pareció una situación divertida, pues ambos sabíamos que las ciruelas son demasiado malas para que lo sea. Ese es el tipo de comunicación idónea entre un hombre y un niño que no tienen una relación muy estrecha. De las más intensas y difíciles relaciones entre un niño y su padre o entre un niño y su profesor, no diré nada. Un autor, como mero autor, es ajeno a todo eso. Ni siquiera es un tío, es un hombre independiente y un igual, como el cartero, el carnicero y el perro del vecino.</p>Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-15250278667268282782022-05-11T09:00:00.001-04:002022-05-11T09:00:00.152-04:00Super Mario y la redención del papel: una historia personal<p> </p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKAVL4--vt-e_0TnsVjAMpv1xbVJ3hIMKWsBXqBsiVYbEp_AMCj1638a1ggf9HSgAHw8Sh7WyGkS0fQG-l4pbfUhk1kQ3biugivalhP_JH76rcECc06ArgzyyEnehQZdK-arFgK_KCTm5m-70WLU7thWdhzBN3jGhxiyfRFFsUBjgUEODIyYGFCoEjAg/s736/papermario.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="736" data-original-width="736" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKAVL4--vt-e_0TnsVjAMpv1xbVJ3hIMKWsBXqBsiVYbEp_AMCj1638a1ggf9HSgAHw8Sh7WyGkS0fQG-l4pbfUhk1kQ3biugivalhP_JH76rcECc06ArgzyyEnehQZdK-arFgK_KCTm5m-70WLU7thWdhzBN3jGhxiyfRFFsUBjgUEODIyYGFCoEjAg/s320/papermario.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><a href="https://www.pixiv.net/en/artworks/84585717" target="_blank">Ilustración de MaGa Onion.</a></td></tr></tbody></table><p></p><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">I</span></b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b>Cuando era niña, comencé a adorar a Super Mario y todo lo que tuviera que ver con el personaje y sus aventuras desde aquel milagroso momento en que vi la colorida estampa del fontanero instalarse en el primer mapa de <i>Super Mario World</i>, en la pantalla de una televisión ya olvidada.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Sin embargo, aunque desde entonces una parte de mi imaginación quedó anclada en esos extravagantes parajes lúdicos, las circunstancias de mi yo infantil estaban muy lejos de <i>Dinosaur Land</i>. Ser una niña chilena de regiones perteneciente a una familia de clase media precrarizada en los años 90, era un contexto en el que tanto el territorio como el dinero eran difíciles obstáculos para obtener portales imaginativos como juguetes oficiales o consolas.</div><div style="text-align: justify;"><br />Tardaría años en obtener mi propia Super Nintendo, luego de aquel primer fatídico encuentro con <i>Super Mario World</i>: una consola usada que incluía <i>Super Mario Kart</i>, mi primer videojuego propio. Pero, hasta entonces, tuve que ingeniármelas de diferentes maneras para mantenerme cerca del imaginario de Super Mario, que me había encantado para siempre. Y ya que la falta de dinero no era algo que estuviera en mis medios solucionar, tuve que recurrir a otras vías.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Por un tiempo, mendigué estos contactos con otros niños, de familias más adineradas. Pero la situación resultaba frustrante para mí. No entendía por qué ellos, teniendo el privilegio de contar con la llave de la puerta de Nintendo, no solían pasar mucho tiempo frente a la pantalla. No se trataba de una restricción parental, sino que simplemente tenían otros intereses a los que dedicarse, además de los videojuegos. Pero yo estaba obsesionada con ellos. Si aquella consola y aquellos cartuchos hubieran sido míos, pensaba, me plantaría tardes enteras en su compañía, y así sería tremendamente feliz. Como lo era, sin duda, en esas breves instancias en las que los dueños de estos tesoros se dignaban a compartir sus gracias conmigo, antes de que la hora pasara y fuera tiempo de volver a otra actividad cotidiana, aburrida para mí: jugar a juegos físicos, de mesa, o simbólicos.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">¿Por qué la vida era tan injusta?, me preguntaba en mis burdos dramas existenciales infantiles. ¿Por qué había niños que podían tener consolas y videojuegos y no los aprovechaban? ¿Por qué justo ellos, que no tenían tan buenas notas y que no se portaban bien (dos obligaciones impuesta de la infancia, y que yo cumplía bastante bien)? Pero, por sobre todo, ¿por qué justo ellos, que evidentemente no amaban esos mundos como yo?</div><div style="text-align: justify;"><br />Desde luego, en mi niñez me planteé también inquietudes mucho más graves, relacionadas <span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px; text-align: left;">—</span>como ahora de adulta las entiendo<span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px; text-align: left;">—</span> con algunas actitudes abusivas y negligentes de mi familia, por ejemplo. Pero creo que aquellas otras preguntas, en su torpe ingenuidad, fueron mi introducción a las injusticias de la sociedad, a la falsedad de la meritocracia y a las desigualdades socioeconómicas. Y todo porque el mundo conspiraba para alejarme de mi añorado Super Mario.</div><div style="text-align: justify;"><br />Pero la niñez tiene sus propios mecanismos de resistencia. Uno de ellos, acaso el más insigne, que solemos ir perdiendo si no lo nutrimos en el tiempo, es el de la imaginación. Tal vez los prodigios técnicos de las consolas y los videojuegos estuvieran por completo fuera de mi alcance, pero nadie podía echar cerrojo a las aventuras que yo misma podría proyectar en mi mente a partir de lo poco que había visto o jugado.</div><div style="text-align: justify;"><br />Sabía que existían juguetes de Super Mario, claro. Pero no llegaban a Chile, o eran excesivamente caros. Pero no importaba. Podía usar esa visión imaginativa también para darle una consistencia física a aquello que tanto amaba a partir de materiales tan vulgares como papeles, lápices de colores, plastilinas. Podía usar todo esto para recrear las aventuras ya conocidas de Super Mario, pero también para inventar nuevos desafíos, nuevas historias.</div><div style="text-align: justify;"><br /><br /></div><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">II</span></b></div><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><br /></div>Bajo mis manos torpes de niña, poco a poco esas masitas coloridas de plastilina fueron adquiriendo formas cada vez más reconocibles, según los diseños de los personajes de Nintendo que trataban de emular. También mis nulas habilidades de dibujo se vieron compensadas por la vivacidad de los colores. Rojo, azul y blanco, con unas pintas de café y de azul: ¡Super Mario!<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Solo había un problema: la fugacidad de mis materiales.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Este tipo de recursos no están hechos para durar. El papel común se vuelve amarillo con los años, y los colores escolares se destiñen. Las plastilinas se llenan de pelos y basura. Es como la idea de jugar con bloques de construcción: podemos armar imponentes castillos, pero llega un momento en que todo ese maravilloso despliegue debiera deshacerse al caer la tarde, para guardar todas las piezas de vuelta al balde donde se almacenan. El juego ha terminado; mañana será otro día.</div><div style="text-align: justify;"><br />Pero a mí, de niña, siempre me incomodó esa brevedad destinada a nuestras acciones. Hubiera deseado que el círculo mágico conjurado del juego no tuviera que cerrarse nunca. Porque su cierre implicaba la llegada de la noche, de los horrores de mi vida cotidiana: el colegio, con compañeros que se reían de mi interés “masculino” por los videojuegos y de mi torpeza social; los gritos y reprimendas absurdas de mis familiares; el desconcierto general de una niña autista no diagnosticada ante una existencia completamente confusa y hostil, en la que solo parecían tener luz y sentido las historias fantásticas y los videojuegos de Nintendo.</div><div style="text-align: justify;"><br />Pero tampoco estaba en mi niñez poder mantener aquel círculo mágico abierto. Eso sí, ahora entiendo que era una barrera necesaria. Que tenía que crecer en ese mundo confuso, bajo la luz refractaria de la esperanza imaginativa, para aprender a conjurar su magia de otras formas, más simbólicas. Y que sería justo por esas limitantes que florecería mi creatividad.</div><div style="text-align: justify;"><br />Así descubrí que la plastilina se podía cubrir de cola fría y que eso ayudaba a proteger y a endurecer la masa. También descubrí que podía recortar el papel con mis dibujos de tal forma que pudiera crearles una pequeña plataforma para mantener a las figuras de pie y así poder jugar mejor con ellas.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Eran avances pequeños, pero a mí me sirvieron para potenciar y extender la vida útil de mis juegos, que era todo lo que tenía.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">III</span></b></div><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: medium;"><br /></span></b></div>Curiosamente, fue hacia el fin de mi infancia cuando conocí <i>Super Mario RPG</i>, uno de mis videojuegos favoritos. Gracias a él, me enamoré profundamente de lo que el género RPG (hasta entonces desconocido para mí) podía hacer para enriquecer la experiencia narrativa tan arquetípica de los títulos de Super Mario. Disfruté un montón con su sistema de combate, que le daba un respiro a mis torpes manos, adoloridas de tantos plataformas. Tarareé sus melodías en voz alta una y mil veces, yo, que era una niña tan silenciosa, e incluso me hicieron callar un par de veces por ello.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">La primera vez que lo terminé, eso sí, no lloré. No sabía que estaba empezando a despedirme de la infancia y, con ello, también de muchos de mis resguardos emocionales. Pero sí sentí algo muy cálido adentro ante su bellísimo final. Todo aquello que parecía tan roto volvía a componerse: el castillo de Bowser, la familia original de Mallow. El propio Camino Estelar, naturalmente. Pero incluso escenas aisladas tuvieron el poder de conmoverme, como la melancólica figura de Jonathan Jones contemplando el cielo y el océano unidos por un atardecer escarlata.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero Geno se había ido, y para siempre. De él solo quedaría su recuerdo, la chispa de su estrella transformándose en la letra D de la despedida del juego: <i>THE END.</i><br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Era un final feliz, pero...<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Nunca recreé <i>Super Mario RPG</i> ni nada parecido en mis juegos infantiles, pero sí modelé la figura de Geno. Quizá quería convencerme de que él volvería algún día.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Y volvería, sí, pero de una manera diferente a todo lo que hubiera podido haber imaginado entonces.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">IV</span></b></div><br /></div><div style="text-align: justify;">Nunca tuve una Nintendo 64. Se repetía el viejo problema: no había dinero y las consolas eran caras. Cuando al fin tuve la oportunidad de pasarme a la siguiente generación,<b><a href="http://arboloria.weebly.com/videojuegos/dos-consolas-dos-caminos" target="_blank"> hube de traicionar a Nintendo y elegir la Playstation de Sony</a></b>. Squaresoft me había hecho enamorarme de los RPGs y sabía que ese camino solo lo podría recorrer desde la senda de la competencia. Y había otro factor de suma importancia para una jugadora chilena: la Playstation trabajaba con discos, que eran más fáciles de piratear y más baratos.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">No me arrepentí de esa decisión. Jugué muchísimos RPGs que ayudaron a florecer mi imaginación y que, a la postre, junto con C.S. Lewis, J.R.R. Tolkien y otros, me ayudaron a descubrir mi destino en la escritura de Fantasía<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Cuando al fin me enteré de la existencia de <i>Paper Mario</i>, no le presté mayor atención. No era exactamente una secuela de <i>Super Mario RPG</i>. Square no estaba involucrada. El tono parecía decididamente infantil, y yo ya era una adolescente <i>edgy</i>.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Nunca pude crear figuritas basadas en Cloud, Zidane o Serge. Pero sus propias aventuras enterraron sus raíces en mi corazón y comencé a preguntarme cómo podría escribir historias que fuesen también sobre el conflicto de identidad, sobre los lazos que se crean en medio de la fragilidad de la vida vida, o el hecho de vivir un mundo que no te pertenece y cuyas notas resuenan pálidas y distantes.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Es decir, literatura de Fantasía.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">V</span></b></div><br /></div><div style="text-align: justify;">Pude conocer el inicio de la saga de <i>Paper Mario</i> recién gracias al <i>port </i>para el emulador de Nintendo 64 de la Nintendo Switch. Es decir, más de veinte años después de su lanzamiento original.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Desde luego, muchísimas cosas habían cambiado para entonces, tanto en Nintendo como en mí. Pero hacer un recuento pormenorizado de ellas aquí sería excesivo e inútil, pero no porque no haya nada que contar sobre esos días, sino porque ya ha contado mucho de ellos en otras páginas. Escribo este texto en particular pensando que yo no existo de momento sino a través de estas palabras, estas y no otras, y que todo lo que define sus formas y sus colores es mi memoria personal de Super Mario. Podría, sin embargo, esbozar algunos hitos relevantes de esas décadas, a modo de contexto muy general. Pero, en realidad, sucede que ni siquiera yo estoy muy segura de cómo dar cuenta de ellas.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">¿Encontré otros hogares además de los videojuegos? Sí, <i>pero</i>. ¿Continué mis progresos en manualidades? No, <i>pero</i>. ¿Me convertí finalmente en una escritora de fantasía, según los estándares culturales y sociales? <i>Ya no lo sé</i>.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Lo único seguro es que <i>Super Mario RPG</i> había seguido conmigo, en mis recuerdos. Ya no lo había vuelto a jugar hacía muchos años, pero se trata de un juego tan breve que daba igual: no tenía muchos problemas en recrearlo en mi imaginación, y la compañía de la magistral banda sonora de Yoko Shimomura satisfacía casi todas mis necesidades de reconectar con la historia.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Comencé a notar, eso sí, que ya no podía evitar llorar ante el tema de cierre y el de los créditos. Algo que de niña no me había pasado nunca. Ahora eran otras emociones las que afloraban en mi corazón, pero, siguiendo la metáfora, presentía que era porque sus semillas siempre habían estado ahí, enterradas muy profundamente en mí, a la espera de que los barbechos de los años las dejaran listas para germinar y cosechar.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">La tristeza de la partida de Geno de pronto no era solo la de un amigo, sino también la de mi propia infancia. Y claro que no había habido lágrimas entonces. ¿Quién se da cuenta de cuando algo se va realmente para siempre? Esa autoconciencia podría ser devastadora, y en efecto lo ha sido cuando hemos llegado a desarrollar la percepción de las despedidas con el roce desgastante de los años. Pero es difícil trazar con un dedo la línea imaginaria que separa la infancia de las extrañas fases que vienen después y que desembocan en la torva adultez. ¿Es la menarquia, en el caso de quienes nacimos con útero? No. Ciertamente no fue mi línea (tenía recién once años). ¿Es la pérdida de un juguete, de un amigo, de una ilusión? A veces sí, pero creo que es complicado poder sentir a la vez el desgarro de esa pérdida y marcarla en ese momento como hito de paso. Por eso, creo también, las historias que hablan de la pérdida de la infancia se sienten tan confusas para un niño que sigue siéndolo, y que sin embargo abren sus pétalos de significado con dolorosa intensidad cuando volvemos a ellas, ya de grandes.</div><div style="text-align: justify;"><br />Estoy segura de que algo así me pasó, en algún momento incierto, en mis regresos a <i>Super Mario RPG</i>.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">En mi mente infantil, seguramente esperaba ver a Geno otra vez. Mi yo infantil tendría que apagar la consola en algún momento y prepararse para el eterno calvario del colegio y su horrenda gente, la piedra de Sísifo de los que no éramos normativos, neurotípicos, normales. La ilusión del reencuentro de Geno era como una esperanza, supongo, como una estrella más del Camino Estelar que podía parcharse para hacerse realidad.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero ahora tenía la confirmación de que Geno, probablemente, ya no volvería más, al menos no de la forma en la que lo había conocido. Nunca volvería a haber algo como <i>Super Mario RPG</i>, ni como la experiencia que yo había tenido de él en las postrimerías de mi infancia (como ahora por fin podía identificarlas).<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">De pronto, había llegado inesperadamente el día en el que el colegio había acabado. Y con el tiempo, también la universidad acabó, y a partir de ahí todo fue una seguidilla de días confusos e inestables: diferentes cuartos en los que apertrecharme (ninguno verdaderamente propio), diferentes oficinas o aulas con diferentes voces tejiéndose a mi alrededor (ninguna verdaderamente hablándome a la persona que era, la persona que amaba <i>Super Mario RPG</i>), diferentes personas a las que llamé amigas y amores, algunas con menos méritos que otras.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Hubo alegría, esperanzas y certezas en esos años, obviamente. Y una de ellas, por supuesto, fue la compañía incondicional de los videojuegos, de Super Mario y de <i>Super Mario RPG</i>.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Con la obtención de estos refugios, algunos más temporales que otros, pude al fin abocarme a explorar otros caminos lúdicos que no había podido recorrer cuando era una niña o joven precarizada. Por ejemplo, toda la línea de Nintendo 64, que nunca había podido emular demasiado bien en mis también precarios PCs o notebooks, estaba por fin al alcance de mis manos, y de manera legal.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Cuando vi que había aparecido <i>Paper Mario</i> entre el catálogo disponible, me quedé unos momentos mirando la carátula. Hace mucho que había dejado ya de ser una adolescente <i>edgy</i>. Era más bien una señora necesitada de la ternura que ahora comprendía que la vida me había escamoteado cuando más la había necesitado. Acaso por eso, la ilustración del juego me pareció bellísima y muy atractiva para jugar. Ya no tenía vergüenza de comprarme cositas bonitas e inútiles. Mi corazón se llenaba de una sincera alegría al momento de obtener alguna figurita o adminículo relacionado con Super Mario, aunque fuese claramente infantil, claramente para un público del que yo ya no formaba parte. Había algo muy frágil e importante que se estaba restaurando en esa transacción, aunque desde afuera solo quedara la estampa de una mujer adulta aleteando estúpidamente.</div><div style="text-align: justify;"><br />Me pregunté si la sencillez de los trazos de los personajes de <i>Paper Mario</i> sería suficiente como para poder dibujarlos y pintarlos en mis humildes incursiones gráficas personales (¡y lo fueron!). No supe entonces que también, de una forma más implícita, me había preguntado si mi primera experiencia con el juego podría producir algo al menos cercano a mi primer encuentro con <i>Super Mario RPG</i>. O quizá no quise darme cuenta de la formulación de esta pregunta, porque su respuesta era crucial para mí.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">VI</span></b></div><br /></div><div style="text-align: justify;">Pues me encantó <i>Paper Mario</i>. No tenía nada que ver con <i>Super Mario RPG</i> en realidad, sí, pero fui muy feliz jugándolo. Feliz de una manera similar y a la vez diferente.</div><div style="text-align: justify;"><br />Al principio, me sorprendió la cantidad de texto que tenía el juego. No habría entendido mucho de nada si lo hubiera jugado de niña. <i>Super Mario RPG</i> también tenía ciertas cosas que no entendía, pero el guion no era muy extenso y la mayor parte de su comicidad descansaba aún en la extrema gestualidad de sus personajes y en sus constantes autorreferencias. <i>Paper Mario</i> recurría también al diálogo para ello, lo que me resultó curioso.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Otro aspecto que me pareció raro fue su banda sonora, decididamente más animada y caricaturesca, en consonancia con la dirección artística del juego. Un RPG siempre debía tener una cuota de aventura y dramatismo para mí, emociones que incluso el muy ligero <i>Super Mario RPG</i> abarcaba, a su manera. Pero en <i>Paper Mario</i> todo era muy... ¿poco solemne? Recuerdo haber sentido disgusto incluso ante su tema de batalla, situación delicada en un RPG considerando que es un tipo de tema que te acompañará constantemente. No digamos que el de <i>Super Mario RPG</i> no fuese cansino ni muy elevado en sensaciones, pero me parecía más legible y entrañable que el de su secuela indirecta.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">En este tipo de cosas tontas me detuve en mis primeras partidas. Supongo que era la parte adulta de mi niñez resistiéndose al juego, que era y no era como <i>Super Mario RPG</i>. Supongo que también, una vez que la aventura poco a poco empezó a a calar en mí, estaba reaccionando al hecho de que haber renunciado a la Nintendo 64 en mi juventud me había supuesto perder la posibilidad de jugar este juego en el momento adecuado.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero, ¿era realmente esto un hecho? ¿Cómo podemos saber cuándo estamos en el mejor momento para ciertas experiencias? <i>A posteriori</i>, creo que tendemos a pensar esto cuando disfrutamos plenamente una obra. Ciertas experiencias estéticas son tan profundas, y actúan tanto como lámparas de nuestras zonas oscuras y a la vez como reflejo de nuestras luces, que el miedo nos hace creer que tal unión solo pudo deberse a que estábamos en las condiciones más idóneas para crearla. Una experiencia trascendente más, o una cana menos y <i>paf</i>: se pierde la sincronicidad. <i>La obra es buena, pero... No estoy preparada aún para leerla, debía haberla leído hace tiempo y no ya ahora. No soy (nunca fui, nunca podré ser) la lectora ideal de esta obra.</i><br /><br /></div><div style="text-align: justify;">El tiempo me enseñó que parte importante de mi apego a <i>Super Mario RPG</i> se debía justamente a que lo jugué en la etapa de mi vida más fértil a su aventura: el crepúsculo de la infancia, mi despedida (temporal) de Nintendo y de las cosas bonitas, tiernas y ridículas. Hablar de este juego con españoles adultos es desconcertante en la medida en que <i>Super Mario RPG</i> no llegó cuando debía haber llegado a Europa y muchos terminaron jugándolo emulado, más tarde, o en sus iteraciones en consolas nuevas, aún más tarde. “Ah, es bonito y gracioso”, dicen algunos. Y tú te quedas con los brazos a medio aleteo y el brillo ilusionado de los ojos como una estrella fugaz, porque obviamente<i> Super Mario RPG</i> es mucho más que eso, pero no sabes muy bien cómo decirlo.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Temí ser yo esa persona de las palabras genéricas ante <i>Paper Mario</i>. Sabía que había gente que amaba profundamente el juego y su continuación, <i>Paper Mario</i>: <i>La puerta milenaria</i>, considerada habitualmente la mejor de la serie. Estaba empezando a saber también que muchos seguidores se sentían traicionados por el vuelco que Nintendo había empezado a darle a la saga, apartándola cada vez más de los códigos del RPG y de la creación delirante de nuevos personajes y entornos para las aventuras de este Super Mario de papel. Pero yo no había experimentado nada de eso. Mi propia historia, para variar, era diferente: mi herida era con <i>Super Mario RPG</i>.</div><div style="text-align: justify;"><br />Pero entonces hube de apelar a la infancia de mi adultez. <i>Super Mario RPG</i> no volvería más; mi niñez biológica tampoco. Nunca podría recuperar por completo todo lo que había perdido, todo lo que me habían arrebatado la vida y el destino. Pero llevaba conmigo mis recuerdos, mis fantasías y mis esperanzas. No ser ya una niña también implicaba otras cosas: ahora por fin tenía herramientas suficientes para responder ante los abusos de otros y prevenir mejor los propios, ahora tenía una respuesta concreta a mis rarezas y al desdén de los demás. No estaba rota ni maldita. Ahora yo podía cuidar de mí misma, a pesar de las múltiples dificultades personales y contextuales, y eso pasaba también por preservar mis relaciones con los videojuegos, que seguían siendo una de mis grandes fuentes de alegrías.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Así, la persona que jugó <i>Paper Mario</i> no fue exactamente una niña (no hubiera podido serlo, ni lo querría ya), pero tampoco fue el modelo adulto al que me habían arrastrado hace años. Era otra persona. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Era <i>yo</i>.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">El momento idóneo ya no importaba. Había logrado llegar a un espacio en el que podía jugar al juego, y dependía de mí construir mi relación íntima con él.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">VII</span></b></div><br /></div><div style="text-align: justify;">Terminé <i>Paper Mario</i> en unos pocos meses, jugando constantemente en un periodo de cesantía (otra de las extrañas cosas del mundo adulto).<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">A veces aún me encuentro vocalizando su tonada de combate de la nada, de la que finalmente me encariñé. Ahora hasta la echo de menos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ya no me pregunto si la Paula niña hubiera disfrutado de este juego. Ella tuvo <i>Super Mario RPG</i>. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y yo... pues yo ahora puedo tener todos los juegos de la serie que consiga. Super Mario sigue siendo Super Mario, aunque se muestre de papel, y aun cuando dejara de serlo, yo podría devolverlo a sus formas amadas desde mis manos, mis recuerdos y mi imaginación.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">VIII</span></b></div><br /></div><div style="text-align: justify;">Ante las dificultades prácticas para conseguir <i>Paper Mario: La puerta milenaria</i>, me pregunté si no podría hacer un movimiento osado y comprar la última iteración de la serie: <i>Paper Mario: El rey de origami</i>. Eso suponía obviar, literalmente, veinte años de progreso de la saga. Pero escribir de <i>Super Mario RPG</i> y de mis memorias infantiles también es un poco como eso, ¿no? Sé que esas otras experiencias están ahí, pero yo estoy creando un puente narrativo a mí manera. Quienes se animen a cruzarlo, podrán alzar la vista hacia el paisaje que lo rodea, y acaso descubran que la leña del puente viene de algún árbol del bosque que se deja ver en la lejanía.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Después de todo, la Nintendo Switch era mi primera consola de Nintendo desde la SNES. Mi vida entera estaba hecha de omisiones, de momentos idóneos perdidos y retransformados. Estaría bien.</div><div style="text-align: justify;"><br />Compré finalmente el cartucho. ¡<i>El cartucho</i>, a estas alturas...! Nintendo siendo Nintendo, claro. Pero yo era y no era la misma. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Lo compré con mi propio dinero.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">IX</span></b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div>Una de las críticas más habituales respecto al desarrollo de la saga de <i>Paper Mario</i> a lo largo de estas dos décadas es acerca de diversas barreras impuestas que parecen estar constriñendo el crecimiento orgánico de estos títulos. Ya comenté líneas atrás algo de eso: aparentemente, no hay conformidad con el género de RPG, lo que ha implicado que los<i> Paper Mario</i> estén cada vez más cercanos a la aventura general, con mecánicas de juego que priorizan la original por sobre cualquier otro principio. Por otro lado, está el factor narrativo: se ha dado a entender que los equipos desarrolladores no tienen permitido alterar los componentes y personajes más esenciales del universo de Super Mario, lo que implica a su vez trabajar con seres más bien genéricos o criaturas claramente anómalas a esos entornos.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Por lo que investigué previamente, supe que <i>Paper Mario: El rey de origami </i>había sido recibido de manera ambigua por los seguidores de la serie. Si bien algunos valoraron ciertas flexibilidades narrativas y mecánicas que hacían, a su juicio, el juego más memorable que iteraciones pasadas, otros consideraron que estos aspectos no eran suficientes y que la propuesta, pese a incuestionables méritos, era más bien fallida.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Yo, que no cargaba con la mochila de esos veinte años, lo disfruté un montón como videojuego, pero pude empatizar con estas críticas técnicas. Por cierto que me hubiera alegrado que los numerosos Toads, pese a sus ingeniosas ocurrencias, hubieran sido algo menos genéricos, o que el sistema de combate fuese otra vez por turnos y no con ese anillo terrible.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero, en general, disfruté la experiencia como una aventura muy hermosa y sencilla, con momentos para la risa y aun la emoción. Amé el personaje de Olivia porque era como la niña que no había podido ser yo, o como la que no pudo ser mi amiga: dulce y muy expresiva. Su inocencia y valor permeaba todo el juego; siguiendo el concepto rector del título, era como si hubiera plegado sus emociones para darle nuevas dimensiones. Lo mismo respecto a Bombi (Bobby en Estados Unidos, Bomberto en España): me pareció que el equipo desarrollador había trabajado con gran tino a partir de sus limitaciones, consiguiendo en el proceso presentarnos poco a poco los pliegues íntimos de un bob-omb que hubiera parecido tan genérico como los demás. Hasta me sentí muchas veces representada por él, razón por la que el desenlace de su arco personal me dejó sorprendentemente afectada.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">En fin: disfruté ver a Super Mario y a Olivia viajando por zonas diferentes, creciendo juntos, y la compañía de sus bellas melodías, que también cambiaban según las circunstancias. Incluso compilé un <b><a href="https://twitter.com/i/events/1521150829453008896" target="_blank">hilo en Twitter con mis impresiones</a></b> a medida que jugaba. Todo fue como leer un libro <i>middle grade</i> de Fantasía a estos años, actividad que disfruto mucho cuando encuentro una historia que conecte conmigo, o más bien desde la infancia de mi adultez.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Esa misma que ahora me dice, con la voz entre la recriminación y el entusiasmo, “¿por qué no has escrito aún una historia que se sienta como esta?”.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">“Pero esta no es <i>exactamente </i>una historia de Fantasía, ¿verdad?”, le respondo, sorprendida de mi propio tembloroso descubrimiento.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">La otra voz calla, deteniéndose en la hondura de mis palabras.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Y yo continúo: “Pero si no es Fantasía, ¿qué <i>es </i>entonces?”.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">X</span></b></div><br /></div><div style="text-align: justify;">Una de las críticas más interesantes que se le ha hecho a la saga de <i>Paper Mario</i> pos <i>La puerta milenaria</i>, y que se desprenden de los reparos ya comentados, tiene que ver con el énfasis en el imaginario de papel. En los dos primeros títulos, se presentaban mundos secundarios explícitos, en los que la materialidad de papel de los personajes era solo un asunto de presentación, un guiño de identidad que distinguía a estos juegos de otros en los que aparecía Super Mario.</div><div style="text-align: justify;"><br />Con los años, sin embargo, este aspecto fue cobrando más y más importancia, hasta afectar la configuración misma de su universo y de sus personajes. Ahora, el hecho de ser de papel no implicaba solo un elemento visual, sino también un <i>gimmick</i>, y aun implicancias narrativas. <i>El rey de origami</i> ha llevado este concepto a un terreno sumamente concreto: por un lado, están los personajes de papel plano; por otro, los de origami o papel maché, que están comandados por el rey del título, el adversario central. Olivia, hermana del rey Ollie, también puede transformarse al ser ella una criatura de papiroflexia, y eso te permite usar grandes poderes en batallas decisivas.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Todo en <i>El rey de origami</i> parece estar hecho de papel, cartón, cintas... Que sus jefes centrales sean artículos convencionales de papelería (una caja de lápices, una perforadora, unas tijeras...) refuerza la anomalía de este universo. No se siente exactamente como un mundo convencional de Super Mario, dicen.</div><div style="text-align: justify;"><br />Creo que ahí hay una clave importante de interpretación y disfrute de este juego y la línea artística que remarca. Quienes no conectan con este nuevo imaginario sostienen que esta elección debilita el potencial inmersivo de este universo. Entiendo sus razones, pero no las comparto. Yo más que nadie valoro y defiendo la Fantasía que descarta las tibiezas de presentar mundos “como el nuestro” con algunas pizquitas de maravilla o encanto y que en cambio se compromete con la creación de un mundo secundario como Dios (je) manda. Pero creo que este no es el caso. Si hacemos a un lado la materialidad de los elementos que componen el universo de juego, nada en <i>El rey de origami</i> es incoherente o poco respetuoso a su configuración, incluso en los momentos más autorreferentes y sarcásticos. Este universo parece presentársenos con toda la seriedad con la que un niño que nos quiere nos confidenciaría aquello a lo que está jugando.</div><div style="text-align: justify;"><br />Porque en efecto, los universos de estos <i>Paper Mario</i> no funcionan como mundos secundarios autónomos en sí, sino más bien como si <b>alguien estuviera jugando con lo que tiene a mano para intentar recrear un mundo de Super Mario.</b><br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Exactamente como yo había intentado hacerlo de niña, cuando esos sencillos utensilios de manualidades y papelería eran todo lo que tenía para corporizar mi imaginación y mantenerme cerca de Super Mario.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">XI</span></b></div><br /></div><div style="text-align: justify;">En mis estudios y exploraciones sobre expresiones o conceptos afines a la estética de la Fantasía, di con un término muy interesante, proveniente de la sicología, que he incorporado también a mi curso <i><a href="https://casacontada.com/courses/literatura-de-fantasia-2/" target="_blank"><b>Rumbo al Reino Peligroso: una introducción a la literatura de fantasía</b>:</a></i> el paracosmos. A grandes rasgos, este refiere a aquellos universos imaginarios que suelen (re)crear los niños a partir de diversos elementos, de creación original o ajena, con propósitos principalmente lúdicos y/o resilientes.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Esta definición genérica ya da cuenta de los potenciales nexos entre este concepto y todo lo que implica la Fantasía como arte mitopoético. Si bien hay personas que consideran que las fantasías de autores como el propio J.R.R. Tolkien serían, en efecto, expresiones paracósmicas, es pertinente establecer una frontera a partir del grado de conciencia artística que predomina en las obras de Fantasía propiamente tales y que se encuentra más bien ausente de las creaciones paracósmicas, que satisfacen otras necesidades vitales. Desde luego, muchas veces ha sido frecuente que un universo paracósmico infantil, con todas sus disparatadas narrativas e intertextos indiferentemente plagiarios, se haya convertido en la semilla de un historia de Fantasía personal, conscientemente creada como obra de arte.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">No recuerdo haber tenido expresiones paracósmicas complejas de niña. Quizá porque empecé a escribir como destino muy joven, cuando apenas dejaba atrás la infancia (sí, no mucho después de terminar <i>Super Mario RPG</i>), la necesidad de crear se materializó muy pronto en mí en la forma ya asentada de la literatura, para bien o para mal. Sin embargo, sí recuerdo esas aventuras personales con las que busqué recrear las experiencias de los juegos de Super Mario, entre mis papeles coloreados y mis plastilinas.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Hasta muy poco había creído que ese gesto lúdico y creativo respondía meramente a la imposibilidad de vivir las verdaderas experiencias de Super Mario en los videojuegos que protagonizaba. Pero el paracosmos también cumple una función catártica, que ayuda al niño a procesar, comprender y resignificar vivencias traumáticas o dolorosas desde el poder de la imaginación. Descubrir de pronto que Super Mario y compañía no solo hicieron más feliz y menos sola mi infancia, como siempre me había bastado creer, sino que también me habían ayudado sicológicamente a perfilarme ante las adversidades, me ha conmovido profundamente.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Por eso, creo ahora, no pude sentirme decepcionada ante la construcción de mundo de <i>El rey de origami</i>. Sería como renegar de mi propia infancia, de los juegos humildes que a la postre no solo me mantuvieron con vida, sino que también le dieron un sentido muy concreto a esa existencia, un destino: escribir Fantasía.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>El rey de origami</i>, así como los otros <i>Paper Mario</i> que le antecedieron, pese a todas sus carencias, son como retratos potenciados de esas infancias. Si hubiera jugado este juego de niña, no me habría avergonzado de la precariedad de mis recursos. Habría dibujado a Super Mario en papel y lo habría recortado, y habría sido él: no una pálida réplica infantil. Probablemente no habría podido plegar a Olivia (siempre fui un desastre en origami), pero me las habría arreglado para hacerme una figurita afín; después de todo, el papel habría sido el mismo. Y habría podido alzar con orgullo y alegría un puñado de lápices Faber-Castell escolares (siempre caros, pero no demasiado, ni aun entonces) o una vulgar corchetera y proclamar que eran legítimos adversarios de Super Mario, porque en efecto lo serían.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero no jugué <i>El rey de origami</i> de niña. No hubiera podido hacerlo: son los tiempos del mundo los que han influido para que este juego solo existiera hacia mi adultez. Pero está bien, comprendo: solo ahora habría podido estar en condiciones de valorar este aspecto de un juego como este, y de escribir todas estas líneas.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>El rey de origami </i>es como la expresión superior de paracosmos a la que aspiraba de niña, sin saberlo, y una gran inspiración de escritura para una historia que es y no es una historia infantil, así como es y no es una historia de Fantasía.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Es pasado, pero también horizonte. Promesa de árboles escritos o dibujados en la superficie de un papel que alguna vez fue semilla.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">XII</span></b></div><br /></div><div style="text-align: justify;">Cerca de la batalla final, Olivia le dice a Super Mario: “Has estado conmigo en las buenas y en las malas”.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Y quise sonreír, como lo habría hecho quizá de niña ante semejante muestra de ternura y apoyo, pero se me llenaron los ojos de lágrimas adultas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div>Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-49490357850149502722022-02-08T09:00:00.001-03:002022-02-08T09:00:00.184-03:00 Escribir Fantasía en oro<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQkfhi7cYPesibsRTU2zmtx7OQMMOFNoNEH6C_nVB4IuW9xp3XpUgCIZYqh71efyJJy1E1L4t05nttccKQ98bJunRskp7862ZayvLAB4aAwb3oLgYBSv52tIn7Y-udgLI6su-AekwcYrnFKsVHPTHB9TojywBb_HMXy1oNjHAhw4QlzRl1XZ-t2ydS5w/s1494/d5y6dqh-f57a2d3b-4100-4744-a4cc-f6465c99f5d9.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1494" data-original-width="855" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQkfhi7cYPesibsRTU2zmtx7OQMMOFNoNEH6C_nVB4IuW9xp3XpUgCIZYqh71efyJJy1E1L4t05nttccKQ98bJunRskp7862ZayvLAB4aAwb3oLgYBSv52tIn7Y-udgLI6su-AekwcYrnFKsVHPTHB9TojywBb_HMXy1oNjHAhw4QlzRl1XZ-t2ydS5w/w229-h400/d5y6dqh-f57a2d3b-4100-4744-a4cc-f6465c99f5d9.jpg" width="229" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><i>A True Guardian</i>, de <a href="https://www.deviantart.com/geryri/art/A-true-Guardian-359735561" target="_blank">geryri</a></td></tr></tbody></table><br /><p style="text-align: justify;">A principio del año pasado, publiqué en este blog una entrada personal sobre <b><a href="https://tierradefay.blogspot.com/2021/02/historia-de-una-ida-y-una-vuelta.html" target="_blank">mi revalorización de las formas de la Fantasía épica</a></b> y sobre cómo esto me había despertado el deseo de escribir una obra tan honesta como sencilla en ese estilo, algo que curiosamente no se me había ocurrido en los inicios de mi escritura. A lo largo del 2021, junto con este trabajo de creación, tuve la oportunidad de releer <i>El Señor de los Anillos</i> tras mucho tiempo sin hacerlo, y disfruté también otras historias que, sin ser necesariamente similares en enfoque o valor, me entregaron también una sensación de acogida. Es curioso entonces que haya sido justamente una historia que no logró provocarme este efecto la que me espoleó un pensamiento que ahora quisiera articular con más espacio: <b>la importancia de preservar una parcela en la literatura en la que las historias aún puedan reparar lo que la vida ha roto</b>.</p><p style="text-align: justify;">Para el caso, creo que poco interesa qué novela me dejó insatisfecha. Lo relevante es que quise buscar razones para esta insatisfacción más allá de las obvias (mero tema de gustos o problemas de composición, por ejemplo), y me encontré con que me había molestado mucho el final aparentemente inconcluso. </p><p style="text-align: justify;">Como veo que necesitaré de todos modos algo de contexto, comentaré brevemente el argumento de esta novela. La obra trata de dos hermanos que son separados a la fuerza, que crecen distanciados y que se reencuentran en medio de una guerra, cuando ninguno de los dos es ya el mismo que cuando compartían infancia. Por supuesto, el reencuentro es más bien un desencuentro y sus caminos vuelven a separarse. La narración continúa con la sosa historia de amor de uno de los hermanos. El otro apenas obtiene precipitadamente el cierre de su conflicto de identidad junto a su perversa madre adoptiva. </p><p style="text-align: justify;">Bueno, me dije, ¿cuál es el problema? Esto pasa en la vida real. </p><p style="text-align: justify;">La gente se encuentra y desencuentra, de maneras más o menos dramáticas, todo el tiempo. La gente también vive sosas historias de amor que desplazan el foco de un interés que desde afuera podríamos considerar más importante. Si hacemos a un lado creencias espirituales personales,<b> la vida en sí no es exactamente teleológica</b>; somos nosotros los que, sobre todo si tenemos inclinaciones a la desesperación, le asignamos causas, consecuencias, sentidos, propósitos y destinos. A algunos incluso nos gusta ver nuestra vida como una historia artistotélica, o como una especie de novela de formación, porque necesitamos pensarnos en términos narrativos de crecimiento y resolución que podamos entender bien y que incluso disfrutamos.</p><p style="text-align: justify;">Se crece ante la adversidad, podríamos decir; la piedra solo puede adquirir una forma hermosa al ser agredida por el cincel.</p><p style="text-align: justify;">Pero quienes empezamos a pensar que la vida es más una noche eterna salpicada de estrellas antes que un largo túnel oscuro que de pronto se abre a la luz del exterior, llegamos también a sentir que algo profundamente verdadero se ha torcido en esta apropiación del pathos como vía de purificación. Ejemplo de ello es la manera en la que nuestra sociedad se refocila en las historias personales de éxito de quienes padecieron muchos percances antes de llegar a esos sitiales de poder, mientras que ignora a los que solo acumulan fracasos hasta el final (o que obtienen logros invisibles o insuficientes para la norma). Es justamente una narrativa que se ha instalado con fuerza, aunque nos cueste asumirlo: <i>todo este dolor que he sufrido, tantas veces gratuito, debe tener algún significado superior que me prepare para un futuro más luminoso, y quizá aún mejor que el de otros que no pasaron por esto. </i></p><p style="text-align: justify;">Pero no hay en nuestra vida real una relación de causa y consecuencia efectiva entre nuestro dolor y el triunfo que alguna vez soñamos o esperamos. Por ejemplo, los últimos diez años he debido lidiar con el pensamiento de que no importa cuánto nos esforcemos en el trabajo de la obra que amamos, si arrastramos una o dos de estas carencias: el talento que pudiese convertirla en algo genuinamente hermoso, o el capital social que pudiese moverla más allá de las constricciones de su imperfección. </p><p style="text-align: justify;">Es decir, ni nuestro esfuerzo ni nuestras convicciones por sí solos nos hacen merecedores de nada que deseemos. En una mirada algo más pesimista, incluso nuestros deseos tampoco tienen más relevancia que su inspiración para hacernos seguir caminando en los senderos que alguna vez escogimos para nosotros y no entregarnos prematuramente a la muerte. </p><p style="text-align: justify;">Si hay algún sentido de justicia o de compensación para conflictos así, este probablemente no se expresará en nuestra vida, <b>sino en <i>otra parte</i></b>, y eso quiere decir que quizá ni siquiera sea como lo pensamos desde el aquí y el ahora. </p><p style="text-align: justify;">Vivimos en un mundo Caído, y creo que no hace falta tributar a un credo religioso específico para compartir esa visión. <b>Nos basta tan solo amar las historias</b>, diría. Y las historias más tradicionales, acotaría, ante todo en sus formas preliterarias, porque muchas de ellas contienen precisamente esos sentidos de justicia, de trascendencia y de enmienda o consuelo que parecen tan escasos ya en nuestra vida contemporánea. <b>Solo en ellas lo que está torcido se endereza, lo que está roto se compone, y lo que es mutilado vuelve a florecer</b>.</p><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><p style="text-align: justify;"><i>El héroe abandona su patria, viaja por la ancha y ajena tierra para vivir mil y un aventuras, restaura una herida profunda en el mundo y regresa el origen, a su casa de siempre, donde descubre que ya no puede ser el mismo y que solo cuenta con la compañía de sus tropelías ardiendo en la memoria.</i></p><p style="text-align: justify;"><i>El niño es expulsado de su hogar por sus miserables padres, se pierde en un bosque, recibe el auxilio de animales o criaturas mágicos, se descubre hijo de reyes, asciende al trono que le pertenece, castiga o premia a quienes corresponda y se asegura que nunca más un niño sea violentado por un adulto.</i></p></blockquote><p style="text-align: justify;">Al escribir los párrafos anteriores traté de pensar en mi imaginario más genérico e instantáneo del mito y el cuento de hadas. Curiosamente, me ha salido mucho más intervenido por ciertas nociones actuales de ficción. Así, estas síntesis narrativas expresan más mis deseos y carencias personales que las inquietudes colectivas de las comunidades humanas a lo largo de los siglos, aunque se sostengan en sus huesos. </p><p style="text-align: justify;">En otras palabras, se podría decir que las he escrito desde un imaginario que <b>abreva en lo que <i>para mí</i> significa la Fantasía. </b>Porque creo que cualquier depuración propiamente estética de la Fantasía literaria que surja de su tallado del mito y el cuento de hadas no puede (o no debería) esterilizar sus semillas originales de esperanza y sentido. </p><p style="text-align: justify;">Acaso por lo anterior, mi redescubrimiento de la <b>gramática de la Fantasía</b> de John Clute y John Grant me resultó sumamente cálido. En ella, se plantea la existencia de cuatro núcleos temáticos que permiten el desarrollo prototípico de una historia de Fantasía como una narrativa de recuperación: amenaza, atenuación, reconocimiento y restauración. </p><p style="text-align: justify;">Ah, la estructura tradicional de una obra tradicional de Fantasía épica, me dirán. Y sí, claro. No hay ningún problema real en ello, salvo por ansiedades importadas por el mercado primermundista, obsesionado con la novedad y la violencia como espectáculo. Pero me tardé bastante en comprender el verdadero encanto de esta estructura para mí, como Fantasista escritora y lectora. Y este reside en <b>su coincidencia con mi propia forma de entender esta vida, este mundo: el reconocimiento de la Caída, pero también de la necesidad de albergar una esperanza y luchar por ella desde el llamado de la subcreación imaginativa.</b></p><p style="text-align: justify;"> Como en las historias de muchas de nuestras Fantasías bienamadas, partiendo por la de <i>El Señor de los Anillos</i>, es posible reconocer en nuestro mundo la existencia de una herida fatal en sus cimientos. Una mácula que cambia para siempre el proyecto de lo que alguna vez fue plenamente bello y perfecto en sí mismo; la aceptación de que las cosas no funcionan ya como deberían hacerlo. La expulsión del Paraíso. </p><p style="text-align: justify;">Eso acarrea, por supuesto, una decadencia espiritual y existencial profunda que lo pervierte todo, incluso lo que aún hay de bueno y noble en el mundo y en nosotros. Incluso nuestras virtudes han de arder en el Cielo, como contaba Flannery O’Connor; lo mejor y más puro de nuestras obras no es sino una hoja en el gran País de Niggle, cuyo árbol no estamos destinados a completar aquí. </p><p style="text-align: justify;">Y es aquí, en este mundo decadente, atenuado, en el que vivimos. En el que <i>yo </i>vivo. Y es un mundo en el que, como la vida se ha empeñado a demostrarme, no parece haber indicios claros de que se vayan a presentar los otros dos núcleos temáticos que faltan. “La vida real no es una fantasía, ni un cuento de hadas”, dirían los miserables. Pues ese es justamente el problema: permitirse ser así de miserable. Continuar escindiendo la realidad de la imaginación que crece en y desde ella y que tendría el potencial para sanarla, o al menos transformarla.</p><p style="text-align: justify;">Desde luego, nuestros alcances como seres humanos precarizados no suelen ser muy amplios como para efectivamente sanar o transformar extensas parcelas de la realidad. Me parece que antes, hace mucho tiempo, he escrito ya aquí sobre mi identificación creciente con las <a href="https://tierradefay.blogspot.com/2013/04/opiniones-cuando-la-fantasia-no-salva.html" target="_blank"><b>pequeñas luchas cotidianas por sobre las grandes épicas</b>:</a> ser y actuar más desde lo hobbit que desde lo humano, elfo o enano, porque también nosotros tenemos un rol crucial en el entramado de las cosas. </p><p style="text-align: justify;">Y creo que precisamente una de esas pequeñas luchas, entrecruzada con la gran épica, es la del escritor, en especial la del Fantasista. </p><p style="text-align: justify;">Porque en nuestro mundo no parecen haber teleologías ni indicios explícitos de reconocimiento y restauración, <b>nos corresponde a nosotros, subcreadores, plasmarlos en nuestras propias obras</b>. Porque nuestro mundo está Caído, pero nuestro espíritu humano aún recuerda un destello de las cosas como tendrían que haber sido, hemos de esforzarnos por hacer de nuestra vida y la de nuestros seres queridos <b>al menos un poco más cercanas a un cuento de hadas</b>.</p><p style="text-align: justify;">Nuestro mundo y nosotros mismos ya estamos bastante roídos por todo tipo de males, desde los más involuntarios a los más arteros. ¿Por qué insistir acríticamente en ello desde la ficción? En entradas anteriores, recuerdo haber ya comentado mi apreciación sobre este asunto a propósito del auge de ciertas corrientes contemporáneas de la Fantasía que parecían solazarse en lo que hay más de oscuro en nuestra naturaleza. Aunque claramente se trata de un tema complicado, al que tal vez valga la pena dedicarle mayor pensamiento, creo que muchos lectores de género entenderán <i>a priori</i> a qué me refiero: la noción absurda de que la insistencia en ciertos temas (la violencia, los partidismos políticos, los derivados aguados de nihilismo) es lo que haría a la obra más adulta, respetable o compleja. Es decir, una forma bastante torpe de lidiar con las críticas igualmente torpes de que la Fantasía se había vuelto una expresión literaria demasiado naif, <b>cuando el problema no reside tanto en la existencia misma de la luz como en la aplicación superficial de su valor en la composición</b>. </p><p style="text-align: justify;">Desde luego, mi reparo anterior no implica que rechace toda obra de deprimentes conclusiones. Si el artificio literario es de buena factura, la valoraré desde su técnica. Y, naturalmente, una obra puede también movernos al cambio justo desde la tragedia que nos presenta. Se trata, creo, de un asunto de ética y de enfoques temáticos, pero también de la manera en la que, como lectores individuales, asignamos un sentido a estas narrativas. Y sucede que a mí, como lectora, me molesta que el sistema busque orillarme a justificar obras deprimentes solo porque sí, porque se trate (o se promocione) como la evolución normativamente deseada de la Fantasía. </p><p style="text-align: justify;">No he dicho nada nuevo hasta ahora, en el contexto de mis ensayos previos en este blog. Pero ahora he descubierto un nuevo factor que refuerza estas impresiones. </p><p style="text-align: justify;">Existe una expresión del mal que no tiene por qué ser tan nítida como las que apunté antes: la <b>incompletitud</b>. Nuestra vida está llena de vacíos, de experiencias inconclusas. Caminos que se emprendieron con una ruta determinada y que se extraviaron en atajos o desvíos eternos, o que derechamente condujeron a otros destinos. Personas que quisimos y con las que deseábamos seguir compartiendo aventuras y que terminaron, por responsabilidades propias, ajenas o compartidas (o mero azar torcido) en las sombras de nuestros recuerdos. Nombres, rostros y voces que alguna vez significaron tanto, ahora perdidos en el tiempo. Tantas, tantas palabras que deberían haberse dicho y que no se pronunciaron, o palabras (tantas, tantas ellas también) que nunca deberían haberse pronunciado y que se articularon en la peor de las formas.</p><p style="text-align: justify;"><b>En un mundo prístino, estos baches, olvidos o cismas no deberían haber ocurrido nunca</b>. O bien, deberían haberse presentado con la promesa de su redención a cuestas: el reconocimiento, la restauración. </p><p style="text-align: justify;">Pero no vivimos en un mundo prístino. <b>Solo nos quedan las historias, y la propia Fantasía, porque en ellas brilla aún lo que perdimos o lo que creemos que alguna vez debimos tener</b>.</p><p style="text-align: justify;">La peor autoayuda y ciertos consejos genéricos de salud mental de redes sociales nos sugieren que todo depende de nosotros, o que son los demás siempre los que están mal. Al margen de la burda simplificación de esto, hay una certeza que una buena introspección terapéutica no puede eludir: <b>hay veces en la que todo está irremediablemente perdido</b>. Cuando algo se rompe, quedan al menos dos pedazos. Para unirlos, habría que hacerlos coincidir o conectarlos otra vez. Y a veces, en el caso de los vínculos humanos, un pedazo no puede o no quiere coincidir o conectar, por las más diversas razones. Y no hay nada más que se pueda hacer… <i>en este mundo</i>.</p><p style="text-align: justify;">Pero sí se puede hacer algo desde una historia de Fantasía. </p><p style="text-align: justify;">El poeta Samuel Taylor Coleridge, antecedente importante en la historia del pensamiento de la ficción imaginativa, planteó que la imaginación misma tenía una <b>cualidad esemplástica</b>. Es decir, una capacidad de unir elementos dispares en una unidad coherente en sí misma. </p><p style="text-align: justify;">Caprichosa y erráticamente, me gusta pensar en este bello concepto junto con el no menos hermoso <i>kingtsugi </i>japonés, un arte basado en la reparación de cerámicas fracturadas a partir de oro. El principio que subyace a esta práctica, si la aplicamos metafóricamente a la experiencia humana, es la idea de que nuestras fracturas y heridas forman parte de nuestra vida y que, en lugar de negarlas o de procurar reemplazar sin más lo que está roto, <b>debiéramos exhibir y embellecer estas cicatrices desde algo luminoso</b>. </p><p style="text-align: justify;"><b>Siempre he creído que el Fantasista ama las posibilidades de la imaginación porque siente algo roto dentro de sí, o porque anhela algo justamente perdido que quizá no pueda nombrar sino con las palabras de la maravilla</b>. Es decir, desde esa “esemplasticidad” que logra unir lo que la vida, el destino o la Caída misma fraccionó alguna vez, haciéndonos creer que nunca podrían estar juntos.</p><p style="text-align: justify;"><b>La Fantasía, para mí, está escrita con letras de oro</b>; sus voces son las cicatrices con relieve de nuestros espíritus. </p><p style="text-align: justify;">Y esa Fantasía que tanto me interesa es la que se esfuerza por plasmar en sus historias esa restauración que en nuestro mundo parece tan ausente. Por reparar lo roto, unir las bifurcaciones del camino, reencontrar los corazones por siempre alejados, imprimir en la memoria todo lo olvidado, pronunciar lo que debía ser dicho y difuminar el eco de lo que no debía decirse.</p><p style="text-align: justify;">Es decir, esta Fantasía debería pretender <b>despertar en nosotros al menos un viso de reconocimiento de nuestra verdadera naturaleza inmaculada</b>: podemos ser héroes por un día o un momento, dragones en el viento de la mañana, un nombre que crece tanto como una historia interminable. </p><p style="text-align: justify;">No se trata de que la Fantasía tenga un poder cuasi <i>beato</i>, desde luego, pues la fractura inicial y todas las que vienen después son ineludibles. De ahí el camino (el verbo) de oro. Sí pienso en la Fantasía como una especie de <b>puente simbólico</b> entre nuestro mundo caído y aquel otro, que puede recibir diferentes nombres según las creencias de cada cual. O como un <b>fruto que nos refuerza la existencia del árbol del que ha venido</b>. En fin: un <b>tenue acercamiento desde la subcreación a esa redención definitiva que anhelamos, la gran eucatástrofe</b>. Y un acercamiento que puede o debiera ser tan íntimo como generoso, pues quienes podrían oír la Nota han de ser siempre pocos; siempre se necesitarán más instrumentos o voces que puedan al menos replicar un eco de esa certeza. Se lo debemos a quienes sufrieron, sufren o sufrirán dolores o esperanzas homólogas a las nosotras.</p><p style="text-align: justify;">Por todo lo anterior, como lectora, me siento impaciente ante las historias de Fantasía que escamotean burdamente estas visiones ético-estéticas que busco. Puedo racionalizar que pretendan otros propósitos, pero eso no evita mis molestias. Me parece ahora que hay algo de extraño privilegio o morbo en el deseo de buscar historias “oscuras” solo porque sí, por mero espectáculo o capricho de reflejar la aleatoriedad de la existencia, cuando la vida real necesita tanta luz. </p><p style="text-align: justify;">Yo necesito una teleología, una eucatástrofe, una tinta de oro, o la esperanza de todas ellas, o desesperaré. </p><p style="text-align: justify;">Entiendo que no pueda conseguir todo esto siempre en mis lecturas del género, razón por la que evito historias ajenas cuya oscuridad carezca hasta de las más nimias estrellas, pero al menos puedo comprometerme para que <b>las historias de mi autoría sí conlleven esto que anhelo para mí</b>. Acaso haya más Fantasistas allá afuera que estén en una búsqueda similar, y he de llevarles este modesto eco de la Nota a sus propias obras, a sus corazones. Es posible que falle muchas veces en este cometido, pero al menos habré definido más la imagen de lo que persigo.</p><p style="text-align: justify;">Incluso si no llego a muchos, los necesarios, o si no llegara realmente a nadie en el sentido de salvación que he deseado, me queda la esperanza de restauración personal. </p><p style="text-align: justify;">Evidentemente, como todo el mundo, acarreo mis propios males y mis propias vivencias inconclusas. Y aunque las haya y esté trabajando aún con ayuda, de pronto se me ocurrió algo que ahora me parece muy evidente como ruta a seguir: <b>quizá no he podido sanar del todo ciertas heridas porque no he podido transmutar su dolor desde la Fantasía</b>. Quizá, en la medida en que pueda reparar a través de historias estas vivencias, transformadas en ficción, pueda <b>trazar una senda de oro en su recuerdo</b>.</p><p style="text-align: justify;">No es como que no haya escrito ya de estas heridas en mis historias previas (la mayoría inéditas), pero creo que de una forma u otra estas visiones han tendido a surgir de maneras más inconscientes. ¿Qué pasaría si me dedicara a abrir los bordes de esas heridas mal cerradas y escribir directamente desde esa sangre?¿Qué pasaría si la Fantasía me planteara, desde la imaginación, un camino de reparación imposible en este mundo? </p><p style="text-align: justify;">La Fantasía como terapia, sí, si se quiere (estoy consciente de que no se lee muy bien), pero a la vez como un <b>arte exploratorio</b> que sane de formas poco normativas o esperables estas heridas. Pues ¿a quién se le ocurriría usar oro para unir pedazos de una materialidad tan vulgar o irrelevante como ciertas fracturas que acarreo? A mí me gustaría intentarlo y ver qué sale de ello. </p><p style="text-align: justify;">Quizá esas vías doradas formen un rostro o deletreen un nombre insospechado, y quizá ambos sean lo que hay aún de verdadero en mí.</p>Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-23056748564586733222022-01-03T10:00:00.004-03:002022-01-04T22:14:46.988-03:00Mis lecturas destacadas de 2021<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiJFXu7U2BAn5ABmBezynmGlo817ktS2FtxWfixugPbYNwBoa8Qlc3OJFy70LkoUK0G6nTwwhjyC63O-1VwaglcbpvFY9RG0pNVn196HcUclmSP6uU7DSSEFyWR8oGaj3s1SajBGso5Ps193vYBJXENNVotI_5GbSWZWjhKq2tfS60Pua74KmRiv-D9Zg=s1684" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1684" data-original-width="1644" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiJFXu7U2BAn5ABmBezynmGlo817ktS2FtxWfixugPbYNwBoa8Qlc3OJFy70LkoUK0G6nTwwhjyC63O-1VwaglcbpvFY9RG0pNVn196HcUclmSP6uU7DSSEFyWR8oGaj3s1SajBGso5Ps193vYBJXENNVotI_5GbSWZWjhKq2tfS60Pua74KmRiv-D9Zg=w624-h640" width="624" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Como ya he hecho tradición, esta entrada está dedicada a mis lecturas destacadas del recién pasado 2021. Como es <b><a href="https://tierradefay.blogspot.com/search/label/Lecturas%20anuales" target="_blank">ya tradición también</a></b>, he vivido diversas desventuras a lo largo de los meses que han incidido en mi relación con los libros leídos, en parte por los coletazos de este nuevo año de pandemia. Este 2021 resultó otra vez muy movido para mí, en distintos frentes (<b><a href="https://ko-fi.com/post/Recuento-de-2021-J3J76HSSK">aquí hay un recuento de mis actividades literarias públicas</a></b>), y acaso por eso, sospecho, no leí tanto como en otros años, pese a que en rigor tuve más tiempo libre. Además, probablemente debido a una confluencia de percances sicológicos personales, sufrí una alteración de mi memoria, de modo que hay algunas lecturas disfrutadas de las que no recuerdo tanto como quisiera porque no suelo tomar notas de ellas mientras las leo. Espero poder implementar esa práctica con futuras lecturas que me llamen la atención, para así no perder estos detalles.</p><p style="text-align: justify;">De todas formas me agrada poder decir que, pese a sus durezas, pude vivir muchas experiencias enriquecedoras este año, y algunas lecturas realizadas en este contexto complementaron esas sensaciones. Ahora que lo veo en retrospectiva, creo que podría decir lo mismo de los años anteriores, pero entonces estaba muy concentrada en los aspectos más negativos. Como sea, me agrada haber creado este pequeño espacio periódico de recuento de lecturas anuales, porque es también como revivir la persona que era (o en la que me estaba convirtiendo) en cada libro leído.</p><p style="text-align: justify;">Como en el registro anterior, aprovechando la plantilla de <i>Canva </i>que diseñé para entonces, he aprovechado de seleccionar 11 obras principales cuya lectura me resultó llamativa por diferentes razones. En esta oportunidad, he decidido prescindir de la selección de menciones honrosas por agotamiento mental, pero procuraré recomendar algunas de las obras que habría incluido ahí (sobre todo las de fantasía hispanoamericana) por otras vías.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: x-large;">Narrativa de Fantasía</span></b></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: x-large;"><br /></span></b></p><p style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">La espada del destino (1992), de </span></b><span style="text-align: left;"><span style="font-size: large;"><b>Andrzej Sapkowski</b></span></span></p><p style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><span style="font-size: large;"><b>(Libro II de la Saga de Geralt de Rivia)</b></span></span></p><p style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; font-size: x-large; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgln6HVGYUSGDffZbrhCxrp6zsWbTB7Ykzj67eyCw0Ze9ZwONCxUfnNlmsP7ROrB7PjnBT32MfRh66xXANmikS6zxoDDiTCCRGeoIp5LuBenPZdl2kzr_SfJoaJvX6CORtyyMMNsEzGw8qH01nC1HgAvqI-_wro8AwXRNdsEEGZqTS1qx3-nzDHENlL_Q=s512" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="512" data-original-width="345" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgln6HVGYUSGDffZbrhCxrp6zsWbTB7Ykzj67eyCw0Ze9ZwONCxUfnNlmsP7ROrB7PjnBT32MfRh66xXANmikS6zxoDDiTCCRGeoIp5LuBenPZdl2kzr_SfJoaJvX6CORtyyMMNsEzGw8qH01nC1HgAvqI-_wro8AwXRNdsEEGZqTS1qx3-nzDHENlL_Q=w270-h400" width="270" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;">La lectura del segundo volumen de la saga de <i>Geralt de Rivia</i> ha sido una de mis lecturas favoritas de Fantasía en mucho tiempo, y una grata sorpresa además dado mi entusiasmo moderado ante la primera antología, <i><a href="https://tierradefay.blogspot.com/2020/01/mis-lecturas-destacadas-de-2019.html" target="_blank"><b>El último deseo</b></a></i>. Prácticamente todas las virtudes de aquella obra las encontré aquí, pero potenciadas, y se añadieron a la vez muchísimos elementos que complejizaron mi experiencia lectora en una miríada de emociones muy intensas, desde la risa (literal) a las lágrimas, pasando por la tensión y el entusiasmo genuino cuando ves asomarse un eco de eucatástrofe en el horizonte del relato.<br /></p><p style="text-align: justify;">En esta nueva serie de cuentos continuamos con las aventuras autoconclusivas de Geralt, todas muy disfrutables en sí mismas, aunque hacia el final del libro se incluyen dos relatos que siguen una continuidad y que se se centran en el personaje de Ciri, siendo estos los mejores del volumen. <br /></p><p style="text-align: justify;">No estoy segura de si algo habrá tenido que ver en mi apreciación el hecho de que leí este volumen en español y no en ingles, como el anterior, y que quizá por ello pude aquilatar de manera más cercana el regusto castizo de la prosa en la excelente traducción de José María Faraldo, pero estilísticamente me sorprendí mucho. Este libro me ha hecho <a href="https://tierradefay.blogspot.com/2020/01/a-proposito-de-el-priorato-del-naranjo.html" target="_blank"><b>repensar mis observaciones habituales sobre el estilo de la Fantasía</b></a>, pues sus relatos incluyen un registro soez sin que ello en sí mismo afecte los momentos más solemnes o emotivos (o derechamente de Fantasía) de las historias narradas. Es decir, no se queda solo en lo que podríamos considerar habla coloquial y que hoy parece idealizarse como vía para apartarse de los discursos grandilocuentes habituales en ciertas obras del género: los personajes hablan como tienen que hablar por sus contextos de vida, pero eso no implica necesariamente una visión siempre descarnada de algunos valores. Cuando hay belleza y esperanza en estas historias, toda vulgaridad cesa; se habla entonces desde la verdad de la Fantasía. Me ha parecido este un efecto muy llamativo y digno de estudiarlo con más clama, por la maestría del autor para balancear estos contrastes.<br /></p><p style="text-align: justify;">Los relatos en sí mismos son geniales. Por un lado, están los propiamente de Fantasía, que suelen hundir sus mimbres en la tradición de esta expresión literaria para construir enjundiosas narraciones intertextuales que profundizan con humor y emoción (alegre y triste) en sus fuentes. Creo incluso que este tipo de narraciones son una muestra ejemplar de lo que podríamos denominar “Fantasía posmoderna”, sin que por ello debamos pensar en historias excesivamente elaboradas o inasibles (u obras excesivamente "recientes"). Es más bien una delicia reconocer en qué voces se está apoyando el autor y luego comenzar a oír lentamente, en el transcurso de su prosa, esa otra voz propia que terminará sumándose al cántico que constituye la literatura que amamos.<br /></p><p style="text-align: justify;">Por otro lado, están los cuentos que, sin dejar de lado ciertos elementos imaginativos, ahondan más en aspectos sentimentales, casi teleseriescos, de los personajes. En general, no tiendo a entusiasmarme con este tipo de historias, pero creo que Sapkowski escribe tan bien las suyas que se hace plenamente entretenidas incluso para lectoras reacias como yo. Sospecho incluso que un cuento como “Esquirlas de hielo” debe ser significativamente superior como drama romántico a muchos relatos del género en plataformas como <i>Wattpad</i>, pero como Sapkowski es un <i>señoro boomer</i>, quizá será difícil que el público objetivo de esas historias pueda llegar a conocerlo y valorarlo (espero equivocarme).<br /></p><p style="text-align: justify;">En fin: creo que esta colección es un hito de lectura personal en Fantasía, una aventura que me ha hecho reencantarme con algunos acentos y que me ha despertado la curiosidad por otros. La recomiendo muchísimo tanto a la gente que quizá se interesó por las peripecias de Geralt a partir de sus videojuegos o su serie como a los Fantasistas que estén buscando historias con diversas capas de acceso y profundidad.</p><div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">Las bestias olvidadas de Eld (1974), de Patricia A. McKillip</span></b></div><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div><div style="text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; font-weight: bold; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg6QsdF3hQ_o6LlKVYULxGk35vHuMv7IEqQHKTM-ugtaReB_jOlBNuGda2s8Ot_xCRGY9wL09GmAIvkySwQh4BUaPUYlCVvObNNQ7FgKAS4AjYDWiCFPsChq8_AeIHRe_mmFT4kGipsJuXgaN61u6DjD5DBdg8I8ycmncy74vn7gns_GhadAiHaz19lwg=s2479" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2479" data-original-width="1655" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg6QsdF3hQ_o6LlKVYULxGk35vHuMv7IEqQHKTM-ugtaReB_jOlBNuGda2s8Ot_xCRGY9wL09GmAIvkySwQh4BUaPUYlCVvObNNQ7FgKAS4AjYDWiCFPsChq8_AeIHRe_mmFT4kGipsJuXgaN61u6DjD5DBdg8I8ycmncy74vn7gns_GhadAiHaz19lwg=w268-h400" width="268" /></a></div><div style="text-align: center;"><br /></div><br /><div style="text-align: justify;">Tuve la oportunidad de escribir un comentario de esta obra para la web <i>La Nave Invisible</i>, <b><a href="https://lanaveinvisible.com/2021/05/25/resena-las-bestias-olvidadas-de-eld/">en este enlace</a></b>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">La hija del rey del País de los Elfos (1924), de Lord Dunsany</span></b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiSC13yhI8TgdDUaO-LB5JvEFI8yqC2zGgYLGb2i7B30cVLO49RMW92oxoPa_Gs2zIgpVDOR0WkXEp6iJXpLPaiOS5Twze68gMvl7u4gRlAAZty6SGNUkGq4tQhz_zZMIIce4DJ5CYhqNni82WM5k3x8iwn3c11m7-YSEL6zyq4euSyq7pXJkvOflYYQA=s1227" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1227" data-original-width="800" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiSC13yhI8TgdDUaO-LB5JvEFI8yqC2zGgYLGb2i7B30cVLO49RMW92oxoPa_Gs2zIgpVDOR0WkXEp6iJXpLPaiOS5Twze68gMvl7u4gRlAAZty6SGNUkGq4tQhz_zZMIIce4DJ5CYhqNni82WM5k3x8iwn3c11m7-YSEL6zyq4euSyq7pXJkvOflYYQA=w261-h400" width="261" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div><p style="text-align: justify;">La obra de Lord Dunsany era uno de mis pendientes más graves en Fantasía canónica, y por fin este año pude comenzar a saldar esa deuda. Desde luego, la experiencia fue magnífica, aun cuando leí esta novela en una precaria edición española (les sugiero esta otra, de la Perla Ediciones de México, cuya portada ilustra este comentario), con numerosas erratas y aparentes problemas de traducción. <i><br /></i></p><p style="text-align: justify;"><i>La hija del rey del País de los Elfos</i> cumplió todas mis expectativas y a la vez me propuso una belleza que no habría podido imaginarme. Quizá suene extraño de plantarlo así, pero siento que esta novela de Dunsany contiene y refina buena parte de mucho de lo que amamos de Faërie, de modo que es sencillo distinguir en la novela ciertos aires que luego reconoceremos en tantas historias queridas, incluso contemporáneas, incluso aquellas que en principio no tuvieron una influencia directa o reconocida del autor. Dunsany es como un maestro común, o un archimaestro, término menos gratuito de lo que parece cuando recordamos que Ursula K. Le Guin lo reconocía como uno de sus tutores estilistas. Desde luego, como lo leí en español, tengo el sesgo de la traducción encima, pero aun así la prosa de Dunsany es bellísima; diría incluso que es <i>el </i>lenguaje de Faërie, o quizá al menos una de las expresiones estéticas mejor conseguidas para acercarse a ella.<br /></p><p style="text-align: justify;">Como la experiencia de Faërie suele quedar contenida en atisbos, quisiera consignar aquí algunos pasajes particulares que me emocionaron profundamente: el magistral trabajo descriptivo para dar cuenta de Faërie como reino crepuscular, suspendido en el tiempo, silencioso, irisado de cautivantes colores; el trasgo que llegaba al mundo de los campos conocidos y que se asombraba ante el hallazgo del paso del paso del tiempo; la comitiva de marginados de la que se proveía Alveric (porque solo los raros tenemos el coraje suficiente como para ir tras el Reino Peligroso), la idea de una Faërie móvil, no circunscrita necesariamente a un espacio físico concreto; o el encuentro de Alveric con sus juguetes rotos en la búsqueda de este Otro Mundo, que nos recuerda que ese nexo entre Fantasía e infancia, pese a los reparos de Tolkien, puede ser más vívido de lo que quisiéramos creer ahora, desde nuestra adultez.<br /></p><p style="text-align: justify;">Incluí muchos de estos fragmentos en las dos versiones de este año de <b>mi curso de introducción a la literatura de Fantasía</b> y los alumnos lo recibieron estupendamente, a pesar de mis temores de que el estilo más denso del autor espantara a alguno. Estoy muy, muy contenta de haber podido descubrir esta novela y de haberla descubierto a otros.<br /></p><p style="text-align: justify;">En fin, solo resta decir que, si te interesa mínimamente la Fantasía como arte literario, esta novela es tan ineludible y básica en tu recorrido como Fantasista como <i>El Señor de los Anillos</i> o <i>Historias de Terramar</i>.</p><div><br /></div><div><br /></div><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">La doncella del corazón negro (2017), </span></b><b><span style="font-size: large;">de Alejandro S. D'Alessandri</span></b></div><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">(Libro II de la saga Crónicas de Équilas)</span></b></div><div><br /></div><div><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjlboDYaQGY5GKCVaB3YubDzFW1cR8sTbbJ7bguapQJ3Hrk-YYuhuvP0mx0n2HzN3CdNY4ekmCqbVG3Jn3MkNpjiV36XwQDy4ZSNXxACdmPmfLr7PMVC5tZFBkFZPZqJu5KQOYDb10tSQApzg9et8x5uA_Xr40w6LufuthUyz81yrbp4w9VnqAtSHMzFw=s455" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="455" data-original-width="312" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjlboDYaQGY5GKCVaB3YubDzFW1cR8sTbbJ7bguapQJ3Hrk-YYuhuvP0mx0n2HzN3CdNY4ekmCqbVG3Jn3MkNpjiV36XwQDy4ZSNXxACdmPmfLr7PMVC5tZFBkFZPZqJu5KQOYDb10tSQApzg9et8x5uA_Xr40w6LufuthUyz81yrbp4w9VnqAtSHMzFw=w274-h400" width="274" /></a></div><br /><div><br /></div><div><br /></div><div><p style="text-align: justify;">Esta es la segunda parte de la serie <i>Crónicas de Équilas</i>, del chileno Alejandro S. D'Alessandri. Años atrás, insinuaba que el hecho de que estuviera concebida como una obra que nacía del deseo de replicar la experiencia audiovisual y lúdica de la fantasía condicionaba su apreciación literaria. Pese a ello, señalé que me había gustado con todo y reparos, y que esperaba avanzar con su lectura. Pues bien: ahora lo he hecho.<br /></p><p style="text-align: justify;">Este segundo libro mantiene algunos aspectos que no me habían gustado de su antecesora, como sus constantes gazapos estilísticos o el énfasis desmesurado (para mí) en los espectaculares combates. En ese sentido, obviamente es una obra muy distante a la experiencia lectora que me supusieron las publicaciones que acabo de comentar. Pero creo que hay una ingenuidad muy conmovedora en los libros de Équilas, que me resulta bastante inspiradora <a href="https://tierradefay.blogspot.com/2021/02/historia-de-una-ida-y-una-vuelta.html"><b>en tiempos en los que me siento regresando a mis orígenes más puros</b></a>. Además, leí esta novela en una etapa en la que estaba particularmente agotada, sin mucha fuerza para leer (o hacer) otras cosas, y me supuso una agradable compañía que no olvidé. A veces es todo lo que le podemos pedir a una historia; a veces es lo único que debería entregarnos.<br /></p><p style="text-align: justify;">Los aspectos que más me gustaron de esta continuación fue la inclusión de dos personajes femeninos secundarios que me resultaron muy interesantes: la elfa inventora Gálivan , que perdió a su padre y a su amado en trágicas circunstancias, y la edlán rebelde Midlun, perseguida por sus orígenes raciales. Aunque la inserción de sus sendas historias de origen rompieron de manera brusca el flujo de la narrativa central, me gustaron mucho como relatos individuales. <br /></p><p style="text-align: justify;">Ya para <i>La espada de la luna rota</i>, el primer libro de la serie, había comentado que mis pasajes favoritos de la obra de D'Alessandri son cuando la narración deja de lado los combates y se detiene en el interior de los personajes, por más genéricos que resulten. La insistencia del autor en presentar el sufrimiento que causan las diversas pérdidas o el hecho de ser diferente en un mundo roto, así como el coraje que se requiere para procurar juntar otra vez sus pedazos, me parece muy importante para su público objetivo. Es aquello con lo que más conecto de esta historia y, con justa razón, la que más me trae a la mente mis años juveniles.</p></div><div><br /></div><div><br /></div><div style="text-align: left;"><b><span style="font-size: x-large;">Novelas</span></b></div><div><br /></div><div><br /></div><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">El libro de los niños (2009), de A.S. Byatt</span></b></div><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div><div><div class="separator" style="clear: both; font-weight: bold; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjg9hdWmnuHqLMIm38xc6xyJe-1NAdWJLkdEaOcvWvePHUw9Nz69DlPNAxPtCOA4CLIDAiRdG2o5Xb08foWuOJhn18-mZNF4ceqF3c9DYjb8XSnrpEvJ1jzgczALZA0HLU1NNf6jEhqEzjnngDSexs0XpViI5rXw2VVxOgs9w_RVt2S0Z8z3Nr12JhL9Q=s500" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="329" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjg9hdWmnuHqLMIm38xc6xyJe-1NAdWJLkdEaOcvWvePHUw9Nz69DlPNAxPtCOA4CLIDAiRdG2o5Xb08foWuOJhn18-mZNF4ceqF3c9DYjb8XSnrpEvJ1jzgczALZA0HLU1NNf6jEhqEzjnngDSexs0XpViI5rXw2VVxOgs9w_RVt2S0Z8z3Nr12JhL9Q=w264-h400" width="264" /></a></div><br /><br /></div><div><p style="text-align: justify;">Esta colosal novela (en todos los sentidos posibles) fue una de las grandes sorpresas del año pasado y de este. Por lo mismo, tratar de sintetizar su argumento puede parecer un sinsentido: por cierto que la historia desborda aquello que se enuncia en su contraportada a modo de sinopsis. Sin embargo, de la misma forma en la que alguna vez comenté que <i>Vida y destino</i> de Vasili Grossman era una suerte de fresco de época de la Rusia estalinista hecho novela, podría atreverme a hacer un comentario similar en este caso. Así, <i>El libro de los niños</i> podría leerse como una novela que retrata diversos vaivenes de la Inglaterra victoriana y eduardiana hasta la Primera Guerra Mundial, centrándose en la familia Wellwood y sus amigos y parientes, casi todos personas vinculadas al arte y a la cultura de la época.<br /></p><p style="text-align: justify;">A.S. Byatt es una victorianista, así que se comprende que su tratamiento histórico de la novela sea sobresaliente en detalles y espíritu de los tiempos, incluyendo largos pasajes contextuales sobre el estado sociopolítico de entonces. Sin embargo, el atractivo de la obra trascendió para mí esta ambientación, que de por sí me resulta atractiva. Byatt ahonda en lo que implica la creación artística, principalmente a través de los personajes de la exitosa escritora infantil Olive Wellwood (¿inspirada, quizá, en Edith Nesbit?) y de Phillip Warren, aprendiz de alfarero. Pero también explora, y de maneras sorprendentemente irónicas, los vicios y patetismos del campo cultural y artístico en que se mueven los personajes, entre la grandilocuencia discursiva y el libertinaje oculto. Es gracioso constatar cómo el perfil <i>cultureta </i>de la persona victoriana no parece distar tanto de nuestros propios perfiles culturales locales y contemporáneos.<br /></p><p style="text-align: justify;">Sin embargo, lo que más me gustó de la novela es su diálogo constante, en su calidad de historia realista, con la tradición del cuento de hadas. A veces incluso se insertan fragmentos de los relatos que escribe Olive (excelentes, claro), pero pienso sobre todo en la estructura general y en los sutiles intertextos que atraviesan la narración. Por ejemplo, Olive escribe una historia para cada uno de sus hijos, historias que crecen y se transforman junto a ellos y que, supongo, dan título a la obra. Justamente, uno de los arcos más interesantes de la novela se desarrolla a partir de la vida e historia de Tom, hijo favorito de Olive y trasunto de Peter Pan, y no es este un desarrollo luminoso. La verdad es que hubiera preferido que la novela se concentrara más en este tipo de episodios, o en la formación de los artistas, en lugar del drama sentimental-sexual o los teatros sociales, pero la obra es lo que es y no lo que yo desearía que hubiera sido. En cierto sentido, estos episodios resaltaban más aún por este humano contraste.<br /></p><p style="text-align: justify;">Por ello, incluso en sus irregularidades, esta novela se yergue como una historia notable, aunque su densidad y desmesura sugieren que es mejor leerla dándose el tiempo para perderse en sus devaneos sociales, históricos y espirituales. Un viaje muy recomendado pese a sus ripios, y que me confirma el talento y oficio de Byatt como autora imaginativa y realista, uno de los modelos de autoría que me parecen más fascinantes.</p><div><br /></div><div><br /></div><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">Los inadoptables (2021), de Hana Tooke</span></b></div><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div><div><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgvS6LkUi84ihSIpEjB3xfA_oEPOIcFvovwISFRF3SURAlW6dgdgwCwiV-rNfUjjzLy7vQQMo9TuBhNCkHNHfsyj8wn4RmEcYBM8VrrRqSgXfJLTxMZhS78jp4IyM0rPMLk93MRcit_ROMaRV8M_3R103KAh7nqPnmplJCkEhqUnSsgst9Ap6myTAZBGA=s2516" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2516" data-original-width="1595" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgvS6LkUi84ihSIpEjB3xfA_oEPOIcFvovwISFRF3SURAlW6dgdgwCwiV-rNfUjjzLy7vQQMo9TuBhNCkHNHfsyj8wn4RmEcYBM8VrrRqSgXfJLTxMZhS78jp4IyM0rPMLk93MRcit_ROMaRV8M_3R103KAh7nqPnmplJCkEhqUnSsgst9Ap6myTAZBGA=w254-h400" width="254" /></a></div><br /><div><p style="text-align: justify;">Esta es una novela<i> middle grade</i> que, como sugiere su explícito título, cuenta la historia de un grupo de niños huérfanos muy singulares. Estos, por tener determinadas características no normativas para su contexto (intereses o rasgos físicos extravagantes, aparentes discapacidades o fenotipos raciales no europeos), son rotulados como "inadoptables". <br /></p><p style="text-align: justify;">Al respecto, me enteré de que este enfoque causó polémica en el mundo angloparlante, sobre todo en personas que habían sido adoptadas o que, por diversas razones, estaban vinculadas al complejo mundo de la adoptación sistematizada. Para ellas, esta obra usaba el dolor de los niños huérfanos como premisa literaria, además de estigmatizarlos como sujetos, lo que las movió a condenarla.<br /></p><p style="text-align: justify;">Personalmente, no me parece que ni la intención ni la ejecución de la autora hayan sido censurables. La idea de que un niño pueda ser "inadoptable" por ser diferente no reside aquí en un reproche de la historia, sino en una crítica a los adultos que pensarían tal cosa y que implantarían este pensamiento en los propios pequeños. Por ejemplo, en un crudo pasaje inicial de la novela se narra cómo a un matrimonio adoptante se les presentan los niños como si fueran meros productos de consumo, evaluando sus atributos como pros y contras de una mercancía. Pero esto es claramente crítica, denuncia, parodia. Por desgracia, este tipo de situaciones sí ocurren en nuestra realidad, y me temo que un boicot a una novela infantil que busque reflejarlas, con mayor o menor acierto en su retrato, no va a solucionar mucho. Antes bien, creo que la historia podría ayudar justamente a abrir la conversación concientizada sobre el tema, y sobre todo con otros niños. <br /></p><p style="text-align: justify;">Por supuesto, al no ser yo misma una persona adoptada mi visión es completamente externa a esta experiencia, así que valga también la insistencia en esta distancia. Desde ella misma, por otra parte, quisiera comentar algunos aspectos que me llamaron la atención de la obra. Uno de ellos es el hecho de que la novela se desarrolle a partir de un tema que cada vez cobra más fuerza, y que personalmente me parece muy necesario: la búsqueda y creación de una familia que no dependa tanto de vínculos sanguíneos (impuestos, no siempre idóneos) como de lazos afectivos (elegidos voluntariamente, resignificables). Una familia ganada y no tradicional, podríamos decir: gente que se quiere, y que bien pueden ser los amigos de toda una vida. Me pareció muy conmovedor cómo la historia acentúa este cariño y protección mutua entre los niños protagonistas mientras lidian con los crueles o ambiguos adultos que los rodean. <br /></p><p style="text-align: justify;">Es, también, una historia de origen: Milou, el personaje central, cree poseer algunas claves que podrían llevarla a reencontrarse con sus progenitores. La niña se imagina un sinfín de posibilidades, a cuál más exagerada, para explicar por qué estos se separaron de ella, y llega incluso a estructurar su infancia y esta aventura en función de esa búsqueda. Aunque ella acapara buena parte del foco de la novela, sus amigos tienen visos de personalidad más allá de su rol de acompañantes o reguladores de la terquedad de Milou, pero estos no se desarrollan mucho. Hubiera sido interesante conocer más de ellos, quizá en un protagonismo más balanceado.</p><div style="text-align: justify;">En fin: la novela me ha parecido muy tierna en su sencillez y me ha gustado, pese a no ser particularmente valiosa dentro de la ingente producción de literatura infantil contemporánea. Hacía tiempo que no leía obras infantiles de este tipo, bellas a su modo y no necesariamente tan intensas ni profundas como suelo esperar, así que me declaro satisfecha.</div></div><div><br /></div><div><br /></div><div style="text-align: left;"><b><span style="font-size: x-large;">Cuentos</span></b></div><div><br /></div><div><br /></div><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">Once cuentos de Klondike (2016), de Jack London</span></b></div><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div><div style="text-align: center;"><b><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhQlWlqaslkctvZRgIxzQY2ZiBqkQC1lHpvU9shF4ueRPz9j6g_eYkB6xZxCzHIhDdUXbN-5K1yWzQ_Q3-A9PkLhQXGuHqFMh__H_dV_DeztKfSYcuKMSYAYI52uz1IxerHL-vpmBZpOyDwB4Cj623ruEh-zJeizdQAJS5gsNXaiM_CnyibovSxKCcI3Q=s1200" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="736" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhQlWlqaslkctvZRgIxzQY2ZiBqkQC1lHpvU9shF4ueRPz9j6g_eYkB6xZxCzHIhDdUXbN-5K1yWzQ_Q3-A9PkLhQXGuHqFMh__H_dV_DeztKfSYcuKMSYAYI52uz1IxerHL-vpmBZpOyDwB4Cj623ruEh-zJeizdQAJS5gsNXaiM_CnyibovSxKCcI3Q=s320" width="196" /></a></div><br /><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div><p style="text-align: justify;">Ya he comentado previamente que me encanta Jack London. Sus narraciones aventureras, notables en su tratamiento del espíritu humano en tensión con el de la naturaleza, me devuelven a un sentido literario de exploración y horizontes indómitos: la palabra como cayado hundiéndose en una tierra desconocida que debiera metérsenos hasta en las uñas. <br /></p><p style="text-align: justify;">Sin ir más lejos, el año pasado destaqué <i>Lobo de mar</i> como una de las mejores novelas que leí entonces, y quizá también en mucho tiempo (fuera de la Fantasía). En esta oportunidad, quise continuar con el autor y me animé por esta antología de la editorial argentina Eterna Cadencia, que además de los cuentos incluye un estudio introductorio y hasta mapas de las zonas narradas. <br /></p><p style="text-align: justify;">Por circunstancias del destino compré este libro en una situación personal difícil, en la que mi mundo conocido se hacía añicos, así que fue una experiencia muy curiosa leer sus páginas desde una tierra y un horizonte futuro que, en efecto, se me hacían ajenos y peligrosos. En un plano más práctico, debido a mi dificultad para escribir personajes masculinos y describir vívidamente entornos físicos, me pareció que sería interesante empaparme de estas narraciones, que justamente descollaban en estos aspectos. Felizmente, inspirada por uno de estos cuentos, logré escribir el borrador de un pasaje de una historia personal en el que busqué enfatizar en la hostilidad del espacio, y quedé de momento conforme con el resultado.<br /></p><p style="text-align: justify;">¿Qué puedo comentar de los cuentos en sí, fuera de anécdotas personales intrascendentes? Son todas narraciones enmarcadas en el contexto de los viajes y aventuras de Klondike (Canadá), hacia la fiebre del oro, contexto del que quedé prendada tras descubrir <i><a href="https://tierradefay.blogspot.com/2014/04/columna-life-and-times-of-scrooge.html" target="_blank"><b>The Life and Times of Scrooge McDuck</b></a></i>. Un mundo de hombres rudos y curtidos por la soledad, lo agreste y las vicisitudes propias de una vida que se decide día a día entre los enigmas de la naturaleza y las pillerías de otros aventureros. Por supuesto, siendo estas historias de London, resultan pródigas en tratamientos que podrían considerarse hoy como sexistas o racistas, pero supongo que nadie debiera ir a este autor esperando visiones super progresistas. Pese a ello, existen algunas interesantes aproximaciones al Otro, el indígena, y su visión tentativa sobre sus tensiones con el hombre blanco. <br /></p><p style="text-align: justify;">Aunque quizá lo anterior pueda sonar muy profundo, en todo caso, hay que recordar que London fue un <i>best seller</i> en su época, de modo que sus relatos suelen resultar muy cautivantes a pesar de la crudeza de sus temáticas. Ahora que además estamos tan lejos del contexto en que se enmarcan estos textos, termina siendo muy curioso leer esas peripecias en mundos que parecen casi de antaño, casi de Fantasía a pesar de ser tan realistas (¿naturalistas?) a su modo, y ha sido por ello una experiencia lectora que he agradecido mucho por su grado de extrañamiento.</p></div><div><br /></div><div><br /></div><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">La puerta de la luna. Cuentos completos (2010), de Ana María Matute </span></b></div><div><b><br /></b></div><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhWMh3x_DR-ebqqrvVeNTarJLoFWZHGixmpSItwkWe6wVpjsAOrnf6VNk4Dqg9Aiuvyhx9wIKztGAoEWQdivLwtrKH2pCmMW338qYoKSbJgJp7YOCCUwbtL8gGt3fX0uBNx04NScV8w2cBQdcRcPVUstPXkuVZeRkE8o2y9CaVB_zZv7bxZmoXRMmXibg=s600" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="600" data-original-width="398" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhWMh3x_DR-ebqqrvVeNTarJLoFWZHGixmpSItwkWe6wVpjsAOrnf6VNk4Dqg9Aiuvyhx9wIKztGAoEWQdivLwtrKH2pCmMW338qYoKSbJgJp7YOCCUwbtL8gGt3fX0uBNx04NScV8w2cBQdcRcPVUstPXkuVZeRkE8o2y9CaVB_zZv7bxZmoXRMmXibg=w265-h400" width="265" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><p style="text-align: justify;">Este libro lo había comenzado hace muuucho tiempo, pero sus gigantescas dimensiones me demoraron su lectura, que por fin culminé el 2021. El volumen compendia todas las historias presuntamente no infantiles de Ana María Matute, uno de los descubrimientos literarios más valiosos para mí en los últimos años, junto con sus textos periodísticos. Leer poco a poco estos relatos me demostraron la grandeza de la autora en el contexto más amplio de la narrativa española de su época, pero sin dejar de lado elementos esenciales a su producción, como lo son la pérdida de la infancia o la crueldad que subyace a ella (tanto propia como ajena), así como la relación con la comunidad, la familia o la naturaleza.</p><p style="text-align: justify;">Por desgracia, y debido al tiempo que pasé leyendo el libro, de momento solo retengo retazos fundidos de sus historias, así que no estaría en condiciones de comentar relatos específicos (salvo el caso de uno); en todo caso, puedo asegurar que, de manera independiente a los años que medien entre un relato u otro, el nivel y la intensidad literaria de la autora son siempre excelentes. Entren por donde entren a su narrativa breve, siempre se encontrarán con alguna historia estremecedora, que los dejará con un regusto melancólico que, pese a su general amargura, contiene en su mismo el eco de una extraña dulzura.<br /></p><p style="text-align: justify;">No me detendré mayormente en la producción periodística de Matute incluida en el volumen; solo quisiera comentar al respecto que, como es de esperarse, resulta tan honda y poética como su producción literaria. Existe una continuidad temática fascinante entre la ficción y no ficción de la autora, que en realidad es menos obvia de lo que quizá se podría pensar al recordar que los textos de la segunda categoría se publicaron en diarios y que, en ocasiones, la “voz personal” del sujeto no tiene por qué ser necesariamente afín a su “voz de escritor”. Me ha parecido bonito constatar que, al menos en lo que respecta a mi experiencia lectora, Matute suena siempre a ella en todo registro, así sea ficción realista, ficción de fantasía o reflexiones o crónicas varias.<br /></p><p style="text-align: justify;">En donde sí quisiera detenerme un poco más es en mi relato favorito, que, como no podía ser de otra forma, fue uno de fantasía: "La razón", incluido en la compilación <i>Tres y un sueño</i>. Me ha parecido una de las mejores historias de fantasía en español que he leído, una excelente culminación de los timbres dicatastróficos de la poética imaginativa de Matute. Tanto me gustó que lo incluí como lectura de mi curso de fantasía (razón por la que lo recuerdo nítidamente, a diferencia de los otros), y me alegra compartir que es un cuento que ha tocado muchas fibras en los estudiantes por lo que narra y la forma en la que lo hace: el desesperado intento del mundo feérico por evitar la pérdida Faërie, valiéndose de la memoria y sensibilidad de un muchacho extraño. <br /></p><p style="text-align: justify;">Aunque el libro entero vale muchísimo la pena, recomendaría sobre todo este cuento a los Fantasistas. Se pueden trazar intensas y bella genealogías entre esta historia y otras que abordan la pérdida de Faërie, como la misma novela de Dunsany que he incluido en este listado.</p></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: left;"><b><span style="font-size: x-large;">No ficción</span></b></div></div><div><b><br /></b></div><div><b><br /></b></div><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">Realismo capitalista: ¿no hay alternativa? (2009), de Mark Fisher</span></b></div><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div><div style="text-align: center;"><b><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjtiDGtOMxpBOCSTGMfZyIxiFOIB0jy4XqhOn2sUL7e6dWt0LD7ZYu1-dW-2tQnb8Q6H4Y7eyFzM47tw8B3yp6roCCb6YGAZf47rBHUnsGht29Wwl7u2uwtWv54r15igOnyySE0yFHolmpwqHDrUlVUhIY4QolppUyUGbbIrJhVJMXyw0gMLuwU6n07DQ=s2303" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2303" data-original-width="1535" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjtiDGtOMxpBOCSTGMfZyIxiFOIB0jy4XqhOn2sUL7e6dWt0LD7ZYu1-dW-2tQnb8Q6H4Y7eyFzM47tw8B3yp6roCCb6YGAZf47rBHUnsGht29Wwl7u2uwtWv54r15igOnyySE0yFHolmpwqHDrUlVUhIY4QolppUyUGbbIrJhVJMXyw0gMLuwU6n07DQ=w266-h400" width="266" /></a></div><br /><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div><p style="text-align: justify;">Este es un libro desgarrador, y el hecho de que su autor se suicidara tras largos procesos depresivos no hace sino encuadrar la sensación de asfixia de esta obra.<br /></p><p style="text-align: justify;">Fisher aborda en este ensayo la idea de que el capitalismo no sea ya presentado como la presunta "mejor" alternativa, sino como la única posible, y lo que ello podía implicar: una depresión de origen sistémico antes que meramente personal o bioquímico, una espiral burocrática sin fin que difumina responsabilidades en ámbitos educativos o laborales, o que incluso las pretensiones antisistémicas estén contempladas dentro del sistema, por ejemplo. Para elaborar su discurso, Fisher recurre al contrapunto de numerosos filósofos marxistas, como Slavoj Zizek, o la dupla de Gilles Deleuze y Félix Guattari, lo que en un principio resulta intimidante si, como yo, no estás habituado a leer ese tipo de trabajos. Sin embargo, las explicaciones del autor sobre sus postulados me parecieron claras, al menos en sus bases más elementales, de modo que no resulta tan complicado seguir el hilo general de su pensamiento. Contribuyen también a esta claridad diversos ejemplos de obras culturales, desde películas populares hasta el trabajo de Franz Kafka. Por supuesto, la obra en sí sigue siendo compleja, pero adquiere su profundidad por otras razones. <br /></p><p style="text-align: justify;">Hay algo sumamente ominoso en leer diversos pasajes y análisis de situaciones y pensar en seguida en desgraciadas experiencias sociales y laborales personales. Fisher habla desde un contexto, claro, pero este es extrapolable a otros. En el fondo, gente como yo pertenece a esa generación que él retrataba con los auriculares siempre encima, aunque no estuvieran reproduciendo música: sus estudiantes. <br /></p><p style="text-align: justify;">¿Qué esperanza ha quedado para nosotros en este realismo capitalista, ahora que hemos dejado de ser formalmente "adultos jóvenes"? ¿Qué esperanza queda para nuestros hijos, nuestros propios estudiantes y todas las generaciones venideras? Hay quienes han aventurado que las cosas han empezado han cambiar en esta última década, pero me pregunto cuáles serían (si los hubieran) los cambios específicos para Latinoamérica y Chile, y qué podemos hacer personas como nosotros para ofrecer algo que complemente la resistencia de puños alzados: una mano tendida en busca de otra, por ejemplo. Mi pregunta personal por la búsqueda de entrega a otros de una esperanza política que venga de la imaginación y que sin embargo se pueda concretar en este mundo <a href="https://tierradefay.blogspot.com/2019/11/la-fantasia-despues-del-18-de-octubre.html" target="_blank"><b>es algo que he estado planteándome con angustia desde 2019</b></a>. Obviamente, tengo para largo, si es que alguna vez doy con algo parecido a una respuesta, pues claramente se trata de un asunto que desborda optimismos contingentes. Por cierto que las propuestas de Fisher no terminan de convencerme, en la medida en que son naturalmente seculares y que yo creo que deberían abrirse a discusiones de índole más espiritual.<br /></p><p style="text-align: justify;">Ahora bien, por alguna razón, mientras leía artículos sobre esta obra, me topé dos veces seguidas con una asociación a la virtud de la caridad. ¿Qué probabilidades había de encontrar esta idea en una obra marxista? Lo ignoro, pero me pareció una serendipia fascinante. Creo que mi fascinación se explica en lo curioso que resulta que un autor como Fisher pueda haber terminado expresando este tipo de virtudes cristianas mejor que algunos autoproclamados creyentes que al final no se preocupan por nadie más que por sí mismos y los suyos, y cuyas filiaciones religiosas no son más que excusas para justificar su anti intelectualismo u odiar a todos los que no son como ellos. Supongo que, salvando las obvias distancias, puede ser un fenómeno homólogo a algo que suelo comentar: la experiencia de encontrar historias que no se presentan como de Fantasía y que sin embargo encarnan mejor sus principios ético-estéticos que muchas obras que se han adueñado del rótulo.<br /></p><p style="text-align: justify;">Personalmente siento que las angustias que plantea Fisher debería compartirlas cualquier persona que tribute a la fe cristiana, porque tienen que ver con una profunda preocupación por la salvación del ser humano, pero ya sabemos cómo está de revuelto es(t)e mundo. <br /></p><p style="text-align: justify;">En fin: sea cual sea el sistema de creencias del lector en las boscosas lindes de la fe, el libro de Fisher ofrece un desolador panorama en el que detenerse a pensar... y, ojalá, eventualmente también a actuar.</p><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">Sentido de lugar. Ensayos sobre poesía chilena de los territorios sur-patagónicos (2021), de Sergio Mansilla</span></b></div><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div><div><b><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh4FFqfF7ky5x579Rgb9GR5cdGJi2MmRr8C2V4I-zuLIHWffF2T6K_jlbd5AXZuW6bM3ZCZHndUbCj45NvetpMmYHTmJ0MKvz-fpk58bQFrdbg-3n4b8vjlNJ-p_z-lGE6RYvaYR4AAh4AxdaK_RDYSgSUBaIfphkNLjihxCHR1GqafG4nLa7GgO-8S7A=s1181" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1181" data-original-width="835" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh4FFqfF7ky5x579Rgb9GR5cdGJi2MmRr8C2V4I-zuLIHWffF2T6K_jlbd5AXZuW6bM3ZCZHndUbCj45NvetpMmYHTmJ0MKvz-fpk58bQFrdbg-3n4b8vjlNJ-p_z-lGE6RYvaYR4AAh4AxdaK_RDYSgSUBaIfphkNLjihxCHR1GqafG4nLa7GgO-8S7A=w283-h400" width="283" /></a></div><br /></b><br /></div><div><p style="text-align: justify;">Este libro es un compilado de ensayos divulgativos y académicos sobre diversas formas que ha desarrollado la poesía del sur de Chile, por lo que se puede leer a su vez como una especie de mapa en un sentido tanto simbólico como estrictamente territorial, y quizá aún (paradójicamente) narrativo.<br /></p><p style="text-align: justify;">Es posible que este descomunal trabajo haya estado ante todo orientado a académicos dedicados a esta línea de investigación o a poetas pertenecientes a esta tradición. Las razones por las que una persona tan aparentemente ajena a estas cosas como yo está recorriendo este tipo de parajes son aún ambiguas, así que omitiré su comentario. Sí diré que la lectura de esta obra me ha fascinado por el mundo que me ha descubierto, tanto desde un nivel netamente interpretativo como a partir de la poesía misma estudiada y, claro, por las ricas visiones de este gran territorio heterogéneo que conocemos meramente como "sur" y en el que de momento, por circunstancias personales, se ha vuelto ahora también mi territorio.<br /></p><p style="text-align: justify;">La obra se presenta en sinopsis y críticas desde la necesidad de cuestionar el retrato idealizado de la noción de lar de Jorge Teillier, así como de desromantizar lo que podríamos denominar aquí, siguiendo ciertas campañas de márketing, como "la magia del sur". La verdad es que no entiendo la obsesión por desmarcarse de lo lárico, incluso en su versión más genérica, ni por qué la idea de una desmitificación sería algo tan horrible como los académicos la pintan. Es evidente que una lectura más atenta de estas visiones poéticas dan cuenta de que no se trata de alabar el sur como postal idílica. Me parece sumamente obvio pensar que parte del encuentro con la "belleza de lo natural" (para decirlo de una forma explícitamente cursi) es también asumir una postura política ante la depredación neoliberal que la ha degradado cada vez más, apartándonos además de sus raíces culturales de nuestros pueblos originarios y sumiendo a la población que no logró subirse al carro pirata de la modernidad latinoamericana en una precariedad repudiable. <br /></p><p style="text-align: justify;">Construir mitos (de hecho, curiosamente, Mansilla usa el término mitopoética una vez, en la introducción) debiera ser también una forma de reapropiación salvaje de todo lo que nos ha sido arrebatado. Y así también puede (¿debiera?) entenderse el lar, y así también parece plantearlo indirectamente el autor en sus ensayos.</p><p style="text-align: justify;">Entre algunos puntos muy disfrutados de este trabajo destaco la recepción del concepto de <i>suralidad</i>, acuñado por el poeta Clemente Riedemann; la insistencia en la manera en la que algunos (conquistadores o compatriotas poderosos) han socavado el territorio; los cruces culturales entre localidad e inmigración; los vívidos y variados imaginarios sureños, desde los chilotes a los patagónicos; las inserciones de la experiencia personal del autor como sureño y como poeta y la figura simbólica y concreta del viento como imagen poética.<br /></p><p style="text-align: justify;">Desde luego, no todos los poemarios estudiados me han interesado, pero tampoco lo esperaba. Hay algo extraño en ciertos trabajos académicos que terminan suplantando la obra analizada, de manera que es la lectura propuesta la que ocupa el foco. Creo que este es uno de esos casos, pero no me resulta molesto. Como dije, vine a este libro por razones tan diversas y entrelazadas entre sí como la maraña de doseles de un bosque, y me volví con algunas semillas inesperadas pegadas a los zapatos. Veamos qué sures nacen de ellas.</p><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><b>Los artistas y la política (2020), de Virginia Woolf</b></span></div></div></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><b><br /></b></span></div><div><span style="font-size: large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh33zi2mOLlyTRX4a3WDCaeK-C5qlxjthU-wf28FyW4xLA36Sp3kEs7Wg6r7Yr8gfEC37aH1-AYnmtI4ara5LOTTP_K9yo-33LmiQ9CT-elcmETNHqQ5aESWqlQQbZ59QNZ_LKsSW0pZkbwEVYnhWUvL-uhSChOl4guGtwG9ax6dgeYhYtdrrwbugZwqg=s854" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="854" data-original-width="600" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh33zi2mOLlyTRX4a3WDCaeK-C5qlxjthU-wf28FyW4xLA36Sp3kEs7Wg6r7Yr8gfEC37aH1-AYnmtI4ara5LOTTP_K9yo-33LmiQ9CT-elcmETNHqQ5aESWqlQQbZ59QNZ_LKsSW0pZkbwEVYnhWUvL-uhSChOl4guGtwG9ax6dgeYhYtdrrwbugZwqg=s320" width="225" /></a></div><br /></span><p style="text-align: justify;">Virginia Woolf era una escritora tremenda, tanto en su técnica literaria como en la hondura y elegancia de sus reflexiones eruditas y cotidianas. En esta compilación de la editorial chilena Alquimia, se reúnen un conjunto de textos diversos dedicados a explorar los vericuetos de la relación entre los elementos del título, así como lo que implica la política en general en las prácticas artístico-culturales. Junto a este libro tuve acceso a otra compilación homóloga, de la argentina La bestia equilátera, y las leí casi en paralelo. Salvando por el hecho de que algunos textos se repiten y de que hay algunas divergencias naturales en la traducción, me pareció más interesante el foco de la edición chilena. Me alegra mucho que, desde hace ya unos años, las editoriales independientes locales estén fortaleciendo su catálogo de traducciones y estén haciendo circular desde sus propios sellos a autores canónicos. Quienes refieren a la presunta colonización de pegarse al canon eurocéntrico siendo latinoamericano parecen olvidar que leer esas obras y esos autores desde aquí, desde ahora, puede ser también una forma de reaparopiarse de aquellos escritos y escritores. <br /></p><p style="text-align: justify;">Como no soy de Letras Inglesas (:'c) y nunca tuve oportunidad de hablar de autores angloparlantes en Letras Hispánicas, me declaro más bien ignorante en cuanto a la apreciación contemporánea de Woolf, fuera del emblemático ensayo feminista <i>Un cuarto propio</i>. Al margen de ello, creo que esta selección de ensayos pueden leerse tan contingentes y relevantes en su esencia como aquel otro, pese a los matices contextuales. En lo personal, me sorprendió descubrir a una Woolf sumamente comprometida con su posición como intelectual pública; tenía el prejuicio que era más bien una señora snob (no en un sentido negativo para mí), y lo era hasta cierto punto, claro, pero no era solo eso. Junto a la ya conocida reflexión sobre la mujer como artista, Woolf piensa en el potencial político y liberador de la palabra en sí, en las siempre contingentes tensiones entre pasado y presente (ahora que ella misma es parte de nuestro propio pasado, en cierto modo), en los privilegios de los que depende el artista y los privilegios que derivan de la obra artística, entre otros asuntos afines. También destacan sus pensamientos expresados ya no solo desde las formas más convencionales de la conferencia o el ensayo, sino también desde las cartas enviadas a editores u otros escritores, en donde se aprecia también un componente algo más irónico. <br /></p><p style="text-align: justify;">En cuanto a aspectos formales, siempre es una delicia perderse en la prosa de la autora. Empiezas en una parte y terminas en otra muy distinta, o derechamente no terminas y continúas con sus palabras resonando en tu cabeza o continuando nuevos senderos de pensamiento. Y eso considerando además de que los textos antologados no son particularmente extensos, algo que me sorprendió y despertó mucha admiración debido a mi incontinencia verbal habitual. Desde luego, me gustaría aprender mucho más de Woolf, considerando también su sorprendente obra ficcional, pero creo que leer este compendio de reflexiones me ha ayudado a recalibrar mi mirada inicial al trabajo de la autora.</p><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><hr /></div></div><p style="text-align: justify;">Con esto terminado mi recuento anual. Me entusiasma tener pendientes para 2022 algunas obras de Fantasía que he esperado mucho leer; espero que me gusten lo suficiente como para poder incluirlas en el próximo recuento. </p></div></div>Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-18664322907725701012021-09-20T09:00:00.036-03:002021-09-20T09:00:00.284-03:00Participación en la Mexicona 2021<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhPHkTzSTajAeXVjkw-Nnk2yB0NMrlZHgAVoIwZk0UayIiudiZcswoApLgvHkGDdvhVSARRYLSgRZMXM72mx1clp9_kg56LmajN7lrbROjRvx9enpoDV1UpMXI8M5UKABxXhLv3IMl7J8aT/s940/Mesa4.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="788" data-original-width="940" height="335" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhPHkTzSTajAeXVjkw-Nnk2yB0NMrlZHgAVoIwZk0UayIiudiZcswoApLgvHkGDdvhVSARRYLSgRZMXM72mx1clp9_kg56LmajN7lrbROjRvx9enpoDV1UpMXI8M5UKABxXhLv3IMl7J8aT/w400-h335/Mesa4.png" width="400" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;">He sido invitada a participar en la versión de 2021 de la <i>Mexicona: imaginación y futuro</i>, convención en línea dedicada a la conversación y discusión sobre el potencial de la ficción imaginativa desde Latinoamérica. Fue creada el 2020 por las escritoras mexicanas Andrea Chapela, Libia Brenda, Iliana Vargas y Gabriela Damián Miravete.</p><p style="text-align: justify;">Como suele suceder en este tipo de eventos, la <i>Mexicona </i>había estado orillada principalmente a la ciencia ficción, pero esta versión felizmente incluye una mesa centrada en la Fantasía. <a href="https://tierradefay.blogspot.com/2018/01/reflexiones-sobre-mi-participacion-en.html"><b>A propósito de una instancia académica pasada</b></a>, reflexionaba sobre los peligros de contar con un único espacio para la Fantasía en contextos en los que domina la ciencia ficción, pero confío en que en esta ocasión la experiencia será muy diferente.</p><p style="text-align: justify;">En primer lugar, compartiré el diálogo con las escritoras Edna Montes y Verónica Murguía, conversación que moderará Gabriela Damián. Quienes sigan mis aventuras y desventuras como Fantasista saben que <a href="https://vagalumbre.com/2020/10/12/la-idea-de-una-fantasia-latinoamericana/"><b>he trabajado académica y reflexivamente con la obra de Verónica en los últimos años</b></a>, desde que <a href="https://tierradefay.blogspot.com/2016/12/conoci-veronica-murguia.html"><b>descubrí <i>Loba </i>y la conocí personalmente en una visita que hizo a Chile</b></a>, así que es muy bonito verme de pronto del mismo lado de la mesa de una de mis autoras vivas más admiradas, aunque sea de manera virtual. A Edna la sigo en Twitter y estoy muy interesada en leer su reciente publicación, <i>El fuego en la memoria</i>, una novela infantil de Fantasía. Y a Gabriela le he venido siguiendo la pista en Internet desde hace algunos años ya, sobre todo por sus contundentes ensayos imaginativos, y tuve incluso la posibilidad de conocerla en México en 2017. Estar en buena compañía, con gente que habla desde tu misma lengua imaginativa, siempre enciende las palabras.</p><p style="text-align: justify;">En segundo lugar, la organización de la <i>Mexicona </i>ha propuesto un enfoque sumamente interesante para nosotras. El título de nuestra mesa, de hecho, es <b>"Fantasía, naturaleza y eucatástrofe"</b>, una mirada muy pertinente sobre los dominios imaginativos de la Fantasía en relación con el futuro. Gabriela, fiel a su gran mirada crítica, también nos compartió un temario/cuestionario como hoja de ruta con derroteros sugeridos muy interesantes, que buscan abarcar los valores intrínsecos o potenciados en particular por la Fantasía en relación con el tema de discusión. Esto es muy importante porque, en este tipo de cosas, pienso que la ciencia ficción ha tendido a acaparar una discusión política y contingente que en realidad es inherente a <b>todas </b>las expresiones de la literatura imaginativa, incluyendo la Fantasía. Será bueno entonces ver cómo nuestras aproximaciones contribuyen al debate. De hecho, desearía incluso desarrollar mis ideas en torno a las propuestas de Gabriela más allá de mi participación en la <i>Mexicona</i>, o complementándolas con las intervenciones de Edna y Verónica, y dejar registro de esas reflexiones en este sitio. </p><p style="text-align: justify;">Espero que esta versión de la <i>Mexicona </i>suponga un bello punto de encuentro para la discusión de las literaturas imaginativas desde nuestro continente, que tanto necesita de sus historias, y que la Fantasía vuelva a tener voz en futuras versiones.</p><p style="text-align: justify;">Comparto a continuación la información relevante del evento:</p><p></p><ul style="text-align: left;"><li><b>Programa completo:</b> <b><a href="http://mexicona.mx/programa/" target="_blank">Aquí</a></b></li><li><b>Mesa en la que participo:</b> Fantasía, naturaleza y eucatástrofe</li><li><b>Coexpositoras:</b> Verónica Murguía y <a href="https://www.facebook.com/EdnaMontesEscribe/"><b>Edna Montes</b></a></li><li><b>Fecha y hora:</b> Domingo 26, 16:30 pm (México) / 18:30 pm (Chile)</li><li><b>Transmisión en vivo:</b> <a href="https://www.youtube.com/channel/UC87IsN-LsvzYAB8Npxe2vaw" target="_blank"><b>YouTube</b></a></li><li><b>Redes sociales de <i>Mexicona</i>:</b> <b><a href="https://twitter.com/MexiCona_CF" target="_blank">Twitter</a>, <a href="https://www.facebook.com/MexiCona-102704048231866/" target="_blank">Facebook</a>, <a href="https://www.instagram.com/mexi.cona/" target="_blank">Instagram</a></b></li></ul><p></p><p style="text-align: justify;"><br /></p>Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-62241074233353721352021-08-23T19:58:00.003-04:002021-08-29T17:38:00.685-04:00Participación en el II Seminario Tolkien (Sociedad Tolkien Colombia)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhhCOoFobMHXaHpCbyz-Ym-RIkbCm8nq2vUCCvt8ZPKh7ABErWXtrG1-QnVcSfDwJa4hGdOCiAzoicCXwjeaQNKhIi4TR353JKcOR2ZLR-Tki1Ef0TBzHMUxP_4asTem7DH_vjrYdk0Suq/s1189/IISeminarioTolkien.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1189" data-original-width="1080" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhhCOoFobMHXaHpCbyz-Ym-RIkbCm8nq2vUCCvt8ZPKh7ABErWXtrG1-QnVcSfDwJa4hGdOCiAzoicCXwjeaQNKhIi4TR353JKcOR2ZLR-Tki1Ef0TBzHMUxP_4asTem7DH_vjrYdk0Suq/w364-h400/IISeminarioTolkien.jpg" width="364" /></a></div><p style="text-align: justify;">Feliz e inesperadamente, la Sociedad Tolkien de Colombia, <i>Oroudrin</i>, me ha invitado a participar de la segunda versión de su seminario del autor en calidad de expositora magistral. Esta invitación me resulta particularmente bonita porque el tema de este evento se conecta directamente con una línea de investigación en la que he ido trabajando en los últimos años: <b>el legado de la obra ficcional y pensadora de J.R.R. Tolkien y, en especial, en la forma en la que los escritores latinoamericanos de Fantasía lo recibimos como tradición</b>. </p><p style="text-align: justify;">Adicionalmente, es la primera vez en mucho tiempo que vuelvo a participar en una iniciativa asociada a una Sociedad Tolkien, y la primera vez histórica en la que soy invitada de manera individual. Si bien adoro la obra del autor inglés, como es obvio, ciertas formas comunitarias y lúdicas que han ido adoptando las asociaciones de este tipo me resultan incómodas y ajenas, y me imagino que el sentimiento respecto a mi concepción estética de la Fantasía, así como el hecho de que el trabajo de Tolkien no sea lo único que me interese de ella, puede despertar sensaciones equivalentes en el público <i>tolkiendili </i>habitual. De ahí que me resulte muy grato saber que hay Sociedades Tolkien preocupadas por ofrecer también espacios críticos y dialogantes como el de este seminario, que abran la conversación sobre este autor más allá de él mismo y lo pongan en contacto con temáticas más amplias para el interesado en la Fantasía y, ciertamente, en la literatura en sí.</p><p style="text-align: justify;">Al respecto, mi exposición en el II Seminario Tolkien se titulará <b>"Claroscuros de la influencia de la obra de J.R.R. Tolkien en la fantasía latinoamericana"</b>. Como el nombre sugiere, a través de ella procuraré explorar críticamente lo que ha significado tener la obra de Tolkien como habitual piedra angular de la Fantasía, con todas las virtudes y limitaciones que tal contexto podría suponer para el fantasista latino. Por supuesto, aprovecharé de compartir algunos de los hallazgos de mi tesis de Magíster en Literatura, en lo que respecta a la lectura comparada de las obras de Liliana Bodoc y Verónica Murguía y su compleja relación con la de Tolkien. </p><p style="text-align: justify;">Como saben, por lo general las tesis académicas están destinadas al olvido absoluto por inútiles e irrelevantes, a menos que se transformen en <i>papers</i>, lo que en realidad solo las vuelve inútiles e irrelevantes de otra forma. En mi caso, de un tiempo a esta parte he estado desmenuzando mi tesis en diversos textos de divulgación e iniciativas (talleres), dirigidos a un público en principio mucho más variado y menos especializado que la comunidad académica normativa, con resultados curiosos. Como sea, esto me ha permitido exponer mi trabajo de maneras más efectivas, así como repensar y refinar ciertas ideas con mayor libertad, en contextos más desafiantes. Por ello, espero que esta presentación me ayude igualmente a afinar ciertos pensamientos que me han acompañado los últimos meses sobre lo que significa ser un fantasista desde esta región del mundo, y que a su vez inspire nuevos pensamientos en el público asistente</p><p style="text-align: justify;">En esta línea crítica, les recomiendo atender también a la presentación magistral de Emilio Araya, compañero íntimo de tantas aventuras por el Reino Peligroso: <b>"Para escribir también hay que pensar: la relevancia de <i>Sobre los cuentos de hadas</i> y otras poéticas de la Fantasía en la actualidad"</b>.</p><p style="text-align: justify;">A continuación comparto detalles de interés general sobre el evento, el resumen formal de mi presentación y el programa completo. </p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b>INFORMACIÓN RELEVANTE</b></span></p><p style="text-align: justify;"></p><ul><li><span><b>Fecha: </b>10 y 11 de septiembre de 2021.</span></li><li><b>Fecha y hora de mi exposición: </b>10 de septiembre, 16:00 pm (Colombia) / 23:00 pm (España) / 18:00 pm (Chile. Confirmar GMT por cambio a horario de verano).</li><li><span><b>Inscripción como asistente: <a href="https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSctjk0K5MqvBnZnH-whTehnqXECfsEh0bhfa-LvMNklpwFAdw/viewform">AQUÍ.</a></b></span></li></ul><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><br /></b></span></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: medium;">RESUMEN</span></b></p><br /><div style="text-align: justify;"></div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: justify;">El trabajo de J.R.R. Tolkien se considera un eje paradigmático para la fantasía contemporánea, pero muchos autores de fantasía posteriores han buscado apartarse de la “alargada sombra” de sus creaciones. Así, la relación con la obra de Tolkien se ha presentado como una tensión constante para los escritores anglófonos: o se busca continuar con algunas de las ideas más reconocidas de su proyecto, o desafiar o negar este tipo de principios.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En el caso de la fantasía latinoamericana, su recepción de la obra del autor inglés presenta particularidades que trascienden las del contexto primermundista. Por ejemplo, Latinoamérica no posee una tradición nítida de literatura de fantasía. Su vinculación histórica con la ficción imaginativa, por lo demás, ha estado más inclinada al realismo mágico, lo fantástico o la ciencia ficción. Este tipo de factores inciden en que tanto la obra de Tolkien como la fantasía misma sean concebidas usualmente como anomalías en nuestro continente, más vinculadas a tendencias comerciales que a una modalidad ficcional.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pese a lo anterior, la fantasía ha sabido hallar su propio camino en Latinoamérica.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por ello, surge el interés por analizar dos trabajos autoriales latinoamericanos, el de la argentina Liliana Bodoc y el de la mexicana Verónica Murguía, desde sus complejas relaciones con la obra de Tolkien. La propuesta es que, más allá de cerrar la discusión en torno al peso de la influencia como tal, el trabajo de autoras como estas se debería entender como el resultado de un proceso de recepción productiva: un vínculo crítico y fructífero con el precursor, que pueda aportar desde el diálogo y la discusión. Ambos proyectos literarios son dos vías posibles para escribir fantasía desde Latinoamérica, transformando aquella “alargada sombra” en la luz guía de una estrella, imagen ciertamente más idónea para un fantasista.</div></blockquote><p> </p><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b>PROGRAMA COMPLETO</b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><br /><p style="-x-system-font: none; display: block; font-family: Helvetica,Arial,Sans-serif; font-size-adjust: none; font-size: 14px; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; font: 14px Helvetica, Arial, sans-serif; line-height: normal; margin: 12px auto 6px;"> <a href="https://www.scribd.com/document/521398776/Programacion-II-Seminario-Tolkien-2021-Sociedad-Tolkien-Colombia#from_embed" style="text-decoration: underline;" title="View Programación II Seminario Tolkien 2021 (Sociedad Tolkien Colombia) on Scribd">Programación II Seminario Tolkien 2021 (Sociedad Tolkien Colombia)</a> by <a href="https://www.scribd.com/user/3423965/ALaquesis#from_embed" style="text-decoration: underline;" title="View ALaquesis's profile on Scribd">ALaquesis</a> on Scribd</p><iframe class="scribd_iframe_embed" data-aspect-ratio="0.7729220222793488" data-auto-height="false" frameborder="0" height="600" id="doc_64764" scrolling="no" src="https://es.scribd.com/embeds/521398776/content?start_page=1&view_mode=scroll&access_key=key-fT5OymTUGnxgPD5Uj8pD" title="Programación II Seminario Tolkien 2021 (Sociedad Tolkien Colombia)" width="100%"></iframe></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><br /></b></span></div>Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-76778056381110523602021-05-31T10:00:00.011-04:002021-05-31T10:28:36.813-04:00Cuestionario colectivo en Twitter<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: justify;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5PHJMGcdv4t_BTtRa2qNS78FXkyW5eyxPDs6jqRQ9jX2F7V9WMObIicF5LoL6Gmmam31XqtHrLejck8-ym-k5KeES2mmWwoW2QPqrdry_ggeD8USUuFiX70s8TTLKsRkl9bR77ZJ912ZB/s883/cole-58bf80c892b65__880.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img alt="Dragón viajero en una encrucijada de mundos de fantasía" border="0" data-original-height="883" data-original-width="880" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5PHJMGcdv4t_BTtRa2qNS78FXkyW5eyxPDs6jqRQ9jX2F7V9WMObIicF5LoL6Gmmam31XqtHrLejck8-ym-k5KeES2mmWwoW2QPqrdry_ggeD8USUuFiX70s8TTLKsRkl9bR77ZJ912ZB/w399-h400/cole-58bf80c892b65__880.jpg" width="399" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><a href="https://www.boredpanda.com/inktober-dragons-brian-kesinger/?utm_source=iosapp&utm_medium=social&utm_campaign=iosapp" target="_blank">"Cole The Diminutive", de Brian Kesinger</a></td></tr></tbody></table><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hace unos días se me ocurrió la idea de pedirle a mis seguidores de Twitter su colaboración para una entrevista colectiva en la que pudiera responder preguntas sobre mi autoría y/o mis visiones ante la fantasía. La única limitante que sugerí fue que las preguntas no fueran tan "técnicas" como personales, y que no se formularan como medios para agredirme o traerme recuerdos dolorosos. Por fortuna, nadie hizo una pregunta malintencionada, pero sí me llegaron preguntas más técnicas, que tuve que encarar desde la óptica más personal que pude elaborar.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En fin: estas son las preguntas que recibí, con sus respectivos autores y mis (larguísimas) respuestas. Están agrupadas según dos categorías temáticas: visiones personales sobre la fantasía e influencias y procesos creativos personales. Las preguntas han sido mínimamente editadas, cuando correspondía, para ajustar aspectos ortográficos y gramaticales.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Agradezco profundamente la inventiva y disposición de quienes se sumaron a este ejercicio lúdico. Espero que mis respuestas no los decepcionen.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">A fin de facilitar el acceso a las preguntas, y debido a mi ineptitud con el código HTML, he ideado el siguiente sistema: cada pregunta será indicada por una <b>P</b> y el <b>número </b>al que corresponde (PX). En este pequeño índice, consigno el tema general de cada una, su orden de aparición y su autor. Entonces, bastará con que el lector busque el tema de su interés y rastree, vía el comando CTRL + F, el número de pregunta correspondiente.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><b>P1: </b>Definición personal de fantasía (Pregunta de @labalteria)</div><div style="text-align: justify;"><b>P2: </b>Expresión de la fantasía en diversos medios artísticos y narrativos y su relación con lo comercial (Pregunta de @Anima_sk)</div><div style="text-align: justify;"><b>P3: </b>Elementos que considero imprescindibles en la fantasía (Pregunta de @tamittoe)</div><div style="text-align: justify;"><b>P4:</b> Elementos no imprescindibles de la fantasía que me gustan (Pregunta de @ciudadsupernova)</div><div style="text-align: justify;"><b>P5: </b>Visión personal sobre los paralelismos históricos en la fantasía (Pregunta de @pj_terol)</div><div><b>P6: </b>Por qué elegí la fantasía por sobre otras expresiones imaginativas / Visión personal sobre la pervivencia de la fantasía (Preguntas de @nentepetl)</div><div class="css-901oao css-bfa6kz r-1awozwy r-z32n2g r-z2wwpe r-9ilb82 r-6koalj r-1q142lx r-1qd0xha r-ubezar r-16dba41 r-hjklzo r-1f6r7vd r-bcqeeo r-ou255f r-qvutc0" dir="auto" style="-webkit-box-align: center; align-items: center; background-color: #202327; border-radius: 4px; border: 0px solid black; box-sizing: border-box; color: #6e767d; display: flex; flex-shrink: 0; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 16px; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 19px; margin: 0px 0px 0px 5px; max-width: 100%; min-width: 0px; overflow-wrap: break-word; overflow: hidden; padding: 0px 5px; text-overflow: ellipsis; white-space: nowrap;"></div><div style="text-align: justify;"><b>P7:</b> Elementos reiterativos en mi obra de fantasía (Pregunta de @eljpmedina)</div><div style="text-align: justify;"><b>P8:</b> Cuáles tipos de dragones prefiero (Pregunta de @ciudadsupernova)</div><div style="text-align: justify;"><b>P9:</b> Sobre la escritura de mis personajes (Pregunta de @andurin)</div><div style="text-align: justify;"><b>P10:</b> Sobre la creación de mis mundos secundarios (Pregunta de @manodesombra)</div><div style="text-align: justify;"><b>P11:</b> Sobre el arco <i>Lost Children</i> del manga <i>Berserk </i>/ Algunas bandas sonoras favoritas de videojuegos que, para mí, expresan la esencia de la fantasía (Preguntas de @sotan_n)</div><div style="text-align: justify;"><b>P12:</b> Música que me ha influenciado en mi escritura de fantasía (Pregunta de @vardheren)</div></blockquote><div style="text-align: justify;"></div><p style="text-align: justify;"><br /></p><div style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><b>CUESTIONARIO</b></span></div><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><b><br /></b></span></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b>I. Visiones personales sobre la literatura de fantasía</b></span></div><p style="text-align: justify;"><b><br /></b></p><p style="text-align: justify;"><b>Autora: @labalteria</b></p><b><div style="text-align: justify;"><b>P1: </b><b>Vamos a las preguntas obvias y difíciles: ¿Qué es, para vos, la fantasía? ¿Cuál es su especificidad? Conste que, adrede, no estoy preguntando qué tendría que ser, ni cuál es su valor, importancia o belleza. </b></div></b><div><br />R: <span style="text-align: justify;">Esta pregunta se me hizo sumamente difícil de responder, entre otras cosas, porque muchas nociones que se me vienen enseguida a la mente no son, paradójicamente, específicas de la fantasía, pero que sí me parece que, en su unión, la fantasía aborda de manera excepcional. No me detendré en ellas porque creo que las sugiero en muchas otras respuestas.</span></div><div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Otro problema que me planteaste es la limitación a aludir a desvíos que justamente me habrían facilitado, creo, el asunto: la alusión a su valor, importancia o belleza, que son terrenos en los que siempre suelo divagar cuando hablo de fantasía.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Es curioso, entonces, pensar que lo que significa para mí la Fantasía no sea acaso una especificidad en sí, sino la especificidad inefable que se produciría en la conjunción de elementos no exclusivos. También lo es que para mí la fantasía sea justamente algo valioso, importante y bello. ¿Es todo esto algo problemático? No lo sé.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Terminados los preámbulos, y ateniendo a las limitaciones impuestas, diría que la fantasía, para mí, se define ante todo por un sentido de encantamiento. [No uso la expresión de "sentido de maravilla" porque suelo verlo empleado asociado a la ciencia ficción, cosa que no entiendo (lo último que me produce ese tipo de ficción es maravilla)]. Creo que "encantamiento" es un concepto que permite englobar todo lo que la fantasía hace en mí, como autora y lectora: me transforma desde sus historias, que se vuelven las mías; me muestra otras posibilidades de existencia, así sea en mundo secundarios autónomos o en mundos primarios con elementos mágico; me hace desear, aunque sea por unos instantes, seguir viviendo y ser más humana, a partir de sus habituales narrativas eucatastróficas, formativas y aventureras.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por supuesto, podríamos decir que el "encantamiento", así entendido, tiene también sus reveses o peligros, la menos antes de alcanzar todo lo anterior. A veces el hechizo es tan fuerte que más bien tiende a apartarte en principio de la realidad y su gente, tan pálidas y crueles en comparación. De ahí que, para mí, el principio del encantamiento deba plasmarse más allá de la obra misma y emplearlo, como se pueda, en el tejido de nuestra realidad.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Nuestras palabras aquí no van a crear ningún mundo secundario ni a conjurar ningún hechizo resplandeciente, pero quiero creer que la fantasía puede ayudarnos a usarlas de maneras más efectivas para consolar a los que, normalmente, serían inconsolables.</div></div><div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Espero no haberme desviado de tus preguntas, Lupe. Acaso lo que me hayas preguntado sea nuestra gran interrogante de vida, y quizá el encantamiento estribaría, por una vez, en no aterrizarla en palabra fija alguna.</div></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /><hr /></div><div style="text-align: justify;"><p style="text-align: left;"><b><br /></b></p><p style="text-align: left;"><b>Autor: @Anima_sk</b></p><b style="text-align: start;">P2: </b><b style="text-align: start;">¿En qué radica la esencia de lo fantástico desde sus raíces? ¿Cómo esta se traslada a diferentes medios ya sean antiguos o modernos como la literatura, la pintura, los juegos, la música o las películas? No sé si será muy técnico, pero luego de ver tus impresiones de la fantasía, que claramente se escapan a la visión comercial/superficial que todos conocemos, esto me ha estado rondando y por eso me duele haber faltado al curso que estabas haciendo xD</b></div><div style="text-align: start;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;">R: Las diferencias conceptuales entre fantasía y fantástico las abordé <b><a href="https://vagalumbre.com/2021/04/14/distinguiendo-una-vez-mas-la-fantasia-de-lo-fantastico-o-como-cortar-la-enesima-cabeza-de-la-hidra/" target="_blank">en este artículo</a></b>. Responderé tus preguntas suponiendo que te enfocas en el concepto de fantasía.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En efecto, tus dudas sí tienen una base técnica, así que primero responderé por ahí y luego lo aterrizaré a impresiones más personales.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En principio, sí, no me interesa mayormente la fantasía de veta comercial, que es la que más se promueve y prácticamente la única que se conoce en el mundo académico de letras hispanoamericanas, que ambos compartimos como formación. Pero, desde luego, esta no es la única manifestación de literatura de fantasía que existe. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Creo que la distinción más práctica en esta línea es la que realiza Brian Attebery en <i>Strategies of Fantasy</i>: la fantasía como modo, género y fórmula. A grandes rasgos, él propone que la primera corresponde a toda ficción imaginativa previa al establecimiento de la fantasía como categoría literaria y que sin embargo comparte algunos aspectos con ella. Aquí podríamos incluir mitos, leyendas y cuentos de hada, claro, pero también poemas épicos, novelas de caballería y aun ciertos trabajos, como algunas obras dramáticas de Shakespeare (<i>The Tempest</i>) o poemas feéricos. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La fantasía como género es como usualmente la tendemos a entender quienes sentimos gran pasión por ella, a medio camino entre la flexibilidad artística del modo y una mayor rigidez dada por ciertos elementos que ayudan a reforzar su adscripción a su categoría. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por último, la fantasía formulaica es aquella que identificas como comercial y superficial, es decir, una reiteración de códigos más bien rígidos que constriñen las expectativas de los lectores. Attebery no considera que esto sea malo en sí, pero creo que esta modalidad sí podría suponer un peligro mecanicista para la fantasía en el caso de que se difunda como la única posible, como parece ser muchas veces el caso en nuestro contexto.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por supuesto, la propuesta de distinción de Attebery puede pecar de rígida. Tampoco me termina de convencer el rótulo de "género" para la fantasía que quizá más me interese; creo que está muy marcado, justamente, por el filtro comercial, casi tanto como el de fórmula. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Rodeando tu pregunta, no creo que necesariamente otras modalidades narrativas o artísticas en las que la fantasía ha podido encarnarse en el tiempo estén atadas a lo comercial. Es decir, no creo que necesariamente un videojuego de Fantasía sea menos valioso estéticamente que una novela solo porque esta adopte una forma literaria tradicional. Sí creo que cada una de estas expresiones requiere del dominio de sus propios códigos para conseguir alcanzar el máximo de sus potencialidades en tanto obras de fantasía. Esto queda muy patente, a mi parecer, en el caso de manifestaciones transmediales, en las que no se trata simplemente de adaptar una historia contada en un medio específico a otro. Cuando funciona bien, se trata más bien de crear otras dimensiones de aquella historia, explorando los recursos que el otro medio puede ofrecer.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Un problema habitual que detecto en la literatura de fantasía comercial, de hecho, estriba en que algunos de sus creadores poseen una gran afición a la fantasía a partir de medios no literarios (o no prosísticos, si se quiere). Esto implica que, al desconocer las propiedades intrínsecas de la literatura, traten de forzar o implementar códigos de otros medios en su prosa, con resultados dispares. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Personalmente, nunca he entendido muy bien por qué parece haber tantos autores de fantasía a los que en realidad no les gusta leer mucho fuera de la fantasía, o que incluso no les guste leer a secas. Creo que la literatura es uno de los medios más potentes para la fantasía, pues su materialidad es altamente simbólica y evocadora en su dependencia de un sistema de signos tan particular como el lenguaje lingüístico. Que conste que no me refiero a estudiar literatura, como por fortuna o desgracia hicimos nosotros, sino a leerla con ahínco.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ojalá esta situación pudiera revertirse, sin que ello implique abandonar esas otras manifestaciones narrativas que también nos formaron, sino más bien integrarlas de otras maneras en nuestros textos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><hr /><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Autore: @tamittoe</b> </div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>P3: ¿Qué es para ti algo imprescindible en una historia de fantasía? Puede ser cualquier cosa, algo en la narración, personajes, mundo, etc.</b></div><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">R: La evocación y creación de otro mundo, o el encantamiento de este. En el caso específico de la literatura de fantasía, estos estados, a mi juicio, solo se pueden transmitir al lector desde un uso apropiado del lenguaje, que logre recrear en su imaginación visiones y nociones inexistentes aquí, pero que igualmente pueda encontrar en este mundo a modo de huellas, ecos o raíces.<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Al respecto, quisiera hacer dos aclaraciones pertinentes: al responder lo anterior, no estoy pensando ni en el <i>worldbuilding </i>ni en un lenguaje florido, como podría esperarse. Personalmente creo que la noción popularizada de <i>worldbuilding </i>como constructo ha mecanizado el proceso creativo de creación de mundo secundarios, atomizándolo en secciones de política, religiones y estructuras sociales y culturales generales. Me cuesta conectar íntimamente con mundos así concebidos, aunque pueda valorar el trabajo meticuloso de trazado y unión de elementos. Me siento mucho más remecida por las construcciones mitopoéticas, que implican, como el nombre sugiere, la creación de mitos propios. Creo que el mito, como modelo, llega a englobar todas nuestras dimensiones humanas trascendentes. Personalmente, eso sí, me cuesta horrores abordar una aproximación mitopoética en mis propias historias, por lo que prefiero trabajar con mundos encantados más pequeños y condensados en su maravilla. </div><div style="text-align: justify;"><br />En cuanto al lenguaje florido, me he encontrado con muchos casos en los que se piensa que, para escribir fantasía, se necesita un estilo muy recargado en lo lírico o muy descriptivo. En realidad, creo que lo que se necesita es un equilibrio y una precisión léxica y sintáctica que logre sostener ese otro mundo y esa otra historia, a fin de contarla tal y como es o debería ser. <br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Es importante recordar también que la idea de que qué tan florido puede ser un estilo va a depender mucho del lector y de sus costumbres lectoras. Si suele leer textos fuertemente descriptivos, una descripción extensa pero bien lograda de una geografía de fantasía no le parecerá en lo absoluto excesiva. Pero si, en cambio, está acostumbrado a narrativas más llanas y ágiles, quizá cualquier ejercicio descriptivo sobrio se haga un tanto pesado de leer. Personalmente, creo que es bueno leer y experimentar escribiendo diversas modalidades estilísticas, aunque tengamos nuestras preferencias personales como lectores y autores. <br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Un último factor que es muy importante para mí, aunque quizá pueda ser discutible en otros en cuanto a su cualidad de imprescindible, es un tono general de tristeza y la presencia de una redención final. </div><div style="text-align: justify;"><br />Algo en mí me dice que solo personas rotas o que, aun siendo mayormente felices presentan una grieta en su corazón, sienten una verdadera inclinación hacia la fantasía, y que esa búsqueda de algo que sane y salve termina traspasándose de una forma u otra a sus historias. <br /><br /></div><div style="text-align: justify;">¿Qué piensas tú?</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></div><hr /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div><div><b>Autor: @ciudadsupernova</b></div><div><b><br /></b></div><div><b>P4: ¿Qué cosas de la buena fantasía no consideras imprescindibles pero te encanta cuando aparecen en un libro? (ciertos tropos, algún tipo de temática o <i>setting </i>específico, clichés, alguna criatura mágica, etc.)</b></div><div><br /></div><div>R: ¡Me encanta esta pregunta! Hay muchas, muchas cosas, en las que en realidad no he solido pensar por centrarme casi siempre en lo más "esencial".</div><div><br /></div><div>Protagonistas feos (y, sobre todo, feas). Tristeza y soledad a raudales. Niños maltratados. Intertextos de homenaje más o menos explícitos con mis cuentos de hadas favoritos, o incluso con otras obras o autores de fantasía. Dragones. Metaficción. Magia salvaje. </div><div><br /></div><div>Todos estos elementos, por supuesto, tienen que ver de una u otra forma conmigo misma. Pero no ahondaré en las razones para que así sea más misterioso :)</div><div><br /></div><hr /><div><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Autor: @pj_terol</b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>P5: </b><strong>¿Qué piensas del uso de paralelismos históricos reales en la fantasía? Particularmente lo que hacen algunos autores modernos cuando "reproducen", en versión fantástica, acontecimientos traumáticos de la historia propia, como un intento de reflexión o quizá de sanación.</strong></div><div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">R: En sí mismos, como propuestas narrativas, los paralelismos no me parecen descartables. Lo que me molesta es la recepción habitual del público, que parece considerarlos un elemento de valor en sí mismo. Lo que parecen esconder muchas de esas valoraciones, creo, es un desprecio implícito por la imaginación, pues se tendería a pensar que la sola base histórica, por más transformada que aparezca, es más meritoria que un mundo secundario.</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Es algo que he pensando mucho en torno a la recepción de la obra de Liliana Bodoc en contextos académicos latinoamericanos. Que sea una obra de fantasía no parece importarle a estos críticos; solo les importa su lectura alegórica de la Conquista de América. Ni siquiera parecen interesarse en preguntarse críticamente en qué aporta a este proyecto la elección consciente de la autora por la forma de la fantasía épica, más allá de pensarla como una suerte de respuesta a la fantasía metropolitana (que lo es, pero me temo que también desde una óptica menos revanchista de la que esperarían). Esta molestia, muy personal, la abordé en un artículo académico hace unos años.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ahora, todo esto que he mencionado es desde el plano de la recepción. Desde la autoría, si esta elección obedece a motivos propiamente creadores, me parece un enfoque con mucho potencial. De hecho, creo que justamente lo que señalas va en esa línea: promover una reflexión o una sanación en torno al evento histórico de fuente que, quizá, no se ha podido alzar desde otras vías. Es importante recordar que la imaginación tiene un componente regenerativo y hasta cierto punto utópico, por lo que pienso que, bien llevado, un proyecto de fantasía histórica podría ayudar a abordar de maneras nuevas y refrescantes determinado evento o periodo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Sobre la compleja intersección entre historia y literatura y la difuminación y nitidez de lo que entendemos por realidad, recomiendo el libro <a href="https://www.fondodeculturaeconomica.com/Ficha/9789877191141/F" target="_blank"><i>La historia es una literatura contemporánea</i>, de Iván Jablonka</a>. Si bien no hay mucho que podamos vincular de manera explícita a la fantasía por razones obvias, la discusión de los primeros capítulos en torno al nacimiento de la novela histórica y cómo eso ayudó a revitalizar la disciplina es bastante interesante, y nos ayuda a recordar que incluso el concepto de "novela histórica" es sumamente imaginativo a su modo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><hr /></div><div><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><br /></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;">II. Influencias y procesos creativos personales</b></p><p style="text-align: justify;"><b><br /></b></p><div style="text-align: justify;"><b>Autor: @nentepetl</b></div><span style="text-align: start;"><div style="text-align: justify;"><b style="font-weight: bold;"><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b style="font-weight: bold;">P6: </b><b>[...] Veo que, en algunas ocasiones, haces una distinción entre lit. fantástica y fantasía y tu inclinación, me parece, es por la segunda. Me pregunto: ¿por qué? Históricamente hablando, en Hispanoamérica ha sido más importante la primera; la fantasía está poco explorada (escrita y estudiada) en español, sí, pero quisiera saber por qué ese apego (léase positivamente el término) a la fantasía. Pienso que, más allá de técnicas y recursos del género (fantasía), éste te agrada porque te permite leer, escribir y profundizar en la realidad fáctica con más ahínco y precisión que otros géneros. Lo mismo puede decirse de la fantástica, toda proporción guardada. Por ello mi curiosidad.</b></div></span><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Finalmente, porque se relaciona, ¿por qué elegir la fantasía entre tantos otros géneros? ¿Es una respuesta al realismo que impera casi siempre? Más o menos ocurrió lo mismo y sigue ocurriendo con lit. fantástica y otros géneros (no uso el <i>umbrella term</i> '<i>speculative fiction</i>').</b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Una más, ¿crees que la fantasía permanecerá viva, fuerte y con mucho por aportar (en Hispanoamérica, aunque eso no quita hablar de otras regiones y en otras lenguas) en el futuro o decaerá? Como todo género, tiene desarrollo, auge y declive y posible resurgimiento. ¿Qué opinas?</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">R: En términos estrictamente personales, siempre he amado la fantasía porque solo ella me descubrió una belleza y un consuelo suficientes como para no morirme, tanto desde la literatura como desde los videojuegos. Nada ni nadie más me dio eso cuando más lo necesitaba, y ella me dio todo sin pedirme nada a cambio.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ahora, como este tipo de respuestas íntimas suele incomodar a la gente, me veo en la necesidad de expandirme por derroteros <i>algo </i>más racionales. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Sin duda, en ello hay algo de lo que mencionas. Al margen de lo más íntimo, siento que la fantasía me entrega posibilidades ético-estéticas muy ricas, más que cualquier otra modalidad ficcional, imaginativa o no. Y entre ellas, claro, está la posibilidad de reconectar con este mundo, que me suele parecer tan ancho y ajeno, y con su gente, tan incognoscible e inconscientemente cruel a veces. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Sugieres que este tipo de cosas podrían realizarse también con la ciencia ficción y lo fantástico, y creo que sí, pero de maneras diferentes, o solo hasta cierto punto. La posibilidad de reencantamiento es algo que me parece lejano a estas otras modalidades imaginativas, por sus propias características estéticas. Tampoco puedo dejar de mencionar que tanto lo fantástico como la ciencia ficción, a mi juicio, tienen una raíz más explícita enterrada en la realidad, y que esa es la razón por la que tienen más prestigio en América Latina. Por alguna razón que no he logrado articular bien, sospecho que este continente desprecia la imaginación más "pura" y que solo tolera sus incursiones en la medida en que estén atadas, ojalá de la manera más evidente posible, con nuestro mundo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En particular, la ciencia ficción y lo fantástico me parecen demasiado intelectuales. Este alcance puede parecer extraño viniendo de mí, pero creo que el inicio de mi respuesta puede arrojar luces sobre ello: mi filiación principal a la fantasía es, ante todo, espiritual, casi sagrada. Todo lo demás es una filiación exclusiva del intelecto, con todas sus diversiones y limitantes. ¿De qué me sirve a mí la vacilación del fantástico tradicional? Creo que mi mundo ya tiene bastantes amenazas desde lo conocido. ¿De qué me sirve a mí la propuesta utópica o distópica de cierta ciencia ficción? Ningún cambio imaginado, aunque llegase a plasmarse en mi propia sociedad, podría rozar, para bien o para mal, mi núcleo de dolores originales.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Podrías refutarme que me estoy basando en nociones demasiado simples de estas ficciones, y sí. Pero lo que me entrega la fantasía, incluso en sus dimensiones más básicas (viaje del héroe, bien contra el mal; qué sé yo), cuando está escrita con cariño y sinceridad, es mucho más que las posibilidades de lo anterior.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por todo lo anterior, creo que se entiende mejor que mi preferencia por la fantasía no nace de una oposición al realismo. De hecho, ¡me encanta el realismo decimonónico! Siento que, en espíritu, ciertas obras de autores como Fiodor Dostoyevsk<span face="arial, sans-serif" style="background-color: white; color: #5f6368; font-size: 14px; font-weight: bold; text-align: left;">i</span>, George Eliot, Leonid Andreiev o Charles Dickens están más cercanas a la fantasía que obras que hoy se venden como tales. Y, ciertamente, me gustan mucho más que obras de lo fantástico y la ciencia ficción.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El realismo que me desagrada es el contemporáneo, que suele abordarse en novelas famélicas, fragmentarias, con estilos plomizos (en Chile) o excesivamente líricos sin decir nada (en el resto de Latinoamérica), egocéntricas en torno a un ser personaje (que a veces es un trasunto del autor, o que pretendo serlo de toda una generación) que no me podría parecer más <i>normie</i>. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Siento que este tipo de narraciones está muchísimo más lejos de mí que la novela de fantasía épica promedio, y por eso tiendo a evitarlas. Además, me aburren un montón. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Respecto al futuro de la fantasía, por más extraño y desagradable que suena, espero que colapse comercialmente. Le debo a este "nuevo" <i>boom </i>de los últimos 30 años mi descubrimiento de ella, claro, pero también muchas tristezas por su degradación capitalista, y mucha soledad. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En cuanto a la permanencia de la fantasía, yo diría que siempre ha estado con nosotros, bajo diferentes modalidades. Creo que esto es cierto incluso en nuestro continente; es solo que, por la odiosidad que este le prodiga, me da la impresión de que muchos de estos trabajos están ocultos en la tradición latinoamericana. Ahí estribará nuestra tarea de rescate y defensa. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero, incluso si la fantasía pereciera como tal, nos quedarían sus fuentes, que sí son imperecederas: los mitos, los cuentos de hadas, el folclor. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Es probable que, por mi fecha de nacimiento, no llegue a ver en vida ningún resurgimiento de la fantasía como tanto lo hubiera deseado, y en el que quizá hubiera sido menos atacada y más escuchada. Sí espero, al menos, vivir su decadencia pública y comercial, pero creo que lo haré tardíamente, así que no tiene caso urgirse por eso ahora. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El gran consuelo que me queda (o que me debería quedar) es haberle entregado mucho de mí a la fantasía. En sí, haber retribuido a lo que ella me regaló. Todo lo que pase con ella más allá de eso escapa de mi mente y mi corazón, y ninguno de mis deseos ni predicciones en torno a su futuro debiera tener importancia alguna.</div></div><div><br /></div><hr /><div><br /></div><div><div style="text-align: justify;"><b>Autor: @eljpmedina</b></div><span style="text-align: start;"><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>P7: Me gustaría saber qué elementos suelen repetirse en tu trabajo literario. Y, sin inmiscuirme demasiado, a qué se deben cada uno de ellos. </b></div></span><div><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;">R: En general, creo que lo que más destaca son mis personajes internamente marginalizados de las comunidades a las que se supone debieran pertenecer. Es decir, seres que no sienten calzar del todo con sus respectivos mundos y que sufren por ello, pues eso los aparta de la comunicación y el afecto de otros. Esto se constituye como la semilla para que abandonen sus mundos originales y emprendan viajes, tanto internos como externos, que les ayude a obtener respuestas a preguntas que ni siquiera entienden si están bien formuladas. En el camino, desde luego, logran formarse y crecer como individuos, y encontrar compañía y amor en otras personas que también han emprendido sus propios peregrinajes.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Es decir, me gusta abordar una especie de <i>Bildungsroman </i>del ser diferente (?), en el sentido de que, al final del recorrido, los personajes no se reintegran a su sociedad normativa, sino que más bien aprenden a ser ellos mismos y a encontrar sus propios hogares simbólicos (y a amigos o amantes que los aceptan) desde esa identidad.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¿A qué se debe esta preferencia temática? Supongo que a la forma en la que me narro mi propia vida. Me siento exactamente así, como he descrito. Pero sabemos que la vida real puede ser bastante cruel y caprichosa en su asignación de fortunas y maldiciones, así que no puedo esperar una redención que venga solo de ella y de sus azares mundanos. En mi ficción, en cambio, tengo control pleno de lo que pasa, y un sentido de justicia y de salvación hacia los miserables que nada puede quebrantar.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Tal vez yo no pueda salvarme del sufrimiento y de la soledad al final del camino, pero me aseguraré de que todos mis protagonistas sí lo hagan.</div></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><hr /><div><br /></div><div><b>Autor: @ciudadsupernova</b></div><div><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>P8: ¿</b><strong>Preferís los dragones morrudos, como grandotes/fornidos, o esos dragones más orientales/mexicanos, que son como serpientes?</strong></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">R: Definitivamente, los grandotes. Nunca he sentido mucho aprecio por los dragones no occidentales, aunque su tradición sea igualmente rica que los otros. De hecho, me tardé mucho en reconocer a nuestras serpientes latinas como integrantes de la familia dragonil, pero creo que era más por un sesgo personal. Ellas, para mí representaban una visión más o menos validada de lo mítico latinoamericano que excluía los dragones que yo amaba.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En general, diría que me gustan todos los dragones míticos-literarios que tengan sombra como figuras arquetípicas o personajes. No me convencen los dragones reducidos a animales hiperbolizados o a criaturas adorables solo porque sí. Me gustan en particular los dragones que son una especie de expresión última de lo humano, pero de manera muy exagerada en sus defectos: avaricia, locuacidad, vanidad, rencor, pretensión de superioridad, etc. De ahí que me fascinen los dragones parlantes y su interacción con los seres humanos.</div><div>
<p style="text-align: justify;">También, aunque no lo parezca, me gustan los dragones tiernos, pero que tengan un planteamiento sólido detrás. Mi ejemplo paradigmático es el dragón de <i>The Reluctant Dragon</i>, de Kenneth Grahame, que es una especie de <i>dandy </i>sensible y cobardica, muy gracioso. Me gusta mucho esa historia porque es muy irónica y muy consciente de la tradición del enfrentamiento entre el caballero (aquí, otro San Jorge) y el dragón, que subvierte desde la performance. Desarrollé este análisis en mi artículo <a href="https://www.academia.edu/39436887/El_dragon_humanizado_como_reescritura_de_la_leyenda_de_San_Jorge_en_The_Reluctant_Dragon_de_Kenneth_Grahame" target="_blank">"El dragón humanizado como reescritura de la leyenda de San Jorge en 'The Reluctant Dragon', de Kenneth Grahame"</a>. </p><p></p><hr /></div><div><b><br /></b></div><div><b>Autor: @andurin</b></div><div><div style="text-align: justify;"><strong><br /></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong>P9: Los personajes de tus historias son muy atrayentes, y muy distintos unos de otro. ¿Cómo logras eso, para que no sea una tarea titánica?</strong></div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">R: Personalmente no tengo la percepción de que sean tan distintos entre sí. Por el contrario, creo que suelo escribir los mismos tipos (en el sentido de tipo literario) reiteradamente, con más o menos cambios. Es como si ensayara los personajes en diferentes historias. El ejemplo más explícito es mi galería de personajes maternos: son varias, pero todas comparten conflictos y virtudes similares.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">Creo que puede crearse la sensación de diversidad porque he publicado pocas historias respecto de todas las que he escrito. Entonces, a partir de esa situación, y siguiendo el ejemplo anterior, el lector normalmente solo podría conocer una única madre, que es la de Adriana en <i><a href="https://arboloria.weebly.com/laninaquesalioenbuscadelmar.html" target="_blank">La niña que salió en busca del mar</a></i>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En cuanto a la labor de creación y desarrollo de personajes en sí, es una dimensión que me interesa mucho en la escritura narrativa. Creo, además, que es algo que se potencia en la ficción imaginativa, incluso en el caso de trabajos de inclinaciones más comerciales. Tiene mucho sentido, si lo pensamos con detenimiento: si estamos en presencia de un mundo secundario, o de un mundo primario encantado de alguna forma, es de esperar que este influjo feérico o mágico transforme a sus protagonistas en el tiempo. En el caso de lo que comúnmente se denomina "ficción literaria", y que en este caso podemos entender como realismo contemporáneo o como obras en general validadas por las instituciones literarias, esta dimensión parece mucho menos abordada, en desmedro de aspectos estilísticos o ideológicos. Una excepción notable, a mi parecer, <a href="https://tierradefay.blogspot.com/2020/10/a-proposito-de-nuestra-parte-de-noche.html" target="_blank">es la novela <i>Nuestra parte de noche</i></a>, justamente porque conjuga una prosa muy pulida con un gran trabajo de caracterización y desarrollo de sus protagonistas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En lo que a mi propio trabajo con personajes respecta, siento que aún debo explorar mucho el desarrollo de arcos diferentes, sobre todo de varones. Por lo general, cuando los personajes llevan un tiempo floreciendo en mi mente, el proceso de aterrizar sus experiencias en palabras es bastante más fluido de lo que se podría pensar. Pero en general esto se debe a que son personajes con vivencias parecidas (o extrapolables) a las mías, o cuyos arcos se corresponden con algunos de mis tipos favoritos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En ese sentido, creo que está bien que esta labor sea titánica. Por mucho que tienda y disfrute crear personajes que partan de ciertos moldes definidos, deseo también explorar otras facetas. Y en eso ayudará mucho recordar constantemente que no es esta una tarea sencilla, y que cada palabra, como cada pincelada, importa, y mucho.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><hr /></div><div><b style="text-align: justify;"><br /></b></div><div><b style="text-align: justify;">Autor: @manodesombra</b></div><div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>P10: Por experiencia sé que construir un mundo secundario requiere de mucho trabajo ¿cómo lo haces tú para construirlo en tu propia obra? ¿En qué te inspiras? ¿Qué culturas tomas como referencia?</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">R: La verdad es que, hasta ahora, no he solido preocuparme demasiado de eso, al menos no en las obras que he llegado a publicar. Suelo trabajar con universos contenidos, en los que se aborda algún tipo específico de encantamiento que sienta las reglas internas de lo mágico. Mi foco suele estar en ciertos tópicos recurrentes en mi escritura, o en el estilo que busco desarrollar. Esto ha sido así desde mucho antes de agarrarle tirria al concepto de <i>worldbuilding </i>como se suelen entender hoy en día. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Para mí, la hoja precede al bosque.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ahora bien, donde sí estoy más consciente de la necesidad de conjurar un mundo secundario más sólido es en obra mayor. Por supuesto, como es originalmente una obra temprana, sus mimbres son bastante genéricos. Por ello, he estado desde hace algún tiempo dándole vueltas a la idea de crear territorios con identidad geográfica y cultural, pero aún no he articulado lo suficiente estos pensamientos. Lo que menos me interesa es hacer <i>worldbuilding</i>; de ahí que me importe que esta otra propuesta tenga otro origen, y estoy dispuesta a demorarme lo que sea necesario en ella.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Eso sí, de momento puedo confirmar que esto no tiene nada que ver con inspiraciones localistas. Es decir, he ido aprendiendo a reencontrarme con la tierra de Chile desde otras formulaciones (casi todas periféricas, desde la poesía y el ensayo), pero no tengo un aprecio intrínseco por la construcción de "lo chileno", sea lo que sea eso.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Mucho me temo que mis historias siempre parecerán más "europeas" que "chilenas" en la superficie. Pero ahora creo entender mejor que a veces incluso imaginarios aparentemente europeos pueden transmitir, a su manera, inquietudes locales, y sobre todo latinoamericanas. En ese sentido, me ha ayudado mucho estar en contacto con algunos autores de ficción imaginativa de otros países del continente y corroborar que tienen inquietudes culturales similares a las mías.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">También debo mencionar en este proceso <a href="https://vagalumbre.com/2020/10/12/la-idea-de-una-fantasia-latinoamericana/" target="_blank"><b>las investigaciones que he realizado en torno a las formas posibles de la fantasía latinoamericana y sus diferentes vías para discutir "lo latinoamericano"</b></a>, que son maravillosamente y diversas y, en ocasiones, bastante menos obvias de lo que podríamos esperar.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por supuesto, es posible que otros no entiendan nada de estos sinuosos recorridos y vuelvan a reprocharme que por qué estoy escribiendo como europea de segunda mano (?). Pero ese tipo de críticas estúpidas cada vez me importan menos.</div></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><hr /><div><b><br /></b></div><div><b>Autor: @sotan_n</b></div><div><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>P11:</b> <strong>No sé si es pregunta pero me encantaría leer tus impresiones sobre <i>Lost Children</i> [arco narrativo del manga <i>Berserk</i>. de Kentaro Miura] y sus elementos feéricos. También me gustaría saber más sobre tus gustos de ost en juegos. ¿Hay algún OST de juegos que para ti represente algún ideario de fantasía?</strong></div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">R: Tengo pendiente escribir analítica e íntimamente de <i>Berserk</i>, sobre todo ahora que su autor ha fallecido, y antes que ello ponerme al día con la historia [Nota contextual: cuando Gabriel me formuló esta pregunta, aún no se revelaba la muerte de Miura]. Al respecto, siento que el arco de <i>Lost Children</i> es muy bello y terrible, e incluso factible de ser concebido como una lectura autonconclusiva, aunque naturalmente adquiera su mayor valía en el contexto de la serie.</div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>Lost Children</i>, en sí, me parece un arco que exprese con mucha agudeza algunas nociones básicas de la tradición literaria feérica, principalmente, pienso, con el poema <i>The Stolen Child</i> de W.B. Yeats. Me encanta el rol que adquieren los niños en esta narración de Miura y la forma dramática en la que enlaza sus inquietudes y dolores con el mundo de las hadas, que aquí es retratado con particular crudeza. También me encanta el rol que asume Guts, sobre todo considerando el contexto del que viene el personaje, y posteriormente descubriendo hacia dónde se dirige como tal.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En fin: es un arco que disfruté mucho cuando lo leí y que logró emocionarme en tanto historia de fantasía. <i>Berserk </i>está muy asociada a una dimensión muy oscura de este tipo de ficciones, pero creo que sus puntos altos están justamente en esa belleza triste que se desliza de cuando en cuando, así como en ese sentido imbatible de esperanza que refulge aún más, en contraste con todos sus horrores.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En cuanto a las OST, más que un ideario, creo que muchos temas de videojuegos expresan un imaginario o inspiran una evocación similar a las cualidades estéticas de la fantasía. Insisto en esta formulación: sentimientos y sensaciones antes que ideas en sí. Algo mucho más orgánico y visceral que intelectual.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Quisiera aclarar que yo suelo escribir escuchando música. De ahí que me importe que lo que me evoque esta esté más o menos en sintonía con lo que estoy escribiendo. De hecho, hace años hice <a href="https://tierradefay.blogspot.com/2014/06/personal-sobre-la-sonoridad-de-la.html" target="_blank">una lista de temas en relación con temas que, a mi juicio, sintonizaban con la fantasía</a>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En cuanto a recomendaciones puntuales de bandas sonoras que personalmente me suenen a fantasía, y con las que he escrito muchas cosas, destaco las siguientes:</div>
<p></p><ul><li style="text-align: justify;"><i>Child of Light</i></li><li style="text-align: justify;"><i>Aquaria </i>(esta me acompañó mientras escribía <i>La niña que salió en busca del mar</i>).</li><li style="text-align: justify;"><i>Legend of Mana</i></li><li style="text-align: justify;"><i>Terranigma</i></li><li style="text-align: justify;"><i>Atelier Iris</i> (1 y 2)</li><li style="text-align: justify;"><i>Bravely Default</i></li><li style="text-align: justify;"><i>The Legend of Zelda: 25th / 30th Anniversary Symphony</i></li></ul><p></p>
<p><br /></p> <hr /><div><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Autor: @vardheren</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>P11: ¿Qué canciones o música en específico consideras que ha influido o te han inspirado para escribir?</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">R: Oh, como queda patente en la pregunta anterior, la música de videojuegos ha sido una de mis mayores fuentes de inspiración desde que era niña, antes de comenzar a escribir formalmente. Compositores como Nobuo Uematsu, Yasunori Mitsuda, Yoko Shimomura han sido esenciales en mi experiencia de escritura y visionado.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">[Respecto a esto último, aunque no lo parezca por mi miopía extrema, soy una autora muy "visual": en principio, veo escenas de mis personajes y entonces sé que puedo proceder a escribirlas (o transcribirlas). Quizá mi miopía afecta en el hecho de que casi nunca veo en detalle los entornos en los que se dan estas escenas. En mis descripciones, de hecho, creo que suelen predominar los colores, y creo que eso es porque es lo único que puedo percibir con certera nitidez con mis ojos desnudos. De ahí también que el aspecto auditivo sea algo que resuene más conmigo al momento de inspirarme].</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En el terreno de la música más convencional, mis subgéneros favoritos son el power / symphonic metal, el dark folk y el post rock. Me centraré solo en el power / symphonic metal porque los otros dos suelen acompañarme en espacios más personales y no siempre asociados a la escritura en sí, o al menos, en el caso específico del post rock, no la de fantasía.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Mi descubrimiento adolescente de Rhapsody fue un hito importante para mi vida como autora de fantasía, <a href="https://tierradefay.blogspot.com/2017/05/rhapsody-o-la-eternidad-de-un-cuento.html" target="_blank">como cuento en este testimonio</a>. De ahí vinieron otros hallazgos dentro del estilo, entre los que destaco en particular a Sonata Arctica y Nightwish. Esta última banda en particular me sigue inspirando muchísimo. Escribí muchos pasajes de obra mayor con <i>Oceanborn </i>y <i>Wishmaster </i>de fondo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hoy en día, luego de una pausa de años de escuchar este género con la intensidad de antaño, me encontré con la bonita sorpresa de que habían surgido muchas bandas que buscaban retratar esa emoción épica (y acaso un tanto ridícula e hiperbólica): Twilight Force, Gloryhammer, Unleash the Archers, Beast in Black, etc.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">También me abrí con el tiempo a otras dimensiones del metal, como el black metal atmosférico o el death metal.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Personalmente creo que el metal en general marida bien la con la fantasía, como lo demuestran algunos discos conceptuales tan emblemáticos como . Pero no te sabría decir bien por qué. Creo que quizá tenga que ver con las posibilidades líricas y sonoras que ha ofrecido esta música a lo largo de su tradición.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esta filiación podría parecer genérica, pero en realidad no he conocido a mucha gente a la que le interese la fantasía y que disfrute del metal. O quizá es solo que no conozco a mucha gente que de verdad comparta mis intereses.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div></div></div>Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-90464847733712134562021-04-20T12:05:00.004-04:002021-04-20T12:05:21.536-04:00Dragon Quest: Your Story o la Fantasía interminable<p style="text-align: justify;"><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhASWdvy7N_8cdUVDt3-XA-fKPyQvgP1tgY7c_v2Kc_jeUNQX7y1Ya_1X-z87CF57iOOIsiD9CnU74CVHlSiM5cZ-_wnpeXnQqZ161dtm_f7ZAWbTtD59xMziDAH7rxgJRYKCoHaE7nU4-8/s1200/DWSlime.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="Slime de Dragon Quest saltando feliz. Hay otras criaturas del mundo DQ en el fondo" border="0" data-original-height="800" data-original-width="1200" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhASWdvy7N_8cdUVDt3-XA-fKPyQvgP1tgY7c_v2Kc_jeUNQX7y1Ya_1X-z87CF57iOOIsiD9CnU74CVHlSiM5cZ-_wnpeXnQqZ161dtm_f7ZAWbTtD59xMziDAH7rxgJRYKCoHaE7nU4-8/w400-h266/DWSlime.jpg" title="Slime & friends" width="400" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><b>(Nota: este texto incluye <i>spoilers </i>del final de <i>Dragon Quest: Your Story</i> y <i>spoilers </i>de algunos aspectos generales de otros RPGs viejitos de los que siempre hablo: <i>FF7</i>, <i>Terranigma </i>y <i>Super Mario RPG</i>)</b></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">No creo estar haciendo una afirmación demasiado controversial si sostengo que es muy probable que <i>Dragon Quest </i>sea una de las series más representativas de la fantasía épica convencional en el medio videolúdico, principalmente en el ámbito de las consolas. La que podríamos considerar su rival directa, la saga <i>Final Fantasy</i>, lleva ya más de dos décadas extraviada en imaginarios híbridos, en los que el componente de Fantasía de su título brilla por su ausencia… o por su mixtura con elementos de otros subgéneros, claramente más vistosos para el público contemporáneo occidental que la épica neomedievalista, como la fantasía urbana, el <i>steampunk </i>o la ciencia ficción. </p><p style="text-align: justify;">Con lo anterior no estoy diciendo que el hecho mismo de abandonar o postergar la estética tradicional de la Fantasía sostenida desde el mito, el cuento de hadas y el neomedievalismo, entre otros elementos afines, sea un indicador de baja de calidad o relevancia. Simplemente, a mí no me interesa ese giro. Sospecho que, en muchos casos, tendencias de mercado aparte, estos cambios se han visto motivados por las mismas concepciones prejuiciosas responsables de la cansina hegemonía de la literatura de ciencia ficción por sobre la de la Fantasía. Es como si se pensara, dicho de una manera burda, que los dragones y el desarrollo individual del héroe son para el verano de la vida y que su otoño tendría que recibirse con <i>nóvums </i>varios y aproximaciones alegóricas cada vez más dependientes de los armazones de la realidad.</p><p style="text-align: justify;">Por supuesto, discrepo de esta aparente necesidad de caducar modos de narrar. Creo que cualquier obra imaginativa, si está bien contada, tiene algo valioso que aportarnos en todas las fases de la vida, desde sus particularidades estéticas.</p><p style="text-align: justify;">Y esto es factible incluso en el caso de una propuesta tan aparentemente sencilla como la serie <i>Dragon Quest</i>, que ha permanecido casi inmutable en sus cimientos a lo largo de sus décadas de existencia. </p><p style="text-align: justify;">Habiendo previamente <a href="https://tierradefay.blogspot.com/2021/02/historia-de-una-ida-y-una-vuelta.html" target="_blank"><b>iniciado un camino personal de reencuentro con la Fantasía más sencilla (pero no por ello simplista)</b></a>, los títulos de <i>Dragon Quest</i> se han convertido en promesas de aventura con las que por fin creo poder vincularme desde cierta ingenuidad recobrada. </p><p style="text-align: justify;">En este contexto es el que sitúo mi visionado de la película animada <i>Dragon Quest: Your Story</i> (2019), que hoy podría considerar la antesala a la iniciación formal que posteriormente tuve desde el estupendo y muy adorable <i>Dragon Quest XI: Echoes of an Elusive Age</i>.</p><p style="text-align: justify;">Basada con numerosas licencias en la quinta iteración de la saga (<i>Dragon Quest V: Hand of the Heavenly Bride</i>, 1992), <i>Dragon Quest: Your Story</i> es una historia de fantasía neomedievalista bastante tradicional, y se exhibe tal cual, sin culpas, en la narración de la ruta heroica de su protagonista. </p><p style="text-align: justify;">Aunque resulta difícil condensar una narrativa que se intuye muy extensa a un par de horas, creo que en general la historia en sí resulta muy disfrutable aun para quienes no jugamos el título original. Destacan en ello algunos giros de profundidad que enriquecen su tratamiento, como el énfasis en la dinastía familiar por sobre el heroísmo solitario, por ejemplo, o la curiosísima disertación sobre el amor verdadero por sobre la infatuación. Incluso se presenta como una excelente propuesta para mostrársela a un niño o niña que comienza a interesarse por la Fantasía y las aventuras y que aún no ve su corazón contaminado por los prejuicios que hoy en día asolan este tipo de historias. </p><p style="text-align: justify;">Sin embargo, hacia los últimos minutos de la película, cuando se supone que nos adentramos al combate final, algo inesperado sucede. Lo que se esperaría como un duelo épico termina siendo un impactante comentario metaficcional, acaso insospechado en una historia como esta. </p><p style="text-align: justify;">Se nos revela que, en realidad, el protagonista no es más que un avatar de una suerte de simulación virtual de <i>Dragon Quest</i>, concebida como un viaje nostálgico a una de las historias más entrañables para el protagonista (y, por añadidura, para el espectador/jugador). Y el enemigo de esta simulación, coincidentemente, es una suerte de virus informático destinado a mostrar las costuras de esta fabulación. De hecho, literalmente manipula el entorno motor del mundo del protagonista, como modo de demostrar que todo el universo en el que él creció, amó y luchó no es más que un conjunto de texturas y animaciones, ceros y unos activados en una vida artificial y estéril. </p><p style="text-align: justify;">El virus informático confiesa que fue creado por un programador cansado de ver cómo los jugadores confunden el mundo real y el de la Fantasía alzado por los videojuegos… y entonces pronuncia esas palabras horribles:</p><p style="text-align: justify;"><i>Madura de una vez, imbécil.</i></p><p style="text-align: justify;">Todos sabemos que las palabras pueden ser portales en el tiempo. La mayoría de las veces, nos vemos transportados cuando escuchamos o leemos ciertas oraciones que replican, de manera literal, algo que escuchamos o leímos mucho tiempo atrás; oraciones que fueron importantes para nosotros, para bien o para mal, y que se quedaron en algún rincón de nuestra memoria, formándonos desde adentro. Cuando nos topamos ante ellas, creemos estar de nuevo ante ese texto o ante esa persona de la que las conocimos por vez primera, y volvemos a ser quienes éramos entonces, en aquel lugar de encuentro.</p><p style="text-align: justify;">Cuando me encontré con la burla del virus aquel, yo también viajé en el tiempo: viajé a mi adolescencia. Porque supe que el virus me estaba hablando a mí, Paula, con las voces de muchísima gente de mi pasado. No recuerdo que aquellas fueran siempre esas palabras textuales, pero sí su espíritu. Y recordé las miradas de desprecio, las sonrisas condescendientes, los comentarios irónicos. </p><p style="text-align: justify;">La incomprensión, la profunda soledad, el torrente de lágrimas. </p><p style="text-align: justify;">Si bien se trata de experiencias que sigo viviendo aún, cuando hace tiempo ya que no soy una muchacha, ahora tengo un corazón más fuerte y otras tristezas de las que ocuparme. Y ya no estoy sola. Pero aquella burla no impactó contra la Paula adulta, sino contra la Paula joven, que literalmente no tenía nada más que amar en su vida más que historias de Fantasía como la que estaba viendo y disfrutando hasta ese momento con inocente entusiasmo. </p><p style="text-align: justify;">Cuando me creía a punto de gozar de la pura ingenuidad de un anticipado final feliz, protegida en la predictibilidad de una historia que había conocido infinidad veces, sentí que se me abría una herida muy antigua y que volvía a sangrar sangre adolescente. </p><p style="text-align: justify;">Una pregunta horrible volvía a formularse, como entonces: <i>¿y si ellos tuvieran razón?</i> ¿Y si lo correcto fuese ser como ellos y abrazar todas aquellas cosas que me parecían, en el mejor de los casos, anodinas y, en el peor, repugnantes? </p><p style="text-align: justify;">Abandonar, en fin, las historias que más amaba, las historias de Fantasía, porque estas no tenían cabida en un mundo como aquel.</p><p style="text-align: justify;">¿Y si así fuese? ¿Y si esta <i>normalidad </i>era realmente como debían ser las cosas? ¿Y si lo que en verdad debía hacer era <i>madurar </i>y <i>dejar de ser una imbécil</i>?</p><p style="text-align: justify;"><i>¡Entonces la muerte!</i>, oí como entonces: la voz rabiosa de la Paula adolescente. Antes la muerte que la mácula. <i>Siempre</i>.</p><p style="text-align: justify;">Pero no necesité morir entonces, porque a mi lado estaba la Fantasía. La de mis amadas historias, en libros y en videojuegos, y la de mi amada saga personal, en la que aún trabajo. Con ellas, no teniendo nada, lo tenía todo, aunque aún no entendiera bien por qué.</p><p style="text-align: justify;">Fue el protagonista de <i>Dragon Quest: Your Story</i> quien me lo recordó.</p><p style="text-align: justify;">En las escenas en las que el chico aparecía de niño y de mayor jugando, me vi yo también con tantos videojuegos, con tantos RPGs, mi género favorito. Mi vi otra vez con las manos sudorosas, con los ojos arrasados en lágrimas, con el corazón desbocado en los enfrentamientos finales. Me recordé eufórica, desgarrada, dichosa… <i>Viva</i>. Emociones y estados que no experimenté de verdad con otros seres humanos sino hasta varios años después (y con muy pocos).</p><p style="text-align: justify;">Pero también vi otras cosas: vi a un sinfín de jugadores sintiendo lo mismo que yo. La gran mayoría como sombras anónimas, y unas pocas como versiones juveniles de gente a la que he aprendido a querer y que sé que en esos años también jugaron desde el amor. </p><p style="text-align: justify;">En ese momento, la Paula adolescente comprendió que nunca había estado sola… solo que la gente que compartía sus anhelos, esperanzas y alegrías no estaba a su lado, sino conectada a través de esas mismas historias, como las de <i>Dragon Quest</i> o <i>Final Fantasy</i>. Gente que había rezado para que Aeris pudiera ser resucitada más adelante en <i>Final Fantasy VII</i> (1997) porque no podía ser que un personaje así tuviera que morir, que había sentido la puntada en los ojos al escuchar los primeros acordes de Crysta en el final de <i>Terranigma </i>(1996) por su resonancia cíclica, que se había estremecido al apretar un mero botón en la batalla contra Giygas en <i>Earthbound </i>(1994) al son de su propio nombre en la pantalla (y yo, Paula, por partida doble: me rezaba a mí misma), que había aprendido a reconocer a Geno de Super Mario RPG (1996) en cada estrella más luminosa que las otras.</p><p style="text-align: justify;">En ese momento, la Paula adulta lloró porque escuchaba la voz de un héroe genérico (con acento mexicano en la versión visionada, como corresponde a los héroes de animé de infancia de todo latino) que decía lo mismo que ella había sentido entonces, en su adolescencia: <b>que la imaginación en general y la Fantasía en particular no eran desviaciones de la realidad, sino intrépidos rodeos para reencontrarse con una expresión más intensa de esta, tanto en sus alegrías como en sus tristezas. </b></p><p style="text-align: justify;">Es decir, ideas que J.R.R. Tolkien ya había abordado ético-estéticamente en su ensayo <i>On Fairy-Stories</i> (1947), pero que en esos años juveniles yo apenas podía intuir desde una corazonada muda. No sería sino hasta la veintena en la que conocería la existencia de este texto, y aun cuando es evidente que su profundidad y complejidad son bastante superiores, el descubrimiento de que la semilla de esta visión ya había estado en mí desde mucho antes me llenó de alegría. </p><p style="text-align: justify;">Si <i>Dragon Quest: Your Story</i> se me había presentado inicialmente como un tierno homenaje a un videojuego que esperaba con entusiasmo llegar a jugar, en este tramo final <b>se había vuelto un apasionado agradecimiento a nosotros, los jugadores, los imaginadores, por haber seguido amando lo que merecía ser amado durante todos estos años</b>, a pesar de la humillación y la crueldad de otros. Y en ese agradecimiento, de manera inesperada, había deslizado también una feroz crítica a los que hicieron de nuestra vida un calvario con sus burlas. La crítica que siempre deseamos entonces haber oído de algún defensor, compañero o amigo que nunca tuvimos. </p><p style="text-align: justify;">Es cierto que las historias imaginativas siempre han poseído un particular encanto para jóvenes desgraciados por la realidad, como yo misma en mi adolescencia. Pero, en casos como el mío, la imaginación no nos entregó un escape, como lo creen muchos (¿de verdad alguien cree que es posible <i>escapar </i>de <i>ciertos </i>horrores?), sino una imagen posible, hecha de todo lo que es más hermoso y verdadero de la experiencia humana a lo largo de los siglos, a la que nosotros también pudimos aspirar. Los cuentos de hadas y las narrativas más básicas de los viajes de héroes me enseñaron que, a pesar de venir de familias emocionalmente precarizadas que no nos entregaron ninguna herramienta esencial para la vida, o de ser mamarrachos esperpénticos para el resto de la sociedad, <b>había para nosotros un destino redentor al final de nuestra aventura, solo que teníamos que vencer todo tipo de pruebas para alcanzarlo</b>. </p><p style="text-align: justify;"><b>Nada hay más subversivo que renunciar constantemente a la desesperanza impuesta por nuestro contexto mundano normativo</b>, y eso nunca falló en dármelo la Fantasía. </p><p style="text-align: justify;">Porque un imaginador sano tiene bastante claros los límites conceptuales y culturales entre ficción y realidad, y porque entiende que <b>todo viaje ha de tener un regreso y un nuevo comienzo, y que siempre debe traer algo consigo a este mundo</b>. Porque cada historia de Fantasía bien contada y bien amada es un poco como <i>The Hobbit</i> (1937) del mismo J.R.R. Tolkien o <i>Die unendliche Geschichte</i> [La historia interminable] (1979) de Michael Ende: <b>un viaje de ida y vuelta, del que nunca volveremos a ser los mismos, y una aventura mágica en la que no podemos permitirnos sumergirnos hasta el punto de perder nuestro nombre y nuestra identidad, porque debemos retornar con nuestra propia versión del Agua de la Vida.</b></p><p style="text-align: justify;">Luego de ver <i>Dragon Quest: Your Story</i>, sentí que sus creadores y escritores quisieron recordarnos todo esto, o al menos he querido que esa sea mi interpretación personal. Que, del mismo modo en que el protagonista, <b>cada uno de nosotros vivió y revivió miles de veces un videojuego amado, y que nuestra propia vida (nuestra propia historia) también se armó y rearmó a partir de aquellas experiencias que más se quedaron con nosotros</b>. Y que esto no es en absoluto motivo de vergüenza, sino de la más pura dicha, porque nos acercó a la gente correcta, a los amigos que entonces apenas podíamos amar en aquella prefiguración de polígonos y pixeles. </p><p style="text-align: justify;">Sigamos viajando por aquellos bellos mundos imposibles, entonces, y sigamos regresando. Desde luego, seguirá habiendo voces que buscarán humillarnos, pero al menos ahora podremos recordar que siempre habrá un pequeño limo (o moguri, o hada, o dinosaurio verde) que nos mantendrá en ruta para que nunca olvidemos la pregunta que tenemos que hacernos en cada aventura: “¿qué Agua de la Vida traeré ahora a la realidad?”.</p><p style="text-align: justify;">Al menos yo sé la que logré traer de <i>Dragon Quest: Your Story.</i> </p><p style="align: justify;"><i>Este texto. </i></p><p><br /></p><p style="text-align: center;">
</p><hr /><br />
<div style="background-color: gainsboro; border: 1px transparent; margin: 0px auto; padding: 10px; text-align: justified; width: 550px;"><div style="text-align: center;"><i><b>Post Scriptum</b></i></div><div style="text-align: center;"><i><b><br /></b></i></div>
<p style="text-align: justify;">Si parece que he vuelto a hablar de las mismas cosas de las que suelo decir en este blog, eso no es solo porque me gusta repetirlas como loro hasta que decanten en mí (que también); es ante todo porque este texto originalmente fue editado para publicarse en una web videojuegos de orientación feminista y no mixta (solo mujeres en edición y en redacción). Es decir, para un público distinto al habitual. </p><p style="text-align: justify;">Sin embargo, el texto fue rechazado por ser "demasiado personal" (<i>jajajajaja</i>). Por ello, he optado por publicarlo en mi espacio <i>personal </i>y llorón por excelencia: <i>Tierra de Fay </i>:)</p><p></p>
</div>
<p></p>Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-78534278749923562512021-03-09T22:22:00.000-03:002021-03-09T22:22:00.358-03:00Curso de lectura de Fantasía 2021: "Rumbo al Reino Peligroso" (Internacional)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmFGHnt-YPUpTVxmPrgZP9b5IuFxl69AjQeCIuRp8DD2dHIf-R657Q69FWoCgfYhSaoQS3Pn0POJ7xdTJuz6l0pV9_RxTr40SF7Y-8o7cM3oKBpdlAk6PqbFJwbgh0YAJBM3e_UQUZZCqT/s800/curso-rumbo-al-reino-peligroso.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="800" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmFGHnt-YPUpTVxmPrgZP9b5IuFxl69AjQeCIuRp8DD2dHIf-R657Q69FWoCgfYhSaoQS3Pn0POJ7xdTJuz6l0pV9_RxTr40SF7Y-8o7cM3oKBpdlAk6PqbFJwbgh0YAJBM3e_UQUZZCqT/w640-h640/curso-rumbo-al-reino-peligroso.jpg" width="640" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Empezamos formalmente el año con un desafío muy singular, que me llena de miedo y entusiasmo a la vez: la realización de mi primer curso/taller (pagado, virtual e internacional) dedicado a la Fantasía.</p><p style="text-align: justify;">¿Por qué me tarde tanto en preparar algo así, si gente con menores conocimientos tiene ya una larga trayectoria en este tipo de instancias? Bueno, han habido muchos factores. El primero y más evidente es que me considero una persona tímida y un taller implica siempre un grado de extroversión funcional que permita guiar de manera adecuada el proceso. El segundo es más ideológico y ya deben imaginárselo: no creo en la enseñanza formal de la escritura, ni me siento (por lo menos por ahora) con las competencias pedagógicas específicas o el prestigio suficiente como para atreverme a intentarlo. El tercero tiene que ver con mis propias inseguridades y escasa sociabilidad: siempre he temido que, si gestiono algo como esto por mi cuenta, no llegaría nadie a inscribirse porque no tengo la capacidad de vender(me) como otros.</p><p style="text-align: justify;">Pero el tiempo pulió estas dificultades hasta limarlas a un nivel aceptable.</p><p style="text-align: justify;">Sobre lo primero. Si bien sigo siendo una persona tímida (lo que no tiene nada de malo, por cierto), mi experiencia previa como expositora académica y mis recientes experiencias docentes, tanto en modalidad presencial como virtual, me han ayudado a desarrollar más fluidez y confianza en la enseñanza.</p><p style="text-align: justify;">Sobre lo segundo. No me siento cómoda aún ante la posibilidad de enseñar escritura literaria en Fantasía... pero sí ante la de guiar y enriquecer su lectura, a partir de mis conocimientos y acercamientos personales. Básicamente, es lo que intento hacer, informal e indirectamente, cuando recomiendo o comento obras que me han apasionado: intento transmitir mi propio amor y que alguien se prende de él para animarse a leerlas, terminen gustándole tanto como a mí o no. Propiciar la discusión colectiva de estos trabajos, a la espera de conocer todo tipo de observaciones, algunas que quizá jamás podría formular yo misma, es algo que me resulta muy estimulante, tanto como presentar historias de Fantasía que no se conocen mucho o que no suelen ser leídas con tanta profundidad.</p><p style="text-align: justify;">Sobre lo tercero. Se me ha presentado la oportunidad de planificar un curso a impartirse en el marco de las actividades de una institución chilena, <i>Casa Contada</i>, que ofrece todo tipo de talleres relacionados con literatura. Esta filiación me permite contar con un respaldo externo de mi propuesta, cobrar un monto razonable y llegar a un público mucho más amplio. También, en el caso concreto de esta institución en particular, me ofrecía una presentación muy profesional, con un programa diagramado y un soporte tecnológico adecuado, cosas que estimo importantes.</p><p style="text-align: justify;">Ojalá que quienes lean este blog y/o sigan mi trabajo a través de mis distintas plataformas se animen a inscribirse en el curso y que esta experiencia les ayude a (re)encantarse con la Fantasía~</p><p style="text-align: justify;">A continuación listo algunas características generales.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"></p><ul><li><b>Web oficial del curso (para revisar detalles e inscribirse):</b> <b><a href="https://casacontada.cl/tienda/es/casa-contada/73-curso-rumbo-al-reino-peligroso.html" target="_blank">~AQUÍ~</a></b></li><li><b>Modalidad: </b>virtual (vía Zoom).</li><li><b>Sesiones:</b> 8 (1 a la semana).</li><li><b>Horario:</b> miércoles, 19:00 pm - 21:00 pm (Hora chilena. Ojo: en abril corresponde el horario de invierno, ajustado a GMT-4).</li><li><b>Duración:</b> del miércoles 7 de abril al 26 de mayo de 2021.</li><li><b>Precio:</b> $45.000 CLP / 62 USD aprox. (por todo el curso).</li><li><b>Nivel:</b> introductorio.</li><li><b>Programa oficial:</b></li></ul>
<iframe class="scribd_iframe_embed" data-aspect-ratio="0.7066666666666667" data-auto-height="true" frameborder="0" height="600" scrolling="no" src="https://www.scribd.com/embeds/497164248/content?start_page=1&view_mode=scroll&access_key=key-oKaJNyLA0cLwFf3LjlRu" tabindex="0" title="Curso de Literatura de Fantasía" width="100%"></iframe><p style="-x-system-font: none; display: block; font-family: Helvetica,Arial,Sans-serif; font-size-adjust: none; font-size: 14px; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; font: 14px Helvetica, Arial, sans-serif; line-height: normal; margin: 12px auto 6px;"><a href="https://www.scribd.com/document/497164248/Curso-de-Literatura-de-Fantasia#from_embed" style="text-decoration: underline;" title="View Curso de Literatura de Fantasía on Scribd">Curso de Literatura de Fant...</a> by <a href="https://www.scribd.com/user/3423965/ALaquesis#from_embed" style="text-decoration: underline;" title="View ALaquesis's profile on Scribd">ALaquesis</a></p>Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-39820574336198718232021-02-21T18:09:00.002-03:002021-02-22T11:55:52.639-03:00 Historia de una ida y una vuelta<p><br /></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXHVvuAyqR-Ez_Dusot-VaK4_g3z8hD4wB70EHbiYeWZz1MI2Oar6R1AxY3yoPQFOzS-kYxpGLyyHVbfKW2XIFYoGMyLSdK9SvOOcg3EkWt5vVj6MFB5pHDwPz396ppdZ9XHahXdaaxcIY/s897/Tree-zhongbiao.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="897" data-original-width="600" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXHVvuAyqR-Ez_Dusot-VaK4_g3z8hD4wB70EHbiYeWZz1MI2Oar6R1AxY3yoPQFOzS-kYxpGLyyHVbfKW2XIFYoGMyLSdK9SvOOcg3EkWt5vVj6MFB5pHDwPz396ppdZ9XHahXdaaxcIY/w428-h640/Tree-zhongbiao.jpg" width="428" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><a href="https://www.deviantart.com/zhongbiao/art/Tree-326133628" target="_blank">Fuente</a></td></tr></tbody></table><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;">Antes de comprender que los cuentos de hadas que tanto amaba desde mi infancia también formaban parte de la familia de la Fantasía, concretamente como antepasados, mi primer acercamiento decisivo a esta literatura fue a través de lo que tiende a llamarse “Fantasía épica” o “Alta Fantasía”. Por lo pronto, y aunque parezca extraño viniendo de mí, no me abocaré aquí a su discusión conceptual o teórica. Lo que me importa ahora es algo mucho más íntimo y emocional: <b>mi accidentado recorrido de esta expresión particular</b>. Un viaje de ida y vuelta, podría decir.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Como tantos otros, y como he mencionado muchas veces, mi obra iniciática fue <i>El Señor de los Anillos</i>, de J.R.R. Tolkien. Esta formación adolescente se complementó con la lectura de los libros de <i>Harry Potter</i>, que no dejaron mucho poso en mi adultez, y las experiencias de <i>anime </i>y muchos videojuegos, principalmente RPGs de consola (SNES, PSX). Estos diversos entramados me ayudaron a sentar mi tapiz personal para comenzar a escribir mi propia historia de Fantasía, a la que ahora llamo públicamente “Obra Mayor”. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esta, desde luego, era una historia que podríamos asociar a la Fantasía épica, aunque en realidad tiene bastante menos influencia superficial de <i>El Señor de los Anillos</i> y de <i>Harry Potter</i> de lo que cabría esperarse. Supongo que también era porque, de manera inconsciente, <b>la transfiguré en una suerte de biografía proyectiva</b>: escribía lo que había vivido o sentido, pero también lo que quería vivir o sentir. Vertí mis desgracias personales y existenciales y las cincelé con mis palabras adolescentes. Y allí, en el ejercicio de teclear como tallar, fui también descubriendo la persona que quería ser, y los amigos que habría deseado tener (y que no tenía). </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">No hay expresión literaria más adecuada para salvar la vida de una adolescente violentada por propios y extraños, socialmente marginada y de ciertos rasgos neurodivergentes, que la Fantasía. <b>En ella, en su recepción y creación, encontré todo lo que necesitaba para seguir adelante.</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero en esos años, además, me sentía particularmente representada por las posibilidades que atribuía a la Fantasía épica, o al menos a las obras que conocía y a la que estaba escribiendo yo misma. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Podría sintetizar todos esos atributos en una sola idea, quizá inesperada: <b>el imaginario de lucha</b>. Las grandes batallas. Los duelos, físicos y simbólicos. Los desafíos. Los obstáculos propios del camino en un viaje largo e incierto. El adiestramiento en las armas y la magia como forma de ataque y de defensa. La resistencia ante el dolor y la desesperación. La victoria agónica, eucatastrófica. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Porque así también era mi propia vida: una lucha constante para sobrevivir, para no sucumbir ante la derrota. Siempre esperé el final feliz del cuento de hadas, pero su postergación aparente me hizo reemplazar el oro feérico por los bronces de la épica.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">No encontré en mis años adolescentes ni a príncipes ni a princesas, ni animalitos encantados que hubieran podido ayudarme (tampoco es que me hubiera dado el trabajo de mirar más allá de mi nariz). No pude derrotar a ningún dragón (acaso, alguien habría dicho que me había transformado en uno de puro dolor). Nunca me confirmaron lo que tanto deseaba: que no era hija de esa familia, sino de otra, buena y solvente, y que, como buen Patito Feo, debía asumir mi identidad como cisne.</div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Así que tomé la espada y salí a los caminos, sola, rumbo a la más alta montaña, con el corazón sediento de dragones.</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Adolescente al fin y al cabo, no sabía entonces que incluso en la crudeza de mis dramáticas expectativas se escondía la ternura. Pero la propia Fantasía me lo fue enseñando, lentamente. Aunque mi vida entonces estaba más llena de miserias que de maravillas, <b>la Fantasía me demostró que es precisamente la preciosidad de estas lo que encierra su belleza última</b>. Con el tiempo, la Fantasía me ayudó a reconectarme con la grandeza de las montañas, los árboles y las estrellas, que están explícitamente frente a nosotros y que no siempre contemplamos con la debida atención; y con el tañido de la esperanza, la gracia y la redención, que se nos presentan veladas por la desesperación. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero, en algún punto de esos gozosos hallazgos, se me cayó la espada. Es decir, <b>renegué de la Fantasía épica</b>. <a href="http://arboloria.weebly.com/fantasia/la-fantasia-mas-alla-de-la-epica" target="_blank"><b>Mis razones las he ido plasmando en diversas instancias y textos</b></a>, pero básicamente estriban en mi creencia de que esta se había vuelto la expresión que más se prestaba para la degradación estética y la chabacanería de la ética del género. Mis respaldos eran la obsesión con el público general con obras presentadas como de Fantasía (épica), pero que ante todo buscaban una validación desde un falso realismo que no era más que una pátina de mugre y sangre. Entonces, por contraste, <b><a href="https://tierradefay.blogspot.com/2013/04/opiniones-cuando-la-fantasia-no-salva.html" target="_blank">me sentía mucho más cercana a las épicas interiores</a>, <a href="https://tierradefay.blogspot.com/2020/05/una-taza-de-te-o-cafe.html" target="_blank">o a los acentos en la intimidad</a></b> y la nostalgia.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Sin darme cuenta, había regresado al cuento de hadas. <i><b><a href="https://arboloria.weebly.com/laninaquesalioenbuscadelmar.html" target="_blank">La niña que salió en busca del mar</a></b></i> (2013) fue una expresión concreta, involuntaria, de ese proceso.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ahora bien, hoy se me ocurre que, además de las motivaciones intelectuales o estéticas por las que me incliné furiosamente a lo feérico por sobre lo épico en aquella etapa, hubo una emocional: <b>la intimidación que me producían los armazones de mi Obra Mayor, y mi miedo de no poder nunca retomarlos con la altura que deseaba para su alzamiento definitiv</b>o. En efecto, la última vez que había trabajado formalmente en el proyecto había sido en 2013, que es también, coincidentemente, la fecha de nacimiento de este blog.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Sin embargo, mi renuncia a la espada no implicó la pérdida de mi afán luchador. Ahora que estaba mayor, creía ver con mayor nitidez lo que hasta entonces había asumido como un mal de mi reducido contexto personal: <b>la humillación reiterada que se le prodigaba a la Fantasía, a causa de una descarada y asumida ignorancia y una fobia no menos patética a la imaginación más intensa</b>. Lo había vivido en mis estudios de pregrado y en todos los círculos literarios que conocí en esos años, pero también comencé a vivirlo en los <i>fandoms</i>, que solo tenían boca para hablar insufriblemente de su ciencia ficción y (en menor medida) de su fantástico. <a href="https://tierradefay.blogspot.com/2018/01/reflexiones-sobre-mi-participacion-en.html" target="_blank"><b>La Fantasía parecía la hermana fea, incomprendida y marginada</b></a>. Como yo misma, vaya. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><a href="https://arboloria.weebly.com/fantasia/la-fantasia-no-existe-esa-es-la-gracia" style="font-weight: bold;" target="_blank">Me aboqué entonces a una de mis señas de identidad más explícitas: mi defensa furiosa de la Fantasía literaria</a>, por encima de modas comerciales y de la hegemonía violenta de los otros géneros imaginativos. Me identifiqué inconscientemente con una figura paladinesca, casi mártir, entregada en cuerpo y alma a aquello a lo que me había consagrado, como ofrenda a cambio de haberme salvado la vida cuando nadie más quiso o pudo ayudarme.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La elección de estas palabras, asociadas a un campo semántico religioso, no es azarosa, pero creo que solo recientemente he podido empezar comprender su verdadero sentido. </div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Aunque se lea extraño, creo que la Fantasía terminó volviéndose mi <i>religare</i></b>: el restablecimiento de mi lazo con Dios, a la espera de mi conversión formal al catolicismo, tras una infancia y adolescencia formadas en un protestantismo intelectualmente mediocre y una primera adultez dolida e indiferente, pero nunca atea. Una conversión que me aterra, claro está, por todos los horrores de la Iglesia Romana, pero que estoy decidida a emprender de la misma manera subversiva en la que he enfrentado tantas cosas en mi vida.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En ello agradezco también a mi esposo, quien, <a href="https://www.youtube.com/watch?v=NzBT39gx-TE"><b>como J.R.R. Tolkien con C.S. Lewis</b></a>, me ayudó a ver la marca creadora en las obras de nuestra imaginación. Ha sido una gracia tener como compañero de vida a un igual, tanto en intelecto como en inclinaciones artísticas. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y ya que aludo <a href="http://home.agh.edu.pl/~evermind/jrrtolkien/mythopoeia.htm" target="_blank"><b>al poema "Mythopoeia"</b></a>, debo decir que en mi caso siempre me he considerado una <i>philomythus</i>: precisamente creo que todo lo que está dicho a través de la plata corresponde a la verdad. Y también creo que todo ser humano es digno de toda plata, y quizá aún más las minorías históricamente perseguidas por la propia Iglesia (de las que yo formo parte, en realidad, aunque no suela hablar mucho de ello), que acaso son las que más necesitan de su resplandor.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ahora bien, claro que este no es el espacio para adentrarme en confesiones tan íntimas como mis recovecos espirituales, que por lo demás no le importan a nadie. Sí me interesa mencionar esta suerte de mini epifanía porque me ha llevado a un nuevo derrotero en mi relación con la propia Fantasía, que es a la vez un regreso a sendas que había empezado a recorrer alguna vez y de las que me aparté por las razones equivocadas.</div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Este derrotero es, simple y complejamente, el de mi reencuentro la Fantasía épica más tradicional.</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¿Cómo se podrían vincular cosas tan distintas en apariencia? Bueno, pues de una manera singular, que puedo resumir así: <b>estoy agotada</b>. Llevo unos cuantos años en esta lucha constante por la Fantasía, sin que ella necesite siempre de mi puesta en armas. En el proceso, me han herido, me he herido y me he desencantado de muchas cosas y de muchas personas. Estoy cansada de ese tipo de vaivenes. Cansada de los odiosos y endogámicos mundillos de género, así lo conformen hombres <a href="https://tierradefay.blogspot.com/2019/06/ursula-bajo-las-estrellas.html" target="_blank"><b>o mujeres</b></a>, con sus insufribles batallas fandomitas. De los ignorantes que odian la Fantasía, del mercado editorial y sus miserias. De mí misma y mis bajezas del pasado, incluso. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Un amigo, el también escritor Joseph Michel Brennan, me hizo ver hace un tiempo aquella otra dimensión que había postergado: no la de lucha como tal, sino de un cuidado como la que G.K. Chesterton aludía en su <a href="https://www.gutenberg.org/files/1719/1719-h/1719-h.htm" target="_blank">poema "The Ballad of the White Horse"</a>, a propósito de la necesidad de mantener limpia las formas del Caballo Blanco de Uffington de las malas hierbas que constantemente crecen para cubrir su estampa. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Es decir, antes que la espada de palabras contra el proyectado enemigo, la hoz divina que desbroce mi propio espíritu. Tal y como yo misma lo había entrevisto, incluso desde la pequeñez de mi juventud, cuando comencé a escribir mi Obra Mayor. O como aquel personaje modélico para mí que revisité cuando escribí mi tesis de magíster. Me refiero a Éowyn, que cambió el campo de batalla por otra forma de expresar su amor a la Tierra Media y a la vez defenderla: convirtiéndose en sanadora. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Este cambio de enfoque, curiosamente, me ha purgado la Fantasía épica de todos los males que antes le enrostraba, muchas veces de manera injusta y resentida. Porque he comprendido de pronto que la vida ya no tiene por qué ser una lucha constante contra mí misma y contra el mundo (al que no le importo en lo absoluto, ni le importaré jamás), <a href="https://arboloria.weebly.com/fantasia/solo-en-el-silencio-la-palabra-una-relectura-de-un-mago-de-terramar" target="_blank"><b>ni un peregrinaje doloroso y eterno rumbo a mi desintegración anónima, como tanto me ha gustado dramatizar</b></a>, ahora puedo volver a aquellas batallas y a aquellos viajes con el corazón aliviado.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Una vez que me dediqué a pensar con mayor detalle en ello, de pronto descubrí algo muy curioso: aunque Obra Mayor sí es una historia de Fantasía épica, en realidad su desmesura y ambición juvenil la apartan de lo que podríamos identificar como una versión paradigmática de ella. </div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>En otras palabras, sorprendentemente, ¡nunca he escrito una historia de Fantasía épica tradicional, de principio a fin!</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¿No será demasiado tarde para ello? ¿No sería algo anacrónico? Quizá, si lo miramos desde una óptica editorial o de lectores poderosos. En estos contextos, a estas obras se les achaca su aparente falta de originalidad, de que no tendrían nada nuevo que entregar a un panorama pletórico de autores que le han dado una y mil vueltas narrativas a la Fantasía: desde los retorcimientos irónicos de Joe Abercrombie a la cientifización/ludificación de la magia de Brandon Sanderson. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero estos reparos no me interesan. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Me es forzoso recordarme una vez más que no escribo para editoriales o lectores poderosos, aunque ellos determinen hoy la existencia concreta de una obra a través de su publicación y difusión. Necesito recordarme constantemente, las veces que sea necesario, que <b>he de escribir para mí y para las personas que fueron, son y serán como yo, y que ellas siempre estarán fuera de toda comunidad y validación</b>, por lo que es más factible que lleguen a estas obras de maneras extrañas y no normativas. Y esto es de vital importancia mantenerlo en la memoria, pues es muy posible que, <a href="https://vagalumbre.com/2020/03/23/di-amigo-y-entra-una-discusion-de-la-obra-de-j-r-r-tolkien-como-portal-de-entrada-a-la-fantasia/" target="_blank"><b>en tiempos en los que ni Tolkien ni los cuentos de hadas son ya lecturas iniciáticas en Fantasía</b></a>, sea necesario siquiera intentar escribir(les) historias sencillas que puedan <a href="https://tierradefay.blogspot.com/2019/01/la-importancia-de-la-genealogia-en-la.html" target="_blank"><b>traer en sus palabras un eco de aquellas voces que ya la Fantasía <i>mainstream </i>y poderosa no se interesa por replicar</b></a>. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por lo demás, tampoco puedo permitirme olvidar que <b>la Fantasía conlleva la renovación como parte de su estética</b>. ¿Qué importa que sienta haber perdido la inocencia entre tantos fracasos, pérdidas y diatribas de los mundillos de género? La Fantasía siempre ha estado allí para mostrarme el mundo y sus posibilidades bajo una nueva luz, a pesar de la gente y los sistemas que buscan pintarla siempre bajo las mismas sombras. Si la Fantasía renueva al lector, ha de renovar también al propio escritor, en su invocación. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¿Y qué mejor para restaurarse por dentro que una historia de Fantasía épica, contada como si nunca antes se hubiera narrado una? Ese es el efecto que desearía crear: que no me importe en lo absoluto ya saber que este tipo de obras se han escrito una y mil veces, o que las haya leído, jugado o visto hasta el hartazgo. Que mis palabras salgan frescas y tiernas, como si estuviera escribiendo escribiendo/leyendo una aventura así por primera vez, como si fuese nuevamente una niña o una joven con el corazón fértil para la imaginación más pura e inocente. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por supuesto, en cierto sentido, es imposible regresar del todo a ese estado plenamente prístino. Nunca podré escribir una <i>Fantasía épica 101</i>, como le llamo, medio en broma y medio en serio, <a href="https://tierradefay.blogspot.com/2019/11/la-fantasia-despues-del-18-de-octubre.html" target="_blank"><b>porque mis inquietudes éticas y estéticas hace mucho tiempo que trascendieron la llaneza en la que aquella estaba sostenida</b></a>. Pero ahora no creo que estos intereses sean incompatibles con ciertas estructuras, temas o motivos propios de aquel subgénero. Antes bien, del mismo modo en que la idealización romántica de la niñez se construyó más en torno a un ideal que desde una representación fidedigna del ser niño, aquella anhelada inocencia ha de ser también una construcción figurada, estilizada. </div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Mi voz adolescente con mis palabras adultas: el desafío literario más singular que se me puede haber ocurrido en esta etapa de vida.</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y a él he decidido abocarme. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Así pues, estoy escribiendo una historia de Fantasía épica, como debí hacerlo hace mucho tiempo: con todo el candor y la organicidad del pasado. La estoy escribiendo en <i>Word</i>, con una fuente bonita, no en <i>Scrivener</i>. Estoy tomando y ordenando mis apuntes de ella a mano, con tinta, en una libreta, en lugar de optar por alguna aplicación como <i>WorldAnvil</i>. En algún momento, sacaré los lápices y bocetearé, con toda la ñurdez de mi mal pulso, el mapa del continente en que transcurre la historia. Ni siquiera abriré mi cuenta de <i>Inkarnate</i>. Y, para acompañar mis sesiones de escritura y de visionado de la obra, seguiré escuchando las muy ridículas y adorables bandas de <i>power metal</i>. Como antes, volveré a<b> <a href="https://tierradefay.blogspot.com/2017/05/rhapsody-o-la-eternidad-de-un-cuento.html" target="_blank">la cursilería agramatical de Rhapsody</a></b> y a la dramática pomposidad de Nightwish, pero también continuaré buscando nuevos proyectos que estén trabajando su propia renovación musical de este género: Twilight Force, Gloryhammer o Beast in Black.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¿Qué me deparará semejante viaje? ¿Cómo me cambiará, cómo me hará volver al fin? No lo sé. Quizá estas preguntas sean más adecuadas cuando esté por llegar a mi taberna, y quizá solo pueda responderlas de verdad cuando me toque al fin avanzar por los senderos al oeste de la Luna, al este del Sol. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero, por lo pronto, el Camino sigue y sigue para mí. </div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>Y yo seguiré adelante. </i></div>Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-34596162205392372932021-01-08T10:47:00.003-03:002021-01-08T10:47:57.083-03:00Mis lecturas destacadas de 2020<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKmxHwKGRmw_gLxZvwgRBczxip-7Up1xFbEAIisERdK3D1HmyaAOF211ujGpvGlDafBbIwg53A-5BG8_cejzS9ruMpeASLEPQzA4lR8uHvy4tFZ7pyYPkdp82KGWuA7YWuAx6YNV4ZVBxs/s1676/1.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1676" data-original-width="1636" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKmxHwKGRmw_gLxZvwgRBczxip-7Up1xFbEAIisERdK3D1HmyaAOF211ujGpvGlDafBbIwg53A-5BG8_cejzS9ruMpeASLEPQzA4lR8uHvy4tFZ7pyYPkdp82KGWuA7YWuAx6YNV4ZVBxs/w624-h640/1.png" width="624" /></a></div><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Estábamos aún sufriendo los efectos del estallido social en Chile cuando nos asoló la pandemia del COVID, a inicios de 2020. Encerrados en casa y mayormente aislados del exterior y de otras personas queridas (salvo por las frágiles redes de Internet), la lectura se volvió un refugio magnífico para reconectar con la humanidad y reencantarla. Así fuese para conocer horrores tanto o más graves que el propio COVID, para sostenerse en historias esperanzadoras, o simplemente para disfrutar del acto mismo de hundir la mente en las palabras, leer fue al mismo tiempo un ancla a la realidad más amplia y un viaje que nos transportó felizmente lejos de las cuatro paredes de nuestros hogares. </p><p style="text-align: justify;">Creo que este ha sido el año en que he comprado más libros en mi vida, sobre todo de manera consciente para apoyar algunas editoriales y librerías independientes, que se vieron muy perjudicadas por el encierro. Armé una pila gigante junto a la cama, conformada por una gran variedad de volúmenes, entre pesados mamotretos y pequeños librillos: obras clásicas, contemporáneas, históricas, ensayísticas… </p><p style="text-align: justify;">La gran sorpresa fue que este 2020, pese a haber leído unos cuantos libros de Fantasía, solo uno logró llegar a la lista destacada. Me temo que eso se debe a que casi todo lo que leí en el género eran obras contemporáneas, y cada vez me siento más y más lejana de la manera en que se valida escribir Fantasía hoy en día. Incluso un autor relevante actualmente como Joe Abercrombie, a quien tenía pendiente, me dejó indiferente. <i>La voz de las espadas</i> se me hizo una historia adusta y plomiza; no creo que siga con los otros volúmenes de la saga. Su trilogía juvenil, el <i>Mar quebrado</i>, me pareció mucho más amena, aunque terminé valorándola más como historia de aventuras antes que como Fantasía. </p><p style="text-align: justify;">De cualquier modo, esta ausencia de Fantasía no me urge tanto como cabría de esperar. Por ahora, tengo otros intereses lectores, y claramente mis expectativas me mueven a buscar otras cosas en obras que se presenten bajo esa estética. Si de momento las encuentro ante todo en otros trabajos, pues que así sea.</p><p style="text-align: justify;">Lo anterior ha influido en que mi lista de lecturas destacadas anuales haya quedado bastante curiosa, tan variada como todas mis lecturas de 2020. Debido a que inicialmente tenía muchísimos libros por destacar, más de los habituales en este tipo de entradas, tomé la decisión de centrarme en mis favoritos, pero incluyendo al resto con un comentario más acotado, a modo de menciones honrosas. Me parece que todas estas obras tienen mucho que entregar a lector en su propio derrotero, así que las recomiendo todas.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><div style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: x-large;">Novelas realistas</span></b></div><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;"><i>Vida y destino</i> (1959 / 1980), de Vasili Grossman</span></b></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUQLWm8RhKSd25LQpMqrRetIJUUsl5eDNwFt1x3cOUubdwnb0THccGlg6yexFuxUyI8SZSm09j710A-bZdnVrYZKLzn1mZUxSqWAGMnjIkGNF1ZW4VrqqQJh5LLSmi8eBKgRoCjljytoPI/s1140/Vida-y-destino-Grossman.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1140" data-original-width="768" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUQLWm8RhKSd25LQpMqrRetIJUUsl5eDNwFt1x3cOUubdwnb0THccGlg6yexFuxUyI8SZSm09j710A-bZdnVrYZKLzn1mZUxSqWAGMnjIkGNF1ZW4VrqqQJh5LLSmi8eBKgRoCjljytoPI/s320/Vida-y-destino-Grossman.jpg" /></a></div><span style="font-size: medium;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;">Dificilísimo hablar brevemente de esa monumental novela, tanto en extensión (+1000 páginas) como en ambición histórica y literaria. Se podría señalar que sigue los derroteros de la familia Sháposhnikov, junto con otros personajes (soldados, científicos, políticos, etc.) vinculados, y que el eje está en la batalla de Stalingrado. Pero el libro desborda todo intento de síntesis.</p><p style="text-align: justify;">Me gusta que esta desmesura permita abordar la guerra desde distintos frentes: combativos, políticos y cotidianos. Sería tentador proponer que acaso la guerra en sí sea la verdadera protagonista y sus numerosos personajes expresiones en los que esta hunde sus colmillos. Pero esta afirmación sería injusta con ellos. Algunos de los episodios más intensos nacen justo de su profunda humanidad: la madre judía de Shtrum despidiéndose por carta de su hijo antes de que la maten los nazis; Zhenia sumida en el infierno burocrático; Liudmila en el funeral de su hijo Tolia, joven soldado; el diálogo entre el blochevique Mostovskói y el enemigo alemán; Sofía muriendo en la cámara de gas aferrada a un niño que la ha convertido en madre en su adiós; las ominosas apariciones indirectas de Stalin; la cobardía final de Shtrum y la certeza de que tendrá que cargar con su responsabilidad de por vida; la reflexión de la matriarca Sháposhnikova cuando acaba la guerra; el bellísimo y bucólico pasaje final, de los mejores cierres de obra que he leído.</p><p style="text-align: justify;">Esta es una novela decididamente imperfecta, en la que se advierte un compromiso que trasciende lo estético y que se despliega en lo ético e ideológico. Pero no deja de ser conmovedor que justamente el estilo de Grosman, más bien seco, se abra al lirismo y la emotividad más literarias justo cuando sus personajes se encarnan en las páginas hasta arrancarnos lágrimas.</p><p style="text-align: justify;">Quizá ese efecto sea el encuentro definitivo entre ética y estética: la belleza y hondura de esos personajes, que se alegran y sufren, debieran recordarnos que escribimos, ante todo, para traer consuelo a este mundo. Y, concretamente, en casos como esta obra, por la esperanza de que algún día estas tragedias no vuelvan a destruirnos nunca más.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;"><i>El lobo de mar</i> (1904), de Jack London</span></b></p><p style="text-align: center;"><b></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEio6En9_CtHcYLJ1Fw-NxI7QOuST91im8mtGudNodB1ugkTWsh5QxGO48DuOGcqYR6r5Uf3qBhjGFuWAnIXHQ-0-uesnFGc4dJSSvLsV5lnAmlmUbtbZeVrn5N-uMR-CYivntYr2E_fM66Q/s512/Lobo-de-Mar-London.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="512" data-original-width="337" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEio6En9_CtHcYLJ1Fw-NxI7QOuST91im8mtGudNodB1ugkTWsh5QxGO48DuOGcqYR6r5Uf3qBhjGFuWAnIXHQ-0-uesnFGc4dJSSvLsV5lnAmlmUbtbZeVrn5N-uMR-CYivntYr2E_fM66Q/s320/Lobo-de-Mar-London.jpg" /></a></b></div><p></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">¡Mi última lectura del año! De London guardaba bellos recuerdos de <i>Colmillo blanco</i> y <i>El llamado de lo salvaje</i>, y de pronto sentí el impulso de terminar el 2020 leyendo algo de aventura. Me encontré con una obra muy distinta a aquellas, pero tanto o más fascinante por su elegante complejidad.</p><p style="text-align: justify;">La premisa de la historia es muy sencilla: Humphrey van Weyden, un intelectual náufrago, termina siendo rescatado por la embarcación Fantasma, capitaneada por el duro Lobo Larsen. La novela, narrada en primera persona por el intelectual, dará cuenta del proceso de crecimiento de van Wyden en un mundo aparentemente muy distinto al de los libros y al pensamiento: el de la vida en alta mar, entre el vaivén caprichoso del océano y la brutalidad primigenia de los tripulantes.</p><p style="text-align: justify;">Pese a lo anterior, la novela ofrece un contrapunto muy llamativo e inesperado entre civilización y barbarie a través de un antagonista tan fascinante como Lobo Larsen. Este, además de ser un curtido hombre de mar, es también un pensador autodidacta, con una mirada compleja sobre la naturaleza humana que remite al pensamiento nietzcheano y al materialismo. Las discusiones filosóficas entre Larsen y van Weyden son sumamente atractivas, y están estupendamente engarzadas en la narración de las penurias habituales (mucho más mundanas) del Fantasma, sin que las interpretemos como una disonancia de composición. Antes bien, cabría identificar dos voces en la novela, que nos recuerdan que en realidad el mundo salvaje también conlleva su propia ideología de vida, y que pensamiento y acción son dos caras ineludibles del ser humano como ser íntegro.</p><p style="text-align: justify;">Como puede intuirse, esta es una novela principalmente masculina. Sin embargo, existe una coprotagonista: la escritora Maud Brewster, a partir de la cual se forma una suerte de triángulo amoroso con van Weyden y Larsen. Por desgracia, los pasajes en los que el protagonista va descubriéndose enamorado y consciente de su virilidad al momento de protegerla me resultaron ridículos, aunque verosímiles por el tipo de hombre que es van Weyden. De todos modos, Brewster también llega a encarnar la dualidad de pensamiento/acción en el curso de la novela, siendo caracterizada como una mujer intelectual y valiente ante las adversidades físicas. Por ello, el personaje no me pareció malogrado como mujer.</p><p style="text-align: justify;">En suma, <i>El lobo de mar</i> me pareció una novela mucho más compleja que lo que su premisa aventurera sugiere, y si bien quizá a alguna eventual lectora pueda resentir la idea de encontrarse con una visión de mundo como esta, la obra está tan bien escrita que puede apelarnos igualmente a nosotras, que también estamos a bordo de una embarcación en medio de una tormenta.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><b><i>Oliver Twist </i>(1839), de Charles Dickens</b></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgofHillVgWFw827qUDcBBuGIfeALVJOoiMKJ0hail8padcwG75sN_X5WJy_8GgBXHvwbDAzOtbwcMDSPlRzNVaSt2SCLJEVf_3uR7ahX3Gir7LhbJZa4V8kndUqGxbhq2S98yGam8VLalO/s640/Oliver-Twist-Dickens.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="640" data-original-width="419" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgofHillVgWFw827qUDcBBuGIfeALVJOoiMKJ0hail8padcwG75sN_X5WJy_8GgBXHvwbDAzOtbwcMDSPlRzNVaSt2SCLJEVf_3uR7ahX3Gir7LhbJZa4V8kndUqGxbhq2S98yGam8VLalO/s320/Oliver-Twist-Dickens.jpg" /></a></span></div><span style="text-align: justify;"><p style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;"><br /></span></p><div style="text-align: justify;">Tenía muchas ganas de seguir conociendo la obra de Dickens, y encallé en esta. Me pareció una novela muy amena y emotiva, de esas en las que piensas enseguida cuando alguien sale con la cansina cantinela de que los clásicos son aburridos. Desde luego que ciertas formas y ciertos giros estilísticos no son precisamente populares hoy en día, pero creo que cualquier lector avezado que se sumerja en esta novela quedará prendado de su encanto narrativo.</div></span><p></p><p style="text-align: justify;">Mi primera aproximación a esta obra fue a través de adaptaciones infantiles (cómics y películas), así que ya conocía de manera general su historia. Aun así, leer las constantes penurias del pobre Oliver, que se ve inmerso en contextos cada vez más ruines antes de su redención final, se me hizo muy entretenido, por más morboso que se lea. Me imagino que esta facultad de mantener la atención del lector debe originarse en su naturaleza folletinesca original, que va apilando diversos eventos y que poco a poco va desenrollando la madeja del misterio que envuelve el origen del protagonista.</p><p style="text-align: justify;">Me ha parecido muy interesante también la caracterización de los personajes de la novela. Aunque varios de ellos parecen bastante sencillos en cuanto a su condición de “buenos” o “malos”, están retratados con tanto detalle que esto no (me) molesta en lo absoluto. De hecho, siento que es gracias a esta caracterización que podemos seguir con facilidad los diversos hechos de la novela que van condicionando el destino de Oliver, quien hasta cierto punto es más bien un satélite en medio de todo un drama social, capaz de retratar lo más noble como lo más pérfido del alma humana. </p><p style="text-align: justify;">Respecto a lo anterior, me llamó mucho la atención el personaje de la prostituta Nancy, quien es víctima de su lamentable contexto de vida, rodeada de ladrones y asesinos. Pese a pertenecer a este entorno, es una mujer compasiva con Oliver, y resulta sencillo encariñarse con ella. De su desenlace en la novela solo diré que es tremendo; me pareció además increíblemente contingente respecto a ciertas luchas feministas. En cierto modo, podríamos decir que el maltrato infantil ejercido contra Oliver, tanto por los criminales como por las instituciones, también es una problemática contingente y extrapolable a nuestra realidad nacional.</p><p style="text-align: justify;">He aquí, entonces, otra razón por la que volverse hacia este tipo de clásicos: no solo son lecturas bastante más accesibles de lo que parecen, sino que también siguen apelando a problemas que aún no conseguimos solucionar como sociedad, y que quizá nunca solucionemos. Al menos, en este caso concreto, el niño vejado logra salvarse gracias a su propia integridad y a la red de apoyo de adultos dedicados. ¡Ojalá esa ayuda pueda seguir llegando a los Oliver de nuestras propias calles!</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><b>No ficción</b></span></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><b><i>Territorios invisibles: imaginarios de la poesía de provincia </i>(2016), Felipe Moncada</b></span></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrtZtirwU5x2cjttw7yj53CukEaX7uUqaBfWcbjLQLd3le_7TamcVxqH63fhb0-RmGCo94aX2mCvkUSbjWZ4inRr3YQCtLHP93qhdUiYZdPuXWPLw_0FB17vhkbFhvK0pF5abdQDRCl3vM/s636/Territorios-invisibles-Moncada.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="636" data-original-width="489" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrtZtirwU5x2cjttw7yj53CukEaX7uUqaBfWcbjLQLd3le_7TamcVxqH63fhb0-RmGCo94aX2mCvkUSbjWZ4inRr3YQCtLHP93qhdUiYZdPuXWPLw_0FB17vhkbFhvK0pF5abdQDRCl3vM/s320/Territorios-invisibles-Moncada.jpg" /></a></div><span style="text-align: justify;"><p style="text-align: center;"><span style="text-align: justify;"><br /></span></p><div style="text-align: justify;">Este es un ensayo que recorre la producción poética contemporánea menos conocida a lo largo de Chile, principalmente regional. Su lectura fue muy iluminadora para mí, pero no solo por el descubrimiento de poetas alejados de los reflectores centralistas, sino también por las concepciones sobre la poesía y el quehacer poético que florecen en cada página.</div></span><p></p><p style="text-align: justify;">En su momento, compartí <b><a href="https://twitter.com/arboloria/status/1272977097003335680" target="_blank">un hilo en Twitter</a></b> con algunos dispersos apuntes de lectura personales. A continuación los elaboraré en más detalle.</p><p style="text-align: justify;">Uno de los aspectos que más me llamaron la atención de numerosos poetas incluidos en esta selección fue su situación periférica. Varios de los poetas antologados aquí discurren fuera de los círculos de poder de la literatura, y eso incluye a cierta parte de la academia. Pero incluso en los casos en los que se estudian estas obras, siento que el fenómeno es tan complejo que bien podría desbordar estos corsés intelectuales. Ese es el caso, creo, de lo que Moncada identifica como poesía de frontera, centrada en el trabajo poético del pueblo mapuche. Frontera por el peso cultural e histórico de la Araucanía y también por las propiedades de aquel lenguaje: bilingüe en algunos casos (español y mapudungun), mestizo en otros, y muchos desde una mirada centrada en el imaginario mapuche y de lo que implica llevar este legado cultural a la urbe occidentalizada.</p><p style="text-align: justify;">Por otro lado, es interesante remarcar también que muchas de las obras poéticas citadas son bastante difíciles de encontrar, pues muchas son autopublicaciones de limitadas tiradas, y por convicción personal. Tal es el caso del poemario <i>Casa deshabitada</i> de Pablo Araya, que el autor construyó como un objeto-libro que replica una pequeña casa que contiene las páginas en su interior. Desde luego, este tipo de materialidad se escapa a la producción en serie habitual del libro impreso, tanto por su precio como por su dedicación artesanal.</p><p style="text-align: justify;">En relación con la obra de Araya, otro punto que me resultó fascinante fue el dominio de oficios de muchos poetas incluidos en el ensayo: herreros, carpinteros, alfareros, campesinos. Es decir, hombres vinculados directamente con la tierra, el fuego, el agua, el metal. Con el mundo y la vida. </p><p style="text-align: justify;">De manera notable, además, estos oficios cotidianos se replican en el oficio poético. Araya construye una mini casa para sus poemas; Alejandro Lavín, alfarero, concibe la propia escritura poética, de naturaleza por siempre inacabada e insatisfecha, como la modelación del lenguaje o la artesanía como proyecto.</p><p style="text-align: justify;">Lavín también ofrece unas claves de comprensión del quehacer literario muy valiosos en estos días de impuesta productividad. Contrario al modelo del escritor que tiene (o debe tener) una producción literaria sistemática y periódica para mantenerse vigente, Lavín defiende una creación más espontánea entre sus obras. Él mismo publicó una primera obra en 1946 y una segunda en 2010. Siento que legados como este nos recuerdan que los caminos de la creación son lo esencial y que la publicación no es más que un hito concreto que se entierra en alguna parte del sendero, a veces de manera presurosa y otras de manera innecesaria. Y que, aun cuando estas marcas sean lo único con lo que contemos los lectores para reconstruir el viaje del artista, su existencia no nos debe nada.</p><p style="text-align: justify;">A través de este ensayo, además de quedarme con un muestrario de poetas que me interesaría leer, descubrí muchas visiones sobre el arte literario que quisiera aprehender para mí. </p><p style="text-align: justify;">Por fortuna, aunque el libro en sí mismo parece medio invisible, está disponible gratuitamente en formato digital <b><a href="http://edicionesinubicalistas.cl/download/1795/" target="_blank">aquí</a></b>. </p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">Materiales para un ensayo de vida: <i>buenas noches luciérnagas</i> (2017) y <i>Los nombres propios </i>(2018), de Héctor Hernández Montecinos</span></b></p><p style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfJZuvtHkuqVQI6bzWGVNEYZhza-oF_FoiGPg7MhtKU93QFNVIA2GJOmx1_SMq5-WNH-Kl-XbwiTftDovhAvnFDWHTVryq4SOiqucR0BGbwsFXkOfmWN-lPYrNy-nELS91DFVVRS3TQKur/s1766/HHM.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1402" data-original-width="1766" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfJZuvtHkuqVQI6bzWGVNEYZhza-oF_FoiGPg7MhtKU93QFNVIA2GJOmx1_SMq5-WNH-Kl-XbwiTftDovhAvnFDWHTVryq4SOiqucR0BGbwsFXkOfmWN-lPYrNy-nELS91DFVVRS3TQKur/s320/HHM.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;">Héctor Hernández Montecinos suele aparecer bajo la glosa de poeta prodigio y protegido de Raúl Zurita, un perfil que no me interesaba en lo absoluto. Sin embargo, debido a que hay mucho material del autor en Internet, descubrí que posee una fijación con la escritura desmesurada, al punto de que tanto sus poemas como sus libros suelen ser enormes, lejanos a la contención de los de sus pares. Una expresión particular de esta desmesura verbal y creativa es también este proyecto de obra artístico-biográfica en prosa, pensada como trilogía, y de la que hasta ahora existen dos libros. </p><p style="text-align: justify;">Ambas publicaciones las disfruté mucho. Un crítico había comentado que HH parecía un narrador más destacado que muchos otros cuentistas y novelistas nacionales, y concuerdo. La manera en la que el autor estructura y desenvuelve su vida personal y su formación como poeta es fascinante y muy envolvente. <i>Los nombres propios</i> se centra en la primera: la infancia, la pobreza de origen, las primeras aproximaciones literarias, el descubrimiento de la homosexualidad, los diversos encuentros y desencuentros con otros hombres. <i>buenas noches luciérnagas</i> se centra en la segunda: el despertar del poeta, la formación académica y literaria, los viajes como escritor. </p><p style="text-align: justify;">Las dos obras intercalan diversos tipos de textos: <i>e-mails</i>, conversaciones de chats, discusiones en redes sociales, diarios personales, evaluaciones universitarias y recortes de prensa, entre otros. Este ensamblaje permite construir una narrativa más implícita de lo que cuenta la prosa tradicional de no ficción, insertando la vida de HH en el devenir nacional y en las guerrillas escritoriles locales. </p><p style="text-align: justify;">Esto, que en su planteamiento podría leerse como algo que no tendría por qué atraerme, resulta muy bien trabajado en las obras. La lectura de ambos libros es muy placentera, y HH hace un estupendo trabajo construyéndose como persona y personaje en su lenguaje. Como en toda obra híbrida, poco importa determinar cuánto de esto está efectivamente ficcionalizado; ya el acto de rememorar y estructurar teleológicamente la propia vida para escribirla es parte de la ficción. Así, podemos leer estos libros como la curiosa autobiografía de un poeta que, si bien aún es relativamente “joven” para los estándares canonizadores de la poesía, ya posee bastante trayectoria y consagración; o bien, podemos leerlos como novelas de formación de un poeta cuya vida es tan intensa como su lenguaje.</p><p style="text-align: justify;">Aunque yo misma me siento muy lejana a las experiencias netas de vida de HH, (desde su inclinación por el mundo bohemio hasta su formación tallerista y sociabilidad con otros poetas), casi tanto como su peculiar obra poética, me encantó leerle en estos dos libros. No necesitamos necesariamente calzar con cierto modelo autorial para valorarlo, y acaso sea también en esa distancia en la que podamos encontrar un nuevo sendero por el que avanzar cuando nos atascamos en los propios. </p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: x-large;">Antologías de cuentos</span></b></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;"><i>Cuentos imprescindibles</i>, de Anton Chéjov</span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAqL0PE_D7sW0abI0RhYbDRuYiN3Fb0BDbL3999PkVMZLltEZ9lCUl_ePSknhkqwhLutobmaj6HtNmlOD1UKU2MBPvi_ABGZaXzVXFuWrsf1SyvHjiUSH3PT1zPth8EfTkQA3A_zkaoA76/s2048/Cuentos-Chejov.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1348" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAqL0PE_D7sW0abI0RhYbDRuYiN3Fb0BDbL3999PkVMZLltEZ9lCUl_ePSknhkqwhLutobmaj6HtNmlOD1UKU2MBPvi_ABGZaXzVXFuWrsf1SyvHjiUSH3PT1zPth8EfTkQA3A_zkaoA76/s320/Cuentos-Chejov.jpg" /></a></div><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">No sé por qué creía que Chéjov iba a leerse distinto a otros rusos. Quizá porque siempre se ha hablado de él como referente del "cuento moderno"(y, por tanto, occidental), y mi visión de lo ruso ha sido siempre más arcaica, más rural, nada relacionada con la modernidad.</p><p style="text-align: justify;">Quizá se trataba de un prejuicio, pero al final, en mi experiencia de lectura, Chéjov resultó tan ruso como es posible serlo en su tratamiento de la naturaleza humana. Los suyos son cuentos pulidísimos, bastante mordaces a veces, pero a la vez con una ternura soterrada hacia sus personajes. Esta selección es impecable, además: hay numerosos relatos extraordinarios, la mayoría centrada en sucesos relativamente cotidianos y sencillos que, elaborados por el autor, revelan los numerosos pliegues y complicaciones del espíritu y las relaciones con los otros. En esa línea, creo que destaca en particular la mirada del autor, que siempre sabe encontrar sombras en las comunidades, así sean de alta alcurnia o campesinas.</p><p style="text-align: justify;">Puesto que esta fue mi primera lectura del año, mis recuerdos particulares de cada cuento se ven difuminados por la impresión general de la antología; sin embargo, sí se quedaron conmigo algunos relatos puntuales: "El pabellón no. 6", con una sobrecogedora historia sobre la comunicación y los perfiles mentales; "Kashtanka", la historia de una perrita perdida, con focalización en el propio animal; "Enemigos", sobre la tensión entre dos hombres que han perdido un ser querido; “Gente difícil”, un ejemplar retrato de violencia familiar.</p><p style="text-align: justify;">Sospecho que Chejov es uno de esos autores que requieren bastantes relecturas para que sus obras calen en nosotros, como sugiere en el prólogo de Richard Ford para esta edición, sobre todo a propósito de la madurez que él asocia a una lectura enriquecedora del clásico cuento “La dama del perrito”. Me resultó muy gracioso comprobar que mi nueva relectura del texto, tras más de 10 años de mi primera aproximación a él, me sigue sin conmover demasiado. Quizá algún día pueda aquilatar también esta historia, pero por lo pronto no me urge mucho no conectar con ella, pues disfruté bastante muchas otras historias de la compilación.</p><p style="text-align: justify;">En fin: esta es una obra muy interesante para adentrarse en el autor y para seguir profundizando en la identidad literaria rusa, que es en sí misma un crisol de lo humano.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">Antologías varias de Leonid Andréiev</span></b></p><p style="text-align: center;"><b></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8FvlSImhtJTxGIIFik1ohl3oqFJ8JAxS1-vJZCFtGCchzhn15nb_rcl5DPLqXkDwAp371xkJj0qLdbCoWCBszW8YqXGo-Fx9ruUZadehxgeYBxSh6-fLoqFMYQfJUW8T9a9couym3UO6k/s1676/Andreiev.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1264" data-original-width="1676" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8FvlSImhtJTxGIIFik1ohl3oqFJ8JAxS1-vJZCFtGCchzhn15nb_rcl5DPLqXkDwAp371xkJj0qLdbCoWCBszW8YqXGo-Fx9ruUZadehxgeYBxSh6-fLoqFMYQfJUW8T9a9couym3UO6k/s320/Andreiev.jpg" width="320" /></a></b></div><b><span style="font-size: large;"><br /></span></b><p></p><p style="text-align: justify;">Me acerqué por curiosidad a este autor a través de un archivo digital pirata. El libro me gustó tanto que corrí a comprar todo lo que había publicado del autor en la editorial, que al ser nacional e independiente, ofrecía un precio razonable por cada ejemplar. </p><p style="text-align: justify;">Este año alcancé a leer dos de estas antologías: <i>Judas Iscariote y otros relatos</i> y <i>Vida de Vasili Fivieiski y otros relatos</i>. Ambas, en general, trabajan mayoritariamente el imaginario de las reescrituras bíblicas o las inquietudes teológicas, siempre con un gran sentido de espiritualidad y humanidad y a veces también con una estimulante inclinación hacia la herejía. </p><p style="text-align: justify;">Escritos con una prosa límpida y a la vez llena de matices, los cuentos que más me impactaron fueron . Me centraré solo en ellos para mi comentario.</p><p style="text-align: justify;">En "Judas Iscariote", el mejor cuento que leí en el año, se retrata la vida de Judas junto a Jesús y el resto de los discípulos, narrando desde decidores episodios cotidianos hasta los eventos decisivos que llevarán al primero a traicionar al segundo. Más allá del hecho de que la buena escritura permita darle suspenso a una historia que todos conocemos, la delicadeza de la narración es sorprendente. Engañosamente, podemos empatizar con Judas y su dolor por no ser destacado, como no lo fue en su momento Caín, pero también con la propia nobleza y miseria del resto de los discípulos, y aun con la silenciosa dulzura de Jesús, que es caracterizado como un hombre sumamente enigmático e impenetrable. </p><p style="text-align: justify;">En "Vida de Vasili Fivieiski", se reescribe la historia de Job en el personaje homónimo. Lentamente, el hombre empieza a sufrir una degradación vital y existencial tras la muerte accidental de su hijo, y su relación con Dios se ve cada vez más tensa y distante. Sin embargo, a diferencia del texto bíblico, en el que conocemos la apuesta entre Dios y el diablo por el alma de Job, aquí no tenemos ninguna certeza de nada en medio del sufrimiento de Vasili, hasta que el tramo final del relato desemboca en un delirio muy confuso, abierto a distintas interpretaciones. </p><p style="text-align: justify;">Por último, el cuento "Lázaro" retoma la historia de Lázaro, imaginando cómo fue su existencia luego de que Jesús lo resucitó. Andréiev adopta una curiosa postura para narrar esta premisa, de modo que su Lázaro es casi una especie de zombi trágico. ¿Quién podría creer que, luego de haber estado un tiempo en la tierra de la muerte, se puede regresar a la vida sin experimentar ningún cambio relevante? En efecto, el Lázaro que vuelve no se parece en nada al que se marchó, y en lo profundo de su mirada yace una oscuridad primigenia que atemoriza a todos los que lo ven. La visión herética entonces hace de la resurrección, que en la Biblia se presentaba como una gracia milagrosa, una horrenda condena.</p><p style="text-align: justify;">La lectura de estos maravillosos cuentos me ha descubierto así a un nuevo escritor ruso al que seguirle la pista, por la hondura de sus premisas narrativas y del tratamiento de sus personajes.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><b>Ficción imaginativa </b></span></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><b><i>Nuestra parte de noche</i> (2019), de Mariana Enriquez</b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivF7wt97b317MCQJBY09vI6YbDFDCOtU0MkP48pAOyV5r3pQgU46tvWkUH8tAxl7mhKcPTOX7AAMSx7ylxAbEcALM1W5W-xgWIMyu8bialwUfM6OXnzRtCYeOa3lXXXnfvuCEn4jBQtBNz/s2048/Nuestra-parte-de-noche-enriquez.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1303" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivF7wt97b317MCQJBY09vI6YbDFDCOtU0MkP48pAOyV5r3pQgU46tvWkUH8tAxl7mhKcPTOX7AAMSx7ylxAbEcALM1W5W-xgWIMyu8bialwUfM6OXnzRtCYeOa3lXXXnfvuCEn4jBQtBNz/s320/Nuestra-parte-de-noche-enriquez.jpeg" /></a></span></div><span style="font-size: large;"><b><br /></b></span><p></p><p style="text-align: justify;">De mi mejor lectura ficcional del año escribí largo y tendido <b><a href="https://tierradefay.blogspot.com/2020/10/a-proposito-de-nuestra-parte-de-noche.html" target="_blank">en una entrada individual</a></b>.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><b><i>Aranmanoth</i> (2000), de Ana María Matute</b></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhv-SmuHsO-aEU32sW5fNxSW1FUoXi2_BULnCMk5czpuy2YO7xHJr4dUDk_fl9Wa3PIQiySAdtZW3toqosTBop1b2JeAHVq-oMIf1vz5Jd_-y5TxFvTgfUuvua0DsypdJiTD2CHYw05JmC2/s1123/AranmanothAnaMariaMatute.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1123" data-original-width="739" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhv-SmuHsO-aEU32sW5fNxSW1FUoXi2_BULnCMk5czpuy2YO7xHJr4dUDk_fl9Wa3PIQiySAdtZW3toqosTBop1b2JeAHVq-oMIf1vz5Jd_-y5TxFvTgfUuvua0DsypdJiTD2CHYw05JmC2/s320/AranmanothAnaMariaMatute.jpg" /></a></span></div><p></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Con esta obra jugué un poco amañada: sabiendo que ninguna de las obras de Fantasía íntegras que había leído llegarían a esta lista, aproveché para retomar la idea de leer esta novela corta de una de mis autoras favoritas, y con ello además cerrar su llamada “Trilogía medieval”. </p><p style="text-align: justify;">La verdad es que Matute siempre ha sido una apuesta segura para mí. Durante este año también comencé a leer sus cuentos completos, pero no alcancé a terminarla como para haberla incluido. Ciertamente, un par de cuentos en particular merecen incorporarse a una lista futura, y hubo uno de Fantasía que me fascinó. Sin embargo, preferí quedarme con esta novela y ver qué encontraba.</p><p style="text-align: justify;">¿Y qué encontré? Pues una narración muy breve y engañosamente sencilla, una historia familiar que condensa el espíritu trágico de la Fantasía de Matute en sus escasas páginas, casi de cuento largo. </p><p style="text-align: justify;">Aranmanoth es un muchacho mestizo, mitad humano, mitad feérico, que empieza a desarrollar una relación compleja con su padre, Orso, y con la esposa de este, la jovencísima Windumanoth. Creo que revelar más detalles explícitos del argumento atentaría contra el descubrimiento pausado y gozoso de todo lo que un texto tan corto como este tiene para ofrecer. </p><p style="text-align: justify;">En realidad, podría proponer que se trata de un cuento de hadas literario, con los temas típicos de Matute: la pérdida de la infancia, la dualidad de lo masculino y lo femenino, el viaje hacia ninguna parte, el conflicto entre el mundo feérico y el humano, o el dolor del amor que no está destinado a durar. No diré que en esta novela concreta estén todos abordados de la manera más perfecta, pero sí que esta narración me parece un excelente portal de entrada a la obra de Fantasía de Matute, además de sus cuentos de hadas infantiles. Si <i>La torre vigía</i> en ocasiones se yergue como una novela oscura y desconcertante, y si <i>Olvidado rey Gudú</i> se muestra como una historia titánica, Aranmanoth surge como una aproximación más sencilla (pero no menos hermosa) a la autora. </p><p style="text-align: justify;">¿Qué más decir de la obra? Tenía muchas ganas de llegar a ella en esta lista, porque creía que me resultaría la más sencilla de comentar, pero ha sido todo lo contrario. ¡Es difícil replicar la belleza de tal historia! Ahora, además, creo que esto ha sucedido porque, tratándose al fin y al cabo de Matute, muchos de sus trabajos adquieren tal luz de relato antiguo que es como si la propia escritora nos lo contara palabra a palabra. ¿Y quién querría perderse el encanto de una historia revelada de esa manera?</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><hr /><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: x-large;"><br /></span></b></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: x-large;">Menciones honrosas</span></b></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: x-large;"><br /></span></b></p><p style="text-align: justify;"><b></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjuTth9W3GJ71twSvwKrw1y_gkmTWvvC8uVoBYdiX-6hM3p26YRaQc1yxdvoMzsUQUjCBVPU20YUieTCnA1gzEtFamhYpkN6s_UytT8eaKoZyWat-4tag24J90lTzuQirUfgYEiA_iFJRGM/s1638/2.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1098" data-original-width="1638" height="430" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjuTth9W3GJ71twSvwKrw1y_gkmTWvvC8uVoBYdiX-6hM3p26YRaQc1yxdvoMzsUQUjCBVPU20YUieTCnA1gzEtFamhYpkN6s_UytT8eaKoZyWat-4tag24J90lTzuQirUfgYEiA_iFJRGM/w640-h430/2.png" width="640" /></a></b></div><b><br /><span style="font-size: x-large;"><br /></span></b><p></p><p style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;"><i>El niño perdido y otros relatos</i> (2012), de Thomas Wolfe</span></b></p><p style="text-align: justify;">Una maravilla estilística. Es un libro para saborear palabra a palabra, como poesía en prosa (de hecho, tanto en lenguaje como en imaginario me recordó mucho a la obra de Jorge Teillier). Quizá este preciosismo atentó contra la legibilidad de algunos cuentos particularmente nubosos, pero en textos más diáfanos en argumento, como el relato homónimo, se roza la perfección. </p><p><b><i><br /></i></b></p><p style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;"><i>El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes</i> (2019), de Tatiana Țîbuleac</span></b></p><p style="text-align: justify;">Una desgarradora novela sobre una tensa relación entre una madre y un hijo “disfuncionales”, marcada por la violencia y la incomprensión, hasta que la propuesta de pasar vacaciones juntos les revelará muchas cosas. </p><p style="text-align: justify;">La rabia del narrador hacia su progenitora es inmensa, y acaso sorprenda a quien haya crecido en una familia más o menos estable. En mi caso, conecté enseguida con el chico, de ahí que mi impacto emocional, a medida que la relación con la mujer iba transformándose, fue muy intenso. </p><p style="text-align: justify;">Es una novela muy recomendada si tienes o has tenido serios problemas con una figura materna.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;"><i>This is How You Lose the Time War </i>(2019), de Amal El-Mohtar y Max Gladstone</span></b></p><p style="text-align: justify;">Una de las grandes sorpresas lectoras. Mi amiga Mariela González me regaló el ebook junto a otras obras de ficción imaginativa en inglés, y me llamó tanto la atención sus comentarios que me animé a priorizar esta. Fue así como me encontré con una historia tan tierna como osada de dos espías de facciones rivales, aparentemente de identidad femenina, que terminan desarrollando una relación epistolar a lo largo de sus viajes en el tiempo por motivos bélicos.</p><p style="text-align: justify;">Sí, es una novela de ciencia ficción. Pero me resultó tan entrañable que ese factor se compensó por completo. Por otro lado, el estilo de la obra me pareció notablemente más elaborado en su lirismo que lo que mi prejuicio asocia a la ficción de género metropolitana. Las cartas de las espías están llenas de bellísimas imágenes y reflexiones delicadas. </p><p style="text-align: justify;">Una de las cosas que más me emocionó de la novela fue el vínculo epistolar. Considerando que desde algunos años soy amiga de Mariela justamente por cartas y chats, es bonito recordar la hondura que puede alcanzar nuestras palabras en nuestra unión a los otros.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;"><i>Johnny cogió su fusil </i>(1939), de Dalton Trumbo </span></b></p><p style="text-align: justify;">Sí, es la historia cuyo metraje incorporó Metallica en su video "One". La obra en sí es originalmente esta novela antibelicista, que narra en primera persona los calvarios del mutilado Johnny a medida que empieza a recuperar la conciencia y a comprender el horrible estado en el que se encuentra, en medio de muchos delirios que asumen la forma de recuerdos de su juventud.</p><p style="text-align: justify;">Desde luego, es una novela durísima, y en gran parte porque la voz narrativa de Johnny está magistralmente construida. Su alocución final es de una intensidad discursiva tremenda, lo que hace que el desenlace se sienta aún más devastador de lo que ya es en sí mismo el estado de una persona así.</p><p style="text-align: justify;">Muy recomendada, aunque es una lectura bastante deprimente.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;"><i>Teillier Crítico</i> (2014), de Braulio Fernández y Marcelo Rioseco (Editores)</span></b></p><p style="text-align: justify;">Jorge Teillier es uno de mis poetas favoritos. Este libro comprende diferentes artículos académicos, ensayos y otros textos relevantes sobre la obra del autor, que van más allá de las concepciones habituales que asociamos a él desde el imaginario poético del lar. Fue muy esclarecedor leer algunos estudios que ampliaban o complejizaban sus apreciaciones sobre el poeta, y me motivaron a releerlo con más detalle. Esto debiera ser, supongo, uno de los propósitos de estudiar la obra literaria de un escritor.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><b><i>Locura y civilización</i> (2019)</b>,<b> de Andrew Scull</b></span></p><p style="text-align: justify;">Una historia cultural, desde los tiempos bíblicos hasta la actualidad, sobre las diversas concepciones sobre el mal de la locura. Si bien los primeros capítulos me parecieron algo densos y reiterativos en cuanto a los conocimientos y apreciaciones sobre este problema, una vez que se crea la siquiatría como disciplina la voz del autor se dispara y comienza a ofrecer una ácida crítica hacia diversos métodos de control o “curación” hacia los locos. Esas secciones del texto se vuelven una suerte de paseo de los horrores, y la desazón no hace sino aumentar al constatar, cerca del final del libro, que al menos en la visión de XX la siquiatría está lejos aún de desentrañar el misterio de la mente humana. Sin duda, se trata de un trabajo poco alentador, pero sumamente interesante.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;"><i>Historias de dragones</i> (1899), de Edith Nesbit</span></b></p><p style="text-align: justify;">Previamente había leído algunos de los cuentos de esta colección, pero ahora por fin tuve acceso a todos ellos. Como siempre, las narraciones infantiles de Nesbit destacan por su mordaz sentido del humor, sus críticas al mundo adulto y su curiosa imaginación victoriana, que aúna elementos maravillosos con otros prosaicos con gran naturalidad. Hay algunos cuentos que me parecieron superiores a otros, pero en general todos se me hicieron disfrutables y bastante originales. Ni idea si los niños actuales, con sus peculiares hábitos lectores contemporáneos, conectarían con estas historias, pero al menos yo sí lo hice y eso basta.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p>
<hr />
<div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Con esto termino mis selecciones lectoras del 2020. A estas alturas, no sé si vale la pena mentalizarse para leer algunas obras en particular, pues ya vi que los resultados de tales propósitos no siempre pueden cumplirse. Al menos eso ayuda a mantener la cualidad de desafío y sorpresa de la lectura, algo que se agradece en especial en estos impredecibles días, en los que justamente estos conceptos están asociados a horrores. Que al menos los del acto de leer sigan siendo un refugio para todos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div>Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-69115875737847932732020-10-30T23:28:00.003-03:002020-10-31T12:05:27.565-03:00 A propósito de Nuestra parte de noche, de Mariana Enríquez<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhP-7-1Q2F_KvQVjRkZiZfAy8NZfmk3kkKHP1RW17r2RP2FOJjcewZo2H5IH1l2jWqSgJzhfTjBndy5fB3-hXheZxWklwfj3-f7k8JjTaf9mNKQqEVMj2CePlmRvMN7dOOz-nwzswSljXaG/s2048/PortadaNPN.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1303" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhP-7-1Q2F_KvQVjRkZiZfAy8NZfmk3kkKHP1RW17r2RP2FOJjcewZo2H5IH1l2jWqSgJzhfTjBndy5fB3-hXheZxWklwfj3-f7k8JjTaf9mNKQqEVMj2CePlmRvMN7dOOz-nwzswSljXaG/w255-h400/PortadaNPN.jpeg" width="255" /></a></div><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Tiempo después de haber leído algunos cuentos de Mariana Enríquez, a partir de los cuales tuve una impresión irregular respecto al interés que me despertaban como lectora, me enteré de la existencia de esta novela. Puesto que mis relatos favoritos compartían el efecto de que hubiera deseado leerlos de manera expandida, me pregunté si no encontraría aquello, justamente, en esta nueva obra. </p><p style="text-align: justify;">Pero la verdad es que en ella me encontré con muchísimo más de lo que hubiera podido esperar. Di no solo con una novela que me pareció extraordinaria, mi lectura de ficción favorita del año, sino también con una que me apasionó profundamente y que me mostró, de manera (paradójicamente) casi providencial, una senda estética inesperada en torno al desarrollo de lo imaginativo en nuestro continente.</p><p style="text-align: justify;">A continuación iré desglosando algunos elementos que quisiera desarrollar en detalle, a fin de explicar lo anterior.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: large;">Esa “otra” historia de terror: a vueltas con el género y la tradición angloparlante</span></b></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><i>Nuestra parte de noche</i> narra una tragedia familiar focalizada en los desesperados intentos de un padre, Juan Peterson, por proteger a su hijo Gaspar del destino que le ha sido impuesto como futuro médium de la secta que rinde culto a una hermética entidad llamada la Oscuridad. La obra se estructura en 6 partes, que abordan desde distintos enfoques esta tensión entre las bondades, miserias y tristezas del mundo cotidiano y los ominosos poderes sobrenaturales que parecen regirlo todo por debajo. A lo largo de sus 672 páginas, vemos crecer a Gaspar de niño a joven y reformular su relación con su padre; conocemos el alcance de la larga mano de la Oscuridad y de todas las intrigas tendidas a lo largo de varios años para asegurar su posición; y, de paso, nos encontramos con una visión transversal de la situación sociopolítica de Argentina en el contexto de las diversas épocas abordadas.</p><p style="text-align: justify;">Como puede intuirse a partir de esta sinopsis, <i>Nuestra parte de noche</i> es una novela de terror. Enríquez ha conseguido una proeza que aún pocos autores consagrados han podido lograr bien: hacerle tragar a los críticos y académicos más normativos una buena y explícita dosis de ficción imaginativa, forzándolos incluso a relamerse de gusto. </p><p style="text-align: justify;">Creo que esto se debe a dos circunstancias: al talento literario de Enríquez y a las sutiles concesiones que hace su obra hacia este mundo normativo. Los críticos no pueden obviar que están leyendo literatura imaginativa, sobre todo porque la misma autora ha insistido en su filiación a ella, pero su pericia es tal que todo lo que normalmente ellos asocian, con ademanes de asco, a códigos de género, Enríquez los refina a su máximo esplendor. Enríquez además elige justamente una parcela imaginativa que, como el fantástico, tiene una raíz muy fuerte en lo mimético: el terror. Ya con sus antologías de cuentos había posicionado una manera muy distintiva de trabajar el terror, desde una mirada tan intimista como colectiva (“El desentierro de la angelita" y “Chicos que vuelven”), y tan local como universal ("Las cosas que perdimos en el fuego" y “La casa de Adela”, relato sobre una casa embrujada que se refundió en esta novela). </p><p style="text-align: justify;">Lo anterior ha propiciado lecturas bastante dispares, sostenidas en la gran riqueza de la obra y en los diferentes perfiles lectores. Una de las líneas de lectura más notorias que distinguí es la obsesión de ciertos críticos y lectores por interpretar los elementos imaginativos de la novela como “alegóricos”. Incluso llegué a leer que estos eran apenas una “excusa” para desarrollar cosas más “importantes”, como la relación entre padre e hijo y el difícil contexto dictatorial y pos dictatorial de Argentina. Coincidentemente, esta línea de lectura solía entrecruzarse con otra, que planteaba que esta novela se apartaba de los códigos europeos y norteamericanos de la ficción de género para mostrar una mirada latinoamericana. </p><p style="text-align: justify;">Desde luego, estoy en desacuerdo con ambas propuestas de lectura, por reduccionistas. Negar el estatuto estético de terror de la obra me parece un error, acaso herencia del desprecio de este continente a las obras más imaginativas, que <b><u>PERSONALMENTE </u></b>he visto (y sufrido) de manera sistemática a lo largo de toda mi vida. Que la estupenda obra de Enríquez sea de terror no me parece una mácula que deba intentarse borrar a toda costa para tratar de ensalzar todos los otros elementos que la literatura latinoamericana lleva décadas entera llevando a la palestra, sino un inesperado triunfo de la ficción imaginativa y una evidencia concreta de que pueden abordarse esos elementos desde miradas no miméticas. </p><p style="text-align: justify;">En cierto sentido, podría plantear que lo no mimético abre vías (aún) poco concurridas para narrar el horror latinoamericano. Pienso: no es que debamos leer lo imaginativo (la Oscuridad, los poderes sobrenaturales, los espacios mágicos) escindido de lo realista (Argentina, la vida cotidiana amenazada) o subordinado a ello, sino como dos caras de una misma moneda monstruosa. No pueden eliminarse los elementos no miméticos de la obra sin hacerle perder su sentido último, del mismo modo en que esta no podría haber sido escrito descontextualizada de esos años en Argentina, o aun de aquella Inglaterra de los 60-70.</p><p style="text-align: justify;">Este doble vínculo es magnífico para la riqueza de la obra, pues puede ser apreciado tanto por quienes valoramos la imaginación en tanto lámpara en medio de la noche como por los que necesitan llevar a todas partes un espejo porque o si no se desesperan. El problema de los portaespejo es, como suele suceder, su falta de lecturas imaginativas, lo que se traduce en una visión preujiciosa y limitada de lo que estas pueden llegar a ofrecer cuando se presentan tan pulidas como en la novela de Enríquez.</p><p style="text-align: justify;">En el caso de los portaespejo hispanoamericanistas, además, el problema se conecta con el desconocimiento de la tradición angloparlante con la que dialoga, también, Enríquez. Por Dios, ¡la novela debe su nombre a un verso de Emily Dickinson! <b>[1]</b> La narración está salpicada de todo tipo de referencias, más o menos explícitas, a clásicos ingleses (sobre todo poesía) y populares obras norteamericanas de terror, e incluso se incrustan fragmentos directamente en inglés. Aun cuando yo misma sea mayormente ignorante en lo que refiere al estudio formal de estas tradiciones, al menos puedo sentir que sus voces están ahí, hablando entre las páginas. </p><p style="text-align: justify;">Lo que sí creo que hace Enríquez, por concederle un punto a aquella crítica de lo “no anglo”, es que hace suyos estos códigos foráneos, y con gran oficio. Pero esto no tiene que ver con negarlos o rechazarlos desde el desconocimiento. Por el contrario, Enríquez parece conocerlos y disfrutarlos bien como lectora, lo suficientemente bien como para dominarlos como autora y hacer que hablan desde el argentino. El trabajo de la autora podría considerarse así como otra manifestación de la recepción productiva; en este caso, del género de terror primermundista y de su rica genealogía <b>[2]</b>. </p><p style="text-align: justify;">Creo que en esto, también, se distingue Enríquez a otros autores latinoamericanos menores de terror: su aproximación al género, por más “popular” que se lo conciba, sigue siendo propiamente literaria. No se queda con el tizne de la superficie de sus códigos, sino que se zambulle en el origen mismo de su tinta, que a la vez conecta con otras fuentes que los autores menores desconocen o que derechamente desprecian, acusándolas de falso elitismo.</p><p style="text-align: justify;">Las anteriores disquisiciones me hacen pensar que una lectura que pueda aprovechar las numerosas virtudes estéticas de la novela debiera tener, al menos, una doble articulación: la normativa (“literaria”) y la imaginativa. Cojear significativamente de una de estas podría redundar en una interpretación insuficiente, ya sea porque <a href="http://letras.mysite.com/pgan070720.html" target="_blank">se demuestre incapacidad de entender la función y valor de los elementos no miméticos</a> o porque solo se pueda acceder a una lectura despolitizada y “entretenida” del imaginario de terror.</p><p style="text-align: justify;">En cierto modo, creo que Enríquez representaría un paradigma de modelo autorial que me atrae muchísimo, por estar en el intersticio entre género y norma. Aunque me parece que la argentina, por el prestigio que ha adquirido en los últimos años, está cada vez más cerca de las parafernalias emperifolladas de la crítica y la academia, creo que su obra logra con éxito extraerse de diversos tipos de corsé. Por un lado, de la constricción de estos espacios formales y poderosos, pero también de la construcción de los también estúpidos y miserables espacios de los fandoms, que seguramente deben rendirle una suerte de culto gótico a la autora.</p><p style="text-align: justify;">Lo mejor de esta liberación, creo, es que esta obra no se aparta de esta miríada de lecturas, por más limitadas que puedan resultar algunas. La obra está ahí, en todas partes, al alcance de todos nosotros, en parte gracias a la relevancia que adquiere Anagrama y su premio y en parte gracias al bello hecho de que sea una novela de género. Aun cuando personalmente me moleste el enfoque de algunas visiones ajenas, así sean elogiosas o deprecatorias, esa ubicuidad y las discusiones que esta propiciaría son algo que desearía para todas las obras imaginativas. </p><p style="text-align: justify;">Pero, principalmente, que todas estas estuvieran tan bien escritas como la novela de Enríquez.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: large;">La triada perfecta: historia, personajes, lenguaje</span></b></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></p><p style="text-align: justify;">Mi lectura de <i>Nuestra parte de noche</i> la destaca como una obra de intersticio, híbrida, y creo que esta visión puede sostenerse también desde su fascinante engarce de elementos estilísticos y narrativos.</p><p style="text-align: justify;">En efecto, una de las cosas que más me llamó la atención al momento de adentrarme en la lectura de <i>Nuestra parte de noche</i> fue su énfasis en un aspecto que no suelo ver en la literatura latinoamericana contemporánea normativa (razón por la que cada vez me siento más desentendida de ella): lo netamente narrativo. </p><p style="text-align: justify;">Aunque estoy consciente de que esta es una apreciación sesgada y quizá estúpida, siento que en Latinoamérica colisionan aún dos formas muy generales de entender la literatura. Una sería la que es considerada como propiamente literaria, centrada en un uso muy particular (correcto) del lenguaje, llena de omisiones y silencios, o focalizada en banalidades autoficcionales de gente <i>normie</i>. La otra sería aquella que se suele asociar más a la ficción imaginativa, pues se ocupa de contar una historia y desarrollar personajes a partir de determinadas reglas narrativas de composición (que, en el peor de los casos -es decir, en la ficción de género más comercial y estilísticamente mediocre-, vendrían siendo los infumables consejos de escritura importados del mundo gringo). En otras palabras, algo así como lo que Damián Tabarovsky llamaba en <i>Literatura de izquierda</i>, despectiva pero muy graciosamente, la literatura del café con leche (o de la hidromiel, o la absenta, podríamos decir, para ir a tono).</p><p style="text-align: justify;">He estado pensando en esta extraña distinción, justamente, porque varias de mis excursiones hacia la narrativa chilena contemporánea me han deparado el encuentro con obras anémicas en extensión, triviales en sucesos narrados y, en última instancia, plenamente olvidables. Dos ilustres excepciones, que corresponden a la obra de Andrés Montero y de Cristián Geisse, se salvan ante todo en mi experiencia por su esmero estilístico, que recoge fraseos del mundo de la narración oral y algunos tópicos (la metaficción y el diablo del folclor chileno, por ejemplo) que me resultan interesantes.</p><p style="text-align: justify;">La idea de una novela gordita, con muchos personajes, en la que pase mucho tiempo y los veamos crecer, es algo que he encontrado mucho más frecuentemente en la ficción imaginativa. Por desgracia, algunos de sus exponentes contemporáneos se me han hecho decepcionantes justo por el elemento estilístico, como explicaba en <a href="https://tierradefay.blogspot.com/2020/01/a-proposito-de-el-priorato-del-naranjo.html" target="_blank">mi ensayo sobre <i>El priorato del naranjo</i></a>.</p><p style="text-align: justify;">En cierto modo, pensaba que mis esperanzas de encontrarme con algo así como un novelón decimonónico adaptado a lo contemporáneo, lleno de diversión, angustia y buen lenguaje, estaban truncas. </p><p style="text-align: justify;">Pero he ahí que aparece <i>Nuestra parte de noche.</i></p><p style="text-align: justify;">Desde luego, es necesario comenzar por la obviedad de que me ha parecido una novela estupendamente bien escrita. Si bien soy una lectora que se siente mucho más a gusto con estilos altamente poéticos y de fraseo complejo, de esos que hoy el establishment detesta y que considera poco literarios (¡ah, las veleidades del poder!), quedé cautivada por la prosa de Enríquez. O, mejor dicho, de las prosas, pues cada parte de la obra poseía una focalización, un ritmo y un estilo con ciertas particularidades. Más allá de eso, el texto se abre en general a la narración de visiones poéticas y a descripciones externas e interiores precisas, a la frialdad y a la ternura, a lo cotidiano y lo horroroso, a la dicción europea y a la argentina. Y todo sin que estos cambios de registro se sientan irregulares. Y todo sin sacrificar la fluidez de la narración, que encanta al lector (para no usar el verbo horroroso de “enganchar”) y lo lleva por todas las mieles y hieles de su historia. </p><p style="text-align: justify;">Pero, en realidad, hablar de valor de estilo en Enríquez puede parecer redundante, considerando el antecedente de sus cuentos. Lo que creo importante aquí es destacar que todos sus andamiajes estilísticos parecen estar en función de delinear a sus personajes y la historia que ellos viven (o sufren).</p><p style="text-align: justify;">La verdad es que hacía muchísimo tiempo que no me encontraba con una novela regional que me despertara cariño por sus personajes, e interés orgánico por la historia misma. La leí con tal fervor adolescente que en cada pausa me quedaba pensando en sus protagonistas y sus desventuras. Pensaba en el cuerpo castigado del hermoso Juan, en la confusión creciente de Gaspar, en el malgenio de Victoria, la ternura atontada de Pablo y la extrañeza de la manca Adela, en la maldad de gruesas tintas de Mercedes, en la bondad de Luis, en la repugnancia de la Oscuridad.</p><p style="text-align: justify;">Una cita muy bella de Chesterton dice: “Literature is a luxury; fiction is a necessity”. Al leer a Enríquez, comprendí de pronto cuánto echaba de menos esa necesidad pura y simple de leer una buena historia, en el contexto de las narrativas latinoamericanas. </p><p style="text-align: justify;">El título de esta sección puede parecer un tanto engañoso, en ese sentido: no es que el manejo de Enríquez de todos ellos sea “perfecto”. Por otro lado, la perfección me tiene sin cuidado; no creo que sea algo a lo que alguien debiera aspirar. </p><p style="text-align: justify;">Quienes contemplan los relieves de una obra como defectos de composición han identificado algunas pérdidas de ritmo significativas. Con ellos concuerdo en que la primera parte de la novela, “Las garras del dios vivo”, es la mejor conseguida. Discrepo ya cuando critican la parte “La cosa mala de las casas solas”. Sospecho que en varios de estos casos lo que se da es un rechazo al foco en las vidas preadolescentes de Gaspar y sus amigos. A mí me gustó muchísimo ese cambio de registro, y creo que es funcional también a la suerte de <i>Bildungsroman </i>monstruosa del pobre Gaspar: un periodo de aparente calma, en el que lo sobrenatural va rascando poco a poco lo cotidiano, hasta descascararlo por completo en el clímax de la entrada en la casa maldita. </p><p style="text-align: justify;">De hecho, me encantó esta sección como una historia de literatura juvenil. La pandilla me pareció entrañable, y la manera en que las oscuridades (la simbólica y la con mayúsculas) iban colándose progresivamente en el relato me pareció muy bien lograda. En efecto, siento que en algunos tramos la narración se atascaba o aceleraba de manera más brusca, pero en ningún caso me resintió la vida de los chicos. De hecho, la presencia constante de la casa maldita, en contraste con aquellas acciones de Juan que ya no podíamos ver desde su focalización, actuaba como un eje de esta parte. Quienes previamente habíamos leído “La casa de Adela” sabíamos lo que ocurriría en esta sección, pero mi emoción no decayó en ningún momento al releer el episodio refundido. Al contrario, se potenció más por lo que ya conocía de los niños, con quienes me había encariñado.</p><p style="text-align: justify;">Tuve una relación más distante con el resto de las partes, aunque todas me parecieron bien conseguidas, incluso aquellas que funcionaban como interludios y que se narraban desde las voces de personajes más bien periféricos. En particular, me resultaron un tanto ingratas las partes que se centraban en vidas adultas rendidas al mundanal ruido, como la de la juventud casquivana de Rosario en Inglaterra o las peripecias bohemias de un Gaspar ya adulto, porque es exactamente el tipo de imaginario del que detesto leer (y del que detesto participar). Aun así, la pericia narrativa de Enríquez logró mantener mi interés en ellas, pues nunca dejaban de pasar cosas relevantes (¡y terribles!), y los personajes seguían siendo entrañables.</p><p style="text-align: justify;">Ese factor de íntimo nexo con los protagonistas es algo que tampoco solía ver en este tipo de narrativas actuales. Acaso sea porque la obra abarca una gran cantidad de años, y porque las diversas secciones abordan diferentes estadios de sus vidas (a veces con mucho dolor en medio), junto con sus diversas interacciones y sus naturales cambios en el tiempo, es muy difícil no cogerle afecto a sus personajes centrales en su (de)formación, todos enfrentados a un destino que pareciera excederlos y ante el que, sin embargo, se plantan con una entereza tan hermosa como dolorosa. </p><p style="text-align: justify;">Sin ir más lejos, la dupla de Juan y Gaspar me ha parecido una de las más bellas y conmovedoras que he leído en literatura contemporánea. Sufrí con ellos cada requiebro, cada herida y dolor físico, cada torva esperanza. Juan se me aparece de pronto como una suerte de Abraham luciferino que se resiste por todos los medios ante la obligación de entregar a su Isaac para el sacrificio de la deidad, en este caso corrupta. (Existen <i>muchos </i>alcances bíblicos en la historia, partiendo por el nombre de padre e hijo).</p><p style="text-align: justify;">¿Y qué decir del propio Gaspar? Un protagonista genérico más allá de sus poderes (o precisamente por estos), ¡un elegido!, y que sin embargo es tan, tan adorable. ¿Cómo lo consigue Enríquez? No estoy muy segura, pero creo que algo puede tener que ver justamente con lo que he comentado antes: el esmero y el cariño sinceros (o así los he leído yo) por el detalle de la narración de su vida, de su desarrollo. El contraste fascinante entre su titánico destino y sus pequeñas actividades cotidianas. De nuevo, hibridez, intersticio: Gaspar es lo que es, en mi corazón, por el encuentro de esas dos dimensiones en la obra.</p><p style="text-align: justify;">Quisiera cerrar este errático apartado citando un fragmento casi insignificante, que está lejos de ser representativo de las virtudes de la obra (supongo), pero que resultó muy significativo para mí. Desde luego, es un fragmento dedicado a Gaspar.</p><p style="text-align: justify;">En particular, corresponde a cuando un Gaspar adolescente está viviendo con su tío y, en una reunión social de este con sus amigos, se detiene a pensar en la distancia que media entre él y el resto de las personas:</p><p style="text-align: justify;">
</p><div style="background-color: gainsboro; border: 1px transparent; margin: 0px auto; padding: 10px; text-align: justify; width: 550px;">
[…] Gaspar sentía que él no podía subir hasta ese escalón. Se lo había dicho a Isabel. Es como si subiéramos juntos una escalera y en un momento yo digo «hasta acá llegué». Y en ese escalón, más arriba, ellos son felices y yo los miro. ¿Habría sido siempre así? No era timidez ni retraimiento ni adolescencia, como pensaban los demás. No se le iba a pasar. Podía bailar solo, podía emocionarse en su habitación con un libro, pero cuando llegaba la fiesta se desconectaba, los demás se convertían en una película que podía ver y en la que no podía participar.
</div>
<p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Podría justificar esta elección señalando que, aun en un detalle tan nimio como aquel, se expresa sencilla y poderosamente la marginación de la que es víctima Gaspar por su condición, por su posición por siempre ambigua entre el mundo cotidiano y el mundo de la Oscuridad, por la angustia que transmite toda la novela respecto a la imposibilidad aparente de Juan de proteger a su hijo a pesar de todos sus esfuerzos, y de entregarle, como el más singular presente, la posibilidad de una vida vulgar.</p><p style="text-align: justify;">Pero en realidad no quisiera justificar nada. La verdad es que tan solo me parece un fragmento muy significativo emocionalmente para quienes, siendo más o menos operativos en el mundo exterior, no calzamos ni calzaremos jamás en ninguna parte, Oscuridades aparte. </p><p style="text-align: justify;">Al leer este pasaje, me vi como un adolescente otra vez, encontrando en ciertos fragmentos de ciertas novelas aquellas grandes verdades que definirían mi vida adulta, mi destino.</p><p style="text-align: justify;">Aunque solo fuese por eso, le debo mucho a la novela de Enríquez y a su Gaspar, cuya amistad me hubiera honrado profundamente.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: large;">El Otro Lado y la posibilidad de una Faërie en Latinoamérica</span></b></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Si bien la novela de Enríquez es de terror, la construcción del Otro Lado me remitió a una visión torcida de nuestra Faërie, de nuestra Fantasía. Incluso hay una alusión explícita en el texto, que me hizo sonreír de sincera alegría: </p>
<div style="background-color: gainsboro; border: 1px transparent; margin: 0px auto; padding: 10px; text-align: justified; width: 550px;">
<p style="text-align: justify;">Estuve a punto de tocar el agua pero Juan me detuvo, con bastante violencia, como si me hubiese arrancado de una hipnosis. Tiene razón, todos sabemos lo que pasa si robamos algo de faery. Pero este no es el país de las hadas. Las reglas, sin embargo, no tienen por qué ser diferentes. Las reglas casi nunca lo son. Las formas pueden variar, las reglas no.</p>
</div>
<p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Aquel ominoso espacio liminal que parece estar fuera del mundo y del tiempo conocidos y que surge asociado a la Oscuridad y sus dominios, es uno de los elementos que más me gustaron de la obra. No se explica nunca de manera formal, concreta, y sus particularidades paisajísticas (¿y ontológicas?) están descritas con un gran detalle para aumentar la sensación de incomodidad que el lector ha de compartir con los personajes que se aventuran en sus parajes. </p><p style="text-align: justify;">Me gusta mucho además su inclusión porque remarca que esta se trata de una obra imaginativa y no alegórica, reiteración que, como demostré en el primer apartado de este ensayo, nunca sobra tratándose de Latinoamérica. En ese sentido, creo que, felizmente, es imposible reducir por completo el Otro Lado a una alegoría de algo en particular porque es bastante poco lo que se define de él. Esto es algo que por desgracia no ocurre con obras como la compilación <i>Pobres diablos</i> de Cristian Geisse, en la que la vinculación constante entre la figura del diablo y la precariedad de sus personajes han inspirado lecturas de lo demoníaco como alegoría del capitalismo. Que no se malinterprete: esto me parecería fascinante si el capitalismo fuese concebido como expresión en sí diabólica y no como un mero mal secular que la figura del diablo ficcionalizaría desde la metáfora o el símbolo. </p><p style="text-align: justify;">Me interesa poderosamente el retrato del mal metafísico en la ficción porque creo en su existencia en nuestro mundo. </p><p style="text-align: justify;">Ciertamente <i>Nuestra parte de noche</i> traza una vinculación entre el capitalismo y el mal, condensado en el poder de la dinastía Bradford y sus diversas atrocidades, conectadas a su vez con la dictadura. Tampoco puede omitirse que las expresiones más recurrentes de religiosidad, aunque bien sincréticas, <a href="https://www.goodreads.com/review/show/3475719376?book_show_action=false" target="_blank">provienen sobre todo del pueblo argentino.</a> Pero creo que es justo la existencia del Otro Lado lo que ayuda a desviar la posibilidad de las aburridas lecturas alegóricas. Es como si aquel universo formara parte no ya de un mal de concepción judeocristiana, sino de uno perteneciente a un orden primordial de un mundo antiguo ya olvidado. </p><p style="text-align: justify;">La Oscuridad devora, sí, pero es casi amoral en sus apariciones explícitas en la obra. En ese sentido, me pregunto si no será en efecto una versión torcida de lo feérico, que claramente posee una dimensión terrible, aunque tendamos a postergarla en favor de sus encantamientos (“Las formas pueden varias, las reglas no”).</p><p style="text-align: justify;">Esta sería la primera vez que me encontraría con Faërie desde Latinoamérica, en una obra ambientada mayormente en Latinoamérica. Y, aunque esta iteración particular no sea exactamente lo que hubiera deseado, su existencia me llena de gozo.</p><p style="text-align: justify;">Lo que quiero decir aquí, lo que he tratado de decir a lo largo de este ensayo, es que Mariana Enríquez ha hecho en <i>Nuestra parte de noche</i> lo que deberíamos hacer los Fantasistas latinos con historias de gran envergadura, y que hasta ahora solo se ha hecho de manera brillante desde mundos más o menos secundarios, a través de los sendos trabajos de Liliana Bodoc y Verónica Murguía.</p><p style="text-align: justify;">La obra más cercana a este propósito suyo desde nuestro terruño, a mi juicio, ha sido <i>El tren marino</i>, de Daniel Villalobos, pero me pareció malograda por su obsesión <i>gore</i>, una protagonista adulta insufrible, un ritmo excesivamente <i>best sellero</i> que me tendía a sacar de quicio y una dicatástrofe mal desarrollada y decepcionante. Pero, curiosamente, sus virtudes me parecen un pálido pero evidente eco de algunas que me gustaron mucho en la obra de Enríquez, por estar mucho mejor desarrolladas, y que ahora al fin puedo identificar bien: la voz trágica y poderosa de los niños, el Mal de turno anclado ineludiblemente a la historia y trasfondo mitológico de nuestros azotados países latinos, la narración de viajes desesperados por nuestros territorios y la sensación constante de una angustia y un desamparo transversales. </p><p style="text-align: justify;">Creo que Enríquez, con su novela, podría plantear un modelo alternativo de escribir Fantasía en Latinoamérica, complementario a aquellos dos que esbocé en mi ensayo <a href="https://vagalumbre.com/2020/10/12/la-idea-de-una-fantasia-latinoamericana/" target="_blank">“La idea de una ‘Fantasía latinoamericana’ ”</a>.</p><p style="text-align: justify;">No me refiero con esto a que haya que seguir a pies juntillas su modelo narrativo, porque creo en la individualidad de los proyectos poéticos por sobre toda colectividad o subordinación a la hegemonía de los populares y poderosos, pero sí analizar sus virtudes más evidentes. Enríquez ha hecho que incluso me haya despertado la curiosidad por narrar una historia imaginativa desde Chile, que como país en general no me ha inspirado más que desilusiones, <a href="https://tierradefay.blogspot.com/2019/11/la-fantasia-despues-del-18-de-octubre.html" target="_blank">esperanzas delirantes y estúpidas</a> y amarguras, y con el que tengo un nulo vínculo experiencial-geográfico. </p><p style="text-align: justify;">¿Qué más se le puede pedir a una obra literaria hermosa, siendo alguien que ama escribir, sino que su lectura te mueva a seguir escribiendo desde nuevos senderos, a pesar de todo el dolor que ello podría implicar?</p><p style="text-align: justify;">Desde luego, me siento muy frustrada de que una novela como <i>Nuestra parte de noche</i> sea de terror y no de Fantasía, pero creo entender porque fue o tuvo que ser así. Como consuelo, me digo que al menos no fue de ciencia ficción (JA), y que hay un remedo o iteración de Faërie, algo que cuenta casi como un milagro o una gracia. </p><p style="text-align: justify;">Acaso sea que aquella tercera vía para la Fantasía latinoamericana no pueda sino recargar las voces en el oscuro tintero del terror de nuestro continente, algo que me llena de pasmo pero que, al mismo tiempo, ahora, también me tienta mucho explorar.</p><p style="text-align: justify;">Lo único que tengo claro que, si algún día me animara a seguir la senda de Enríquez desde la Fantasía, brechas de talento, de carisma y de éxito aparte, escribiré para mi historia la eucatástrofe que ella no pudo o no quiso darle a la suya.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><b>Notas</b></p><p style="text-align: justify;"><b>[1] </b></p><p style="text-align: justify;">“<b>Our share of night</b> to bear—</p><p style="text-align: justify;">Our share of morning—</p><p style="text-align: justify;">Our blank in bliss to fill,</p><p style="text-align: justify;">Our blank in scorning—</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Here a star, and there a star,</p><p style="text-align: justify;">Some lose their way!</p><p style="text-align: justify;">Here a mist – and there a mist –</p><p style="text-align: justify;">Afterwards—Day!”</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><b>[2]</b> Enríquez también ha tenido un curioso rol promoviendo la ficción imaginativa. Uno de los casos más elocuentes fue su decisión, como directora del Letras del Fondo Nacional de las Artes de Argentina, de impulsar un concurso nacional centrado en literatura de género. Entonces sucedió lo delirante: personas (sobre todo autores <i>normies</i>) que se quejaron amargamente… ¡de ser <i>excluidos </i>por tan <i>rígidas </i>categorías! Escritores como Cecilia Pavón incluso llegaron a comentar, con un desplante e ignorancia insólitos, que a nosotros jamás se nos perdonaría en el medio <i>normie</i>, “Sigo sin entender cuál es la poesía de terror y ciencia ficción […] ¿Le agrego un par de aliens al libro de poema que ya tengo y pensaba mandar y es de ciencia ficción?”.</p><p style="text-align: justify;">Es decir, nos encontramos nuevamente con un patético ejemplo del “Are they going to say this is fantasy?” / “I’m on the side of the pixies” de Kazuo Ishiguro, en su aún más <a href="https://tierradefay.blogspot.com/2015/03/the-buried-giant-de-kazuo-ishiguro.html" target="_blank">patética diatriba contra Ursula K. Le Guin.</a> </p><p style="text-align: justify;"><a href="https://www.clarin.com/cultura/polemica-premio-nacional-genero-terror-mariana-enriquez-responde_0_tralnU5YF.html " target="_blank">En esta nota</a>, las declaraciones de Enríquez resultan bastante graciosas por la irónica obviedad de sus respuestas.</p><p></p>Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-83884775084485603312020-05-23T15:34:00.000-04:002020-05-23T15:34:53.088-04:00Una taza de té o café<div><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3c57NHCyrMO7Qeu44LR70xyaIHdELSXPy3-FZbHhpmeZE7JbxEoFnltRQperRh-sEhySg47D2S34NaVx1QNZlMSE-oDuS_1eL7z-44bQHLEuyjEWJtEdHrmz97D83N8uwI0R7k4lcSvc2/" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img alt="Ilustración de McGillustrator" border="0" data-original-height="1165" data-original-width="900" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3c57NHCyrMO7Qeu44LR70xyaIHdELSXPy3-FZbHhpmeZE7JbxEoFnltRQperRh-sEhySg47D2S34NaVx1QNZlMSE-oDuS_1eL7z-44bQHLEuyjEWJtEdHrmz97D83N8uwI0R7k4lcSvc2/w308-h400/coffee_break_by_mcgillustrator_d5e26dw-fullview.jpg" width="308" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Ilustración de <span class="g5Yvc" style="border: 0px; color: inherit; font: inherit; margin: 0px; overflow: hidden; padding: 0px; text-decoration-line: none; text-overflow: ellipsis; vertical-align: baseline; white-space: nowrap;"><a class="user-link _35MgG" data-hook="user_link" data-icon="https://a.deviantart.net/avatars-big/m/c/mcgillustrator.jpg?6" data-userid="18790577" data-username="McGillustrator" data-usertype="regular" data-useruuid="303eca01-c09a-422d-8304-c88ac634d717" href="https://www.deviantart.com/mcgillustrator" style="border: 0px; font: inherit; margin: 0px; overflow: hidden; padding: 0px; text-decoration-line: none; text-overflow: ellipsis; vertical-align: baseline; white-space: nowrap;" title="McGillustrator">McGillustrator</a>.</span></td></tr></tbody></table><div><br /></div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Entre los muchos aspectos por los que <i>Earthbound </i>es justamente reverenciado, hay uno que siempre me ha intrigado: <b>su imaginario de americana noventera y sobrenatural</b>. Por supuesto, esta caracterización es más descriptiva que evaluativa, pero tengo la impresión de que la he visto muchas veces asociada a un ensalzamiento de lo mimético por sobre lo imaginativo. En pocas palabras, <i>Earthbound </i>ofrece un mundo con ciertas trazas realistas (o, por lo menos, identificables con diversos aspectos de nuestra realidad contemporánea), y eso, para algunas personas, sería muchísimo más atractivo que los habituales mundos neomedievalistas de fantasía de buena parte de los RPGs compañeros de su generación. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Aunque comparto el atractivo por la novedad, no me parece que esta cualidad sea en sí algo superior. De hecho, creo que en la construcción de mundo ficcional de <i>Earthbound </i>se realiza un procedimiento homólogo al del resto de los RPGs neomedievalistas: recoger elementos de imaginarios ajenos y transformarlos creativamente. <b>El mundo de <i>Earthbound</i>, aunque parezca ridículo insistir en ello, no es una representación fidedigna de los Estados Unidos de los noventa</b>. Hay extraterrestres, monstruos y poderes sobrenaturales, sí, pero hay también otros aspectos más sutiles que sientan las distancias con la época real. Hay una mirada desde la otredad japonesa, que codifica a su modo este imaginario presuntamente occidental. </div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>El mundo de <i>Earthbound </i>es tan cercano a los Estados Unidos de los noventa como cualquier iteración neomedievalista lo es respecto a la Edad Media histórica europea.</b> Y esto está bien. Para jugadores latinoamericanos, además, está estupendamente bien porque no nos pertenecen ni lo gringo ni lo medieval; como constructos ajenos, creo que tenemos o deberíamos tener más libertad para disfrutarlos como ficciones, sin prejuicios historicistas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Aclarado lo anterior, sin embargo, sí hay numerosos aspectos miméticos que <i>Earthbound </i>explora y que no suelen presentarse en las obras neomedievalistas, más centradas en las grandes épicas. Entre todos ellos, quisiera centrarme aquí en uno muy concreto: <b>las instancias para tomar una taza de té o café. </b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Existen dos episodios de este tipo en el juego, ambos en puntos que podrían considerarse de inflexión en la aventura. En ellos, tras hablar con un personaje no humano (un Mr. Saturn en el caso de la taza de café, un Tenda en el caso de la taza de té), se nos presenta una escena sicodélica, al estilo de los llamativos fondos de combate, con una relajante música. Entonces aparece un texto que se desliza hacia arriba de la pantalla y que nos explica, de una manera muy explícita, cuánto hemos avanzado en el juego hasta ese momento. Hay algunos breves recuentos de la aventura, un intento de expresión de las posibles emociones del jugador y una anticipación de futuros desafíos. El texto concluye con una apelación a los nombres de los protagonistas y un deseo de buena suerte.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Me he preguntado por qué estas dos escenas, en su simpleza, me gustan tanto. Si las analizamos con detenimiento, podemos interpretarlas como <b>una manifestación más de los elementos metaficcionales de <i>Earthbound</i></b>, que sentaron las bases para nuevas exploraciones en obras posteriores. Pero no creo que sean las mejores expresiones. A mi juicio, creo que ese título se lo lleva la dinámica del enfrentamiento final contra Giygas, con la urgencia del comando de plegaria de Paula y la apelación final, bellísima, al nombre del propio jugador. <b>Convertir el acto de presionar un botón en una oración por el bien de personajes ficcionales genéricos hechos de píxeles es una de las experiencias más hermosas que me ha deparado un videojuego, y una que aún me mueve a las lágrimas.</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero convengamos que, pese a que podríamos reconocer el acto de rezar como algo más o menos “realista” (los creyentes más accidentados tenemos el vicio de acordarnos de Dios ante todo en momentos críticos), sigue siendo un puente con lo divino y lo trascendente. En cambio, el acto de tomarse una taza de té o café y reflexionar junto su calor es algo que todos hemos hecho, de manera independiente de nuestra fe. Para los ateos o agnósticos, imagino, podría incluso pensar en este acto como una forma de meditación o introspección que, dentro de su secularidad, encierra una pequeña semilla providencial. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>El mundo se detiene unos momentos ante el recipiente y su líquido caliente. Estamos a solas con nosotros mismos mientras el mundo a nuestro alrededor no deja de girar.</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La escena del té y el café no es del todo óptima, pese a todo. Una mirada más crítica nos permite pensar en ella como una explicitación demasiado literal y forzada. El juego pretende poner en pantalla lo que tú supuestamente sientes y piensas hasta ese momento, con un lenguaje además planísimo, obvio. Si esta explicitación es un recurso positivo en el caso de la caracterización de los protagonistas (las constantes alusiones de otros personajes sobre cómo parecen volverse más maduros a lo largo de la aventura, algo que no podemos apreciar por nuestra cuenta), aquí parece un alcance más bien innecesario.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esto es lo que puedo decir desde una mirada crítica adultizada. Desde una mirada experiencial, quizá porque jugué <i>Earthbound </i>de adolescente y entonces mi brebaje habitual era la leche o el jugo, nunca le presté demasiada atención a estas escenas. Me parecían simpáticas, originales, tiernas. Poco más. Pero siento que ya he recorrido lo suficiente de mi propia aventura como para entender que sí hay algo más en ellas, algo que trasciende por igual los intereses adultistas de querer deconstruirlo todo y la indiferencia crítica juvenil.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Lo cierto es que ahora mismo me gustaría que hubiera un texto desplegable que hiciera un recuento de mi vida</b>, que me hablara de lo que me espera del otro lado de la pandemia, que me deseara suerte. Que me recordara los nombres de los amigos que han permanecido conmigo en las noches oscuras del alma, o cómo ahora puedo aniquilar amenazas débiles que alguna vez, de muy niña (nivel 1), suponían un verdadero peligro.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero no hay texto, al menos no tan explícito como el de <i>Earthbound</i>. La voz de Dios habla desde lenguajes muy singulares, y yo soy un poco analfabeta en ellos. Por lo pronto, cuento con Su murmullo, con mi propia voz interior y con una taza de té (no me gusta mucho el café). No ha sido hasta que me he animado ahora a revisitar esta escena de Earthbound cuando comprendí que llevaba mucho tiempo sin hacer exactamente eso: <b>sentarme con el brebaje humeante, hacer una pausa real del vaivén del mundo, de sus giros buenos y malos, y quedarme a solas conmigo misma. </b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Quisiera que todos los imaginarios posibles pudieran abordar este tipo de escenas, que cada vez siento más necesarias, pero sobre todo que las historias de fantasía pudieran hacerse cargo de ellas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Earthbound </i>tuvo la brillante idea de desarrollar estas escenas justo desde personajes no humanos, que no tendrían por qué ofrecer un brebaje mundano de la forma en la que lo hacen.<b> Podría decir que es el elemento no mimético del juego el que te invita a estas pausas</b>. Esta lectura se verá menos descabellada si recuerdo que otra escena muy potente y entrañable del título corresponde a la ensoñación de Ness en Magicant, su propio reino mental, donde se reencuentra con su pasado y vive una experiencia deliciosamente arquetípica para convertirse en héroe. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Me pregunto por qué los imaginarios tradicionales de fantasía neomedievalista no se abren habitualmente a estas experiencias</b>. Por qué el foco suele estar puesto en la épica exterior, en la gringería del worldbuilding, de los sistemas de magia, de cómo narrar o trabajar efectistamente escenas de guerra o de combate. Todo funcional, todo grandioso para el consumidor promedio.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Yo me pregunto dónde están las tazas de té o de café (o del brebaje que sea). </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En <i>Fire Emblem: Three Houses</i>, podría decirme alguien, quizá con sorna. Aún no lo juego (me muero por hacerlo), pero sospecho que no es exactamente lo que busco. No se trata de conectar con otros para ganar sus favores, sino con uno mismo. <b>La taza a solas. La taza inútil</b>. La taza que detiene todo por unos momentos, que conjura ese texto invisible que es nuestra voz interior.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">No me interesa la épica exterior si no es en función de la épica interior del individuo. No me interesa la construcción sistemática de un mundo, sino su tejido mitopoético. No me interesa la magia cientifizada y sintética como valor de juego de rol, sino su expresión indómita de una naturaleza inefable, otra forma de poesía. No me interesa la narración de un choque de ejércitos, sino las pozas de agua de lluvia ensangrentadas, las cortezas baleadas o tajeadas de los árboles, los enemigos mirándose a los ojos, ojos que han visto cosas parecidas, antes de que uno de ellos vea su vida segada.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">No me interesa <b>Earthbound </b>porque tenga un novedoso imaginario presuntamente americano, sino porque lo retuerce de tal modo que en él surge, de maneras singularísimas, <b>todo lo que me importa</b> y que, por lo general, se ha orillado en el imaginario neomedievalista: la plegaria, la conexión entre artífice y artificio, la esperanza, la amistad infantil que nunca tuve, el viaje y la aventura, el destino de los elegidos, la conversión en héroe(s). </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y me interesa <i>Earthbound</i>, también, por sus tazas de té y café. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En medio de tantas abstrusas discusiones en torno al verismo en la ficción de fantasía (porque no merece llamarse a eso “verosimilitud”), de si tal espadón es inhumanamente imposible de cargar, de si los asedios están mal trabajados, de si se comía tal o cuál alimento en tal lugar en tal año, de si los tratamientos misóginos de la mujer se justifican o no por una concepción nefasta del “machismo medieval”; o incluso en medio de esas otras discusiones en relación con la coherencia interna, un poco más razonables, pero terriblemente aburridas y nulamente intelectuales en lo que importa, nadie piensa en las tazas de té o café. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La verdad es que me parece muy natural que un grupo de héroes deba detenerse a la vera del camino con un brebaje caliente ante el peso del destino, de la misma forma en la que millones de personajes o personas innominadas en la gran historia del mundo lo hacemos. Eso es, acaso, lo que realmente nos une a todos. El gesto en sí me parece más natural que todo lo que comenté antes, y definitivamente es algo en lo que me interesa mucho más adentrarme como autora y lectora.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Earthbound</i>, como toda historia imaginativa hermosa que amo profundamente, siempre tiene algo que enseñarme desde su belleza. Acaso sea que la voz que tanto buscamos (la nuestra, la de Dios) se encuentre presente en el tejido de estas historias, que hablan desde la verdad. Esa verdad que constata que seguimos rezando por el destino de Ness, Paula, Jeff y Poo en su último enfrentamiento, hasta destruir a su enemigo. Esa verdad que nos descubre que eso es precisamente lo que debemos hacer con nuestros propios personajes: rezar desde la palabra para salvarlos de la desesperación… y brindarles una taza de té o de café, de la misma forma en la que ellos han hecho también con nosotros para rescatarnos de nuestra propia perdición.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Cuando termine esta taza de té, esta oración secular, este texto, mi propia aventura continuará. Mi destino me conduce en la dirección correcta. Creeré en mí y seguiré adelante. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¡Paula!</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Te deseo suerte.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/a_WurTZJrpE" width="320" youtube-src-id="a_WurTZJrpE"></iframe></div><div><br /></div>Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7502796008342243907.post-10655593570120521832020-01-27T10:08:00.000-03:002020-01-27T10:08:03.753-03:00A propósito de El priorato del naranjo: estilo, mundo y personajes en la Fantasía épica<div style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixclvumhKtPqNnHzyvn6aOuo8o5b2CPF1SXSibdGjHyh-IjWiJnwtjH3vXdwcByFhH13fyXtj1ym0hQvRm0QOe9N8-V6a5J250Ga7WC6cx1ecXqYEF9DdEzEzmw8L1ezqQOaGMsZh1xY_5/s1600/Elprioratodelnaranjo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1055" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixclvumhKtPqNnHzyvn6aOuo8o5b2CPF1SXSibdGjHyh-IjWiJnwtjH3vXdwcByFhH13fyXtj1ym0hQvRm0QOe9N8-V6a5J250Ga7WC6cx1ecXqYEF9DdEzEzmw8L1ezqQOaGMsZh1xY_5/s400/Elprioratodelnaranjo.jpg" width="263" /></a></div>
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No suelo leer obras de Fantasía inglesas o norteamericanas contemporáneas, dentro de un rango de al menos 20 años, que hayan sido relativamente celebradas. No me interesan demasiado, salvo contadas excepciones (<i><a href="http://tierradefay.blogspot.com/2017/12/mis-lecturas-destacadas-de-fantasia-de.html">Jonathan Strange y el señor Norrel</a></i><a href="http://tierradefay.blogspot.com/2017/12/mis-lecturas-destacadas-de-fantasia-de.html">, de Susana Clarke, por ejemplo</a>). Esto se debe, ante todo, porque rara vez conecto con sus estilos, aproximaciones temáticas o incluso con las motivaciones de sus escritores, enmarcados en un campo cultural tan fuertemente comercializado como el de la industria de la ficción de género del primer mundo.</div>
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Pese a lo anterior, de cuando en cuando me nace comprarme a ciegas alguna obra que, por diversas razones, consigue llamarme la atención más allá de aspectos puramente literarios. Este fue el caso de <i>El priorato del naranjo</i>, novela autoconclusiva de Fantasía épica de la inglesa Samantha Shannon. Además de su vistosa portada dragonil, un elemento frívolo pero agradable, me intrigó un <i>blurb </i>muy desconcertante, a cargo de la escritora Laura Eeve (a quien no conozco): “<i>The Priory of the Orange</i> <i>Tree </i>feels like a feminist successor to <i>The Lord of the Rings</i> - something I don't say lightly”. Puesto que pensaba que la comunidad angloparlante contemporánea de literatura de Fantasía parecía llevar bastante tiempo tratando de desentenderse de Tolkien y de su obra, este texto me despertó curiosidad.</div>
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Una vez que rastreé más información sobre la novela, me sorprendió descubrir que esta era, a grandes rasgos, una Fantasía épica medievalista bastante extensa, más bien tradicional en estructura, que incluía búsquedas de objetos de poder, múltiples puntos de vista y un enemigo dragón de maldad primordial. A estas características prototípicas se le unían aspectos más modernos, como la intriga política, discusiones religiosas y preocupación explícita por la diversidad en su reparto de personajes.</div>
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Como este cuadro me pintó interesante, finalmente terminé comprándome la novela. </div>
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Ahora escribo este texto, originado en extensos apuntes, como una suerte de reflexión sobre dos aspectos cuyo tratamiento influyó en que <i>El priorato del naranjo</i> no me resultara una experiencia de lectura tan buena como deseaba. Pero, ¿por qué escribir de una novela que no cumplió mis expectativas? En primer lugar, porque es necesario insistir en que este texto no es una reseña. No me interesa alentar o desalentar la lectura de esta obra a partir de preferencias personales. En segundo lugar porque, a pesar de mi decepción, la novela me espoleó bastante pensamientos, tanto como lectora como autora. En ese sentido, lo que se valora de la experiencia no son tanto mis gustos disgustos o disgustos con <i>El priorato del naranjo</i> como las reflexiones que pude extraer de ella.</div>
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A continuación, entonces, presentaré cada apartado y me explayaré al respecto.</div>
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<b><span style="font-size: large;">Estilo y mundo</span></b></div>
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En una de sus clases de escritura creativa, referenciado a algo que aparentemente habría planteado George Orwell, Sanderson explicó dos tipos de escritura, en relación con el estilo literario. Al primero lo llama prosa de ventana: un estilo llano, límpido, que permitiría al lector centrarse más en lo que se cuenta que cómo se cuenta. La metáfora de la ventana, entonces, alude al hecho de que al mirar a través de ellas no estamos tan concentrados en el vidrio como en el mundo que se trasluce a través de él.</div>
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El otro tipo de prosa es la de vidriera: un estilo poético y/o evocativo, que permitiría al lector centrarse más en cómo se cuenta algo antes que en lo contado. Aquí la metáfora de la vidriera refiere a cómo, al mirar una de estas obras de arte, la valoramos en sí misma por sus formas y colores, que no necesariamente reflejan del todo las del mundo real que se encuentra detrás de ella.</div>
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Desde luego, estas categorías son más difusas entre ellas de lo que parece, y naturalmente flexibles según el tipo de historia que se esté contando, y aun de cada uno de los episodios de esta narración. Sanderson apunta que cada estilo tiene sus ventajas y problemas, aunque reconoce que el de la ventana predomina en la ficción popular (o de géneros) y el de la vidriera en la ficción literaria o en la poesía.</div>
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Me interesaba hablar de estas curiosas metáforas porque <i>El priorato del naranjo</i> es, ante todo, una obra de prosa de ventana.</div>
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Sí, hay variadas descripciones poéticas y léxico preciso, que no escatima en utilizar palabras poco frecuentes si son las necesarias, por ejemplo. <b>Pero estilísticamente no posee ningún valor destacado que la diferencie de otras obras similares en el mercado.</b> <b>[1] </b></div>
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La de Shannon es una prosa llana, concreta, límpida. Correcta. Funcional. Permite, precisamente, centrarse, sin <i>distracciones</i>, en las aventuras de sus protagonistas y los diversos giros argumentales que van enlazando sus arcos. Es un tipo de prosa al parecer común en la Fantasía primermundista contemporánea, probablemente por su dependencia a modelos de mercado que promueven el contenido mismo de la obra, ya sea para divertir y/o entregar un mensaje (por ejemplo). </div>
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Para estos fines, por consiguiente, <b>el estilo debe eludir toda opacidad que desvíe la atención de los focos de desarrollo principales</b>. Esto se consigue a través de recursos tales como oraciones cortas, más denotativas que connotativas, con énfasis en verbos de acciones que aceleren el ritmo de lectura, descripciones nulas o acotadas y profusión de diálogos que tejan conversaciones con fluida interacción entre sus participantes.</div>
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En la obra comentada, noté algo que me llamó mucho la atención en relación con los aspectos anterior: la mayoría de los párrafos son cortos y sus extensiones son similares. Las oraciones también suelen ser bastante cortas y de sentido concreto. <b>Estos dos factores contribuyen a que el ritmo predominante de lectura de la obra sea ágil</b>. Esta cualidad puede verse como una virtud considerando la magnitud de la novela (más de 800 páginas), pero se puede concebir también como una complicación si se advierte que el ritmo aquí es también homogéneo en su agilidad. </div>
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En su bello ensayo “Rhythmic Pattern In The Lord Of The Rings”, del libro <i>The Wave in the Mind</i> (2004) <b>[2]</b>, Ursula K. Le Guin analiza meticulosamente los patrones rítmicos de <i>El Señor de los Anillos</i>. Comienza identificando cómo algunos personajes hablan con un patrón distintivo, y luego realiza un análisis centrado en un capítulo específico para demostrar de qué manera la narrativa y el lenguaje siguen un ritmo binario (“trocaico”, lo llama ella) que alterna entre tensión y relajación, avance y pausa, y que replican a su vez los acentos propios de una aventura, de un viaje, cuyo discurrir, naturalmente, no es plano, sino irregular.</div>
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Esto, en mi opinión, es algo que no consigue desarrollarse plenamente en la obra de Shannon. Sin ir más lejos, me encontré leyendo con la misma disposición lectora escaramuzas menores de los personajes, diatribas políticas y hasta la batalla final. En mi experiencia, percibí esto como un problema que me impidió atender de manera distintiva a episodios muy distintos de la obra, que requerían a su vez del despertar de emociones diferentes, sobre todo porque algunas (enfrentamiento decisivo contra un dragón colosal) me interesaban bastante más que otras (intrigas políticas). </div>
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Volviendo a las metáforas de la ventana y del vitral, mi problema con ellas es que crean una división artificial. <b>El lenguaje no es un “medio” en la literatura: es su esencia, la materia prima a partir de la cual se crea un objeto artístico (literario)</b>. Desde luego, a través del lenguaje referimos a otras cosas, pero en esa referencia debieran primar, al menos de cuando en cuando, tanto lo indicado como la propia indicación. Por otro lado, afirmar que hay una literatura en la que debiera predominar la ventana y otra en la que debiera hacerlo el vitral es dar a entender, horriblemente, que las historias imaginativas no merecen escribirse ni leerse como literatura, algo a lo que me opongo.</div>
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En el caso de la literatura imaginativa, y sobre todo en el de la Fantasía, <b>nuestro único referente es el propio lenguaje [3]</b>. No podemos esperar a que el lector se asome a la ventana y el cristal de esta le permita avistar un dragón, como cabría tener de expectativa en un texto mimético. Esto no pasará porque, triste e injustamente, no hay dragones allá afuera. Los Fantasistas necesitamos de los vitrales para hacer vivir a nuestros dragones (y los caballeros que se les oponen) desde el pulso del lenguaje. </div>
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Para mí, que <i>El priorato del naranjo</i> se inclinara más a la prosa de ventana me privó de una experiencia lectora mucho más fructífera. Me impidió emocionarme como habría deseado ante sus dragones parlantes (tanto los buenos como los malos), a pesar de que en ocasiones estos sí conseguían rozar un registro particular; me impidió entrar en el flujo de lectura rápida en la épica batalla final porque había estado en él durante casi toda la novela; y aun me privó de visionar sus diversos parajes (aspecto esencial de toda Fantasía épica) en los viajes de los personajes, que además de dragones incluían conspiraciones, piratas y órdenes religiosas. </div>
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Por desgracia, el mundo secundario mismo de <i>El priorato del naranjo</i> tampoco logró entusiasmarme. <b>No percibí belleza alguna en sus zonas</b>, de esa belleza que te obliga a detener la lectura un momento (de nuevo: ritmo) y releer una descripción, paladearla, recrearla en la imaginación. Y, a pesar de que la obra incluye gran cantidad de leyendas, algunas de contenido muy bello, el tono de sus narraciones tampoco consiguió provocar en mí su evocación. </div>
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Por otra parte, uno de los aspectos que más me despertaban la curiosidad, <b>el conflicto religioso, se desarrolló más como problema político que como uno de fe</b>. Aunque en la obra se plantea lo que pasa cuando cierto dogma creído por los personajes resulta no ser tal cual lo pregonaban, sentí que no se logró reflejar una verdadera crisis espiritual. Esto puede deberse también a mis creencias personales y <a href="http://tierradefay.blogspot.com/2020/01/mis-lecturas-destacadas-de-2019.html">a la reflexión que me suscitó la novela <i>Silencio</i>, de Shusaku Endo</a>. En esta historia, nunca se trata de demostrar qué fe es “mejor” o “más verdadera” que la otra, sino, por un lado, la pugna cultural, política y ética que supone su enfrentamiento; por otro, el escabroso camino individual de la fe. </div>
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Creo que los aspectos que he descrito anteriormente tienen que ver con un problema habitual de la Fantasía contemporánea: <b>la degradación de la mitopoiesis en <i>worldbuilding</i></b>. Es decir, con la creencia de que “crear un mundo” pasa simplemente por gestionar, incrustar y enlazar aristas reconocibles como “geografía”, “política, “religiones”, o “flora/fauna”, sin discriminar además en los procedimientos de trabajo que se realizarían para un juego de rol, una historia audiovisual o una obra literaria. Y, naturalmente, sin pensar en la base mitológica que sostiene todo universo.</div>
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Esto, quizá, podría interpretarse también desde las metáforas de la ventana y el vitral. El <i>worldbuilding </i>parece presuponer que basta con fijarse en el exterior, a través de ventanas diversas, y replicar, con algunos retoques aquí y allá, el mundo concreto observado. La mitopoiesis, en cambio, nos llevaría a observar el mundo tanto en lo visible como en lo invisible y transformar ese material de manera única, a través de un vitral que es en sí mismo una obra de arte. </div>
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<b>En la Fantasía, esto equivaldría a crear, desde el lenguaje, un mundo secundario que se perciba realmente orgánico, evocador, vivo. Un mundo que una imaginación mínimamente entrenada pueda vislumbrar desde el corazón. Un mundo al que desearíamos ir. </b></div>
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Un mundo, como decía Christopher Tolkien a propósito de la amada Tierra Media de su padre (que Dios los tenga ahora a ambos en Su gloria), que se sintiera más real que, por ejemplo, Babilonia.</div>
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Y no sentí eso con el mundo de <i>El priorato del naranjo</i>. Ahora, para ser justos, es algo que muy pocas obras consiguen lograr porque es extraordinariamente difícil; y estamos claros, por otro lado, que la Tierra Media es la manifestación más excelsa de lo anterior, y eso está bien y me llena de alegría. Pero sí soy optimista (cosa rarísima en mí) de que los mundos secundarios de muchos autores contemporáneos de Fantasía ganarían bastante más espesor, evocación y belleza si los trabajaran como arte… o si, para empezar, leyeran y estudiaran <i>On Fairy Stories</i>, del propio J.R.R. Tolkien y <b>reconciliaran la creación mitopoética del mundo secundario con un tallado de lenguaje acorde a la dificilísima tarea de ser un sub creador.</b></div>
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<span style="font-size: large;"><b>Personajes</b></span></div>
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En el apartado anterior comenté que se podía entender la preferencia por una prosa de ventana cuando se pretendía insistir en determinado foco y apartar toda distracción. En el caso de la obra de Shannon, como ella misma ha deslizado en diversas entrevistas, podría intuirse que este foco es <b>presentar al público lector actual una obra tradicional de Fantasía épica, con aventuras, legado legendario y disquisiciones mundanas, con énfasis en la presencia de personajes femeninos y/o pertenecientes a la comunidad LGBT que desarrollen gran agencia en los sucesos de la historia.</b></div>
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Lo anterior, desde luego, es fantástico. Si bien detesto la recurrente expresión cliché de “hombre blanco heterosexual”, es innegable que la Fantasía épica, sobre todo la formulaica, ha estado inclinada a darle relevancia protagónica a ese tipo de personajes (o a manifestaciones cercanas a este). Por fortuna, desde hace ya un buen tiempo se ha estado insistiendo en la necesidad de retratar también héroes pertenecientes a colectivos marginalizados por género, orientación sexual o raza, por ejemplo. Evidentemente, la Fantasía, como género literario que representa la expresión superior de la imaginación, tendría también que ser fértil en la posibilidad de imaginar nuevas vivencias de este tipo, o de recrear aventuras maravillosas y épicas que cualquier ser humano, sin importar sus interseccionalidades, pueda protagonizar.</div>
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Pese a lo anterior, nunca me he sentido del todo cómoda con los discursos hegemónicos en torno a la representatividad en la comunidad imaginativa (principalmente gringa o primermundista, que ya sabemos que se impone al resto del universo). Personalmente, no siento que a mí me represente un personaje solo por calzar 1/1 con mis interseccionalidades (mujer, latina, clase media <i>difusa</i>, etc.). Lo que a mí más me define más, creo, son mis sueños, mis valores, mis defectos sicológicos personales, entre cosas por el estilo. Desde luego, algunos de estos aspectos se ven fuertemente condicionados o restringidos por lo anterior, pero aun así los siento propiamente <i>míos</i>. Individuales. Me cuesta conectar espiritualmente con principios colectivistas, aunque comparta varias de sus luchas políticas.</div>
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Por esta razón, no necesito tampoco que un personaje tenga que ser una mujer de determinada orientación sexual o etnia (por ejemplo) para sentirme identificada con él. Aunque, como Shannon, también me encontré con numerosa ficción imaginativa que no era pródiga en personajes diversos, aprendí tempranamente a identificarme con hombres, o incluso con dragones u otras criaturas no humanas, siempre que su desarrollo sicológico me apelara de alguna forma.</div>
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En fin: en las historias que más he amado nunca me faltaron personajes con los que conectar en lo importante; que muchos de ellos fuesen hombres no fue entonces un problema para mí porque me sabía paria en múltiples dimensiones (incluyendo ante otras mujeres), y ya contar siquiera con un ser ficcional que tuviera mis dramas o dilemas existenciales, emocionales o espirituales era un milagro <b>[4]</b>.</div>
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Todo este rodeo es para comentar que me sorprendió no conectar mayormente con los personajes femeninos principales de la obra. Tanto Ead como Tané eran mujeres serias y valientes. Ead destacaba en particular por ser muy madura, prudente y competente; Tané, por ser apasionada, dedicada y con una alta consciencia de sus acciones (sobre todo las malas). Como defectos, acaso podría achacársele a ambas ser un tanto temerarias, perfeccionistas y muy aferradas a sus convicciones. </div>
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A partir de mi descripción anterior, es fácil identificar mi problema con ellas: son demasiado <i>perfectas</i>, incluso en sus errores y defectos, que son bastante más deseables que ser, por ejemplo, cobarde o despiadado. Sospecho que tiene que ver con ciertas preconcepciones que apuntan a considerar que un “buen personaje femenino” significa, indefectiblemente, “personaje femenino lleno de cualidades activas y de defectos ‘deseables’”. </div>
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Pero esto no tiene por qué ser así siempre. Además, las mujeres no siempre somos seres así de interesantes, atractivos o positivos. <b>Lo que hace un buen personaje no es este tipo de rasgos, sino cómo le brindamos profundidad sicológica y espiritual, que puede también desarrollarse a partir de aspectos negativos, ambiguos o claramente indeseables</b>. Adicionalmente, las mujeres también podemos ser ruines o miserables, y necesitaríamos igualmente referentes de ese estilo. </div>
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Aun cuando entienda que esta tendencia pueda deberse a la prolongada ausencia generalizada de personajes diversos, y aun cuando empatice con el sentido político de la autora con sus heroínas, creo que podría ser un peligro caer en la homogeneización que ya conocemos en los personajes masculinos más normativos. </div>
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Curiosamente, el personaje con el que me sentí más identificada fue con el alquimista caucásico y de mediana edad, Niclays Roos. ¿Por qué? Porque era ruin, miserable, egoísta. Porque cometía despreciables errores con la gente con la que se relacionaba. Porque sufría por un pasado perdido en el que había sido feliz y que ya nunca podría recuperar. Porque, hacia el final, intenta enmendar el rumbo de su vida, e incluso tiene algunas muestras de coraje emocional bastante grandes, pero la narración apenas le dispensa piedad. </div>
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Sentí que Niclays era como una suerte de peón en el marco de una historia más grande, que no le iba a pertenecer. Como si la autora simplemente lo llevara a cumplir con su misión y luego lo abandonara. Esto se aprecia claramente en el final de su arco de rendición, que no resulta satisfactorio porque la narración se ensaña en maltratarlo y en arrebatarle algunas de sus últimas esperanzas. Ninguno de los otros protagonistas tiene un inicio tan duro como él. Ninguno tiene un final tan deprimente.</div>
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Lo anterior creo que se debe a la profunda apatía que parecen despertarle a la autora los personajes masculinos. La mayoría de estos en <i>El priorato del naranjo</i>, tanto los aliados como los enemigos, son aburridísimos y/o genéricos, cosa que se nota mucho por el contraste con las mujeres, mucho más activas, con más dramas y cuestionamientos sicológicos mucho más interesantes de leer, a pesar de los problemas ya enunciados. Personalmente, no me termina de convencer que, <b>para resaltar a las heroínas, haya que degradar a los hombres o permitir narrarlos de modo que se degraden a sí mismos </b>(a menos que esto se trabaje como una decisión explícita por razones ético-estéticas). ¿Quién no querría vivir o leer una aventura en que héroe y heroína derroten al dragón, en perfecta conjunción de ánima y animus? (… Más o menos como Éowyn y Merry, por cierto). </div>
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No es lo que sucede en <i>El priorato del naranjo</i>. Esto se aprecia claramente en el verdadero relato de los orígenes de la religión de los Reinos de las Virtudes: no hay conjunción, ni siquiera deconstrucción derridiana (¡!); hay solo una mera inversión del polo hegemónico. De Galian a Cleolinda, y no Galian <i>y</i> Cleolinda. Y eso, personalmente, me parece decepcionante en una obra como esta, que de hecho tiene como uno de sus temas principales la necesidad de unir fuerzas entre personajes y naciones diversos para enfrentar un mal en común. </div>
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<b><span style="font-size: large;">Conclusiones</span></b></div>
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<b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div>
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A partir de la lectura de este texto, es natural pensar que la novela no me gustó, pero siento que la experiencia fue mucho más compleja que esto. En realidad, preferiría decir que lo que me gustó fue el <i>proyecto </i>de la obra y el hecho de que su ejecución (un tanto fallida para mí) me haya motivado a pensar tanto. </div>
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Algo curioso es que la mayoría de aquellas cosas que algunos lectores criticaron como defectos a mí no me parecieron tales. Principalmente, pienso en la estructura de la <i>quest</i>, en la sensación de que al principio “no pase nada”, en la construcción de estos dos entornos en tensión (oriente y occidente) que deben unirse frente a un mal mayor, a la presencia de objetos mágicos tan convencionales como un par de piedras y una espada legendarias. Es decir, pienso en muchos elementos narrativos que, por reiteración, se han convertido en códigos propios de la Fantasía épica convencional y que, por tanto, no tienen nada de malo en sí mismos. </div>
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Por contraste, muchas cosas en la que algunos lectores insistieron como virtudes de la obra no encontraron mayor resonancia en mí. Me refiero principalmente a la mera presencia de personajes diversos y al aspecto político, factores que rara vez vi analizados desde una óptica más literaria y que parecían validados simplemente por aparecer. E<b>sto nos habla también de ciertas tendencias predominantes que legitiman o descartan elementos de acuerdo a visiones ante todo extra estéticas y que, sospechosamente, al menos en su reflexión lectora, tienden a aproximarse a códigos del realismo. </b></div>
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Habría que detenerse un momento y preguntar(se), como siempre, <b>qué se entiende por “Fantasía” cuando se habla de “Fantasía”: cuál es nuestro horizonte de expectativas y por qué</b>. Y, bueno, si finalmente lo que le gusta a la gente de una obra rotulada como “Fantasía” responde en verdad a lo que solo esta literatura puede entregar al lector. </div>
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En relación con los párrafos anteriores, quisiera compartir ahora un comentario de una reseña de Reddit que me llamó mucho la atención sobre la novela y que, creo, resulta bastante elocuente: </div>
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<div style="background-color: gainsboro; border: 1px transparent; margin: 0px auto; padding: 10px; width: 550px;">
It pleases me, in some weird way, that such a <b>trope-filled, average, and boringly ordinary fantasy novel can be published today</b>, that features so many <b>strong women and a plethora of LGBTQ characters who are just people</b>, and that none of the conflicts in the story involve angst related to being a strong woman or LGBTQ. There are innumerable examples of this sort of <b>mediocre, trope-laden fantasy featuring straight white male characters</b>, and that have achieved popularity (or, at least, their existence as books is unremarkable--and I'm not saying they're bad for existing or that they shouldn't exist, I frequently enjoy them) so I'm glad that we're starting to move into an era <b>when stories dominated by other types of characters can be just as mediocre and still find commercial success</b>. <b>(<a href="https://www.reddit.com/r/Fantasy/comments/c2490f/review_the_priory_of_the_orange_tree_by_samantha/">Fuente</a>)</b>.</div>
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Yo, como Fantasista (y concretamente como mujer, si se quiere), me pregunto por qué tenemos que alegrarnos del derecho a ser mediocres. ¿Deberíamos tenerlo? Sin duda. Pero que esté permitido ser mediocre no significa que ese tenga que ser nuestro gran triunfo. <a href="http://tierradefay.blogspot.com/2019/06/ursula-bajo-las-estrellas.html">Como he comentado en otras oportunidades</a>, haber estado subordinadas a la hegemonía masculina nos entregó otras experiencias formativas, así como la valiosa oportunidad de ver qué nos esperaría en el otro camino. Por lo mismo, creo que ser mediocre no debería ser una opción, al menos no una a la que aspiremos conscientemente.</div>
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Cualquier persona que ame la Fantasía debería buscar la excelencia, porque ella misma es justo lo contrario a lo mediocre. Es como debería ser este mundo: intenso, lleno de maravillas y de profundos dolores. Que se fracase más o menos miserablemente en el proceso es otra cosa, claro, pero aquella debería ser nuestra meta.</div>
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Por ello, no me parece justo que se alabe la obra de Shannon solo por entregar mujeres fuertes y personajes LGBTQ, y que eso baste para hacer vista gorda a sus problemas, algunos de los cuales he esbozado, desde una mirada plenamente subjetiva, en estas líneas. Por el contrario, pienso que, si estos problemas, como creo, afectan tanto a la creación del mundo y de los propios personajes, flaco favor se les hace a estas figuras marginalizadas. <b>Ellas también necesitan ser escritas por una mano que las convierta en seres con vocación humana, complejos, ambiguos, vivos por la palabra.</b></div>
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Finalmente, creo que parte de mi frustración con <i>El priorato del naranjo</i> es que quise creer que todo esto podría ser posible entre sus páginas para mí, como muchos otros lectores sí sintieron en su lectura. Que podría querer a sus mujeres como quise y quiero a Éowyn y a Soledad. Que podría volver a enamorarme de otros dragones como me enamoré de Smaug y de Tengri <b>[5]</b>. </div>
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Que, efectivamente, podría encontrarme con una digna heredera feminista de la bella obra de Tolkien, como pintaba aquel <i>blurb</i>.</div>
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En ese sentido, mis alusiones al Profesor no han sido casuales: he hecho diversos tipos de menciones y comparaciones a su trabajo a lo largo de este texto precisamente para destacar cuán distinta es la obra de Shannon de la de su compatriota, contrario a lo que mencionaba Laura Eeve.</div>
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¿Pero por qué crees en <i>blurbs </i>falaces de autores poderosos y primermundistas, Paula? Bueno, porque a veces una mujer se siente cansada de desconfiar de la popularidad y quisiera conocer nuevas historias a las que amar y que tantos parecen estar amando. He vuelto a fracasar, pero quiero creer que los aspectos que no me han convencido de Shannon, o que derechamente me han incomodado, me han enseñado lecciones valiosas sobre la confección de una obra épica tan ambiciosa como <i>El priorato del naranjo</i>.</div>
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Una obra que, a pesar de todo, merecía haber sido contada como un bello vitral, como cualquier historia que ose llamarse a sí misma de Fantasía.</div>
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<b>NOTAS</b></div>
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<b>[1]</b> Estoy consciente de que estoy basando mi opinión en una traducción, pero alcancé a leer un fragmento en inglés y comparto la misma impresión, a partir de mis otras lecturas de escritores angloparlantes reconocidos como estilistas en Fantasía. </div>
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Confío en que el traductor a cargo, Jorge Rizzo, haya realizado un buen trabajo traspasando los acentos principales de la prosa original a nuestro español. </div>
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<b>[2]</b> El libro fue editado en nuestro idioma, bajo el título de <i>Contar es escuchar</i>, por la editorial española Círculo de Tiza (2018). De todos modos, de ser posible, sugiero leer el ensayo en su versión original, pues es sabido que las traducciones de la obra de Tolkien (que son las referidas en la versión española del ensayo) no consiguen traspasar del todo las cualidades de su prosa. Tampoco está de más recordar que los patrones rítmicos del español son distintos a los del inglés. </div>
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<b>[3]</b> Presenté una ponencia sobre este tema en el <i>II Encuentro de Literatura Fantástica y de Ciencia Ficción</i> (Santiago de Chile, 2019). Esta se tituló “Las voces de Faërie: una revisión crítica de ‘From Elfland to Poughkeepsie’ (1973) de Ursula K. Le Guin y de la importancia del estilo en la literatura de fantasía”. Mi intención era adaptarla como artículo divulgativo para <i><a href="https://vagalumbre.com/"><b>Vagalumbre</b></a></i>, pero la vida me pasó por encima cuando iba apenas por la introducción, <a href="https://tierradefay.blogspot.com/2019/11/la-fantasia-despues-del-18-de-octubre.html"><b>y luego Chile explotó</b></a>. Pretendo trabajar en esto en algún momento.</div>
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<b>[4]</b> Sé que este es un tema delicado y que podría prestarse para malas interpretaciones, pero no puedo evitar ya mencionarlo. Obviamente, esto no significa que me oponga, como algunos enrabiados, a la representatividad. Por supuesto que no es así; por supuesto que considero positivo este movimiento. Pero veré si puedo escribir un texto centrado en mi experiencia personal con la empatía ficcional más adelante.</div>
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<b>[5]</b> Soledad es la protagonista de la novela <i>Loba</i>, de <a href="https://tierradefay.blogspot.com/2016/12/conoci-veronica-murguia.html"><b>Verónica Murguía</b></a>. Tengri es el nombre del dragón de la obra. Me resulta muy triste tener que hacer esta nota porque siento que los personajes de Verónica merecerían ser ya conocidos por cualquier Fantasista hispanoparlante. Pero no es así, y es mi labor hacer ver, siempre que pueda, que estos existen y que son hermosos, aunque nadie quiera escucharme (o leerme).</div>
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Paula R.Dhttp://www.blogger.com/profile/01586400206596546463noreply@blogger.com