Música: Joe Hisaishi, compositor de Studio Ghibli

1/22/2013

El compositor japonés Joe Hisaishi ha creado las bandas sonoras de la filmografía del Studio Ghibli por más de 25 años. Podría decirse que sus composiciones son tan potentes narrativamente como cualquiera de las historias de Miyazaki. Como muestra, uno de sus conciertos.

Joe Hisaishi-Studio Ghibli-Budokan
Nadie puede discutir que Japón es una de las naciones que ha aportado algunas de las obras de arte contemporáneas más hermosas y sinceras a nuestro mundo. Como si eso por sí solo fuera poco, a mi juicio algunos creadores nipones pueden adjudicarse el mérito adicional de que muchos de sus trabajos siguen teniendo una calidad de excelencia a pesar de estar dirigidos a un público masivo, que no necesariamente tiene o precisa de formación académica o artística para disfrutar o conmoverse con estas obras.



Uno de los numerosos ejemplos que podría citar es el caso de las composiciones que Joe Hisaishi ha venido creando para las películas del Studio Ghibli a lo largo de más de 25 años. ¿Por qué empezar con el compositor en lugar de hacerlo con las películas mismas, que son las que cuentan las historias? Pues porque creo que la música, y en especial la música de Hisaishi, es una historia en sí misma. Además, la magnitud que supone la colección Ghibli, tanto en cantidad como en calidad, requeriría de un estudio mucho más profundo al que sin embargo deseo abocarme a largo plazo antes de exponerlo en este sitio. 

Por ahora me quedo con algo que se resiste a toda palabra o explicación como lo es la música. Antes de ello, en todo caso, conviene contextualizar brevemente por qué creo que Hisaishi es tan relevante en el trabajo fílmico de Ghibli. Considero que lo es porque me resulta imposible imaginarme alguna de estas películas, por muy potente que sea su narrativa, sin estas composiciones. La música de Hisaishi es tan sublime que no puede clasificarse como simple música de fondo o de ambientación. Como mencioné anteriormente, estas melodías cuentan su propia historia, enroscada en las escenas de las películas, transmitiéndonos y contándonos mucho sobre los eventos y los personajes que vemos en pantalla. 

Quizá porque no he visto demasiadas veces las películas —y de hecho, hay varias que no he visto aún—, no retengo en mi memoria todas las melodías, pero sí me ha sucedido que me ha tocado oírlas y me han “sonado” a Hisaishi, y si alguien lego en asuntos musicales puede lograr este ejercicio de asociación, sin duda su compositor es capaz de imprimir un sello estético personal a sus obras que cualquier persona puede reconocer una vez que se ha dejado conmover por al menos uno de sus trabajos. 

Y una de las cosas más notables al respecto es que este sello estético se mantiene a pesar de las diferentes naturalezas de las composiciones, acordes al espíritu de la historia de turno. Así, por ejemplo, podemos oír tonadas sencillas y de rememoración infantil en Mi Vecino Totoro o Ponyo en el Acantilado, otras solemnes como en La Princesa Mononoke, de influencias europeas en El Castillo Andante o incluso marcadas por las tendencias en boga de determinadas épocas, como el uso de sintetizadores en algunas melodías de Nausicaä del Valle del Viento. Como sea, y a pesar de las esperables diferencias de calidad entre algunas piezas en comparación con otras, cada una de estas composiciones consigue el efecto que toda pieza musical creada para un medio audiovisual debería lograr: potenciar la narrativa como un todo en lugar de simplemente adornarla. 

Existe además un factor que acaso sea el más importante: el factor emocional. Considerando la cantidad de fanáticos que ha ido ganando el Studio Ghibli a lo largo de los años gracias a la calidad de sus producciones, o aun sólo tomando en cuenta aquellas personas que alguna vez disfrutaron de sus películas animadas en su infancia, se entiende plenamente el poder evocativo de estas composiciones. 

Hisaishi tiene ese particular don que he percibido en pocos artistas y que es el de hacernos sentir que es posible un mundo mejor, o bien, que al menos fue posible alguna vez y que la naturaleza y destino humanos no son sólo perdición y desesperanza si en verdad así lo deseamos. Más allá de que esto sea  razonable o no, ¿no es ese al fin y al cabo uno de los sentidos posibles del arte? Sin duda es mucho más fácil crear desde la condena y reflejarla en nuestras obras, porque es lo que vemos todos los días (y, en algunos casos, lo que somos), ¿pero y si optamos por hacer lo contrario? Si yo ya no puedo creer en la esperanza para mí, ¿por qué al menos no intentar crear obras que despierten la esperanza en los demás y los aparten de mi propia condena? ¿No es esa, paradójicamente, una esperanza también? 

Se asemeja mucho, por cierto, a la paradoja de la Fantasía, que al nacer de la más potente imaginación es la mejor herramienta para hablar de la verdadera naturaleza y el verdadero destino humano. No creo que sea coincidencia que las películas del Studio Ghibli sean prácticamente en su totalidad de Fantasía y que las composiciones de Hisaishi pueden llegar a producir exactamente las mismas sensaciones que una historia de Fantasía. Tampoco que ambos artistas sean amigos. Y creo que en ese secreto e inexplicable lazo reside también el motivo por el cual tantos fantasistas como yo misma, sin importar edad, procedencia o cultura, adoramos estas películas por todo lo que las hace posibles. 

Me gusta pensar que la música de Hisaishi, para quien no ha visto aún las películas, funciona casi como el prólogo a un viaje maravilloso que espera del otro lado del portal; y para quien ya las han visto, como una foto que nos permite regresar siempre que queramos a esos mundos que en el fondo nunca dejarán de ser parte de nosotros. 

Y para tenderles ya sea el prólogo o la foto, estimo que lo mejor es esta grabación íntegra del concierto que se realizó en 2008 en el teatro Nippon Budokan, con una capacidad de más de 14.000 asientos y un total aproximado de 1.160 músicos, tanto aquellos de la New Japan Philharmonic World Dream Orchestra como los niños coristas de Little Singers of Tokyo, los coros Ippan Koubo y Ritsuyuukai, una banda musical de 160 miembros y seis vocalistas solistas. 

El concierto se realizó en conmemoración de los 25 años de estrecha colaboración entre Hisaishi y Miyazaki y para el lanzamiento de Ponyo, motivo acaso por el cual las composiciones para esta película predominan. El track list, sin embargo, abarca buena parte del catálogo de Ghibli, desde la clásica Nausicaä, pasando por el éxito de El Viaje de Chihiro y esa maravilla de maravillas que es Mi Vecino Totoro, entre otras joyas, todas con sus correspondientes arreglos sinfónicos. 

Cabe destacar además el dinamismo que suponen la inclusión de pantallas gigantes que muestran fragmentos de cada película homenajeada, así como la pomposa llegada de la banda musical y la tierna intervención de los niños. Ahora bien, sin duda uno de los eventos más bellos de todo este espectáculo se presenta cuando ambos amigos de años se encuentran en el escenario… Si esas miradas no encierran el sentido del arte y de la vida, entonces no sé qué podría contenerlo. 


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8 comentarios

  1. Respuestas
    1. ¿Y no me vas a adelantar nada sobre qué disientes? :( Digo, antes de las cervezas :)

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  2. Excelente texto Alejandra, siempre me ha gustado la música incidental, especialmente la que se crea para acompañar obras de fantasía, que al oir la variedad de acordes e instrumentos nos trasportan a distintos paisajes imaginarios o atávicos. Esa es la magia de la música.
    Pensé en algún momento anotar aquí otras obras sinfónicas que he escuchado pero quizás tu las tengas preparadas para otra entrada y tenemos que ir paso a paso.
    Eso si quiero comentar que tuve el privilegio de asistir al Arena Santiago a presenciar al compositor Howard Shore y la orquesta compuesta por casi 200 músicos entre ellos muchos niños y unas señoritas con unas voces maravillosas.
    Gracias por dejar este concierto, obviamente lo veré y alucinare con casa interpretación.
    saludos.

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    1. ¡Gracias! Aunque justamente en el texto quise dar a entender que este tipo de música trasciende lo incidental o el acompañamiento para convertirse en una obra autónoma.

      La verdad es que no conozco demasiado del área sinfónica de Fantasía. Crecí con las composiciones de artistas en su mayoría japoneses, que componían fundamentalmente para videojuegos o series de ánime. Eso hizo que no pudiera perdonarme jamás no poder asistir al concierto de videojuegos que se hizo el año pasado (aunque mi culpa fue no tener el dinero en el momento adecuado). Espero resarcirme en parte escribiendo alguna entrada respecto a uno o dos compositores que son mis favoritos y cuyas obras no pude oír en vivo entonces.

      Saludos.

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  3. Estoy de acuerdo contigo, por eso comente que al oírla nos produce una sensación atávica; como si aquellos sonidos despertaran algo en nuestros sentidos y solo la llamo incidental para diferenciarla de otras músicas.

    He tenido la oportunidad de disfrutar de 2 sinfónicas inspiradas en fantasía, el del 25 aniversario de la Leyenda de Zelda y también el del Señor de los Anillos que tuve el privilegio de oírla en vivo. En estos precisos momentos y mientras redactando estas palabras estoy escuchando la música del video juego "The Elder Scrolls V - Skyrim" maravillosa.

    Estaré atento a lo que vayas dejando, se que hay mucha música que aun no conozco y si es relacionada con fantasía mucho mejor.

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  4. Que bonito texto! espero leer mas trabajos como éste :D saludos Alejandra

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    1. ¡Gracias, Gonzalo! Y yo espero que puedas seguir compartiendo tus impresiones en el sitio, en alguna nueva entrada que sea de tu interés.

      ¡Saludos!

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  5. Comparto ampliamente tu visión de Hisaishi y para corroborar que sus obras tienen una estética única y reconocible, yo junte música de “El Verano de kikujiro" y de películas de Gibhi sin saber que era el mismo director y compositor y gran sorpresa cuando me enteré.

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